Descargo de responsabilidad: ya saben ustedes que PUCCA y sus personajes no me pertenecen, le pertenecen a su creador Boo Kyoung Kim. Yo sólo usé sus personajes, para crear esta historia loca, pero según yo entretenida.

Descargo de responsabilidad 2: así como el libro de Harry pottery sus personajes no me pertenecen, pues le pertenecen a la autora JKRollin. yo sólo utilicé a Harry potter para juntarlo con Pucca, así que no plagien, adapten o copien por favor que eso no está bien.

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"El dolor es un compañero constante en la vida, una sombra que siempre está allí."_(Harry James Potter y Garu William Potter Sanada)

El profesor de nariz ganchuda miró por encima del turbante de Quirrell, directamente a los ojos de Harry y Garu… y un dolor agudo golpeó a los gemelos Potter en la cicatriz de la frente.

–¡Ay!

Harry y Garu se quejaron, llevándose una mano a la cabeza.

–¿Qué ha pasado?

Preguntó preocupado Percy.

–N-nada.

Respondieron Garu y Harry con seriedad, pues el dolor desapareció tan súbitamente como había aparecido. Era difícil olvidar la sensación que tuvieron Garu y Harry cuando el profesor los miró, una sensación que no les gustó en absoluto.

–¿Quién es el que está hablando con el profesor Quirrell?

Preguntó curioso Harry a Percy.

–Oh, ¿ya conocías a Quirrell, entonces? No es raro que parezca tan nervioso, ése es el profesor Snape. Su materia es Pociones, pero no le gusta… Todo el mundo sabe que quiere el puesto de Quirrell. Snape sabe muchísimo sobre las Artes Oscuras.

Harry y Garu vigilaron a Snape durante un rato, pero el profesor no volvió a mirarlos. Por último, también desaparecieron los postres, y el profesor Dumbledore se puso nuevamente de pie. Todo el salón permaneció en silencio, concentrados de nuevo en el director de Dumbledore.

–Ejem... Sólo unas pocas palabras más, ahora que todos hemos comido y bebido. Tengo unos pocos anuncios que haceros para el comienzo del año, que espero que sigan pecado protestas. Los de primer año debéis tener en cuenta que los bosques del área del castillo están prohibidos para todos los alumnos. Y unos pocos de nuestros antiguos alumnos también deberán recordarlo.

Los ojos relucientes de Dumbledore apuntaron en dirección a los gemelos Weasley y luego a Tobe y a Shaman.

–El señor Filch, el Celador, me ha pedido que os recuerde que no debéis hacer magia en los recreos ni en los pasillos. Las pruebas de quidditch tendrán lugar en la segunda semana del curso. Los que estén interesados en jugar para los equipos de sus casas, deben ponerse en contacto con la señora Hooch. Y, por último, quiero deciros que este año el pasillo del tercer piso, del lado derecho, está fuera de los límites permitidos para todos los que no deseen una muerte muy dolorosa.

Harry río, pero fue uno de los pocos que lo hizo. Garu solo miró a Dumbledore serio, pues Garu se tomaba tan literal las reglas y Por eso no sé río.

–¿Lo decía en serio?

Murmuró curioso Harry a Percy.

–Eso creo

Dijo serio Percy, mirando ceñudo a Dumbledore.

–Es raro, porque habitualmente nos dice el motivo por el que no podemos ir a algún lugar. Por ejemplo, el bosque está lleno de animales peligrosos, todos lo saben. Creo que, al menos, debió avisarnos a nosotros, los prefectos.

La respuesta de Percy le pareció molesta a Garu, pues el adulto jamás tiene que rebelar el porqué de algo, al menos que sea completamente necesario. Y si Dumbledore no dijo por qué, entonces, nadie lo obligaba hacerlo, por mucho que fueran cercanos a él o fueran prefectos.

–¡Y ahora, antes de que vayamos a acostarnos, cantemos la canción del colegio!

Exclamó alegre Dumbledore, suspirando Garu con resignación. Harry y Garu notaron que las sonrisas de los otros profesores se habían vuelto algo forzadas, como si estuvieran cansado de todo esto.

Dumbledore agitó su varita, como si tratara de atrapar una mosca, y una larga tira dorada apareció, se elevó sobre las mesas, se agitó como una serpiente y se transformó en palabras. Cada uno pensó en su melodía, preparándose para cantar a su manera.

–¡Que cada uno elija su melodía favorita!

Dijo emocionado Dumbledore.

–¡Y allá vamos! ¡señor King, acompáñeme a abrir el curso y cantar esto para que se vayan a dormir después.

–Desde luego.

Dijo gentil Ronnie, bajando de su asiento con los de Slytherin y llegando a la mesa de los maestros. Así Ronnie apareció un micrófono con su varita y todo el colegio vociferó, cada uno con su propia melodía:

_🎶Hogwarts, Hogwarts, Hogwarts, enséñanos algo, por favor.

Aunque seamos viejos y calvos o jóvenes con rodillas sucias, nuestras mentes pueden ser llenadas con algunas materias interesantes.

Porque ahora están vacías y llenas de aire, pulgas muertas y un poco de pelusa.

Así que enséñanos cosas que valga la pena saber, haz que recordemos lo que olvidamos.

