IV – Nuevos Amigos, Viejos Enemigos
Sansker despertó al día siguiente de su batalla con el Kazekiri sintiéndose extrañamente inquieto. El sueño con los dos héroes lo había dejado pensativo ¿qué querían decir? Necesitaba más información y ellos ya le habían dicho todo lo posible. Se puso de pie para cambiarse, dándole los buenos días a Ten, que se limitó a acurrucarse sobre sus sabanas en busca de calor. Sacudió la cabeza y dejo que la Tenko siguiera durmiendo, cuando escucho un ruido afuera.
—Sansker ¿ya estas despierto?—dijo Hatsuho dando unos golpecitos en la puerta—es nuestro primer día como Asesinos de pleno derecho, no puedes levantarte tarde.
—Lo estoy, pasa—respondió él, era algo temprano pero ya se había acostumbrado a las visitas de Hatsuho en la mañana—buenos días.
—Buenos días—respondió ella dando un paso al frente, como siempre chequeo la cabaña para asegurarse que estuviera limpia— ¿estas listo para la lección de hoy? Yamato dice que ahora tendremos que tomar misiones por separado, pero como una buena mentora no te dejaré hasta que estés listo para emprender la marcha solo.
—Ah, gracias…—dijo Sansker parpadeando. De pronto se le ocurrió algo—de hecho, quería preguntarte de un tema en específico ¿qué sabes de los Oni?
— ¿Oni? Bueno, aparte de algunos tipos y sus poderes no demasiado—dijo Hatsuho pensando unos momentos—ya hemos estudiado los más comunes ¿acaso ya olvidaste tus lecciones?
—No, no, me refiero a los Oni como especie. De dónde vienen, que quieren… ese tipo de cosas.
—Hmm… eso no es exactamente mi fuerte—dijo Hatsuho cerrando los ojos y acariciándose la barbilla—la verdad es que siempre ha sido un misterio… pero…
— ¿Sí?—preguntó él, esperando que se le ocurriera algo.
—Podrías preguntarle a Shusui. Es un poco raro, pero sabe muchas cosas complicadas—dijo Hatsuho al final encogiéndose de hombros— ¿por qué la curiosidad?
—Por nada, solo se me ocurrió…—dijo Sansker. Por ahora se quedaría esos sueños para él. Al menos hasta que supiera de que se trataban—podemos empezar si quieres.
Hatsuho asintió y los dos compartieron una nueva lección. Terminaron antes de lo normal, ya que la joven tenía una misión asignada con Ōka y no deseaba llegar tarde a su cacería. Sansker le deseo suerte y fue a buscar algo de comer. No sabía muy bien que hacer, en teoría ahora podía tomar misiones como le conviniera siempre que Yamato no lo asignara para alguna tarea. Los exploradores reportaban avistamientos de Oni todos los días y el mantener sus números controlados era un trabajo de nunca acabar. Al final decidió visitar a Tatara. Decidiera lo que decidiera, necesitaría su equipo.
El viejo herrero estaba en su forja, atendiendo a una de las mujeres de la aldea, reparándole lo que parecía un juego de ollas. Tatara era tan eficiente en eso como en el equipo de los Asesinos y les dedicaba la misma atención, por lo que Sansker se quedó a un costado, esperando a que terminara. Eso le dio tiempo de examinar algunas de las piezas que estaban allí.
Había toda una colección de armaduras rojas y doradas, como las que usaban los otros Asesinos, y varias armas amontonadas en soportes de madera. Principalmente espadas, o mejor dicho katanas, esos sables de un filo que parecían favorecerse en Midland. La mayoría eran piezas simples, con un mango y vaina color marrón, pero también había un par de color rojo, con el símbolo del Ojo de la Verdad en la guardia. La espada más peculiar era una en una vaina blanca con adornos dorados. Sansker la tomo y desenvaino con cuidado. La hoja era una pieza exquisita de metal dorado, pulido hasta el punto de parecer un espejo. John la sujeto más adecuadamente y extendió el brazo, midiendo el arma.
Era un poco pesada en la muñeca, y tenía una empuñadura para dos manos, al igual que una hoja larga y delgada. Sería difícil blandirla con una mano, pensó Sansker. Aun así, no dudaba que sería mucho más efectiva que su propia espada. La coloco sobre su dedo para medir el balance, que estaba casi perfectamente en la empuñadura.
— ¿Viste algo que vayas a comprar o solo piensas jugar con mi mercancía?—preguntó Tatara apareciendo junto a él.
—Me gusta, pero no creo que sea indicada para mí. Incluso si pudiera pagarla—replicó Sansker entregándole la katana por el mango.
—Bah, el pago es irrelevante—dijo Tatara poniendo el arma en su lugar y dándose la vuelta para buscar su equipo—esta se llama Corta Oni, la hice por encargo a alguien con más haku que sentido común. Pero servirá.
—Es un arma bastante buena ¿Cuál es el problema?
—La calidad de mi trabajo nunca es el problema—replicó Tatara regresando con su espada y escudo—pero un arma tiene que ser adecuada para su usuario. Yo podría fabricarte una pieza a medida, no está cosa producida en masa.
—Me ha servido bien hasta ahora—dijo Sansker tomando su equipo y poniéndoselo en la espalda. La espada era más corta que la katana y con un peso y forma mucho más familiares—aunque si llego a necesitar un reemplazo serías la primera persona a la que le preguntaría.
—Allá tú, pero ahora que te he podido medir te lo diré simplemente. Esa arma te queda pequeña—dijo el herrero señalando su espada—lo mismo le dije a Ōka después de la quinta vez que me trajo su katana quebrada. Solo entonces me dejo forjarle Suzakura y no ha necesitado otra desde entonces.
— ¿Tú forjaste la espada de Ōka?—preguntó Sansker recordando la hoja plateada que blandía la Asesina. Era una pieza de extrema calidad y fineza, mejor incluso que la hoja dorada que acababa de ver.
—Sí, sí… no solo esa, también algunas de las armas de los otros. Son trabajos que solo se hacen una vez—dijo el viejo regresando al yunque y tomando su martillo—pero esos trabajos requieren una persona excepcional para blandirlos. Ya verás que estoy en lo correcto contigo… o te comerán y quedare equivocado.
