Y aquí está el siguiente capítulo, me he divertido haciendo ciertas cosas aquí, además de desarrollar algo que puede ser interesante. No puedo decir mucho más, solo lo de siempre, cualquier cosa que les guste o no, pueden dejarme eso en los reviews, así como sus sugerencias o ideas, porque siempre las leo. Ahora, aquí les dejo el capítulo.
"Cada uno muestra lo que es en los amigos que tiene"
- Baltasar Gracián.
Adrien despertó con la almohada mojada y las sábanas húmedas.
La noche había sido extrañamente calurosa, ni siquiera la solución clásica de dormir con la ventana abierta funcionó. El aire se sintió pesado y a él le costó respirar durante todas sus horas de sueño.
Pero eso no le preocupaba en absoluto.
Los brazos de Cindy rodeaban su cintura con fuerza y como si fuera un oso de peluche, la pelinegra se le pegó toda la noche. Incluso ahora, la niña usaba su pecho de almohada, relajándose con sus latidos y con el subir y bajar continuo.
Movió la cabeza hacia la pequeña mesita de noche, donde Plagg dormía en el primer cajón entreabierto, en una especie de departamento gatuno con mini reservas de queso. Por eso su habitación apestaba a Camembert, no podía evitarlo, además que, con los años, le agarró cierto gustillo al olor.
Intentó levantarse de la cama, pero el abrazo de Cindy era un candado en toda regla, por lo que ir a encender su ordenador para jugar una hora por la mañana estaba descartado.
Aunque, quizá podría darle el gusto a la pequeña de dormir un poco más, no solía hacerlo los fines de semana, porque su cuerpo estaba acostumbrado a despertarse temprano.
Acarició los negros cabellos de Cindy e intentó dormir de nuevo, pero las notificaciones de su teléfono se hicieron presentes y le sacaron un quejido gatuno.
Estiró la mano y lo tomó, observando algunos mensajes sin importancia de Nino, que le estaba diciendo que pasara por su casa a recoger su mochila y algo sobre un amigo que descubrió que tiene juegos gratis. Gruñó y dejó de nuevo el dispositivo en su sitio, abrazó a Cindy con cariño y la acurrucó, cerrando los ojos para dormir un poco más.
Fuera de su habitación, Nathalie se ocupaba de unos asuntos importantes, el primero de ellos era asegurarse de acondicionar la habitación contigua a la de Adrien para que la pequeña pelinegra durmiese allí.
La asistente bajó las escaleras y tachó algunas palabras de la lista organizada que tenía sobre la carpeta. Todo la había tomado por sorpresa, sabía que algún día la indiferencia del señor Agreste sobre su hijo tendría consecuencias, pero no ese tipo de consecuencias.
A las ocho de la noche del día de ayer, Adrien abrió la puerta de la mansión y entró como todo un niño bueno, sonrisa de libro y peinado como un señorito. Eso ya era una mala señal para Nathalie, que prácticamente lo había visto crecer, sabía que algo se traía entre menos y por eso se cruzó de brazos y enarcó una ceja para hacerle hablar.
Sus sospechas se vieron confirmadas en cuanto una niña entró y se puso al lado del rubio. Estaba vestida de una forma muy linda y se le notaba muy limpia, con su cabello algo húmedo y dejando a la vista sus lindas facciones.
La primera impresión fue ir, tomar a Adrien y hacerlo confesar en qué momento se fue por el mal camino y torció su brillante futuro. Luego, lo pensó bien y después de observar a la niña, se percató de que era demasiado mayor para ser producto de una noche de locura por parte de su hijo, es decir, del hijo de su jefe.
Además, estaba segura de que Adrien le bateaba al otro lado, es decir, nunca lo había visto con una chica fuera del grupito ese que tenía con el moreno, la loca del internet y la mitad asiática. Por lo que llegó a pensar que le iba a otro tipo de equipo.
