Capítulo 8

La más sorprendida de encontrarse allí era Anko. Luego de aquel encuentro pasional y brutal con el Uzumaki esperaba no volver a encontrárselo pronto, sabía que el muchacho estaba de novio, próximo a casarse. Pero no pareció importarle demasiado cuando se abalanzó sobre ella en aquel callejón. Pero le sabía mal por la pequeña Hinata, estudiante de su amiga Kurenai. Pensó en tomar distancia del asunto cuando recibió una carta por parte del Hokage mismo, asignándola en un nuevo equipo. No sabía de lo que se trataba pero cualquier cosa era mejor que quedarse encerrada en la aldea, enseñando a mocosos como usar correctamente un kunai.

Sai se encontraba sentado en una silla, libreta y pincel en mano. Luego de la guerra había estado trabajando como anbu para el Hokage, buscando reformar lo que en el pasado había sido raíz, pero sin lograrlo. Cuando se reunió con el Hokage, este le informó del nuevo escuadrón. No estaba en contra de la idea, pero necesitaba más información.

Yugao Uzuki era la más calmada de todas, ya había tenido oportunidad de hablar con Naruto antes de la formación del nuevo equipo y estaba decidida a participar en él.

Shino Aburame y Hana Inuzuka estaban desconcertados, no sabían porque estaban allí.

-Gracias a todos por venir. –Empezó Naruto, tomando asiento frente a la gran mesa.

Había remodelado por completo su casa, dejando solo en el gran comedor una amplia mesa de madera de arce barnizada, lo que le daba un toque oscuro elegante. A los costados, las sillas del mismo material rodeaban mueble. Las decoraciones de las paredes habían sido cambiadas por altas estanterías donde se encontraban desde antiguos pergaminos a diferentes tipos de armas.

Tuvo la oportunidad de poner a prueba los antiguos sellos de su familia, llenando toda la casa con sellos de protección, desde sellos insonorizados hasta trampas que delatarían a cualquier que entrara sin el permiso adecuado.

-El Hokage ha decidido armar un equipo especial dedicado a la protección de la aldea, allí donde él con su poder no puede llegar. –Empezó con calma el Uzumaki. –Como sabrán el fin de la guerra no significa el fin de los peligros. Desde la paz el caos ha aumentado en el mundo, tenemos invocaciones atacando las fronteras del país, los piratas asaltan los pueblos pesqueros.

-Eso es trabajo para los chunin, no para jonin como nosotros. –Se quejó Anko de mala gana. -¿Invocaciones atacando la frontera? Envía a un par de mocosos salidos de la academia y asunto resuelto.

-Estas invocaciones son demasiado peligrosas para un grupo de gennin, Anko-san. –Intervino Yugao, quien había tenido la oportunidad de enfrentarse a ellos. –Han dejado a un grupo completo de anbus casi al borde de la muerte, estuve presente.

-Supusieron un problema incluso para mí. –reconoció Naruto, atrayendo la atención de todos. – Y respectó a los piratas, es verdad que puede ser tarea para simples gennin pero los rumores dicen que Kirigakure puede estar volviendo a las viejas costumbres. Y de ser ese el caso, tenemos que tener cuidado.

-Esos rumores… ¿Qué tan fehacientes son? –Habló Sai por primera vez, intrigado. –Si la niebla sangrienta resurge podemos llegar a tener problemas.

-Bastantes. –Reconoció Naruto con un suspiro. –Por lo que nuestro objetivo no es simplemente enfrentarnos a las invocaciones o a los piratas, sino recolectar información y descifrar si esto son sucesos aislados o es una conspiración para perjudicar a la aldea. Como bien sabrán algunos aquí, se está en proceso de crear una línea de trenes que unirá a Konoha con Sunagakure, asegurando una ruta de suministros y comercio que nos beneficiara inmensamente. Esto sin duda atraerá la mirada del resto de las aldeas quienes no estarán muy contentos con el crecimiento de Konoha.

-Actuaremos como el brazo protector de la aldea. –Pronunció con interés, Sai. Naruto asintió.

-Una labor impresionante. –Susurró Shino, asintió también y se limitó a guardar silencio.

-Muchas veces tendremos que actuar en la sombra. –Miró primero a Yugao y luego a Anko. –Ustedes son las mejores en dicha área.

-Encantado de trabajar para ti, Uzumaki-sama. –asintió ceremonialmente Yugao.

-Es mejor que estar encerrada en la academia. –Anko se encogió de hombros.

-Sai, tu experiencia como miembro de raíz nos será de mucha ayuda. Shino, tu habilidad como estratega nos permitirá tomar el mejor curso de acción posible. –Ambos shinobis asintieron estoicos. Fue el momento de Naruto de centrar su atención en Hana quien parecía confusa.

-Entiendo porque los reuniste a ellos pero… ¿Por qué a mí? Soy veterinaria y ninja médica. Podrías haber elegida a Sakura-san.

-Eres una gran ninja médico. –Terció Naruto, descartando a Sakura de inmediato. –Pero además, las invocaciones que han estado atacando las fronteras son lobos. Creí que al pertenecer al clan Inuzuka podrías saber algo al respecto.

-Hmmm nosotros usamos perros, no lobos. A lo mucho perro lobos. –Informó Hana, extrañada. – Ya no existen las invocaciones de lobos.

-¿A qué te refieres? –Naruto se acomodó en la silla, mirando con interés a la mujer.

-Los lobos… -Se removió incomoda, no sabiendo como continuar. –Son prácticamente una leyenda urbana entre los Inuzuka. Se dice que hace cientos de años un grupo de Inuzuka trató de formar un pacto con ellos, pero no terminó bien. Nuestra alianza es con los perros, son amigables, dóciles y domesticables. Los lobos no, son seres salvajes que solo se rigen bajo la ley del más fuerte. Quien es más fuerte lidera y el resto obedece. Esto no hizo mucha gracia a los ninjas, no querían ser gobernados por las invocaciones, pelearon y… bueno, diezmó casi por completo al clan. Los Inuzuka debieron aliarse con los perros para lograr poner fin a la soberanía de los lobos. Terminaron prendiendo fuego los pocos pergaminos de invocación que existían.

-No todos. –Apuntó Yugao, prestando atención a las palabras de la mujer. –Pero la descripción que has hecho de ellos es correcta, eran criaturas salvajes.

