Bien, ya tenía ganas de sacar este capítulo, con un poco de transición antes de iniciar la recta final. Los últimos tres capítulos del primer arco serán más largos que de costumbre, puede que similar al anterior, o incluso más. Espero les guste y disculpen si me tardé mucho.

"La peor experiencia es la mejor maestra"

—Kobo Abe.


El balón se movía con rapidez de un lado a otro, en el centro del gimnasio, Kim mostraba ante el resto de los alumnos sus dotes físicas de deportista, haciendo mates brillantes mientras su grupo le grababa para internet.

—¡Bien hecho, Kim! —celebraron sus compañeros.

Nathaniel estaba sentado en las gradas, observando con aburrimiento como se desenvolvía la actividad de la que sería su clase de Educación Física. Hace solo unos meses solía escabullirse para dibujar tranquilo y poner todo su empeño en su proyecto personal, ahora ni siquiera se acordaba de como sostener un lápiz.

A su lado estaba Adrien, serio y meditabundo, con la mirada clavada en el suelo del gimnasio. Parecía estar reflexionando sobre aquello que no quiso contarle de su patrulla la noche anterior.

Eran las dos de la madrugada cuando el pelirrojo se despertó debido a una llamada de Adrien, su voz se notaba agitada y respiraba con dificultad. Las sirenas de policía hacían eco en el fondo y los sonidos de disparos incrementaban. Intentó conocer la ubicación de su amigo, pero la llamada se cortó y no supo nada de él hasta que lo vio en clase.

—Tragapelos —saludó Alix de forma escueta, sentándose entre ambos chicos y pasando cada brazo sobre los hombros de ambos—. Nath.

Aunque apenas llevaban hablándose un par de días, Nathaniel pudo sentir que la tensión entre los tres era pesada y le impedía respirar correctamente. No tuvieron el tiempo suficiente para saludarse y poder contar lo ocurrido en sus respectivas misiones, pero quería hacerlo pronto.

No quería perder a sus únicos amigos.

Luego de que Kim hiciera un puntaje perfecto en la clase, el profesor decidió hacer equipos para que jugasen entre ellos. Para incentivar que estos jugasen con todo, la nota de clase iría de acuerdo con el rendimiento de cada jugador y del equipo entero.

—El último equipo estará formado por: Agreste, Kurtzberg, Lahiffe, Couffaine y Raincomprix.

Ah sí, también tenían que formar equipos mixtos por políticas de la escuela.

Nathaniel suspiró y se encogió en su lugar, nunca había jugado baloncesto y tampoco tenía ganas. Los deportes no eran su fuerte desde que tenía memoria, a los ocho años se quebró un brazo mientras jugaba rugby con unos antiguos vecinos en un parque local. Desde entonces no volvió a formar parte de alguna actividad o deporte.

—Tranquilo, Nath. —Alix se percató de su estado y le dio un par de palmadas en la espalda—. Yo sé que puedes.

—Nunca he jugado esto —admitió en voz baja el pelirrojo.

—Siempre hay una primera vez, ¿no? —añadió Adrien, intentando sonreír y levantándose de las gradas—. Vamos, si sigues nuestras instrucciones, ganaremos seguro.

—¿Ya ves? Confía en el oxigenado —animó Alix.

—¡Es natural!

—Está bien, creo que puedo...

—Claro que puedes, Nathaniel, eres mucho mejor que esos tontos inflados con músculos en los músculos —dijo Venom desde su interior, dándole una cachetada mental para que reaccionase y pudiera centrarse.

—Gracias, creo —pronunció el pelirrojo, levantándose y bajando por las gradas hacia el campo, giró un poco la cabeza y vio a Alix asentir en su dirección.

Se encontraba más tranquilo ahora.

Bajó a la cancha y dio un par de pasos, escuchando los rechinidos del suelo contra la suela de las zapatillas de deporte. Observó al equipo contrario, tal como Venom dijo, los chicos al frente eran como Kim, pero multiplicados por diez.

No pudo evitar sentirse nervioso, las chicas en las gradas cuchicheaban mientras lo observaban de reojo. Nathaniel no lo estaba soportando, nunca le gustó ser el centro de humillaciones públicas y crueles, no quería oír cuando se burlasen de él por fallar.