Tatara se encogió de hombros y Sansker se fue, sin saber muy bien cómo responderle. Pero tenía al menos una idea. Tatara tenía razón en una cosa: el arma adecuada era esencial. Y ahora mismo necesitaba una muy poderosa: información.
Encontró a Shusui en el cuartel. El joven tenía toda una pequeña habitación para él solo, llena de papeles, diagramas, dibujos y toda suerte de libros, pergaminos y hojas sueltas. Shusui estaba sentado detrás de una gran mesa, examinando una serie de libros y tomando notas. Ojeando rápidamente se podía apreciar una especie de orden en aquel aparente caos. Los documentos a la izquierda de la mesa estaban relacionados con los Oni, mientras que la derecha eran tratados históricos, y en el centro se mezclaban con mapas y otros libros sobre arquitectura, botánica y temas varios.
—Ah, nuestro nuevo Asesino—dijo Shusui levantando la mirada y ajustando sus lentes con la mano enguantada— ¿puedo ayudarte en algo?
—Eso espero—replicó Sansker, aunque el joven le sonreía suavemente sus ojos tenían ese aspecto frío que le hacían recular. Ahora no le afectaba tanto. Había asumido que parte de su desagrado inicial fue la sorpresa del encuentro, así que hizo lo posible por sacarlo de su mente—busco información. Quien mejor que el oficial de inteligencia para preguntar ¿no?
—Sin duda. Es mi deber y mi placer ayudar a los Asesinos—dijo Shusui asintiendo y cerrando el libro que leía— ¿Qué es exactamente lo que deseas saber?
—Necesito saber sobre los Oni. No el cómo combatirlos… me refiero a algo más—dijo él, pensando en las advertencias de Abe no Semei—la mayoría de las criaturas tienen motivos para hacer lo que hacen ¿qué los impulsa a ellos?
—Oh, ese es un tema bastante discutido, aunque en su mayoría dejado a los llamados… 'pensadores'—dijo Shusui inclinándose hacia atrás y mirándolo fijamente—los Asesinos suelen enfocarse más en materias prácticas. Suele ser suficiente el informar que hacen y como matarlos ¿Tienes la intención de hacerte un escolar?
El joven oficial de inteligencia parecía esperar esa respuesta más que nada. Sus ojos mostraban una curiosidad sincera, como si deseara leerle la mente. Sansker se estaba acostumbrando a ser examinado tan intensamente, por lo que decidió ser honesto. De nada serviría ocultar las cosas, en cualquier caso.
—No, no realmente—respondió John sacudiendo la cabeza—pero… me preocupa. No quiero solo luchar y morir sin saber por qué.
—Así que es eso…—Shusui asintió para si—lamento decepcionarte, pero en ese caso no puedo ayudar. Sabemos muy poco de los Oni ¿De dónde vienen? ¿por qué nos atacan?... nadie lo sabe. Ocupados en su lucha en las sombras los Asesinos no pudieron averiguar nunca el origen de estas bestias y desde el Despertar la lucha por la supervivencia ha consumido todos nuestros recursos.
—Pero algo sabemos—insistió Sansker. Puso las manos sobre la mesa inclinándose hacia adelante—más allá de lo básico. Es esencial conocer al enemigo, no creo que simplemente lo olvidaran, incluso si ahora tienen preocupaciones más urgentes que el estudio.
—Supongo que eso es correcto—asintió el investigador, pensando por unos minutos—sabemos que los Oni vienen de otro mundo. Consumen almas humanas para aumentar sus poderes y sus cuerpos están hechos de energía espiritual y haku. No parecen tener limite, pero si dificultad para invadir nuestra realidad. Y por último carecen de organización compleja… o al menos eso pareciera a simple vista.
— ¿Qué quieres decir?—preguntó John notando el énfasis en esa última frase—los Oni grandes dan órdenes a los pequeños pero…
— ¿Eso es todo?—termino Shusui por él con una media sonrisa—Sí, basados en la mera observación eso sería lo más lógico. Pero ¿y si fueran mucho más inteligentes de lo que les damos crédito? A simple vista sus acciones parecen poco coordinadas y aun así están ganando esta guerra ¿se debe a los números? ¿O es que pudiera existir una intención detrás de sus actos?
Sansker se puso a pensar. Los Oni no actuaban como un grupo unido, y los que había enfrentado tenían apenas una astucia animal. Emboscadas, ataques en grupo… había visto manadas de lobos hacer cosas parecidas. Pero estaban esas cosas que no encajaban. Los grupos de Oni moviéndose por la zona, como si buscaran incrementar la presencia del Otro Mundo. El Kazekiri que los siguió hasta la aldea en lugar de emboscarlos a Hatsuho y a él.
—Debería decir que 'no' pero… creo que ya sabes que hay algo más—dijo Sansker finalmente, entrecerrando los ojos—hay actividades que los Oni hacen que no encajan con la idea de ellos siendo simples bestias. Es sutil, pero yo lo he notado.
—Igual que yo, aunque admito que mis deducciones vienen de leer reportes—dijo Shusui—es alentador tener confirmación de primera mano. Pero volviendo al tema, si estamos en lo correcto esta guerra podría tomar un tono completamente nuevo. Los Oni nos aventajan en poder y cantidad, si a ello le añadiéramos coordinación y planificación… las perspectivas no son alentadoras.
—No, no lo son… aunque esto son solo teorías ¿nadie más lo ha notado?
—El capitán Yamato sin duda, pero un hombre como él necesitaría pruebas, no especulaciones—replicó Shusui, junto las manos frente a su rostro y apoyo la barbilla en sus pulgares, descansando los codos en la mesa—quizás podamos ayudarnos mutuamente. Podrías hacer la investigación de campo que yo no puedo, y yo me ocuparía de investigar por otro ángulo.
—Serás…—murmuro Sansker dándose cuenta de que el joven investigador había estado buscando esto desde que le dijera que necesitaba información.
