Descargo de responsabilidad: ya saben ustedes que PUCCA y sus personajes no me pertenecen, le pertenecen a su creador Boo Kyoung Kim. Yo sólo usé sus personajes, para crear esta historia loca, pero según yo entretenida.
Descargo de responsabilidad 2: así como el libro de Harry pottery sus personajes no me pertenecen, pues le pertenecen a la autora JKRollin. yo sólo utilicé a Harry potter para juntarlo con Pucca, así que no plagien, adapten o copien por favor que eso no está bien.
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"Lo malo siempre se puede dejar atrás, mostrando siempre una sonrisa."_(Destiny Jackson)
–¿Qué sucede?
Preguntó curioso Hagrid.
–Nada.
mintieron Harry y Destiny, tratando de tragarse su malestar. Se detuvieron a comprar pergamino y plumas, que eran unos de los materiales más importantes para ellos.
Harry se animó un poco cuando encontró un frasco de tinta que cambiaba de color al escribir, algo que a Pucca y a Destiny también les gustó y se lo compraron, pero a Garu simplemente le dio lo mismo. Cuando salieron de la tienda, preguntó serio Harry:
–Hagrid, ¿qué es el quidditch?
–Vaya, Harry, sigo olvidando lo poco que sabes... ¡No saber qué es el quidditch!
Le dijo sorprendido Hagrid, agregándole después.
–Aunque bueno, tampoco creo que Garu y Pucca sepan de esto.
–No me hagas sentir peor.
Dijo serio Harry, viendo como Pucca y Garu apartaban la mirada. Le contó a Hagrid lo del chico pálido de la tienda de Madame Malkin, sacando lo que sintió él y Destiny al oír hablar al chico.
–... y dijo que la gente de familia de muggles no deberían poder ir...
–Tú y Garu no son de una familia muggle. Si hubiera sabido quiénes sois... Él ha crecido conociendo sus nombres, si sus padres son magos. Ya lo has visto en el Caldero Chorreante. De todos modos, qué sabe él, algunos de los mejores que he conocido eran los únicos con magia en una larga línea de muggles. ¡Mira tu madre! ¡Y mira la hermana que tuvo!
Le comentó tranquilo Hagrid, preguntando Harry de nuevo.
–Entonces, ¿qué es el quidditch?
–Es nuestro deporte. Deporte de magos. Es... como el fútbol en el mundo muggle, todos lo siguen. Se juega en el aire, con escobas, y hay cuatro pelotas... Es difícil explicarte las reglas.
Le dijo serio Hagrid, mirando lo atenta que estaba Pucca por ello, escuchando las preguntas de Harry.
–¿Y qué son Slytherin y Hufflepuff?
–Casas del colegio. Hay cuatro. Todos dicen que en Hufflepuff son todos inútiles, pero...
Explicó serio Hagrid, siendo cortado por Harry.
–Seguro que yo estaré en Hufflepuff.
Dijo Harry desanimado.
–Es mejor Hufflepuff que Slytherin.
Dijo Hagrid con tono lúgubre.
–Las brujas y los magos que se volvieron malos habían estado todos en Slytherin. Quien tú-sabes fue uno.
–¿Vol... perdón... ¿Quien-tú-sabes estuvo en Hogwarts?
Harry y Destiny preguntaron asombrados.
–Hace muchos años.
Respondió Hagrid, tratando de no revelar mucho. Compraron los libros de Harry, Garu, Pucca y Destiny en una tienda llamada Flores y Blotts, en donde los estantes estaban llenos de libros hasta el techo.
Había unos grandiosos forrados en piel, otros del tamaño de un sello, con tapas de seda, otros llenos de símbolos raros y unos pocos sin nada impreso en sus páginas. Hasta Dudley, que nunca leía nada, habría deseado tener alguno de aquellos libros. Hagrid casi tuvo que arrastrar a Harry para que dejara Hechizos y contra hechizos (encante a sus amigos y confunda a sus enemigos con las más recientes venganzas: Pérdida de Cabello, Piernas de Mantequilla, Lengua Atada y más, mucho más), del profesor Vindictus Viridian, le dijo Harry al ser apartado de allí.
–Estaba tratando de averiguar cómo hechizar a Dudley.
–No estoy diciendo que no sea una buena idea, pero no puedes utilizar la magia en el mundo muggle, excepto en circunstancias muy especiales.
Le dijo serio Hagrid.
–Y, de todos modos, no podrías hacer ningún hechizo todavía, necesitarás mucho más estudio antes de llegar a ese nivel.
