Capítulo 9

Soplaba el viento fuertemente, y el cielo amenazaba lluvia, pero ese Martes, Emily lo tenía libre, y necesitaba despejarse. Había desayunado con Erin en la pastelería, y luego había salido a pasear. Iba perdida en sus pensamientos, mirando sin mirar los escaparates por los que pasaba. Se paró delante de uno, y se quedó mirando. Era un gimnasio, y se quedó ensimismada mirando cómo la gente sudaba con su sesión de spinning. Unos minutos después, alguien la sacó de sus pensamientos.

-Hey, hola. ¿Estás pensando en apuntarte al gimnasio?

-¿Qué? No, yo…-Emily se quedó sin palabras cuando vio quién le estaba hablando, y notó cómo sus mejillas se calentaban.

-Soy Derek Morgan -el chico le extendió la mano, y cuando salió de su ensoñación, Emily se la estrechó.

-Emily Prentiss -sonrió nerviosa.

-Estabas el otro día en el "Cócktail" ¿verdad? En la discoteca.

-Eh, si. Y tú también. Me gustaba tu disfraz de vaquero -la morena empezaba a sentirse más como ella misma, aunque seguía totalmente nerviosa.

-Gracias. Y a mi el tuyo. Definitivamente, el traje de Cat Woman te quedaba muy bien -Emily volvió a enrojecer-. Entonces…¿quieres apuntarte al gimnasio? Te he visto mirando…-Derek volvió a sonreír, y Emily pensó que se desmayaría ahí mismo.

-En realidad, sólo estaba mirando. El deporte no es lo mío.

-Vale. Pero si tienes tiempo, te invito a un café.

-Mmm, claro.

Emily lo siguió dentro, y Derek la guio a un gran y bonito despacho.


Llovía con fuerza cuando Erin entró en casa. Estaba empapada, y lo único que deseaba era darse una ducha caliente. Nada más entrar, Negrito se enroscó entre sus piernas, maullando.

-Hola chiquitín. ¿Tienes hambre? Vamos, que te voy a dar de comer.

El gato la siguió a la cocina, dando vueltas sobre ella mientras le servía la comida. Y allí se quedó cuando ella salió para darse una ducha. Estuvo un rato bajo el chorro, para calentar el cuerpo. Todavía era principios de Noviembre, y ya notaba cómo la ansiedad empezaba a filtrarse en sus venas. No quería ni pensar cómo se sentiría un mes después.

Si echaba la vista atrás, y no solamente el último año, si no prácticamente toda su vida, Erin se había sentido traicionada por el resto del mundo. Tal vez por su carácter tranquilo y sus pocas ganas de pelea, la gente se había aprovechado de ella. Empezando por sus padres; siguiendo por su amiguita a los nueve años; aquel diplomático cuando tenía doce años (nunca le perdonará a su madre que lo "escondiera" todo para no manchar su imagen) y por último Mark, la persona que pensó que sería su apoyo, con la que compartiría el resto de su vida.

Pensándolo ahora en frío, se quedó con la primera persona que le dio un poco de cariño. Antes de Mark, solamente tuvo un novio formal, en el instituto. Y cuando lo conoció a él, una persona amable, divertida y cariñosa, que con unas pocas palabras consiguió conquistarla, se enamoró perdidamente. Fue el peor error que pudo haber cometido. Y de eso, se dio cuenta al terminar la Universidad, cuando solamente llevaba un año casada, pero siempre solía dar segundas oportunidades (aunque con él siempre fueron muchas más), y pensó que hasta él podría cambiar, que ella podría hacerlo cambiar. Pero pasaron los años, ella era cada día un poco más infeliz aunque intentaba disimular (y se decía cada mañana que todo podría ser diferente), y él engañaba a todo el mundo haciéndoles creer que eran la pareja perfecta, cuando era su culpa que ni eran perfectos ni eran ya una pareja.

Cuando el agua empezó a salir fría y ella empezó a temblar, salió de la ducha. Se puso ropa cómoda, y se secó el pelo. Se sentía un poco mejor que cuando llegó a casa, a pesar de todo. La ducha caliente la había reconfortado. Cuando estaba pensando en qué iba a hacer de cena, sonó el timbre.

-Hola Erin. ¿Puedo pasar? -Aaron estaba cargado con bolsas, y sonreía. Había dejado de llover, porque apenas estaba mojado.

-Claro -se hizo a un lado para que entrara-. Emily no está. No sé cuando volverá.

