1ª. La huida.
Si algo tenía el túnel de esa cueva era oscuridad, apenas iluminada por unas antorchas, Ranma se alejaba de la ciudadela donde vivía. Una ciudad escarpada en el interior de esa montaña.
Si algo odiada Ranma más que nada era la ciudad donde vivía. Era una ciudad sucia, que olía mal, olía a cerrado. A comida podrida, a la suciedad de sus habitantes, a humedad malsana. Ranma no aguantaba esa suciedad.
SI algo destetaba Ranma era su raza, Ranma pertenecía al arborecido pueblo de los orcos. Ninguna raza tenía aprecio a su estúpida raza, pero estaba seguro que nadie la odiaba tanto como él. Se sabía menospreciado, por los súbitos de su padre, pero a él no le importaba que lo despreciaran.
Su padre lo había preparado para ser el mejor guerrero de su raza, y lo era, pero odiaba con todo su alma serlo, más que guerrero, quería ser libre, le gustaba pasear a la luz de la luna, salir de esa infecta cueva y respirar el aire sano del bosque. Le gustaba pensar que huía y viajaba por el mundo.
-¿Un orco viajero?- se dijo con ironía- ¿cuando se ha visto un orco viajero?
Le gustaba nadar en el lago por las noches, y observar las estrellas. Ranma era un extraño en su raza, no se sentía un orco. Poe extraño que pareciera tenía ascendientes elfos y humanos, pero tampoco pertenecía a esas razas.
Su padre le contó con orgullo como un antepasado suyo secuestró y violó una elfa, el resultado de esa violación fue un orco más inteligente y más dotado como guerrero que los demás. También le contó que el nieto de ese híbrido orco- elfo hizo lo mismo con una humana. De esa uniones descendía él.
Ranma no sintió el orgullo de su padre, si no todo lo contrario, sintió desprecio asco por sus antepasados. Ese joven guerrero orco sabía de donde le venía esa inquietud de no sentirse de ninguna raza.
-Después de siglos naciendo puros orcos en mi familia, nazco yo siendo un híbrido, el primero en nacer que se ve que pertenezco a las tres razas. Mi parte humana, mi parte elfa y junto con mi parte orca me están volviendo loco- murmuró el joven.- aunque tengo la aparecía de un orco, aunque soy muy guapo.- dijo con doble ironía.
Aunque para el resto de habitantes del mundo era un feo ser, para su raza era un ser muy guapo, y eso le hacía sentirse mal por las dos cosas.
-La belleza está en los ojos de cada ser. Para nosotros un orco puede ser bello, y para un humano feo, y al revés, un humano para los ojos de un orco es feísimo- Ranma negó con la cabeza.- Las razas de este mundo estamos locos.
No llevaba su habitual armadura, la cual despreciaba, era una armadura orca, demasiado tosca y vulgar, para su gusto. Ahora llevaba una camisa oscura y pantalón negro, y encima de ellos una vestimenta también oscura con capucha. Quien lo veía vestido así pensaba que era un espíritu y huía. Su calzado eran una botas de color negro, ideales tanto para andar por los caminos pir donde iba ir Ranma, como para cabalgar.
Iba armado con su espada, forjada por el mismo, a su gusto. Para hacerla había seguido las instrucciones de un libro que le dejó su mentora. Sabía que era la mejor espada que había en el reino de los orcos, que era anhelada, tanto por su padre como su hermanastro. Pero todos sabían que esa espada tenía un hechizo, sólo podía ser empujada por él, quien la cogiera su permiso, moriría al instante. Todos vieron morir al incauto que se atrevió a cogerla.
Al cinto también llevaba un puñal, forjada con el material que le quedó de forjar la espada. Fue hecho siguiendo la misma indicaciones que la espada, y sometido al mismo hechizo, tampoco podía ser empujada por nadie que no fuera Ranma.
Salió de la cueva, era de noche, miró la luna y las estrellas, se quedó extasiado mirando, en eso tampoco tenía un comportamiento de su raza. Le gustaba mirar las estrellas como mirar el bosque, debía ser el mínimo de sangre elfica que corría por sus venas.
Se adentró en el bosque, nadie paseaba por esa parte, estaba demasiado cerca de la madriguera orca, y a parte entre los humanos se decía que había una bruja, un ser que era medio humana medio leviatán. La temían tanto los humanos, como los elfos, pero también era temida por los orcos.
-¡Que ignorantes!, sólo es una vieja humana que se dedica a la creación de medicinas con hierbas. Una pobre humana que perdió a su familia en una guerra entre humanos.
Ranma odiaba las guerras, sólo traían muertos y miserias. A las guerras sólo iban las gentes de clase baja, los gobernantes siempre planeaban los ataques, desde sus seguros refugios, los gobernantes como su padre, el gran rey de los orcos Genma, estaban seguros. Él por ser el segundo hijo, el tercero en la lista para heredar el reino, debía subir en el escalón militar.
-Al menos no soy humano, ya estaría en un convento, aunque hubiese sido mejor gobernante que mi hermano mayor.
Pensó en su hermano mayor, un bruto orco, demasiado parecido a su padre, Ryoga era un idiota, no preparado para gobernar. Miraba a todos con desconfianza. Ranma no quería ser gobernante, no quería ser rey, pero tampoco ser gobernado por un estúpido, como su padre o su hermano. Si hubiese mostrado interés por ser Rey, Ryoga lo hubiese mandado matar, ya había mandado matar a varios rivales amorosos. Deshacerse de los rivales, era algo común en las razas que vivían en ese mundo.
-Todas las razas estamos podridas. Vamos a las batallas por la ambición de quien presuntamente debería pensar en nuestro bien.
Ranma pensó en su padre.
