Descargo de responsabilidad: ya saben ustedes que PUCCA y sus personajes no me pertenecen, le pertenecen a su creador Boo Kyoung Kim. Yo sólo usé sus personajes, para crear esta historia loca, pero según yo entretenida.

Descargo de responsabilidad 2: así como el libro de Harry pottery sus personajes no me pertenecen, pues le pertenecen a la autora JKRollin. yo sólo utilicé a Harry potter para juntarlo con Pucca, así que no plagien, adapten o copien por favor que eso no está bien.

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"Tienes que tener paciencia, porque siempre habrá alguien dispuesto a venir en tu ayuda."_(Paccu Dooda)

Llegaron a King's Cross a las diez y media, sin dejar de ser seguidos por Pucca y Garu en la moto veloz. Tío Vernon cargó lo baúles de Harry, Pucca y Garu en un carrito y los llevó por la estación, aparentemente sin quejarse como regular mente sabría Harry que lo haría.

Harry pensó que era una rara amabilidad, hasta que tío Vernon se detuvo, mirando los andenes con una sonrisa perversa. Era obvio que se sentía ganador, al ver los andenes y ver como llegaba Destiny con unos tres hombres desconocidos, una chica parecida a Pucca y un chico con la misma ropa de Garu.

–Bueno, aquí están, muchacho. Andén nueve, andén diez... Su andén debería estar en el medio, pero parece que aún no lo han construido, ¿no?

Harry odiaba admitir que Tenía razón, por supuesto. Había un gran número nueve, de plástico, sobre un andén, un número diez sobre el otro y, en el medio, nada.

–Que tengan un buen curso.

Dijo tío Vernon con una sonrisa aún más torva, mostrándose engreído con los tres chicos. Se marchó sin decir una palabra más, llevándose con él a tía petunia y Dudley que ni se giraron a verlos.

Harry se volvió y vio que los Dursley se alejaban, dejándolos solos como si nada. Los tres se reían, burlándose de los que sé que se quedaban con Harry. Harry sintió la boca seca, temía que él y sus amigos se hubieran equivocado.

¿Qué harían?

Estaban llamando la atención, a causa de Hedwig y los gatos que vinieron con Destiny y los otros. Tendría que preguntarle a alguien, era lo único que quedaba por hacer y tenía que hacerlo porque suponía que los demás no lo harían.

Detuvo a un guarda que pasaba, pero no se atrevió a mencionar el andén nueve y tres cuartos. El guarda nunca había oído hablar de Hogwarts, y cuando Harry no pudo decirle en qué parte del país quedaba, comenzó a molestarse, como si pensara que Harry se hacía el tonto a propósito.

Sin saber qué hacer, Harry le preguntó por el tren que salía a las once, pero el guarda le dijo que no había ninguno. Al final, el guarda se alejó, murmurando algo sobre la gente que hacía perder el tiempo.

Según el gran reloj que había sobre la tabla de horarios de llegada, tenían diez minutos para coger el tren a Hogwarts y no tenía idea de qué podía hacer. Estaban en medio de la estación con seis baúles que casi no podía transportar, un bolsillo lleno de monedas de mago y una jaula con una lechuza, junto a él estaban Pucca, Garu, su aparentemente primo coreano, la aparentemente media hermana de Pucca, los tíos de ellas, Destiny y los cuatro gatos.

Hagrid debió de olvidar decirles algo que tenían que hacer, como dar un golpe al tercer ladrillo de la izquierda para entrar en el callejón Diagon. Se preguntó si debería sacar su varita y comenzar a golpear la taquilla, entre los andenes nueve y diez.

Pero antes de que pudiera hacerlo, la chica que vestía de morado lo detuvo. Diciéndole con seriedad, mientras él levantaba la mirada hacia ella.

–Así no vas a poder entrar al andén, espera a quien Los Ayude. Yo me llevaré a Gura conmigo, Pucca, Garu, Destiny y tú esperarán aquí.