—Nathaniel, calma. —La mano de Juleka en su hombro lo trajo de regreso al gimnasio, a su realidad—. Lo harás bien, solo dinos lo que sabes y podremos encontrarte un rol.

—Eh... nada —musitó el pelirrojo.

—¿Nada? —preguntó la gótica, sorprendida y llevándose una mano a la mejilla—. Eh... bueno... ¡Adrien!

Su rubio amigo llegó con el balón.

—Tranquilos, lo haremos bien —dijo Adrien, sonando muy confiado y con el ojo puesto en su amigo pelirrojo—. Nath, irás adelante conmigo.

—¿Eh?

—Ya está decidido, el resto a sus posiciones.

Adrien entró en modo capitán y el resto de sus compañeros se posicionaron. Con el pitido del profesor, empezó una tortura de cinco minutos para Nathaniel.

Para sorpresa del pelirrojo, Adrien sabía defenderse bien en ese deporte, escondía el balón de una manera increíble y podía pasar entre los robustos jugadores contrarios con facilidad.

—El chico usa sus habilidades de gato —concluyó Venom, que observaba el desarrollo del juego en alguna especie de departamento de lujo en la mente de Nathaniel—. Su amigo bloquea bien y las dos chicas son muy buenas para regatear y lanzar de lejos.

—¿Hiciste ese análisis en solo un minuto de juego? —preguntó mentalmente el pelirrojo.

—Qué te puedo decir, estás tan quieto como un poste.

—¡Nathaniel, muévete!

Adrien lanzó el grito y el balón al mismo tiempo, Nathaniel se movió para atraparlo, pero en ese momento, se percató de que uno de sus oponentes se lanzaba hacia él para interceptar la pelota.

Su corazón comenzó a latir mucho más rápido, Nathaniel pasaba la mirada del jugador al balón y sin tener idea de lo ocurrido, lo tomó con una sola mano y esquivó al defensor rival girando sobre su propio eje.

—Concéntrate, chico —le advirtió Venom.

Nathaniel comenzó a botar el balón y se fue de un jugador como si este no fuera más que aire, pasando a su lado con una rapidez increíble. Los suspiros y expresiones de asombro se hicieron presentes en la grada, pero Nathaniel no podía escucharlas, no escuchaba nada, solo veía el balón frente a él y la canasta a pocos metros.

—¡Nath! —llamó Adrien, que se encontraba en una posición idónea para recibir el balón y lanzarlo con suavidad a la canasta, pero el pelirrojo no podía oírle, su mirada estaba fija en la canasta.

El rubio imaginó la intención de su amigo, y no le quedó de otra que intentar hacer pantalla a sus rivales para que no se le acerquen, sin embargo, Kim logró acercarse lo suficiente al pelirrojo y se disponía a arrebatarle el balón.

Un último bote sonó, y el gimnasio entero se quedó con la boca abierta, Nathaniel pegó un salto increíble en el aire y encestó el balón con tanta fuerza que los cristales de la canasta se rompieron y se esparcieron por el piso.

El pelirrojo se descolgó y observó a su alrededor, todos lo miraban, varios con expresiones de incredulidad, ¿qué había pasado? ¿Qué había hecho? Nathaniel se notaba desconcertado, pero Adrien caminó hacia él y observando la expresión patidifusa del profesor de Educación Física, intuyó que la clase había terminado.

—Tenemos cosas de que hablar, Nath.

Unos minutos después de aquel evento, Adrien, Alix y él estaban sentados al fondo de un vacío salón de arte, debido a que Nath aún conservaba una llave podían entrar y salir cuando se les diera la gana.

—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Nathaniel, mirándose las manos y sintiendo los latidos de su corazón acelerarse de vez en cuando.

—A todos nos está pasando lo mismo —respondió Alix, cruzando las piernas y apoyando las manos en sus tobillos.

—Creo que hay que empezar por el principio —interrumpió Adrien, suspirando y bajando la mirada—. Sobre lo que pasó ayer.

La expresión de su amigo ya era una señal de que su relato no sería agradable, los ojos verdes del rubio se movían desesperados y jugaban con soltar lágrimas. A medida que avanzaba, la voz se le iba rompiendo y se le dificultaba más hablar, Alix bajó la cabeza y Nath solo pudo quedarse callado y cerrar los ojos.

