— ¿Entonces eres un servant clase archer y te llaman Archer? — Una voz se escuchó al costado del hombre bronceado
— Parece que eres bastante observadora — Era sarcasmo puro lo que salió de su boca. Emiya no pudo evitar usar esa clase de tono ante esa pregunta.
Volteando a la derecha ahí estaba, una mujer de cabello blanco, con una estatura alrededor de un metro sesenta y portadora de una sonrisa que parecía imborrable en su cara.
Ambos se encontraban caminando por un largo y ancho pasillo blanco solo acompañados por el sonido de sus pasos y las preguntas frecuentes de la mujer hacia él.
Hace media hora el equipo de Chaldea, acababa de volver de su última misión del día, misión que no presentó un problema alguno para el equipo en general. Por la sencillez de la misma, la misión se había usado como la quinta y última misión de introducción a la más nueva servant al equipo.
Nagao Kagetora, era inusual que esta servant no se refiriera a ella por el nombre de Uesugi Kenshin. No es frecuente invocar a un héroe en una versión más joven por ser naturalmente la menos conocida de su historia.
Él había sido enviado también a la misión para cubrir al equipo y para ser quien vigilará los alrededores en caso de emboscada, nada nuevo, no era la primera vez que le pedían desempeñar esa clase de roles.
Al menos ahora no dejaba la cocina tan descuidada durante su ausencia, el personal había crecido desde su invocación, algo bueno en teoría, más ayuda era preferible para cualquier futura circunstancia, pero también le trajo unos cuantos dolores de cabeza.
Ahora mismo estaba lidiando con uno de ellos. No sabía que hizo, pero desde que se encargaron de un pequeño asalto la albina lo empezó a observar como un águila a su presa antes de acercarse a él y empezar a bombardearlo con preguntas estúpidas.
Llevaba contando los minutos desde que esta situación inició y su paciencia estaba siendo puesta a prueba.
— Aun así, me sigue resultando confuso que te llamen así, siempre usas esas espadas, apenas te vi ocupando ese extraño arco durante esta misión
— Solo es un arco grande
— ¿Puedo ver tus otras armas?
— Oh, ¿la Diosa de la guerra está interesada en meras espadas?
—Tengo curiosidad, nunca había visto tantas espadas con formas tan raras hasta que me asignaron estas últimas dos misiones contigo. Esos proyectiles parecían flechas volando por el aire, pero seguían siendo espadas en su base
— No hay mucho que observar. Tampoco es que sea el único servant con más de un arma, ¿o acaso tú no eres una lancer con espadas y una montura?
La primera vez que escucho sobre el número de armas de la mujer albina él había levantado una ceja, no era usual que pasará eso, no imposible, ya conocía a varios espíritus heroicos portando más de un arma desde su invocación o una montura sin ser de clase rider.
Supuso que a eso se le debería llamar suerte o en verdad la mujer tenía a un Dios, respaldándola.
— No entiendo mucho el sentido de eso, pero mientras pueda mantener mis armas y mi corcel, entonces no me importa demasiado su lógica
— En verdad solo te importa pelear
— ¿Algo debería interesarme más? — La pregunta fue genuina, pudo fácilmente reconocerlo. El casi imperceptible movimiento involuntario que hizo con sus pupilas le dieron el único indició de expresionismo en ese rostro vació de expresión.
La mujer frente a él solo se la pasaba sonriendo y riendo, nadie parecía seguirle completamente el juego. Los cambios de tonalidad en su voz podían ser la única forma en la que los demás lograban comprender sus palabras con algo más de profundidad.
Desde su punto de vista, la albina no sabía comunicarse apropiadamente.
Aunque pensándolo bien, era algo obvio.
— No he dicho eso, fuimos convocados para pelear hasta que muramos después de todo, no hay otra razón por la que estamos aquí, si no es para luchar
— Me gusta ese pensamiento. La batalla no sería los mismo si nadie peleara con todo su ser
— Supongo que ser el avatar de un Dios te debe otorgar una gran sabiduría para poder llegar a esa conclusión — Arrastró "gran" antes de regresar su mirada hacia los ojos de la mujer aclamada como Diosa.
La albina solo mantuvo su sonrisa imperturbable frente a sus palabras.
Una pequeña parte de él que sintió curiosidad por el compartimiento de la mujer frente a diferentes interacciones, se preguntó si ella lo habían entendido.
Una leve risa escapó de los labios de la albina resonando a lo largo del pasillo — Nunca lo había visto de esa manera, creí que Bishamonten solo me resguardaba en la batalla
El arquero solo sintió algo de desconcierto, no por la falta de expresión facial, sino por la respuesta. No lo demostró físicamente.
