En primer lugar, debo advertir que esta es la primera vez que escribo un fanfic. Tengo algo de experiencia escribiendo, pero no con PMD. Ah, y lo siento si mi prosa no es una maravilla, no soy precisamente un poeta.
Esta historia pretende ser un enfoque diferente del clásico fanfic de PMD, ya que no hay protagonista humano, no hay amnesia y no hay un gremio (incluso si los gremios tienen un papel importante en el transfondo de los personajes y esas cosas). De vez en cuando habrá algún tema fuerte, como violencia o problemas graves de salud mental, pero el tono pretende ser principalmente positivo. Dicho esto, ¡espero que disfrutéis de esta historia!
Gracias también a Rioni por la portada y a GoldMaster por el logo.
Al salir el sol, el bosque volvió a cobrar vida. Pinos enormes y coloridos cubrían una vasta y hermosa tierra poblada por pokémon salvajes, aquellos que preferían vivir rodeados de naturaleza en lugar de las comodidades de los pueblos y las ciudades. Los pokémon salvajes abandonaban sus pequeños refugios y empezaban a hacer sus rutinas diarias. Algunos iban a por comida, otros entrenaban con sus amigos, la mayoría disfrutaba de una vida tranquila y apacible. La mayoría.
En ese mismo bosque, corría un Riolu civilizado. Pelaje largo en el cuello, con una perla roja asomando por delante, cola terminada en una estrella negra con otra perla roja en la punta, y un pico negro en su antifaz. Sí, un Riolu perfectamente normal. Llevaba una bolsa de tela, sujetándola como si protegiera a un bebé. Corrió, hasta que finalmente se detuvo en un claro, mirando a su perseguidor. Un Scyther le observaba furioso.
"¿No podemos hablarlo? De verdad que no quiero hacer esto," dijo el Riolu.
Fue recibido con un repentino cortefuria que pasó muy cerca del Riolu, que lo había esquivado de un salto. Riolu suspiró.
"Bueno, lo siento por esto, pero si no me vas a escuchar..." Entonces atacó. Su pata de la nada generó garras que parecían reflectantes, y usó su garra metal para arañar al Scyther en la espalda. Éste se encogió por el dolor, pero rápidamente se puso en pie y se lanzó hacia su enemigo, con el objetivo de golpearle con un ataque ala, pero fue bloqueado al momento por una barrera que parecía ser el movimiento protección.
"Agh, ¿por qué necesitarías usar una MT para aprender protección si los riolus podéis usar detección de base?" Se quejó Scyther, que parecía molestarse fácilmente.
"¡No usé ninguna MT, lo aprendí por mi cuenta!" Dijo mientras esquivaba otro golpe. "¡Ah! Se podría decir que soy un poco raro entre los de mi especie, jeje..."
Scyther parecía confundido mientras le daba vueltas, así que Riolu aprovechó la oportunidad y le dio un potente golpe roca, que lanzó al insecto gigante a varios metros de distancia.
El Scyther sonrió satisfecho. "¡Ni lo he notado!"
Pero esa no era la intención de Riolu. Scyther miró a su alrededor; ahora no podía ver al Riolu. De repente, desde uno de los árboles, Riolu saltó sobre él y le asestó un mordisco, con un aura sombría emanando de sus colmillos. Sobresaltado por el dolor, Scyther intentó sacudirse para quitarse al Riolu de encima, hasta que consiguió soltarlo.
Cansado de todo aquello, Scyther empezó a correr en círculos alrededor de Riolu a gran velocidad, formando clones de sí mismo con lo que parecía un doble equipo. Riolu tragó saliva y empezó a cargar una esfera de energía en sus manos. Su movimiento característico estaba listo.
Lanzó la esfera aural, que persiguió al verdadero Scyther y lo golpeó, y aunque no fue efectivo, fue suficiente para hacer desaparecer las copias. Scyther no tuvo tiempo de pensar antes de que el Riolu se abalanzara sobre él, su ataque siendo lo suficientemente veloz como para alcanzarlo y derribarlo, terminando finalmente la batalla.
"Ugh... ¿C-cómo? ¿Esfera aural sin evolucionar, en serio?"
Riolu tenía un set de movimientos bastante bueno, aunque no le gustase tener que recurrir a ellos. Sabía que, hace mucho tiempo, los pokémon sólo podían aprender hasta cuatro movimientos y necesitaban olvidar uno para aprender uno nuevo. Fue una suerte que las investigaciones llevaran a descubrir el verdadero potencial de los pokémon, lo que hizo posible aprender más de cuatro movimientos.