—Ella murió... murió aquí... —Adrien puso una mano en sus propias piernas y la apretó, su apariencia distaba mucho de la del chico confiado que vio en el gimnasio minutos atrás—. Y no pude hacer nada por salvarla... yo...

—Adrien...

—Llegaron los servicios médicos y la policía... y les pedí ayuda —siguió contando el rubio, con un tono amargo y pequeñas lágrimas bajando por su mejilla—. Y adivinen a quién están buscando ahora... por asesinato y atentado contra la autoridad.

Aquella frase que brotó de sus labios fue la gota que colmó el vaso.

—No puede ser... —pronunció Nathaniel.

—¡Sí! ¡Sí puede ser! —gritó el rubio, gruñendo y pateando con fuerza unas sillas que tenía a mano, haciéndola añicos en un santiamén—. ¡Esto es una mierda! ¡Una mismísima mierda!

—¡Adrien! —llamó Nathaniel, esquivando un trozo de silla que se dirigió a su dirección—. ¡Adrien! ¡Para!

—¡Adrien! —Alix se levantó y se acercó al rubio, tomándolo de los hombros, agitándolo para que este se girase a verla, soltando una silla a medio partir.

—Todo es mi culpa... —se lamentó el rubio, observando a la patinadora a los ojos y sintiéndose débil, endeble, y vulnerable. No había una máscara de Chat Noir, y menos una de Adrien Agreste.

—No, no lo es... —Alix le acarició el cabello, sabía por experiencia que, si algo podía calmar al rubio, era ese mismo gesto.

—Sí lo es... —Adrien puso la expresión más dolorosa que un adolescente podía llevar en el rostro, sus ojos verdes estaban rojos e inyectados en sangre, su ropa se veía desgastada, y Alix se percató que debajo del cuello de su camiseta, sobresalían heridas y golpes que no curaron del todo—. Mi propio Miraculous lo dice, todo lo que toco con mis garras, lo destruyo.

—A mí no... —Alix sonrió con desfachatez y el rubio se quedó sorprendido, observándola mientras la patinadora ponía diferentes muecas para intentar animarlo—. Escúchame bien, podrás ser muchas cosas, un mimado, oxigenado, cabeza hueca, descarado e incluso sinvergüenza.

—Te faltó guapo y atractivo —añadió Nathaniel, lo que hizo que se ganase una mirada extraña por parte de Alix y Adrien—. ¿Qué? Intento subirle el ego.

Adrien intentó esbozar una sonrisa, pero falló estrepitosamente en su intento, Alix y Nathaniel lo entendieron, él necesitaría tiempo para superar todo lo que ocurrió esa noche.

—Creo que ahora me toca contar lo que me pasó a mí —dijo Alix, con una sonrisa nerviosa.

Todos volvieron a acomodarse en el suelo y su amiga comenzó a contar lo ocurrido en la reunión de su padre.

Cada palabra que salió de su boca le cayó a Nathaniel como un vaso de agua fría. Alix contó sobre la conversación con su padre, los extraños invitados de aquella reunión y la metodología que usó para lograr sacarle la información a Colt. Nath pensó que Adrien se enfurruñaría por los celos, pero el rubio mostró una pequeña sonrisa y esquivó unos cuantos manotazos de la patinadora, parece ser que su amigo le dijo la verdad y no le gustaba Alix.

—Lo que ocurrió en el jardín fue raro —siguió contando Alix—. Colt parecía una persona totalmente diferente, me dijo que lo que buscaban lo encontraron en París y lo tuvieron en una especie de laboratorio con cuatro experimentos.

—¿Experimentos?

—A parte de villanos, científicos locos, ¿qué sigue? —preguntó el rubio, llevándose una mano al mentón.

—Me dijo que el día que transportarían su producto estrella a Nueva York, un accidente hizo que escapase y se uniera a Nathaniel —contó Alix.

—Creo que un accidente así se habría visto en las noticias —dijo Adrien.

—Y sí salió en ellas, fue el accidente que dejó a Gwen en silla de ruedas —explicó Nathaniel, interrumpiendo por unos segundos al intervenir para contar los hechos—. Yo tengo recuerdos de estar en el suelo, con dolor e intentando arrastrarme hacia Gwen...