Pero luego recordó que el chico era Rapunzel en la vida real, encerrado en su habitación hasta que tuviera la edad suficiente para ver el mundo. No podía culparlo por caer en las tentaciones de mujeres malas que solo buscan su fama de modelo y su fortuna.
—¿Quién es ella? —preguntó al ver que la niña observaba la mansión con ojos curiosos.
—Ella es Cindy —respondió Adrien, agachándose a la altura de la pelinegra y abrazándola por los hombros.
—¿Y quién es Cindy? —inquirió nuevamente Nathalie, entrecerrando los ojos al notar como Adrien veía la pelinegra, y asombrándose profundamente al ver como el rubio le acariciaba una mejilla y le besaba la frente.
—A partir de hoy, Cindy es mi hermana —pronunció el rubio, sonriendo.
Nathalie no tuvo el valor de replicarle algo, era la primera vez en muchos años, que veía a Adrien sonreír de esa forma, había algo tan valioso y sincero en ese gesto que le estremeció el corazón de solo pensar en ser ella quien lo destruyera.
Por eso mismo, se resignó ante Adrien.
Daba gracias a que, en ese mismo instante, Gabriel estuviese en dirección al aeropuerto con destino Alemania por un viaje de negocios, farfullando sandeces sobre como falló al intentar akumatizar a alguien.
Tenía un mes para que Cindy se integrase con ellos y poder preparar el terreno.
Si no lo lograba, podía ir despidiéndose de su trabajo.
Nathaniel aprovechó esa mañana del sábado para ir de compras solo, el supermercado estaba a solo dos manzanas de casa, por lo que planeaba tardarse un poco más para poder conseguir todo lo necesario.
—Nos observan —le dijo Venom, alertando nuevamente al pelirrojo.
Nath suspiró y se dedicó a observar las esquinas de los pasillos con mucha cautela, no confiaba en que alguien pudiese atacarlo en medio de un supermercado, pero era mejor prevenir que lamentar.
—Nunca me dijiste quienes nos buscaban —reclamó el pelirrojo, yendo a la caja luego de tomar un pote de salsa de tomate y meterlo al carrito de la compra.
—Solo son un par de idiotas, me tuvieron cautivo dos meses e hicieron varios experimentos conmigo —confesó el simbionte.
—¿Qué clase de experimentos? —preguntó Nathaniel, haciendo cola detrás de una señora mayor que llevaba una bolsa de vegetales. Esa mujer debía tener unos ochenta años, su cara estaba formada casi en su totalidad por arrugas y manchas pequeñas en la piel.
—Nada fuera de lo común, ver si puedo entrar en un par de personas sin causarles la muerte —dijo Venom sin ningún tacto, estremeciendo al pelirrojo que sudó frio y tragó saliva.
—Si lo lograste, ¿cierto? —preguntó Nathaniel en su mente, sintiendo un cosquilleo en su interior muy cerca de su hígado.
—En realidad no, digamos que puedo mantenerme un par de días, pero después todo es incontrolable.
—Eso no me tranquiliza, Venom —dijo Nath, nervioso y poniendo sus compras en la cinta de la caja, la cajera comenzó a deslizar los productos y leer el código de barras. Era una mujer joven, con una gorra y camiseta roja con su nombre en un pequeño gafete, sus rizos oscuros caían por los lados y enmarcaban un bello rostro de facciones suaves.
Nathaniel se sonrojó en cuanto ella le dirigió la mirada.
—Idiota, la estás mirando mucho, despierta —le reprendió el simbionte, devolviendo a la realidad al pelirrojo.
La chica chasqueó los dedos frente a él y le dio una sonrisa extraña, provocando que Nath se pusiera rojo hasta las orejas y murmurase una disculpa muy avergonzado.
—¿Efectivo o tarjeta? —preguntó la cajera, observando con curiosidad la cantidad desmesurada de carne que llevaba el castaño en su compra mientras la ponía en una bolsa—. Imagino que será una gran barbacoa.