-Pero eso es imposible… -Apuntó Hana, con duda en su voz. –Aunque hubiera quedado algún pergamino de contracto no creo que haya ningún ninja capaz de firmar con ellos. –Miró a Naruto. –Bueno, tal vez tu…

-Genial, nuestra primera misión será cazar a un grupo de lobos. –rió Anko. Se mostraba ofuscada, pero la idea de volver a su rol como kunoichi activa le agradaba. Hacía tiempo que quería eso.

-Yugao, Anko les dejó la recolección de información a ustedes.

-Extenderé la palabra entre mis serpientes, por si alguna sabe algo de lobos parlantes.

-investigaré los pueblos cercanos en la frontera. –Aseguró Yugao.

Naruto se puso en pie y el resto le siguió, Colocó en cada uno de ellos dos sellos: el primero les permitiría entrar en la nueva sede del equipo en cualquier momento, y el segundo era un localizador. Así, si algo les sucedía, Naruto sería el primero en enterarse.

-¿has visto cómo te miraba Hana? Seguro que le gusta hacerlo de perrito. –Rió Anko, se había quedado atrás para hablar con Naruto en privado.

-Probablemente olió tu perfume en mí. –Apuntó Naruto, muy a su pesar. Anko lo miró. –Sí, pueden hacer eso.

-Jo…der. –Silbó la kunoichi. -¿Crees que… se lo cuente a alguien? Puedo meterle el miedo en el cuerpo.

-No, no hagas nada. –Advirtió Naruto girándose hacía ella. –Me encargaré yo de ella.

-¿Cómo te encargaste de mí? Parece que este equipo es tu nuevo harem, más que un grupo organizado para defender a la aldea.

-¿Harem? ¿Y Shino y Sai? –Alzó una ceja, Anko le parecía muy divertida a veces.

-Bueno –Se encogió de hombros. –Cuando eras un gennin siempre andabas detrás del Uchiha, Quizás juegas para los dos equipos.

-Anko-chan, por favor. Me harás vomitar. –Suspiró y se dio la vuelta, caminando hasta una de las estanterías, buscaba un mapa del continente. Quizás una indirecta para que Anko se retirara, pero no lo hizo.

-Naruto… -Pronunció. El hombre notó el cambio en su voz. No era el divertido de hacía unos segundos atrás, ni siquiera el juguetón de la noche anterior, sino serio, casi formal. –Gracias por incluirme en este equipo. Sé que ni el Hokage ni el consejo me quieren fuera de la aldea luego de… luego de la guerra.

-Confió en ti, Anko. Tu misma lo dijiste, eres de las mejores kunoichis de la aldea. Sería un desperdicio tenerte enseñando en la academia.

Anko se mordió el labio inferior, ladeando la cabeza, incomoda. Luego asintió. Pensó en decir algo más pero terminó por retirarse, dejando a Naruto solo con sus pensamientos.

Naruto se irguió sobre la roca, parado sobre la cabeza del tercer Hokage miraba la aldea desde lo alto, centrando su atención en el recinto Hyuga, gracias a sus habilidades como sensor sabía que Hinata se encontraba allí, hacía una semana que no hablaba con él y lo cierto es que comenzaba a hartarse de ese tratamiento silencioso que estaba recibiendo, aunque sabía que se lo merecía.

-"A veces, decir la verdad no es la mejor opción" –razonó Kurama. –"le podrías haber dicho que Sakura pasó por tu casa, se ducho y se las olvidó allí. O que te obligó a acostarte con ella mientras llorabas como un niñito…"

-"No voy a mentirle a Hinata-chan. Deja de tratar de convencerme de lo contrario"

-"¿Y qué pasará entonces? ¿Crees que ella aceptará de buena gana no solo que te acuestes con todas las mujeres que se crucen en tu camino, sino que además estas usando a Sakura como tu puta personal? Seguro que acepta gustosa."

-"No me estoy acostando con todas las mujeres que me cruzó…"

-"Solo con Sakura… y ahora Anko. La lista crece…" –Kurama se mostraba divertido ante la situación, y lo estaba. Naruto no tanto.

Pero Kurama no estaba equivocado, ya no solo era Sakura, ahora también Anko. Miró en dirección a la casa de la jonin, pensó en hacerle una nueva visita, lo necesitaba. Pero notó que Kurenai se encontraba allí, no podía simplemente aparecerse. Buscó a Sakura, ya se encontraba en el recinto Uchiha, pero Sasuke no estaba allí.

¿Dónde estaba Sasuke? No tardó en detectarlo en la policía militar, arrancando un gruñido de disgusto en él. Sabía que era un plan de los consejeros. Sasuke podía no poseer red de chakra, pero su inteligencia lo volvía peligroso.

Dejó caer el kunai de tres puntas, hundiéndolo en la roca.

-Ahhhhhhh…..- Sakura se mordió el labio inferior, tratando de contener los gemidos que escapaban de sus labios, pero esto le fue imposible. Sus piernas se tensaron durante un instante, el orgasmo recorrió su cuerpo velozmente antes de dejarla completamente relajada sobre la cama. Retiró el juguete de su interior y se estiró.

No era lo mismo. Aquel juguete no le proporcionaba el mismo placer que su amo, quien desde la vuelta a la aldea no la había convocado. Lo necesitaba, cada vez más. Guardó el consolador y se acomodó en la cama.

Sasuke volvía a ausentarse, no le molestaba. Desde que había conseguido trabajo estaba más activo, ya no se encerraba en la mansión a refunfuñar. No le gustaba demasiado que fuera en la policía de la hoja, aunque era mejor que nada. Además estaba con Kiba, pasar tiempo con sus viejos compañeros le haría bien.

Se llevó la mano al pecho, allí donde tenía el sello de su amo y cayó dormida rápidamente.

Hanabi era la única que podía entrar en la habitación de su hermana mayor. Desde que Hinata se había enterado de los matrimonios múltiples que debería afrontar Naruto estaba devastada. Había entrado corriendo a la mansión familiar, encerrándose en su habitación y negando la entrada a todos. Solo luego de mucho insistir Hanabi logró que le permitiera entrar. Pero solo a ella. En esos momentos llevaba consigo unos rollos zenzai con ella, la comida favorita de su hermana. Apenas comía y esto comenzaba a preocuparle.

-Hinata-Neechan, por favor come algo. –Rogó su hermana menor, sentándose a su lado en la cama. –Esos viejos del consejo la pagaran caro.