–¡Puedes hablar!

Dijo Harry con sorpresa, mirando a la chica de ojos rasgados de color negro carbón. Ella sonrió de lado, diciendo con calma.

–Desde luego, yo no soy Pucca, jamás hago votos de silencio por amor.

–Entiendo, ¿Y tú como sabes sobre lo del tren?

Cuestionó curioso Harry, hablando ella con calma.

–Soy hermana mayor de Pucca, voy a ese colegio antes de que a ella le llegará la carta si quiera. Estoy en segundo año, soy Paccu Dooda.

–Ya entiendo.

Soltó serio Harry, pero antes de que pudiera decirle algo más, ella tomó a Gura del brazo, tomó los baúles de ella y de él, se despidió de sus tíos Ho, Dumpling y Linguini y saltó al tren con Garu y el gato blanco de él y el gatito morado oscuro de ella. Dejándolos solos de nuevo sin saber qué hacer, desanimando a Harry por este acto inesperado de la hermana de Pucca.

No tuvieron de otra más que esperar como Paccu les dijo, pues ella ya se había ido y aún ninguno sabía cómo lo había hecho. Destiny se quedó hablando con los tíos de Pucca, mientras ellos averiguaban como hacer lo que Paccu hizo. En aquel momento, un grupo de gente pasó por sus lados y captó unas pocas palabras.

–… lleno de muggles, por supuesto…

Harry se volvió para verlos, seguido por Pucca, Garu, los tíos de ella y Destiny. La que hablaba era una mujer regordeta, que se dirigía a cuatro muchachos, todos con pelo de llameante color rojo. Cada uno empujaba un baúl, como Harry, Garu, Pucca y Destiny, y llevaban una lechuza.

Con el corazón palpitante, Harry empujó el carrito detrás de ellos. Se detuvieron y los imitó, parándose lo bastante cerca para escuchar lo que decían, así como su hermano, Destiny y Pucca lo hacían también.

–Y ahora, ¿cuál es el número del andén?

dijo seria la madre.

–¡Nueve y tres cuartos!

dijo la voz aguda de una niña, también pelirroja, que iba de la mano de la madre.

–Mamá, ¿no puedo ir…?

–No tienes edad suficiente, Ginny, ahora estate quieta.

Le soltó de nuevo la mujer, dirigiéndose a sus hijos varones.

–Muy bien, Percy, tú primero.

El que parecía el mayor de los chicos se dirigió hacia los andenes nueve y diez, igual de seguro que la media hermana de Pucca lo hizo con los gatos y Garu. Garu, Destiny, Pucca y Harry observaban, procurando no parpadear para no perderse nada y saber por fin como entrar al tren.

Pero justo cuando el muchacho llegó a la división de los dos andenes, una larga caravana de turistas pasó frente a ellos y, cuando se alejaron, el muchacho había desaparecido. Todos suspiraron desilusionados, sin dejar de oír su entorno.

–Fred, eres el siguiente.

Dijo tranquila la mujer regordeta.

–No soy Fred, soy George.

Dijo serio el muchacho.

–¿De veras, mujer, puedes llamarte nuestra madre? ¿No te das cuenta de que yo soy George?

–Lo siento, George, cariño.

Respondió la mujer apenada.

–Estaba bromeando, soy Fred.

dijo burlón el muchacho, y se alejó. Debió pasar, porque un segundo más tarde ya no estaba.

Pero, ¿cómo lo había ¿Hecho?

El hermano gemelo fue tras él: el tercer hermano iba rápidamente hacia la taquilla (estaba casi allí) y luego, súbitamente, no estaba en ninguna parte.

No había nadie más, así que Harry sé adelantó. Sabía que debía preguntar, por lo que lo hizo con todo y la pequeña caravana que tenían.

–Discúlpeme.

Dijo amable Harry a la mujer regordeta.

—Hola, queridos.

Dijo gentil a la mujer regordeta, viendo ella a los gemelos Potter, a Pucca y a Destiny.