Nath sacó su billetera como pudo y tomó su tarjeta, solo estaba centrado en pagar para poder irse a casa, pero la pregunta de aquella chica, en cuyo gafete estaba escrito con letra grande "Élise", lo dejó descolocado.
—¿Cómo? —Atinó a decir Nathaniel, entregando su tarjeta con una mano temblorosa.
—Nada, solo veo que es mucha carne la que llevas, era un comentario —respondió la cajera con sencillez, encogiéndose de hombros y acercando el datáfono para efectuar el cobro—. Supuse que era una barbacoa, porque siendo sincera, no creo que puedas comer tanta carne.
—¿Eso fue un halago o insulto? —preguntó Venom en su mente, pero Nath había dejado de escucharlo porque estaba entrando en una fase demasiado tímida para él, las únicas veces que se había sentido así fue cuando ideó planes secretos para conquistar a Marinette.
—Bueno, creo que necesitaré ayuda para comer tanta carne —respondió sin pensar el pelirrojo, recibiendo una mirada divertida de parte de Élise, que tomó el recibo impreso por la maquina y tomando un bolígrafo, escribió algo en la parte de atrás
—Eres bueno en esto —le dijo la cajera, guiñándole un ojo y depositando el recibo en la mano donde llevaba su tarjeta bancaria—. Avísame y allí estaré.
Nathaniel avanzó y tomó su bolsa, aún con el rostro del mismo tono de su cabello, recibió una ultima sonrisa de parte de Élise y se vio de pie afuera del supermercado. Dio una última mirada al interior y se percató de que algunos chicos le alzaron el pulgar, otros le mandaban un claro gesto envidioso, y los últimos, un par de ancianos simplemente le sonrieron con ternura.
—Nathaniel, ¿te das cuenta de lo que has hecho? —preguntó Venom, con un tono de voz que denotaba sorpresa, Nathaniel negó con la cabeza y es entonces que le llegó la iluminación.
Efectivamente, acababa de cumplir el sueño de una buena parte de la población masculina: ligar con la cajera.
—¡No puede ser! ¡Yo soy... tú sabes! —exclamó el pelirrojo caminando a casa.
—Lo sé, eres patético, pero ella vio algo en ti —dijo Venom, enviándole una corriente eléctrica por toda la espalda y obligando a que se pare derecho—. Y yo también.
—¿Gracias? —pronunció Nathaniel, dando la vuelta a la manzana y caminando hacia el interior de su vecindario, acercándose a la puerta de su casa con la bolsa de compras pasando de mano en mano.
—Nathaniel, ¿recuerdas lo que te dije dentro del supermercado?
—¿Qué nos seguían? —intentó adivinar el pelirrojo, rezando internamente para que no estuviese a punto de pasar lo que él creía. Además, estaba subiendo los escalones de casa y había metido una mano al bolsillo para tomar las llaves.
—Sí, están aquí, corre
—¿Ahora? —preguntó Nath, bajando la mano con las llaves y tragando saliva.
—¡Corre!
Soltó la bolsa y comenzó a correr siguiendo el recorrido de la calle, al no ver absolutamente nada pensó que Venom se la había jugado. Bajó un poco el ritmo hasta que escuchó un disparo y vio un proyectil tranquilizante pasar al frente y peinarle un mechón de cabello.
—¡¿Qué haces?! ¡Corre por tu vida, Nathaniel!
El pelirrojo dio un fuerte pisotón en el suelo y comenzó a correr.
De inmediato, cuatro hombres salieron de sus escondites en las azoteas, comenzando a seguir al pelirrojo que serpenteaba por la calle. Nathaniel se vio de pronto en una especie de juego de persecución, pues seguía las instrucciones de Venom para intentar salir de la mira de aquellos que los perseguían.
—¿Dónde están? —preguntó el pelirrojo en su mente, esquivando a unos señores mayores y acelerando al saltar sobre un par de niños jugando a rodar como salchichas.
