Descargo de responsabilidad: ya saben ustedes que PUCCA y sus personajes no me pertenecen, le pertenecen a su creador Boo Kyoung Kim. Yo sólo usé sus personajes, para crear esta historia loca, pero según yo entretenida.

Descargo de responsabilidad 2: así como el libro de Harry potter sus personajes no me pertenecen, pues le pertenecen a la autora JKRollin. yo sólo utilicé a Harry potter para juntarlo con Pucca, así que no plagien, adapten o copien por favor que eso no está bien.

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"En el laberinto de la confusión, las luces titilan como estrellas perdidas buscando su constelación." _(Harry James Potter, Hermione Jean Granger y Ronald Bilius Weasley)

Un súbito portazo y fuertes pisadas hicieron que los tres se sobresaltaran, girando a ver hacia La Puerta. No se habían dado cuenta de todo el ruido que habían hecho, pero, por supuesto, abajo debían haber oído los golpes y los gruñidos del trol.

Un momento después, la profesora McGonagall entraba apresuradamente en la habitación, seguida por Snape y Quirrell, que cerraban la marcha. Quirrell dirigió una mirada al monstruo, se le escapó un gemido y se dejó caer en un inodoro, apretándose el pecho con fuerza.

Snape se inclinó sobre el trol, revisando el estado del monstruo. La profesora McGonagall miraba a Ron y Harry, teniendo un ceño fruncido y un destello de ira.

Nunca la habían visto tan enfadada, ni si quiera cuando creyó que lo regañaría por volar con su hermano hacia Malfoy para ir por la recordadora de Neville. Tenía los labios blancos, mostrándose entre asustada y furiosa. Las esperanzas de ganar cincuenta puntos para Gryffindor se desvanecieron rápidamente de la mente de Harry, pues su mirar probaba su mirada que le bajaría muchos puntos.

–¿En qué estabais pensando, por todos los cielos?

Dijo la profesora McGonagall, con una furia helada. Harry miró a Ron, todavía con la varita levantada.

–Tenéis suerte de que no os haya matado. ¿Por qué no estabais en los dormitorios? ¿Y dónde están Pucca, Garu y Destiny?

Snape dirigió a Harry una mirada aguda e inquisidora, esperando que hablara y tratara de defender a todos. Harry clavó la vista en el suelo, sin saber bien que decir.

Deseó que Ron pudiera esconder la varita, pero sabía que no podía hacerlo. Entonces, una vocecita surgió de las sombras.

–Por favor, profesora McGonagall... Me estaban buscando a mí.

–¡Hermione Granger!

Hermione finalmente se había puesto de pie.

–Garu y yo vinimos a buscar al trol porque Garu y yo... Bueno, porque ambos pensamos que podíamos vencerlos, porque, ya saben, habíamos leído mucho sobre el tema y a Garu y a mí nos interesó la idea.

Ron dejó caer su varita, asombrado por lo que la chica dijo.

¿Hermione Granger? diciendo una mentira a su profesora?

–Si ellos no nos hubieran encontrado, yo y Garu ahora estaríamos muertos. Harry le clavó su varita en la nariz y Ron lo hizo golpearse con su propio bastón, Pucca y Destiny sé llevaron a Garu a la enfermería porque el trol lo golpeó con su Bastón. No tuvieron tiempo de ir a buscar ayuda, solo estaban actuando rápido. Estaba a punto de matarme cuando ellos llegaron, mientras que a Garu ya lo había herido.

Harry y Ron trataron de no poner cara de asombro.

–Bueno… en ese caso.

Dijo seria la profesora McGonagall, contemplando a los tres niños…

–Hermione Granger, eres una tonta. ¿Cómo creías que tú y Garu iban a derrotar a un trol gigante ustedes solos?

Hermione bajó la cabeza, triste y cabizbaja por el regaño de la profesora. Harry estaba mudo, no podía creer lo que escuchó.

Hermione era la última persona que haría algo contra las reglas, y allí estaba, fingiendo una infracción para librarlos a ellos del problema. Era como si Snape empezara a repartir golosinas, tan extraño como si Garu ya no quisiera ser Ninja.

–Hermione Granger, por esto Gryffindor perderá diez puntos.

Dijo firme la profesora McGonagall.

–Estoy muy desilusionada por tu conducta. Si no te ha hecho daño, mejor que vuelvas a la torre Gryffindor. Los alumnos están terminando la fiesta en sus casas.

Hermione se marchó, tan digna, triste y sin decir nada más. La profesora McGonagall se volvió hacia Harry y Ron, hablando con su tono extricto.

—Bueno, sigo pensando que tuvisteis suerte, pero no muchos de primer año podrían derrumbar a esta montaña. Habéis ganado diez puntos cada uno para Gryffindor. El profesor Dumbledore será informado de esto. Podéis iros.

Salieron rápidamente y no hablaron hasta subir dos pisos, esperando estar lejos de todo. Era un alivio estar fuera del alcance del olor del trol, además del resto.

–Tendríamos que haber obtenido más de quince puntos.

Se quejó Ron, expresando serio Harry.

–Diez, querrás decir, una vez que se descuenten los de Hermione y los de mi hermano.

–Se portó muy bien al sacarnos de este lío.

Admitió neutral Ron.

–Claro que nosotros la salvamos.

–No habría necesitado que la salváramos si no hubiéramos encerrado esa cosa con ella.

Le recordó Harry apenado, agregándole tranquilo Ron.

–Bueno, no quisimos hacerlo, lo hicimos para encerrarlo y sacar a Garu de peligro.