Solo le pareció graciosa que la mujer no entendiera el sarcasmo.
Emiya probo alzando la comisura de sus labios levemente.
Kagetora lo miró de vuelta al hombre sin nombre quien parecía sonreír
¿Eso significaba que le daba la razón?
Lo tomaría como tal, después de todo, era él era el autor del planteamiento.
El silenció reino luego de ese último intercambió. Kagetora solo lo miro con la misma sonrisa que había estado haciendo desde hace horas, no una más larga o más corta, imperturbable. Nadie continuó la conversación, solo hubo silencio.
No un silencio cómodo entre amigos, tampoco se podría llamar uno incomodo, simplemente no había tema ni preguntas en la cabeza de Kagetora para seguir con su charla.
Emiya tampoco estaba interesado en mantener su conversación viva, con el paso de los segundos y la falta de gestos, el arquero parecía haber perdido el poco interés que había tenido en la mujer durante los últimos minutos.
A pesar de no hablar, Kagetora continúo caminando al costado del hombre, quien internamente se empezó a preguntar si la albina seguía pensando en sus palabras o si acaso quería algo. Lo último no sería a extrañar considerando su propia posición en la cocina y la afición por el sake de la mujer.
En algún punto del camino se encontraron con una bifurcación de frente. El arquero fue por la derecha, la albina lo siguió de cerca antes de empezar a mirar a los lados. Eventualmente tras ese cambió en su rumbo uno de ellos debía romper el silencio.
— Oye, ¿hacia dónde vamos? Si recuerdo bien la sala de simulación estaba doblando a la izquierda
— Estoy yendo hacía la cocina
— ¿No íbamos a entrenar?
— Nunca he dicho eso
— ¿Tú no?
— No te confundas, solo accedí a saciar tu curiosidad respondiendo tus preguntas mientras no me estorbaras en mi camino. A diferencia de ti, debo preparar los alimentos para la cena — Los pasos del arquero se mantuvo firmes mientras seguía avanzando por el pasillo.
Kagetora siguió a su ritmo tratando de quedarse a la par del hombre moreno.
— Pensé que íbamos a entrenar
— No soy un aficionado a pelear, si acaso lo creías. Si no tuviera que participar en las misiones, probablemente pasaría todo mí tiempo cocinando
— Suena bastante aburrido. Pasar todo el tiempo en un solo lugar no suena a algo que alguien haría por voluntad propia — Sus palabras le parecieron extrañas, el arquero en verdad era una persona rara.
No le entraba en la cabeza, entendía el concepto de los pasatiempos, pero alguien no podría hacer solo una cosa durante mucho tiempo sin terminarse aburriendo, ella no podía hacer eso.
¿Acaso lo normal era querer estar en un mismo lugar todo el tiempo?
No creía que ese fuera el caso, aparte del arquero a su lado, nadie le había dicho algo así o si quiera planteado esa idea de normalidad.
— Tú pasarías todo un día en un campo de batalla si pudieras
— Pero es diferente. ¡Los campos de batalla son mucho más divertidos!
— ¿Ya vas a dejar de seguirme?
— ¿Vamos a entrenar? — la sonrisa descarada en la cara de la mujer solo creció tras su último comentario.
Emiya solo se quedó mirando a Kagetora unos segundos, ese rostro relajado y la sonrisa que se había agrandado no mostraban nada, solo estaban ahí.
— Eres frustrante. ¿Por qué no solo vas y buscas a algún idiota para entrenar? — Su tono algo cansado se mezcló con sus palabras, no quería tener que lidiar con esa mujer, menos ahora que estaba siguiéndolo a la cocina.
— Quiero ver esa cosa rara que hiciste antes con tus espadas en la misión —el arquero solo alzó una ceja ante el comentario.
— ¿Cosa rara? ¿A qué te refieres?
No entendió lo que quería decir la albina, él simplemente no recordaba haber hecho nada fuera de lo usual durante la misión.
Normalmente solo hacía lo justo y necesario cuando se lo pedían o actuaba de forma independiente solo cuando lo creía necesario. Algunos servants durante las misiones lo habían llegado a llamar flojo por no hacer más que lo mínimo que se le ordenaba.
Eficiente era la palabra que mejor describiría su desempeño.
—No soy ciega, sé que cuando te alcanzaron unos grupos de enemigos hiciste aparecer unas espadas que se clavaron en sus cabezas— Kagetora movió sus manos levantando dos de sus dedos para luego mandarlos contra la palma de su otra mano, en un intento de imitar el movimiento de una espada cayendo desde el aire.
— ¿Entonces qué? ¿Deseas que te lancé espadas a la cabeza también? — Emiya se dirigió con un tono sarcástico a la albina.