Ese orco era un mal gobernante, los orcos que habían muerto bajo su mando. Muertos por tonterías, como mandar a un grupo de sus mejores soldados, para robar el huevo de un dragón, las consecuencias de ese acto fueron catastróficas para su raza. Los dragones se vengaron, y muchos orcos murieron, como es natural Genma le echó la culpa a los demás.
Siguió caminando hacía el lago, deseaba bañarse, librarse de la suciedad de ese antro donde vivía, de ese olor, de la corrupción que lo rodeaba. De ese grupo de aduladores que lo seguían constantemente para acceder al rey.
-Os equivocáis de hermano hablar con mi hermano mayor-les dijo el para librase de ellos.
-No, queremos hablar contigo, Ryoga nos ignora.
Ranma miró a ese grupo, lo analizó, en ese recinto todo pensaban que era idiota, un ser que podían manejar a su antojo, eso era lo que querían ese grupo, utilizarlo.
-Me lo pensaré- contestó seco el joven orco- no me mareéis, yo hablaré con vosotros- y los miró de forma amenazante.- quien me moleste… es orco muerto.
Se los quitó de encima como si fuera un petulante, un estúpido.
Llegó al lago y se desnudó, se miró al agua y vio su reflejo, no era tan feo, según las normas orcas, alto fuerte, y con pelo negro acabado en una trenza. Tenía unos inusuales ojos azules, pocos orcos tenían los ojos de ese color, todos decían que era herencia de su antepasada elfa. Muchos se burlaron de él por sus ojos, ninguno lo hizo por segunda vez. Se miró dos veces y vio en su reflejo
-No soy de todo un orco, después de tantas generaciones nazco yo, y heredo los genes de mi antepasada elfa y los de mi antepasada humana. Soy el primero en nacer híbrido.
-No, no eres de todo un orco, pero tampoco eres humano ni elfo-Ranma se giró y vio ante él la que las tres razas llamaban bruja, la mujer temida por todos. Pero él no la temía. Desde niño había hablado con ella, y vio que sólo era una pobre humana.
Esa mujer como él se estaba bañando, a pesar de la edad que tenía esa mujer poseía un buen cuerpo, unos pechos grandes y erguidos. Una cintura fina. Y una piernas largas y estilizadas. ojos grises, pelo largo y negro, dedos finos, era muy hermosa. Nada indicaba que esa mujer tenía más de cincuenta años, todo lo contrario, aparentaba unos treinta o menos. Era una humana alta. Que según rumores era una bruja, y todos huían de ella.
-Hola Gwendolyn. No deberías aparecer así de golpe, algún día alguien te matará.
-Todos me temen. Todas las razas me tenéis. Solo tú y ella no me tenéis miedo.
-¿Ella? ¿Quién es ella? Hace tiempo que me hablas de ella, pero nunca me has dicho quien es, o que es.
La humana se rió.
-Puede ser de una de las razas de la tierra, o alguien fuera de este mundo, puede ser un gobling, o una dragona, puede ser la luna o una estrella. La conocerás, ¡Y tanto que lo harás!- dijo enigmática la bruja- está en tu destino conocerla y en el suyo ella a ti- y se rió como una loca.- no podréis evitarlo, os conoceréis.
-¿Un gobling? – El orco rió, - ¡No me engañes!- no lo dijo furioso, lo dijo con ironía - los gobling no existen, fueron creados por un alguien, por un trovador errante, para asustar a los niños de las razas inteligentes.
-¡Elfos, humanos, orcos, enanos, duendes! Y las demás criaturas llamadas inteligentes- la mujer se rió con sarcasmo- eres un insolente joven. Los niños de las razas despreciáis las leyendas. Pensáis que las guerras contra los goblings son leyendas. Han estado escondidos durante siglos. Cuando ataquen os cogerán a todas las razas desprevenidas y os destruirán sin piedad.
-La contadora de cuentos la vieja Cologne dice lo mismo que tú- el joven orco rió con ironía- es una mentirosa, me ha contado que me casaré con la más bella criatura que ha existido en el planeta- Ranma rió- y dice que es su nieta Shampoo. No me casaré con esa orca, ni con ninguna de las que me acosan.
La mujer rió.
-Debes creerla, Cologne conoció el terror de los goblings, tiene razón en algunas cosas. Primero debes temer a los goblins. Tiene razón estás destinado a casarte con la más bella de las criaturas. Pero se equivoca en algo. No será su bisnieta. Shampoo no se casará contigo.
Ranma se encogió de hombros, se tiró al lago y se sumergió en el lago. Intentó nadar al fondo, hacía la piedra brillante del fondo. Nadie que intentó llegar lo había conseguido. El joven orco quería ser el primero en tocar esa piedra.
-Según el rumor quien toque esa piedra conseguirá el deseo que más quiera.-pensó el orco- es una de las pocas leyendas que compartimos todas las razas del mundo. Como es natural sólo es una leyenda. Debe ser una piedra que brilla debido a un fenómeno de la naturaleza.
Pero aún así ese joven siguió nadando en su intento de tocar esa extraña roca. Le pareció extraño bajar sin esfuerzo, no era normal, debía faltarle aire. Siguió bajando y al llegar a la roca comprobó que dentro de ella brillaba una luz, y al tocarla, sintió una presencia. Temiéndose que podía ser un pez asesino de las profundidades miró enfrente suyo y delante suyo tocando también la piedra había una joven elfa, y para su terror estaba tan desnuda como él.
Ranma nadó deprisa hacía la superficie, sacó la cabeza del agua, respirando costosamente, delante suyo salió esa elfa que vio en el fondo del lago, respiraba costosamente como él.
Los dos se miraron con odio.
