Capítulo 42

Erin estaba terminando de recogerse el pelo en un moño suelto, cuando Emily entró como un huracán en su cuarto.

-Erin, necesito que me dejes tu brazalete de zafiro, por favor, por favor, por favor -juntó las manos como si estuviera rezando y puso cara de cachorrillo.

-Está bien, cógelo. ¡Pero ten cuidado con él! Ni lo pierdas ni lo rompas.

-¡Qué sensible! Tranquila, que lo cuidaré como si fuera mío.

La morena llevaba un conjunto de pantalón corto y chaleco de color azul turquesa. Sandalias de tacón negro. Por eso, el brazalete de zafiro de Erin le quedaba perfecto.

Se lo había regalado su madre al cumplir los dieciocho años, y le tenía mucho cariño. Era uno de los pocos regalos que le había hecho su madre a lo largo de su vida. A Emily le había regalado unos pendientes en su mayoría de edad, que aunque en ese momento no iban con su estilo, también guardaba con afecto.

-¡Qué guapa estás! -comentó Emily sin mirar a su hermana, sin apartar la vista del brazalete en su brazo.

-Gracias, tú también -respondió Erin meneando la cabeza, sabiendo que su hermana apenas se había fijado en ella.

Erin llevaba un vestido de verano, blanco atado al cuello y largo hasta los tobillos. Calzaba unas sandalias de cuña.

-¡Vamos a hacernos un selfie! -gritó Emily de pronto.

Salió corriendo de la habitación, al mismo tiempo que Negrito entraba. Erin puso los ojos en blanco al verla correr como un chiquilla.

Cuando volvió, cogió en brazos a Negrito, se colocó junto a su hermana y puso el teléfono en posición.

-¡Sonríe!

Sacaron la foto, y Emily se sentó de golpe en la cama para verla. Erin pensó de nuevo que su hermana tenía el espíritu de una adolescente.

-Salimos genial. Te la envío para que la tengas.

En ese momento, sonó el timbre. Erin fue a abrir. Derek sonrió cuando la abrió.

-Emily está en mi habitación. Iré a buscarla.

Antes de que pudiera moverse, la morena apareció en el salón. Se abalanzó sobre Derek en cuanto lo vio, y ambos se besaron apasionadamente, como si llevaran meses sin verse, cuando en realidad llevaban menos de veinticuatro horas sin estar juntos. Erin se fue discretamente a la cocina, hasta que el timbre volvió a sonar.

Volvió a sorprenderse de cómo su corazón latía con fuerza al ver a Aaron y se derretía con sus besos, por breves que fueran.

-Veo que esos dos se han echado mucho de menos -bromeó.

Derek y Emily se habían apoyado en el sofá y se comían a besos, como dos adolescentes. Erin resopló ruidosamente y Aaron soltó una risita.

-Chicos, deberíamos irnos ya. La película comienza en menos de una hora -dijo Erin después de un fuerte carraspeo.

-Eh, claro, vamos -Emily se peinó con las manos y se dirigió a la puerta. El resto la siguió.

Habían quedado en ir juntos al cine y después a cenar, una cita de parejas. Todos llevaban varios meses de relación y nunca habían salido juntos, aunque sí habían cenado en casa. Así que esa era la ocasión perfecta para ello.

Durante la película, una comedia romántica que Emily insistió en ver (Erin sabía que su hermana era una romántica empedernida aunque lo intentara disimular), Aaron cogió su mano y frotó despacio su pulgar en círculos. Ella lo miró y sonrió. Las mariposas en su estómago se agitaron hasta marearse. Estaba segura de ello.

Al salir del cine, Erin comprobó su teléfono. Lo había silenciado al entrar. Se sorprendió al ver que tenía dos llamadas perdidas de su madre y un mensaje de voz. Al escucharlo, se quedó preocupada.

Cogió a su hermana del brazo y dejó que Aaron y Derek se adelantaran, concentrados en su conversación, mientras ellas iban hablando detrás.

-He recibido un mensaje de Elizabeth. Quiere que vayamos el próximo Domingo a verla.

-Conmigo no cuentes -contestó la morena rápidamente.

-Emily, parece importante. ¿Y te crees que a mi me apetece volver a verla? No, pero de verdad, esto parece realmente importante.

Emily lo pensó un segundo, vio la preocupación en la cara de su hermana, y cedió.

-Está bien, pero que conste que lo hago por ti, no por ella, que no me importa nada.

Erin asintió esbozando una pequeña sonrisa, y apretando ligeramente el brazo de Emily.

-Está claro que eres demasiado buena. Vas a terminar perdonándola por todo lo que ha hecho -dijo Emily con diversión.

-No es verdad. Sólo quiero saber cómo está. Eso nos diferencia de ella, si en momentos puntuales, preguntamos de verdad por ella.

Emily la miró con diversión, sabiendo que ni ella misma se tragaba su argumento. Erin tenía un corazón tan grande que a pesar del daño que le hicieran, siempre lograba perdonar. Lo bueno, es que estaba aprendiendo a no hacerlo con todo el mundo.

