Luxemburgo golpea su puerta.

Gales... que ha puesto unas cuantas camisetas y... la verdad dos de los pantalones nuevos que le regaló Lux en su maleta, se sonroja un poco.

—Adelante.

—Allò.

—E-Estaba... apenas por empacar todo si... si... no quieres que vuelva o... —Se gira a él y sonríe un poco, nervioso.

—Oh... oh. Te... te dejo hacerlo, entonces. Estaré... estaré en mi despacho.

Gales traga saliva y asiente.

Así que cierra la puerta, saliendo.

No pasan ni diez segundos cuando Gales sale detrás de él, HISTÉRICO. Histérico y bastante torpe, de hecho, abrazándole y planchándole un poco contra... quizás un Rembrandt que tiene en la pared del pasillo y besándole con absoluta angustia.

Vale. Eso, no se lo esperaba.

A veces... hacen cosas. ¿L-Le responde?

Tras los primeros instantes de pánico, sí.

Gales le plancha aún contra la pared y le... sigue besando unos cuantos segundos

Otra vez le abraza del cuello y Gales se separa un segundo de él.

—N-No quiero irme ni quiero llevarme t-todo

Luxemburgo le mira un instante, cierra los ojos y vuelve a tomar aire.

—S-Solo... quería que... l-lo supieras y que... N-No te... No te vayas a tu despacho, please —Gales traga saliva.

El flamenco le mira de nuevo

—E-Este b-beso era... en m-mi cabeza... e-era... E-En los libros, l-los besos a-así tienen... y-yo...

—¿Los libros?

—Las historias con un beso... así que hace que todo... c-caiga en su sitio.

—Me temo que... esto es un poco más complicado.

Gales se sonroja y le suelta un poquito aclarándose la garganta.

—Sigues jugando al todo o nada —Luxemburgo se lo impide

—No puedo medio vivir aquí o no podemos medio salir...

Quoi?

—Hay cosas que sí son así. Te fuiste del cuarto... ¡¿por qué te fuiste?!

Quoi? ¿Ahora? Porque dijiste que estabas ocupado.

—No lo estaba, desde luego. ¡Te estaba esperando!

—¿Por qué mentiste?

—Porque estaba pensando que no querría irme y luego me pareció demasiado cínico... Y cuando te has ido ha sido como... ¡no!

—Vamos... vamos a ver cómo va —suspira.

—Quizás sí soy un romántico ridículo que cree que puede arreglarlo todo con besos y palabras lindas... —susurra avergonzado, mordiéndose el labio.

—Es que esto... no tendría que forzarse. Si necesitamos forzarlo, tal vez no deba pasar. No es natural que necesitemos estar pegados todo el día para que la cosa funcione y se sostenga.

—Quizás tienes razón —Gales suspira porque todos los caminos de Luxemburgo llegan a la misma conclusión: esto no debería pasar—. Tampoco podemos decir que siquiera hayamos visto que no funcione si no estoy aquí...

—Por eso mismo, no puedes estar tan aterrorizado de irte.

—Ya... —Gales se sonroja un poco —. Vale, vale, me calmo. ¿Me llevo todo entonces?

—No lo sé —Luxemburgo sonríe.

Gales se ríe, así, un poco derrotado.

—Mira... déjalo, ¿vale? Y decidimos el sábado que vuelvas.

—Vale —le sonríe también y se le acerca, dándole un besito en la mejilla—. En realidad no estoy para nada ocupado, entonces

—Venga, vamos a cenar —le sonríe haciendo un gesto con la mano.

Gales asiente, separándose un poco de él.

—¿Qué tal si pago la apuesta... intentando cocinar algo para ti? —Luxemburgo le sonríe y le toma de la mano.

—Ohh! ¿Tú? ¿Cocinando? Really?! —El británico se la aprieta un poquito—. Me parece un trato perfecto! No sabía que El Niño rico alguna vez hubiera tenido que sacar siquiera una cuchara del cajón

—No estoy siquiera seguro de donde están las cucharas —se ríe, guiándole a la cocina—, pero... supongo que no puede ser tan difícil. ¿El cianuro es para condimentar?

—¿Me lo preguntas a mí? —Gales se ríe.

