Capítulo 14

Emily Prentiss era feliz. No podía haberlo dicho muchas veces a lo largo de su vida, pero en ese momento, lo era. Tenía una sonrisa casi permanente en la cara, y un sentimiento de alegría llenaba su pecho. Tenía un trabajo que le gustaba (aunque en el fondo esperaba que no para siempre); se le daba bien la escritura y le habían asegurado que podría llegar lejos; y lo mejor de todo, estaba enamorada. Ya lo podía reconocer en voz alta, estaba enamorada de Derek Morgan. Y él de ella.

Después de despedirse de sus compañeros, Emily salió a la calle con Erin y sus amigos. Todos seguían felicitándola por su historia, y ella se sentía realmente bien. Era ya tarde y todos se despidieron de todos, cuando Erin apartó un poco a Emily.

-Aaron me acompañará a casa, vete a celebrarlo con Derek.

-¿Estás segura? Podemos pedir comida y…

-Lo haremos mañana Em, ve con él -Erin le dio un fuerte apretón de manos y se alejó.

Emily se acercó a Derek, que sonrió cuando lo alcanzó. Comieron una pizza, y disfrutaron de la noche. Emily sentía un cosquilleo en el estómago, que estaba segura que nunca había sentido. Derek la hacía reír, y eso ya era mucho. El chico también parecía encontrarse a gusto a su lado y, cuando parados en un semáforo, esperando a que cambiara de color se miraron a los ojos, supieron que el instante había llegado. Se acercaron lentamente, y se besaron. Fue un beso lento al principio, pero que se volvió intenso unos segundos después, hasta que el claxon de un coche en la carretera los separó. Se rieron a carcajadas, y cogidos de la mano, cruzaron la calle justo antes de que el semáforo volviera a cambiar.

Eso había sido hacía una semana, y Emily seguía en una nube. Sabía que a Derek le pasaba exactamente igual, porque se había encargado de decírselo desde ese primer beso. Derek era atento, cariñoso y romántico, y Emily se sentía como una reina a su lado. No estaba acostumbrada a que la trataran así, pero con un chico como Derek, no se quejaba de nada.

Se levantó tarareando una canción, y le respondió al mensaje de buenos días de su amor. Se vistió y tomó un café rápido, le dejó una nota a Erin y se fue a trabajar.


Al contrario que Emily, que rebosaba felicidad por cada poro de su piel, Erin estaba triste. Cada día más desde que Diciembre había llegado, y por más que intentaba ser ella misma, dejar de pensar y centrarse en cosas buenas, sentía que se hundía cada vez más. Lo único que la mantenía un poco a flote era el trabajo.

Hacía bastantes meses que no se sentía así, creía que había conseguido salir del pozo, pero ahora se daba cuenta, según se acercaba su cumpleaños, que no había superado nada. Se había negado a ir a un psicólogo en su momento, pero tal vez ahora debía hacerlo.

Lo que no conseguía entender, era porqué después de un año, seguía tan afectada. Estaba segura que ya no estaba enamorada de Mark, ¿entonces era su traición lo que le dolía tanto? Esperaba que alguien la ayudara a comprenderlo.

Sacó el móvil del bolso mientras cerraba la puerta detrás de ella y marcó un número de teléfono. Contestaron al tercer tono.

-¿James? Necesito hablar contigo. ¿Podemos vernos esta tarde? De acuerdo. Allí estaré.

Cortó la llamada y pulsó el botón del ascensor.


Elle sonreía con complicidad al ver a Emily atender a unos clientes. Su felicidad contagiaba sin querer al resto de la gente a su alrededor. Cuando terminó, volvió a su lado.

-Entonces…-empezó Elle mientras cogía un pájaro en la mano para que Emily pudiera limpiar su jaula-. ¿Vas a contarme cómo te va con Derek? Porque supongo que esa cara de felicidad que arrastras desde hace casi dos semanas, tiene que ver con él.

-Pues…es genial Elle. Te aseguro que jamás pensé que encontraría a alguien como él. Es dulce, cariñoso, se preocupa si necesito esto o lo otro -Emily habló llena de emoción.

-¿Y el sexo? ¿O todavía no…?

-Oh, eso es lo mejor de todo -las dos rieron a carcajadas-. Creo que nunca había disfrutado tanto con el sexo como con él. Y lo he hecho mucho, sé de lo que hablo.

Elle volvió a reír, tanto que Randall, uno de sus compañeros, que estaba a sólo unos pocos pasos de ellas, las miró de forma rara. Emily la regañó dándole una palmada en el brazo.

-Shh, que se va a enterar toda la tienda, escandalosa.

-Vale, vale. Una pregunta más, y va en serio. ¿Te ves a largo plazo con él?

Emily la miró fijamente un instante y luego sonrió.

-Si, creo que sí. Creo que he encontrado a mi persona definitiva, Elle.