Un disparo de advertencia fue lo que recibió el pelirrojo como respuesta. Las personas gritaron y se alertaron al escuchar el ruido de parte de un tirador en la azotea, así que corrieron hacia el interior de los establecimientos que tenían más cerca, dejando a Nathaniel solo en buena parte de la vía pública.
—Estamos jodidos —gruñó Venom.
Nathaniel salió corriendo y se agachó para esquivar dos tiros, corrió por la calle transversal y jadeó al observar que llegaría a una avenida cerrada por obras, escuchó cuatro pasos diferentes acercarse a él desde distintos ángulos y se detuvo.
—No puedo... —susurró el pelirrojo, comenzando a hiperventilar y cayendo al suelo mientras se apoyaba en la pared contigua.
—¡Claro que puedes! ¡Escúchame, Nathaniel! ¡Tú puedes! —exclamó Venom, apareciendo desde su cuello y materializando su cabeza con ojos grandes y dientes filosos.
—¡No! ¡No puedo...! —jadeó el pelirrojo, llevándose las manos a la cabeza y mirando el suelo, temblando y mordiéndose el labio inferior. No podía hacerlo, estaba claro que no podía.
Después de todo, solo era un patético inútil.
Y ella se lo había dicho.
Cerró los ojos y simplemente se dedicó a esperar, no quería saber lo que le harían, tampoco quería despedirse de Venom. Simplemente quería acabar con todo, y volver a ser normal.
Volver a ser el bobo Nathaniel.
Sintió que el suelo en el que estaba parado se volvía una masa liquida que lo consumía lentamente, comenzó a hundirse hasta que lo único que quedó fuera fue su cabeza, con sus cabellos rojizos desafiando la gravedad y en un lugar lleno de oscuridad.
Y antes de hundirse por completo, tomó conciencia de lo que ocurría, Venom estaba tomando control de su cuerpo.
Adrien aprovechó el momento en el que Nathalie llevó a Cindy al comedor para terminar de desahogarse. Se sentó sobre la cama y tomando su almohada, la golpeó tantas veces debido a la frustración y tristeza que lo embargaba.
Él era un héroe, uno de los grandes héroes de París.
Había derrotado a más villanos de los que podía contar con sus garras, enfrentado a un loco psicópata que quería su anillo de gato y viajado en el tiempo. Pero eso a la hora de la verdad no importaba.
No pudo ir por Nathaniel, ni por las víctimas de aquel accidente de auto, ni pensar en las del asesinato en el metro la semana pasada. A pesar de ser un héroe no estuvo para ayudar en el asalto al banco central de París o al museo del Louvre donde sustrajeron cinco piezas de arte muy valiosas.
¿De verdad podía seguir llamándose así?
Soltó un poderoso grito al cielo y tiró la almohada, pateándola hacia su pared mientras la golpeaba con fuerza, lanzando un puño tras otro sin parar y con la vista borrosa debido a las lágrimas.
La almohada cayó al suelo en un segundo de descanso que se tomó el rubio, jadeando de cansancio y respirando de forma profunda para calmar los latidos de su corazón. Apretó los dientes y le dio un fuerte golpe a la pared, observando como esta se manchaba de sangre que comenzó a brotar de sus nudillos.
—Chico, aunque me gusta ver como te desquitas con todo lo que encuentras, te vas a hacer mucho daño —aconsejó el kwami de la destrucción, saliendo de su cajón residencial con un trozo de Camembert entre sus garras.
—No puedo evitarlo, Plagg —dijo el rubio, lanzando un golpe con la izquierda hacia la pared, siseando ante el dolor y gruñendo para intentar aguantarlo.
—Pareces un niño haciendo berrinche —apuntó el kwami, tragándose la porción de queso una vez se la metió a la boca—. Oh, esto es delicioso...
