Capítulo 41
El calor era abrasador en Nueva York. Estaban a mediados de Julio, y la mitad de la población deseaba a esas alturas que volviera el invierno.
Erin resopló cuando entró en la cafetería. Había salido solamente unos minutos, y ya estaba sudando de nuevo. Agradeció el frescor del aire acondicionado.
A esa hora no había ningún cliente, pero antes de irse, estaban tanto Tara como Jordan, y ahora no estaba ninguna a la vista. ¿Dónde se abrían metido?
Cogió una bandeja vacía del mostrador y tarareando una canción, se fue a la trastienda. Frenó en seco cuando se encontró a Tara y Jordan besándose apasionadamente contra la mesa. Soltó una risa por lo bajo y se fue por donde había venido, antes de que la vieran.
¿Qué tendría la trastienda de su cafetería que despertaba las más ocultas pasiones de la gente? Se había encontrado a Emily y Derek besándose con la misma pasión que sus dos empleadas, y Aaron la había desarmado con uno de sus besos.
Aún así, y aunque ella estaba a favor de que todo el mundo fuera feliz con quien quisiera, debía hablar con ellas. No quería que lo que tuvieran entre ellas influyera en el trabajo.
Alex colocó con sumo cuidado a Chiara en el carrito, y la niña, dormida, emitió un pequeño gorjeo. Eso la hizo sonreír.
Todavía no se creía la suerte que tenía. La pequeña estaba perfecta de salud, y era una niña muy buena, que no molestaba nada. Aún así, algo muy profundo dentro de ella no la dejaba relajarse del todo y permitirse ser feliz.
Esperaba, como un preso espera su condena, que a los seis meses todo comenzara a cambiar, como sucedió con Ethan. James le decía que no lo pensara, que dejara fluir las cosas, pero ella, aunque lo intentaba, no lo conseguía del todo.
Tenía miedo de convertirse en una de esas madres controladoras y destructivas, que no dejaban ser felices a sus hijos por miedo a que les sucediera cualquier pequeña cosa. Por eso, y aunque esperaba como agua de mayo que llegaran los seis meses de Chiara, se había prometido no ser una de ellas.
Entró en "Un dulce sueño" sudando profusamente, y respiró aliviada al sentir el aire acondicionado en su piel.
-¿Cómo está la pequeña Chiara? -Tara se acercó a ella con una sonrisa para ver a la niña, que hacía un rato que se había despertado.
-Pues mira, parece mentira, pero a ella de momento parece no afectarle este calor insoportable.
Ella se chupaba el puño y miraba el mundo con sus grandes ojos. Tara y Alex sonrieron.
-¿Cómo está mi sobrina favorita? -la voz de Erin les llegó desde atrás.
-Júzgala tú misma -respondió Alex sonriendo.
Las tres volvieron a mirar a la niña, que sintiéndose observada, las obsequió con una pequeña sonrisa.
-¡Me la voy a comer! -Erin miró un segundo a Alex, pidiendo permiso para cogerla en brazos.
Erin abrazó a la pequeña y se embriagó del olor que desprendía su cabecita. Era increíble el efecto calmante que tenía el olor de un bebé.
-Os traeré un café. ¿Capuccino? -dijo Tara.
Ambas asistieron antes de sentarse a una mesa. Erin acunó a la niña, que agarró su dedo cuando le acercó la mano.
-Sabes que te queda bien ¿verdad? -Alex las miró con diversión.
Erin abrió la boca para decir algo, pero finalmente la cerró sin hablar. Sonrió con tristeza.
-No creo que nunca vaya a tener un bebé. Me conformaré con mimar un montón a Chiara -respondió ella acariciando distraída la carita de la niña.
-Erin…
-No quiero hablar de eso -contestó con dureza-. ¿Cómo estás tú?
Alex la miró sorprendida. Era raro que su amiga contestara con esa brusquedad. Aún así, prefirió dejarlo pasar, porque conocía bien a Erin y sabía que no le iba a contar nada.
-Físicamente estoy perfecta. No he tenido ningún problema y me he recuperado muy bien. Eso sí, ya no volveré a tener la figura de antes -ambas sonrieron-. El problema es…
-¿Qué pasa?
-No puedo dejar de pensar en que a Chiara le puede pasar algo. Que cumplirá los seis meses y se enfermará, igual que le pasó a Ethan. Intento no pensar en ello, pero tengo una angustia aquí dentro -se señaló el pecho.
Erin dejó a Chiara en el carro y cogió la mano de Alex, apoyada en la mesa.
-Es normal que tengas miedo de que a Chiara le pase algo, estoy segura que todas las madres tienen el mismo miedo en cuanto ven a sus hijos por primera vez. Sin embargo, tal vez deberías ver al doctor Walker, te ayudaría con la ansiedad que sientes.
-Supongo que sí. Tal vez pida cita.
Siguieron hablando un rato más, hasta que Alex y Chiara se marcharon.
La cafetería estaba tranquila horas después, un poco antes del cierre. Erin aprovechó que Jordan se había marchado un rato antes para hablar con Tara.
-Necesito hablar un segundo contigo, Tara, por favor -usó un tono neutro, no quería asustarla.
La morena asintió y soltó la bayeta. Acompañó a Erin a la mesa más cercana al mostrador, por si acaso llegaba alguien poder atenderlo enseguida.
-No quiero que te preocupes, porque no va a pasar nada ¿vale? -Tara asintió, aunque seguía sin estar segura de nada-. Esta mañana os he visto a Jordan y a ti besándoos en la trastienda.
Tara sintió cómo se sonrojaba y se colocó el pelo detrás de las orejas, nerviosa y sin saber qué decir.
-Erin, yo…
-No voy a meterme en vuestras vidas, Tara, de hecho creo que hacéis buena pareja -esbozó una sonrisa, y la morena se tranquilizó-. Sin embargo, no quiero que eso afecte al trabajo ¿de acuerdo? Creo que las dos sois unas excelentes profesionales, estoy muy contenta contigo y me gusta cómo trabaja Jordan, por eso no me gustaría que si algo saliera mal, vuestro trabajo aquí se viera afectado.
-Te prometo que eso no pasará. Las dos somos conscientes de lo que nos jugamos, y también de la confianza que has depositado en nosotras. Por eso, hemos hablado antes y sabemos que si en algún momento vemos que alguna no está a gusto en la relación, lo dejamos. Y sabemos perfectamente separar trabajo y vida privada.
-Bien, me alegro que lo tengáis claro. Estoy segura que podemos seguir como hasta ahora.
-Por supuesto. Por nuestra parte no habrá ningún cambio en el trabajo.
-Estupendo. Y ahora vamos a terminar de recoger y cerrar, que es hora de irnos a casa.
Y mientras lo hacían, Erin se dio cuenta del peso que tanto ella como Tara se habían quitado de encima. Ella porque necesitaba aclarar las cosas con su empleada, y Tara porque si Erin lo sabía, no tenían que mantenerlo en secreto y podían disfrutar de su relación como cualquier pareja.
Continuará…