— ¿¡Lo harías!? — la mujer elevo su voz considerablemente e inclinó su cabeza en dirección al arquero mirándolo fijamente con sus ojos que parecían iluminarse hasta cierto punto.
— ¿Acaso nada entra por tu cabeza? — La respuesta que obtuvo solo fue la fija mirada de Kagetora en su dirección.
Sintió ganas de frotarse la sien.
— No pienso entrenar, te dije que estoy ocupado
— Entonces, ¿si no estuvieras ocupado, entrenarías? — No hubo respuesta inmediata por parte del hombre.
Sus pasos siguieron, Kagetora no habló en ese tiempo, tampoco pidió una respuesta inmediata, solo alzó la vista hacia el frente esperando lo que fuera a hacer el arquero. Una parte de ella estaba curiosa.
Emiya eventualmente solo se detuvo en seco al llegar frente a una gran entrada, finalmente había llegado a la cafetería, atravesarla era la única forma de llegar a la cocina.
No podía seguir avanzando con la albina siguiéndolo, sería un fastidio tener que seguir respondiendo sus preguntas mientras cocinaba o evitar que rompa algo de su cocina, así que, si podía evitar que ella haga una estupidez sería lo mejor.
Su problema ahora era lograr sacarla de aquí.
— Escucha. ¿Si te digo de alguien tan molesto como tú respecto a entrenar, me dejarías en paz por esta ocasión?
— ¿En verdad?
— Solo si me dejas en paz
Kagetora se detuvo un momento a pensarlo, no sonaba como una mala idea tampoco, si era alguien fuerte y alguien contra quien jamás había peleado, entonces no sería una mala propuesta.
Además, que prácticamente el arquero le estaba garantizando un próximo duelo.
Emiya se quedó mirando de brazos cruzados hasta que la albina hizo un rápido asentimiento con la cabeza, internamente sonrió por el resultado.
Quizás llegaría a la cocina sin mayor problema.
— ¿Conoces a Scathach?
— ¿La mujer de la lanza roja? — Kagetora pregunto inclinando su cabeza a la derecha levemente.
Creía haber escuchado ese nombre y algo de esa arma siendo mencionado por aquel lancero azul, Cú Chulainn durante su tercera misión.
— Justamente ella, esa bruja puede ser tan molesta como tú en cuanto se refiere a entrenar, escuche que hoy estaría en la sala de simulación con el idiota azul. Deberías ir a probar suerte
— ¿Ella aceptaría?
— Si la provocas lo suficiente sé que lo hará — Emiya no pudo evitar formar una pequeña sonrisa ante la idea de ese momento.
Kagetora pareció emocionarse ante esa idea desde su punto de vista, el pequeño brinco no fue demasiado sutil como el resto de expresiones de la albina.
Él no imagino que fuera tan fácil que ella cambiará de interés considerando que ella quería ver su técnica, pero de seguro se emocionó por oír el nombre de una guerrera que obtuvo la inmortalidad.
Tampoco se quejaría.
En unos segundos la aclamada Diosa de la guerra se despidió del arquero antes de dirigirse hacia la sala de simulación en busca de su nuevo rival de hoy.
Internamente Kagetora se sintió un poco decepcionada de no haber podido enfrentar al arquero en esta oportunidad, pudo haber insistido más, pero la propuesta del hombre era bastante buena.
Al menos luego podría ir a convérselo de entrenar con ella.
Después de todo, fue él quien le dijo que trabajaba en la cocina.
Así que solo debería buscarlo ahí luego, ¿verdad?
Como siempre parecía que el destino decretado por los cielos estaba a favor del avatar de Bishamonten.
…
— Archer, ¿ya terminaste el pastel? — Una voz se salió por atrás de Emiya. Él no necesitaba adivinar a quien pertenecía la voz luego de todo el tiempo que llevaba cocinando.
En ese momento ya era tarde por la noche en las instalaciones de este complejo llamado Chaldea, una organización que existía para preservar la supervivencia humana de este mundo. Ahora mismo él se encontraba en la cocina, como parte del personal de esta, él se encargaba de cocinar al igual que algunos pocos servants con esa misma afición.
— Está casi listo. Necesitare que alguien lo lleve. ¿Puedes hacerlo tú? — El hombre jamás aparto su mirada del postre frente suyo y solo se limitó a dar esa breve respuesta.
Sabía que la mujer pelirroja aceptaría su pedido.
— Está bien, supongo que te dejaré terminar. Avísame cuando hayas terminado — Oyó la voz de la mujer atrás suyo antes de que el sonido de sus pasos se fuera alejando lentamente de él, mientras se dirigían hacia el comedor.