Aun así, eso no explicaba lo de su esfera aural. Se supone que solo debería aprender ese movimiento una vez evolucionara a Lucario, pero las reglas dejaban de tener un poco de sentido con él.
Riolu se acercó al Scyther, que yacía en el suelo, derrotado y claramente malhumorado. "¡Ya te lo he dicho, no te he robado tu comida!" Dijo el Riolu. Luego abrió su bolsa y la vació delante de él. "¿Ves? ¡Aquí sólo hay una baya!".
Scyther levantó la cabeza desde donde estaba tumbado, mirando los objetos esparcidos por el suelo. Algunas semillas y orbes, un mapa, dos pañuelos, una baya zidra, una placa, unas cuantas ramas y cinco saquitos. Riolu tomó un saco y lo abrió para que Scyther viera que sólo había ingredientes mezclados, en su mayoría vegetales.
"Oh... ¿Así que tú no eres el ladrón?" Preguntó Scyther.
"¡Claro que no!" Respondió Riolu, con los brazos extendidos a los lados en señal de fastidio. "¡Es lo que estaba diciendo todo el tiempo, pero no me escuchabas! Solo pasaba por aquí..."
"Ah. Bueno... Ups. Perdón. Estaba tan enfadado y hambriento que no podía pensar con claridad."
Riolu suspiró y volvió a meter los objetos desperdigados en su bolsa. Luego tomó uno de los sacos con comida y se lo ofreció a Scyther.
"Toma esto. Parece que realmente lo necesitas más que yo. La verdad... No sé por qué estoy haciendo esto después de que me atacaras, pero en fin..."
Scyther cogió el saco y sonrió. "¿En serio? Después de lo que ha pasado, ¿me das esto?"
Riolu asintió. "Sí, por qué no... Pero por favor, piensa antes de atacar a cualquiera que veas la próxima vez, ¿vale?"
Scyther asintió rápidamente antes de levantar el vuelo y desaparecer de la vista de Riolu. Él simplemente siguió observando cómo se marchaba y empezó a preguntarse qué hacer a continuación. Hacía meses que había dejado su equipo y el gremio, queriendo salir a ver mundo y encontrar su propio objetivo en la vida. Los echaba mucho de menos, pero sabía que esto le vendría bien. Pero bueno, al final volvería a verlos, seguro... Aunque sólo fuera una visita.
Riolu siguió caminando, analizando su mapa y tratando de adivinar dónde estaba. Huir de ese Scyther fue muy inconveniente, y ahora estaba perdido y no tenía ni idea de dónde estaba, hasta el punto de que no reconocía el entorno de su alrededor en ese mapa.
Mientras caminaba, comenzó a escuchar ruidos provenientes del norte. Parecían gritos de dolor, o incluso algo peor. Riolu a veces tenía miedo, pero se obligaba a ser valiente. Se había enfrentado a cosas horribles en el pasado, no podía asustarse de cualquier pokémon ruidoso.
Al cabo de un par de minutos, los gritos empeoraron. Empezó a sonar casi como si ya no fuera un pokémon. Y cada vez estaba MÁS CERCA. Riolu miró a todas partes, tenso, y cerró los ojos para intentar usar su aura. Podía sentir su entorno, otros pokémon escondidos en sus pequeñas casas en los árboles, la mayoría asustados por la misma razón que él. También podía sentir algo que caía de un árbol por encima de él. Casi parecía que no era-
De repente, una especie de pokémon pájaro cayó encima suya, gritando de forma desgarradora, y empezó a abofetearle con sus alas. Riolu intentó contener al pájaro, el cual resultó ser un Archen, pero por suerte no estaba usando ningún movimiento, solo se agitaba al azar. Riolu intentó desesperadamente quitárselo de encima, pero el Archen no tardó en agarrarlo, simplemente... abrazando al Riolu.
"¿Qué pasa? ¿Q-qué estás haciendo?" Preguntó Riolu.
El Archen entonces se calmó, y su respiración se hizo un poco más lenta.
"A-ayuda... Ayúdame..."
"¿Qué? ¿Pero qué te ha pasado? ¿Por qué gritabas así?"
El Archen no se soltó, pero sí se relajó un poco. "Yo... No sé... Había algo, y yo... Eh..."
Riolu se le quedó mirando, desconcertado. "Había... ¿Qué?"
"No logro... recordarlo..."
"¿Qué quieres decir con que no logras recordarlo? ¿Eres... amnésico o algo así?"
"No, sé quién soy... sólo que no sé qué hago aquí..."
"Uhhhh... Ya veo..." Dijo Riolu mientras le daba palmaditas en la espalda de forma incómoda al Archen. Entonces se fijó en una herida en el ala izquierda del pájaro. "Bueno, eh... no creo que haya ningún peligro aquí, no pude sentir a nadie más cerca, así que supongo que estarás bien."