—No parece que haya nadie más por aquí. ¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Qué muramos los dos? Creo que el mundo soportara la perdida. Aunque no sea esto tan romántico como Romeo y Julieta, seguro algo puedes inventar antes de caer fulminado.

—Amantes prohibidos prefieren terminar con su vida antes de sufrir separación obligada —Gales se ríe un poco más.

—¿Ves? Sabía que no te costaría mucho. Ahora la nota de suicidio.

—Podemos escribirla con miel sobre la mesa de la cocina.

—¡Miel!

—Sangre me parecía un poco dramático.

—Eso sí... Pero parece el clásico.

—Vale, vale. Sangre será.

—No, no... Es que no sé si haya miel —ahí va a mirar en los estantes.

—¿Y con que comes los pancakes si no hay?

—Pues... no lo sé, ¿sirope de caramelo? ¿Chocolate?

—Bien, ya me parecía a mí... igualmente, ¿qué vas a prepararme? —Gales sonríe.

—Pues... no lo sé, vamos a ver qué hay.

—¿Y qué sabes preparar? porque aun cuando encontremos pasta sin cocer...

—¿Qué insinúas?

—Que no sabes hacer pasta.

—Claro que sé hacer pasta.

—Menos mal... yo no sé hacer pasta.

—¿Cómo vas a no saber?

—No tengo ni idea, no sé cocinar.

—Pero ¡cocinar pasta sabe todo el mundo!

—Hum... ya, sí... bueno. Si es así, sé yo también.

—O sea, es la cosa más fácil.

—Ya, ya... ya. Vamos, que seguramente que sí, no lo he hecho nunca.

Luxemburgo le mira de reojo sin acabar de creerle porque esto es como de nivel estudiante universitario viviendo solo por primera vez.

—Bueno, ¿vas a hacerme pasta entonces? ¿O... has encontrado alguna cosa? —Gales le sonríe.

—El caso es que no encuentro pasta —porque estás mirando aun en la nevera.

—Dudo mucho que la pasta cruda se guarde ahí... pero vale.

—Estaba buscando pasta fresca, está más buena.

—¡Fresca! Cielos... si te pareces a France.

Quoi? Por?

—La gente normal compra pasta hecha... en una bolsa.

—No cuando está alguien como Romano en tu vida.

—Ya, ya... lo dices como si... tú te encargaras de cocinar alguna vez.

—Seguro más que tú.

—Eso... la verdad es muy muy posible.

—A ver entonces pasta seca, veamos —sigue abriendo armarios.

—Tú tampoco tienes ni IDEA —Gales le mira hacer sin abrir ni cerrar nada, sonriendo de lado.

—Claro que no tengo.

—Luego me critican a mi... —Gales se ríe.

—Pues ¿por qué iba a saber?

—¿Porque hayas perdido una apuesta? —se ríe.

—Eso no pasa nunca

—Pues has perdido ahora... así que nunca, nunca...

—Bueno, pero eso ha sido un error de cálculo.

Gales se ríe.

—Hum... Es que lo que yo haría... Sería pedir comida.

—Es no es cocinar.

—Exactamente. Venga... la pasta sonaba bien y dijiste que sabías.

Oui, oui, solo es que no sé dónde está.

—You are... cute.

Quoi?

—Nada, que te ves muy mono buscando en todos lados... ¿te ayudo?

Si'l vous plait —sonríe, mirándole.

—A ver... veamos —abre un armario y levanta las cejas—. Ohhh... estas son Solo... las especias.

—Ah, sí, he mirado ahí antes.

—Cielos... pues es que ya abrí este casi todo... ¿qué tal aquí? —abre un cajón.

Luxemburgo no le hace caso, buscando por otro lado

Gales rebusca por aquí y por allá, sacando... las cosas que encuentra que se puedan comer... según él.

—¿No tienes pizzas congeladas o algo?

—Eso no es cocinar.

—Pues esto tampoco. Encontré una lata de atún que creo que está caducada... un bote con algo que parece arroz, unas almendras.

—No hay cosas caducadas aquí, tienen la cocina muy limpia.

—Niño rico... —se burla un poco.

—Pues a ti eso te suena a insulto pero no lo es.

—Nah, en realidad... creo que es más envidia que insulto.

—De eso ya me he dado cuenta. Mira, aquí hay arroz y garbanzos.