No te involucres. Esa había sido su máxima desde que dejara la Montaña Sagrada. No valía la pena interesarse en Ukataka o su gente, en hacer más por la guerra que luchar cuando le dijeran y hasta que algo le hiciera parar. Pero en apenas dos semanas allí estaba comenzando a cambiar de parecer. Quizás fuera solo que no tenía nada mejor que hacer… aunque eso sonaba hueco incluso para él.
—De acuerdo—dijo asintiendo y despegándose de la mesa—veré que se puede averiguar en el campo. Pero necesito algo especifico a cambio.
—Me parece justo ¿de qué se trata?
—Los Asesinos han operado en secreto por mucho tiempo antes del Despertar ¿no? Mira en su historia, los registros que ellos tengan. Y los otros antecedentes históricos. Particularmente en las grandes figuras del pasado, hablaremos más luego.
—Por supuesto, esta conversación ha sido de lo más esclarecedora—respondió Shusui, sus fríos ojos marrones quedaron cubiertos por el reflejo de la luz en sus lentes—espero que podamos conversar nuevamente.
Sansker dejo al investigador en sus asuntos, dejando atrás sus papeles y sus ideas. Quizás fuera mejor buscar una misión y en efecto comprobar lo que Shusui había sugerido. Quizás también fuera una buena idea hablar con Shikimi. Ella conocía mejor que nadie los secretos de las Mitama. Después de todo Abe no Semei y Yorimitsu parecían querer que encontrara a más héroes para formar un vínculo.
Camino hacia el escritorio del cuartel para buscar una misión en el camino se encontró con el jefe de la aldea, que le hizo un gesto para que se acercara
—Sansker, necesito hablarte un momento—dijo Yamato—Ahora que ya te has acostumbrado a las cosas en Ukataka, quisiera que conocieras al resto de nuestro equipo. Los he mantenido en una misión especial, así que dudo que se hayan encontrado.
—Si esas son sus órdenes ¿de quién se trata?—preguntó Sansker. Ya conocía a casi todos los Asesinos en Ukataka. No había muchos después de todo.
Ukataka contaba con lo que Yamato llamaba una guarnición 'usual'. Es decir que había alrededor de 100 Asesinos y el doble de exploradores, todos dedicados a la defensa de la aldea y la cacería de los Oni. Ōka, Ibuki, Hatsuho y ahora él mismo eran un grupo especial, tenían un poder superior a la media y por tanto podían tomar misiones de manera independiente. El resto de los Asesinos eran los guerreros de armadura dorada y roja que veía de cuando en cuando. Siempre había al menos unos 10 en reserva en todo momento, pero en estos días Yamato los desplegaba más y más.
—Sus nombres son Nagi y Fugaku—respondió Yamato—son Asesinos veteranos y experimentados. Pero no tendrás problemas manteniéndoles el ritmo. Los he mantenido lejos en misión especial. Reportaron hace poco haber localizado un grupo grande de Oni, así que te enviare a ayudarles…
— ¿Una misión especial?—preguntó Sansker sin poder evitarlo. Si Yamato se molestó porque lo interrumpieran no pareció mostrarlo.
—Así es. Antes de que llegaras recibimos reportes de un Oni misterioso que ataco la aldea de Akatsuki y la destruyo por completo—dijo Yamato—Lo preocupante es que las descripciones que nos dieron los sobrevivientes no se correspondían a ningún Oni del que tengamos noticia. Así que los envíe a ellos para investigar. Reportaron hace poco encontrarse con un gran número de Oni, pero sin señales de este atacante misterioso.
Viéndolo de esa forma era preocupante. Aunque los Asesinos tenían un bestiario con toda la información disponible sobre sus presas, esta no era completa. Sus entrenadores en la Montaña Sagrada le habían advertido que siempre que los Asesinos se confiaban en conocer todos los trucos de los Oni, aparecía algo nuevo.
—No creo que se lleguen a topar con ese Oni en particular, pero deberás estar atento. Nagi y Fugaku ya se han desplegado, tendrás que alcanzarlos desde aquí. Yu te dará los detalles.
Sansker asintió y se marchó para tomar el informe. Yu se lo dio sin hacer preguntas, indicándole solo que tendría que llegar hasta la Era del Honor nuevamente. Debido a lo amplio del Otro Mundo, los Asesinos mandaban exploradores para cartografiar cada zona que aparecía. Los exploradores eran personas con una resistencia especial ante el miasma, permitiéndoles moverse en el mucho más tiempo. Su trabajo era crear mapas, rastrear Oni y levantar bases de avanzada. Estas podían ser simples estructuras o incluso cavernas donde se colocaba una roca purificadora, que dispersaba el miasma del aire, creando 'burbujas' donde se podía descansar entre misiones largas.
El problema era que, sin los poderes de una Doncella Sagrada, estas bases solo purificaban el miasma y los Oni podían destruirlas. Por lo tanto, era una necesidad el ocultarlas y a veces moverlas. Yu le entrego a Sansker un mapa con las bases de la Era de Gracia y la del Honor, señalando una de las más alejadas como su destino.
—Te tomara un día llegar hasta allí, incluso si sigues el camino—dijo Yu—por favor tómalo en cuenta y prepárate adecuadamente.
—Por supuesto—dijo él tomando el mapa y mirando el camino que tenía a seguir— ¿Algo más que deba saber?
—No lo creo… oh, excepto que un comerciante quedo de visitar la aldea—dijo Yu luego de pensarlo unos segundos—nos estamos quedando sin suministros médicos así que encargamos más. Se suponía que llegaría ayer, pero los vigías dicen que no han visto a nadie por las rutas de siempre.
— ¿No puede ser solo un retraso?—preguntó John.
—Supongo que sí, pero igual necesitamos esos suministros. Debe haber tomado la ruta de la Montaña Sagrada, pero si tuvo que desviarse es posible que pase cerca de tu destino—dijo Yu señalándole el mapa—Es una ruta un poco más larga pero segura. Solo ten los ojos abiertos, si lo vez dile que lo esperamos.
—Haré lo que pueda, pero seguro que llegara antes que yo—dijo John tomando nota—gracias Yu, nos veremos luego.