Archen lo miró con ojos llorosos. "¿En serio? ¿Estoy... a salvo?"
"Ya te lo he dicho. Puedes... eh... soltarme ahora."
Archen no lo soltó. De hecho, lo abrazó más fuerte.
"Pero tengo miedo... Y hay algo que me tranquiliza en ti."
La cara de Riolu no tenía precio. "Huh. Yo... ¿en serio? Sabes que ni siquiera nos conocemos, ¿verdad? Podría perfectamente ser un criminal, o peor, un fan de las bayas pinia."
"Pero siento como si fueras seguro."
"¿Por qué?"
"No lo sé."
"Oh, por el amor de ... Uh, está bien. Vamos a empezar de nuevo. Has dicho que no recordabas lo que te pasó, ¿verdad?"
El Archen aflojó un poco el abrazo y miró hacia otro lado. "Sí... Siempre estoy yendo de un lado a otro, buscando comida y simplemente viviendo cada día por mi cuenta, pero... Lo último que recuerdo es que estaba durmiendo bajo un árbol y... luego creo que vi algo horrible. No sé lo que era, sólo..." Archen se agitó nerviosamente.
Riolu ladeó la cabeza, preocupado. "¿Estás bien?"
"No... No puedo quitarme esta horrible sensación. No se va..."
"Oh... Suena como si tuvieras algún trauma por ello, vas a necesitar un psicólogo."
Archen volvió a abrazar al Riolu, aún mostrándose nervioso. "Pero no puedo pedir un psicólogo, tengo miedo..."
"¿Por qué ibas a tener miedo? Se supone que los psicólogos solo... ayudan."
Archen suspiró. "Tengo miedo de todo el mundo. No puedo hablar con otros pokémon, ni acercarme, siempre siento que me van a hacer algo malo..."
"Pero si literalmente me estás abrazando. A mi, un desconocido."
"Ah. Sí que lo estoy haciendo."
Riolu se le quedó mirando un largo rato, sin saber qué decir, mientras el bosque guardaba silencio como si estuviera escuchando la conversación.
"¿Y no me tienes... miedo?"
Archen pensó un momento. "No, por alguna razón no me asustas."
"... Mira, vamos a intentar hacer esto menos incómodo conociéndonos al menos un poco. Mi nombre es Ari, ¡encantado de conocerte!" Ari el Riolu extendió su pata ofreciendo un apretón de manos, que Archen tomó desde la incómoda posición del abrazo.
"Yo soy Nimb..." Dijo mientras tomaba su pata y la estrechaba con cuidado.
"Bien, y ahora que nos conocemos... ¿Necesitas que te lleve a algún lugar seguro?"
"Pero... ¿Dónde es seguro?"
Ari miró a su alrededor, indeciso. "Uhhhh... No sé, supongo que... Lejos de aquí."
Nimb no parecía muy convencido, y lo dejó claro al no soltarse de Ari, que simplemente suspiró. "Vamos a... movernos, entonces," dijo Nimb.
"Vale, pero primero..." Ari abrió su bolsa y cogió una baya zidra, exprimiéndola para dejar caer un poco de jugo sobre la herida del ala del Archen. Le escocía un poco, pero por suerte se quedó inmóvil. Ari cogió entonces uno de los pañuelos que llevaba en la bolsa, el verde con rayas, y lo ató alrededor de la herida. "Eso está mejor. No queremos que pilles una infección."
"Oh, gracias..."
Ari y Nimb comenzaron a caminar, el primero sosteniendo su mapa y tratando de identificar su ubicación actual. Nimb acabó soltando a Ari, pero se quedó muy cerca, agarrándole de vez en cuando el brazo con el ala mientras miraba a todas partes con miedo. A Ari no le gustaba el silencio, así que fue el primero en hablar.
"Así que... ¿Tienes planes? ¿Algún sitio al que quieras ir?"
"La verdad es que no... Simplemente voy donde me apetece."
"Bueno, como yo entonces. Dejé mi gremio hace algún tiempo para descubrir nuevos sitios. Donde yo vivía, no teníamos ninguna de esos 'territorios misteriosos' que hay ahora en este país. Aun así, la gente necesita ayuda a veces, y los criminales son un problema común, así que los gremios son muy valiosos incluso allí. Solía hacer misiones cada semana."
"Eso suena peligroso".
Ari guardó su mapa y miró a Nimb. "Lo es si vas solo, pero yo tenía a mis compis. Por eso estás tan asustado todo el tiempo, porque vas solo. Te vendría muy bien la ayuda de un amigo, ¿sabes?"
