Descargo de responsabilidad: ya saben ustedes que PUCCA y sus personajes no me pertenecen, le pertenecen a su creador Boo Kyoung Kim. Yo sólo usé sus personajes, para crear esta historia loca, pero según yo entretenida.
Descargo de responsabilidad 2: así como el libro de Harry potter sus personajes no me pertenecen, pues le pertenecen a la autora JKRollin. yo sólo utilicé a Harry potter para juntarlo con Pucca, así que no plagien, adapten o copien por favor que eso no está bien.
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"Amar sin ser amado es como escribir cartas al mar: las palabras se pierden en la inmensidad, pero el corazón insiste en enviarlas."_(Destiny Jackson)
Ver a Pucca sollozar por Garu le dolía mucho a Destiny, sabía que eso era lo correcto porque ella lo había elegido. Era natural y se veía genuino, no como la relación que había estado tenido con Harry Potter según rumores de Hogwarts.
Sin embargo, no significaba que no le Doliera. Porque la amaba con locura, más que a su casi inmortal vida.
Ella era su adoración, por lo que deseaba verla feliz, aunque no fuera con él. por eso estaba dolorosamente contento de que estuviera en la enfermería de Hogwarts esperando a que Garu despertara, porque eso dictaba sus destinos y lo sabía de sobra.
No obstante, podía ver que sus ojos cambiaban de color con la frecuencia de un latido. Algo que solo le pasaba a la familia de los dioses cuando peleaban por algo emocionalmente, pero Destiny no sabía que era.
¿Será que extraña perseguir a Garu?
¿Será que nunca dejó de amar al ninja?
¿Será que se siente culpable por estar con Garu y no con su novio Harry?
¿Será que siente que divide a los hermanos?
¿O tal vez sea qué alguien la manipuló para que se alejara de Garu y se fuera con Harry?
Con el corazón en un puño, Destiny se acercó a Pucca, deseando encontrar respuestas en los profundos abismos de sus ojos.
–Pucca.
Susurró levemente, su voz apenas un susurro en la quietud de la enfermería. Pucca levantó la mirada, sus ojos enrojecidos por las lágrimas, y por un instante, Destiny creyó ver la tormenta de emociones que la consumía.
–Pucca, ¿qué te pasa? ¿Por qué estás sufriendo tanto por Garu? ¿Acaso... Acaso aún lo amas?
Preguntó curioso, apenas capaz de contener el temblor en su voz. Pucca bajó la mirada, sus manos retorciéndose en su regazo, y por un instante, pareció a punto de confesar algo. Pero luego, sacudió la cabeza con tristeza.
–Yo... Yo ya no sé, mi corazón dice... Dado que está confundido. Es como... Como si alguien me dijera que les pertenezco a Harry y a Garu, pero otra parte más pequeña dice... Dice que siempre seré de Garu.
Destiny sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras de Pucca. Había una lucha interna en ella, una batalla entre lo que su corazón quería y lo que su destino parecía dictarle. Se acercó un poco más, sintiendo la necesidad de entenderla, de ayudarla si podía.
–Pucca, entiendo que estés confundida. Pero ¿por qué sientes que le perteneces a dos personas? ¿Qué te hace pensar eso?
Pucca se mordió el labio inferior, como si estuviera debatiéndose entre la confesión y el silencio. Finalmente, exhaló un suspiro tembloroso y miró a Destiny con ojos llenos de angustia.
–Es como si... como si hubiera algo más grande que yo misma, algo que me empuja en direcciones opuestas. No puedo explicarlo bien, pero siento que mi corazón está dividido entre dos mundos, entre dos amores y lo peor es que no sé por qué me pasa esto.
Destiny asintió lentamente, comprendiendo un poco más la complejidad de la situación de Pucca. Era como si estuviera atrapada en medio de un torbellino de emociones y fuerzas que escapaban a su control. Pero era extraño, porque jamás nunca le había pasado.
–Entiendo lo que dices, Pucca. Pero ¿qué sientes realmente en lo más profundo de ti misma? ¿Qué te dice tu corazón cuando estás en calma y en silencio?
Pucca cerró los ojos por un momento, como si estuviera buscando la respuesta dentro de sí misma. Cuando los abrió de nuevo, había una determinación tranquila en su mirada.
–Cuando estoy en paz, cuando todo está en silencio y puedo escuchar mi propia voz, sé que mi corazón siempre ha pertenecido a Garu. Es él quien me hace sentir completa, quien despierta las emociones más profundas en mí.
Las palabras de Pucca resonaron en el aire, llenando la enfermería con su sinceridad y vulnerabilidad. Destiny la observaba con admiración y respeto, maravillado por su valentía al enfrentar sus propios sentimientos.
–Entonces, ¿qué te impide seguir lo que realmente quieres? ¿Por qué te aferras a una relación que te hace sufrir?
Pucca bajó la mirada, suspirando con pesar.