Hinata, tapada hasta el cuello, asintió débilmente. Todos asumieron que su dolor era por el acuerdo de casar a Naruto con múltiples mujeres, esa no era la verdad. Ella se había enterado de aquel asunto mientras aún estaba en Sunagakure y si bien le había dolido terriblemente, lo entendía. Naruto era el último miembro de su clan, era un héroe. No solo para la aldea, sino para el mundo entero, antes de empezar a salir con él intuyó que algo como eso podía llegar a pasar, se había preparado mentalmente para ello. Y cuando la noticia por fin llegó, aceptó el golpe. Amaba a Naruto con todo su ser y sabía que él quería formar una gran familia, había estado dispuesta a compartirlo, si eso significaba quedarse con él, tener sus hijos, ser feliz a su lado.

Pero no con esa puta. No con Sakura. No con la mujer a la que Naruto había amado toda su vida, por la cual sacrificó todo por ella y ella a cambio no le dio nada. Se había sacrificado más de una vez por ella y al final de la guerra le rogó que protegiera a Sasuke, aquel terrorista que había intentado matar a Naruto, en más de una ocasión. Él había accedido.

Cuando Sasuke fue perdonado ella se sintió bien, sabía que estaba mal, pero con Sasuke en la aldea significaba que Sakura iría tras él y dejaría a Naruto en paz, para ella. Y así fue, durante meses. Incluso había ido con Sakura e Ino a comprar lencería para su noche de bodas. Pensó que si se embarazaba del Uchiha sería el último clavo en el ataúd del amor que sentía Naruto por ella. Pero el embarazo jamás llegó.

Y las bragas aparecieron en casa de Naruto. ¿Y si fueron para Naruto desde un primer momento? Quizás no estaba satisfecha con el Uchiha, también quería quedarse con su Naruto, una forma de refregarle en la cara que ella era mejor. Se había reído de ella. Se sentía humillada, odiaba a Sakura, quería que pagara por lo que hizo.

Pero no podía exponerla a todo el mundo como la puta que era, dañaría también a Naruto, no quería hacer eso. No soportaría lastimarlo.

-Y así podemos poner una bomba en la sala del consejo y… -Continuó hablando Hanabi, atrayendo la atención de su hermana. -¿Verdad que es un buen plan?

-El mejor de todos. –Sonrió débilmente, removiéndose en la cama y dejando un lugar para su hermana. –ven, hermanita.

Onoki refunfuñó. Le dolía el cuerpo entero, sabía que tenía que jubilarse pero no había ningún candidato posible para su reemplazo, pensó en su nieta pero está aún estaba verde. La estaba entrando en la burocracia de la aldea, pero hasta que fuera hábil en dicha área no podía correr el riesgo de dejarle el poder.

No con los problemas actuales de la aldea. La cuarta guerra ninja había dejado efectos largos y desastrosos en la aldea, la población estaba casi totalmente diezmada, sus fuerzas militares descendieron con notoriedad y por tanto, la economía de la aldea flaqueaba. Habían tenido que recurrir al uso de renegados para cumplir gran parte de las misiones nuevamente. Los territorios aledaños no eran especialmente fértiles por lo que la agricultura era mínima y escasa. Las montañas por otro lado, recientemente habían descubierto un yacimiento de recursos preciosos, no obstante la excavación y explotación de dicho recurso estaba siendo complicada. Más aun, porque no quería que el resto de las aldeas lo supieran.

La información sobre los planes de Konoha para crear una red de trenes hasta Sunagakure no tardó en llegar. Maldijo para sí mismo, Konoha ya poseía al último bijuu del mundo, al ninja más poderoso de todos y además poseía tierras fértiles. Su alianza con Sunagakure la podía colocar como la primera superpotencia del continente.

Y cuando eso sucediera: ¿Qué impediría que subyugaran a Iwagakure? Claro, Kakashi Hatake diría que eso jamás pasaría pero Onoki no había llegado a viejo siendo ingenuo. No dejaría que avasallaran su aldea.

-Los planes de extracción están en marcha. –Anunció Kurotsuchi, apareciendo en la oficina.

-Bien. Que nadie descubra nuestro yacimiento. ¿Está claro?

-Sí, Tsuchikage-sama.

El restaurante donde Yugao se reunió con su amiga era privado, alejado del ojo público. Ambas estaban allí celebrando sus nuevas posiciones. Aunque su amiga no sabía muy bien cuál era su papel, solo que trabajaba para Naruto.

-Harás un gran trabajo como policía. –Aseguró Yugao con calma, dando un mordisco a su dango.

-No lo sé. Solo me tienen haciendo el papeleo. –Se quejó la mujer, bebió su té con calma. –Es como si estuvieran manteniendo una fachada, estamos atrapando criminales. Pero son casos leves, multas y advertencias.

-Por algo tienen que empezar, recién se restableció la policía. Seguro que sin tanta mala influencia las cosas mejorarán…

-"Mala influencia" –Bufó divertido. -¿Sabes que esta el Uchiha ahí metido? Es el segundo al mando de Inuzuka-san. –Aquello tomó por sorpresa a Yugao. El ex terrorista Uchiha dentro de la policía de la aldea. Los Uchiha habían tratado de hacer un golpe de estado usando la institución y ahora… -¿Y sabes que es lo peor? Tienen a gente espiando a Uzumaki-sama. El ex terrorista tratando de ensuciar al héroe de la aldea.

Yugao se enderezó levemente, atenta. De pronto, la información que estaba soltando su amiga le interesaba en demasía. ¿Qué tanto sabían de Naruto? Ahora era su jefe, también había sido la persona que le salvó la vida, no podía dejar que le perjudicaran.

-Pero… ¿Qué pueden tener contra Uzumaki-san? Si se la pasa entrenando. –Terció Uzuki, pinchando a su compañera. Ella sonrió traviesa y se acercó a ella, susurrando.

-No solo entrenando. –Bajó un poco más la voz. –El espía lo vio teniendo sexo con Anko Mitarashi en medio de un callejón.

-¡No jodas!

-Te lo juro. Eso fue lo que le contó al Uchiha, estaba pegada a la oficina escuchando, no te imaginas mi sorpresa. –Dio otro trago a su bebida. -¿Te lo imaginas? Aunque no puedo reprochárselo, Anko es una mujer muy guapa. Pensaba que estaba casado, con esa Hyuga.

-No casado, en pareja… -corrigió. La cabeza le daba vuelta. No sabía si dar crédito a sus palabras, no pensaba que Naruto hubiera hecho algo como eso, pero ¿Qué tanto conocía a su nuevo jefe? Concluyó que no le importaba lo que hiciera con Anko, o con ninguna otra mujer, si la policía quería dañarlo debía asegurarse de inhabilitar esos planes. – Podrías… ¿Podrías mantenerme informada sobre eso?

