Descargo de responsabilidad: ya saben ustedes que PUCCA y sus personajes no me pertenecen, le pertenecen a su creador Boo Kyoung Kim. Yo sólo usé sus personajes, para crear esta historia loca, pero según yo entretenida.

Descargo de responsabilidad 2: así como el libro de Harry pottery sus personajes no me pertenecen, pues le pertenecen a la autora JKRollin. yo sólo utilicé a Harry potter para juntarlo con Pucca, así que no plagien, adapten o copien por favor que eso no está bien.

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"Detrás de tu aparente ingenuidad, hay una mente astuta que no pasa desapercibida."_(Severus Snape)

Sin embargo, no pudieron evitar regresar ambos hermanos a la situación que tenían con el profesor Severus Snape. Pues al comenzar el banquete de la primera noche, Garu y Harry habían pensado que no le caían bien al profesor Snape.

Pero al final de la primera clase de Pociones supieron que no se habían equivocado, y no solo por ellos, sí no también por Pucca y quien sabe por qué. Pues no era sólo que a Snape no le gustara Garu, Pucca y Harry: los detestaba y mucho.

Las clases de Pociones se daban abajo, en un calabozo. Hacía mucho más frío allí que arriba, en la parte principal del castillo, y habría sido igualmente tétrico sin todos aquellos animales conservados, flotando en frascos de vidrio, por todas las paredes.

Snape, como Flitwick, comenzó la clase pasando lista y, a diferencia de Flitwick, sé detuvo primero en el nombre de Pucca Black Dooda.

–Oh, sí.

Dijo frío.

–Ha venido aquí la hija de un asesino, excelente, en lo que se ha convertido Hogwarts. Espero que no cause problemas, señorita Black.

Garu y Harry abrieron los ojos sorprendidos por ese tono frío del profesor, que cuando voltearon a ver a Pucca, notaron que los ojos grises de ella se aguaban y sé mostraban a punto de llorar. Pero al parecer sé aguantó las lágrimas, bajando la mirada al suelo y apretando los puños en silencio.

Todos comenzaron a reír, excepto y por un milagro, Draco, Goyle y Crabbe. Las mujeres se burlaban por lo bajo, mientras los chicos susurraban y señalaban a Pucca despectivamente.

Garu tenía ganas de matar al profesor Snape, sacar sus espadas y clavárselas a todos. Pero no lo hizo, aunque lo hubiera querido hacer, porque no quería traer problemas y eso afectaría su honor.

Por lo tanto, sé quedó quieto en su asiento. Oyendo como el volvía a pasar lista y, como Flitwick, se detuvo ante el nombre de Harry y Garu.

–Ah, sí.

Murmuró serio.

–Garu y Harry Potter. Nuestras nuevas... celebridades.

Esta vez, Draco Malfoy y sus amigos Crabbe y Goyle rieron tapándose la boca. Snape terminó de pasar lista y miró a la clase, haciendo pasar a su hijo con un gesto descuidado de la mano.

Los ojos de Snape eran tan negros como los de Hagrid, pero no tenían nada de su calidez. Eran fríos y vacíos y hacían pensar en túneles oscuros, que cuando Garu volvió a subir la mirada para verlo, se percató que quien se paraba junto al profesor, era Tobe Fumikage, su peor enemigo, ¿Eso significaba que Tobe no era Fumikage sí no Snape?

–Vosotros estáis aquí para aprender la sutil ciencia y el arte exacto de hacer pociones.

Comenzó con su tono frío, sin mirar a nadie en específico y mirando a todos a la vez. Hablaba casi en un susurro, pero se le entendía todo.

Como la profesora McGonagall, Snape tenía el don de mantener a la clase en silencio, sin ningún esfuerzo. Todos prestaban atención y Garu solo podía ver que Pucca sé encogía en su lugar, por primera vez podía ver en los dulces ojos inocentes de Pucca, que se sentía completamente inapropiada en aquel enorme castillo.

–Aquí habrá muy poco de estúpidos movimientos de varita y muchos de vosotros dudaréis que esto sea magia. No espero que lleguéis a entender la belleza de un caldero hirviendo suavemente, con sus vapores relucientes, el delicado poder de los líquidos que se deslizan a través de las venas humanas, hechizando la mente, engañando los sentidos... Puedo enseñaros cómo embotellar la fama, preparar la gloria, hasta detener la muerte... si sois algo más que los alcornoques a los que habitualmente tengo que enseñar.

Más silencio siguió a aquel pequeño discurso, Pucca encogiéndose cada vez más en su lugar, como sí quisiera desaparecer o no hacer enojar al profesor. Garu, Harry y Ron intercambiaron miradas con las cejas levantadas, ansiosos, nerviosos y ligeramente preocupados por Pucca y la clase presente.

Hermione Granger estaba sentada en el borde de la silla, y parecía desesperada por empezar a demostrar que ella no era un alcornoque. Garu pudo notar como Harry desviaba la mirada a Granger, sonrojándose ligeramente, aunque él no lo parecía notar como Garu sí lo veía.

–¡Potter!

Dijo de pronto Snape.

–¿Qué obtendré si añado polvo de raíces de asfódelo a una infusión de ajenjo?