—¿Y eso lo sabes cocinar? —Gales se ríe.

—Lo que digo es que la pasta tiene que estar cerca.

Fee fai foo... huelo pasta por aquí —Gales se le acerca, poniéndole las manos en la cintura.

Quoi? —Saca la cabeza y le mira.

Le sonríe porque... solo estaba jugando, pero es que no le ha entendido.

—Siento que fue hace un millón de años que olía carne de señoritingo pirrurris en tu oficina...

—¿Eh? De qué... espera, ¿es lo de las judías mágicas? Esas referencias raras infinitas.

—Bueno, supongo que... son encantadoras—se ríe un poco, sonrojándose y encogiéndose de hombros.

—Bastante.

—Espero que eso no sea sarcástico —Gales se ríe.

—Me acostumbraré, aunque luego... Dices algunas que no sé de donde son.

—Eso... va a requerir tiempo —sonríe.

—Pero por ejemplo... el sábado.

—¿El sábado? ¿Ayer?

—Non... our date. En el teatro... vamos a ir a ver una obra, right?

—Pues tú dirás.

—Hay dos opciones de obras que ver... una es Dr. Jekyl y Mr. Hyde en el Clwyd. La otra es ir al Savoy, y ver No Man's Land con Ian y Patrick. Ambas tienen varias referencias... que solo vas a entender cuando las veas, pero una vez que las veas y hablemos de ellas, ya entenderás si te digo que pareces Mr Hyde cuando estás trabajando.

—Conozco la historia de Dr. Jekyk y Mr. Hyde, no he vivido en un agujero.

—Vamos a ir al Savoy entonces... —Gales se ríe.

—Así podemos saludar a tus amigos —asiente.

—Eh... bueno, la chica —que debe tener 50 años—. Que acomoda me conoce desde hace muchos años... sí. E-Espero que te guste.

—E Ian y Patrick?

—Ah —se sonroja y se ríe—. Ellos, sí. Aunque ahora son estrellas de cine, suelen. Estar ocupados.

—¿Son amigos tuyos o no?

—Ambos. Ian ensayaba conmigo Shakespeare cuando estudiaba.

—Entonces hay que saludarles.

—Sí, sí... con todo gusto te los presento. Si no es que ya los conoces. Les llamaré para decirles que iremos.

Asiente.

—No esperes que yo cocine, eso sí, pero tengo algunos buenos restaurantes y... bueno, no sé, prepararé alguna sorpresa.

—Lo esperaré con ansia —le pone un paquete de espaguetis en el pecho.

—Ohh! ¡Lo has encontrado! —sonríe tan contento—. Vale, punto para Lux, ahora ¿qué?

—Agua en una olla.

—Yo me encargo del agua ¿Los lavo?

—Uhm... ¿Por?

Gales se ríe porque era broma... y no.

—Hay que hacerla hervir.

—Oohh... ¡Con esto dentro en la olla! ¡Claro!

—No, hay que hacer hervir el agua sola. Con sal. Hierve más rápido.

—Oh, y luego se la echamos encima para que se hagan blanditos.

—¿Estás bromeando?

—¿N-No es así?

—Estás bromeando. No me tomes el pelo y ayúdame, venga —sonríe.

—Vale, vale, te ayudo —Gales se aclara la garganta—. ¿Dónde está la sal... ?

—No lo sé.

—Es como... ¿la de la mesa? ¿Está en un salero?

—Tendría que haberla, cerca de los fogones.

—Vale, vale... busco un salero —se pone muy activamente a buscarlo.

—Mientras él saca una olla que ha encontrado antes.

—JA! ¡Mira qué encontré! —le muestra un salerito.

Luxemburgo le sonríe.

—¿Cuánta sal hay que echarle? —Se le acerca tan feliz, dispuesto a echarle sal como si fuera... su plato.

—Aún no he puesto el agua al fuego.

—Agua y sal has dicho para que hierva a menos temperatura...

—Enciéndelo primero —pide mientras llena la olla.

Gales trata de averiguar cuál perilla es la que enciende cual hornilla, humedeciéndose los labios y dando la vuelta a cualquiera.

—¿Creo que... ya?

—No, ese no, el grande.

Gira otra perilla y otra y ahí va Luxemburgo con la olla llena de agua.