-¿Sobre los asuntos de Uzumaki-sama? Encantada. –Se permitió reír y volvió a su actitud relajada de antes.

-Gracias, Hinoko-chan.

-¡Que no me llames así!

Sai trazó una línea en la frontera del país del fuego con el país de la cascada.

-El invocador puede encontrarse en Takigakure, al terminar la cuarta guerra ninja la aldea prácticamente se disolvió, no tenían contratos y los pocos que tenían eran de un nivel demasiado alto para sus ninjas. Los civiles terminaron mudándose al país del rayo o al país del fuego. Ahora funciona casi como una sede para los renegados. –Dijo con calma Shino.

-Takigakure posee una red de túneles debajo de su árbol madre, perfecto si buscas esconderte. –Señaló Anko, colocando el dedo sobre Takigakure en el mapa. –mandaré a mis serpientes a investigar. Nada como una bonita serpiente que todo lo ve para descubrir a un ratoncito que huye. Je je je…

-¿Qué piensas? –Inquirió Naruto, mirando a Hana. Parecía distraída, ausente. Negó con la cabeza.

-Una persona capaz de domar a los lobos no me parece alguien que se esconda en unos túneles. Iría al frente, demostrando que es el Alfa de la manada. –Dijo, soltó un suspiro. Desde que descubrió el dato de los lobos se había encerrado en la biblioteca del clan, recolectando información.

-A menos que esté buscando más "betas" para su manada. –discrepó Shino desde su asiento. –Creando un ejército de renegados a la vez que usa los lobos para tenerlos controlados.

-Lobos y renegados juntos, es una mala combinación. –Anko miró a Naruto con interés. -¿Quieres que viaje hasta allí y me infiltré en la aldea? Puedo pasar desapercibida.

Naruto la miró, pensativo y negó. No quería mandar a Anko en una misión a ciegas, no de esa manera. No obstante, le surgió una idea.

-No, por el momento. Pero enviare a alguien que conozco allí, no está ligada a mí o la aldea. Así no tendremos problemas.

Yugao miró a Naruto discretamente, pero no dijo nada.

Acordaron esperar hasta obtener información fidedigna de lo que estaba sucediendo en Takigakure antes de actuar, cada uno partió en direcciones diferentes, excepto por Hana quien se quedó allí, esperando hablar con Naruto. El hombre la miró con atención, curioso y tenso.

-Hay otra opción. –Dijo dudosa. –Puede que no haya ningún invocador.

-¿Te refieres a que se hayan auto invocado? Puede ser, mis sapos pueden hacer eso. –Aceptó Naruto. -¿Pero porque ahora? ¿Por qué en el país del fuego y atacando a civiles inocentes?

-Quizás buscaban un rival a su altura. –Señaló, mirándolo directamente. –Alguien tan poderoso como para firmar un contrato con ellos.

-¿Yo? Ya tengo contrato con los sapos. –Rió Naruto. La idea de que estuvieran atacando gente inocente solo para llamar su atención le asqueaba.

-Tal vez no lo saben. Tal vez no les importa. Pero… si alguien tuviera que tener ese contrato mejor que seas tú, si otra aldea consigue un poder como ese. Cientos de lobos…

-Me tuve que enfrentar a dos y fueron complicados. Cientos. –Soltó un suspiro, dejándose caer en la silla. –Gracias por la ayuda, Hana-chan. Sin ti estaríamos a ciegas aun.

-De nada, Uzumaki-san.

-Naruto, llámame Naruto. –la miró atentamente. Ella no rehuyó su mirada, no tenía sentido. -¿Te estas preguntando cual es mi relación con Anko, verdad?

-Creía que estabas en pareja con Hinata-chan. –indicó con prejuicio en su voz. –Ella es una buena chica…

-Lo es. Es… es perfecta. –Reconoció Naruto asintiendo. Suspiró. –Pero desde… los eventos recientes creo que terminamos… no quiere hablar conmigo, no quiere ni verme.

-¿los matrimonios múltiples? Los del consejo parece que leyeron mucho los libros de Jiraiya-sama. –Aquello arrancó una suave risa en Naruto. –Es un golpe fuerte para cualquier mujer. No me imagino que tipo de persona querría compartir a su hombre de ese modo. –Naruto la miró inquisitivamente. -¿Qué?

-Unas semanas atrás tu madre me ofreció tu mano en matrimonio. –Confesó. Hana dejó sus manos sobre la mesa, de haber estado en pie se habría caído. – ¿No lo sabías? Oh…

Hana apretó los puños con fuerza, el color había resurgido en su rostro, volviéndose violentamente rojo. Naruto no supo si por la vergüenza o por la furia.

-¡Ella no tiene ningún derecho a hacer eso, soy una mujer con voluntad propia! –Se puso en pie, golpeando la mesa con sus puños. –No me va a vender como una perra de cría. Seguro quiere casarme para dejar a Kiba como líder de clan, que juegue a ser una esposa devota mientras él toma el control del clan.

-¿Tan malo sería? –Se interesó Naruto, sin levantarse de la silla, siguiéndola con la mirada. –Casarse conmigo, me refiero. ¿Tan malo sería?

-Yo… -se detuvo a mirarlo, no sabía si le estaba tomando el pelo o no. –Un matrimonio concertado no trae amor, mucho menos uno donde tienes que compartir a su esposo con múltiples mujeres.

-Creo que depende de quién sea el otro cónyuge. Respecto a compartirlo, en eso te doy la razón. Yo no aceptaría compartir a mi esposa con nadie. –Se confesó Naruto, soltó un suspiro. –Pero supongo que si te obligan a casarte mejor poder elegir…

-¿Qué le has dicho? –Hana se encaró hacía él, quería una respuesta. -¿Has aceptado?

-Tampoco es que me diera muchas opciones. –confesó Naruto. –Le dije que lo iba a pensar. Tengo que hablar con Hinata-chan, casarme con ella primero antes de…

-O sea que tendré que casarme contigo…

-No necesariamente. –Naruto se puso en pie, ella retrocedió por instinto y él se detuvo. –No creo que ella tenga derecho a casarte. Ni conmigo ni con nadie. Así que si decides que no quieres casarte conmigo lo entiendo. Le diré a tu madre que yo rechazó el matrimonio y así no tendrás problemas. Aunque no sé si intentará casarte con otro hombre.