.-.-.-
Akane bajaba las escaleras del jardín en dirección a los calabozos, se debía dar prisa para que no la cogieran huyendo del palacio. Se había escapado de su habitación, para ello saltó al tejado y de allí al jardín.
Iba vestida con una simple túnica, una vestimenta con capucha y capa, y ropa interior.
Al cinto su inseparable espada, y un cuchillo, y en su brazo derecho, una pequeña ballesta, que cuando estaba plegada parecía una muñequera enjoyada más. La había hecho ella misma, a escondida, según los planos que su mentora le había dado. Nadie en el palacio sabía la auténtica función de ese adorno
Siempre iba armada al escaparse, podía tener algún encuentro desafortunado y no quería estar indefensa.
Conocía donde estaban las patrullas de vigilancia del palacio, su itinerario y por lo tanto los puntos ciegos donde ocultarse.
La princesa Akane era la hija menor de Soun Tendo, Rey de los elfos. Era la única de las hermanas que recibió educación militar. Era una excelente guerrera, nadie le ganaba en la lucha.
Pero esa joven elfa de pelo negro con tintes azulados no estaba satisfecha. La vida en el palacio la hastiaba. Odiaba que por ser la hija del rey todo el mundo la adulase.
Deseaba ser libre, vivir una vida sin tantas normas estúpidas. Por eso siempre que podía se escapaba del castillo e iba a nadar al lago cercano.
-¡No debéis ir a ese lago!, la ciudadela orca está a él- les había advertido su maestro, se le advertía a todos los elfos cuando eran niños -los orcos son crueles, sanguinarios. Si os atrapan estáis muertos. Nadie se ha escapado de las garras de cruel Rey Saotome.
Akane sospechaba que a los orcos probablemente les decían lo mismo que a ellos. Que los elfos son violentos y crueles.
La joven elfa miró la luna, no debía andar bajo su luz, o esta la delataría. Se metió en los sótanos, encontró el pasadizo adecuado, y se metió en él.
Anduvo durante minutos en la oscuridad de ese pasadizo, no necesitaba antorchas, los elfos tenían buenas vista en la oscuridad. A parte ella conocía ese laberinto con los ojos cerrados. Había paseado por él desde niña. Nadie conocía ese pasadizo, lo encontró por casualidad, mientras jugaba al escondite con sus hermanas. Era un pasadizo pequeño por donde sólo cabía un niño, o alguien de pequeño tamaño, como ella
Salió de ese pasadizo secreto cerca del río.
Se acercó a el lago y vio el reflejo de la luna en él.
-¡Que vista más maravillosa!, ¡parece sacado de un libro de un cuento de hadas!
-Princesa Akane, te he de recordar que en este mundo las hadas… ¡existen!.
Akane se giró y sacó su puñal, miró a quien habló.
- ¿Gwendolyn me quieres matar de un susto?, ¿O quieres que te mate creyendo que eres un espíritu.
La bruja rió.
-Aunque lo intentases no lograrías matarme. Veo que has venido a bañarte. ¡Que gusto tenéis los jóvenes por los baños a la luz de la luna llena.!
Akane no temía a esa humana extraña.
-La luna llena es cuando la naturaleza está más viva. Mira la luciérnagas, bailan con la luz de la luna. Desde aquí oigo a los duendes cantar y danzar. Los árboles estiran sus raíces.
-Todo eso te lo enseñé yo- dijo Gwendolyn.
Akane se desnudó y se metió en él agua. Esa elfa era pequeña para medidas de su raza, pero tenía la belleza de los elfos.
-Hoy también ha venido él. Ese del que ya te he hablado.
-No me interesa conocerlo. Ya tengo que aguantar los pretendientes que me busca mi padre.
-Parece que no te gusta ninguno.
-Shinosuke es un buen elfo, es amable y atento.
-¿Pero…?
-Siento que no estoy destinada a él…
-Como si tu futuro esposo fuera otro, alguien que aún no conoces.
La elfa miró a esa extraña humana, ¿Quién debía ser realmente esa bruja? Era humana, pero su sabiduría y conocimientos superaban a las de algunos de los grandes pensadores elfos. Esa mujer había perdido a su familia en una guerra y se tuvo que refugiar para no ser quemada por bruja.
Akane miró hacia el agua.
-Hoy si llegaré a la gran piedra y me concederá el deseo que yo le pida.- y esa elfa se sumergió.
Nadó hundiéndose en las aguas cristalinas del lago. La joven vio brillar la piedra, supo que hoy al fin la tocaría.
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Gwendolyn la vio sumergirse, no le dijo que un rato antes se había sumergido un orco con el mismo propósito que ella.
-Por fin se conocerán- sonrió con maldad-para eso nacieron, y traerán el caos a sus tribus.
La elfa nadó, se movía en el agua de ese lago como un pez. Era en el único sitio donde podía nadar, esa elfa no sabía nadar, salvo en ese lago.
-Debe ser un lago encantado, -pensó la chica y no se equivocaba. Por un momento creyó ver una sirena, imposible, los humanos habían acabado con ellas, por la leyenda que su carne tenía el secreto de la inmortalidad.
Vio a un grupo de peces bailar, estuvo a punto de detenerse a verlos, pero quería llegar a la roca y su oxigeno era escaso.
Siguió bajando, la roca brillaba cambiando de color regularmente, la elfa llegó a creer que esa roca palpitaba, como si fuese un corazón, como si estuviese viva.
Al final llegó a la roca y la tocó. ¡Tenía razón, palpitaba, estaba caliente, se asustó eso no era una roca. Y cuando lo hizo, notó que había alguien más, que delante suyo había otro ser.
Levantó la vista y vio a ese ser infesto, vio a un orco horrible. Y lo peor, como ella, estaba desnudo.