"Supongo que tienes razón, pero es que no puedo evitarlo..." Nimb parecía muy triste, y Ari se arrepintió de haber sacado ese tema. Le dio una palmadita en la espalda.
"No pasa nada, dale tiempo. No te preocupes por eso ahora."
Nimb asintió y siguió caminando, pero se encontraba mirando al Riolu de vez en cuando, algo que Ari notó.
"¿Te pasa algo?"
Nimb se encogió. "O-oh, es que... Tienes unas pintas muy raras para ser un Riolu."
"Jeje, sí... Un día cambié de la nada, no sé por qué..." Dijo Ari mientras reía incómodamente. "Y no es la única movida rara que vas a notar en mí, pero esa es una historia para más adelante."
"De acuerdo, supongo..." Dijo Nimb. Ari se detuvo de repente, y en consecuencia, Nimb también. "¿Qué pasa?"
El aire a su alrededor se volvió denso y sobre ellos se veía una extraña niebla azulada. Ari abrió su mapa y lo revisó. "Oh. Oooohh. Buenas noticias, ¡ya sé dónde estamos!" Luego se giró hacia Nimb, sonriendo. "Estamos en la Arboleda del Eco, un territorio misterioso. Curioso, ¿eh? Jejeje. Jaja... Ups."
Nimb se quedó de piedra al observar su entorno. Los pinos habían sido sustituidos por chayas que parecían cubrir la mayor parte del espacio a su alrededor, dificultando la visión de la luz del sol que se filtraba entre el espeso follaje. La tierra estaba cubierta en su mayor parte por hojas caídas, lo que ofrecía una vista impresionante, si no fuera por la densa niebla que cubría el lugar.
"No... Nononono, e-esto no puede estar pasando..." Balbuceó Nimb.
"¿Tan grave es?" Preguntó Ari. "Por lo que he aprendido sobre los territorios misteriosos, es un lugar como otro cualquiera pero... con pokémon ferales. Seguro que nos las podemos apañar juntos."
"N-no, ¡no puedo! Tengo t-t-tanto miedo a l-luchar..." Dijo mientras se agarraba al brazo de Ari para consolarse. Ari se rascó la nuca incómodamente, sin saber qué decir.
"No te preocupes, encontraremos la salida," le tranquilizó el Riolu.
Ambos se pegaron el uno al otro mientras atravesaban el denso bosque, dando lentos pasos, ya que era difícil ver lo que había por delante. La niebla y los densos árboles se lo ponían difícil, pero no se detuvieron, o al menos, Ari no se detuvo.
"Dime, ¿qué sabes de los territorios misteriosos? Yo me sé lo básico, pero me gustaría oirlo de un nativo de Syftelia, que seguro que sabe más," dijo Ari.
"¿No eres de por aquí?"
"No, quería ver mundo, ¿recuerdas?"
"Ah, claro... Bueno, los territorios misteriosos son... pues misteriosos. Empezaron a aparecer en Syftelia hace unos cuantos años, y nadie sabía por qué. Estos lugares eran el hogar de muchos pokémon, pero un día, se convirtieron en ferales..."
El Riolu levantó la vista. "Es por culpa de esta extraña energía o radiación, ¿verdad? Parece niebla normal, pero hay algo raro."
Nimb asintió. "Esta niebla apareció de repente y los pokémon simplemente... empezaron a actuar como m-monstruos. Da tanto miedo..." Respiró hondo, tembloroso, y continuó. "De repente no eran capaces de hablar, ni de pensar, y... ¡Atacan a cualquiera sin motivo! Y si nos quedamos aquí demasiado tiempo, ¡p-podríamos convertirnos en f-ferales también! No quiero estar aquí..."
Ari frunció el ceño y acarició la espalda del Archen. "No pasa nada, eso sólo pasa después de mucho tiempo, y pronto encontraremos una salida. No debería ser difícil, aunque la niebla es... extrañamente desorientadora. Se me sigue haciendo muy raro que esto sea lo que impide a los ferales salir de las territorios misteriosos..."
"T-también... Estos territorios misteriosos siguen apareciendo con más frecuencia en los últimos años. Me preocupa..."
Ari no sabía qué decir. Probablemente era grave, pero si decía que todo iría bien, serían palabras vacías. No tenía ni idea de lo que estaba pasando, ni de si había forma de arreglarlo. No tuvo tiempo de seguir pensando en ello, ya que un par de Morelulls saltaron sobre ellos desde detrás de los árboles y les atacaron.
"¡AAAAHHH, UNA EMBOSCADA!" Nimb entró en pánico.
