Segundo capítulo de esto, disculpen si a veces parezco inactivo con los otros fics, después de todo he entrado en exámenes y quizá me tome una o dos semanas salir vivo de esto. Sin nada más que decir, espero les guste el capítulo.

"Aquellos que no se mueven no notan sus cadenas"

—Rosa Luxemburgo.


El presente, dos meses después de la caída de T. M.

Asintió con la cabeza al escuchar la propuesta de sus amigas.

—Entonces nos vemos en casa de Marinette a las seis —anotó Alya, sonriendo mientras recibía un par de comentarios de Juleka y Rose sobre la idea que les acababa de contar.

Y ella misma se sentía rara, el hecho de volver a las actividades escolares normales ahora desencajaba con el estilo de vida que construyó en esos dos meses junto a sus amigos. ¿Dos meses habían sido suficientes para que su vida escolar se catalogase como algo externo?

Ella pensaba que sí.

Luego de acabar la clase de natación, Marinette les dijo en los vestuarios que tenía que hablar con todas en clase a la última hora. Ella en un principio no planeaba asistir, pero el gatito y el tomate la convencieron. Incluso le recordaron que hace mucho no se acercaba a pasar tiempo de calidad con sus amigas.

Y aunque gruñese, debía admitir que tenían razón.

—Estoy emocionada, hace mucho que no teníamos una actividad escolar —comentó Mylene una vez que Alya guardó su teléfono, si la conocía más o menos bien, sabía que agendó la reunión en un horario compartido y la notificación no tardaría en llegar.

Su teléfono vibró y fue suficiente para confirmarlo.

—Bueno, es solo un concurso de talentos —intervino Alix para quitarle algo de hierro al asunto.

—Alix, es una gran oportunidad para forjar un camino al estrellato antes de salir de aquí —explicó Alya, apoyándose en la mesa—. Imagina que eres muy buena actriz o quizá un buen cantante.

Aquello sonaba interesante, pero al menos que tuvieses contactos importantes, no existía alguna forma para que aquellas figuras se personasen en un concurso hecho por un instituto.

A no ser...

—Un momento, ¿planean utilizar a Adrien para esto? —se dio cuenta Alix, exaltándose y levantándose de la mesa, no le importó si su reacción había causado una impresión equivocada para sus amigas o que estuviese en la línea correcta de pensamiento.

—Primero, cálmate; segundo, si por alguna razón termina participando, puede que eso atraiga a gente importante de afuera. —Alya expuso su punto y Alix puso los ojos en blanco, volviendo a sentarse, no se iba a disculpar por algo que parecía ser un simple juego para el resto, no era su estilo.

—¿Participarás? —le preguntó Juleka, dejando de lado un boceto a medio terminar que sin duda llamó su atención.

—No es que tenga algún talento. —Se encogió de hombros y se llevó un lápiz a la boca, apretando los labios para mantenerlo allí y moverlo con movimientos de su lengua.

—Sí, y ese tampoco te servirá, a no ser que hagas maravillas con la lengua. —La insinuación de Alya le sacó una sonrisa y la hizo soltar el lápiz.

—Eh, saben que Rose está aquí, ¿verdad? —señaló lo obvio Juleka, aunque sus mejillas se tiñeron de rojo por un segundo al captar claramente las segundas intenciones del comentario.

—Oh, vamos, como si ella fuese muy inocente —sonrió Alix, reclinándose sobre la silla y llevando los brazos flexionados detrás de su cabeza, las mejillas rojas de Rose le indicaron lo contrario y soltó una risa.

—¿Podemos volver al tema principal? —pidió Mylene, avergonzada, y estaba clara la razón, era de las dos únicas chicas de ese pequeño grupo que tenía pareja oficial.

—Cierto, los talentos, ¿quién se apuntará a eso? —Alix pasó la mirada por sus amigas y las fue señalando con un gesto individual para conocer sus distintas opiniones.