Hazlo lo mejor que puedas, nosotros haremos el resto, y aprenderemos hasta que nuestros cerebros se consuman.🎶 Cada uno terminó la canción en tiempos diferentes, las mujeres aplaudiendo por la vos de Ronnie. Mientras que los hombres aplaudían por las voces de Pucca y Ring Ring, que habían encantado a todos por sus voces que sonaban divinas. Al final, sólo los gemelos Weasley seguían cantando, con la melodía de una lenta marcha fúnebre. Dumbledore los dirigió hasta las últimas palabras, con su varita y, cuando terminaron, fue uno de los que aplaudió con más entusiasmo. –¡Ah, la música! Dijo conmovido, enjugándose los ojos. –¡Una magia más allá de todo lo que hacemos aquí! Y ahora, es hora de ir a la cama. ¡Salid al trote! ¡No sé vayan a frenar! Los de primer año de Gryffindor siguieron a Percy a través de grupos bulliciosos, salieron del Gran Comedor y subieron por la escalera de mármol. Las piernas de Garu y Harry otra vez parecían de plomo, pero sólo por el exceso de cansancio y comida.

Estaban tan dormidos que ni se sorprendieron al ver que la gente de los retratos, a lo largo de los pasillos, susurraba y los señalaba al pasar, o cuando Percy en dos oportunidades los hizo pasar por puertas ocultas detrás de paneles corredizos y tapices que colgaban de las paredes, algo que sí les sorprendería si estuvieran en sus cinco sentidos como al inicio.

Subieron más escaleras, bostezando y arrastrando los pies y, cuando Harry y Garu comenzaban a preguntarse cuánto tiempo más deberían seguir, se detuvieron súbitamente.

Unos bastones flotaban en el aire, por encima de ellos, y cuando Percy se acercó comenzaron a caer contra él. Pucca esquivándolos divertida, mientras ayudaba a Hermione a esquivarlos también con facilidad.

–Peeves.

Susurró molesto Percy a los de primer año, mirando hacia riba de ellos.

–Es un poltergeist.

Levantó la voz:

–Peeves, aparece.

La respuesta fue un ruido fuerte y grosero, como si se desinflara un globo.

–¿Quieres que vaya a buscar al Barón Sanguinario?

Se produjo un chasquido y un hombrecito, con ojos oscuros y perversos y una boca ancha, apareció, flotando en el aire con las piernas cruzadas y empuñando los bastones.

–¡Oooooh!

Dijo burlón, con un maligno cacareo.

–¡Los horribles novatos! ¡Qué divertido!

De pronto se abalanzó sobre ellos, queriendo atacar a los incautos. Todos se agacharon, menos Pucca que lo atrapó de un pie. Lo sostuvo sin que nadie lo viera, susurrándole con seriedad, mientras el habría los ojos de golpe.

–Vuelves hacer eso y créeme que no te irá bien.

El poltergeist asintió, tragando duro por lo que la niña hizo.

–Vete, Peeves, o el Barón se enterará de esto. ¡Lo digo en serio!

Gritó enfadado Percy, el poltergeist miró a Pucca por última vez con miedo. Luego regresó Peeves a la normalidad e hizo sonar su lengua y desapareció, dejando caer los bastones sobre la cabeza de Neville. Lo oyeron alejarse con un zumbido, haciendo resonar las armaduras al pasar.

–Tenéis que tener cuidado con Peeves.

Dijo serio Percy, mientras seguían avanzando.

–El Barón Sanguinario es el único que puede controlarlo, ni siquiera nos escucha a los prefectos. Ya llegamos.

Al final del pasillo colgaba un retrato de una mujer muy gorda, con un vestido de seda rosa.

–¿Santo y seña?

Preguntó seria.

Caput draconis.

dijo serio Percy, y el retrato se balanceó hacia delante y dejó ver un agujero redondo en la pared. Todos se amontonaron para pasar (Neville necesitó ayuda) y se encontraron en la sala común de Gryffindor, una habitación redonda y acogedora, llena de cómodos sillones.

Percy condujo a las niñas a través de una puerta, hacia sus dormitorios, y a los niños por otra puerta, a los suyos también.

Al final de una escalera de caracol (era evidente que estaban en una de las torres) encontraron, por fin, sus camas, cinco camas con cuatro postes cada una y cortinas de terciopelo rojo oscuro.

Sus baúles ya estaban allí, Garu y Harry sé fueron a sus camas gemelas. Demasiado cansados para conversar, se pusieron sus pijamas y se metieron en la cama.

–Una comida increíble, ¿no?

Murmuró alegre Ron a Harry y a Garu, a través de las cortinas que los separaban.

–¡Fuera, Scabbers! Te estás comiendo mis sábanas.

Harry estaba a punto de preguntar a Ron si le quedaba alguna tarta de melaza, pero se quedó dormido de inmediato. Algo que Garu ya había hecho, con su gato mío enrollado en sus piernas y bien dormidos ambos.

Tal vez Harry y Garu habían comido demasiado, porque tuvieron un sueño muy extraño. Tenían puesto el turbante del profesor Quirrell, uno para cada uno, que les hablaba y les decía que debían pasarse a Slytherin de inmediato, porque ése era su destino.

Garu y Harry contestaron al turbante que no querían estar en Slytherin y el turbante se volvió cada vez más pesado, haciendo que el turbante les pesara a ambos. Harry y Garu intentaron quitárselo, pero les apretaba dolorosamente, y entonces apareció Malfoy, Fumikage y King, que se burlaron de ellos mientras luchaban para quitarse los turbantes.

Luego Malfoy se convirtió en el profesor de nariz ganchuda, Snape, cuya risa se volvía cada vez más fuerte y fría. Mientras que Fumikage Tobe, se convertía en Takeshi, el padre de él y Ronnie se volvió Don King, que se reían con una fuerte crueldad...

Se produjo un estallido de luz verde y Harry y Garu se despertaron, temblando y empapados en sudor por el extraño sueño. Se dieron la vuelta y se volvieron a dormir, maullando Mio por el movimiento brusco de Garu y bajando de la cama.

Al día siguiente, cuando se despertaron, no recordaban nada de aquel sueño. Pero sí que se sentían agotados aún, Garu mostrándose enfadado por despertar por algo que no recordaba en la noche.