—¿Y ahora le ponemos sal? ¿O la pasta primero?

—Sal y esperamos que hierva.

—Ohh... vale. ¿Cuánta sal?

—A ver, échale.

Gales le pone sal así como a un plato, bastante feliz de hacerlo, sintiéndose como si estuviera ayudando a su madre con alguna poción

—Más.

Ahí va a echar más, sonriendo un poco más.

—Más, venga. Sin miedo

—¿Sabes? Espera... —Abre el salero y... echa bastante sal por ahí encima, la verdad—. Ohh... ugh, lo siento... pero es que es más rápido... a ver, estira la mano.

—Técnicamente justo para eso está la sal de cocina —se ríe un poco, pero asiente conforme.

—Oh, ¿hay una solo de cocina?

—Pues claro.

—Hace sentido.

—Pero bueno, ya está. Hay que dejarla hervir.

—Bien. ¿Y qué le vamos a echar a la pasta?

—Ese es el problema.

—Mmmm hay una que casi no llevan nada.

—Nah, busquemos algo en la nevera.

—Vale... alguna sobra debe haber —Gales se ríe.

Asiente. Ahí va Gales muy valiente a abrir la nevera y Luxemburgo va detrás.

—Hum... estos tuppers...

Quoi?

—Es imposible saber qué hay dentro. En casa me pasa lo mismo... saco uno y lo empiezo a comer y... es un misterio.

—No es imposible, creo que Anna lo escribe en algún lado.

Gales les da vueltas de un lado a otro a ver si consigue el letrero mientras Luxemburgo busca la libreta.

—Yo solo veo un número aquí.

—Hay una libreta con los números que dice que hay en ellos.

—Oh, mira qué organizado.

—Pero no sé dónde está.

—¿Nunca te calientas sobras del refri? —pregunta Gales sacando varios tuppers para abrirlos.

—Oui, cuando vengo tarde de trabajar.

—O sea... diario. ¿Y cómo sabes qué es?

—¿Cómo que como lo sé? Me lo traen servido en un plato.

—Eso no es calentarTE.

—¿Por qué no?

—Para calentarte, tienes tú que ir al refri.

—Qué va.

—Pues por eso estamos así... pero venga, a ver… ¿Esto que parece?

—Pero estamos buscando una salsa, da igual lo que haya en los tupper.

—¿Y no puede haber una salsa en un tupper?

—Puede, pero probablemente sea la salsa que acompaña a un plato.

—¿Y no quieres desperdiciar esa salsa en nuestra cena?

—Lo que pasa es que habrá el resto del plato con ella, así que añadirle pasta...

—O sea quieres encontrar una salsa que sea para nuestra pasta expresamente.

—Lo que no quiero es desperdiciar el otro plato.

—Es que... vale... hum... entonces nada de esto sirve.

—A lo mejor hay alguna salsa con los condimentos.

—¿Y cómo la vamos a reconocer?

—¿Porque no serán hierbas o especias?

—¿O sea una salsa dónde? ¿Cómo con la kétchup? Oh... ¿y si les ponemos... mostaza o algo así? —Bienvenido a Britania.

—¡No les vamos a poner mostaza!

—Pues no sabrían mal... quizás con Kétchup. O mayonesa.

—Sí, sí lo harían. A ver, que igualmente no voy a impresionarte con eso, pero venga, hay niveles.

—Vale pues... impresióname con otra cosa entonces —Gales se ríe con eso.

Francia dice que como hagas una pasta con Kétchup no te vuelve a hablar, pero vale, tu actitud de los niveles es la correcta.

—Vamos a hacerla con un poco de tomate sofrito de bote... y a ver si hay algo de carne picada—aprieta los ojos—. Por lo menos no es TAN horrible.

—A mí me suena delicioso y bastante impresionante.

—Ya puedes echar la pasta —Luxemburgo le mira de reojo pero ahí va con su lata de tomate.

—¿La corto? —Gales sonríe un poco... la parte buena es que él es capaz de comer casi cualquier cosa, Lux.

—¡No! —chilla porque no quiere a Romanito no volviendo a hablarle tampoco.

—Ohh... pero no va a caber, es más larga que la olla.

—Ya cabrá.