Dejando eso aun lado, enfoco sus sentidos de vuelta hacia su platillo.
Cocinar es una actividad que Emiya disfruta mucho. Como una forma reconectar con algo que perdió hace mucho y que le trae satisfacción a su ser ahora. Este espacio solo ha tomado lugar desde su llegada como servant de esta organización.
Y ciertamente era una actividad que lo relajaba bastante.
Ya estaba dando por finalizado el postre que se le encargó, solo le estaba dando los toques finales cubriendo la superficie del pastel con glaseado. Una vez que logro abarcar todo el exterior del platillo tomo un envase para guardar el postre antes de dejarlo sobre la barra.
Hizo un pequeño gesto de mano captando la atención de Boudica. Pudo observar como la Reina de Iceni se acercaba a recoger el pedido antes de llevarlo a una de las últimas mesas de la habitación. Sin más comida que cocinar ni pedidos que atender, ya podía dar por finalizada la cena de este día.
Camino hacía el lavamanos, mientras echaba un ojo por la barra para ver casi toda la cafetería completamente vacía, eso ya era lo usual por estas horas luego de la cena. Prácticamente todos se habían retirado y apenas quedaba parte del personal que limpiaban las mesas vacías.
Raikou y Tamamo Cat parecía que estaban terminando de limpiar el comedor, era lo usual en este día. Normalmente el personal de cocina se repartía las tareas por horarios y actividades que rotaban dependiendo del día, haciendo que cada día cada integrante tenga una actividad distinta al anterior a pesar de que sea a la misma hora.
Siempre tratando de asegurarse que hubiera al menos un miembro del personal en la cocina para atender a los residentes de las instalaciones.
Según palabras de Boudica esto era para poder variar entre los días y que no sea tan repetitivo. Él ciertamente no creía que se viera afectado, pero no estaba en contra de la medida, y si esta lograba mejorar el desempeño del resto del equipo, entonces estaría bien para él.
Hablando de la Reina de Iceni, la pelirroja volvió a la cocina.
— ¿Vas a quedarte a terminar de limpiar la cocina de nuevo? Yo me puedo quedar a limpiar contigo esta vez si quieres, no tengo problema
— No será necesario, me puedo encargar yo mismo de esto. Además, ¿no sé supone que vas a ir a una misión en unos minutos? — El sonido agua saliendo del grifo llegó a los oídos de la mujer y Emiya empezó a lavar sus manos con naturalidad.
Ahí frente ella se imponía de nuevo la espalda del hombre.
El arquero le había dado la espalda de nuevo. No era la primera vez que hacía eso. Era algo frustrante, pero ese hombre siempre parecía tener la excusa perfecta para evitar que alguien lo acompañase.
Podría ser el hecho de que suele escuchar atentamente lo que se habla en el comedor o que la maestra solía acudir a él cuando tenía alguna duda puntual, pero siempre tenía una excusa, argumento o información para librarse del problema o en su defecto irritar lo suficiente a la otra persona para que se vaya.
Para su fortuna, en la cocina el arquero parecía medir mejor sus palabras.
En el fondo quería ayudar a ese hombre del que aprendió varias cosas sobre la cocina, quizás solo sentía que se lo debía, aunque probablemente ese no fuera el caso.
Aun así, le gustaría hacer que se abriera un poco más al equipo, siempre lo ve haciendo actividades solo y rara vez se le encontraba en su cuarto.
Sería fácil sentir pena por él para los demás sino fuera un idiota cuando le molestan demasiado o cuando no desea compañía.
Sólo parecía ser medianamente amistoso a ella, al resto del personal de cocina, a los trabajadores humanos, a los niños, a Mash y a la maestra. No era un numero pequeño, pero tampoco eran si quiera la mitad de las personas dentro de la instalación.
Había tratado de hablar un poco más con el hombre, pero siempre se mantuvo neutral ante cualquier tipo de charla, nunca hablo con ella de algo más allá de lo laboral y tampoco logro que su expresión transmitiera algo de verdad.
Ese hombre solo se quedaba ahí, haciendo lo que le pedían, siempre esperando alguna orden.
No mostraba tener ninguna meta por cumplir, tampoco le interesaba descansar en su tiempo libre, simplemente no mostraba nada de él, no sus sueños, ni esperanzas, menos su origen. Era como si estuviera vació de propósito.
Como una herramienta aguardando por ser usada.
— Aún podría ayudarte un poco o podría pedirle a alguien más del equipo que venga a darte una mano, no creo que les moleste —El arquero al escuchar eso finalmente dejó de lavar sus manos y se dio la vuelta mientras agarraba una toalla para secarse.