-Oh. Me dijo que viniera aquí. Habíamos quedado a cenar. He traído comida china -levantó las bolsas, para enfatizar su respuesta.

-Pues…no sé. Voy a llamarla. Puedes sentarte…en el sofá.

-Claro. Gracias -Aaron sonrió divertido.

Erin sintió cómo sus mejillas enrojecían, mientras se dirigía a la cocina y cogía el teléfono, que había dejado abandonado en la encimera. Fue a marcación rápida, al número de su hermana, y esperó. Respondió al tercer tono.

-Dime, Erin.

-Emily, ¿dónde estás? Ha venido Aaron a cenar. Te está esperando.

-Anda, es verdad. Lo he olvidado por completo. Pero ya que está ahí...podéis cenar los dos juntos ¿no? Y así os conocéis un poco más -Erin notó la sonrisa en la voz de su hermana.

-Emily, ¡no me gustan las encerronas! No sé qué pretendes, pero no vuelvas a hacerlo, por favor -Erin se frotó la frente, frustrada, mientras se paseaba por la cocina.

-Er, de verdad que solamente me he olvidado que había quedado con él, nada más. Pero es una pena que ya que ha ido hasta ahí, el pobre se tenga que ir ¿verdad?

-Vale. Hablamos mañana.

Erin colgó el teléfono, y suspirando, salió de la cocina.


Emily colgó el teléfono sonriendo, y lo dejó en la mesa al lado de su cerveza. JJ y Penélope la miraban impacientes.

-¿Habías quedado con Aaron en tu casa cuando no tenías ninguna intención de presentarte? -preguntó JJ alzando una ceja.

-Así es. Forma parte de mi plan -respondió Emily tranquilamente, bebiendo un trago de cerveza.

-¿Qué plan? -quiso saber Penélope.

-Emily tiene pensado juntar a Aaron con Erin. Y hacerlo sin que ninguno de los dos se dé cuenta.

La rubia la miró fijamente durante unos segundos, subiéndose nerviosa las gafas, que habían resbalado por su nariz, haciendo que Emily se moviera inquieta en su asiento.

-Es muy mala idea, Em. Tu hermana se dará cuenta, se enfadará mucho y luego las dos sufriréis mucho -le dijo Penélope cogiendo una patata del plato que el camarero acababa de servirles.

-Bueno, dejadme a mi que haga lo que quiera -hizo una pausa, luego sonrió astutamente-. ¿Queréis que os siga contando lo de Derek o no?

-Si -respondieron las dos a la vez.

-De acuerdo. Pues entramos a un despacho enorme, con sofás y todo, y nos tomamos un café. Resulta que es el dueño de una cadena de gimnasios, que tiene salas de spinning, de fitness, con un montón de clases a las que apuntarse, piscina…

-Un gimnasio para ricos, vaya -dijo Penélope divertida.

-Bueno, no sé. Antes de irme me enseñó las instalaciones y wow, es impresionante.

-Bueno, ¿pero de qué hablasteis? La chica esa, ¿era su novia? -JJ la apremio.

-Pues…la verdad es que no lo sé. Pero hemos quedado a cenar el Viernes. Le preguntaré entonces.

-Ay, que nuestra pequeña Em se nos ha enamorado -Penélope aplaudió emocionada.

-No sé si tanto, Penny, pero si es verdad que me gusta -susurró un poco tímida.

-Pues ojalá sea el definitivo Emily -JJ apretó con cariño la mano de su amiga.


Erin tomó aire entrando en el salón. Aaron jugueteaba con Negrito, que se había escabullido de la cocina cuando ella hablaba por teléfono.

-Lo siento mucho, Aaron, pero a Emily le ha surgido algo y no puede venir.

-Bueno, no pasa nada. Pero al menos tenemos cena. Espero que te guste la comida china -él sonrió, y Erin sintió cómo se aceleraba su corazón. Sólo pudo asentir.

Se acomodaron en el sofá, cada uno en una punta, comiendo en silencio, y viendo una comedia en la televisión, aunque ninguno prestaba mucha atención. Aaron notó la tensión que desprendía Erin.

-Puedes relajarte. No voy a morderte ¿sabes? -dijo divertido.

Ella sólo le devolvió una sonrisa nerviosa, mientras seguía comiendo.

Un rato después, habían terminado de comer, y Aaron jugaba con Negrito. Erin los miraba de reojo.