—Yo tenía que encontrar un huésped rápido, o el fuego me haría mucho daño y moriría —añadió Venom, apareciendo sobre el hombro derecho del pelirrojo—. Nathaniel era la mejor opción, la chica no tenía heridas tan graves.

—Una vez entró en mi cuerpo, se encargó de ver en mi mente y llevarme a casa, creo.

—Fue más o menos así, digamos que solo tuve que presentarme para colocar todas las partes de su endeble cuerpo en su lugar —dijo Venom, moviéndose alrededor del pelirrojo—. Por eso el rubio pensó que Nathaniel se murió, pero tranquilos, no lo hará mientras yo siga aquí.

—Eso me tranquiliza, eres como un feo y terrorífico ángel de la guarda —comentó Adrien.

—Déjenme seguir hablando, joder —reclamó Alix en voz baja, observando a los tres y frunciendo el ceño para que se callasen todos.

—Sí, sí, tu sigue. —Aquella contestación hizo que Adrien se ganase un golpe en el hombro—. Auch.

—Como decía, un laboratorio con cuatro experimentos que, parece ser, fue destruido. —Los ojos de Alix se movieron de forma poco evidente hacia el rubio—. Y sigue aquí en París.

—Odiaba ese lugar, todo el día encerrado en un maldito tubo de ensayo tamaño humano —escupió el simbionte, agitándose—. Cuatro engendros creciendo a mi lado, y hombres con batas moviéndose de un lado a otro.

—¿Recuerdas algo más? —preguntó Nathaniel.

—Me sacaron de allí antes de que el lugar se viniera abajo.

—Bien, ya entendí, es una misión para Chat Noir. —Adrien captó la mirada de Alix, procesó sus palabras y las pasó tres veces por su filtro interno para poder entender bien a lo que se refería—. ¿Alguien sabe dónde está?

—No sabría decírtelo, pero sé que no pasó mucho para que ocurriera el accidente con Nathaniel y su amiga rubia —respondió Venom.

—Nath, ¿dónde trabajas? —inquirió Alix.

—Cerca de République.

—Entonces ya tengo un área de búsqueda —dijo el rubio.

—Por cierto, aún tengo más información. —Alix se acomodó algunos mechones rebeldes del cabello—. Colt me dijo que en dos días Kingpin hará algo, que ambos tengan cuidado. Dijo que la policía ya no es segura y tampoco lo es hablar con gente de alta reputación.

—Lo de la policía fue muy evidente —masculló Adrien, volviendo a bajar los hombros y poniendo una expresión pensativa.

—Entonces, ¿toda la gente de estatus en París ya lo conoce?

—Si mi padre ya hizo un trato con él sobre el museo, no quiero imaginar los negocios con el resto de los empresarios en la ciudad. —Un escalofrío recorrió la espalda de la patinadora.

—Mi padre está fuera, así que...

—Yo no tengo ningún familiar importante —añadió Nathaniel—. Así que tendríamos que estar bien, por ahora.

—Colt también mencionó algo extraño al final... —Alix se detuvo un momento para sopesar si debía contarlo—. Dijo que Kingpin estaba haciendo algo con una chica con garras, por eso iba a tardar dos días.

—¿Una chica con garras?

—¿Serán como las mías? Miau

—Eso me suena mucho —declaró Venom—. Creo haber escuchado a algunos bobos del laboratorio sobre un experimento así, hecha para ser letal y destructiva.

—Suena como mi tipo —comentó Adrien, esquivando un golpe de Alix directo al rostro.

—Entonces esa chica con garras antes estuvo en el laboratorio, eso quiere decir... —Nathaniel comenzó a hilar las ideas dentro de su cabeza.

—Qué ellos volvieron a ese lugar por ella —culminó Alix la frase—. Si ellos han regresado a ese lugar, no me extrañaría que ahora el edificio tuviese seguridad en el interior, después de todo, no pueden arriesgarse a que algún vagabundo o chicos traviesos entren.

—¿Desde cuándo eres tan buena en las deducciones? —preguntó Adrien, con un tono de voz divertido, pero sin terminar de parecerse al de siempre.

—Desde que leímos un libro de Sherlock Holmes para un trabajo grupal.

