Lápiz labial
Cuando Sylvia recibió la botella de vino, no pudo evitar sonreír. Esa expresión se intensificó aún más cuando removió la etiqueta y descubrió el microfilm escondido. Al mismo tiempo, Twilight le preguntó qué iba a pasar con la operación Strix y ella solo cerró los ojos, manteniendo su sonrisa.
—También quería hablar contigo sobre eso —dijo—. Los altos mandos decidieron que tú continúes a cargo de la operación Strix.
Una expresión de asombro y desconcierto golpeó a Twilight. Mientras revolvía un cajón, Sylvia se sorprendió por esa clara muestra de emoción.
—Ah, pero ¿qué pasó con Depple?
Sylvia le extendió una fotografía. Él la tomó y grande fue su sorpresa al ver a un Depple alcoholizado y en una situación muy íntima con una mujer de gafas que también parecía alcoholizada.
—Una fuente anónima expuso su relación extramarital. El padre de su exesposa pertenece a los altos mandos, así que ahora su futuro está a la deriva y sin dirección —explicó Sylvia, jugando con la botella de vino—. Qué pena. Justo cuando lo iban a ascender —y girando su silla para mirar de nuevo a su agente, agregó con travesura—. En verdad es un idiota.
Twilight se contuvo de hacer comentarios mientras escuchaba a su superior, pero ante su tono y estado de ánimo, una sonrisa entretenida apareció en su rostro. Era indiscutible que ella estaba disfrutando cómo habían cambiado las cosas en tan pocas horas.
—Supongo que entonces puedo darte esto —concluyó Twilight, sacando una carpeta de su maleta—. Son los gastos finales de Frigis. Pensaba añadirlos en el resumen final de la operación, pero cómo continuará bajo mi control, lo hago ahora.
Sylvia tomó la carpeta con una sonrisa satisfecha, hojeando los documentos.
—Perfecto, Twilight. Siempre tan eficiente. Me alegra ver que, al menos, hay alguien en quien puedo confiar plenamente —indicó, levantando la botella de vino en un brindis improvisado.
El espía asintió, aceptando el cumplido con modestia.
—Entonces, si no hay nada más que hacer…
—Espera un momento —interrumpió su superior, dejó la botella sobre la mesa y adoptó una expresión más seria—. Hay un gasto de aquí que llama mi atención.
Twilight escuchó con cuidado, su mente ya trabajando en las posibles respuestas respecto a los gastos. Sin duda, era probable que la compra de ingredientes para preparar el Meremere fuera rara, pero él ya tenía preparada una justificación.
—Entendido, ¿de qué quieres detalles?
—Aquí, en los gastos del mercado —expresó Sylvia, mostrando la carpeta y señalando algo específico—. Twilight, ¿compraste un lápiz labial para tu esposa? Necesito una explicación para eso.
Si había un momento para sentir que su mente lo abandonaba, Twilight podía deducir que era ese. Había añadido todos los detalles porque pensaba que era como una carta de despedida de su última salida con la familia Forger. No había pensado que existía la posibilidad de que continuara ni que algo fuera a llamar la atención.
Sylvia levantó una ceja al notar la falta de palabras de su agente. Se preguntó qué tipo de pensamiento lo había dejado sin explicación durante tantos segundos. El mejor espía de Westalis no se quedaba sin nada que decir a menos que estuviera acorralado.
—Oh, ya veo —acotó Sylvia, levantándose y guardando la carpeta—. Parece que los progresos que estábamos necesitando no eran precisamente con la pequeña Anya.
Fue un milagro que Twilight mantuviera la compostura ante ese último comentario. La situación lo estaba llevando al límite y sintió el recuerdo de su mejilla hinchada ante lo que su superior consideraba como un progreso.
—No hubo un progreso de ese tipo —aclaró él, manteniendo en alto la poca dignidad que le quedaba—. La compra del lápiz labial fue un regalo para levantar el estado de ánimo de Yor. Ella se encontraba desanimada y es parte de mi misión cuidar a mi compañera.