-¿Sabes qué? Vamos a olvidarnos de Elizabeth y disfrutar de la noche, ¿te parece?

-No has podido decir nada mejor.

Echaron una pequeña carrera hasta alcanzar a Derek y Aaron. Los cogieron de la mano y siguieron el camino a una noche increíble.


El Martes, Emily tenía el día libre. Se lo debía Elle de un favor que le había hecho a ella un día que la otra chica lo necesitaba.

Así que había hablado con Derek y habían decidido que ella pasaría por él al gimnasio y pasarían la tarde juntos.

Cuando llegó, saludó a Lucy, la recepcionista, una chica menuda pero atlética con una sonrisa perenne. Se adentró en el gimnasio buscando a Derek.

Solía esperarlo en su despacho, pero quería verlo en acción. Se movió entre máquinas y gente hasta que lo vio, junto al gran ventanal.

Derek no era monitor, pero le gustaba hablar con la gente y con las personas a su cargo. Por esa razón, pasaba más tiempo en la zona de ejercicios que en su despacho.

Emily nunca había sido celosa, ni una persona insegura, pero algo en la mujer que estaba con Derek sacó de golpe todos los complejos que nunca había tenido.

La mujer, morena y alta como ella, tenía un cuerpo definido, unos glúteos firmes y unos pechos generosos, aprisionados en una camiseta de tirantes negra. Tenía el pelo recogido en una cola de caballo, unos bonitos ojos verdes y unos labios carnosos.

Emily sintió una punzada en el centro del pecho al verlos hablar. Simplemente estaban uno frente al otro, pero la forma en la que se miraban, fue lo que molestó a Emily. Confiaba ciegamente en Derek, aunque no supo si fue la mirada de él o la de ella lo que más le afectó.

Se dio la vuelta con intención de marcharse cuando escuchó a Derek llamarla. Se volvió y vio cómo se despedían con una sonrisa y a Derek acercarse a ella. Se obligó a serenarse y colocar una sonrisa en sus labios.

-Has llegado pronto ¿no? ¿O se me ha pasado a mi muy rápido la mañana? -besó sus labios, y con una mano en su espalda, la guio a su despacho.

-Creo que lo segundo. He llegado a la hora acordada.

Después de que Derek terminara de organizar unos papeles, se marcharon. Almorzaron en un restaurante que le habían recomendado a él, se fueron de compras y luego se marcharon a su casa. En toda la tarde, Emily no dejó de darle vueltas a la cabeza.

Horas después, tumbados en la cama y mirando al techo, Emily seguía bastante callada.

-¿Me cuentas dónde tienes la cabeza? -preguntó Derek mientras acariciaba su pelo.

-¿Qué? -él rio con ganas al ver la cara confundida de ella-. No me pasa nada Der, sólo había dejado la mente en blanco un rato.

-Si, claro, un rato largo. Llevas así toda la tarde, que aunque no he dicho nada, me he dado cuenta. Ni siquiera estabas totalmente centrada durante el sexo.

Emily se sentó, tapándose con la sábana y expulsó todo el aire que tenía en los pulmones. Miró a Derek un momento antes de decidirse a hablar.

-Derek, ¿por qué te gusto? ¿Por qué estás conmigo?

Él levantó las cejas, en un gesto interrogante. Se dio cuenta que iba en serio cuando ella no cambió su gesto.

-Emily, me gustas mucho. Estoy contigo y eso es lo único que importa.

-Sí, ¿pero por qué? Te he visto en el gimnasio con esa mujer. Tiene un cuerpo escultural, al igual que el noventa por ciento de las mujeres de las que te rodeas todos los días. Y yo…pues soy normal.

-Emily, ¿pero tú te has visto? Eres preciosa. No me importan las demás mujeres, sólo tú.

Ella no pareció convencida, y Derek cogió su cara con las dos manos, asegurándose que lo estuviera mirando.

-Em, aparte del físico, que es obvio que me encantas porque te vuelvo a repetir, eres preciosa, me haces reír, eres inteligente, simpática y nos has aceptado a mi y a Hank, y eso es muy importante. Y eso sólo por nombrar algo. No quiero estar con nadie más.

Ella se mordió el labio, pensativa. Derek nunca le había dado motivos para desconfiar, simplemente había sido la inseguridad que había asomado a su corazón.

Esbozó una sonrisa y lo abrazó fuertemente.

-Sé que me quieres, no sé que me ha pasado.

-No importa. A todos nos entran los miedos algunas veces. Sólo hay que saber alejarlos.

Emily rio por su reflexión profunda, y él le acarició la mejilla.

-¿Lo ves? Esta es una de las cosas que más me gustan de ti. Tu risa verdadera, esa que te sale de lo profundo del pecho con sinceridad, en cualquier momento y lugar.

Emily volvió a sonreír, luego lo besó profundamente. Beso que desembocó en otra sesión de amor para la pareja.

Continuará…