La había visto desnuda, y ella a él. No era la primera vez que veía a.. a.. un macho desnudo. Había visto a elfos y humanos desnudos… en ilustraciones, pero nunca en vivo y directo. Debía matar a ese ser por exhibirse delante de ella, no sólo por ser orco. Era una princesa elfa, y nadie había tenido la osadía de presentarse desnudo delate de ella.
Allí bajo no podía pelear, debía subir a la superficie y matarlo como castigo por atreverse a bañarse en las puras aguas del lago. Mandaría a alguien que realizarse un hechizo de purificación del lago.
Salió del agua y jadeo, necesitaba aire. Buscó a ese ser infesto, y lo vio a unos metros de ella, también le faltaba aire
La elfa nadó a la superficie, al salir intentó recuperar aire. Vio que ese extraño orco también lo hacía. Miró a su rival con odio, como él la miró, y los fueron en busca de sus armas, querían destruir al rival.
Sin vestirse se pusieron en guardia preparados para destruir a sus rival.
-¡Maldito orco! ¿Qué hacías bañándote en el lago? ¿No sabes qué sus Aguas son sagradas y no deben ser contaminadas por tu raza impura?
Ranma miró a esa elfa deslenguada.
-¿Quién te piensas que eres? El lago no pertenece a nadie. Quien lo contamina eres tú y tu infecta raza de pechos planos.
Akane se enfureció, sabía que tenía poco pecho, pero ese ser se había atrevido a…
-¡Maldito e infecto ser anormal!
-¿Infecto ser?, ¿anormal? Ni que fueras una niña humana.
-¿Niña humana?, y tú tienes menos personalidad que una roca.
-¿Al final os habéis conocido?. Ya era hora- Gwendolyn los miró y rió, -y encima desnudos, ¿ es que no conocéis la vergüenza?
Akane reparó que su rival estaba completamente desnudo, tan desnudo como ella. Ranma hizo lo mismo. Se pusieron rojos, y cada uno salió en buscas de sus ropas.
Mientras Akane se vestía notó que el corazón le iba rápido, no podía quitarse de la menoría la vista de ese orco desnudo.
-Pero que me pasa, es un enemigo, orco, un orco pervertido al que mataré por verme desnuda, aunque yo también lo vi desnudo- pensó un momento- es extraño, no es completamente un orco. Tiene algo de elfo, pero lo mataré por verme desnuda, ¡Nadie lo debe hacer, eso de verme desnuda.
A pocos metros de allí, Ranma se vestía.
-Es una pervertida, esa elfa plana me ha echado una buena repasada. Seguro que no ha visto un macho de cualquier raza desnudo. ¡No sabía que las ellas fueran unas pervertidas!, encima de asesinos ¡los elfos son unos pervertidos! La mataré por mirarme lasciva, y por ser una elfa, por eso también la mataré.
Los dos se vestían mientras pensaban que el otro era un pervertido.
Volvían a estar uno delante del otro, se odiaban, no tenían razón para odiarse, pero se odiaban, por…verse desnudos, por que el otro era un pervertido.
-¡Te mataré sucio orco!
-¡No soy sucio,! Me baño cada dos días.
-¡Un orco que se baña! Eso es nuevo. Eres realmente extraño., - olfateó- no hueles tan mal como los otros orcos con los que me he cruzado, pero sigues oliendo mal, ¡orco pervertido!
-¡Eso lo serás tú!. ¡Me has mirado!, ¡Eres u a pervertida!, ¡Seguro que espías a los elfos mientras se bañan.
Akane de puso roja de vergüenza, de rabia, de indignación. ¿Cómo un bruto orco se había atrevido a insinuar esa bajeza?
-¡Nadie se ha atrevido a decirme tales bajeza?. Señor orco, prepárese para sucumbir al probar mi acero-Akane se arrepintió de haberle hablado de una forma tan educada al orco. Pero la habían educado para se respetuosa cuando lanzara un duelo.
-Tales palabras me perturban, será vuestra merced quien perezca ante el amargo sabor de mi acero. Pero antes de empezar nuestro lance podía pedirme perdón y volverse a su hogar. Yo olvidaría nuestro encuentro. De forma contraría no quiero ver su espalda cuando huya asustada, podía pensar que las mujeres elfas lanzan retos, para huir después.
Akane se enrabió, ese estúpido orco se burló de ella, el también uso un lenguaje refinado para contestarle. Se indignó, un orco no debía ser tan respetuoso, un orco debía tener un lenguaje vil, lleno de insultos, lo mataría por ser tan educado.
Ranma se había reído de esa elfa, la miró, la encontraba guapa, pero se seguiría riéndose de ella, parecía algo tonta, seguro que era muy inocente.
La elfa se lanzó sobre el orco que paró la acometida. Akane le intentó golpear en la cara y Ranma paró el puñetazo. Ella atacaba y él sólo se defendía.
-Se está riendo de mi, no sé porqué no me ataca, es un orco, los seres más innóveles y traicioneros que existen. – pensó la joven.
-No lucha mal, es una guerrera, no es una de esa creídas princesas elfas, debe ser la hija de un guerrero, algún general elfo, le ha enseñado bien. Pero..
Llevaban peleando minutos, no se habían dado cuenta que empezaban a divertirse. Tampoco se habían dado cuenta que tenían un espectador, Gwendolyn los miraba divertida.
-Dentro de poco sacarán las espadas. No se han dado cuenta que su forma de luchar es parecida. Que ese sucio humano, Happosai, fue maestro de Soun, y de Genma.
-No peleas mal para ser una mujer. He oído que las elfas se pasan el día leyendo haciendo tapices, y cantando. Y por las noches contemplan las estrellas.