— No te molestes por eso, la verdad, preferiría hacer esto solo que en compañía — Boudica miró al hombre, quien finalmente le devolvió la mirada solo hablándole con ese tono cortés, no muy amable, alejado de ser hostil, solo transmitía sus palabras con el respeto necesario — Por cierto, deberías apresurarte si quieres llegar a la sala de Rasyshift a tiempo
Con una sonrisa confiada el arquero alzo su mirada por encima de ella hacia el reloj en la pared a su espalda. Solo tuvo que darse vuelta un segundo para confirmar las palabras del arquero.
En verdad se le estaba haciendo tarde.
Boudica hundió sus hombros y bajó la cabeza antes de alzarla solo para mirar al arquero con los brazos cruzados.
Era algo gracioso, incluso ahora mientras parecía mantener esa postura relajada el hombre aun mantenía su guardia en alto, ni siquiera confiaba por completo en ella aún después de todo el tiempo que lleva en estas instalaciones.
Tampoco confía en el resto de ellos.
— Esta bien, pero recuerda, si algún día necesitas ayuda o te quieres tomar un descanso el personal siempre estará dispuesto a darte un relevo
— Entonces supongo que será cuando muera — una breve risa seca escapó de sus labios luego de ese comentario, el tono burlón de su voz no pasó desapercibido para ella.
Lamentablemente conociendo el valor que tenía la vida para ese hombre sabía que en realidad estaba hablando en serio.
Más allá de su nulo avance para hacer que el arquero se abra más con el equipo hoy.
Esas palabras fueron la peor parte.
Al final solo pudo asentir en rendición y desearle un buen día, no podía hacer más y tampoco sintió que pudiera hacer algo por ahora. Él solo se limitaba a responder y dejar esa brecha entre él y los que trataban de hablarle se extendiera lentamente.
Hubo un leve cambió de tono en su despedida.
Emiya escuchó los pasos de Boudica alejándose de la cocina, él ya había vuelto a mirar hacia el lavabo. La duda pareció manifestarse por un segundo en los pasos de la mujer y claramente escuchó como ella dio un paso en falso en su dirección antes de que retomara su camino hasta alejarse rumbo a la puerta.
Emiya ignoró ese paso en falso, también el cambió que hubo en el tono de voz de la pelirroja, no era importante para él en ese momento.
Solo se tomó unos segundos para quedarse observando la vacía cocina antes de ponerse a limpiar el lugar.
Limpiar era una tarea compleja, rigurosa y larga, pero no una difícil para él.
Como ya era costumbre inició por limpiar las superficies de trabajo dentro de la cocina, luego barrió el piso y se deshizo de la mugre en los hornos y estufas.
Su limpieza tarda algo de tiempo, pero él no tenía prisa por terminar. Solo continuó limpiando de manera constante por un tiempo indefinido.
El arquero se agachó para poder verificar el último horno que le quedaba, no había muchos en la cocina tampoco, antes de su llegada no había mucho personal, luego del incidente y su invocación la cocina estaba prácticamente inoperable, aparentemente una de las explosiones alcanzó un balón de gas y toda la habitación entro en combustión.
Nadie sobrevivió.
Posterior a eso, él llegó a Chaldea.
El lugar era un asco, una sombra de lo que es actualmente la agencia protectora de la historia humana de hoy.
Se quedó con los sobrevivientes a reparar las instalaciones y personalmente se encargó de reparar la cocina, no había nombrado una razón en particular, pero no iba a permitir que se produjera un error durante la recuperación de la esa sala.
Al principio no se propuso reparar todo, solo se centró en lo mínimo para que una persona pudiera operarla con el fin de usarla lo más rápido posible.
Le tomó alrededor de un día.
Nadie lo cuestionó cuando pidió ser participe del personal de cocina.
Muchos de los trabajadores restantes no manejaban muchas habilidades gastronómicas, por supuesto, unos pocos tenían suficiente habilidad o conocimiento para saber que hacer, otros eran completamente inútiles.
Eran gente joven que hasta donde sabían en menos de un solo día se convirtieron en los últimos humanos con vida.
Del pequeño grupo de personas que tenía potencial para operar los electrodomésticos y preparar platillos, ellos simplemente no estaban en condiciones de trabajar. Les temblaban las manos, sufrían de mareos o entraban en pánico cuando las flamas de la estufa no se encendían al instante o por el contrario cuando estas se avivaban demasiado.
Así, todo el peso de la cocina durante las primeras semanas posterior a su reparación recayó en él.
No fue gran problema, no eran muchas personas, solo el tema de las raciones era un problema que se debía manejar con extrema planeación, no sabían cuando podrían conseguir recursos o como podrían hacerlo.
Les toco esperar por un milagro.
