Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 761.

16.- Sonrisa

No le costó mucho caminar hasta el instituto, eso le sorprendió porque el viernes había tenido un ataque pánico de los grandes al intentar pisar la calle. Quizás era porque en seguida Nath y él habían resuelto lo ocurrido, se habían sentado y hablado, porque las cosas no se habían enquistado complicándolo todo un poco más. Pero, aún y así, le sorprendió. Subió los escalones de la entrada y miró a su alrededor. Sus compañeros hablaban en pequeños grupos poniéndose al día de lo que habían hecho durante el fin de semana. Él, por su parte, no tenía muchas ganas de enredarse, le había lanzado una leve indirecta sobre que le gustaban los chicos y, Nath, no parecía haberlo entendido.

Se quitó la capucha y continuó andando hasta la escalera de metal que llevaba a las aulas.

—¡Marc!

Se paralizó un segundo al no reconocer la voz, se repuso y se giró. Era Alix, que movió la mano a modo de saludo al tiempo que sonreía.

—Espero que ese idiota que se hace llamar mi mejor amigo no esté dándote problemas —soltó en tono divertido—. Él... es buena persona, pero a veces se olvida de que el mundo real existe.

—No pasa nada —contestó y jugueteó con el cordón de la capucha. Lo estaba repitiendo demasiado no estaba seguro de si era cierto o sólo intentaba convencerse de ello—. Trabajar con él es fácil.

—Pero está ese diario. El de Ladybug.

Sintió el ardor del rubor tiñendo sus mejillas. Creía que sólo lo había leído Nathaniel. Si lo había leído ella también iba a morirse de la vergüenza.

—Y-ya se lo expliqué a Nathaniel, m-me inspiré en sus dibujos.

—No, si me parece genial, pero Nath no es ningún genio entendiendo las indirectas. —Se encogió de hombros y rió—. En realidad, las directas a veces tampoco las entiende.

»Lo que quiero decir es que no tienes que preocuparte por lo que escribiste. Parte de cero y olvida lo de antes.

—Gracias.

—Y si quieres hablar yo puedo escucharte.

—Estoy bien.

Subió rápido las escaleras, ya sabía que Nath no había entendido lo del diario, pero Alix sí que parecía haberlo entendido. A lo mejor le había pillado mirándole, porque Marinette tampoco entendió que era una declaración de amor y había leído el mismo diario.

—Ah, Alix —susurró desde la mitad de las escaleras—. No se lo digas a nadie.

—¿Decirles qué? —preguntó en tono cómplice.

Marc acabó de subir las escaleras y se refugió en clase. Al menos durante unas horas no pensaría en Nath, ni en el diario, ni en Ladybug. Tomó apuntes, avanzó los deberes tanto como pudo y esperó hasta que todos hubieron salido para cargarse la mochila al hombro para salir también. Miró los bancos, pero se sentó al final de las escaleras como siempre hacía. Aquel era su lugar y allí se sentía cómodo, podía escribir sin que nadie mirase por encima de hombro y no necesitaba entablar conversación con nadie.

Sacó el pliegue de papeles en el que continuaba apuntando sus ideas mientras Nath tenía el cuaderno. Se le había ocurrido algo interesante durante la clase de matemáticas y no quería que se le olvidase.

—Hay que ver, ¿es que tienes algo en contra de los bancos?

Se asustó, contuvo el impulso de embutir los papeles en el fondo de la mochila como si estuviera haciendo algo malo.

—N-no ¿por qué?

—Siempre te sientas en las escaleras —declaró Nath sentándose junto a él en el escalón—. Podrías sentarte con Alix y conmigo.

Los ojos verdes de Marc se clavaron en Alix que le saludó llevándose dos dedos a la frente.

—Estoy bien aquí.

—¿Va a ser siempre así? —preguntó captando de su mirada verde—. ¿En la escuela vamos a fingir que no existimos y sólo vamos a hablar como dos personas en la calle?

—No, no es eso. Quería escribir algo que se me ha ocurrido y aquí me concentro mejor.

—Pues escríbelo y vamos al banco, te espero.

Los labios de Marc se curvaron en una sonrisa.

—¿Va a ser siempre así? —le devolvió la pregunta—. ¿Vas a empujarme hasta el banco cada vez que me veas en las escaleras?

Nath tuvo la sensación de que su corazón se saltaba un latido con aquella sonrisa. Se obligó a ignorarlo. Se dijo que no era nada. Que Marc sólo era su guionista y alguien que le caía bien. Además, apenas se conocían. No era nada. Seguro que se estaba resfriando o algo así.

—Sí, seguramente —atinó a contestar.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Nath siendo tonto hoy porque era necesario para la trama y aún necesita un poco de tiempo para darse cuenta de las cosas.
Nos leemos.