-¡Eso es machismo!. Y yo he oído que los orcos son sucios, sólo saben pelear de forma sucia y no saben leer.
-¡Eso es racismo!, Los orcos somos la raza despreciada por todos. Como no somos atractivos a vuestros ojos debemos ser los malos. He visto humanos, elfos incluso hadas masacrar a niños orcos. Sois tan salvajes y violentos como nosotros.
Akane enrabiada sacó su espada, y señaló a ese horrible ser.
-¡Te mataré por esos embustes!. Mientes como un bellaco.
-Tú, en tu hermosa ciudad no ves nada. No somos los únicos que masacramos pueblos. Cerca de aquí hay una pequeña ciudad. Gente sencilla, varias veces iba a verlos como trabajaban, como sufrían hambres y enfermedades, como el señor de esta tierra los tenía por esclavos-Ranma hablaba poco a poco- le exigía el derecho de penada a la mujeres el día de su boda, cazaba a los granjeros por diversión. Le hacía pasar hambre. Los azotaba si no le pagaban los impuestos, los diezmos.
-¿Y eso que tiene que ver conmigo? Son humanos, los humanos son brutos incivilizados.
Ranma se rió.
-¿Cuándo he dicho que era un aldea humana?, ¿Cuándo he dicho que el señor de está tierras es humano?
Akane retrocedió. Sabía quien era el señor de esa tierras.
-¡El conde Kuno!, señor elfo, súbito del Rey Soun- Akane retrocedió, sabía de la crueldad y locura de ese elfo.- mi señor, el rey Tendo no debe saberlo, debo informarle.
El orco volvió a reír.
-Lo sabe, y tanto que sabe lo que hace ese condesito tuyo con su pueblo. Como el rey Saotome de los orcos sabe las locuras que hace su hijo mayor con su pueblo. Esos dos reyezuelos permiten esos crímenes.
- ¡Mientes!- gritó Akane-¡mientes asesino de niños!, ¡te mataré por calumniar al rey Soun!, ¡A mi padre!
-¿Tu padre? ,! Pero que princesita más marimacho me ha tocado conocer. No voy a volver a creer en los cuentos de bellas princesa elfas
La joven elfa oyó eso enfurecida. Y con la espada en alto se abalanzó sobre el orco, este paró si estocada con su espada. La chica miró el arma y se sorprendió.
-¡Eso no es una espada orca!.
-No es una espada orca, del todo. Pero tampoco es una espada elfa, ni humana. La forje yo mismo. Es más que una espada normal, es mi espada y sólo la puedo manejar yo.
-¡Te la quitaré de tu cuerpo muerto!, es una espada demasiado buena para ser manejada por un sucio y bruto orco.
La elfa tenía mucha rabia. Quería matar a ese horrible ser.
De repente ambos lanzaron una estocada idéntica, Ranma al verla detuvo la suya y puso su espada en posición defensiva, vio que su rival hizo la misma acción.
-No lo entiendo, tienes las mismas técnicas que yo. Tanto en lucha cuerpo como la espada.
-Yo tampoco lo entiendo.
Oyeron reír a alguien.
-Sois tontos- Gwendolyn se acercó a ellos- y la respuesta es sencilla. Vuestros maestros fueron enseñados por la misma persona, Happosai, ese embustero se debió disfrazar para entrar, en vuestras despectivas ciudades. Seguro que tenía por objetivo robar algo. Y acosar a mujeres, sean humanas, elfas, u orcas. Ese ser no tiene reparos cuando se dedica al acoso.
-¡No es posible que ese humano se haya infiltrado en nuestra ciudad!- gritaron los dos.
-Si que lo hizo, ese despreciable ser es capaz de todo, sobretodo si hay mujeres, o algo que robar, aunque él lo llama de otra forma.
Los dos jóvenes de distintas razas se miraron, no se podían creer lo que oían, sus0 razas habían sido engañadas por un vil humano.
-No penséis que es sólo un humano. Ese ser ha atemorizado a reyes de varias razas. Humanos, elfos, duendes.-Gwendolyn no sólo era una vieja herborista, sabía más cosas de lo que decía.
Pero los dos enemigos recordaron que su deber era destruir al otro y se prepararon a seguir su lucha.
-Ahora no es hora de eso- les reclamó la supuesta bruja,- la luna negra se alzado sobre vosotros debéis huir o seréis destruidos. ¡huid hacía el este!
-¿Huid con él?, ¡Nunca!
-¿Con una mujer del traicionero pueblo de los elfos? Jamás, y menos con ella.
-¡Princesa Akane del clan Tendo!, ¡Príncipe Ranma de la tribu Saotome! Vuestro destino lo escribieron los dioses. Esos seres son corazón decretaron que vuestros destinos irían juntos.
-¡Nunca!- gritaron los dos.
-¡Huid!, o moriréis. Estáis condenados, están noche atentaran contra vosotros.
-¿Quién se atreverá a desafiarme?, ¿Quién osará a desafiarme?- ese joven orco era creído, prepotente.
En eso detrás de Ranma apareció un grupo de orcos y miró al príncipe, lo vieron luchando contra una elfa. Y detrás de Akane apareció un grupo de elfos.
-¡Ahora estás en un problema maldito orco!, los elfos estamos mejor preparados que los orcos.-Akane se rió, vio que su grupo era más fuerte que él de su rival.
Ranma miró a los recién llegados. Miró a Akane.
-Estamos metidos en un lío! Esos orcos no han venido a ayudarme, han venido a matarme. Y esos elfos han venido a matarte.
-¡Pero como puedes ser tan mentiroso!, ya lo ha dicho Gwendolyn somos príncipes en nuestros reinos.
-¡Ni tú ni yo somos los primogénitos, para alguien representamos un peligro, alguien nos quiere vivos.