—Yo no —respondió de inmediato Juleka.

—Yo tengo que pensarlo.

—Yo, en realidad...

La expresión de Alya cambió y frunció el ceño, observando a Rose y Mylene furtivamente y levantando la cámara que traía en la mano. Ambas dejaron de resistirse a la participación y asintieron con cierto desespero. Alix puso los ojos en blanco y bufó, los viejos hábitos de chantaje de Alya nunca cambiarían.

Parecía que sus amigas no habían cambiado mucho en esos dos meses.

Entonces, ¿por qué carajos ella se sentía tan diferente?

—Parece que el plan se cae antes de iniciar —destacó mientras volvía a poner el lápiz en su boca y se llevaba una mano a la nuca para revolver su cabello.

—Tendré que encontrar gente más animada por esto —respondió Alya, encogiéndose de hombros y levantándose de la silla que había ocupado desde su ingreso al aula.

—Oye, Alya, ¿por qué tan interesada en esa actividad? —Juleka fue curiosa al preguntarlo y Alix concordó con ella, no le había tomado interés a la razón en particular por la que la castaña estaba tan empeñada en llevar a cabo el evento.

—Porque me asignaron como la encargada, y si no van a participar, entonces formarán parte de mi equipo para sacar esta cosa adelante.

Alya dictó su sentencia con una sonrisa y tomó una foto de la expresión de todas las que estaban presentes. Alix se quejó y negó con la cabeza, volviendo a su pose inicial. Se cubrió las orejas y gruñó en respuesta al sentir los toques de Alya en su hombro.

—Tranquila, te asignaré la parte divertida, la utilería.

—¡Oh, vete a la mier...!

El golpe en la nuca la detuvo y la obligó a observar a su agresora, una inocente Rose se ladeaba de un lado a otro, incapaz de matar una mosca. De no ser por el rostro perturbado de Juleka, se lo habría tragado.

—Lenguaje —le regañó la periodista, recibiendo un gruñido en respuesta.

—Así que... ¿Iremos a la casa de Marinette? —Mylene sacó su teléfono y se dispuso a escribir mientras esperaba la respuesta de Alya—. ¿Debería decirle al resto?

—Ir a su casa es obligatorio, la que falte, se llevará un castigo de mi parte —amenazó de forma contradictoria Alya, pues una sonrisa adornaba sus labios. En serio, esa chica era un demonio disfrazado de persona—. Y no, no digas nada, ya tendremos tiempo de anunciarlo todo.

Los ojos azules de Alix se centraron por un segundo en la puerta del aula, sus cejas se arquearon al reconocer a Adrien siendo molestado por Kim. Las puertas tenían una pequeña ventana, pero reconocía el estilo del gatito, estaba claro que algo había ocurrido.

Sus ojos se abrieron mucho más al ver un cabello rojizo saltar sobre Adrien y tomarlo del cuello.

¿Qué se supone que hacían esos idiotas?

—Alix, necesitaré que lleves ideas para poder crear la ambientación perfecta, después no podrás hacer mucho hasta que los participantes hablen contigo. —Alya repartió el trabajo y les indicó lo que tenían que hacer, repitió hasta la más mínima regla y eso no hizo más que poner sus cuellos al borde de un abismo si se llegaban a equivocar.

Alix finalmente tomó el papel con sus tareas y lo dobló para meterlo en el bolsillo de su chaqueta, cuando la reunión improvisada terminó, fue la primera en salir de aquella aula y observar el pasillo. Estaba vacío, pero le dedicó una vista más minuciosa y decidió avanzar por la derecha.

Los sonidos de golpes y quejidos se oyeron cuando pasó cerca del salón contiguo, reconoció la voz de Adrien, y no se lo pensó mucho para abrir la puerta. La imagen que encontró del otro lado era la que menos esperaba.

—¿Qué es esta mierda...? —masculló Alix, apretando los labios y llevándose las manos al abdomen para intentar aguantar la risa.