Decidió empacar algo para comer en el camino y salió una hora después. Tenía muchas cosas que pensar y agradeció la oportunidad de reflexionar a solas. O tan a solas como se podía estar con dos almas extra en tu cuerpo. Aunque las Mitama casi parecían complementar su propia esencia y no se sentían intrusivas. Era algo extraño, como si fueran una parte de él mismo.
En su entrenamiento nunca tuvo problemas en entender que la base del poder de un Asesino era el alma. Conectarse con uno mismo y dejar que el poder fluyera para darle fuerza al cuerpo. La filosofía y religión detrás de ello era lo que le resultaba difícil. Un sistema de creencias muy diferente al suyo, con unas ideas de espiritualidad y divinidad que no lograba comprender. Sansker recordó la cruz de plata que tenía guardada. Un ejemplo de la forma en la que le habían instruido como ver a Dios. Un poder distante y superior, más allá de su comprensión y entendimiento pero que ofrecía la guía para una vida plena. En Midland los dioses estaban a tu alrededor, formando parte de tu existencia.
Cerca de la aldea había bastante tráfico de gente, pero alejándose hacia el Otro Mundo esto comenzó a cambiar. Dejar el camino principal para aventurarse en esas zonas era un suicidio para cualquiera que no fuera un Asesino o explorador. No solo el miasma o los Oni, también el hecho de que, si no tenías referencias claras, era muy sencillo extraviarse. Sansker siguió la ruta de su mapa, cortando a través del Otro Mundo por senderos que usaban los Asesinos, evitando las curvas del camino principal.
Avistó varios Oni, pero eran pequeños y en grupos de dos o tres. El esfuerzo de perseguirlos era mayor que cualquier ganancia por eliminarlos, así que los ignoro. No encontró rastro de actividad humana así que continuo el camino, adentrándose en la Era del Honor. Fue allí donde logro encontrar el puesto de avanzada. Este era una simple estructura de madera de una planta con una roca purificadora en el exterior. Escondida entre grandes rocas y árboles, era casi imposible de ver si no sabías que estaba allí. Pero no era el primero en llegar.
Dos personas estaban conversando cerca de la entrada de la cabaña y levantaron la vista al escucharlo. La de la izquierda era una mujer, unos años mayor que Ōka, con un traje blanco y purpura, este era bastante liviano, aunque tenía parte de armadura en su hombro y pecho izquierdos, además de unas botas de cuero amarradas con un lazo rojo. Su brazo izquierdo tenía un guante largo y completo de color blanco mientras que el derecho solo tenía un medio guante. En su espalda descansaba un gran arco rojo más largo que ella. Sus ojos eran un marrón claro como su cabello, que tenía sujeto en un moño con una cinta de perlas alrededor de su frente. Sus ropas no mostraban el emblema de los Asesinos así que supuso que lo tendría en la espalda.
El de la derecha era un hombre de aspecto duro. Tenía una piel bronceada y un cuerpo musculoso. Era más alto que Sansker y mucho más ancho de hombros. Vestía unos simples pantalones rojizos anchos, con unas espinilleras negras que le llegaban hasta sus sandalias, con el símbolo del Ojo de la Verdad sobre su muslo derecho. Su torso solo tenía una hombrera de metal negro y de aspecto pesado, y una bandana de color rojo. A su lado estaban sus armas, un par de guanteletes de acero negro y dorado cada uno tan ancho como el torso de Sansker. Su cabello era negro con rayas de tinte rojo y lo sujetaba en una cola corta.
—Tú debes ser el nuevo recluta—dijo la mujer tomando la iniciativa e inclinándose ligeramente. Tenía un tono de voz suave y formal—mi nombre es Nagi, bienvenido al equipo. Es un placer conocerte en persona.
—Hmm… así que este es el novato—dijo el hombre dándole un vistazo rápido. Se agacho para sujetar sus armas y comenzó a alejarse—si eso era todo vamos. La cacería tiene que comenzar. Procura no meterte en mi camino y regresaras de una pieza, nuevo.
Sansker frunció el ceño ante el tono. No era hostil, era más bien como si la situación lo aburriera.
—No le prestes atención—dijo Nagi sonriendo suavemente—Fugaku no suele confiar en los extraños fácilmente. Solo dale tiempo y estoy segura de que comprenderá. Pero tiene razón, tenemos que comenzar la cacería. Procuremos hacer nuestro mejor esfuerzo.
Sansker asintió y fue tras Fugaku con Nagi cerrando la marcha.
Los tres caminaron a través de un sendero que los condujo a la orilla de un río o lago, con varios árboles secos de gran tamaño esparcidos por toda la zona. Aunque había hierva y agua, el lugar parecía casi muerto, como un cementerio. Ninguno de los árboles tenía follaje y sus ramas se extendían como dedos retorcidos, creando formas y sombras que hacían que Sansker se sintiera observado.
Le recordó una de las primeras misiones que tomara con la Marina, en una de las colonias del Imperio. Ni siquiera recordaba el nombre, solo la travesía. Días en la jungla, buscando a un enemigo que no podían encontrar. Su unidad sufrió tales bajas que al final tuvieron que retirarse. Ese extraño bosque seco en el Otro Mundo, aunque diferente, tenía ese mismo aire de amenaza que la jungla. Como si algo fuera a saltar sobre ti en cualquier momento.
— ¿Qué pasa, novato?—preguntó Fugaku mientras caminaban, giro para mirarlo brevemente— ¿Nervioso?
—Inquieto—replicó John encogiéndose de hombros y aun mirando arriba—este lugar me trae recuerdos… no de los buenos.
—Vaya, parece que tienes buen instinto—dijo Fugaku dedicándole una sonrisa lobuna—Quizás seas de ayuda después de todo.
— ¿Qué quieres decir?—preguntó Sansker.
—Nuestra presa de hoy… son pequeños comparados con los Mifuchi o Kazekiri, pero bastante escurridizos—dijo Fugaku ahora con una expresión más seria—ratas con alas, pero si quieres saber el nombre les dicen Tengu. Bastardos viajan en grupos, les gusta emboscar y vuelan rápido.
—Hemos estado siguiendo a un grupo inusualmente grande—intervino Nagi—sabemos que viajan en bandadas de 10 o 15, pero este grupo tiene al menos 50.