-¿Por qué harías eso? Te pondrías a mi madre en contra, a todo el clan Inuzuka. –Se dejó caer en la silla, derrotada.

-Por ti. –la miró, luego la mesa con el mapa antes de volver a posar sus ojos en ella. –eres una kunoichi increíble, fuerte, hábil, empática, todo lo que estás haciendo por la aldea. No tenías por qué quedarte y ayudarnos a buscar a estos lobos, pero lo has hecho a pesar de saber lo peligroso que puede llegar a ser.

-Ahora solo tratas de seducirme. –Un atisbo de sonrisa cruzó el rostro de la kunoichi, antes de volver a hundirse en su silla. –Quería ser líder del clan…

-Aun puedes serlo. –Apuntó Naruto. –Casarte no te impediría competir por el puesto.

-¿Crees que me dejarían? A veces son muy tercos.

Naruto tomó el dibujo de un lobo que se encontraba sobre la mesa, Sai lo había dibujado siguiendo la descripción exacta de Naruto. Lo arrastró por la mesa hasta colocarlo frente a Hana.

-Oblígalos.

Cuando Sasuke entró por la puerta de su hogar, Sakura ya lo esperaba con la cena lista. Debido a los horarios de ambos se encontraban muy poco. En cierta medida Sakura había estado tratando de evitar a su marido, lo amaba. Seguía amándolo pero no podía darle lo que ella necesitaba y se sentía mal por cargar con esos sentimientos. Pero se dijo que no podía seguir siendo así, se tomó el día en el hospital y se quedó en casa, preparando la cena para su esposo.

Este mostró una sonrisa de sorpresa al ver la mesa preparada, se acercó a ella y besó sus labios en forma de saludo.

-cariño, ¿Qué es esto? –Preguntó con sorpresa el Uchiha. Sakura se abrazó a él.

-Nunca llegamos a celebrar tu nuevo trabajo.

Sakura le dio tiempo para que se duchara y se cambiara mientras ella ponía la cena a punto. Cenaron alegremente, relajados. Sin decirlo en voz alta, ambos necesitaban distenderse debido al estrés laboral que ambos poseían. Sakura como ninja médico y Sasuke como segundo al mando de la nueva policía militar.

Tras la cena, la pasión no se hizo de esperar y se trasladaron a la habitación, desnudándose mutuamente y entregándose a la pasión como dos enamorados… y la pasión terminó en unos minutos.

Pero Sakura era amable, no se quejó en ningún momento y se quedó abrazada a su esposo, sonriendo cálidamente. No era su amo, pero estaba bien, era su esposo.

Sasuke se abrazó a ella, luchando por recuperar su respiración normal. Sabía que Sakura no había quedado satisfecha, desde que su red de chakra había sido completamente destruida carecía del aguante necesario para sesiones largas de sexo, mucho menos con una ninja. Pero Sakura jamás se había quejado al respecto. Siempre era complaciente con él.

Deseó volver a tener su red de chakra, al menos para ser capaz de darle a Sakura lo que ella quería. Le encantaría poder darle las intensas sesiones de sexo que ella se merecía, pero no era capaz.

Y al estar pensando en su incapacidad sexual, Naruto acudió a su mente. La información que le habían entregado unos días atrás emergió en su mente cruelmente. Él no tenía ese tipo de problemas. No, él Naruto que él conocía jamás haría una cosa como esa, tomar a una mujer en plena calle.

-cariño… ¿Has notado algo extraño en Naruto recientemente? –Preguntó el Uchiha de pronto.

-¿En Naruto? –Alzó la mirada para mirar sus ojos. Había requerido de toda su fuerza de voluntad no reaccionar ante la sola mención del Uzumaki. ¿Acaso sabía? –No he estado hablando con él últimamente.

-Fuiste a Otogakure con él. –Dijo con calma. -¿No notaste nada raro? ¿Ningún comportamiento ajeno a él?

-Hmm… Negoció con Orochimaru en nombre del Hokage. –Apuntó con calma, desviando la conversación a un terreno más neutral.

-¿Nada más? –Sin dudas aquel era un dato interesante, pero Naruto siempre se había excedido en sus labores. -¿No intento seducir a ninguna mujer en Otogakure?

-¡¿Naruto?! –Sakura no logró contener la risa, divertida miró a su marido. –Está completamente enamorado de Hinata, él jamás haría eso. Estaban por casarse, creo. ¿Por qué lo preguntas?

-No, por nada. –Se obligó a sonreír. –Es que ahora con la noticia del matrimonio polígamo se crean rumores alrededor de Naruto, en la policía debemos acallar esos rumores, por el bien de la aldea.

-La gente es muy pervertida. –Se quejó la mujer, acomodándose a su lado, apoyando la cabeza sobre su pecho. –esparciendo rumores como esos.

-Sí. –Sasuke dio un corto besó en la cabeza de su amada y se acomodó para dormir. Sakura había actuado casi a la perfección, no sobresaltándose en ningún momento. Pero las piernas de ambos se encontraban entrelazadas, cuando él hizo la pregunta sintió sus dedos tensarse durante un momento. ¿Qué no le estaba contando?

Naruto, de nuevo en lo alto de la roca de los hokages, no ocultó su sonrisa. Sakura se encontraba en su casa junto con Sasuke, notó su cercanía, como su adrenalina se disparaba y luego volvía a caer rápidamente.

Luego volvió la mirada, en dirección a la mansión Hyuga. Hinata seguía encerrada en su habitación, desde que había estado usando sus habilidades como sensor para vigilarla, con la esperanza de que en algún momento dejara el recinto Hyuga, nunca la vio salir de su habitación, y esto comenzaba a preocuparle.

Quería ser paciente, quería darle su espacio, pero cada vez se le hacía más difícil.

Hanabi abandonó la habitación de su hermana. Esperó unos minutos para estar seguro y luego usó el sello que tenía puesto en Hinata para usar la técnica del dios del rayo y aparecerse en su habitación.

Hinata soltó un gritito de sorpresa ante el cegador brillo entrando en su habitación, pero era una kunoichi, al instante estuvo en pie, kunai en mano y lanzándose sobre su enemigo. Se detuvo apenas reconoció a Naruto, se quedó inmóvil, congelada en el lugar.

-Directo a la garganta. –Asintió con orgullo el ninja, afloró una sonrisa en su rostro pero la mirada de Hinata la borró. –Hinata-chan, quier…

-¡VETE DE AQUÍ! –Soltó el kunai, pero lo empujó, buscando poner una distancia física entre ambos, una distancia que ojala se reflejara en los sentimientos que sentía por él, pero eso era imposible. -¡No te quiero aquí, no te quiero ver!

