Blanco... Cálido y tranquilo…

—Tengo que regresar ¿verdad?— preguntó, reacio a levantarse.

—Eso debes de decidirlo tú—

—¿Puedo elegir?—

—Si, ya lo creo. Estamos en King 's Cross ¿no? Supongo que si decidieras no regresar, seguir, podrías... tomar un tren— las vías blancas crujieron, anticipando su respuesta.

—¿Y a dónde me llevaría ese tren?— susurros produciendo ecos, calor maternal.

—Más allá— enigmas envueltos en suspiros. Un resoplo ofendido.

Una imagen más allá, un bosque, frío, lúgubre, negro.

Una batalla, sangre, dolor, miseria.

Gemidos de dolor lejanos, un alma corrompida y condenada. Pena.

—No te den lástima los muertos Harry, sino más bien los vivos, y sobre todo aquellos que viven sin amor. Si regresas, quizá puedas evitar que haya más muertos y heridos, más familias destrozadas. Si eso te parece un objetivo encomiable, entonces tú y yo nos veremos hasta la próxima— una vieja promesa.

Sin despedidas, solo la promesa de un después, un hasta luego.

—Pero tendré que retomarlo donde lo dejé ¿verdad?— Desasosiego.

El peso de una pelea, de gritos, el cansancio de participar en un conflicto.

—Quien sabe… ¿Cuando tomas un tren, te lleva directamente a donde vas, o todavía necesitas caminar para llegar?— más enigmas, solo quería descansar.

Pero no se podía posponer

—Dígame una última cosa... — un eco de curiosidad —¿Esto es real, o solo está ocurriendo en mi cabeza?— una risa divertida, fresca.

—Claro que sucede en tu cabeza, pero eso no significa que no sea real— confusión.

El sonido de un tren aproximarse.

El temblor de las vías.

El anuncio de un destino.

—Buena suerte, Harry, la necesitarás—

Anticipación.

El inicio de un viaje.


La casa Potter era un desastre.

Había gritos desesperados que clamaban por ayuda. Pisadas fuertes hacían que el piso de madera crujiera sonoramente por toda la propiedad. Había un peculiar río de agua que caía por las escaleras que llevaban al segundo piso, provocando que un charco de agua se formará en la base, justo frente a la puerta de entrada.

En la estufa una tetera gritaba anunciando la ebullición del agua desde diez minutos antes, aunque para entonces más de la mitad del contenido ya se había consumido y ahora era un vapor blanco que abarcaba gran parte del techo de la cocina. Pero el sonido de la tetera fue opacada cuando un terrible grito llegó desde una de las habitaciones del segundo piso

—Aguanta un poco más Lily, casi termina, ya casi...— consoló una voz débil y jadeante.

Un joven hombre con cabellos revueltos negros envolvio con mucho cuidado el bulto en sus brazos, sus ojos castaños concentrados en la figura de la cama —Sirius, sostén a Harry— murmuró con su voz cansada entregando su preciada carga a otro joven de cabellos azabaches pero ojos grises que de inmediato se hizo cargo

—Vamos Lily, tú puedes...— siguió animando James Potter a su esposa, la cual soltaba quejidos de dolor y es que desde hacía un día atrás había comenzado con dolores de parto, señal de la venida de sus dos hijos

—James, son cerca de las doce— avisó una voz temblorosa desde afuera, un joven bajito de cabello descolorido miraba con insistencia el reloj de la pared del pasillo

—Ja, ¿31 de Julio y 1 de Agosto?— preguntó con una nota de humor Sirius Black mientras mecía lentamente al bebé en sus brazos que berreaba bajito. Al parecer uno de los hijos de amigo sería de julio y el otro de Agosto, más especiales no podían ser

James no hizo caso al comentario, simplemente concentrado en su labor de ayudar a su esposa a recibir a su segundo hijo. Lily Potter simplemente jadeaba y quejaba, atrás habían quedado las amenazas de abstinencia hacía su marido, o las amenazas de castración, muy concentrada en pujar como para hablar.

Pasaron unos minutos que hicieron a James dudar, ¿qué había dicho la enfermera sobre que si tardaba en salir el bebé?

—Colagusano, la hora— pidió mirando de reojo a la puerta desde donde se asomó Peter Pettigrew, el tercero de sus amigos más cecanos

—ci-cinco para las doce— anunció con voz temblorosa, James palideció, Harry había nacido a las 10:44 ¿Por qué tardaba tanto el segundo? ¿Era normal? ¿Había algo malo?