— ¿Atacan todos a la vez?—preguntó él volviendo a mirar hacia las ramas.
—No, solo unos cuantos, pero tienen un nido por esta zona—dijo Fugaku—lo que esperamos es sorprenderlos allí y acabarlos a todos.
Continuaron caminando hasta llegar a una playa a las orillas del lago, donde los árboles se detenían dejando un área amplia con arena y hierba entre los troncos y el agua. Sansker noto entonces que había figuras moviéndose entre los árboles por encima de ellos. Quizás los habían notado y seguido desde que comenzaran a caminar por esos senderos, pero ahora que su número aumento era fácil verlos. Nagi se quitó el arco de la espalda y preparo una flecha sin decir nada. Fugaku le dedico una mirada y levanto sus guanteletes.
—Ahora comienza la acción, novato—dijo el Asesino—veamos quien logra eliminar más de estas alimañas.
—Ahí vienen—intervino Nagi—ya nos tienen rodeados, atacaran pronto.
Sansker tomo su espada y enfundo el escudo en su brazo. La tensión en el aire se quebró finalmente cuando los Oni atacaron. Los Tengu crearon una especie de remolino entre las ramas y descendieron sobre los Asesinos como aves de presa. Eran grandes, al menos el doble de altos que Fugaku, y tenían una forma humanoide, pero combinada con las características de un pájaro. Sus cabezas tenían unos enormes picos plateados y sus cuerpos estaban cubiertos de plumas purpura, excepto por las patas y los brazos que terminaban en garras afiladas y con la piel escamosa. Sus piernas eran como las de un ave, pero sus brazos tenían 4 dedos y forma humana. Las alas parecían pequeñas para un ave tan grande, pero parecían capaces de sostenerlos. Sus ojos eran de un amarillo intenso, casi brillante.
Nagi fue la primera en reaccionar. Su arco pareció brillar con una intensa luz celeste y ella disparó una única flecha que subió hacia los atacantes como si fuera un disparo de cañón. Impactó contra el primer Tengu y este exploto en una cadena de relámpagos que golpeo a muchos otros obligándoles a romper su carga y hacerse a un lado para evitar quedar atrapados en la maraña.
Fugaku no se quedó atrás, salto hacia adelante, activando su Mitama y cubriendo su cuerpo con un aura rojiza, similar a la de Ōka. Sansker vio la silueta de la Miatama un guerrero con cabello largo y una gran espada, moviéndose al unísono con Fugaku cuando este golpeo de lleno al primer Tengu, haciéndolo volar hacia atrás en un revoltijo de plumas y sangre purpura. Los otros Oni lo rodearon, intentando atacarlo con sus garras, pero el Asesino se cubrió con sus guanteletes, alcanzando a golpear a otros dos Tengu antes de que sus pies volvieran a tocar tierra.
Con la carga de los Oni rota, los Tengu se vieron obligados a descender al mismo nivel que los Asesinos. A pesar de su ventaja de volar, no tenían ataques a distancia, así que caminaban, usando sus alas para rápidos movimientos evasivos o para atacar. Sansker se vio abordado por dos de ellos que intentaron cortarlo con sus garras. Bloqueo al primero con su escudo y desvío al otro con la espada, moviéndose para evitar que se pusieran a sus espaldas. Eran rápidos, pero comparados con el Kazekiri, sus aleteos eran mucho más rígidos, fáciles de predecir.
Sansker respiro profundo, por ahora ignorando a sus aliados, enfocándose en el combate. El primer Tengo ataco con la garra izquierda, levantándola en el aire y haciendo un corte hacia abajo. John se hizo a un lado y levando el escudo, golpeando al Oni en el rostro cuando este intento darle con el pico. Su espada atravesó el pecho del Tengu y empujo el cuerpo hacia el otro, que chillo de rábia apartando a su compañero, pero perdiendo de vista a John que utilizo el poder de su Mitama para reforzar su cuerpo y golpeo a la bestia en la pata, usando el borde del escudo. El hueso del Oni se quebró, haciéndole perder el equilibrio y bajar la cabeza a una altura donde Sansker pudo cortarla con facilidad.
Los Tengu eran mucho más inteligentes y hábiles que los Oni normales, pero en esta ocasión estaban superados. Nagi y Fugaku complementaban su estilo de pelea bastante bien, si los Oni intentaban alejarse para rodearlos las flechas de la arquera los derribaban allí a donde fueran y si intentaban atacarla de cerca Fugaku los aplastaba fácilmente con sus puños. Sansker se enfocó en ayudarles, atacando a los Tengu que intentaban acercarse por el flanco, Fugaku enfocándose en el frente.
— ¡¿Eso es todo?!—gritó el Asesino aplastando a otro Oni con sus puños, los Tengu retrocedieron, uniéndose como un gran grupo frente a ellos— ¡Vamos cobardes! ¡Al menos den pelea!
Nagi disparó una serie de flechas hacia el grupo de Tengu pero estos movieron sus alas al unísono y crearon un remolino de viento que desvío los proyectiles. Las flechas giraron en el aire y dieron media vuelta, regresando por donde habían venido.
— ¡Cuidado!—exclamo Nagi.
John se cubrió con el escudo y una de las flechas se clavó en su defensa, penetrando lo suficiente en la madera para quedarse clavada. Nagi logro evitar dos flechas que volaron hacia ella, pero Fugaku fue más lento y uno de los proyectiles se clavó en su hombro, haciéndole rugir de dolor.
Los Tengu aprovecharon el momento y se abalanzaron sobre ellos, como una ola de plumas y garras. Sansker sintió la presencia de Abe no Seimei junto a él, dándole una idea. Recordando lo que había visto hacer a Ibuki levanto las manos, enfocándose en el área alrededor de Fugaku, sintiendo la enorme fuerza de su espíritu y la energía de su propia Mitama. Sansker dejo que el espíritu del mago le diera fuerza a su propia alma y la energía estallo justo cuando los Tengu se cernían sobre Fugaku.
