Cuando salieron del hospital ya había anochecido, Kyouka había dejado de llorar y en algún punto del trayecto de regreso se quedo dormida en el asiento del copiloto. Sus largas pestañas negras aún estaba empapadas por sus lágrimas y Chuuya la reviso preocupado sin dejar de prestar atención al camino. Kyouka no solía ser emocional, más bien su actuar siempre era racional y écuanime, verla así de sensible le preocupo.

Su madre le había indicado que llevara al señor Kunikida hasta su casa, en eso estaba cuando notó que estaba inusualmente callado viendo hacia el lugar vacío del asiento trasero. Se preguntó si seguiría preocupado por Dazai y antes de que pudiera decirle algo, él hablo primero.

—Lamento las molestias que causamos, les agradezco a Kyouka y a ti por su ayuda. Pagaré la limpieza de tu auto— dijo Kunikida con voz apagada viendo las manchas de sangre en el asiento trasero del auto de Chuuya.

Chuuya se encogió de hombros restándole importancia y sonrió.

—No te preocupes por eso— contestó despreocupado y luego miró nuevamente a su hermana que dormía a su lado sin descuidar su conducción.

—Viendo cómo reaccionó mi hermana puedo entender lo importante que es Dazai para ustedes— comentó pensativo.

—Suele ser un dolor en el trasero— confesó Kunikida recordando las miles de veces que Dazai lo sacaba de quicio— pero es un buen chico— agregó recordando como procuraba a los más jóvenes como Atsushi, Kyouka y Lucy.

—Debo confesar qué cuando Kyouka le dijo a mi madre que quería trabajar en su cafetería me preocupe— dijo Chuuya cuando dio vuelta en una esquina.

— ¿Eh? ¿Por qué?— preguntó Kunikida con curiosidad.

—De seguro con lo que viste hoy puedes hacerte una idea—dijo Chuuya apenado y Kunikida entendió su punto. Kyouka no lo aparentaba pero provenía de una familia acomodada y a diferencia de los demás empleados no parecía tener la necesidad de trabajar en una cafetería.

—No lo aparenta pero ella tenía miedo de que si lo descubrían la excluirían—agregó Chuuya— Por eso me hacía esperarla siempre en la parte posterior de su local.

—No tenía idea de que se sintiera así—dijo con tono apenado Kunikida.

—Ella siempre actúa con demasiada seriedad y madurez a pesar de su edad, por ello a veces es malinterpretada y esto ha hecho que en ocasiones sea aislada. Debido a esto, en su escuela no tiene ningún amigo y me preocupaba que se sintiera solitaria, pero hoy pude ver que ella se siente demasiado unida a ustedes. Casi me siento agradecido con el "chico tigre" por haberla convencido de trabajar en su cafetería—dijo Chuuya deteniendo la marcha del auto frente a una casa de dos pisos.

— ¿Chico tigre?— repitió Kunikida bajando una ceja confundido y luego recordó que el mes pasado Atsushi estuvo usando una botarga como la mascota del café: un tigre blanco. Eso sucedió antes de que lo ascendieran a mesero.

— Les agradezco— dijo el pelirrojo girándose para encararlo. — Por favor sigan cuidando bien de ella en el futuro— añadió e hizo una pequeña reverencia.

—Nosotros también estamos felices de que Kyouka se encuentre con nosotros; es una chica muy buena y diligente—Kunikida lo imitó y se la devolvió.

Kunikida pensó que no tenía que preocuparse Dazai, se encontraba en buenas manos con la familia de Kyouka; era una familia muy amable y cálida y eso le hizo sentirse menos ansioso.

Al poco tiempo Kunikia descendió del vehículo y se despidió del chico. Chuuya le dijo que su madre ya tenía su contacto y que cualquier cosa que sucediera con Dazai le sería informada. Kunikida le agradeció nuevamente y se despidió de Chuuya.

Kunikida caminó hacia su casa y alguien abrió la puerta antes de que pudiera sacar sus llaves, se trataba de un hombre de largos y ondulados cabellos plateados que vestía un traje de color negro.

—Es tarde querido, estaba preocupado— dijo el hombre con voz grave.

—Lo lamento— se disculpó Kunikida entrando a su casa seguido del otro hombre. — Quise avisarte pero todo sucedió tan rápido que olvide hacerlo— dijo mientras se descalzaba sus zapatos en la entrada y se ponía unas sandalias.

— ¿Te sucedió algo? ¿Te lastimaste?— preguntó preocupado su esposo que comenzó a revisarlo.

—Estoy bien, Bram —dijo abrazándolo y recargó su cabeza sobre su pecho. —Todo está bien ahora…

Bram se limitó a acariciar a su esposo y envolverlo entre sus brazos.

Chuuya condujo hasta su hogar y siguió pensando en el tal Osamu Dazai y por qué aquel nombre seguía revoloteando en su mente. Intento varias veces recordar de dónde lo conocía pero su cerebro no parecía querer cooperar. Se encogió de hombros y le resto importancia; ya lo recordaría en algún momento.