Ari se puso rápidamente delante de Nimb, usando protección para mantener al pájaro a salvo mientras los ferales se acercaban, bloqueando un doble rayo de luz lunar. Luego corrió hacia delante y los atacó con garra metal, manteniéndolos alejados, pero entonces los Morelluls se apartaron a ambos lados y atacaron al mismo tiempo, con otro destello de energía.
Ari agarró a Nimb y saltó a un lado, esquivando el ataque por los pelos. Ari se puso rápidamente en pie y decidió que ya había tenido bastante, por lo que lanzó dos esferas aurales seguidas. Los Morelluls fueron alcanzados y salieron despedidos por varios metros, haciéndoles huir despavoridos. Tan pronto como vinieron, se habían ido, y Ari suspiró aliviado.
"Eso me ha pillado desprevenido... Oye, ¿estás bien?" Preguntó Ari.
Nimb parecía tan asustado como antes, así que era difícil saberlo. "Ah... Ah..."
"No te preocupes, es un territorio misterioso, pero por lo que sé, éste no es de los tochos. Vale, admito que yo también estaba un poco asustado, ¡pero no pasa nada! Sólo tenemos que seguir avanzando y al final saldremos de aquí. Y mientras tanto... Tendremos que darnos de leches contra estos espeluznantes pokémon ferales que perdieron toda su cordura y quieren arrancarnos la piel a bocaos. Tarea fácil, ¿verdad? …Yyyyy te has desmayado."
Nimb había entrado tanto en pánico que ya no podía más, por lo que había quedado inconsciente en el suelo. Ari suspiró y cargó con él, subiéndoselo a la espalda, y luego empezó a caminar con un equilibro cuestionable.
"¡No me digas que voy a tener que llevarte a cuestas por todo el territorio! Como si no tuviera ya bastante..."
Ari siguió avanzando, ignorando los ruidos de los pokémon ferales que acechaban cerca. Los árboles se extendían infinitamente, dando una sensación de profundidad que parecía un laberinto, aunque no lo fuera. La extraña radiación de la niebla le hacía sentirse extraño, y por eso iba a ser difícil encontrar la salida.
A Ari le preocupaba estar perdido el tiempo suficiente como para convertirse en un feral, aunque él mismo dijera que eso era poco probable. Aún así, la sola idea era aterradora para Ari, pero tenía que seguir adelante. Había estado en situaciones mucho peores, sería una tontería acobardarse ahora.
Llevar a Nimb limitaba sus movimientos, pero por suerte contaba con su esfera aural para ahuyentar a cualquier feral que se acercaba, ya que era su único ataque a distancia. Funcionaba bastante bien; el ataque nunca fallaba y sólo necesitaba una mano para usarlo, pero empezaba a dejarle muy cansado.
El cansancio hizo que Ari perdiera la concentración, y no pudo oír a un enemigo que se acercaba por detrás. De la nada, un placaje mandó tanto a Ari como a Nimb despedidos a varios metros de distancia. Era un corvisquire, un tipo volador; la pesadilla de todo pokémon de tipo lucha.
El impacto hizo reaccionar a Nimb, que abrió los ojos y vio con horror cómo Ari intentaba defenderse del corvisquire, que le pilló desprevenido y le estaba destrozando con unos golpes furia que era incapaz de bloquear.
Nimb volvió a entrar en pánico. "¡ARI! Eh... ¡Haz algo!"
"No... ¡No puedo! ¡AYUDA!" Ari suplicó mientras recibía más golpes desagradables.
"P-pero..."
El corvisquire intensificó sus ataques, haciendo que Ari gritara de dolor, pero el Archen se quedó congelado en el sitio. No podía dejar de mirar, aunque quisiera. Ari era incapaz de moverse, ya que el ave atacaba sin parar y no le dejaba hacer nada.
"¡POR FAVOR!" Gritó Ari.
Justo después de que el pájaro preparara su ataque final, Nimb generó una gran cantidad de fragmentos de roca en el aire. Y así, utilizó lanzarrocas sobre el corvisquire, que recibió el impacto y finalmente se apartó de Ari. El Riolu trató de levantarse, tembloroso por el dolor, y entonces vio que el feral se acercaba rápidamente a Nimb, que se quedó mirando congelado en el sitio (otra vez).
"¡Nimb, cuidado!" Justo cuando gritó, las perlas del cuello y la cola de Ari empezaron a brillar, y un aura rojiza lo envolvió. En un parpadeo, apuntó con el brazo hacia delante y el aura roja se lanzó sobre Nimb, envolviéndolo también. El corvisquire volvió a utilizar golpes furia, esta vez sobre Nimb, que se quedó con los brazos en alto, pero... Sintió muy poco dolor.