Un círculo de luz blanca apareció a los pies del Asesino y numerosas cuchillas de luz fueron disparadas hacia arriba. Los Tengu chillaron de dolor al sentir los golpes y Fugaku gano suficiente tiempo para ponerse de pie y arrojarse sobre ellos, dejando encender el poder de su Mitama para darle fuerza a sus golpes. Sansker sonrió satisfecho hasta que sintió una sombra caer sobre él. Giro la cabeza a tiempo para ver tres Oni descendiendo sobre él, demasiado cerca para poder siquiera pensar en bloquear o esquivar. Tres flechas impactaron contra los Tengu y estos fueron arrojados hacia atrás, con una flecha clavada en la cabeza.
— ¿Estás bien?—preguntó Nagi bajando el arco y acercándose, poniéndole una mano en el hombro.
—Sí… eh… gracias. Ese fue un gran tiro—dijo Sansker parpadeando, impresionado.
—No fue nada, vamos, Fugaku puede necesitar ayuda—dijo Nagi con calma, sacando otra flecha de su alijo.
Sansker se puso de pie, aunque al mirar hacia donde estaba Fugaku, dudo de que necesitara demasiada ayuda. El Asesino estaba aplastando a Tengu con cada golpe, con muchos de ellos muertos a sus pies. Nagi logro derribar a los que intentaron volar para alejarse y Sansker apenas tuvo nada que hacer. El último de los Oni cayó muerto antes de que pudiera llegar lo bastante cerca para ayudar.
— ¡Ja! Eso fue demasiado fácil—exclamó Fugaku al ver caer al último Tengu, escupió en el suelo y se quitó los guanteletes, tomando el hasta de la flecha que tenía clavada en el hombro y arrancándola sin ningún miramiento—Esos trucos baratos nunca les ganan nada.
—No deberías arrancar una flecha así—comentó Sansker al ver sangra la herida.
—Es solo un rasguño—replicó Fugaku moviendo el hombro y dándose unas palmadas en el musculo— ¿es que acaso crees que algo así puede pararme?
—Solo expreso preocupación…—dijo Sansker sin saber muy bien cómo tratar con él.
—Ya nos ocupamos de esto, vamos a…—Fugaku se quedó quieto y giro la cabeza— ¿Qué rayos…?
Sansker abrió la boca para preguntarle a que se refería, cuando vio el portal abriéndose frente a ellos. Una esfera de energía de un color negro purpura apareció en el aire, como si lo cortara hacia un vacío infinito, y de las profundidades de esa oscuridad surgió una forma dorada que se movió hacia ellos con la velocidad de un rayo. Fugaku maldijo y se hizo a un lado, John no tuvo más opción que dejarse caer de espaldas evitando ser empalado o atrapado por las garras que pasaron rozando sus ropas. Nagi pudo tomar sus flechas y disparar, pero el Oni la esquivo fácilmente, alejándose y dando un giro de 180 grados para volver a encararlos.
— ¡¿De dónde diablos salió este?!—exclamó Sansker girando para quedar sobre su estómago. Aún sujetaba sus armas y miraba incrédulo al Oni. Era un Kazekiri, igual al que habían matado el día anterior. ¿Acaso había observado su batalla y esperado el momento para atacar? Si Fugaku no lo hubiera puesto alerta le hubiera cortado la cabeza limpiamente.
—Se escondió, debió esperar a que estuviéramos cansados para atacar—dijo Nagi poniéndose de rodillas en el suelo y tocando la arena con su mano—Debemos tener cuidado.
Un aura celeste cubrió su cuerpo y una serie de hondas de energía comenzaron a emerger de ella. Su Mitama era un hombre vestido con un ropaje rojo y purpura sosteniendo un libro. Sansker pudo sentir como recuperaba sus fuerzas y el cansancio se desvanecía lentamente. Era una habilidad curativa, solo que a diferencia de las que él conocía, esta podía usarse en otros aparentemente.
Los tres Asesinos se prepararon para el ataque. Sansker levanto su espada, y en se mismo momento una sobre negra cayó sobre el Oni. Fue solo un breve movimiento, y el Kazekiri quedo completamente atrapado entre sombras, como si hubieran arrojado una bomba de humo. Se escucho un breve sonido metálico y luego un hombre vestido de negro aterrizo suavemente en la arena. Detrás de él la bestia se tambaleo y cayo, herida de muerte, dispersando la oscuridad y revelando los cortes profundos en su cuello y cabeza. El recién llegado apenas le dedico una mirada y camino hacia ellos.
El hombre era del mismo tamaño que Sansker, aunque más delgado, con una constitución ligera pero atlética. Sus ropas eran de un color marrón oscuro, casi negro, y verde. Vestía una simple armadura que dejaba al descubierto sus hombros, protegiendo sus brazos y piernas. Utilizaba unos pantalones similares a los de Fugaku, donde llevaba el símbolo de los Asesinos sobre el muslo derecho. Su rostro estaba cubierto por una tela que había amarrado como una especie de turbante, dejando solo la mitad de su cara visible, pero como cubría su boca por un pañuelo solo podía vérsele el ojo derecho, de un marrón claro, y algunos mechones de cabello plateado. Sus armas eran dos dagas de aspecto simple, con argollas al final de la empuñadura, que el desconocido envaino a su espalda.
— ¡Hayatori, desgraciado!—rugió Fugaku intercepto al desconocido—ese era mi presa ¿qué crees que estás haciendo?
—Solo cumplo con mi deber como Asesino—respondió Hayatori con calma, miro por encima de Fugaku hacia ellos, pero se limitó a seguir caminando—si están bien, entonces tengo que marcharme.
—Espera ¿no volverás con nosotros?—preguntó Nagi.
—Aún tengo una misión que cumplir—dijo Hayatori. Se detuvo un momento para mirar a Sansker.
Él le devolvió la mirada y vio a la Mitama del recién llegado. Era un hombre con el cabello plateado largo y un abrigo rojo. El hombre se inclinó hacia adelante y le susurro algo al oído de Hayatori, quien asintió brevemente.
—Parece que tienes tu propia misión—dijo señalando hacia los cadáveres de los Oni—buena suerte.