-¡Es mentira!- gritó Akane, no podía creer lo que decía Ranma.- ¡estás metiendo!, ¡mientes!, ¡eres un orco!, ¡ los orcos siempre mienten!
-Ya me gustaría a mi. Pero, mirarlos. ¿Por qué los orcos van vestidos con ropas, calzados y armas elficas?, y ¿por qué esos elfos están disfrazados de orcos?.
-Pueden que vallan a una fiesta de disfraces.
Ranma miró a la joven elfa, era idiota. No, realmente no quería aceptar que alguien de su pueblo la quería muerta.
-¿Pero que hemos hecho para que no quieran matar?
-Matar a la princesa Akane, que sea salvajemente como lo haría una batida de orcos. Se debe hacer creer que fue asesinada por orcos.
-El príncipe Ranma debe morir lo debemos hacer como lo harían los elfos. Nadie debe saber que lo asesinamos nosotros.
-Si actuamos bien, habrá una nueva guerra entre orcos y elfos. Y será la excusa perfecta para apoderarnos del reino humano.
Los dos jóvenes supieron que iban a ser el detonante para una nueva guerra entre las dos razas, y que usarían esa guerra para aumentar sus territorios.
Los dos se vieron acorralados por sus propias razas.
Ranma y Akane se pusieron espalda contra espalda, no fue un acto voluntario, sin quererlo se vieron obligados a luchar en el mismo bando. No querían ser aliados, eran enemigos y querían matarse.
-Esta alianza nuestra sólo durará hasta que acabemos con nuestros enemigos. Después acabaré contigo y me llevaré tu espada como trofeo.
-¡Lo mismo digo!- Ranma sintió el odio en la palabras de su rival- cuando este combate acabe, lucharé contra ti y venceré. Te cortaré tu pelo, y con él adornaré mi casco.
Y empezó la batalla, los dos jóvenes peleaban contra sus propios soldados. Ranma había combatido al lado de algunos de ellos, había comido con ellos.
-¿Ataru que locura es esta?, ¡hemos luchado juntos!, hemos compartido comida. No debemos pelear entre nosotros.
-No sé de dónde has sacado ese sentido de honor, los orcos no tenemos honor. Me han pagado para matarte y eso haré.
- No sé quien te ha pagado, pero subo su oferta.
Ataru rió.
-No tienes bastante dinero para pagarme. Si no cumplo- Ataru miró a sus compañeros- si no cumplimos, seremos orcos muertos- se rió- le tengo mucho apreció a mi cabeza para perderla por ti.
-¿Quién te ha pagado para que me mates?.
-No te lo diré, estás muerto, no tiene sentido que se lo diga a un muerto- miró a Akane- no estás mal la elfita, cuando acabe contigo… me divertiré con ella… me pregunto si será virgen. Haré que sea mi esclava. – se dirigió a la elfa-Espero que me des hijos…lo venderé en el mercado de esclavos de…
Ranma le cortó la cabeza a ese orco. No sabía porque, pero el comentario machista, creído, lo enfureció. No permitiría que nadie tocase a esa elfa, era suya.
-¿Mía?-murmuró en bajo-, pero si no siento nada por esa elfa, la acabo de conocer.
Akane oyó lo que dijo Ranma, notó que había dicho elfa como insulto despectivo. Todos los hombres eran iguales, seres que la despreciaban por ese tan poco femenina.
-Hoy morirás princesa Akane, fue una muerte que se planeó desde el día que naciste. Realmente fuiste concebida para morir hoy- Akane se sintió horrible, no podía creerlo, no podía ser verdad.
-Yo nací por que mis padres se amaban.
El elfo rió.
-¡Que inocente eres!, ¡cuanta inocencia hay en ti!, es normal en las familias que se sacrifique a los hijos menores para que la familia prospere. A veces es un matrimonio, otras una muerte, como te pasará a ti.
Akane miró a ese elfo, tenía una alta categoría, de una familia noble. Nunca cedería a una traición, pero está vez estaba traicionando a la familia real, su castigo sería la muerte.
-No puedo perdonarte que me traiciones, te castigaré como mereces, te mataré…
-¡No soy un traidor!, sigo ordenes. Te mataré por no eres nada, sólo un sacrificio, como un cordero que va a ser matado en honor a los dioses.
Akane se enfadó, notó como Ranma mataba a uno tras otro a los integrantes del grupo de orcos. Ella no podía ser menos, al primero que mató fue al jefe de esos elfos.
Los dos jóvenes sólo dejaron vivos a uno de cada raza para interrogados, pero…
-Nos hemos equivocado- Ranma habló a su aliada temporal- estos dos no saben gran cosa, teníamos que haber dejado vivos a sus jefes.
-Ese- señaló al cuerpo del jefe de los elfos- no diría nada. Era un elfo de familia noble, sería un deshonor hablar. ¿No podías hacer que hablen torturando un poco?.
-¡De nuevo esa discriminación para los orcos!- Ranma estalló indignado-¡ siempre igual!, ¡todas las atrocidades que pasan en el mundo las hacen los orcos. ¡He visto a humanos y elfos matar enemigos que les suplicaba por sus vidas!, los he visto matar incluso niños- el orco bajó la cabeza- niños de todas las razas. Los orcos no somos los únicos que cometemos crímenes- se calló- no torturaré físicamente a un prisionero. Además estos ya están moribundos. No vivirán mucho y ellos lo saben. Y si sobreviven no pueden regresar a sus ciudades.
-¿Por qué?
-Han fallado en su misión. A parte nadie debe saber que han sido enviados a matarnos. Era una misión suicida, hubieran triunfado o no debían morir para ocultar la verdad.