-Hasta que no hablemos no me iré.

-¡No tenemos nada de lo que hablar! –Bufó, apretó los puños tratando de controlarse. Parecía que estaba allí solo para reírse de ella. Seguro se reían de ella con Sakura…

-Si tenemos. Lo que encontraste fue…

-¡calla! –aulló débilmente. –No lo digas, no quiero que toda la mansión lo sepa, no quiero que…

-Hmm lo sé. Insonoricé la habitación cuando entré. –Señaló un sello en la puerta. Ella lo miró confundida. –Un sello Uzumaki, para evitar oídos indiscretos.

-No van a oír nada porque no hay nada de lo que hablar.

-Hinata-chan, yo te am… -Antes de que pudiera terminar la oración, Hinata acortó la distancia entre ambos y lanzó un sonoro bofetón en su rostro.

-No me mientas, si me amaras no estarías… -Se rodeó con sus brazos, abrazándose a sí misma. Las palabras se atoraban en su garganta, y dolían. –no estarías haciendo el amor con… con ella. Me usaste, jamás me amaste…

-Eso no es verdad. –Naruto acortó la distancia entre ellos, Hinata trató de separarse pero Naruto la rodeó con sus propios brazos y la atrajo hacía él. –Te amo con locura, Hinata-chan. Jamás te usaría.

-Suéltame… -Rogó, sin fuerzas para retirarse. Él no la soltó. –Me usaste, siempre amaste a Sakura, me dijiste que ya no la amabas…

-Ya no lo hago. –Dijo, y era sincero. Bajó la mirada buscando sus ojos pero ella seguía con la cabeza baja.

-Quería… formar una familia contigo. –Le fue imposible contener las lágrimas, se dejó envolver en los brazos de su amado, enterrando el rostro en su pecho. – Pero ella…

-Pero ella no significa nada para mí. –Afirmó Naruto, la dureza y sinceridad de sus palabras afectaron a la mujer. –Y yo también quiero formar una familia contigo. Mira alrededor.

-¿Qué…? –Gimoteó la Hyuga, alzó tímidamente la cabeza. Ya no estaba en su habitación, sino en una sala de estar complemente desconocida para ella. -¿Qué… que es este lugar?

-Es la mansión Uzumaki. –Hinata lo empujó débilmente, queriendo librarse de sus brazos. Él dudó antes de soltarla. Dio unos pasos atrás, mirando alrededor. –Hace unas semanas me dieron el recinto de mi familia, cuando decidí restablecer el clan. Desde entonces lo he estado remodelando. Para cuando nos casemos.

-Es… -La casa se sentía fría, señal de que se encontraba inhabitada. Naruto hablaba de casarse, pero no quería creerle. –Seguro es el lugar donde traías a Sakura cuando ustedes…

-Sakura jamás ha pisado esta casa. Ni lo hará. –Sentenció Naruto con dureza. –Exceptuando a Tenten, quien fue la encargada de remodelarla, tu eres la primer mujer en esta casa en… mucho tiempo. Ni siquiera sabía que lo tenía antes de reinstaurar el clan.

-¿Empezaste a salir con Sakura antes o después de reinstaurar el clan? –Preguntó mordazmente. Naruto dudó, ladeó la cabeza.

-No estoy saliendo con Sakura. Me la estoy follando. –corrigió con calma, avanzó un paso en su dirección y ella retrocedió. Se detuvo. –Pero fue antes. Antes de que partieras rumbo a Sunagakure.

-Par… para. –Sabía lo que venía, y no quería escucharlo. Se dejó caer flácidamente en el sofá de la sala, gimoteando. Usó las mangas de su pijama para limpiarse las lágrimas que surcaban su rostro. –No quiero escucharlo.

- Luego de la guerra… algo cambio. –Empezó, captando la atención de la mujer. –No sé si se debe a mi unión con Kurama, no sé si es debido a mi cantidad excesiva de chakra o por algún desbalance en mi cuerpo pero… Estoy constantemente caliente.

-Na… Naruto. –El rojo inundó sus mejillas por un momento entre las lágrimas. –No quiero saber…

-Al principio podía mantenerlo a raya pero crecía, y crece. Fui al hospital de la aldea, intente hablar con Shizune o con Tsunade, pero ninguna estaba. Me atendió Sakura. Le expliqué la situación y no me creyó, se rió de mí. –Se sentó a su lado en el sofá, inspirando hondo. –Pensó que me estaba burlando de ella, hasta que vio mi erección en los pantalones y decidió tomar manos en el asunto.

-No, no Naruto para. No sigas. –Escuchar a su amado narrar como le hacía el amor a esa puta le rompía el corazón, pero a él no parecía importarle.

-Cuando terminó, me dije que estaba mal, que no volvería a pasar. Yo estaba contigo, ella está con Sasuke. No podía permitir que siguiera sucediendo. Y luego, tú te fuiste de la aldea.

-¿Cómo….?

-Unas horas después de que te fueras de la aldea, ella apareció en mi casa. Me gritó, me insultó, trató de cargarme la culpa a mí. –A medida que hablaba, el odio brotaba en sus palabras, y Hinata podía sentirlo, sorprendiéndola. – Y luego, cuando insultarme y culparme a mí no resultó, amenazó con mentir. Con decir que yo la había violado, denunciarme públicamente y arruinar todo por lo que he trabajado, todo por lo que me he esforzado. Y no podía dejar que eso sucediera.

-Naruto-Kun… -El semblante del rubio estaba serio, Hinata notaba como trataba de contener el odio en sus palabras, pero no le era posible. Una sonrisa cruel surgió en su rostro, apenas un instante.

-Ensucie mi nombre por ella más de una vez. ¿Sabías que me rogó para que hablara en favor de Sasuke en la cumbre de paz? Para que le perdonaran la vida. Ellos no querían, era un terrorista, ayudó a empezar la guerra, deberían haberlo condenado a muerte. Pero no fue así, porque salí en su defensa. Manché el prestigio que había conseguido, tuve que prácticamente rogar para que lo dejaran vivir. Para que ella tuviera al amor de su vida, para que ella tuviera su final feliz. ¿Y cómo me lo pagaba? Amenazando con destruir mi vida. –Inspiró hondo. Naruto había abierto una oscura puerta a su interior, su mirada había pasado de Hinata al suelo, como si temiera ver su rostro. –Fue entonces cuando me dije que no lo iba a permitir, ella obtuvo lo que quería y ahora no podía dejarme ser feliz a mí. Así que le seguí el juego, le dije que iría junto con ella a ver a Ino, que ambos les enseñaríamos nuestros recuerdos y que entonces decidieran quien mentía. Quien decía la verdad sobre lo que pasó en esa habitación del hospital.