Sansker arqueo una ceja, girando la cabeza para ver de qué se trataba. De uno de los Tengu que había matado surgió una esfera de luz azul que ya le resultaba familiar. La Mitama se elevó en el aire y manifestó la silueta de un hombre de aspecto mayor, con un tocado de colores brillantes, naranja, verde y dorado, que sostenía un par de abanicos.
—Finalmente, permíteme que te preste mi poder, soy Taira no Kiyomori, a tu servicio—dijo el espíritu y se movió hacia Sansker, su esencia reduciéndose a esa esfera luminosa, fundiéndose con él.
— ¿Cómo…?—empezó a preguntar John, tocándose el pecho, pero Hayatori ya no estaba. Regreso la mirada hacia su pecho, sintiendo la presencia del espíritu en su interior, creando otro lazo tan profundo y fuerte como el de Miyamoto o Seimei.
—Vaya, una Mitama se ha unido contigo—dijo Nagi sorprendida—pero pensé que ya tenías otro espíritu. Es raro ver a un Asesino con dos Mitama.
—De hecho, es la tercera—dijp Sansker. No se sentía diferente excepto por la nueva conexión, pero ahora era mucho más fácil el extenderse hacia el alma del héroe.
— ¡¿Tienes tres?!—exclamo Fugaku—eso si no me lo creo ¿de dónde diablos saliste, novato?
—Esto es increíble…—dijo Nagi—poder hacer comunión con tres héroes al mismo tiempo… nunca he conocido a nadie capaz de hacer algo así.
— ¿Tan raro es?—preguntó Sansker, frunciendo el ceño. Si eso era tan poco frecuente ¿Cómo es que él podía hacerlo tan fácilmente? Definitivamente tenía que hablar con Shikimi después. Recordó al otro Asesino— ¿No deberíamos buscarlo?
— ¿A Hayatori? déjalo, siempre va y viene cuando quiere—replicó Fugaku.
—Si dice que tiene otra misión ya regresará cuando termine—dijo Nagi—por ahora purifiquemos los cadáveres. Tenemos que volver y reportar lo sucedido.
Fugaku continúo mascullando, pero accedió y Sansker se puso a ayudarlos, aun curioso sobre el tal Hayatori. Algo sobre él le resultaba vagamente familiar, pero no podía ubicarlo. A pesar de ello tenía otras cosas de que preocuparse, incluso si la ayuda llego a tiempo, eso no quitaba lo que acababa de ocurrir. Los Oni les tendieron una emboscada, esperando sorprenderlos cuando estaban débiles y cansados. Quizá Shusui estuviera en lo correcto después de todo. Y estaba el hecho de sus Mitama… cada vez que pensaba que estaba entendiéndolo algo le daba vueltas a todo.
Al regresar a la aldea, John fue quien le dio el reporte a Yamato. El jefe lo escucho pacientemente y espero a que terminara antes de interrumpir.
— ¿Fueron atacados ni bien acabaron con los Tengu?—preguntó Yamato, como si quisiera confirmarlo. Sansker asintió, y tanto Nagi como Fugaku lo confirmaron también—me alegra que pudieran salir ilesos.
—Tuvimos ayuda—admitió Nagi—Hayatori se encontraba cerca y fue capaz de vencer al Oni que nos embosco.
—Pero ¿de dónde cuernos salió esa cosa?—preguntó Fugaku—solo apareció de la nada. No vimos ni rastro de esa bestia cuando rastreamos a los pajarracos.
—No son los primeros que reportan algo así—respondió Yamato—otras unidades me han contado de ataques similares. Una de ellas encontró los restos de un transporte de mercancías en la ruta. Parece que interceptaron un cargamento de medicinas y suministros que habíamos solicitado.
Sansker abrió los ojos. Casi había olvidado al mercader que Yu le pidió buscar. No encontró ningún rastro así que pensó que quizás había tomado otra ruta. Aunque eso le preocupo: emboscar unidades, cortar suministros… era como si desearan debilitar la aldea. Durante su tiempo en el ejercito los enemigos solían emplear ese tipo de tácticas. Golpear rápido y fuerte, esperar a que el tiempo y el desgaste hicieran efecto, para luego atacar.
— ¿Cree que estas acciones podrían estar coordinadas, jefe?—preguntó Sansker.
—Bah, los Oni siempre atacan. Eso no es nada nuevo, novato—replicó Fugaku.
—Es cierto, pero no podemos negar que estos últimos días los ataques han estado ocurriendo con frecuencia—dijo Nagi poniendo un dedo en su barbilla—es casi demasiado conveniente como para que sea una casualidad.
—Puede que solo se deba a un número incrementado de Oni en la zona—dijo Yamato asintiendo—con la caída de la aldea de Akatsuki estamos más al frente que nunca. Aun así, hasta que tengamos una estrategia, no más misiones en solitario o en parejas. Se moverán en grupos de tres o 5 ¿entendido?
—Si no queda más remedio…—dijo Fugaku soltando un suspiro.
—Hmm… el comportamiento de los Oni está cambiando—murmuro Nagi—eso es curioso…
— ¿Oh? Parece que ya despertó ese instinto de investigadora otra vez—dijo Fugaku con una sonrisa lobuna, estiro los brazos detrás de la espalda—A mí no me interesa. Solo tenemos que seguir matando Oni, como siempre. Me voy a casa… —comenzó a caminar hacia la salida, pero se detuvo un momento, dándose la vuelta—ah, por cierto, novato. No eres tan malo como esperaba, sigue así.
Le dio una palmada en el hombro a Sansker que casi le hizo perder el equilibrio. John apretó los dientes y se froto el brazo.
—Fugaku rara vez da cumplidos así, deberías considerarlo un honor—dijo Nagi con una sonrisa—como dijo, fui una investigadora y escolar en su momento. Si hay algo con lo que necesites ayuda no dudes en preguntarme. Hasta nuestra próxima misión.
Nagi se inclinó brevemente y se marchó también. Sansker se quedó en silencio unos momentos, pensando que, si eso era lo que Fugaku hacia cuando estaba feliz, quizás fuera mejor mantener las distancias. El tipo tenía la fuerza de un toro. Pero tanto él como Nagi eran increíblemente hábiles. Estaba Hayatori también… Sansker tenía mucho trabajo por delante si esperaba alcanzar ese nivel.