—¿Cuando la olla... se coma la galleta para hacerse grande como Alicia? —Gales parpadea con eso.

—Exacto —sonríe.

—O sea ¿los echo así? —le mira y entrecierra los ojos, vacilando.

Oui!

B-But... Bueno ¡si se queman será tu culpa! —los echa

—No se van a... ¡Espera! Pero ¡no eches todo el paquete!

Es un poco tarde para eso.

—Ohh... ¿no? —toma unos cuantos de los que sobresalen y los saca.

—Ugh... bueno, habrá que congela... ¡No los saques ahora!

—Pero has dicho que... ¡seguro puedo secarlos!

—¡Échalos dentro de nuevo!

—Ugh... —los echa.

—Y ahora una sartén —ahí va a por la carne picada, encuentra unas hamburguesas.

—Sartén... eso es... una olla plana.

Oui.

—Hmmm... ¿De dónde sacaste la olla?

—De ahí —señala.

Ahí va a buscar la sartén, tan feliz de estar ayudando

—¿Y el paquete de la pasta? —pregunta Luxemburgo

—En la basura —tan orgulloso.

—¡Pues recupéralo!

—¿Para?

—Es donde dice cuanto ha de cocer

—Oh... ¿no se cuecen todas el mismo tiempo?

—No estás bromeando, ¿verdad? REALMENTE no estas bromeando.

—¿Bromeando de qué? ¡Es una pregunta lícita!

—No, no lo hacen.

—Ohh... pues ¿quién va a adivinar? —arruga la nariz porque no quiere meter la mano a la basura.

—No es de adivinar, es cultura general.

—¡No lo es!

—Es que... Tú has vivido solo mucho tiempo ¿qué has comido?

—Fuera.

—No puedes haber comido siempre fuera.

—Ehm... Pues de poder, sí que puedo.

—Pero ¿y si un día estaba cerrado o llovía?

—Pizzas congeladas.

—¿En serio?

—¡Son buenas! Antes de eso era como tú y tenía un mayordomo.

—Mmmm...

—¡Pues eso es!

—Bueno, venga, ve a por el paquete.

—¡Eso hago!

—Venga, antes que hierva el agua —Luxemburgo empuja los espagueti para que vayan entrando completamente al agua.

—Es que el basurero... —mete la mano.

—Pues no haberlo tirado.

—¡No me dijiste!

—¡Supuse que sabías!

—¡Te dije que no!

—Pensaba que bromeabas, date prisa o volverá a hervir el agua.

—¡Yo no bromeo con comida! —Saca la envoltura.

—A ver, dame —se acerca a quitárselo.

Gales le deja.

—No lo tires y avísame cuando hierva de nuevo —Luxemburgo busca a ver dónde lo dice y se lo devuelve.

—Hervir son las burbujas, verdad?

—¿Es en serio? Oui. Son las burbujas.

—Perfecto... yo lo veo.

Le mira de reojo y ahí va a preparar la carne en la sartén, sonriendo un poquito

—Esto de cocinar es divertido —Gales súper atento a la olla.

—¿Te lo parece?

—Yep... ¿Tú qué vas a hacer?

—La carne, ¿ves? —le muestra la sartén.

—Wow

Quoi?

—Me parece bastante impresionante que sepas hacer carne.

—En serio, no sé si te burlas de mí o...

—No, no... Vamos, que Galia sabía preparar muchas cosas también, pero lo tuyo no me lo esperaba.

—Es que insisto... ¿Qué hacías cuando estabais en guerra?

—Tener un soldado que me preparaba las asquerosas raciones que nos daban.

—Mmmm...

—Era el Corporal Crrawley. En la primera.

—No sé, es que no imagino a nadie llegando a estos tiempos solo a base de pizzas congeladas.

—Pues... ¿Es que no te ha hablado nunca de esto tu hermana? ¿Cuándo es que tú te preparabas cosas?

—¿Hablarme de qué? Pues ya te lo estoy diciendo, en la guerra y eso. O cuando es el día libre del servicio.

—¿Te cocinas tú?

—En algunas ocasiones, sí.

—Yo también lo he tenido que hacer en algunas ocasiones.

—Pues a eso me refiero.

—Sé hacer... carne hervida con cosas. Como todos.

—¿Cosas?