—¿Cómo? Teníamos que leer un libro de Goethe —mencionó Nathaniel confundido.

—¿No era de Tolstói? —Adrien sonaba incrédulo y con los nervios a flor de piel.

—Creo que vamos a tener un cero —concluyó el pelirrojo, pues la actividad se entregó el mes pasado y tenía mucha fe puesta en su análisis literario.

—Yo de ustedes, me iría preparando para lo que viene.

Aquello fue la última oración que Venom soltó antes de volver al interior de Nathaniel, dejando a los tres observándose entre ellos.

—¿Qué harás tú, Nathaniel? —preguntó Adrien.

El pelirrojo tomó aire para dar su respuesta:

—No lo sé.

Nathaniel debía admitir que luego de su respuesta el silencio era incómodo, pero no tenía alguna forma inteligente de romperlo, deseaba que a alguien se le ocurriese algo, Adrien estaba con cinco puntos menos en ánimo así que lo descartaba.

—Ah, y, por cierto, puedo patear fuerte.

Aquella declaración de Alix era todo lo que necesitaba.


Nathalie ignoró por décimo segunda vez el teléfono.

Llevaban todo el día llamando desde el mismo número, le notificó a Gabriel sobre la empresa que buscaba contactarle y este le dijo no le hiciera caso. Por esa misma razón ignoró las siguientes llamadas después del desayuno.

—Señorita Nathalie, ¿podemos hacer origamis? —le pidió Cindy por tercera vez consecutiva, la pelinegra rodeaba el costoso sofá de un lado a otro para intentar acercarse, llegando incluso hasta saltarlo por arriba.

—¿Tienes hojas de papel? —preguntó Nathalie con calma y de forma dulce, aquella niña era todo un amor y le dio un toque especial al ambiente de la mansión.

—Sí, estas dos son para ti. —Cindy le entregó dos folios de color morado y azul, y ella se quedó con uno blanco y rojo para dar rienda suelta a su creatividad—. Estas son mías.

De todas las cosas que le había enseñado, a la niña le gustaban mucho los origamis, se entretenía doblando papeles para hallarle formas abstractas o siguiendo tutoriales en internet para poder replicar algunas muy bonitas.

—¿Qué harás esta vez? —curioseó Nathalie, levantándose del sofá para acercarse a la mesa donde Cindy hacía sus manualidades, en el centro de ella, ya había tres figuras hechas con anterioridad, muy simples pero reconocibles a simple vista.

—Esta vez haré un gallo y luego una serpiente, aunque hacer serpientes es muy fácil.

—¿Por qué harás una serpiente? —Nathalie se sentó al lado de la niña y se dispuso a doblar sus propias hojas, estaba decidida a hacer cualquier figura que le saliera a la primera, no buscaba algo en específico.

—Porque anoche soñé con una, luego de ver ese documental en la tele.

Eso era cierto, luego de que Adrien se hubiese ido a dormir temprano, ella y Cindy se quedaron en la sala con unas mantas y viendo un documental de vida silvestre que le llamaba la atención. Cindy disfrutó ver a todos esos animales, y ahora parecía que su plan era hacer su propio zoológico de papel.

—Entiendo, ¿te gustaría ir a ver animales algún día? —preguntó Nathalie.

—¿En la tele?

—No, animales de carne y hueso, en el sur del país hay una reserva africana, podríamos ir algún día libre —sugirió Nathalie.

—¡En serio! ¡Me encantaría!

—Déjame que lo anote y luego se lo decimos a Adrien —prometió la adulta, guiñándole un ojo y siguiendo con su trabajo.

Cindy se dispuso a doblar las hojas de papel y seguir con su trabajo, algunas partes las cortó con una tijera, Nathalie le brindó ayuda para evitar algún accidente.

La figura de la pelinegra fue tomando forma, hasta que finalmente, y luego de doblar y sacar la última pestaña del papel, había un gallito en la mesa.

—¿Qué tal? —preguntó Cindy, exhibiéndolo ante la adulta.

—Se ve muy bonito, ¿le pondrás nombre?

Nathalie sabía que Cindy nombraba a sus creaciones, nunca le había preguntado que nombre les ponía, la niña lo hacía en secreto.

—Sí, pero primero quiero terminar la serpiente —dijo Cindy—. Será una buena adición para mi historia.