–Lo sé, pero debimos revisar. Pero bueno, espero que Garu sé esté recuperándose.

Habían llegado al retrato de la Señora Gorda.

–«Hocico de cerdo»

Dijeron serios, y entraron. La sala común estaba llena de gente y ruidos, que hacía el ambiente muy alegre, a pesar de lo que vivieron.

Todos comían lo que les habían subido, sentados en donde querían. Hermione, sin embargo, estaba sola, cerca de la puerta, esperándolos.

Se produjo una pausa muy incómoda, tratando de no hablar y no decir algo tonto. Luego, sin mirarse, todos dijeron:

–«Gracias»

Y corrieron a buscar platos para comer, alejando la tención que sintieron en un inicio. Pero desde aquel momento Hermione Granger se convirtió en su amiga, formando parte de su grupo de amigos. Hay algunas cosas que no se pueden compartir sin terminar unidos, y derrumbar un trol de tres metros y medio es una de esas cosas.

Mientras tanto, Pucca y Destiny estaban en la enfermería de Hogwarts, viendo con tristeza al pobre chico ninja que estaba desmallado en una camilla después del golpe que el trol le dio con su bastón. Pucca tomaba su mano, preocupada por Garu y esas raspaduras que le dejó el bastón del trol.

Pucca miraba con angustia a Garu, su corazón latiendo con fuerza mientras sostenía su mano con delicadeza. La enfermería de Hogwarts estaba impregnada con el olor a ungüentos y pociones curativas, pero la preocupación de Pucca parecía llenar el aire más que cualquier aroma reconfortante.

Destiny estaba a su lado, su rostro reflejando la misma preocupación que la de Pucca. Él había convivido con ellos en Sooga y sabía lo importante que era Garu en la vida de todos, lo que le sorprendía es que sé dejara golpear tan fácil, cuando él era más veloz que un rayo.

¿Acaso que Pucca anduviera con Harry le dolía?

No lo sabía, pero sí que era muy extraño de ver. Aún más porque él siempre había sido veloz al esquivar, pero esta vez no lo fue, sé dejó golpear y ya ni si quiera pudo levantarse.

Mientras tanto, el chico ninja yacía en la camilla, pálido y quieto, como si estuviera atrapado en un sueño profundo del que no podía despertar. Su rostro estaba marcado por las raspaduras y contusiones que el bastón del trol le había dejado como recuerdo de su encuentro desafortunado en los pasillos de Hogwarts, en donde cuidaba el baño de las niñas quien sabía por qué.

Pucca acariciaba suavemente el cabello de Garu, deseando con todo su ser que se despertara y la mirara con esos ojos profundos que siempre la llenaban de alegría. Pero en ese momento, esos ojos permanecían cerrados, y su respiración era apenas perceptible.

–Garu, no me dejes, te necesito.

Susurró Pucca con la voz quebrada, hablando Destiny con seriedad.

–Tranquila, Pucca, Garu no sé va a ir a ningún lado. Madame Pomfrey dijo que estaría bien, solo hay que dejarlo descansar.

Pucca asintió con tristeza, sintiendo un nudo en la garganta, mientras continuaba acariciando el cabello de Garu. Aunque Destiny intentaba tranquilizarla, la preocupación seguía latente en su interior de ella y de Destiny.

¿Qué había llevado a Garu a ser golpeado de esa manera?

¿Y por qué no había podido esquivar el ataque como siempre lo hacía?

Destiny observaba a Pucca con preocupación, confundido también por todo lo que pasó, pues de nuevo parecía amar a Garu cuando andaba con Harry. Detalle que no debía pasar, pero ahora estaba pasando y parecía sacarla de un letargo al verlo lastimado.

Y aunque sabía lo fuerte que era Garu y lo habilidoso que solía ser en el combate, no podía entender como no interfirió en que lo golpearan. Algo no cuadraba en esa situación, y aunque no quería hacer suposiciones precipitadas, la idea de que algo estuviera interfiriendo en la habilidad de Garu no dejaba de rondar su mente.

La preocupación pesaba en el aire de la enfermería de Hogwarts, mientras Pucca y Destiny vigilaban a Garu. La imagen del chico ninja tendido en la Camilla, marcado por las heridas causadas por el trol, era desgarradora.

Pucca sostenía su mano con delicadeza, como si temiera que desapareciera si la soltaba, mientras Destiny observaba con una mezcla de confusión y preocupación. Pucca, con el corazón oprimido, se preguntaba qué había llevado a Garu a ser golpeado de esa manera.

¿Por qué no había podido esquivar el ataque del trol como siempre lo hacía en Sooga?

La idea de que algo pudiera interferir en su habilidad de combatía la inquietaba profundamente, sobre todo porque no sabía el que lo tendría así. Además, la presencia de Harry Potter en su vida complicaba aún más las cosas.

¿Acaso Garu se había dejado golpear por alguna razón relacionada con él?

Pucca no podía evitar preguntárselo, aunque le doliera pensar en Ello. No quería separar a los hermanos, pero que hacía si su corazón estaba confundido.

Por su parte, Destiny estaba igualmente confundido por la situación. Había conocido a Garu y a Pucca en Sooga, y sabía lo importante que eran el uno para el otro.

Sin embargo, ver a Garu tan vulnerable y herido despertaba en él una sensación de impotencia. Siempre había admirado la destreza y velocidad de Garu en el combate, por lo que resultaba aún más desconcertante verlo derrotado de esa manera.