—Pues... papas o... arroz o... cosas. Lo que había.

—Pues la pasta es como eso.

—Ya... ya. Es... bueno, es que... vale —le sonríe sin querer entrar en detalles sobre que la última vez que hizo "estofado" fue hace muchos, muchos años y se le incendió la casa.

No te creas, la pasta no va a correr mucha mejor suerte con el caso que le haces.

¡Si le está poniendo toda su atención! Lo que no está es contando el tiempo.

Está ahí hablando y no le ha avisado cuando ha empezado a hervir, como le ha dicho.

—Oye, esto está... haciendo burbujas hace rato —lo había olvidado, ¡¿vale!?

Quoi? ¿Hace rato?

—Ehhh... un par de minutos Máximo.

—¿Un par de minutos? ¿Seguro?

—Pues... sí, hombre sí.

—Mmm... dos minutos, entonces quedan tres de cocción—va a poner el reloj en el móvil.

—Ohh... Vale. Ehm... tres o dos y medio.

—Cymru, esto no va de más o menos, no va a quedar al dente así.

—¡Pues es que no me fijé!

—Ugh, vale, pondré tres minutos aunque este un poco más cocida.

—¿Es normal que... —Gales le sonríe un poco y mira adentro de la olla—. Este hirviendo así...? Es que parece caldero de bruja.

—Baja un poco el fuego.

—Ehm... es que... tiene colores y todo...

—¿Colores?

—Pues... mira.

Luxemburgo se acerca y debes ver como si fuera el estómago de un unicornio.

Parpadea. Vale... esto sí que no se lo esperaba.

—¿Es... la pasta?

—No tengo ni idea.

—Se ve... colorido.

—No tengo NI IDEA de lo que has hecho.

—¿Yo?

—Eras tú quien estaba vigilando la pasta.

—Pero ¡no hice nada!

—Algo debiste hacer.

—Como ¿qué?

—No tengo ni idea.

—Hombre, de verdad, ¡yo no hice nada! —replica todo agobiado

—Pues ¿quién si no? No había visto esto nunca.

—¡Pues yo tampoco! —chilla un poco—. ¿Ya pasó el tiempo?

—Ahora mismo me da igual, no pienso comerme eso.

What? Por?

—Pues es que mira... oh... —ya no hay colores al mirar de nuevo

What? —Gales se asoma también —. ¡Vaya! Ahora solo parece... pasta. ¡Qué bien!

Luxemburgo apaga el fuego. Gracias.

—Eso que has hecho tú huele muy bien.

—Aun me dan miedo los espagueti... cuélalos a ver como están.

—Colarlos... ¿con un trapo?

—No, con un colador.

—Vale. Es una de esas rejas, ¿no?

—Eeeeh... sí.

—Vale... a ver si encuentro una —se pone a buscarla... no digo que lentamente, pero la pasta se sigue cociendo y desintegrando mientras Gales averigua si es qué hay o no un colador por ahí, toma una de esas redes para evitar salpicaduras de grasa.

Mientras Luxemburgo sigue con la carne y no le hace caso.

Sigh... Gales voltea la olla sobre eso, haciendo un... desastre y quemándose un dedo en el intento. Pero vale, eran tantos espaguetis que si se pierden unos pocos tampoco pasa nada.

—Ugh, pero ¿qué haces? —Luxemburgo le mira de reojo un poco y levanta las cejas.

—Colar la pasta.

—Eso es para que la sartén no salpique.

—¿La qué?

—La sartén, ¿ves? Como yo —le muestra su sartén.

—¿No es un colador?

—No...

—Ohh... bueno, ehm... pero coló.

—Oui —sonríe y se encoge de hombros. Gales sonríe también—. ¿Vas a probar la pasta a ver cómo ha quedado, entonces?

—Ya, sí... porque parece un poco rara —toma un espagueti con la mano.

Luxemburgo le mira esperando que no se muera, Gales lo absorbe y mastica.

—Ohh... ¡Está bueno!

—¿Seguro? —le mira sin creerlo del todo.

—Seh, bueno, no sabe a nada.

Luxemburgo se acerca a tomar uno a ver qué tal, la verdad están aguados, babosos y salados

—Ugh, que va a estar bueno, están pasados.

—¿Tú crees?

—Mucho, súper cocidos.

