Descargo de responsabilidad: ya saben ustedes que PUCCA y sus personajes no me pertenecen, le pertenecen a su creador Boo Kyoung Kim. Yo sólo usé sus personajes, para crear esta historia loca, pero según yo entretenida.

Descargo de responsabilidad 2: así como el libro de Harry pottery sus personajes no me pertenecen, pues le pertenecen a la autora JKRollin. yo sólo utilicé a Harry potter para juntarlo con Pucca, así que no plagien, adapten o copien por favor que eso no está bien.

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"A dónde vayas tú, yo iré, solo por la simple razón de que te amo."_(Destiny Jackson)

Fue así que volvió hablar seriamente.

–Mm… ¿Hagrid?

–¿Sí?

Dijo distraídamente Hagrid, que se estaba calzando sus colosales botas.

–Yo no tengo dinero y ya oíste a tío Vernon anoche, no va a pagar para que vaya a aprender magia. Y bueno, no es por ofender, pero creo que Pucca y Garu lo tienen tampoco.

Soltó cabizbajo Harry, sin dejar de ver aquellas raras monedas.

–No te preocupes por eso.

Le dijo como si nada Hagrid, poniéndose de pie y golpeándose la cabeza.

–¿No creerás que los padres de ustedes no les dejaron nada?

–Pero si su casa fue destruida…

Replicó seriamente Harry, confesándole tranquilo el gigantón.

–¡Ellos no guardaban el oro en la casa, muchacho! No, la primera parada para nosotros es Gringotts. El banco de los magos, en dónde está lo que ahora te preocupa.

Le dijo Hagrid calmado, diciéndole a los presentes con tranquilidad.

–Ahora coman una salchicha, frías no están mal, y no me negaré a un pedacito del pastel de cumpleaños que les he regalado a ambos.

–¿Los magos tienen bancos?

Preguntó curioso Harry, yendo por una salchicha al igual que Pucca, Garu y Destiny, mientras que Hagrid le respondía con calma.

–Sólo uno. Gringotts. Lo dirigen los duendes.

Harry dejó caer el pedazo de salchicha que le quedaba, mientras Destiny sonreía y jugaba con Pucca detrás de ellos.

–¿Duendes?

–Ajá… Así uno tendría que estar loco para intentar robarlos, puedo decírtelo.

Respondió suave, mientras que atrás de Hagrid Garu apretaba los puños por los celos que tenía de ver a Pucca con Destiny.

–Nunca te metas con los duendes, Harry. Gringotts es el lugar más seguro del mundo para lo que quieras guardar, excepto tal vez Hogwarts. Por otra parte, tenía que visitar Gringotts de todos modos. Por Dumbledore. Asuntos de Hogwarts.

Hagrid se irguió con orgullo.

–En general, me utiliza para asuntos importantes. Buscarte a ti… sacar cosas de Gringotts… él sabe que puede confiar en mí.

Al finalizar de contar eso, sé giró hacia los demás y preguntó serio.

–¿Lo tienen todo?

Todos asintieron, pero cuando se percató del cuarto joven soltó confuso.

–¿Y tú quién eres?

–Soy yo, Hagrid, Destiny.

Asintió el grandulón y soltó un poco menos confuso.

–Ah, claro, Destiny. Perdón por no reconocerte de inmediato, pero es que antes te veías un poco mayor.

–Sí, lo sé, lo que sucede es que la habilidad que me enseñó el maestro Soo sirve para que pueda transformarme en cualquier humado de la edad que quiera y esta vez soy un humano de 11 años.

Impresionado por la explicación del joven, le exclamó Hagrid asombrado.

–¡Increíble! ¡Una habilidad verdaderamente asombrosa, Destiny! Pero dime, ¿Por qué has regresado?

–El maestro Soo me mandó a cuidar a Pucca y a Garu, además de hablar contigo aparte.

Informó tranquilo Destiny, sonriendo de lado a lado. Eso hizo que Hagrid suspirara, asintiendo con la cabeza y dijera serio.

–De acuerdo, me lo dirás en el camino. Por ahora, vámonos ya.

Harry, Destiny, Pucca y Garu siguieron a Hagrid fuera de la cabaña, mientras Hagrid se preguntaba dentro de él que le diría Destiny ahora que otro sé había unido a él y los niños que ya llevaba. El cielo estaba ya claro y el mar brillaba a la luz del sol, iluminando a las personas que salieron de la cabaña.

El bote que tío Vernon había alquilado todavía estaba allí, con el fondo lleno de agua después de la tormenta. Ante eso, los cuatro chicos sé miraron por lo que veía.

–¿Cómo llegaste aquí?

Preguntó Harry curioso, mirando alrededor, buscando otro bote.

–Volando.

Dijo Hagrid con simpleza, preguntándole una vez más Harry más intrigado.

–¿Volando?

–Sí, Harry, fue con ayuda de…

Iba a informarle Hagrid, pero Destiny sé les acercó y le dijo orgulloso a Harry.

–Fue con mi ayuda.