No había sido la primera vez que veía un paisaje así, él lo sabía, un grupo minoritario de personas peleando por algo más grande que ellos, algo que sabía que ellos no comprendían del todo, y hay estaba él ayudándolos, solo… No recordaba cuando.
En el momento donde su mano toco el interior del horno, sintió el tacto del metal frio en la palma de si mano, ya había pasado una media hora desde que se usó este horno. El metal helado no era una sensación nueva para él.
Cualquier espada que rastrea, cualquier arma que deja o cualquier pieza de acero que se llega a su mundo estaba frio, pues nadie los sujeta.
El interior del electrodoméstico estaba lleno de grasa y él arrastrándose en ella. Luego iba a tener que limpiarse antes de dejar de la cocina.
Limpiar era algo para lo que parecía ser bueno, ahora mismo lo hacía por reflejo y simplemente es como si ya supiera que debía hacer y cómo hacerlo. Por supuesto que lo sabía, lo habría hecho miles de veces antes, su cuerpo solo guardo ese hábito más allá de lo que su memoria lo hizo.
Por su parte la limpieza que recordaba era arrastrarse por toda la mierda que la humanidad iba dejando, en vez de tener que meter la mitad superior de su cuerpo dentro de un horno.
Avanzar entre la grasa podría verlo como moverse entre la sangre y desesperación que aparecía ante él en cada momento de su existencia, él la limpiaba, solo para al final deslumbrar lo último que la faltará por eliminar.
Una gran mancha de grasa al final de la pequeña cámara metálica.
En ese momento sintió ganas de limpiarlo.
¿Por qué quería hacerlo?
No le gustaba que estuviera sucio.
¿Eso en realidad era un pensamiento suyo o solo la responsabilidad por su puesto?
Era suyo, lo sabía, él podía sentir fácilmente cuando no pertenecía a él.
Después de todo, él solo poseía tanto libre albedrio como ella se lo permitiese.
Eso lo llevaba a cuestionarse su llegada en primer lugar.
¿Cómo él había sido invocado ha Chaldea y su nuevo pero defectuoso sistema para invocar sirvientes?
La respuesta parecía tonta, había sirvientes muchos más fuertes que él e incluso dioses que habían sido traídos por esa máquina.
Pero cuando él llegó todo estaba en ruinas, parecía casi fortuita o premeditada su aparición.
Él había sido convocado, sin embargo, a diferencia de veces anteriores no recibió una orden para actuar, tampoco fue traído por el sistema del santo grial que le indicara que estaba en una guerra por el deseo de la copa.
Solo llegó sin propósito fijo o con alguna una meta a conseguir, solo abrió los ojos y se encontró con una chica algo asustada cuando vio su cara. Esa expresión fue divertida. Luego supo que una versión corrupta de él había sido un enemigo que habían enfrentado hace menos de veinticuatro horas.
Debió de haber sido corrompido muy gravemente para no haberse cortado la garganta en el momento que su ser cambió de origen, perder el tiempo cazando idiotas en medio de una gigantesca tumba en llamas no era algo que haría.
Simplemente no tenía propósito para hacer aquello, nada en esa línea de tiempo era relevante.
Y si lo fuera, entonces en el momento que la ciudad entro en llamas toda la zona habría sido reducida a cenizas.
Incluso con ese pilar demoniaco y la pequeña tirana dentro de ella.
Un desastre humano no podía tolerarse.
Al igual que él no toleraba la suciedad en la cocina.
Y cuando había uno, al igual que como si fuera una ciudad que cometió el error de salirse del plan preestablecido del destino, él tomaría una herramienta y quitaría esa mugre de la vista de cualquiera.
Entonces, ¿para qué había sido traído sin recibir órdenes a una línea de tiempo muerta? Una donde la humanidad se debió de extinguir en el año 2014.
No había razón para preservar este lugar.
Cuando fue invocado la respuesta a su pequeña incógnita debió de ser obvia, debía terminar el trabajó de alguien una vez más.
Debía destruir ese sitió, a los sirvientes en él y a su convocador.
Ese debería ser su actuar lógico, pero en ese momento no lo hizo, una parte de él se preguntó por qué parecía no tener límites en sus acciones, no sintió alguna restricción, tampoco la necesidad de hacer algo en particular.
Solo por esa razón, él decidió esperar, esperar a que sucediera algo que explica su llegada.
Emiya decidió extenderle la mano a su invocadora.
El resto es historia.
Emiya cortó su línea de pensamientos cuando cayó en cuenta que ya había terminado de trapear el piso.
Había pasado el resto del tiempo de limpieza en su cabeza, ya no le quedaba más que limpiar en la cocina. El arquero se volteó un momento a mirar al comedor por una ventanilla.