—¡Ya no sé qué hacer! —gritó el rubio, llevándose las manos a la cabeza y dándole una patada a la cama—. Cuando hago de héroe parezco un maldito gato siguiendo a su ama, y cuando no, simplemente soy el hijo modelo...
—¿Estás cansado de eso? —preguntó Plagg, con un atisbo de curiosidad y orgullo en sus ojos.
—Yo... yo... —balbuceó Adrien, secándose las lágrimas y caminando hacia su armario recién construido para verse al espejo. No había cambiado mucho, seguía siendo solo una versión más alta de aquel niño que empezó siendo Chat Noir.
—Dilo de una vez, que pareces disco rayado —comentó Plagg, yendo al cajón para tomar otro pedazo de queso.
—Quiero ser Adrien Agreste —dijo el rubio, quitándose la camisa negra que usó de pijama con el fin de apreciarse a si mismo, tal como lo hiciera Narciso en un pasado lejano.
—Bien, primero empieza por ejercitar ese cuerpo flacucho, que yo te dé fuerza para pelear no significa nada —comentó Plagg, comiendo su nuevo trozo de queso y acercándose al rubio.
—Sí, creo que eso estaría bien —susurró avergonzado el rubio, pero dentro de él estaba asustado, no quería saber cómo reaccionaría su padre ante las decisiones que estaba dispuesto a tomar.
—Al fin podré ser el kwami de un digno Chat Noir —se regocijó el pequeño Plagg, lanzando una sonrisa gatuna y volando por la habitación.
Adrien se quedó mirando su reflejo en el espejo, sonriendo, y sintiendo que este era el inicio de algo nuevo para él.
Al menos, así fue hasta que vio una figura negra y grande pasar por su ventana.
—¡Plagg, las garras!
Alix estaba patinando por las calles mientras veía su teléfono, texteando a algunos de sus contactos pendientes para poder estar libre y tener su cita de estudios con Nathaniel. Ya tenía varias ideas para su proyecto de química, solo esperaba que su amigo pelirrojo estuviera de acuerdo.
Cruzó la calle cuando el semáforo estuvo en verde y siguió patinando con tranquilidad, sonrió al llegar a su chat personalizado con el pelirrojo y ver la foto de perfil de Nathaniel.
Su última conversación era de hace seis semanas, en dónde el pelirrojo le pedía ayuda para su trabajo de exposición sobre las ciencias del deporte, debía admitir que fue listo en ir con ella para obtener información.
Después de todo, ella era la mejor en lo que a ejercicio se refería. Practicaba deportes extremos, hacía ejercicio constantemente desde hace un año y era una destacada miembro del club de boxeo. Siempre tenía los sentidos alerta y una gran intuición al momento de intentar alguna acrobacia extraña.
Le envió dos mensajes a Nath, uno de ellos para mencionar sobre la tarea, y el segundo para intentar acordar el lugar y la hora. Dos rayitas grises aparecieron debajo de cada uno, el color azul tardó en aparecer y no llegó en todo el tiempo que Alix estuvo esperando.
Desvió la mirada hacia la foto de perfil de Nath y miró debajo del nombre. Así que, debajo de "Tomate" se apreciaba la última conexión de Nath, que databa de la noche anterior.
—Mmm, seguro está ocupado —pronunció Alix con mal sabor de boca, pues esperaba que el pelirrojo pudiera contestarle rápido para saber de inmediato si tendría que ordenar sus apuntes o no.
—¡Cuidado! —gritó alguien desde el cielo, Alix miró hacia arriba, extrañada, una silueta negra y delgada caía en su dirección sin control alguno.
—¿Chat Noir?
Y Alix comprendió que el héroe gatuno no tenía forma de detenerse en su trayecto, por lo que se hizo a un lado y aprovechando que tenía los patines puestos, se puso a una distancia prudente y se cubrió en el momento justo del impacto. Pocas personas transitaban por la calle en ese momento, por lo que solo algunos se alejaron para estar seguros.