-Hay más gente implicada en esto, sus jefes, ¿pero quien los mandó y por que?
- No lo sé.
- Mis jóvenes Ranma y Akane, sois más tontos de lo que creía, mis enseñanzas no os han servido de nada- Gwendolyn se acercó a ellos.- pensad un poco.
-Quien ha debido mandarlos tiene más categoría que ellos. Es alguien de la nobleza.
-Es alguien a que le molestamos, alguien que quiere ocupar nuestro puesto.
-Alguna doncella- Gwendolyn negó con la cabeza, esa elfa se estaba equivocando, no era una doncella.
-Algún guerrero que quiere mi puesto en el ejército.
La elfa no era la única tonta, ese orco también lo era.
-Mis jóvenes aprendices, que equivocados estáis, lo que os intentan matar no son una doncella, o un soldado. Quienes mandaron estos asesinatos fueron…- se calló olfateó el aire- ¡Huid!, ¡Vienen más soldados por vosotros!, esos grupos no fueron los únicos que mandaron, los que vienen ahora, tienen la misión de matar a vuestros supuestos asesinos. No debéis volver a vuestras ciudades, allí están vuestros asesinos reales
-Los venceremos como hemos vencidos a estos.
-Esos no nos vencerán.
-Veo que ya habéis aceptado que debéis estar juntos-los dos jóvenes se miraron, y giraron las caras furiosos. No estarían juntos muchos tiempo, en cuanto pudieran dejarían al otro y seguirían solos el camino.
-Huid en esa dirección están los caballos elficos. Coger dos y huir hacía las montañas Sangrientas.- los dos miraron a la humana, y esta les gritó, estaban perdiendo un tiempo que no disponían- ¡Haced lo que he dicho!, ¡Debéis llegad en tres semanas!,- le lanzó un zurrón a cada uno, sabía que no llegarían en el plazo que les dio, tardarían mucho más. Pero poniéndoles ese tiempo se darían prisa en huir- en vuestros zurrones tenéis comida, y algo que necesitaréis.
Sin pensarlo los dos jóvenes huyeron en dirección donde les indicó la mujer. Los dos sabían que estaban en peligro, que quien los amenazaba era alguien poderoso, y que no podían volver a sus ciudades, era donde más peligro corrían.
Llegaron donde estaban los caballos, y los miraron. Era un claro en el bosque, no estaban atados, ninguno de esos animales escaparía. Esperarían lo necesario a su señor. Pero si notaban que su señor estaba muerto volverían a la ciudad.
Ranma los miró asombrado, nunca vio unos caballos tan majestuosos.
-¡Son magníficos!, esos soldados eran de la elite- Ranma se acercó a uno que retrocedió asustado.- están bien cuidados, sus pieles brillan, y que sedosa son sus crines. Lástima que se usen para la guerra. Un caballo así debería usarse para desfiles. A la guerra deberíamos ir a pie.
-Los caballos elficos siempre son magníficos- Akane lo miró asombrada, no era un orco normal, cuando lo vio desnudo notó que no era de todo orco, que por su sangre corría sangre elfica y humana.- nuestros aliados o enemigos nos deben admirar.
-¡Tonterías!, una bella armadura no sirve de nada si no te protege. Un bello caballo no sirve si es lento o no te obedece. Una bella espada que está rota no te sirve en el campo de batalla- Ranma miró a su aliada- quítatelo de la cabeza, en una batalla no te servirá que provoque mi admiración, ¡Me debes provocar miedo, mucho miedo!
Akane se dio cuenta que ese ser era extraño. No era el típico orco cruel y bruto. Era inteligente y tenía conocimientos culturales que no tenían los orcos, supuso que Gwendolyn lo educó y le enseñó algo de cultura, ese orco no se expresaba como los otros orcos.
-Príncipe Ranma eres un peligro.- lo dijo medio en broma medio serio.
-¿Un peligro?, ¿por qué?- preguntó sorprendido, pero pronto su tono cambió a sarcástico y burlón, - ¿la princesa Akane se ha enamorado de mi belleza? Tenga en cuenta que en mi ciudad me persiguen y acosan tres princesa y numerosas doncellas orcas, y usted conseguirá lo mismo que ellas, ¡Nada!
Akane se irritó, ese orco era insufrible. Pero no seguiría su juego. Notó que su acompañante tenía los ojos tristes, ese ser era un misterio.
-Para ser un orco tienes ideas extrañas. Eres un peligro para tu raza, ellos no piensan igual que tú. Si consiguieras poder podías representar un peligro para lo que anhelan poder, por eso te quieren muerto.
-No me interesa el poder, no lo quiero para nada- miró a su acompañante-¿Y a ti? Según me han llegado rumores eres la menos apta de las elfa. Nuestros espías nos han informado que eres la menos femenina de las tres hijas del Rey elfo. ¿No sé porqué desean matarte?. Si fuese reina…
-¡No quiero ser reina!, ¡Odio ser como las demás!, ¡No quiero recitar poemas!, ¡No quiero bordar, se me da mal bordar. ¡Se me da mal todo!- gritó furiosa consigo misma.- Sólo se me da bien la esgrima o la lucha.
-¡Quieres ser una guerrera!, haces mal la guerra no son para las mujeres- sonrió- tampoco para los hombres.
-¡Deja de hablar!, eres un orco pacifista- lo dijo con asco. Y coge un caballo si se deja, si no huye corriendo.- había burla en lo que dijo, Ranma lo captó, pero no dijo nada, no tenían tiempo para pelearse.
Ranma se acercó a un caballo y le habló.
-No te haré daño, no seré cruel contigo. Quiero que seamos amigos. Llevarme y te cuidaré.
El caballo se agachó y se dejó acariciar.
