Capítulo 28
Cuando entró en la cafetería medio vacía, Ashley enseguida vio a Jeffrey. Se quedó un momento parada en la puerta, observándolo. Llevaba el pelo rubio más largo de lo normal, y sus músculos tonificados se notaban a través de la sudadera. Era evidente que seguía haciendo ejercicio, una de sus obsesiones. Al menos, podría tener a la chica que quisiera; y se sorprendió pensando que ya no le explotaba el corazón al verlo.
Él levantó la cabeza y sonrió al verla; se obligó a sonreír de vuelta cuando se acercó a la mesa. Jeffrey se puso de pie y la besó brevemente en la mejilla antes de volver a sentarse.
-¿Cómo estás, Ash? Si te soy sincero, me sorprendió tu llamada, creí que después de estas semanas, no volvería a saber de ti.
-Cierto, pero necesito cerrar todos los frentes que tengo abiertos en este momento para poder avanzar -contestó la chica con seriedad.
-¿Y vas a empezar conmigo? -rio el chico.
Ashley pidió un café latte cuando la camarera se acercó a su mesa, y luego miró a Jeffrey. De pronto, sintió repulsión por el chico del que había estado enamorada. Y no era por las hormonas.
-Verás Jeffrey, he estado reflexionando mucho desde aquel día que nos vimos en el centro comercial -hizo una pausa cuando la camarera le sirvió su café-. Tú y yo ya no podríamos volver a estar juntos.
-¿Por qué he seguido con mi vida estos meses? Podemos considerarlo un parón, no tenemos que…-ella lo interrumpió.
-No es sólo eso. Me abandonaste cuando más te necesitaba, Jeffrey. Entiendo, y lo hice en ese momento, que no quisieras un hijo, que somos jóvenes y eso supone un cambio importante en nuestra vida, pero podrías haberlo hecho de otra forma. Y para colmo, meses después, cuando nos volvemos a encontrar y te digo que daré al bebé en adopción, quieres volver a retomar nuestra relación como si nada hubiera pasado. Me parece muy ruin, incluso para ti, Jeffrey.
El chico la miró fijamente y se movió incómodo en su silla. Luego endureció su rostro antes de hablar.
-No te reconozco, Ashley, tú no eras así. ¿Qué coño querías que hiciera? ¿Comenzar a dar saltitos de alegría mientras pensaba en la que se nos avecinaba? A lo mejor no lo hice bien, lo reconozco, pero sólo pensar en tener un hijo ahora es simplemente una locura.
-Sea como sea, no es buena idea volver a vernos. Es más, no quiero hacerlo. Tengo planes de futuro cuando nazca el bebé y tú no estás en ellos.
-Pues bien por ti, Ashley. La verdad es que tienes razón, volver contigo sería destrozarme de nuevo la vida. Buena suerte -se levantó rápidamente y se marchó, dejando sola a la chica.
Ashley suspiró profundamente y apoyó la espalda en el respaldo de la silla. Tomó un sorbo de su latte mientras barría con la mirada la cafetería. No se arrepentía de lo que había hecho. Durante mucho tiempo, había estado ciega respecto a Jeffrey pero ahora, sentía que había cambiado, en todos los sentidos.
Había tomado varias decisiones para su futuro, pesaran a quien pesaran. Se refería principalmente a sus padres, que parecían tener un destino marcado para ella, según sus preferencias. Pero estaba harta de hacer siempre lo que querían los demás, y a partir de ese momento, ella tomaría las riendas de su vida.
Empezando por su hijo; había decidido aceptar la oferta de JJ y Will de mantener el contacto con su hijo. Sería la tía Ashley, con eso se conformaría.
Y el próximo Septiembre se iría a Chicago a terminar sus estudios. Había hablado ya con el decano de su universidad, y se había informado. Allí tenían un buen programa de enfermería, y varios de los mejores hospitales del país. Empezaría una nueva vida lejos de todos.
Se sentía orgullosa de si misma, puesto que por primera vez en su vida, haría lo que de verdad le apetecía.
Alex se despertó y se estiró con gusto. Se dio cuenta que estaba sola en la cama y le extrañó, puesto que James descansaba ese día. Se levantó, con algo de dificultad ya, se puso una bata encima del camisón y se dirigió a la cocina.
Sonrió cuando vio a James preparando una bandeja con su desayuno.