Los demás ya habían terminado de limpiar el comedor y se habían retirado, no es que él tuviera prisa por irse también.
El hombre volteó hacia atrás tan solo un instante para mirar su entorno, no había nadie a su alrededor, estaba solo con sus pensamientos de nuevo.
Podía al menos apreciar la paz y del silencio que este lugar le concebía, aunque no era suya, solo la tomaba prestado de este mundo que por alguna razón le dio este pequeño descanso.
Uno que sería temporal, solo una parada en su maldita e interminable existencia.
Dejó ese pensamiento también a un lado y se preparó para irse, aún después de todo, en el tiempo que llevaba en este lugar, no encontró una razón real por la cual él llego ahí, no estaba para destruirla, aunque en este momento sería más difícil y tampoco sabía si en verdad estaba para proteger al orden humano de este mundo.
Como siempre, él no parecía encajar, incluso en estas instalaciones que no debían existir.
Él estaba fuera de lugar.
…
Scathach estaba sonriendo.
Desvió un corte en su dirección antes de patear la lanza de la albina en el costado.
No había hablado mucho con la mujer con la que estaba combatiendo, pero esa hambre de batalla que tenía la mujer era a lo menos interesante.
Hace unos minutos ella estaba saliendo de la sala de simulación cuando la encontró buscándola.
Una servant nueva que buscaba enfrentarse a su lanza, era tentador aceptar.
Una primera batalla contra un compañero nunca sería algo negativo, aun así, ella tenía sus propios estándares para luchar, no aceptaría tener un duelo con cualquiera, aunque fuera un oponente poderoso o un héroe de renombre.
Debía verlos primero.
Tenía que ver si encontraba una actitud genuina o si era algún idiota arrogante, ya había conocido a muchos de esos, simplemente no quería tener que soportarlos durante un combate.
La albina frente suyo no tenía mucho que esconder, tenía una sonrisa que solo ocultaba un rostro vacío y poseía un deseo tangible de enfrentar oponentes fuertes.
No fue difícil que después de un breve intercambió de palabras con la albina, ella terminará volviendo a entrar a la sala de simulación acompañada por esa mujer.
Ahora estaba en esta situación. Agarró su lanza y se abalanzó sobre la proclamada avatar del Dios de la guerra.
El metal chocó contra el metal.
El forcejeo entre la lanza carmesí y la katana en llamas no se hizo esperar.
Un destello entre las olas de fuego carmesí y naranja la hizo pasar de forcejear a desviar para evitar ser empalada por la lanza de siete puntas que se abrió paso entre las llamas, logrando en el proceso evitar también el tajo de la hoja proveniente de la lejana isla del este.
Dos pasos hacia atrás, eso fue todo lo que Scathach necesito para recobrar su punto de apoyó antes de esquivar un corte vertical en su dirección. Dos cortes siguieron a ese último, uno horizontal, otro en paralelo, uno tras otro apuntando a sus costillas y hombros respectivamente.
Si tres ataques se dieron con la espada, entonces…. ¡CLAAANK! El sonido de las armas chocando volvió a esparcirse por toda la habitación.
Pelear contra un oponente que portan dos armas siempre trae peligros, al igual que los de un arma, el problema de los usuarios de dos es que tienen la oportunidad de cambiar el ritmo y estilo de ataque.
Pueden confundir, bloquear o incluso fintar con una mano y luego luchar con la otra. Eso los hace más peligrosos, un descuido y podrías terminar empalada en el pecho.
Quizás solo fue por orgullo o solo subestimo un poco a su oponente, pero le había dicho a la albina que la vencería usando tan solo una de sus lanzas.
Ahora mismo ella mantenía esa única arma para defenderse de una lanza y una katana.
No era la mejor situación, tampoco era una derrota segura. Después de todo ella dijo que la vencería con tan solo una lanza e iba a cumplir su palabra.
Ambas se miraron durante el intercambió. Ojos carmesíes como la lanza que portaba miraron fijamente esa sonrisa perpetúa en el rostro de la mujer albina. Nunca dejó de sonreír, tampoco cuando había logrado conectar su primer ataque y la sangre de la albina salpico el filo de su arma.
Esa sonrisa sabía que era falsa, mas no lo hacía menos inquietante para ella.
Entonces la risa de esa mujer llegó a sus oídos, no supo por qué. Imagino que su rival ahora estaba disfrutando verdaderamente de su combate.
Pelear contra un desquiciado.
No era como luchar contra un idiota arrogante, pero no era mejor precisamente hablando.
Los locos tampoco entraban en el grupo de personas que le agraden demasiado, ella podía comprender el hambre de batalla de un guerrero, el deseo innato de medir su fuerza también.