—Ah... ¿Así que todos estos animalitos forman una historia?

—Así es, pero aún no sé cómo haré que se conozcan el Señor Gallito y el Señor Serpiente con los demás.

—¿Quiénes son los demás? —preguntó Nathalie, que a pesar de que las tres figuras se veían a simple vista, quiso preguntar para seguirle el juego a Cindy y estimular su imaginación.

—Esos tres —señaló la pelinegra.

La primera de las tres figuras estaba hecha con papel de color negro, doblado de tal forma que formaban un gatito con postura amenazante. A su lado, con papel blanco y celeste, Cindy creó un conejo que parecía huir del gato a toda velocidad. La tercera figura miraba la persecución, o al menos eso parecía, pues era una araña de papel roja del mismo tamaño que los otros dos animales.

—Parecen un grupo muy peculiar —comentó Nathalie—. ¿Cómo se llaman?

—Ellos son mis favoritos, Natas, Lily y Ariel. —Cindy se acercó a Nathalie y se puso de puntillas—. ¿Te cuento un secreto?

—Está bien —aceptó la adulta, inclinándose hacia la niña.

—Me inspiré en mi hermano y sus amigos.

Aquello hizo que Nathalie enarcase una ceja y observase las figuras, la niña le había dicho los nombres, pero no dijo exactamente a cuál de los tres pertenecía cada uno. Supuso que "Ariel" era el nombre que Cindy usó para reemplazar Adrien.

—¿Y quién es tu hermano?

—Mi hermano es el gato negro de París.

Nathalie soltó el papel y observó la figura del gato negro como si esta hubiese cobrado vida y se moviera por toda la mesa.

—¿Qué dijiste...?

—Sí, mi hermano es este, el gatito negro de París. —Cindy se dirigió a tomar la figura y moverla un poco—. Su amiga es el conejo de París, luego está la araña de París, todo es en París.

—Ah... Falsa alarma entonces —susurró Nathalie para sí misma, entendiendo que aquello era un juego inocente de la niña—. ¿Y por qué un gato negro?

—Porque recuerdo que antes de que mi hermano me encontrase en el parque, fue Chat Noir quien lo hizo primero —sonrió ampliamente Cindy, con las mejillas rojas y una expresión soñadora—. Adri es como mi Chat Noir.

—Esa analogía no le gustará nada a Gabriel —dijo Nathalie por lo bajo, pero se encogió de hombros y volvió a prestarle atención a Cindy—. Adrien se pondrá contento al escucharlo, ¿qué te parece si le haces algo bonito para cuándo llegue?

—¡Sí!

Cindy salió corriendo a por sus materiales para colorear, Nathalie se quedó en la mesa, apoyando el codo y el rostro en su mano para observar mejor las figuras puestas sobre el centro de mesa.

—Quién diría que la niña es tan perceptiva... —susurró Nathalie, observando como la figura de gato perseguía al conejo—. Espero que ese conejo sea el chico pelirrojo, lo prefiero más a él que a la chica delincuente.

Nathalie se levantó de la mesa y dejó la habitación para ir por unas pastillas para el dolor de cabeza, por si acaso.


—¿Le diste una patada doble en el pecho? —repitió Nathaniel incrédulo—. ¿Y no le rompiste nada?

—No estoy segura, quizá una costilla o dos.

—O directamente, todas —complementó Adrien.

—Ustedes no pueden hablar, que también les está pasando lo mismo —reclamó Alix, señalando acusatoriamente a sus amigos.

—Yo soy Chat Noir, así que es normal para mí —respondió Adrien.

—¿Ladybug sabe que revelaste tu identidad como Chat Noir? —preguntó Nathaniel.

—No... De hecho, hace mucho que no la veo en las patrullas nocturnas, no sé qué estará haciendo —respondió Adrien, alzando la mirada al techo para intentar recordar la última misión junto con la catarina.

—Capaz ella está pensando lo mismo que tú —supuso Alix—. Antes de que vayas a buscar el laboratorio de Kingpin, intenta reunirte con ella y hablen del clima o yo qué sé.

—¿Por qué?

—Yo me preocuparía si mi compañero desaparece de un día para otro —agregó Nathaniel, llevándose un dedo a los labios—. De hecho, eres algo así como su...

