Capítulo 40
Emily se fijó en la franja de luz que se filtraba por la ventana e iluminaba una pequeña parte del techo, justo encima de su cabeza. Intentó dejar la mente en blanco, pero fue incapaz.
Se giró hacia la izquierda y sonrió. Hank se había despertado y al verla, le sacó la lengua. El niño soltó una risita cuando ella le hizo cosquillas y le sacó también la lengua. Cuando unos minutos después, Derek se despertó, ambos estaban enfrascados en una batalla silenciosa de cosquillas. Hank soltó una fuerte carcajada cuando se dio cuenta que su padre estaba despierto y podía gritar y reír sin miedo.
La gran sonrisa en la cara de Derek le hizo pensar a Emily lo feliz que estaba por ver cómo las dos personas que más quería, se llevaban tan bien. Emily se inclinó hacia él y lo besó.
-¡Yo también quiero uno! -protestó el niño entre los dos.
-¿Estás celoso, enano? -Derek cogió al niño en brazos y siguió donde lo había dejado Emily.
La risa feliz del niño inundó la habitación, y los dos adultos sonrieron también. Eran momentos como estos que a Emily le hubiera gustado poder vivir de niña. Aunque estaba dispuesta a vivirlos ahora con Hank y Derek, y tal vez más adelante, con sus propios hijos.
Aaron le sonrió a la camarera cuando lo acompañó hasta su mesa. Se sentó y miró el reloj, le extrañaba que Dave todavía no hubiera llegado. Pidió una copa de vino mientras lo esperaba.
Cuando miraba de nuevo el reloj, lo sorprendió la voz de su amigo.
-¡Siento llegar tarde! El tráfico a esta hora es horrible, y si encima te toca un taxista un poco inútil, pues ya te puedes imaginar.
-No te preocupes. No pensaba empezar a comer sin ti -bromeó Aaron mientras ambos se daban un breve abrazo.
Tras un vistazo rápido a la carta, hicieron su pedido. Fue Aaron el que comenzó a hablar después de darle un sorbo a su copa de vino.
-¿Y qué me cuentas? Si te soy sincero, me alegró tu llamada, porque estamos tan ocupados últimamente, que ni tiempo tenemos para vernos.
-Exactamente. Ya era hora de pasar un buen rato con mi mejor amigo -Dave sonrió y palmeó el brazo de Aaron-. Pues todo bien, trabajando y eso. Sigo intentando escribir, pero creo que tengo un bloqueo y no soy capaz de superarlo.
-¡Vaya! ¿El profesor de escritura, gran escritor, no es capaz de seguir sus propios consejos? -se burló Aaron.
-En realidad escribo, pero creo que todo es una basura. No consigo que me guste lo que escribo. ¿Y si no me gusta a mí, cómo le va a gustar a los demás?
Aaron sintió la angustia en las palabras de su amigo, y le dio unas palmaditas de ánimo en la espalda.
-Tranquilo Dave, que lo conseguirás. No serás el primero ni el último al que le pase, y luego lo que escribas, será un éxito asegurado.
Dave iba a contestar justo cuando les llevaron la comida, así que esperó hasta que la camarera se fue.
-Eso espero. Porque en ocasiones, me dan ganas de tirar la toalla.
-No digas eso. Eres un buen escritor y lo sabes. Y cambiando de tema, ¿cómo llevas la búsqueda de la mujer de tu vida? ¿O seguirás siempre siendo un soltero de oro?
David soltó una carcajada, que le sirvió para liberarse de la mala sensación que le dejó hablar de su profesión.
-Ya sabes, soy un alma libre -contestó con una sonrisa. Aunque algo en su tono de voz le hizo pensar a Aaron que había algo más.
-¿Pero?
-Tal vez haya alguien que haya conquistado mi corazón -vio la sorpresa en la cara de su amigo-. En realidad, sólo nos estamos dejando llevar, no hemos hablado demasiado de lo que somos.
-Bueno, eso ya es un gran paso para ti, si la estás viendo a menudo, es mucho más de lo que has visto a alguna de las otras -soltó una pequeña risa que David correspondió.
-Así es.
-Háblame de ella. Quiero conocer a la mujer que ha conseguido atrapar a mi amigo.
Durante varios minutos, Dave le habló de Angela. Aaron escuchó atentamente, pero se fijó en que las buenas palabras y la ilusión con la que hablaba de ella no llegaba a sus ojos. Bebió de su copa mientras pensaba en cómo decirle a su amigo lo que pensaba.