"¡Ahora, ataca!" Ari gritó.
Confundido, Nimb lanzó otro conjunto de rocas afiladas sobre el agresor, que no pudo esquivarlo y salió despedido unos metros hacia atrás, sorprendiendo a Nimb por la fuerza de su propio ataque. El corvisquire no pudo aguantar más y se debilitó, y Ari y Nimb suspiraron aliviados. El Riolu se acercó cojeando hacia su salvador, que lo miraba perplejo.
"¿Estás bien?" Fue Ari quien preguntó, curiosamente.
"Yo... Eh... ¡Eso debería preguntarte yo a ti! Tú te llevaste la mayor parte del daño, y yo no estaba haciendo nada, y-"
"Está bien, lo superaré. Estoy más preocupado por ti. Antes te desmayaste del miedo, y está claro aparentemente apenas sabes luchar."
Nimb bajó la mirada con algo de culpa. "Sólo sé usar lanzarrocas y ataque ala, aunque ese último es... Bueno, no importa. Es que siempre que hay un combate intento huir..."
Ari apoyó una mano en el hombro de Nimb, tratando de tranquilizarlo. "No pasa nada, a mí tampoco me gusta luchar. Tuve que aprender y mejorar porque a veces no puedes evitar los problemas."
"Ya... De todos modos, ¿qué ha sido eso?" Preguntó Nimb con interés.
"¿Qué quieres decir?"
"Esa... cosa... el aura roja rara que tenías, y luego la tuve yo y... me sentía mas resistente."
"Ah, sí, no te lo he contado. Ese es básicamente mi poder, puedo aumentar mi fuerza, defensa o velocidad... O puedo hacerlo con otros."
Nimb parecía sorprendido. "¡Vaya, qué pasada! ¿Cómo es que tienes ese poder? Eres un Riolu, y si no recuerdo mal, eso no pasaba con otros Riolus..."
Ari se señaló el cuello y la cola, para mostrar las peculiaridades de su cuerpo. "Es por estas perlas que tengo, pero no sé más que tú. Simplemente… pasa."
"¿Así sin más? Es lo más raro que he visto... TÚ eres lo más raro que he visto, sin… sin ofender."
"Tranqui, no me voy a ofender."
"Así que eso... Por alguna razón, me sentí muy bien. Si no fuera por eso, no habría sido capaz de reaccionar y atacar a ese feral, así que... Gracias."
Ari se sonrojó. "Jeje, para eso estamos."
"¿Siempre has tenido ese poder?"
"De hecho, no. Antes parecía un Riolu normal, como ya te dije, pero hace casi un año, cuando mi cuerpo cambió, también obtuve este poder cuando intenté proteger a un amigo."
"Raro... Pero mola mucho, supongo."
Ari asintió, y comenzó a caminar de nuevo, todavía cojeando un poco. "Vamos, tenemos que seguir tirando si queremos salir de aquí."
"Oh... ¡Espera!" El Archen alcanzó rápidamente a Ari y volvió a agarrarle del brazo. Ari simplemente sonrió y siguió caminando.
Después de una hora de explorar el territorio, luchar contra ferales de poca monta y huir cuando había muchos de ellos, Ari y Nimb llegaron a un punto en el que la energía azulada del aire se sentía menos densa.
Ari se animó. "¡Mira, a juzgar por la calidad del aire, debemos de estar llegando a la salida! ¡Vamos!" Ambos echaron a correr hacia delante y, antes de que pudieran darse cuenta, ya estaban fuera de la Arboleda del Eco. Ari miró a su alrededor, intentando determinar dónde estaban, y estudió su mapa.
"Mhm... Vale... ¡Sí, parece que hemos conseguido salir del territorio! Y esta vez sé dónde estamos, je."
"Eso está bien, supongo..." Nimb suspiró aliviado, sintiéndose más seguro ahora que estaban fuera del territorio, pero aún no lo suficientemente seguro.
"Bueno, definitivamente estamos lejos de donde apareciste gritando en plan psicótico, así que... ¡Ya estás a salvo! Y supongo que eso significa que es hora de despedirnos. ¡Cuídate de ahora en adelante!"
Nimb parecía preocupado. "¿Me vas a... dejar aquí?"
"Eh... ¿Supongo? Quiero decir, ya te he ayudado a salir de ahí y... Bueno."
Nimb se pegó rápidamente a Ari, temblando mientras le envolvía con sus alas. "Por favor... No me dejes solo... No quiero volver a estar solo..."
Ari no sabía qué decir. Mantuvo su expresión preocupada mientras miraba a todas partes pensando en qué hacer a continuación.