Solo el sonido de esa risa retumbando en sus oídos le dijo que había algo más en aquella mujer, no algo malvado, pero si algo inhumano.
Intensifico el agarre de su arma.
No estaba segura, pero algo dentro de ella le decía que en este momento el combate se decidiría.
Solo un movimiento.
Debía hacerlo rápido, más rápido que esa lanza, más rápido que el corte de la espada en llamas.
Respiro profundo y encaro a esos ojos fuera de la comprensión mortal. No supo si en la vida de esta guerrea alguien comprendió esa mirada, pero ella solo vio el vació que amenazaba devorarlo todo.
Y luego se vio a ella devolviéndose la mirada.
¿Quizás esos ojos solo mostraban la muerte que uno temía sufrir?
Pero ella la añoraba.
Quizás por ello se sintió reflejada en esa mirada.
La cara de la locura de la eternidad llamaba a su puerta, pero ella no le abría, entonces esta cara solo se quedó ahí, inmóvil y expectante, con una mirada fija y a la vez perdida en el frente de la puerta.
Esperándola pacientemente hasta que ella se cansará y le diera la entrada.
Con ese pensamiento la lanza carmesí cobro vida de nuevo y llamas incandescentes rodearon la superficie del arma.
Kagetora por su lado solo sonrió ante ese gesto. Su estancia en Chaldea estaba siendo bastante divertida, solo este combate era demasiado emocionante.
Su oponente en verdad era bastante fuerte, usaba su lanza de una forma única, no era menos efectiva, de hecho, sentía que iba más rápido, pero podía ser que solo fuera la mujer quien era más veloz que ella.
La herida en su abdomen aún la molestaba. Se descuido un segundo en el combate cuando se rio en medio de la lucha y a cambió su oponente casi la rebano en dos en ese instante.
No hizo que dejará de reír.
El goteo de su sangre mancho el piso de mármol a sus pies.
Descartó lentamente su espada dejándola caer al piso y permitió que sus dos manos sujetaran con firmeza el extenso mango de su lanza.
Cuando esto terminará aún tenía un asunto con ese arquero, pero ahora eso no era muy relevante en ese momento.
Alzo su mirada conectando miradas con la bruja celta. El ceño fruncido de la mujer frente suyo le parecía divertido.
Una expresión que veía a menudo.
No entendía que significaba. ¿Era eso que llamaban molestia, o era enojo?
¿por qué sentirías molestia en un combate?
¿Qué era sentir molestia?
¿Era desagradable?
Preguntas que se hacía a diario, mas nadie se las respondía.
En un respiro cambió su pose permitiendo que las siete puntas de su arma apunten a su oponente y se preparó para el siguiente asalto.
No estaba consciente del todo del porque había una sensación en su interior de que este choque decidiría el combate.
¿Bishamonten advirtiéndole?
No lo sabía, pero podía sentir esa sensación recorrer todo su cuerpo desde la planta de sus pies hasta el último pelo de su cabeza.
El final de su lucha estaba ahí, frente a ella, apunto de suceder.
Y ella estaría lista para este.
La victoria sería suya.
Pues es el avatar del Dios de la guerra.
Y no está dispuesta a perder ninguna batalla
Nadie vio que paso en el enfrentamiento cuando ambas fuerzas chocaron en un solo ataque que duro menos de una fracción de segundo.
Una cortina de humo se levantó desde hipocentro del estallido.
Solo el sonido sordo de dos fuerzas impactando resonó en los oídos de todo aquel que espectará tal choque.
Un poderoso eco chirriante y pesado de adueño de la habitación.
…
Y corte.
Creo que quedó bien.
Esta es mi primera historia tanto creada como publicada en internet, así que estoy bastante nervioso con el resultado, pero tenía ganas de escribir esta historia desde hace medio año.
Si alguien se pregunta la razón por la cual elegí a Emiya archer, como a Kagetora, realmente no tiene mucha ciencia, leí una historia corta de ambos hecha hace unos años y me gusto bastante su química. Así empezó esta idea que pronto no me dejo tranquilo hasta que la tratase de expandir. Eso fue a finales del año pasado.
Espero que a cualquier persona que haya leído este humilde trabajo le haya gustado, cualquier observación y sugerencia en cuanto a estructura como a la gramática siempre serán bastante apreciadas.
También quiero agregar que este capítulo con el siguiente serán tomados como una pequeña introducción, por consiguiente, el segundo capítulo saldrá pronto, pero antes de publicarlo me fijaré en la recepción de este pequeño trabajo y también tratare de asegurarme que se mantenga coherente con el tercer capítulo que ya termino el proceso de planeación.
Sin nada más que agregar me despido.
Desconocido fuera.