Erin llegó diez minutos antes de la hora acordada al hospital, y le envió un mensaje a James cuando estaba entrando en la cafetería. Él le respondió que iría enseguida.

Mientras esperaba, Erin echó un vistazo a su alrededor. La gente se estaba tomando un respiro de su dolor, del momento angustioso y doloroso que los había llevado allí. Un café siempre ayudaba a ver las cosas de otra forma, siempre reconfortaba. Por eso había abierto su pastelería, porque quería que fuera un sitio de pausa, de recarga de vida.

-Erin, me alegro mucho de verte -James se acercó a ella y la besó en la mejilla antes de sentarse-. ¿Qué te trae por aquí?

-¿Cómo está Alex? -preguntó ella. James frunció el ceño por el rápido cambio de tema.

-Bien. Tiene muchas náuseas por la mañana, pero es lo normal. Por lo demás todo bien. En un par de semanas nos podrán decir el sexo del bebé.

-Eso es genial -Erin sonrió levemente, pero no lo miró a los ojos.

-Erin, cuéntame qué pasa -él le cogió la mano que tenía sobre la mesa y se la apretó con cariño.

-Yo…no me encuentro bien, James. Sólo tengo ganas de llorar y quedarme en la cama. Pero no quiero hacerlo, no quiero volver a eso de nuevo -sollozó-. Eres médico, y supongo que conocerás a algún psicólogo que pueda ayudarme.

-Por supuesto. En mi despacho tengo la tarjeta de un médico que te ayudará. El primer paso es pedir ayuda, y tú lo has hecho.

-Pero no se lo cuentes a Alex, por favor.

-No es ninguna vergüenza ir a un psicólogo, Erin.

-Lo sé. No es eso. Yo sólo…-se cubrió los ojos con la mano libre, en señal de frustración.

-Está bien, tranquila. Esto quedará entre tú y yo.

-Gracias James.

Hablaron durante un rato más, mientras terminaban sus cafés. Luego fueron al despacho de James, donde él le dio la tarjeta de su amigo psicólogo, y luego la acompañó hasta la entrada del hospital. James se quedó mirando cómo Erin desaparecía entre la gente, y sintió mucha pena por ella. La conocía desde hacía varios años, y le tenía mucho cariño, y durante todo ese año, la había visto sufrir mucho. Sólo esperaba que consiguiera superarlo poco a poco.


Estaba todo oscuro y en silencio cuando Emily llegó a casa, pero vio luz en la habitación de su hermana. Llamó suavemente a la puerta.

-¿Erin? ¿Puedo entrar? -abrió despacio la puerta y se asomó.

-Claro, pasa.

Erin estaba tumbada de lado en la cama, con Negrito dormido acurrucado a su lado. Erin acariciaba rítmicamente su lomo. Emily se acostó a su lado, frente a ella. Le cogió la mano que acariciaba al gato y se la apretó.

-Siento haber estado un poco distraída últimamente, Er. Prometo que a partir de ahora me tendrás para ti ¿vale?

-No tienes que dejar tu vida por mi, Emily. Estaré bien -susurró su hermana.

-No voy a dejar nada, sólo estaré más aquí. Te iré a buscar a la pastelería todos los días, y podemos hacer más cosas juntas.

-No voy a ser una carga para ti. He buscado ayuda y seguro que pronto estaré bien.

-¿Ayuda? -preguntó Emily con confusión.

-Voy a ir a un psicólogo.

-Eso está genial. Pero no puedes apartar a la gente que te quiere, Erin. Me tienes aquí las veinte cuatro horas del día, y a Alex también, y Aaron es un buen amigo. No lo apartes antes de llegar a conocerlo.

-Emily…-Erin cerró los ojos, frustrada.

-Lo digo en plan bien Erin, sin segundas intenciones. Aaron es una persona maravillosa, que puede hacerte mucho bien. Tú decides como quieres que entre en tu vida.

Erin sólo miró a su hermana, con la mirada más triste que Emily le había visto en los últimos meses. La morena se acercó y la besó en la frente, transmitiéndole así todo el cariño que sentía por ella. Permanecieron así unos minutos más, hasta que Negrito se desperezó, se acomodó y volvió a quedarse dormido.

-¿Sabes? Es un poco injusto -Emily hizo un puchero.

-¿El qué?

-Traje a Negrito para que nos hiciera compañía, a las DOS, pero parece que te prefiere a ti. Es totalmente injusto cuando yo lo he cuidado desde que nació -dijo Emily con diversión.

-Emily cariño, tienes que empezar a admitir que no todos los hombres van a caer rendidos a tus pies. Algunos las prefieren rubias -respondió Erin aguantando una sonrisa.

Emily soltó una carcajada, y se abalanzó hacia Erin para abrazarla. Permanecieron así, abrazadas y en silencio, hasta que el sueño las venció a las dos.

Continuará…