–Porque también amo a Harry. Por qué no lo sé, pero algo me dice que está bien.
–Entiendo que ames a Harry, pero no puedes sacrificar tu propia felicidad por él. Todos merecemos estar con alguien que nos haga felices y completos. Si tu corazón te dice que perteneces a Garu, entonces debes seguirlo.
Destiny hablaba con sinceridad, deseando que Pucca encontrara la paz que tanto anhelaba. Pucca, sin embargo, no tardó en fruncir el ceño con enojo y decir entre dientes.
–Esto no es tan fácil, Destiny, tú no lo entiendes, porque nunca has amado a nadie que te lastima y a la vez tener alguien que te quiere bien.
–Sí lo sé, Pucca, tal vez no como tú. Pero vivo atrapado en un amor unilateral del que no puedo librarme, lo peor de todo es que tu ni te percatas.
Soltó Destiny sin pensar, desviando la mirada y pasándose una mano por su dorado cabello. El comentario de Destiny tomó por sorpresa a Pucca, quien levantó la mirada con curiosidad y compasión.
La revelación de Destiny cambió la dinámica de la conversación, haciendo que Pucca se diera cuenta de que no era la única que enfrentaba desafíos en el amor. tragó duro e intentó tomar la mano de su amigo dragón, pero él retrocedió y respiró hondo para no llorar.
–¿Qué quieres decir con eso, Destiny? –preguntó Pucca, con una mezcla de preocupación y sorpresa en su voz.
Destiny respiró profundamente antes de continuar, sintiendo el peso de sus propias palabras.
–Significa que entiendo lo que es amar a alguien que no puede corresponderte de la misma manera. Vivo atrapado en un amor que sé que nunca será recíproco, pero no puedo evitar sentirlo. Es una situación complicada, llena de dolor y resignación.
Pucca asimiló las palabras de Destiny con comprensión, reconociendo la similitud entre sus situaciones.
–Lo siento, Destiny. No sabía que también estabas pasando por algo así. Debe ser muy difícil.
–Lo es, tú sabes cuánto. Pero no importa, enfócate en el pobre ninja.
Soltó frio Destiny, caminando al lado izquierdo de Garu. Lo miró con enojo y a la vez con compasión, odiando que lastimara a su Pucca y sabiendo que no era su culpa.
Lo odiaba porque Pucca le pertenecía y no a él, pero a la vez Destiny no podía odiarlo por completo, porque el ninja era bueno, valiente y muy orgulloso. Lo último era su pecado y lo que lo frenaba en muchas ocasiones, porque si no fuera tan orgulloso, Pucca sería suya y ninguno sufriría tanto.
Sin embargo, esta situación le recordó lo que vivió cuando la que estaba en el lugar de Pucca era Ming. La madre de su querida Pucca, a la que también llegó amar con locura.
Era un 14 de febrero soleado, hermoso y despejado, cuando el maestro Soo había hablado con el director de Hogwarts de ese entonces para que Destiny pudiera entrar a ver a su amiga Ming Lee y vigilar que estuviera bien. en Sooga la conocían como la maestra Ming, pero en Hogwarts no podía llamarla así, por lo que le habían inventado un apellido como a su hermana Rang Rang.
Allá la conocían como Ming Lee, ella tenía cabello negro como el carbón y ojos carmesí como la sangre. Su brillo pálido la hacía destacar, pues parecía tan angelical que era anti natural.
Era perfecta y como Pucca, siempre vestía de rojo debajo de sus túnicas de bruja. Sin embargo, para mediados del cuarto año en Hogwarts, ella se había juntado con los merodeadores.
Destiny pensó que no pasaba nada, al final solo era un grupo de amigos con los que se juntaba y ya, así como tantos otros antes. Pero para el maestro Soo no lo era, presentía que había algo más y ese día Destiny pudo comprobarlo.
Al andar por los pasillos de Hogwarts, escusado por el maestro Soo para ir a ver a su amiga, iba a aprovechar para confesarle lo que había estado sintiendo por ella. Pero al girar en una esquina, los vio besándose y abrazándose con fuerza.
Sirius Black estaba acorralando en la pared a Ming Lee, besándose y abrazándose con una pación que lo hería, porque lo peor fue ver como ambos sé correspondían. Destiny se quedó petrificado al presenciar esa escena, haciéndolo tirar la rosa blanca que llevaba en manos y que representaba el amor puro que sentía por ella.
El golpe en su corazón resonó más fuerte que cualquier hechizo lanzado en un duelo de magia, más fuerte que cualquier campanazo en una iglesia que celebra una boda. Su mente giraba en un torbellino de emociones: incredulidad, dolor, traición.
Se aferraba a la esperanza de que era solo un malentendido, que Ming Lee lo rechazaría y lo explicaría todo. Pero conforme observaba la intensidad del beso y la entrega mutua entre los dos, la realidad se volvía cada vez más clara y devastadora.