-Eso es… -La voz de la mujer era una mezcla de tristeza, enojo y dolor, una combinación que la enmudecía. De manera instintiva buscó acercarse a Naruto, pero se contuvo. -¿Qué pasó después?

-Ahondé en él porque de sus acciones. –Se mordió el labio inferior, divertido, cruel. –Resulta que Sasuke al no tener su red de chakra es incapaz de satisfacerla, y estaba necesitada. Me lo confesó sin demasiado esfuerzo. Resulta que, había ido a casa no con la intención de amenazarme, sino para terminar lo que había empezado el día anterior. –Rió débilmente, absortó en sus pensamientos. –Así que le ofrecí un acuerdo.

-¿Un acuerdo? ¿Qué… que clase de acuerdo? –Preguntó con temor. El Naruto amable que ella conocía no estaba allí, no cuando hablaba de Sakura.

-Ella obtendría más sexo, me aseguraría de dejarla satisfecha, porque al fin y al cabo, tengo energías ilimitadas. Pero a cambio, primero: ella jamás volvería a repetir que abuse de ella. Segundo: obtendría acceso total sobre su cuerpo, cuando, como y donde quiera. Siempre que la requiera o necesité desahogarme ella tendría que estar disponible para mí. Ninguna parte de su cuerpo estaría fuera de los límites para mí. Debía convertirse en mi puta, por completo. Y ella aceptó.

-Tú eres el único sorprendido por eso. Ella siempre fue una puta. –Escupió con enojo. Naruto pestañeó, mirándola. –Siempre estuviste ciego respecto a ella.

-Puede ser, pero ya no. –Continuó, retomando la conversación. –Y desde entonces… he estado usándola para saciar mi deseo, y experimentado con ella. Ver que tan lejos puedo llegar, hasta que esté completamente en la palma de mi mano. –levantó una mano, con la palma hacía arriba y apretó el puño con fuerza durante un instante. –Y el plan va bien encaminado.

-Que se joda Sakura. –Hinata se removió en su lugar, ofuscada. –Se merece cosas mucho peores… -Se quedó indecisa, mirando a Naruto. -¿Ya no la amas…?

-No siento absolutamente nada por ella. Es solo… algo que uso cuando necesito desahogarme. –Confesó genuinamente, suspiró recostándose en el sofá.

-Po… podrías haberme dicho que sentías esas cosas… te hubiera ayudado. –Declaró Hinata, poniéndose roja. Naruto la miró, tomó su rostro entre sus manos y limpió las lágrimas secas de su rostro, sonriendo apenado.

-Debería haberlo hecho… -Deslizó el pulgar desde su mejilla hasta sus labios, rozándolos con la yema. –Pero… siento como si no te gustara, siempre que lo intentó me dices que me esperé a la noche, que apague la luz. Como si sintieras asco.

-Naruto-Kun… -Se dejó acercar a él, buscando su cercanía. –Jamás me darías asco… so... Solo me da vergüenza…

-¿El qué? –La confusión en su rostro fue visible. –Si eres perfecta, eres la mujer más hermosa que haya conocido, no tienes que sentir vergüenza de nada…

Hinata se inclinó, buscando sus labios. Se besaron tímidamente, se aferró a su camiseta, pegándose a él antes de detenerse. Se le quedó mirando y negó.

-Quiero que me sigas contando… quiero que seas honesto.

Y lo hizo, Naruto le contó absolutamente todo lo que había hecho con Sakura, su cita en el pueblo pesquero, luego en el pueblo cercano a Otogakure y como la había tomado frente a un desconocido, como se la había entregado a aquel mirón y ella aceptaba gustosamente. Hinata prestaba atención, apenas soltando algún que otro comentario al respecto, asintiendo. Aquel era el único trato que una puta como esa merecía.

-Y luego, volvimos a Konoha y no volví a encontrarme con ella. Luego… descubriste sus bragas y aquí estamos.

-Gracias por contármelo… -Se inclinó, acostándose en su pecho. -¿Entonces desde que volviste de la aldea no has tenido relaciones…? ¿Naruto-Kun…?

-Bueno… -Hinata se despegó de él de golpe, Naruto hizo una mueca. Decidió ser completamente honesto nuevamente. –Una semana después de que nos peleamos terminé en un bar… Anko-sensei estaba ahí, tomamos más de la cuenta y… terminamos en su departamento.

-Anko-sensei está muy sola. Ella es una buena amiga de Kurenai-sensei. –Besó a su amado tiernamente.

-¿No te molesta? –Preguntó con cierta sorpresa, esperaba una nueva discusión por el asunto. Pero ella negó.

-No… yo sabía que tendría que compartirte. –Confesó con pena, pegando su cuerpo al suyo. –Pero no quería que fuera con esa puta.

-¿Estás de acuerdo con el matrimonio polígamo? Entiendo si no quiere…

-Lo sabía desde que terminó la guerra. Era cuestión de tiempo. Pero me gustaría ser la primera. –Elevó la mirada, mirándolo con decisión. Y él sonrió, asintiendo.

-Yo también quiero que seas la primera. –Acomodó su cabello con dulzura, dejando clara visión de su rostro. –Mi esposa…

-Mi esposo… ¿Te… han llegado muchas propuestas ya?

-Algunas… el clan Inuzuka. Hana me agrada, y ahora trabaja para mí. Pero Tsume descubrió mis encuentros con Sakura y ahora lo está usando como moneda para que me case con su hija. Y eso no me gusta.

-Si Tsume-san trata de extorsionarte. –Apuntó con firmeza en su voz. –Deberías hacer que lo lamente, como Sakura. Que paguen todos aquellos que traten de lastimarte, a nosotros…

-Te amo, Hinata-chan…

-Y yo a ti, Naruto-Kun…

Naruto la cargó con ternura entre sus brazos, llevándola hacía la habitación principal de la mansión. La depositó suavemente en la cama sin despegarse de ella que lo rodeaba con sus brazos, pegó su rostro al suyo besándola con entusiasmo y urgencia. Necesitaba tenerla, necesitaba hacerla suya como nunca antes. Su mujer, su futura esposa.