Hagrid tampoco dejó que Pucca y Harry compraran un sólido caldero de oro (en la lista decía de peltre) pero consiguieron una bonita balanza para pesar los ingredientes de las pociones y un telescopio plegable de cobre. Luego visitaron la droguería, tan fascinante como para hacer olvidar el horrible hedor, una mezcla de huevos pasados y repollo podrido.
En el suelo había barriles llenos de una sustancia viscosa y botes con hierbas, raíces secas y polvos brillantes llenaban las paredes, y manojos de plumas e hileras de colmillos y garras colgaban del techo. Mientras Hagrid preguntaba al hombre que estaba detrás del mostrador por un surtido de ingredientes básicos para pociones, Pucca, Harry, Garu y Destiny examinaban cuernos de unicornio plateados, a veintiún galeones cada uno, y minúsculos ojos negros y brillantes de escarabajos (cinco knuts la cucharada).
Fuera de la droguería, Hagrid miró otra vez la lista de Harry. Mientras Pucca, Garu y Destiny hacían lo mismo, viendo que les faltaban.
–Sólo les falta la varita... Ah, sí, y todavía no les he buscado un regalo de cumpleaños a ti y a Garu.
Harry sintió que se ruborizaba, por el lado de Garu, solo se pudo ver que rodaba los ojos.
–No tienes que...
Soltó Harry, siendo interrumpido por Hagrid.
–Sé que no tengo que hacerlo, pero quiero hacerlo. Les diré qué será, les compraré un animal. No un sapo, los sapos pasaron de moda hace años, se burlarán de ustedes... y no me gustan los gatos, me hacen estornudar.
Cuando Garu escuchó eso, sujetando con la cabeza y diciendo con sus ojos.
~Pues yo tengo un gato y con eso es suficiente. ~
Obviamente Hagrid no le entendió, así que Destiny tuvo que traducirle.
–El pequeño ninja dice que no le compres nada, qué él ya tiene un gato y no necesita más mascotas.
–Entiendo, es una lástima, pero entonces solo sé lo compraré a Harry.
Dijo serio, hablando con Harry de nuevo, aunque estaba un poco decepcionado.
–Bien, Harry, te voy a regalar una lechuza. Todos los chicos quieren tener una lechuza. Son muy útiles, llevan tu correspondencia y todo lo demás.
Veinte minutos más tarde, salieron del Emporio de la Lechuza, que era oscuro y lleno de ojos brillantes, susurros y aleteos. Harry llevaba una gran jaula con una hermosa lechuza blanca, medio dormida, con la cabeza debajo de un ala.
Y no dejó de agradecer el regalo, tartamudeando como el profesor Quirrell. Era obvio que estaba feliz, así como Pucca y Destiny, aunque Garu solo se sentía cada vez más irritado por toda esta ridícula situación.
–Ni lo menciones
Dijo Hagrid con aspereza.
–No creo que los Dursley te hagan muchos regalos. Ahora nos queda solamente Ollivander, el único lugar donde venden varitas, y tú y tus amigos tendrán la mejor.
Fue entonces que pensó Harry cuando oyó a Hagrid.
(Una varita mágica...)
Eso era lo que Harry realmente había estado esperando, algo que también lo emocionaba como a Destiny y Pucca, Garu solo sé seguía mostrando fastidiado y tal vez algo enojado por esto. La última tienda era estrecha y de mal aspecto. Sobre la puerta, en letras doradas, se leía:
«Ollivander: fabricantes de excelentes varitas desde el 382 a.C.»
En el polvoriento escaparate, sobre un cojín de desteñido color púrpura, se veía una única varita. Cuando entraron, una campanilla resonó en el fondo de la tienda.
Era un lugar pequeño y vacío, salvo por una silla larguirucha donde Hagrid se sentó a esperar. Harry se sentía algo extraño, como si hubieran entrado en una biblioteca muy estricta.
Se tragó una cantidad de preguntas que se le acababan de ocurrir, y en lugar de eso, miró los miles de estrechas cajas, amontonadas cuidadosamente hasta el techo. Por alguna razón, sintió una comezón en la nuca. El polvo y el silencio parecían hacer que le picara por alguna magia secreta.
–Buenas tardes.
Les dijo una voz amable, mientras todos prestaban atención. Harry dio un salto, al igual que Pucca, Garu y Destiny, Hagrid también debió de sobresaltarse porque se oyó un crujido y se levantó rápidamente de la silla. Un anciano estaba ante ellos; sus ojos, grandes y pálidos, brillaban como lunas en la penumbra del local.
–Hola.
Le dijo Harry con torpeza.