Se sintió como si el suelo desapareciera bajo sus pies, como si el mundo se desvaneciera ante sus ojos. Ming Lee, su amiga más cercana, su confidente, su amor secreto, estaba con otro.
Y no con cualquier otro, sino con uno de los merodeadores. El grupo de chicos que, aunque se llevaban bien con ella, siempre hacían sentir al maestro Soo inseguro al creer que eran un peligro.
El dolor lo invadió como un tsunami, amenazando con ahogarlo en su propia desesperación. Quiso gritar, correr, desaparecer, pero sus piernas se sentían como plomo y su voz estaba atrapada en su garganta.
Solo pudo quedarse allí, observando en silencio el beso que destrozaba su corazón en mil pedazos. Después de un tiempo que le pareció una eternidad, la razón empezó a regresar a su mente nublada por el dolor.
¿Qué debía hacer ahora?
¿Cómo enfrentaría a Ming Lee después de presenciar eso?
¿Podría perdonarla, o su amistad estaba irremediablemente rota?
Una parte de él quería huir, alejarse de Hogwarts para siempre y olvidar todo lo que había visto. Pero otra parte, la parte que aún la amaba a pesar del dolor, quería confrontarla, buscar respuestas, intentar entender por qué había elegido a Sirius Black sobre él.
Con paso vacilante, se acercó lentamente a donde estaban, tratando de controlar el temblor en sus manos y la furia en su corazón. Cuando estuvo lo bastante cerca, tosió ligeramente para llamar su atención, aunque sabía que ya lo habían visto.
Ming Lee se separó de Sirius con un sobresalto, su rostro palideciendo al verlo. Pero no había sorpresa en sus ojos, solo una sombra de culpa que lo hizo sentir aún más miserable.
–Destiny, yo...
Empezó a decir frágilmente, pero él levantó una mano para detenerla.
–No necesitas darme explicaciones, Ming Lee. Lo vi todo.
Su voz sonaba más fría de lo que esperaba, incluso para él mismo. Pero no podía permitirse mostrar debilidad frente a ella, no ahora que su mundo se estaba desmoronando a su alrededor.
Ming Lee bajó la mirada, avergonzada, mientras Sirius permanecía en silencio a su lado, observándolo con una mezcla de curiosidad y desdén. Destiny sabía que no pertenecía allí, que no era más que un espectador en su propio drama personal.
–Lo siento, Destiny. No quería que lo vieras de esta manera, yo te lo iba a decir.
Dijo suave Ming Lee, su voz apenas un susurro.
–No importa. Ya está hecho.
respondió serio él, tratando de mantener la compostura. Hubo un incómodo silencio entre los tres, roto solo por el sonido de las respiraciones agitadas y el latido acelerado de su propio corazón.
Destiny se preguntó si algún día podría perdonarla, si alguna vez podría mirarla de nuevo sin sentir el dolor punzante de la traición. Pero sabía que no sería fácil, que el camino hacia la sanación sería largo y tortuoso.
Cuando se iba a dar la vuelta para irse y decirle al maestro Soo que su hermana estaba bien, Ming lo detuvo de la muñeca y le habló suplicante. Creyó que se retractaría de lo que hizo, pero sus esperanzas se rompieron al oírla hablar.
–Espera, Destiny, una cosa más. No le digas a mi hermano el maestro Soo, yo amo a Sirius y él quiere que me quede con un muggle de Sooga. Así que no le digas nada, por favor, hasta que yo y Sirius se lo digamos.
–Está bien, Ming, sé hará como tú digas.
Soltó neutral y apartó su mano de ella, sé giró y se fue dolido por todo aquello. Y mientras se alejaba de ellos, sintió el peso de la soledad aplastándolo con cada paso que daba.
Nunca le dijeron nada, el maestro Soo se enteró solo y cuando Ming salió de Hogwarts años después. Le prohibió salir de Sooga y volver a ver a Sirius Black, al ser su hermana menor el maestro Soo la casó con Udon Dooda.
Se esperaba que ella obedeciera y no lo volviera a ver, pero no lo hizo y le fue infiel a su esposo para encontrarse con el amor de su vida. así Sirius Black y Ming Lee habían concebido a Pucca Black, una pequeña niña dulce, amable y fuerte, que enamoró de nuevo a Destiny como su madre lo había hecho antes.
Y ahora que estaba con Pucca en la enfermería de Hogwarts, cuidando al joven Garu Potter Sanada de las heridas que el bastón del trol le dejó. Sé dio cuenta que había caído de nuevo en casi la misma situación, siendo un extra en su propio drama de amor.
Volvía a no figurar en nada en la vida de la niña que amaba, pero esta vez ya lo sabía y sé había resignado. Ahora lo que más le importaba, era saber que estaba haciendo que Pucca y Garu actuaran de una manera tan contraria a ellos.