-Parece que le has caído bien.

-Si. Es una monada de gatito, la verdad.

Volvieron a quedarse en silencio, pero Aaron necesitaba hablar, comunicarse con ella y no sentir que había un abismo entre los dos.

-Erin -se acercó un poco a ella, pero todavía manteniendo la distancia-. Emily me ha contado…no todos somos iguales ¿sabes?

-¿Te refieres a los hombres o a los abogados? -preguntó con timidez.

-A los dos, en realidad -soltó una risita, y la vio sonreír levemente.

-¿Por qué estudiaste Derecho? -quiso saber ella.

-Mi padre era abogado, y aunque nunca nos llevamos excesivamente bien, siempre quiso que siguiera sus pasos. Murió antes de que fuera a la Universidad, pero tampoco tenía muy claro qué quería hacer, así que me decidí por el Derecho. Y la verdad es que no me arrepiento, me gusta -hizo una pausa-. ¿Y tú siempre quisiste ser repostera?

-Si. A partir de los diez años, la cocinera de la embajada me dejaba ayudarla a cocinar, sobre todo cuando hacía algún postre. Más adelante, cuando necesitaba despejarme y evadirme, me encerraba en la cocina y hacía de todo: tartas, flanes, bizcochos…Lógicamente, mi madre quería que estudiara "algo serio", así que hice Ciencias Políticas, trabajando después en la embajada con mi madre, pero seguí haciendo cursos por mi cuenta para poder cumplir mi sueño. Y hace un año y medio, conseguí abrir mi propia pastelería.

-Eso es maravilloso, Erin. Tengo que pasarme por allí un día de estos.

Ella asintió, sonriendo. Ya estaba más relajada, y que Aaron la mirara así, tan fijamente y con esa sonrisa de medio lado, también ayudaba. No sabía porqué, pero ese hombre hacía que bajara todas sus barreras, todas sus defensas, y eso la aterraba. Aunque también hacía que se sintiera a gusto, relajada, como hacía mucho tiempo que no se sentía, aunque estaba segura que no debía sentirse así (y no tenía nada que ver con Emily).

Hablaron un rato más, y después Aaron se fue. Tenía que reconocer que al final consiguió pasarlo bien. Comprobó que la puerta y las ventanas estaban bien cerradas, y se acostó.


Cuando Emily llegó a casa, se encontraba mucho mejor que cuando se fue por la mañana. Había conseguido una cita con el hombre que le gustaba, y esta vez pensaba hacerlo bien. Nada de acostarse en la primera cita (a no ser que él quisiera), ir despacio, conocerse bien, y tal vez llegar tan lejos como para vivir juntos y formalizar la relación. Tenía que reconocer que a veces envidiaba a JJ, ella tenía todo eso, y aunque ella nunca había sido de relaciones largas (la más larga fue poco más de un año), sentía que era hora de hacer algo al respecto.

Pero antes debía hacer algo. Sacó el móvil del bolso y le escribió un mensaje a Aaron.

"Siento mucho lo de la cena. Realmente lo olvidé. Aunque espero que Erin te haya tratado bien. Es una mujer maravillosa que se merece a alguien que la quiera y la respete"

Se levantó del sofá y entró en la habitación de su hermana. Erin dormía profundamente, tapada hasta la cabeza, y Emily la destapó un poco. La besó dulcemente en la sien, y luego salió en silencio. El móvil vibró en su mano. Realmente no esperaba que Aaron le contestara a esas horas.

"No te preocupes por la cena, a veces pasa, que hacemos planes sin recordar que tenemos otros. Lo pasé muy bien con Erin. No sé si sentirme como un objeto de usar y tirar por tu parte (no te lo tomes a mal, es una broma)"

Ella rio por lo bajo mientras se cambiaba de ropa, y le respondía al mensaje.

"Siento mucho si te ha dado esa impresión, no era mi intención. Pero creo que haces mejor pareja con mi hermana. Tú y yo no terminaríamos bien, y me pareces una buena persona. Eso sí, si no estás interesado en Erin, aléjate antes de hacerle daño. No quiero que sufra más"

No tardó más de dos minutos en recibir respuesta. Ya estaba metida en la cama.

"No tengo intención de hacerle daño. Quiero conocerla, y ver hacia dónde nos lleva el destino. Buenas noches, Emily"

Sonrió cuando leyó el mensaje. Al final, había sido un buen día.

"Buenas noches Aaron"

Continuará…