—¡No es lo que parece! —exclamaron los chicos a la vez, pues Adrien se encontraba tumbado boca abajo en el suelo, con Nathaniel sentado sobre su espalda, Kim actuaba como un entrenador y traía un cronómetro en la mano, Max tenía el teléfono en posición de grabar y Markov se ocultó detrás del moreno para huir de la escena.

—¡Chicos, ya traje las tiras de jamón! —anunció Nino, emocionado y justo detrás de donde ella se situaba, Alix giró y se encontró cara a cara con el de gafas—. Eh... ¡No es nada!

—¡Aborten misión! —ordenó Kim, guardando el cronómetro y obligando a todos a retirarse del aula a una velocidad increíble, dejando a Adrien y Nathaniel solos.

Alix entonces rompió a reír a carcajadas.


Nathan se acomodó en el sofá, jadeando de cansancio y observando la televisión apagada, la sala estaba tan oscura que apenas podía notar su reflejo en el color tan negro de la pantalla. Afianzó sus brazos sobre la cintura de Miri y dejó que ella se revolviera sobre él para ponerse más cómoda.

Chasqueó la lengua, pero lo resistió, era igual a cuando tenía que dormir con su hermana mientras veían juntos alguna película. Aunque Celine pesaba menos y era mucho más delgada que su amiga castaña.

El rubio movió la cabeza para poder observar el reloj que colgaba de la pared, no logró identificar bien la hora, pero estaba seguro de que la aguja grande ya pasaba el número doce.

Ah, debía ser ya su hora de comer.

—Miri —llamó en voz baja a la joven para intentar despertarla, pero aquello solo provocó un par de ronquidos que lo obligaron a suspirar y a intentar despertarla con toques en su abdomen.

Aquello no funcionó, Miri solo bajó una mano y golpeó los supuestos "mosquitos" que parecían molestarla. Despertarla era, sin duda, la tarea más difícil que Nathan había tenido desde aquella vez que acompañó a su hermana y a sus amigos al parque de diversiones.

Tuvo que pelearse con un encargado que no quería dejar subir a su hermana a una atracción. Pero valió la pena solo por ver la cara del tipo.

Nathan bajó un poco la mirada hacia Miri y cerró por un minuto los ojos.

Extrañaba a su hermana, bueno, media hermana en realidad, pero eso no era importante. A pesar de todo eso, intentó ser el mejor hermano mayor posible para ella, ni siquiera el resentimiento que tenía con su madre cambiaría eso.

Pero eso no era lo importante, desvió la mirada por un momento y se centró en pensar en lo que debían hacer, ya iban dos meses sin noticias del hombre que tenían que encontrar. Él era el único capaz de ayudarlos, incluso su versión futura dejó un mensaje que debía ser reproducido nada más encontrarse con él.

—El tipo parece haberse esfumado —susurró Nathan, acariciando la espalda baja de Miri de forma inconsciente y callando sus ronquidos. La castaña se movió de nuevo sobre él y el rubio subió la mano para darle una palmada en la cabeza—. Despierta, boba.

Miri se movió y estiró los brazos como un cachorro despertando, en verdad era tierna cuando se lo proponía, es decir, cuando se callaba por más de media hora.

Sus opciones pasaban por continuar su búsqueda. En los últimos días había encontrado noticias sobre misteriosos asesinatos a altas horas de la noche, por supuesto, no le dio ni la más mínima importancia. Los héroes de esta época podían encargarse.

O así era, hasta que recordó algo muy importante, las palabras que se dijeron en caso de precaución y solo para el último plan disponible.

"Si regresas hasta después de la caída de Tour Montparnasse, búscame, te ayudaré sin dudarlo."

"No le hagas caso, está delirando..."

"Escúchame, Nathan, no le hagas caso al depresivo y alcohólico de tu padre, confía en mí, búscame, eso sí, siempre mira en los callejones"

"Tu tío no atravesaba por su mejor momento..."