–¡Tú ayuda! Pero sí solo eres un niño, no es posible que pudieras ayudar a Hagrid, A Pucca y a Garu a volar.

Harry estaba cada vez más sorprendido, agregando Hagrid cansado.

–Sí, su ayuda. Pero vamos a regresar en esto, ya que él ni yo debemos utilizar la magia, ahora que ya te encontré.

No tardaron en subir al bote, obviamente con la curiosidad de Harry aumentando cada minuto. Pero sabía que debía esperar, así que solo subió al bote sin decir nada más al respecto.

Viendo como ese tal Destiny cargaba a Pucca en sus brazos para ayudarla a subir, provocándole celos que no entendía y que Garu también mostraba. Así que Harry volvió a mirar a Hagrid, tratando de imaginárselo volando con ayuda de Destiny.

–Sin embargo, me parece una lástima tener que remar.

Dijo afligido Hagrid, dirigiendo a Harry, Pucca, Destiny y Garu una mirada de soslayo.

–Si yo… apresuro las cosas un poquito, ¿te importaría no mencionarlo en Hogwarts?

–Por supuesto que no.

Respondió Harry por los demás, deseoso de ver más magia. Hagrid sacó otra vez el paraguas rosado, dio dos golpes en el borde del bote y salieron a toda velocidad hacia la orilla.

–¿Por qué tendría que estar uno loco para intentar robar en Gringotts?

Preguntó Harry curioso, recordando la conversación anterior sobre el banco de magos.

–Hechizos… encantamientos.

Dijo serio Hagrid, desdoblando su periódico mientras hablaba.

–Dicen que hay dragones custodiando las cámaras de máxima seguridad. Y, además, hay que saber encontrar el camino. Gringotts está a cientos de kilómetros por debajo de Londres, ¿sabes? Muy por debajo del metro. Te morirías de hambre tratando de salir, aunque hubieras podido robar algo.

Harry permaneció sentado pensando en aquello, mientras Hagrid leía su periódico, El Profeta. Harry había aprendido de su tío Vernon que a las personas les gustaba que las dejaran tranquilas cuando hacían eso, pero era muy difícil, porque nunca había tenido tantas preguntas que hacer en su vida.

—El Ministerio de Magia está confundiendo las cosas, como de costumbre.

Murmuró descontento Hagrid, dando la vuelta a la hoja.

–¿Hay un Ministerio de Magia?

Preguntó asombrado Harry, sin poder contenerse.

–Por supuesto.

Respondió Hagrid simplemente.

–Querían que Dumbledore fuera el ministro, claro, pero él nunca dejará Hogwarts, así que el viejo Cornelius Fudge consiguió el trabajo. Nunca ha existido nadie tan chapucero. Así que envía lechuzas a Dumbledore cada mañana, pidiendo consejos.

–Pero, ¿qué hace un Ministerio de Magia?

Harry preguntó una vez más, pero esta vez con la compañía de destiny, resibiendo la respuesta tranquila de Hagrid.

–Bueno, su trabajo principal es impedir que los muggles sepan que todavía hay brujas y magos por todo el país.

–¿Por qué?

Esta vez la pregunta salió de Destiny, aunque era obvio para Hagrid que también Harry tenía la misma duda, así que contestó en general.

–¿Por qué? Vaya, chicos, todos querrían soluciones mágicas para sus problemas. No, mejor que nos dejen tranquilos.

En aquel momento, el bote dio un leve golpe contra la pared del muelle. Hagrid dobló su periódico y subieron los escalones de piedra hacia la calle, dejando el vote atrás en un santiamén.

Los transeúntes miraban mucho a Hagrid, mientras recorrían el pueblecito camino de la estación. Y Harry, Pucca, Garu y Destiny no se los podría reprochar: Hagrid no sólo era el doble de alto que cualquiera, sino que señalaba cosas totalmente corrientes, como los parquímetros, diciendo en voz alta:

–¿Ven eso, chicos? Las cosas que esos muggles inventan, ¿verdad?

–Hagrid.

Dijo rápido Harry, jadeando un poco mientras correteaba para seguirlo, mientras su hermano, Pucca y Destyni parecían llevarla más fácil al seguir el paso de Hagrid.

–¿no dijiste que había dragones en Gringotts?

–Bueno, eso dicen.

Le respondió tranquilamente Hagrid.

–Me gustaría tener un dragón.

–¿Te gustaría tener uno?

Le cuestionó Harry impactado, mientras que Pucca y Garu le sonreían a Hagrid.

—Quiero uno desde que era niño… Ya estamos.

Habían llegado a la estación, Harry cansado y Pucca estaba como si nada, aunque Garu y Destiny ya estaban jadeando. Salía un tren para Londres cinco minutos más tarde, por lo que se sentaron a esperar esos minutos.

Hagrid, que no entendía «el dinero muggle», como lo llamaba, dio las monedas a Harry para que comprara los billetes. Y fue así como Harry y Pucca se alejaron a comprar los billetes para el viaje.