Nimb insistió. "Sé que siempre he estado solo, pero... ahora no puedo volver a estarlo. No sé por qué... simplemente no puedo."
El Riolu trató de ocultar su incomodidad y le devolvió el abrazo al Archen. "Vale, vale, no te abandonaré. Anda, respira hondo. Me quedaré contigo, ¿va?"
Nimb moqueó un poco. "¿Lo dices en serio?"
"Pues claro, no puedo verte así. Si te hace sentir mejor, puedes venir conmigo."
"G-gracias... Significa mucho para mí."
Ari le dio un par de palmaditas en la espalda a Nimb. "Pa eso estamos. Ahora deberíamos buscar un lugar para descansar por hoy, ya hemos tenido suficiente."
Ya era de noche. Tanto Ari como Nimb estaban agotados y decidieron descansar bajo un denso árbol cerca de un claro. El Riolu estaba un poco dolorido, pues se había llevado la peor parte del ataque de aquel corvisquire, así que no se molestó en buscar leña para encender una hoguera. La luz de la luna era suficiente, así que al menos podía ver un poco a su alrededor. La mayor parte de su campo de visión estaba cubierto de plumas, ya que el Archen seguía sin soltarlo y descansaba a su lado, medio abrazado a él. A Ari le incomodaba al principio, pero ya se estaba acostumbrando.
"¿Cómo es que eres tan fuerte?" preguntó Nimb.
Ari levantó un poco las orejas e inclinó la cabeza. "¿Eh? ¿Por qué lo dices?"
"Me llevaste la mayor parte del camino a través del territorio, y derrotaste a todos los ferales..."
"El corvisquire no".
"Vale, ese no, pero lo mismo es."
Ari pensó un momento. "No sé, es que tengo mucha experiencia. Ya te lo he dicho, antes formé parte de un gremio. Dos gremios, de hecho, pero tengo mejores recuerdos del segundo. Es una larga historia, la verdad."
"Ya veo... Pero incluso después de haberte hecho tanto daño, fuiste muy valiente antes. No dejabas de animarme, y dijiste que era la primera vez que estabas en un territorio misterioso."
Ari sonrió a Nimb, pero había un atisbo de tristeza en su expresión. "Yo... yo también tenía miedo, ¿sabes?"
Nimb se giró esta vez para mirarle, un poco sorprendido. "¿De veras?"
"Y tanto. No soy un superhéroe, a veces me asusto. A menudo, mas bien. Ya te he dicho que no me gusta luchar, ¿verdad?". Nimb asintió. "Bueno, es por una buena razón. No entraré mucho en detalle, pero... Digamos que la violencia me tiraba mucho para atrás. No tuve una buena experiencia con eso."
Ari permaneció en silencio durante un largo momento, sumido en sus pensamientos. Luego, continuó. "Tenía que luchar porque quería proteger a mis amigos. No podía verlos sufrir como yo, y por eso no siempre podía evitar los conflictos. Todavía lo odio, pero si luchar ayuda a mis amigos, entonces merece la pena."
"¿Ayudar a tus amigos?" Nimb reflexionó sobre ello durante un momento. ¿Cómo sería eso? ¿Sería capaz de proteger a alguien en quien confiara? No, definitivamente huiría, como siempre. Eso es todo lo que siempre ha-
"Igual que hiciste antes en el territorio."
Los ojos de Nimb se abrieron de par en par. "¿Eh?"
"Cuando el corvisquire me atacó", continuó Ari. "Te enfrentaste a él. Todavía no te he dado las gracias por eso."
"¿Qué? No. Te encargaste del resto de los ferales, ¡debería ser yo quien te diera las gracias! Y pasé la mayor parte del tiempo inconsciente..."
"Sí, pero antes has dicho que siempre huías de las batallas. Ahi no lo hiciste."
Nimb guardó silencio por un momento, dejando sólo el sonido de las hojas bailando con el viento. Era relajante. "Supongo..."
Permanecieron en silencio durante un largo rato. Esta vez no fue un silencio incómodo, sino agradable. Era una noche tranquila y apacible, y conseguir pasarla con alguien así definitivamente merecía la pena. Ari por fin pudo disfrutar de la compañía sin sentirse incómodo. Después de un rato, Nimb volvió a hablar.
"¿Cómo... se siente tener amigos?"
Ari hizo una mueca de extrañeza. "¿Eh? Qué pregunta más rara. Tú eres raro, jeje."
"¿Que yo soy raro?"
"Aunque no tanto como yo. Supongo que es contagioso..." Dijo Ari, dejando escapar una ligera risita.
"No has respondido a la pregunta."