—¿No se supone que los gatos caen de pie? —preguntó Alix con curiosidad al ver al pobre Chat Noir chafado en el suelo, el rubio se levantó con un quejido y miró a la de cabello fucsia con una ceja alzada.
—Señorita, se supone que el de las bromas aquí soy yo —le recordó Chat Noir, estirándose con dolor y agachándose como un anciano de ochenta años que usa bastón. Aunque claro, todo fue más gracioso porque sí estaba usando su bastón para apoyarse.
—Lo siento, ¿qué ha ocurri...?
Un segundo impacto tomó desprevenida a la chica, que logró salvarse a tiempo porque Chat Noir saltó sobre ella y la apartó del camino.
—Belle demoiselle, sé que soy irresistible, pero no esa no es razón para lanzarse a mis brazos —coqueteó Chat Noir desde su posición, pues se encontraba recostado en el pavimento con Alix sobre él, con sus rostros muy cerca.
—Dices algo más y te voy a romper esos lindos dientes que tienes —le susurró la adolescente arrugando ligeramente la nariz e incorporándose sobre Chat Noir, sentándose sobre él para observar el segundo cráter.
—Agradecería que no lo hicieras, las chicas se vuelven locas con esta sonrisa —mencionó el rubio algo nervioso.
—Locas por alejarse de ti —remató Alix, levantándose por completo y permitiendo que Chat se pusiera de pie de un salto. Ella estaba lista para preguntarle algo al rubio, pero este la puso detrás de forma protectora y apuntó con su bastón hacia el frente.
—Parece que el gatito ha hecho amigos —pronunció una voz gruesa y profunda, revelando al inmenso y robusto simbionte frente al héroe gatuno y la actual patinadora.
—Digamos que es una conocida y posible futura conquista —respondió Chat Noir, guiñándole el ojo Alix, ella simplemente observó boquiabierta a la criatura que tenían en frente.
Las pocas personas que se habían alejado en un inicio volvieron a la escena, ahora con teléfonos grabando y haciendo llamadas destinadas a la policía o algo similar.
—La hemos dejado sin palabras —se burló Venom, extendiendo su larga lengua y percatándose de las luces de algún flash que se le escapó a algún mirón—. Estamos llamando mucho la atención...
—Sí, que te parece si nos vamos a otra parte —sugirió Chat Noir.
—Me parece bien, pero la chica también viene con nosotros —señaló el simbionte, haciendo que Chat Noir se girase a verla. Alix se veía asustada, le temblaban los brazos y las piernas, si no fuera una chica sana hasta en la comida, el rubio pensaría que se iba a desmayar en cualquier momento.
—¿Por qué? —pronunció ella, tragando saliva al recibir las miradas del héroe y el monstruo frente a ella.
—Sabes demasiado —dijeron ambos.
Chat soltó un pequeño aparato de su cinturón y lo siguiente que vieron todos los chismosos fue una luz cegadora. Del otro lado de ella, los tres involucrados desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos.
El grupo especial siguió al simbionte por un par de calles antes de que apareciera ese tipo encuerado con orejas de gato, los tiradores gruñeron en señal de frustración y tuvieron que desarmar los fusiles para poder transportarlos con facilidad.
Los cuatro tuvieron un día ajetreado desde la madrugada, El Grande estaba en su hotel cinco estrellas mientras delegaba ordenes para encontrar en buenas condiciones a su sujeto de pruebas.
Y no querían ir para reportarle un fracaso, por lo que esta vez estaban decididos a lograrlo. Siguieron la pelea del simbionte y Chat Noir durante varias calles, ambos aparte de intercambiar golpes, intercambiaban palabras y diálogos sordos para ellos.
Registraron cada uno de los movimientos que se dieron: Golpes bajos, arañazos inútiles, golpes de bastón a las piernas y rostro, lanzamiento como un costal de papas e incluso una lucha de pulgares.