—Lily, tienes que pujar más fuerte— ordenó James a su esposa, asustado, arrepintiéndose de no haber ido a San Mungo, pero había tenido tanto miedo de que volvieran a atacar el hospital mientras estaban allí que se había negado desde que supo que Lily estaba embarazada

Sí, se había puesto a leer todo lo posible sobre el tema, pero en este momento nada de eso parecía ser suficiente

—¡Uh! ¡James!— quejó Lily, tratando de moverse

—Es el segundo, James, ayudala— intervino Sirius, solo provocando que Harry, el bebé en sus brazos, llorará por la agitación. Sirius lo miró con terror y de inmediato salió al pasillo, tratando de hacer que volviera a dormirse o algo ahora que sus padres estaban muy ocupados con su otro hermano

—Vamos Lily, solo un poco— James miraba ansioso a su esposa resoplar, apretando las sábanas con sus dedos pálidos. El pequeño plop que siguió a un grito de Lily hizo a James gemir y a Peter, que se había acercado para tratar de ayudar, chillar —Un poco más, ya puedo ver la cabeza— anunció el azabache, acomodándose para recibir a su segundo hijo

—¡Ah! ¡Duele!— Lily apenas pudo hablar mientras hacía un sobreesfuerzo por pujar otra vez, sintiendo que apretaba los dientes con tanta fuerza que rechinaban

—T-tú puedes, Lily— ánimo Peter desde la puerta, evitando a toda costa ver a su amigo desaparecer en los pliegues de la tela blanca que evitaban que vieran la intimidad de la mujer tendida en la cama.

Lily Potter gimió una vez más antes de dejarse caer en la almohada cuando James comenzó a susurrar —Ya está— el hombre se enderezó, una pequeña masa rosada y roja en sus brazos que envolvió en una manta blanca —Ya está...— repitió, limpiando los restos de sangre de la piel tierna. Fue entonces, que Lily recordó algo importante

—No está llorando...— murmuró mirando a su esposo, y un nuevo dolor se asentó en su estómago cuando su marido siguió limpiando al bebé —¿Por qué no está llorando?— los pasos de alguien acercándose advirtieron la entrada de Sirius con su primer bebé en brazos. El hombre Potter siguió en su tarea —¿¡JAMES!? ¿¡Por qué no llora!?— un tinte de pánico llegó a su voz y por un momento quiso levantarse de la cama hasta que su esposo giro en su dirección

—¡Calmate Lily!— exclamó con voz confusa, mientras se acercaba y mostraba su carga a la mujer —Está bien… mira— Lily no le creyó hasta que su bebé estuvo en sus brazos y vió un par de ojitos grises mirarla, su segundo hijo era tan pequeño, y su piel seguía roja, una mano con dedos pequeñitos y delgados sostenía la manta

—¿Por qué no llora?— preguntó Sirius desde su lugar, meciendo a su ahijado. Peter a su lado miró confuso al reloj del pasillo

—Doce con cinco minutos— anunció para nadie en particular. James miraba a su esposa cansada y débil sostener a su bebé con precaución, así que estaba preparado cuando Lily le extendió al bebé

—No pensamos en dos nombres para niños...— murmuró Lily tratando de alcanzar una de las pociones sobre la mesita de noche, Peter se acercó y le ayudó pasándole la botella de vidrio, Lily le sonrió con cansancio en agradecimiento

—¡Niño! ¡Es un niño! ¡Es otro niño!— gritó Sirius triunfante mientras hacía una danza, celebrando que el segundo merodeador de segunda generación fuera también un varón

—Thomas… — exclamó Lily ignorando las payasadas del amigo más íntimo de su esposo. James dejo de ver a su bebé en brazos para mirar a su esposa con confusión —Ya lo nombramos por tu abuelo, ahora le toca al mío—

—Si, Harry y Thomas— James probó el nombre, afirmando que se escuchaba bien —Nuestros dos queridos hijos...— sonrió y su mirada brilló, ahora tenía dos nuevas hermosas razones por las cuales pelear en esta guerra. En un movimiento lento giró a donde sus amigos Sirius y Peter miraban

—Peter— llamó al más bajo que sobresaltó en su lugar. James rió encantado, su amigo había estado muy nervioso o más que ellos con todo el tema del parto, y ahora que Sirius ya era el padrino de su primer hijo, era necesario otro —¿Quieres ser el padrino de Thomas?— preguntó con una sonrisa mientras se acercaba a su amigo que mostró un poco de horror en su cara unos segundos apenas cuando James le extendió su carga envuelta en una sábana para que lo cargará

Fue simbólico ver con cuánta delicadeza tomó al bebé en sus brazos, admirando los curiosos ojos grises que le devolvieron la mirada y la pálida piel tierna. El joven de 21 años, ex gryffindor, animago no registrado, amigo de James y Sirius, el cuarto merodeador, Peter Pettigrew levantó la cara con una mezcla confusa de emociones en sus gestos

—Sería un placer...— respondió al final

El mortífago dentro de él se miraba así mismo con asco