Hinata se entregó al beso, aferrándose a su amado con todo su cuerpo, las piernas rodeando la cintura del hombre y sus brazos alrededor de la nuca. La última semana sin su amado habían sido un infierno para ella y lo necesitaba a su lado más que nunca, lo necesitaba dentro de ella.

Naruto buscó con sus dedos a tientas los botones de la camisa del pijama, desabrochándolo uno a uno, sin despegarse ni un centímetro de Hinata, ella debió acorde, ayudándolo a quitar la camisa de su cuerpo antes de volver a hundir sus dedos entre los cabellos rubios del hombre.

-Naruto-Kun… -Jadeó débilmente al cortar el beso en busca de aire. Ella misma tomó la camiseta del hombro y tiró de ella, quitándosela y tirándola al suelo.

-Hinata-chan… -Susurró roncamente, apartó el sujetador de la mujer, hundiendo su rostro en su cuello, besándolo con ternura y delicadeza, bajando lentamente hacía su clavícula y deteniéndose para dar cortos besitos, en dirección a sus pechos. Hundió el rostro en ellos, besándolos lamiendo sus pezones, acariciándolos con la punta de sus dedos. Las manos de Hinata envolvieron su cabello, presionándolo hacía ella. Los gemidos de su amada iban in crescendo y ella no tenía intención en ocultarlos.

-Si… sigue… amor… -Gimió en un susurro cargado de placer. Sentía el fuego placentero recorrer todo su cuerpo, que restallaban en su interior con cada pequeño beso que su amado depositaba en su cuerpo.

Las manos del hombre recorrieron la cintura de su mujer, acariciándola con ternura y bajando hasta sus pantalones, tirando con suavidad de él junto con las bragas, dejando vía libre. Sus labios descendieron, dejando un caminito de besos desde sus pechos hasta su abdomen que se marcaban en ella como lágrimas de fuego. Continuó su camino hasta su objetivo, la barbilla del hombre rozó el vello púbico de Hinata, gimió con más fuerza.

-Naruto-Kun, por favor… -Suplicó, sus manos buscaron al rubio. Naruto las atrapó, uniendo sus manos con una sonrisa, ella se estiró en la cama, cerrando los ojos. Naruto se acomodó entre sus piernas.

-Shh… amor… -Naruto no se hizo esperar, hundió su rostro en la intimidad de su mujer, besándola, recorriendo su cuerpo con su lengua, invadiendo su interior con ella. Hinata se aferró a él con sus piernas, rodeándolo y pegándolo más a ella. Los gemidos escapaban de manera incontrolable entre sus labios, con un deseo que no hacía más que aumentar con cada beso que su amado dejaba marcado en su cuerpo.

-Si…Si… ¡ahhhh!-Su cuerpo enteró se tensó, una ráfaga de placer la inundó, arrastrándola a una isla llena de placer y felicidad. Jadeaba con fuerza, complemente estirada en la cama y sin fuerzas. Miró a su amado con absoluto amor en sus ojos. –Naruto-Kun… ven.

Aquel simple susurro fue todo lo que necesitó para reptar por su cuerpo hasta ella, sin despegarse ni un milímetro de su cuerpo, besó sus labios con urgencia, y ella correspondió, la saliva de ambos se unían a los flujos íntimos de la mujer en esa unión pasional.

Naruto apuró a quitarse los pantalones y el bóxer, dejando completamente expuesto su miembro, ya erecto y firme. Hinata se separó ligeramente, abriendo con sorpresa. Era la primera que lo veía en aquel estado, siempre que tuvo relaciones con su amado había sido en medio de la noche, bajo las sabanas y sin luz. Era la primera vez que lo veía en todo su esplendor. Sus manos recorrieron los costados de Naruto, bajando hasta el falo y tomándolo entre sus dedos con tierna timidez.

-Naruto-Kun… -Sus piernas rodearon la cintura del hombre, acercándolo más a ella y llevando el miembro hasta su intimidad.

Lentamente, introdujo el miembro en su interior y ambos dejaron escapar un suspiro. Naruto al sentir la suave opresión de su intimidad abrazando su miembro, recibiéndolo con completa sumisión y necesidad a medida que avanzaba en su interior. Ella, al sentir como su amado por fin entraba en interior luego de tanto tiempo, luego de tantos problemas, de tanto dolor entre ambos, necesitaba entregarse a su amor.

Se detuvo al estar completamente en su interior, dejó escapar un ronco gruñido en su oído, colocó ambos brazos a los costados de la mujer para sostenerse y ella lo envolvió entre sus brazos. Volvieron a besarse en el momento en que Naruto comenzó a moverse. Lentamente, suave y cariñoso, retirándose para volver a entrar en su interior antes de salir por completo. Movimientos cargados de deseo y lujuria por ambas partes. Se necesitaban mutuamente, más que a nada en el mundo.

Hinata no se quedaba atrás, movimiento suavemente su cuerpo, instándolo a hundirse en su interior con una urgencia como nunca antes, era suyo, era su esposo, su hombre. Lo necesitaba, necesitaba entregarse a él. Sus manos se aferraban a su cuerpo de la misma forma que su alma a la suya.

Hacía tan solo unos minutos atrás había llegado a la cúspide del placer debido a los labios de su amado, pero sentía la creciente oleada de placer crecer en su cuerpo nuevamente, sabía que solo era cuestión de tiempo antes de volver a ser arrastrada por él nuevamente.

Y Naruto se sentía igual, sentía todo su cuerpo arder en deseos como nunca antes, su amada entregada para él. Cuando penetraba profundamente en su interior podía sentir a Hinata atrapándolo, pidiéndole más y él correspondía. Se abrazó más a ella, besando su cuello, podía escucharla gimiendo su nombre y eso lo volvía loco, quería más. El placer pronto se apoderó de su cuerpo, podía sentir como estaba a las puertas.

-Hinata-chan, voy a…

-Yo también… por favor, ade… ¡aaahhhh! –Gimió intensamente antes de ser absorbida por el placer nuevamente, arqueó su espalda, presa de la pasión. Escuchó a Naruto gruñir en su oído al tiempo que se hundía por completo en su interior, y luego las oleadas de semen invadieron su interior, llenándola. La semilla de Naruto, la semilla de su amado colmando su interior.

-Hinata-chan… -Susurró con voz ronca el hombre, dejándose caer a su lado, respirando entrecortadamente. –Te amo…

-Naruto-Kun… Te amo tanto… -Susurró Hinata, abrazándolo con más fuerza.