Luego de que arrojasen al gato contra una escalera de incendios, el simbionte enganchó un uppercut que envió al héroe rubio un par de distritos a la lejanía.
Pensaron que tendrían oportunidad en ese momento, pero el simbionte trepó hacia la cima del edificio y dio un salto en la misma dirección por la que se marchó el derribado Chat Noir.
Minutos antes
Chat le propició una serie de golpes de bastón que el simbionte evitó con agilidad, devolviéndole un golpe al abdomen que lo envió unos cuantos metros atrás.
—Maldición, pegas fuerte, musculitos —comentó el rubio, jadeando y frotándose con dolor, inclinándose ligeramente y chasqueando la lengua.
—No es mi culpa, tú eres una gallina flaca —respondió Venom, extendiendo la lengua y mostrándole sus amplios dientes.
Aquel fue un duro golpe al ego de Chat, cuyos vellos se erizaron como los de un gato y volvió al ataque con una serie de zarpazos.
Derecha, izquierda, izquierda, los golpes eran bloqueados por Venom con facilidad. Chat aprovechó que el simbionte tenía las piernas separadas para deslizarse por debajo con agilidad y darle una patada en la espalda.
Venom aprovechó el impulso y dio un giro hacia adelante, tomó la pierna del rubio con una mano y tiró de ella, por lo que Chat se dio de bruces contra un bloque de concreto y se revolvió en el suelo de dolor.
—Mi hermoso rostro... —lagrimeó Chat, alzando las manos y viendo como sus guantes apenas estaban manchados de sangre, de hecho, se veían muy limpios—. ¿Qué?
—¿Nunca recibiste golpes tan fuertes? —se burló Venom, estirando los brazos y acercándose al rubio mientras reía a carcajada limpia—. Parece que tu traje te protege de golpes contundentes.
—¿En serio? ¡Eso es genial! —Chat se levantó y estiró los brazos, sonriendo y mirando a Venom con una sonrisa nerviosa—. Oh, cierto.
El simbionte sacó dos tentáculos y recubrió su brazo, dando un golpe que el rubio esquivó por los pelos, tomó nuevamente su bastón y lo usó para elevarse y acabar montado en los hombros de Venom.
—Arre, feo caballo viscoso —dijo el rubio, usando su bastón para presionarlo en la garganta de su enemigo.
—No debiste hacer eso —sonrió el simbionte, saltando hacia atrás para caer de espaldas y dejar al gatito hecho masa de pizza en el cemento.
—Va a doler —soltó Chat antes de impactar contra el suelo gruñir por el dolor, sentía la espalda hecha pedazos e inutilizada por completo. Aunque claro, si lo que le había dicho esa cosa era cierta, entonces no tenía que preocuparse por ir al hospital después.
Se levantó de nuevo y esta vez decidió ir con todo lo que tenía.
—¿Sigues levantándote?
—Sí, es el momento de resolver esto como los hombres lo hacen —dijo el rubio, acercándose sin miedo a Venom y extendiendo la mano derecha.
—Ahora sí hablas mi idioma —siseó Venom, arrancando un pedazo de concreto del suelo del techo, lo partió en dos y lo utilizó de mesa improvisada.
Ambos se acercaron y apoyaron los brazos dominantes, se dieron la mano y sacaron los pulgares.
—A la una.
—Dos.
—¡Tres!
Se enfrascaron en un intensa y ardua lucha que incluso incitó apuestas de parte de los cuatro agentes encargados de someter y capturar al blanco fijado.
—Estas durando mucho, Adrien Agreste —dijo Venom, capturando el pulgar del rubio y empezando a contar para obtener su victoria.
Aquella oración dejó helado al rubio, nadie sabía de su identidad bajo la máscara del gato, en todos los años que llevaba siendo Chat Noir, estaba seguro de que su identidad estaba bien protegida.
—Se te ha quedado una cara de estúpido.