-Huele bien -dijo entrando en la cocina. James se dio la vuelta y le sonrió.
-Vaya, iba a llevarte el desayuno a la cama, pero ya que estás aquí, desayunamos juntos.
Comieron en silencio, mientras él leía las noticias en el periódico y ella hacía lo propio en la tablet. Luego ella se ocupó de recoger y fregar todo. James le propuso ir a dar un paseo, y después de pensarlo un momento, aceptó.
Se abrigaron bien, aunque ella cada vez se encontraba más incómoda con cualquier cosa que se pusiera. Estaba de 25 semanas, pero se sentía cómo si estuviera de diez semanas más. No recordaba sentirse tan torpe en el embarazo de Ethan, aunque supuso que la edad también era un factor para eso.
James le ofreció el brazo cuando estaban ya en la calle, y ella aceptó con una leve sonrisa. Comenzaron a caminar, parándose a mirar de vez en cuando algún escaparate. Lo miró de reojo mientras él le iba contando algo, a lo que en realidad no le estaba prestando atención, y le invadió un sentimiento de amor profundo por él.
James soportaba su mal humor, nunca tenía una mala palabra para ella, e intentaba que se sintiera siempre lo más cómoda posible. Y no sólo ahora que estaba embarazada, sino desde el principio de su matrimonio. Era él el que siempre daba un poco más en su relación, y eso la hizo sentir un poco mal.
Paró de repente, haciendo que James la mirara interrogante. Ella respiró hondo antes de hablar.
-James, sabes que te quiero con locura ¿verdad?
Él la miró serio al principio, luego esbozó una ligera sonrisa.
-Lo sé Alex, ¿qué pasa? -preguntó un poco preocupado.
-Nada, es que siempre haces todo por mi sin esperar nada a cambio, y a veces yo soy un poco insoportable. Y no por el embarazo, sino es que creo que siempre he sido así, y en realidad no sé porqué soy así, porque yo te amo como el primer día.
-Alex, cariño, eso es lo que hacen los matrimonios, quererse y cuidarse el uno al otro.
-Si, pero…-comenzó a protestar.
-Pero nada. Agradezco cada momento vivido a tu lado, sea bueno o menos bueno. Y me encanta cuidar de ti, y tu mal humor -contestó acariciando su mejilla.
-Oh James.
Alex enterró la cara en su pecho y él la abrazó. A él no le importaba cuidar de ella, disfrutaba de hacerlo porque la quería y era lo correcto. Cierto es que ella era un poco fría, no solía tener demasiadas demostraciones de amor hacia él, pero no solía importarle demasiado, porque sabía que ella lo amaba de todas formas.
-Vamos, sigamos con nuestro paseo que empieza a hacer un poco de frío -dijo James separándola.
Alex asintió sonriendo y volvió a agarrarse de su brazo. Se prometió que a partir de ese momento, procuraría devolverle a James todo lo que hacía por ella.
David Rossi soltó el bolígrafo con un fuerte suspiro. Llevaba toda la tarde revisando los escritos de sus alumnos del curso de escritura, y las letras se le amontonaban.
Necesitaba un descanso, así que se levantó y se preparó una taza de café. Con la taza en la mano, se asomó a la ventana. Había anochecido y también había estado lloviendo. El tráfico no cesaba en la ciudad, y las luces de los coches y las farolas formaban un espectáculo digno de ver.
Se sintió exhausto, pensando en el mensaje de su editora que tenía a primera hora de la mañana en el contestador. Lo seguía presionando para que le mandara un adelanto de su próxima novela; sin embargo, él seguía sin ideas. Lo intentaba, cada noche se sentaba frente al ordenador y lo intentaba, pero no se le ocurría nada.
Llevaba sin publicar un libro cuatro años, y desde la editorial necesitaban un libro ya, porque si no, le rescindirían el contrato. A veces pensaba que le daba igual, que tenía dinero de sobra, con los cursos era feliz y también le daban dinero. Pero le gustaba escribir, mucho, era su sueño hecho realidad, y no pensaba renunciar a él, aunque estuviera en una sequía literaria.
Volvió a su despacho y se sentó frente al ordenador. No abrió un documento en blanco, primero entró en el buscador de Internet e hizo un par de búsquedas. Había tenido una idea, y esperaba que le funcionara.
Continuará…