-¡Buen chico!, llévame y seré bueno. Viajaré contigo, si no me aceptas, te dejaré y cogeré otro caballo, y esos que nos siguen, no te tratarán bien.
El caballo lo miró asustado y dejó que el orco lo montase. Akane después de hablarle a otro caballo, pudo montar, y los dos emprendieron la huida, siendo seguidos por el resto de caballos. Esos animales no se querían quedar allí y se masacrados por los elfos.
-¿Por qué has dicho eso de que lo iban a matar?,- preguntó Akane- no les pasará nada.
-Si se debía matar a los soldados que enviaron, se debe matar a sus monturas. Se hará pasar las muertes de esos soldados como un ataque de orcos, y los orcos… matamos tanto al soldado como a su montura.
-¡Tú habrás matado a tantos soldados y a tantos caballos!.
-¡Sólo he participado en las Guerras contra otras naciones de orcos. Y donde cabalgamos los orcos, difícilmente se pueden llamar caballos.
Ella lo miró horrorizada si una guerra entre razas ya era horrible, no quería ni imaginar como sería una guerra entre orcos.
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-No habéis cumplido, vuestro principito escapó, y lo hizo con Akane. ¡Debisteis matarlo!- El elfo se dirigía furioso al orco que tenía delante.
-Vosotros tampoco matasteis vuestra princesa. Ahora lo pagaremos caro, nuestros jefes se endurecerán, esos- señaló a los que habían matado Ranma y Akane -no serán los únicos muertos. Nosotros seremos los siguientes. No sé vosotros, pero en mi raza, a los que fracasan les espera un final atroz.
-¡Callad!- ordenó un elfo con la cara tapada por una mascara- me habéis fallado, ahora el propósito por el que hemos trabajado las dos razas no ha servido de nada. No habrá guerra entre nuestras razas, no invadiremos el reino de los humanos.
-Partiréis en busca de los fugitivos, ¡Quiero resultados!, os dividiréis en dos grupos, elfos por una parte y orcos por otra. Quien consiga matarlos… que me traiga sus cabezas.
-¿Por qué debemos hacer caso a una elfa?- gritó un orco- sé que eres una elfa, aunque cambies tu voz, eres una elfa. Hueles a hembra.
El que había mandado a esos dos grupos en busca de los fugitivos se acercó a quien gritó.
-Estás en lo cierto- y se quitó la mascara- soy la primera princesa del reino del rey Soun Tendo, soy la princesa Kasumi- la joven sonrió con dulzura y sin cambiar esa sonrisa, decapitó al orco que le chilló- si Akane no muere, yo o mi hermana mediana seremos las sacrificadas. Y lo mismo le pasará a vuestro jefe.
Kasumi miró a un orco que estaba sentado sin prestar aparentemente atención a la conversación, ese ser la miró, y de quitó la capucha que le ocultaba el rostro.
-El heredero de Rey Genma, el príncipe Ryoga.- Kasumi miró al jefe de los orcos- mi hermana Nabiki, y yo como usted debemos hacer desaparecer a mi hermana, y a su hermano. Para eso nacieron para que sirvieran de sacrificio y así provocar una guerra entre nuestras razas.
-Haced los que os ha ordenado la princesa Kasumi, ¡buscad a esos dos y matarlos!.
Los dos grupos salieron en busca de los dos fugitivos.
-¡Deben matarlos!-Kasumi miró como los dos grupos se alejaban- así habrá guerra entre nosotros y conquistaremos más territorios.
-¡No es esa la razón por la que los queréis muertos!. ¡Hay otra razón!- Gwendolyn apareció ante ellos. Todos retrocedieron asustados. Esa supuesta bruja era temida por todos, menos por los dos fugitivos-Teméis que cumplan la profecía, ¡ llegáis tarde!, ¡ellos ya empezado a cumplirla! ¡Es la voluntad de los dioses ¡, ¿Dioses? – la mujer rió y negó con la cabeza- los dioses no existen, pero él sí que lo existe. Tened su ira, si no se cumple su designios…él os castigará-los miró- y estáis yendo contra lo que él decidió.
-Sólo eres una humana, eres mortal, aunque dicen que eres una bruja, se te puede matar.
-¿Te atreverás a matarme?- lo desafío la mujer- ¿Y si matarme significa una maldición para ti y los tuyos?. ¡Vamos príncipe Ryoga!, ¡matarme y mi espíritu te perseguirá tanto cuando estés despierto como cuando duermas, claro si logras volver a dormir.
-No creo en magia ni en maldiciones, humana-,Ryoga escupió la palabra humana como si fuera un insulto.- te puedo matar y echar tu cuerpo a los lobos.
Gwendolyn miró a ese grupo.
Alzó las manos, de sus manos salieron rayos, su pelo se volvió blanco, su ojos rojos.
-¡No es humana!, ¡ No es sólo una bruja!- gritó asustado un elfo.
-No soy humana, fui castigada a tener apariencia humana. Pero no pertenezco a ninguna de vuestras razas. ¡Príncipe Ryoga del clan Saotome!, ¿lucharás conmigo o huirás?.
Todos los allí reunidos sintieron pavor esa mujer era un monstruo que los destruiría, y huyeron de allí.
Gwendolyn rió siniestra, no iba a dejar que esos seres se burlasen de ella, tampoco los dejaría que profanasen su lago con su presencia. Esa tierra era suya. Cuando fue rechazada por las razas inteligentes, llegó a ese lugar, y con el tiempo lo hizo suyo.
Esas razas perseguirían a sus dos alumnos, no haría nada, no los ayudaría, debían crecer, y hacerlo solos, y con ese crecimiento debían descubrir el auténtico motivo por el cual los querían muertos, y que no era ser sacrificados para provocar una guerra.