—Pero saben igual —La carita desconsolada.

—¡Para nada! Los voy a tirar, de verdad no están buenos.

—Hmm bueno, podemos comer tú carne.

—¿Sola?

—Pues... sí.

—Mmmm... No.

—Huele bien y por lo visto está mejor que mis noddles.

—Es que es para acompañar.

—Ya, ya... Pero es que yo no lo quería arruinar.

—No pasa nada... o sea... bueno, está bien, tenía que cocinar yo.

—Siento que todo me sale mal hoy —Gales suspira.

—Non, pero... no voy a pedirte que cocines tú nunca. Ni te molestes en ofrecerte.

—Primera lección —Gales se ríe.

—Por lo visto.

—Tengo otros encantos, de verdad.

—Aun me pregunto cuales...

—Cantar, hablar, distraerte... Y pedir pizza —Gales se ríe un poco

—¿Pedir pizza?

—Es uno de mis encantos... yes

—¿Una en la que podamos añadir carne con salsa?

—Ohh... eso. Bueno yo podría añadirle carne con salsa.

—Digo, ya que la tenemos hecha.

—¿Puedo probarla?

—Oui.

—¿Dónde van los cubiertos? —Gales sonríe, relamiéndose un poco porque no huele para nada mal.

—¿Para comer de una sartén? Qué sé yo.

—Pues unos normales... Bueno, venga, dame con la pala con la que estás moviendo.

Luxemburgo se la tiende, sonriendo de lado. Gales le sopla un poco y abre la boca. Y va a gustarle, si le ha gustado el spaguetti... Los estándares

—Ohh... ¡No es malo! Está caliente, pero sabe... bien, muy bien, en realidad. Ya sabemos quién va a encargarse de cocinar en los días libres.

—¿Qué significa "no es malo"? —frunce el ceño un poco.

—¡Significa es muy bueno!

—¿Y por qué no dices que es muy bueno?

—¡Porque está caliente y me he quemado!

—¿Y por qué no dices que está caliente?

—¡Pero si te he dicho que sabe muy bien!

—¡Has dicho que no es malo!

—Porque no lo es, tú has dicho que mi pasta debe irse a la basura.

—Precisamente porque te ha gustado tu pasta, que digas que la carne no es mala es PEOR.

—De verdad, está bueno —Gales aprieta los ojos y se ríe.

—Mmmm... ¿Bueno como la pasta?

—Bueno como tú. Me lo comería entero.

—Ya, bueno —igual se sonroja y gira la cara.

—Venga, vamos a comerlo... ¿había más pasta?

—¿No ibas a pedir una pizza?

—Prefiero tu salsa.

—¿No íbamos a echarla en la pizza?

—Yes... ¡y luego entraste en pánico!

Quoi? ¿Yo?

Yes! Porque dije que no era mala la salsa, lo cual ¡significa que es buena!

—No, no es mala significa exactamente eso.

—¡Estaba masticando un trozo caliente!

—¿Y eso qué?

—Pues no puede uno determinar si algo es delicioso o no estando caliente!

—Pues haber dicho eso.

—Lo siento —Gales suspira.

—Jum!

—No quería ofenderte a ti ni a tu salsa...

—No me has ofendido, pero igual necesita un acompañamiento —Luxemburgo suspira un poco derrotado.

—¿Voy a pedir una pizza sin NADA? —Gales le sonríe un poquito.

—No, hombre, eso no se puede.

—Sí, que nos manden solo la base, agregamos esto y queso encima.

—Bueno, prueba a ver —le mira sonriendo un poco.

—Seguro que sí... espera —Gales se muerde el labio—. ¿Quién entrega pizzas en este país?

Es que se ríe nada más con eso.

—Venga, debes tener una pizzería de conveniencia... —va a ver si no tienen un imán para el refrigerador con el teléfono.

Probablemente ahí está.

—Claro que no, no como comida rápida, ya te lo dije.

—Pues aquí hay una pegatina que dice lo contrario... quizás Vincent sí come pizza.

—¿La hay? —levanta las cejas todo sorprendido

—Yes, sir. No miento —sonríe un poco sacando su teléfono y notando que... por supuesto, no tiene batería. O sea es que estando con Luxemburgo no se ha molestado siquiera en verlo en todo el día—. Ugh... mi teléfono no sirve.