Venom liberó el pulgar del rubio a propósito y siguió luchando ante la estupefacta expresión del ahora desenmascarado Adrien. Hablando en sentido figurado por supuesto, ya que aún tenía el traje puesto.
—¿Cómo...? ¿Cómo lo sabes? —tartamudeó el rubio, sintiéndose de lo más inseguro. Incluso más de lo que estuvo en aquel viaje a Lyon hace mucho tiempo.
—Solo llevas una máscara, no tienes ningún otro cambio destacable —respondió el simbionte con simpleza, pero luego se inclinó hacia adelante y lo miró fijamente a los ojos—. Además, conoces a Nathaniel Kurtzberg.
La mención de aquel nombre hizo que el rubio soltase un gruñido y se volviera más agresivo al momento de atacar con su pulgar.
—No hables de él... —advirtió el rubio, devolviéndole una mirada cargada de furia al simbionte—. Nathaniel está muerto, no te atrevas a decir su nombre...
La cabeza del rubio trabajaba como un rompecabezas, encajando cada pieza en un puzle interminable que iba guiándolo por un camino iluminado de antorchas hacia una única respuesta.
—Oh, pero si no está muerto —le respondió el simbionte, sonriendo y extendiendo su larga lengua—. De hecho, va a necesitar tu ayuda...
—¡¿Cómo que no está muerto?! ¡Yo lo vi, maldita sea, lo vi! —gritó el rubio, atrapando el pulgar de Venom y aplastándolo con fuerza, estaba claro que lo que pasaba ahora era que el rubio estaba siendo inundado por un sentimiento extraño.
—¿Lo viste? Pues déjame decirte que no está muerto —le habló Venom de forma calmada, apaciguando su expresión—. Necesitará tu ayuda, igual que yo.
—¡¿A qué te refieres?! —inquirió Adrien, gruñendo y sintiendo que Venom cambiaba las tornas y le aplastaba el pulgar con fuerza, contando hasta diez mentalmente para terminar con esa treta.
—Nos siguen, cuatro hombres armados quieren atraparme y llevarme de vuelta, es algo muy peligroso —le confesó Venom, señalando con su lengua el lugar donde estaban ocultos los agentes. Adrien miró de reojo y efectivamente, confirmó la presencia de los hombres armados.
—¿Qué quieres que haga? —preguntó el rubio con un resentimiento notorio en su voz, pero bajando un poco su ánimo y su expresión llena de furia. ¿Qué le había pasado? Él no era eso, ni siquiera era capaz de enojarse de aquella forma.
—Voy a fingir golpearte y te mandaré bastante lejos, te seguiré y así podremos alejarnos de los cuatro idiotas —propuso Venom, ganando la lucha de pulgares y levantando los brazos en señal de victoria.
—¿Y luego qué? —pronunció el rubio en voz baja, sintiendo que le ardía la garganta y unas pequeñas lágrimas se escapaban por sus mejillas.
—Podré contarte todo —prometió el simbionte, llevando una mano a donde Chat imaginó que estaba su corazón.
¿Por qué le ocurrían estas cosas a él?
Suspiró resignado y se secó las lágrimas, se dejó ser arrinconado por Venom y comenzó a respirar para calmarse y poder centrarse. No debía mezclar a Adrien con Chat Noir, no podía mezclar al niño modelo y al galante héroe gatuno.
Tenía que mantener la compostura.
Cerró los ojos y al abrirlos, volvió a ser el héroe enmascarado, iba a costar, pues su corazón era un remolino de sentimientos, solo decidió apretar los puños y aguantar.
Entonces, dejó que Venom le lanzase un uppercut que lo envió directo a la luna.
Fin del capítulo
Y este es el final del capítulo, ahora veremos el desarrollo de todo cuando se encuentren los tres y se arme un buen desmadre. Espero les haya gustado, y debo decir que me disculpo si la historia parece desviarse de la que fue originalmente, solo expandimos un poco el universo antes de ir a por todo.
Un saludo, y hasta la próxima.