En poco tiempo llegó a su hogar y estacionó su auto en la cochera. Empujó suavemente el hombro de Kyouka para despertarla.

—Hey dormilona, ya llegamos a casa— le susurró.

Kyouka se revolvió y parpadeo lentamente mientras le dirigió una lánguida mirada.

—Perdón, me quede dormida— se disculpó con voz cansada.

—Tranquila, vamos. Debes dormir en tu cama— dijo Chuuya quitándole el cinturón de seguridad.

—¡No! — Dijo la chica despertando completamente— Llévame de regreso al hospital— le pidió ansiosa.

—De eso ni hablar, debes descansar. Mamá dijo que se encargaría de todo— le aseguró Chuuya pero ella sujetó la manga de su chamarra con fuerza.

—Por favor— insistió ella.

Chuuya suspiró sin entender porque estaba tan extraña.

— ¿Por qué estas tan preocupada? ¿Acaso te gusta ese tal Osamu Dazai?— le preguntó Chuuya sin entender porque actuaba tan impulsivamente.

Kyouka se sonrojo ante las palabras de su hermano y sintió una leve molestia.

— ¡No es nada así!— contestó irritada

—Pensé que te gustaba el "chico tigre"— añadió Chuuya de manera maliciosa.

—¡Su nombre es Atsushi!— lo corrigió su hermana.

—Como sea— dijo Chuuya restándole importancia. — ¿Por qué quieres volver? —

—Creo que nadie se ha dado cuenta porque Dazai-san se esfuerza mucho en parecer estar bien pero sé que está deprimido— comento Kyouka recordando que hace unos días había visto por equivocación a Dazai en el vestidor para empleados mientras cambiaba las vendas de sus brazos. Por supuesto, no había sido de manera intencional pero no pudo evitar ver las horribles cortadas y cicatrices sobre su piel. — Creo que Dazai-san no debería despertar en una habitación vacía solo, alguien debería estar a su lado—

Chuuya observó pensativo a su hermana y volvió a suspirar.

—Bien, haremos lo siguiente: yo iré a hacerle compañía y tú entrarás a la casa y descansarás un poco. Volveré más tarde por ti para que vayas a verlo por la mañana ¿De acuerdo?— sugirió Chuuya.

El rostro de Kyouka se iluminó y rodeo el cuello de su hermano con sus brazos.

—Gracias Chuu Chuu, eres el mejor— Dijo ella dándole un beso en la mejilla antes de bajar del auto.

Chuuya se sintió avergonzado porque había pasado un largo tiempo desde que Kyouka lo llamara así.

—Anda, quiero ver que entres a la casa— le dijo Chuuya desde el auto y Kyouka así lo hizo.

Chuuya al escuchar el mote cariñoso con el Kyouka lo llamó supo que no podía negarse, así que espero a que entrará y condujo de regreso al hospital. Algunos de los compañeros de su mamá no les sorprendió verlo ahí nuevamente, ya lo conocían e incluso le dijeron en que habitación se encontraba Osamu Dazai. Al llegar ahí, observó que éste se revolvía inconsciente como si le doliera algo mientras un duo de enfermeras parecía discutir algo al pie de su cama.

Chuuya entró a la habitación y observó a la distancia. El rostro de Dazai se compungía como si estuviera teniendo una pesadilla y sudaba como si tuviera fiebre. De pronto, por fin pudo recordar de dónde lo conocía. Casi se da un golpe mental por haberlo olvidado ¿cómo no lo había reconocido antes? Era el omega de esa vez, él que lo defendió cuando aún estaba en la escuela media.

En otro lugar, en ese mismo hospital, el timbre de un celular rompió el silencio sepulcral que había en cierta oficina. Kyouyo que dormitaba, reaccionó ante el sonido y extrajo el aparato para contestar la llamada. Ni siquiera se molesto en revisar de quién se trataba; ya lo sabía.

— ¿Tú, acaso sabes la hora qué es?— preguntó Kouyo con voz molesta.

— ¿Estás completamente segura?—se escuchó una voz masculina al otro lado del auricular. No hubo un saludo previo pero a Kouyo no le molesto debido a lo delicado de la situación.

— ¿Tienes idea de cuántas veces te marqué?— se quejó antes de responder. —Sí, no tengo dudas es igual a ella y también—hizo una pausa—Se parece a ti— admitió con voz seria.

— ¿Sabes qué pasó con ella?—preguntó el hombre como si le doliera hacer aquella pregunta.

—No, solo que Osamu fue adoptado por Ango y Odasaku— explicó la pelirroja dejándose caer en el respaldo de su asiento. —Ambos murieron hace un par de meses, Osamu ha estado solo desde entonces, pero si me lo preguntas, no creo que ella siga con vida.— Afirmó al mismo tiempo que sintió un pinchazo de dolor en su propio pecho y sus ojos se dirigieron a una fotografía dispuesta sobre su escritorio.

— ¿Por qué lo crees así?— preguntó con un tono serio la voz al otro lado.