"A eso iba", dijo Ari y luego fijó su mirada en el vasto cielo estrellado. "Verás, es como... Conocer a alguien lo suficiente como para confiar en él y querer estar con él... Y desearle lo mejor."
"Eso suena bien..." Dijo Nimb, mirando también al cielo, hasta que recordó algo. "Antes has dicho que tenías amigos, ¿no?"
"Todavía los tengo, no están muertos", bromeó Ari.
"¿Por qué iban a estarlo?"
"Has hablado de ellos en pasado."
Nimb le miró algo molesto. "Sabes perfectamente lo que quería decir."
"Vaaale, perdona, jeje. Pero sí, ¿por qué lo mencionas?" Miró a su compañero plumífero, y Nimb le devolvió la mirada.
"Dijiste que cuando tienes amigos, quieres estar con ellos. ¿Cómo es que los dejaste atrás?".
"..."
Ari pensó en silencio, buscando la respuesta correcta. Pero nunca la encontró.
Miró a un lado, algo afligido. "No sé. Quiero estar con ellos. Los echo mucho de menos, ¿sabes? Yo..."
Nimb notó que Ari estaba lagrimeando un poco, y se entristeció. "¿Estás bien?"
Ari se secó rápidamente las lágrimas y le devolvió una sonrisa. "Sí, no te preocupes. Es que no sé qué decir". Volvió a mirar al cielo. "De alguna manera siento que no puedo volver ahora, no hasta que me convierta en el pokémon que tengo que ser. Si me quedara, no haría ningún progreso. Al final me habría sentido miserable. Cuando tienes una meta en la vida, a veces es mejor simplemente... Perseguirla. Aunque eso signifique dejarlo todo atrás".
Nimb asintió. "Ya veo... ¿Y cuál es esa meta?"
La sonrisa de Ari se desvaneció lentamente. "Pues..."
El Archen frunció el ceño. "No lo sabes, ¿verdad?" La mirada triste en el rostro del Riolu lo decía todo. Nimb podía empatizar con eso. "Supongo que a mí me pasa lo mismo."
Ari lo miró mientras él también miraba al cielo, esperando encontrar una respuesta escrita en las estrellas. Conocía bien ese sentimiento, pero no iba a encontrar la respuesta allí. Ya le gustaría.
Volvió a bajar la mirada y continuó, llamando la atención del Archen. "Podría seguir haciendo lo que he hecho toda mi vida. Eso es básicamente todo lo que sé hacer. Pero estoy..."
"¿Cansado?" Dijo Nimb, y Ari asintió. "Entiendo..."
Hubo otro largo silencio, mientras ambos reflexionaban sobre todo lo que habían hablado. No había mucho más que pudieran decir, y les estaba entrando sueño.
"¿Sabes, Nimb? Estoy seguro de que hay algo ahí fuera que se nos da muy bien a los dos. Al final lo encontraremos, seguro."
"Sí…" Nimb empezaba a sentir los párpados más pesados. "Ojalá algún día... pudiera ver eso... hecho realidad..."
"Bueno... Como te vas a quedar conmigo por ahora, podríamos ser amigos, ¿no?" Ari preguntó.
No obtuvo respuesta. Cuando Ari miró a su derecha, encontró a Nimb dormido, apoyado en su hombro. Ari sonrió y también cerró los ojos. Llevaba meses solo, así que también echaba de menos tener a alguien con quien explorar. Le vendría bien un nuevo amigo, por muy raro que fuera.
Le recordaba a cierto Noibat que conoció una vez.
A medida que avanzaba la noche, dos figuras, una mucho más grande que la otra, se acercaron al Riolu y a su compañero Archen, que dormían plácidamente. Observaron a los dos como si estuvieran decidiendo algo, hasta que tomaron una decisión.
"Estos dos servirán," susurró el grande a su compañero, que asintió justo antes de expulsar un polvo que parecía ser somnífero sobre el Riolu y el Archen, asegurándose de que no despertarían pronto. Y así, cargaron con ellos y se alejaron.
No muy lejos, otra figura cojeaba erráticamente, intentando avanzar, aún acostumbrándose a su situación. Acostumbrándose a su nuevo poder. Se detuvo, y la llama en su cabeza ardió más intensamente, aunque con unos colores que no debería tener. Primero era roja. Luego blanca. Empezó a moverse, intentando llegar a algún sitio. No necesitaba saber adónde ir. No necesitaban saber qué hacer. Sólo tenía que ceder a sus nuevos instintos monstruosos.
¡Eso ha sido el primer capítulo de esta historia! Sé que las cosas parecen muy cursis al principio, pero juro que hay una buena razón detrás.
En el próximo capítulo: Ari y Nimb disfrutan de unas vacaciones dentro de una cueva.