Garu y Harry sé miraron, preguntándose en sus mentes confundidos.

(¿Raíz en polvo de qué a una infusión de qué?)

Garu y Harry miraron de reojo a Ron, que parecía tan desconcertado como ellos. La mano de Hermione se agitaba en el aire, ansiosa por contestar esa pregunta, los ojos de Tobe mirando a Hermione bastante interesado en ella.

–No lo sé, señor.

Contestó serio Harry, girando Snape a ver a Garu y repitiendo la pregunta.

–Y usted, señor Garu Potter, ¿Qué obtendré si añado polvo de raíces de asfódelo a una infusión de ajenjo?

–No tengo idea, señor.

Respondía Garu entre dientes, poniéndose rojo por vergüenza y enojo también. Los labios de Snape se curvaron en un gesto burlón, mirándolos con desprecio y burla en esos ojos crueles.

–Bah, bah... es evidente que la fama no lo es todo.

No hizo caso de la mano de Hermione, algo que hizo enfadar a Harry y a... ¿Tobe también?

–Vamos a intentarlo de nuevo, Potter. ¿Dónde buscarían si les digo que me encuentren un bezoar?

Hermione agitaba la mano tan alta en el aire que no necesitaba levantarse del asiento para que la vieran, pero Harry y Garu no tenían la menor idea de lo que era un bezoar. Trataron de no mirar a los medios hermanos Malfoy, sus amigos y a Tobe, que se desternillaban de risa.

–No lo sabemos, señor.

–Parece que no han abierto ni un libro antes de venir. ¿No es así, Potter?

Garu y Harry se obligaron a seguir mirando directamente aquellos ojos fríos, a pesar de que lo que sentían era pura y genuina ira contra Snape. Sí habían mirado sus libros en casa de los Dursley, aunque Garu no lo hizo como debía. Aun así, ¿cómo esperaba Snape que se acordaran de todo lo que había en Mil hierbas mágicas y hongos?

Snape seguía haciendo caso omiso de la mano temblorosa de Hermione, algo que la estaba cansando y Harry sé estaba enfureciendo más. al igual que Garu, que podía notar como Pucca perdía el color en sus mejillas lindamente sonrosadas.

–¿Cuál es la diferencia, Potter, entre acónito y luparia?

Ante eso, Hermione se puso de pie, con el brazo extendido hacia el techo de la mazmorra.

–No lo sé.

Dijo Harry con toda la mayor calma posible, hablando al mismo tiempo que su hermano Garu.

–Pero creemos que Hermione lo sabe, ¿Por qué no se lo pregunta a ella?

Unos pocos rieron, Pucca por fin alzó la mirada de nuevo. Harry y Garu captaron la mirada de Seamus, que les guiñó un ojo y Pucca les dio una sonrisa. Snape, sin embargo, no estaba complacido.

–Siéntate.

Gritó firme a Hermione, Pucca volviendo a bajar la cabeza.

–Para su información, Potter, asfódelo y ajenjo producen una poción para dormir tan poderosa que es conocida como Filtro de Muertos en Vida. Un bezoar es una piedra sacada del estómago de una cabra y sirve para salvarlos de la mayor parte de los venenos. En lo que se refiere a acónito y luparia, es la misma planta. Bueno, ¿por qué no lo estáis apuntando todo?

Se produjo un súbito movimiento de plumas y pergaminos, Hermione sentada en su lugar algo cabizbaja como Pucca. Por encima del ruido, Snape dijo con seriedad:

–Y se le restará dos puntos a la casa Gryffindor por su descaro, Potter.

Las cosas no mejoraron para los Gryffindor a medida que continuaba la clase de Pociones, Tobe los vigilaba junto a Snape y le decía quienes estaban platicando o distraídos. Regañó un par de veces a Pucca, diciéndole que no fuera igual de holgazana y creída como su padre Black.

Snape los puso en parejas, para que mezclaran una poción sencilla para curar forúnculos. Se paseó con su larga capa negra, seguido por Tobe que anotaba y lo ayudaba a lo que necesitaba.

Ambos observando cómo pesaban ortiga seca y aplastaban colmillos de serpiente, criticando a todo el mundo salvo a los medios hermanos Malfoy, que parecía gustarles. En el preciso momento en que les estaba diciendo a todos que miraran la perfección con que los Malfoy habían cocinado a fuego lento los pedazos de cuernos, multitud de nubes de un ácido humo verde y un fuerte silbido llenaron la mazmorra.

De alguna forma, Neville se las había ingeniado para convertir el caldero de Seamus en un engrudo hirviente que se derramaba sobre el suelo, quemando y haciendo agujeros en los zapatos de los alumnos. En segundos, toda la clase estaba subida a sus taburetes, evitando todo aquello que se derramaba en el suelo.

Mientras que Neville, que se había empapado en la poción al volcarse sobre él el caldero, gemía de dolor; por sus brazos y piernas aparecían pústulas rojas.

—¡Chico idiota!

Dijo Snape con enfado, haciendo desaparecer la poción con un movimiento de su varita.

–Supongo que añadiste las púas de erizo antes de sacar el caldero del fuego, ¿no?

Neville lloriqueaba, mientras las pústulas comenzaban a aparecer en su nariz.