— Ella se esmero mucho para desaparecer de nuestro radar. — Dijo levantando la fotografía con su mano libre— No hubiera dejado a Dazai con Odasaku si no hubiera pasado algo —aseveró Kouyo. —Siempre confió mucho en él, solo hubiera querido que también confiara en mí pero quizás ella creyó que si acudía a mí, tú te enterarías.

Hubo un largo silencio del otro lado.

—Lo lamen…—dijo la voz pero fue interrumpido.

—Sé que está demás decir que todo esto es tu culpa, debiste protegerla. Jamás te perdonaré lo que le hizo tu familia, pero eso ya no podemos remediarlo, ahorita lo más importante es Osamu— concluyó Kouyo con firmeza.

—No lo dejes ir hasta que yo llegue—la llamada se cortó antes de que pudiera decir algo más.

Ella se molesto y soltó un suspiro mientras dejo el celular sobre la mesa. Se quedó un rato mirando la foto que sostenía, en ella aparecían tres jóvenes con uniforme escolar: un chico de cabello negro extremadamente lacio que lucía una sonrisa socarrona, una hermosa jovencita de cabello castaño y ondulado con un par de vendas sobre su cabeza y ella con un aspecto mucho más joven que fruncía el ceño ante los dos presentes.

—Voy a cuidar bien de tu muchacho — le susurró Kouyo a la fotografía y pasó su dedo índice sobre la chica de cabello castaño.

Ogai Mori, el hombre con el que había estado hablando y ella eran viejos amigos; se conocían desde toda su vida. Habían crecido prácticamente en la misma zona residencial y sus dos familias eran muy amigas. En su juventud habían estados enamorados de la misma persona; la madre de Osamu Dazai.

Kouyo no sabía cómo reaccionaría Mori cuando le contara que su hijo era un Omega y que fue marcado por un Alfa desconocido que lo había dejado a su suerte provocándole un aborto espontáneo. Lo mismo que él le había hecho a la madre de Dazai pero con un final catastrófico. Solo de pensar que madre e hijo pasaron por lo mismo le hizo enfurecer y lamento en silencio la suerte de había podido proteger a su madre pero protegería a su hijo, incluso si era necesario, de su propio padre.

Kouyo estaba ensimismada cuando una enfermera tocó a la puerta de su oficina.

—Adelante— contestó ella desde el interior.

—Disculpe Doctora Ozaki— dijo la enfermera con voz tímida entrando a la oficina. —Tengo información del paciente de la habitación 304 y cómo me indicó que solo me dirigiera a usted por cualquier situación...

— ¿Le sucedió algo?— preguntó Kouyo preocupada y se levantó de su asiento.

—Esta rechazando la terapia de feromonas que le administramos…— informó la enfermera.

—Administren otras, tenemos de varios donantes— señaló Kouyo.

—Sobre eso…— dijo la enfermera con tono indeciso. —Podría acompañarme, tuvimos que pedir ayuda externa.

—¿Qué?— soltó Kouyo bajando una ceja confundida y salió de su oficina seguida de la enfermera para dirigirse a la habitación de Osamu.

Estaban ambas frente a la puerta, pero antes de que Kouyo la abriera pudo reconocer las feromonas que había en el ambiente, eran de Chuuya ¿Pero qué hacía Chuuya en la habitación de Dazai? Kouyo abrió la puerta y encontró a su hijo parado frente a Osamu que parecía dormir tranquilamente.

—Mamá— susurró Chuuya al verla.

Kouyo le indicó con un gesto que guardará silencio y se acercó a él.

—Lo siento, las enfermeras dicen que estaba rechazando las feromonas y me pareció que estaba sufriendo…— explicó el joven a su madre que sonrió aliviada. Ver a Chuuya tan preocupado por Osamu, le pareció gracioso que ella y su hijo compartieran más que su distintivo cabello rojo.

—Está bien— susurró Kouyo colocando su mano sobre la de su hijo. —Aunque él este marcado, tú sigues siendo un Alfa dominante. Debí haberme dado cuenta que no serviría cualquier feromona.

—Despertó brevemente y volvió a quedarse dormido ¿Él estará bien?— preguntó Chuuya preocupado.

—Lo estará, solo está muy débil por ahora. Trató de cuidar a su bebé sin su padre y ahora lo ha perdido— comentó Kouyo y se acercó para revisar la medicina que le estaban administrando a Dazai.

—Debió ser difícil para él— añadió Chuuya.

—Sí, aún lo es pero…— Kouyo hizo una pausa. —Lo has hecho sentir mejor.

Chuuya desvió su rostro y Kouyo notó el leve sonrojo que se instauro en su rostro.

—Lo hice porque Kyouya me lo pidió— se apresuró a excusarse el chico.

—Aún así es muy amable de tu parte— dijo Kouyo acariciando su mejilla.

—Solo le estoy devolviendo el favor—

Kouyo no supo a que se refería pero no dijo nada al respecto, solo quedaba esperar a que Mori llegara y Osamu despertara. Sabía que cuando esos dos se encontrarán lo que sucedería a continuación no sería fácil de sobrellevar.