—Básicamente eres su compañero acosador y posible saliente, si alguien así desapareciese de mi lado de un momento a otro, me preocuparía en seguida —continuó Alix—. Así que intenta ir con ella y no levantar sospechas, ¿o crees que Ladybug puede ayudarnos?

Adrien se puso nervioso al escuchar la pregunta de Alix y se rascó la nuca.

—No lo sé, Ladybug suele ser... Simplemente no lo sé, creo que estamos bien por ahora —concluyó el rubio.

—Perfecto, entonces solo haz tu magia —sonrió Alix.

—¿Qué pasa si ella decide seguirme? —preguntó Adrien, alzando la mano como un niño de preescolar.

—Solo debes distraerla —dijo Nathaniel—. Yo... yo... Yo lo haría, pero...

—Nath, está bien. —Alix avanzó hacia él y lo tomó de los hombros—. Tú eres el objetivo de Kingpin, así que debemos evitar que se acerquen a ti, hoy ve a casa y no salgas por nada del mundo.

Nathaniel asintió y bajó la mirada, otra vez sus amigos se arriesgarían por él.

—¿Eso no era lo que querías? —La voz de Venom retumbó en su mente y le hizo cerrar los ojos con fuerza—. Huir y esconderte mientras otros pelean tus batallas.

—Cállate —siseó Nathaniel, sintiendo el líquido negro de su espacio mental subir por sus piernas y estancarse en su cadera.

—Kingpin es muy peligroso, el rubio ya terminó con un leve trauma y la chica estuvo a nada de meterse en algo peligroso solo para obtener información.

—¡Cállate! No quiero...

—No puedes dejar de escucharme... Estoy en tu mente, Nathaniel.

—Duele...

—Dejará de hacerlo cuando aceptes la realidad...

Los ojos de Nathaniel se abrieron de golpe, la oscuridad de su mente nunca se había visto tan clara como en ese entonces, podía ver la figura inmensa de Venom moviéndose de un lado a otro, rodeándolo mientras el agua oscura subía por su abdomen.

—No quiero...

—Llegará el momento, Nathaniel... y cuándo lo hagas... sabrás verdaderamente quién eres tú.

El pelirrojo cerró los ojos y la oscuridad volvió a consumirlo.


—Bien, son las siete y ya está oscureciendo, pasamos las horas en el aula de arte apostando dinero a las cartas y el plan entra en acción.

—Deja de hablar, gato callejero, y prepárate para partir cráneos —le dijo Venom desde la cornisa contraria.

—Me alegra que tengamos una primera misión como compañeros, pero moi debe hacer algo primero. —Chat Noir le lanzó a Venom un dispositivo pequeño, del tamaño de un frijol y con una luz parpadeante.

—¿Qué es esto? —preguntó el simbionte, frunciendo el ceño e inspeccionando el dispositivo.

—Es para que estemos en contacto, déjalo siempre abierto —aconsejó el rubio—. Investiga desde République hasta Belleville.

—No sé que carajos es eso, pero ya me las apañaré.

—Cuando encuentres el laboratorio, puedes decírmelo por el auricular, solo háblale.

Esperaba una confirmación de parte del corpulento simbionte, pero Chat abrió los ojos con sorpresa al ver que Venom absorbió el dispositivo y lo asimiló, ahora al lado de su cabeza, parecía tener un comunicador funcional.

—Buscaré el laboratorio, y te avisaré, pero si llegas tarde me comeré las cabezas de todos.

—Quisiera no ver más muertes... —dijo Chat Noir con pesadez—. Así que llegaré pronto.

—Bien, nos vemos allí.

Venom dio un potente salto que agrietó el suelo de la azotea, avanzando hacia lo lejos en la dirección que Chat Noir le indicó.

—Vaya, sí que es bueno orientándose, imagino que eso es gracias a Nathaniel —razonó Chat Noir, caminando por la azotea y tomando su bastón para comunicarse con Ladybug—. Veamos dónde está mi lady...


Alix salió de la parada del metro y caminó por la calle con cierto cuidado, observando de vez en cuando en Maps para asegurarse de que la dirección era correcta. Luego de que Venom se manifestase tomando el lugar de Nathaniel en el salón de arte, pudieron repartirse de forma diferente el trabajo.