-Me alegro que seas feliz, Dave, y Angela parece maravillosa, sin embargo, me he dado cuenta de algo -el aludido le indicó que siguiera hablando-. No pareces realmente ilusionado, como si te faltara algo.
Dave esbozó una sonrisa triste, y Aaron se dio cuenta que había dado en el clavo.
-El problema es, que no sé si es realmente un problema, es que me falta la chispa.
-¿La chispa?
-Sí, esa que hay cuando dos personas se miran, o se rozan, o que hace que se te acelere el corazón sólo de pensar en ella. Quiero tener eso que tenéis Erin y tú -confesó un tanto avergonzado.
Aaron soltó una risita y se recostó en la silla.
-Dave, tienes que relajarte. La chispa, como tú dices, puede no surgir al principio. Date tiempo para conoceros, y todo saldrá con naturalidad.
-Si tú lo dices.
-Dime una cosa: ¿hacéis algo más aparte de acostaros juntos?
Dave resopló ante su pregunta. ¿De verdad tenía que responder a eso?
-Alguna vez salimos a cenar, pero no, básicamente nuestra relación se basa en el sexo.
-Ese es el problema. Deberíais hacer otras cosas. Lo que hace cualquier pareja. Salir a cenar, al cine, a ver alguna exposición…esas cosas.
Su amigo asintió pensativo, asimilando sus palabras. Aaron sabía que si a Dave le interesaba Angela de verdad, haría todo lo posible para que esa relación saliera adelante.
Luke miró el reloj cuando llegaron al portal y Spencer llamó. La puerta se abrió con un chasquido segundos después.
-Llegamos tarde -susurró el primero.
-Dos minutos, Luke. Relájate, por favor.
-Normalmente serías tú el histérico de la puntualidad -bromeó Luke.
-¡No cerréis la puerta! -escucharon la voz de Emily, que llegaba corriendo a lo lejos, con Derek a su lado.
-Ves, ya no somos los únicos que llegamos tarde -Spencer se ganó una mirada fulminante de su novio.
Los cuatro se saludaron ya dentro del portal y subieron en el ascensor, hablando la cena.
JJ y Will habían organizado por fin la cena con sus amigos por el nacimiento de Henry. Había pasado algo más de un mes, y los tres (padres y bebé), se iban adaptando cada vez más a su situación. Y ya se sentían con fuerzas de tener a cinco personas a la vez en su casa durante más de quince minutos.
Fue Luke el que llamó con la mano a la puerta, sin utilizar el timbre, por si el bebé estuviera durmiendo. Y fue Penélope la que la abrió.
-¡Ya están aquí mis cervatillos! Pasad, la cena está lista.
Los fue abrazando uno a uno, y Derek le lanzó una mirada de socorro a Emily, cuando lo estrechó unos segundos de más, que sólo se rio por lo bajo.
-¡Qué bien que hayáis podido venir todos! Sé que a partir de ahora no podremos vernos como antes y…-JJ se encogió de hombros, disculpándose.
-Pero eso será sólo al principio ¿no? Quiero decir, que ahora es pequeño y eso, pero cuando crezca un poco tendrá que adaptarse a vosotros, no vosotros a él ¿verdad? -Luke miró alrededor de la mesa, esperando que alguien le contestara.
-Hombre, se puede salir y hacer vida normal con el bebé, pero estar hasta las tantas con él por la calle, y pretender que tu vida no ha cambiado, pues eso tampoco es -contestó Derek, que aparte de los nuevos padres, era el único que tenía experiencia paternal.
-Luego cuando crecen, es mucho más fácil -dijo Emily, recordando la mañana con Derek y Hank.
-O no -soltó Spencer con una risita.
-Creo que deberíamos dejar de asustar a los nuevos padres, y comenzar a cenar -Penélope intentó cambiar de tema al ver la cara de susto de JJ y Will.
Las siguientes horas las pasaron comiendo, hablando y riendo. Cuando Henry lloró por hambre y después de quedarse satisfecho, todos pudieron cogerlo durante unos minutos antes de que Will se lo llevara a dormir de nuevo.
Y cuando los cinco amigos se marcharon, ya en la calle, comentaron lo felices que se veían los nuevos padres, y ellos, como sus amigos, se alegraron de corazón de que por fin, hubieran conseguido cumplir su sueño.
Continuará…