—Me alegro de que saliera bien—dijo Yamato de pronto, rompiendo el silencio—estaba algo preocupado, pero estuviste a la altura, Sansker. Buen trabajo. Te has portado mucho mejor de lo que podía esperar.
—Hago lo que puedo…—dijo John soltando el hombro—pero, no soy exactamente lo que necesitaba ¿verdad?
— ¿En serio? ¿Y qué pudiera ser lo que necesitaba entonces?—pregunto Yamato, mirándolo con su único ojo.
—Refuerzos. Tropas de la Montaña Sagrada—respondió Sansker—sé que están preservando su fuerza allí. Lo que Ukataka necesita es más tropas. Ōka, Ibuki, Fugaku… todos, incluso Hatsuho, tienen una habilidad increíble. Pero no pueden estar en todas partes. Se suponía que toda una unidad vendría conmigo, pero al final me enviaron solo, con un caballo que apenas alcanzo a llegar a la primera aldea para cambiarlo.
—Ya veo… eso es bueno—dijo Yamato asintiendo y sonriendo para si.
— ¿Lo es?—Sansker miro al jefe, incrédulo. Desde el principio sabía que era solo un gesto inútil de la Montaña Sagrada y asumió que Yamato compartía su opinión, pero que se la guardaba para si mismo—Me temo que no puedo ver cómo, jefe.
—Oh, no me malinterpretes. La situación es difícil—dijo Yamato—pero que pienses así es bueno. Significa que te importa esta aldea.
Sansker abrió la boca para negarlo, pero se mordió la lengua ¿por qué tenía el impulso de decir que no era cierto? Y, más importante aún ¿por qué sentía que ese impulso era falso? Yamato pareció tomar su silencio por respuesta ya que siguió hablando.
—Sí, desearía tener más tropas para proteger Ukataka. Quiero mantener a salvo a mi hija y a todos los habitantes. Pero no es lo mismo proteger algo porque es tu deber que el desear hacerlo desde el fondo de tu corazón. Ukataka les ha dado la bienvenida a muchos aldeanos nuevos, todos y cada uno en este lugar han conocido el dolor y el sufrimiento a manos de los Oni. Pero aquí tenemos un santuario para ser felices. Una vida dedicada solo al deber o que deja de lado el placer de vivir no es una vida plena. Lo que necesito, Sansker, es gente que desee proteger su hogar. Y ahora sé que puedo contarte como uno de ellos.
Yamato le dedico una inclinación de la cabeza y se fue, dejando a Sansker sin saber que decir.
Más tarde Sansker regreso a su cabaña, dándole de comer a Tenkichi. No tenía mucho sentido reflexionar sobre las palabras de Yamato. Era algo que estaba considerando más y más, pero aún así no podía obligarse a decirlo. No todavía. John jugueteo esa noche con la vieja cruz de plata de su familia, el único símbolo que tenía de ellos luego de dejar Inglaterra. Ese era su hogar, tragado por el Otro Mundo, destruido por Oni. Ukataka, Midland, la Montaña Sagrada… eso era solo un tiempo pasajero. John contemplo el techo de su cabaña hasta que finalmente cayo dormido. La cruz aún entre sus dedos.
Una vez más soñó con el vacío, ahora acompañado por Taira no Kiyomori. El espíritu del guerrero parecía mucho más sereno que Seimei o Minamoto, quienes permanecieron callados en esta ocasión.
—Debo darte las gracias Asesino, puesto que me has salvado—dijo Taira no Kiyomori—Ha pasado tanto tiempo desde que estuve en el mundo humano… es agradable regresar. Trabaje incasablemente para crea un mundo en el que el código de honor reinaría. Y justo cuando la paz estaba por reinar en la tierra… fui consumido.
Sansker sintió pena por el espíritu, pero no podía hablarle directamente. Taira no Kiyomori percibió sus intenciones, porque sonrió suavemente y sacudió la cabeza.
—El sonido de las campanas de un templo hablan sobre la mortalidad de todas las cosas. Las flores nos recuerdan que el prospero decaerá. Los orgullosos son olvidados, como los sueños volubles de la juventud. Incluso los poderosos caen al final, polvo en el viento. No encontraras palabras más ciertas que estas.
Tenía razón, por supuesto. En este mundo cada cosa, cada persona y objeto, tenía su momento y lugar. Ya fuera la guerra, un desastre, los Oni o el simple paso del tiempo. Todo pasaba.
—Todas las cosas en este mundo deben caer, como mi clan—continuo Taira no Kiyomori, pero su sonrisa nunca vacilo siquiera un poco—No obstante, tú puedes decidir cuándo será eso: ahora o cuando hayas terminado tu deber. Sí aún no deseas caer, te prestaré mi poder. Incluso los sueños volubles de la juventud son preciosos y este me parece digno de verse. Permíteme participar en este sueño glorioso.
Esa noche el cuartel de los Asesinos tenía una luz encendida incluso a altas horas de la noche. Shusui estaba en su estudio leyendo los reportes del día, incluyendo el del nuevo recluta, John Sansker. Era una persona curiosa, pero la información que había recolectado era mucho más importante para Shusui. El oficial de inteligencia suspiro, cansado y dejo los papeles a un lado.
—Si sumamos esto a los reportes de la semana pasada el resultado es obvio—dijo en voz alta. Tenía la costumbre de hablar consigo mismo, ayudaba a aclarar sus ideas y siempre era mejor saber cómo sonaba aquello que se te ocurría—Los ataques de Oni han estado incrementado de manera constante.
Era relativamente sutil, aunque si examinaba los ataques descritos por los Asesinos en los últimos dos meses, la conclusión era inevitable. No solo la frecuencia, también la efectividad y la escala venían incrementándose.
—Estos son eventos poco propicios, por decirlo amablemente—murmuró. Además, estaba la información que Sansker le había pedido. Era un ángulo curioso, y bastante acertado. Algo que tenía mucho tiempo sin ver en los Asesinos de la Montaña Sagrada. Shusui suspiró—tal parece que tendremos que acelerar la implementación del plan después de todo.