—Espero que sea aquí.

Se detuvo en frente de la puerta de madera que daba a una casa pequeña, no tan grande como los estándares de departamentos en los distritos centrales de París, pero se notaba acogedora a más no poder.

Tocó la puerta y esperó unos segundos, del otro lado una serie de pasos acercándose la pusieron más nerviosa que de costumbre.

—¿Quién es? —Una voz femenina y amortiguada se escuchó del otro lado, Alix supuso que la mujer podía verla e intentó verse lo menos delincuente posible.

—Hola, soy amiga de Nathaniel.

La puerta entonces se abrió, y los ojos de Alix se abrieron como platos.

—¿Eres amiga de mi Nath?

Un cabello pelirrojo del mismo tono que Nathaniel, unos ojos iguales a los de Nathaniel, una piel cetrina y tan clara como la de Nathaniel. No tenía que conocer a su padre para darse cuenta de que Nathaniel era una copia exacta de su madre, pero en versión hombre. Aunque lo último depende de a quien le preguntes.

—Sí, señora, soy amiga de su hijo —Alix se sintió nerviosa ante el escrutinio de la mujer, ¿qué tenían las madres de sus amigos? Siempre la inspeccionaban de pies a cabeza para asegurarse de que no les fuera a robar algo.

—Encantada de conocerte, querida, no sabía que Nathaniel tenía una amiga tan bonita, pasa, pasa.

Bien, se retractaba por completo, la próxima vez que viera a Nath, le diría que su madre es todo un amor de persona. Porque efectivamente lo era, la mujer le mostró una sonrisa y la guio hacia la sala mientras soltaba frases sobre la linda amiga que tenía su hijo.

—Ah, este chico, nunca me cuenta cosas —sonrió la mujer, mirando a Alix con una mirada maternal y haciendo que la patinadora se sintiese un poco cohibida.

—Bueno, así es él, a veces su mente vuela entre su arte y... —Alix tragó saliva e intentó no ver a la mujer a los ojos—. Entre su arte y los estudios.

—Eso último me sorprendió en su momento, jamás pensé que mi hijo fuera a tomar clases con los chicos inteligentes del instituto —admitió la mujer algo avergonzada mientras se peinaba el cabello—. Pensé que iría por cursos más artísticos.

—Después de que me enseñase a mí, entendí por qué estaba en esas clases.

La conversación se fue haciendo más amena, la madre de Nathaniel era muy amable, le sirvió a Alix una taza de café caliente y un par de galletas que la patinadora no dudó en devorar.

Estaba disfrutando de lo lindo su parte del plan, cuidar a la madre de Nathaniel sería pan comido.

—¿Quisieras ver las fotos de bebé de Nathaniel?

—Usted sabe lo que me gusta —dijo Alix con mucha confianza, la madre de Nathaniel se desconcertó al principio, pero con una sonrisa se acercó a Alix y le puso una mano al hombro.

—Querida, conozco a las chicas como tú.

—¿Eh? —Alix frunció el ceño y se fue inclinando hacia atrás para intentar alejarse de la sonrisa de la madre del pelirrojo—. ¿A qué se refiere?

La mamá de Nathaniel se llevó un dedo a los labios y le guiñó el ojo.

—Te vi una vez pintando el mural en la vía abandonada, ya sabes...

—¿Cómo conoce ese lugar? —preguntó Alix en un susurro, abriendo los ojos y tragando saliva.

—Deberías ver quién firmó el inicio del mural, Alix Kubdel —sonrió la madre de Nathaniel, antes de separarse de la adolescente e ir a buscar el álbum de fotos.

—Nath, tu mamá es la puta ama —susurró Alix, dejándose llevar por la emoción y comenzando a dar saltitos como un conejo.

En definitiva, le había tocado la mejor parte del plan.


Fin del capítulo

Y ya se viene el inicio del fin, como ya saben, dejando una semana saldrá el siguiente capítulo, y si todo sale bien, los dos últimos vendrán del tirón, coronando así el gran final de temporada de la historia. Espero leer sus comentarios y opiniones, les agradezco que sigan la historia desde el primer momento.

No los voy a defraudar con esto, lo prometo.

Un saludo y hasta el próximo capítulo.