Luxemburgo saca el suyo... y es que ¡los mails!

—¿Me lo prestas? —pide Gales al verlo.

—Un minuto, usa el fijo, si quieres —pide ahora concentrándose en leer y responder mails.

—¿Dónde está el fijo?

—En la sala —señala con la cabeza distraídamente.

—Hum... ¿vale? Voy —así que ahí vaaaaa mientras Luxemburgo es atrapado por las garras del trabajo de nuevo.

Gales vuelve después de un rato de alegar en francés con el chico de la pizzería para que le manden la base de pizza y el queso aparte, gracias. Verbalmente las cosas no se le dan tan mal.

Así que lo va a lograr... Luxemburgo sigue ahí donde lo ha dejado, tecleando. Gales se le acerca sigilosamente por la espalda y le abraza repentinamente de golpe

—Pan de pizza en camino.

—Oh, ¿de veras? —Da un saltito.

Gales asiente y le da un besito en la mejilla, Luxemburgo sonríe.

—Aunque no canto victoria hasta no recibirla...

—¿No?

—Pues no sé, con mi mala suerte... —se ríe un poco y le da otro besito en la mejilla.

—De eso te quejas todo el rato —se gira un poco a él.

—Hay cosas en las que tengo más suerte que en otras —levanta la mano y le acaricia la mejilla.

Luxemburgo le imita haciendo ñañaña

Thank you —Gales se ríe un poco.

—¿Por?

—Por ayudarme esta semana.

—A caerte.

—¿Me caí?

Faaaall—Se ríe.

For you? —Gales se ríe también—. He estado pensando y... Voy a irme a casa.

Se le corta la risa al flamenco.

—Me gusta estar aquí, mucho... espero que me invites otra vez más adelante.

—Oh... hum. O-Oui. Mais oui.

—Es que tienes razón, esto... no puede ser así —Gales sonríe un poquito más—. No puedo simplemente vivir aquí así. Y tengo que recuperar un poco también el control de mi... vida, enfrentar la realidad aunque no me guste. Y eso incluye estar solo en casa —aprieta los ojos.

—Mmm... v-vale —Mira al suelo y hace para separarse.

—¿Qué pasa? —Gales se humedece los labios y le sostiene un poco en su sitio sin dejar que se quite del todo.

Luxemburgo niega y sonríe solo con los labios, el británico se agacha un poco para buscarle la mirada.

—Ehm... bueno, voy a... —se mueve para evitarlo, yendo a hacer algo.

—No, no... please. Dime lo que piensas.

—Uhm... ¿Quieres recoger tus cosas entonces? Para llevártelas mañana

—P-Pensé que... podría dejarlas para cuando me invitaras otra vez. Que espero sea pronto —Gales aprieta los ojos

—Uhm... como quieras —Luxemburgo no le mira, tirando los espaguetis y aclarando la olla y el anti salpicaduras con agua.

—N-No estoy... dejando esto ni a ti...

El flamenco asiente y Gales se le acerca otra vez.

—Lux... —le pone las manos en los hombros.

Este le mira de reojito, Gales se le acerca un poco más y le aprieta los hombros.

—Vamos a estar bien, esto... es un buen movimiento, y lo sabes.

—Oui, oui.

—¿Vas a echarme de menos? Porque yo... ugh... Voy a terminar llamándote a las doce de la noche a darte la lata y sacarte de la oficina.

—Veremos —sonríe un poco.

Gales se sonroja un poco y sonríe, acercándose un poco para intentar darle un beso de esos que da Francia en la comisura de los labios, aunque con la torpeza seguro que termina dándoselo en la barbilla o... algo raro.

El flamenco parpadea un poco sin entender ese movimiento.

—E-Ese... yo quería... N-No te... Ugh —se ríe apretando los ojos—. Imagíname sexy...

—¿Qué lo imagine?

—Sé que es difícil. I-Intentaba darte uno de esos besos súper sexys en la comisura de los labios...

—Y... ¿tienes mala puntería? No sabía que te parecieran sexys.

—No sé...

—¿Qué no sabes? —Se ríe.

—No, no sé por qué... por lo visto sí tengo mala puntería—le da un beso en los labios y él se lo devuelve.