Su superior asintió y lo observó, su mente enfocada en qué significaba esa declaración. Sabía que cada paso de la operación Strix debía ser calculado con precisión para garantizar su éxito y la seguridad de todos los involucrados. Pero no había forma de respaldar un lápiz labial como un gasto necesario cuando la expresión de su agente sugería otra cosa.
Era la segunda ocasión en lo que iba de esa reunión que notaba una anomalía.
—Entiendo —dijo, resignada. La operación Strix no era como las misiones anteriores que Twilight había recibido, así que no podía regañarlo como si Loid Forger dejará de existir en poco tiempo. Los altos mandos habían aprendido su lección y no iban a molestarlos—. Averigua qué otros colores hay, agente. Me interesa ampliar mi colección.
Twilight asintió, adivinando que no recibía ningún llamado de atención. Pocas horas antes estuvo a punto de morir, al igual que su familia, además de haberse entrometido en una misión de alto riesgo por el microfilm. Tenía un periodo libre, pero corto, sin problemas.
Con ese pensamiento en mente, decidió despedirse y salir de la sede de WISE. Se dirigió a un parque, donde su familia lo recibió con alivio de que su supuesto paciente estuviera bien y tomaron el camino largo de regreso a casa.
Todo lo relacionado con Frigis habían concluido y si bien Twilight seguiría a cargo de la operación Strix, no podía relajarse. La experiencia lo había dicho darse cuenta de eso, sin embargo, también había una fuerza que lo hacía sentirse agradecido de tener a su familia a salvo.
—¿Loid? —lo llamó Yor con su tono amable de siempre—. ¿Quieres que prepare un poco de café mientras le enseñas a Anya cómo preparar el Meremere?
Él dejó de pensar y la miró. Todavía estaban paseando por el sendero lleno de árboles en el crepúsculo. Anya había pedido que la levantaran de vez en cuando y no paraba de reír hasta qué decidió adelantarse unos pasos. Bond, a su lado, ladraba contento y seguía junto a ella. Yor, a cierta distancia suya, esperaba su respuesta con una sonrisa cálida.
—Oh, claro —le respondió simplemente—. Por cierto, Yor.
—¿Sí?
Yor lo observó de nuevo y, gracias a la luz del sol, algo diferente brillaba en sus ojos, casi desconcertando a Twilight como cuando ella admitió estar feliz de casarse con él.
—El lápiz labial que te compré en Frigis —comenzó a decir, sin encontrar las palabras adecuadas. Una vez más, algo en su interior lo detenía—. Parece que lo conservaste en tus labios todo este tiempo.
Los colores rojizos llegaron tan rápido a los rostros de Yor como al de Loid. Era, como la noche anterior, una frase específica que los dejaba en una situación incómoda.
—Tienes razón, Loid. Pero sobre eso… —dijo Yor, bajando un poco la mirada—. Creo que perdí lo que me compraste. ¡Lo siento!
—Te compraré otro.
—¿Eh?
—No te preocupes, Yor. Puedo conseguirte otro —indicó Loid con sencillez. Su atención se centró en Anya y Bond, que estaban jugando—. Es un regalo y quiero hacerlo.
Yor lo contempló, su sonrisa gentil brillaba. Sus ojos azules se veían diferentes con la luz del crepúsculo, haciendo que ese momento se sintiera especial.
—Estaré muy agradecida por el lápiz labial —respondió ella, sintiéndose reconfortada por la conversación.
—Me alegra escuchar eso —expresó Loid, de manera simple.
Anya regresó junto con Bond en ese momento y pidió que se apuraran para volver a casa. Loid estuvo de acuerdo, recordando que tenían que practicar el postre para la escuela y porque necesitaba investigar sobre maquillaje en Berlint.
Nota de la autora: No puedo creer que hubo tanta historia para el tema: "Lápiz labial" ¿Habrá un beso? Sí, pero necesito cerrar los cabos sueltos de la trama de Code White y mi reinterpretación antes de avanzar.
Lo siento si parece complejo, pero no me quiero tomar la trama a la ligera.
Ciao.