Aquella vieja conversación, ahora tenía todo el sentido del mundo. Iba a aprovechar esta noche para salir con Miri en busca de su tío Félix, si lo encontraba, podría echarles una mano para poder abandonar la situación en la que se encontraban. Ayer, luego de comer, tuvo que aprovechar mientras Miri dormía para recolectar comida tirada de los supermercados. Solían desechar todo cuando le faltaba al menos una semana de vencimiento, por lo que hurgar en la basura era la mejor opción para poder llevarse algo a la boca.

Las manos de Miri se movieron por su pecho y volvieron a su cintura para abrazarlo. Esa niña estaba siendo el único apoyo moral en esa situación, y se lo agradecía eternamente.

Pero no se lo iba a decir, Miri aprovecharía para molestarlo en cada salida que tuvieran... Si es que volvían a salir, porque la situación no se veía nada bien, y cada día que pasaban en aquel viejo lugar, las esperanzas se diluían una tras otra.

Nathan nunca admitiría que tenía miedo.

Pero en ese momento, lo tenía.


Atravesó la puerta de su habitación y se lanzó sobre su cama.

Desde que Adrien se fue, este le cedió su habitación, Cindy no tuvo el valor de tocar las cosas de su hermano, por lo que mantuvo el lugar para que no haya diferencia con la habitación de Adrien.

Aunque, sí que tenía pequeñas diferencias.

Los notorios pósteres de bandas de pop adolescentes y música coreana rebosaban las paredes.

No podían culparla, esas canciones eran pegadizas, y aunque tomase la decisión de no escucharlas, sonaban por todas partes y se hundían en su mente como un taladro de mina excavando diamantes.

La puerta de la habitación se abrió y ella se dio la vuelta, poniendo las manos en el suave colchón y sintiendo la frescura del edredón. Sonrió al ver a la mujer acercarse con calma mientras portaba una carpeta en sus manos. Ella era su mejor compañía y defensa contra Gabriel Agreste, al que siempre oía rabiar desde la sala o la cocina.

—Cindy, ¿terminaste la tarea de física? —le preguntó Nathalie, bajándose un poco las gafas y revisando la carpeta, moviendo los dedos por los folios con suma maestría.

—La de termodinámica, física cuántica y radiación electromagnética, esas asignaturas son como un juego de niños, mamá —respondió con una sonrisa dulce, reprimiendo una risa al notar la expresión de Nathalie cada vez que la llamaba así.

—Ah, el contrato no decía nada sobre ser madre dos veces —se lamentó Nathalie mientras negaba con la cabeza y se llevaba la carpeta al rostro. Cindy sonrió y se levantó de la cama para caminar hacia el escritorio que una vez perteneció a su hermano—. Oh, no. Señorita, no puedes jugar ahora, tienes una sesión de prueba en veinte minutos.

—Cierto, por eso el idiota me quería aquí, para mantener su mina de oro —comentó Cindy, sentándose en la silla y levantando los pies para apoyarlos en el escritorio, abrió un cajón inferior secreto para la mayor parte de los residentes de la casa y sacó una botella de refresco de naranja—. Me importa una mierda.

—¡Cindy!

—¿Qué? No he dicho ninguna mentira, estaba empeñado por echarme hasta que Adrien se fue, solo reemplazó una pieza con otra —escupió Cindy, sintiendo la bilis subir por su garganta y un ardor en su estómago que la hacían querer vomitar.

—El señor Agreste es muy complicado de entender, hace cosas que en un inicio no tienen sentido. —Nathalie se acercó a ella con un claro gesto conciliador y puso una mano en su hombro—. Sin embargo, mis años aquí me han enseñado que siempre hace las cosas por alguna razón.

—Sí, no creo que haya tardado tanto en descifrar sus razones —respondió, desviando la mirada y centrándola en las pantallas. Llevó una mano al teclado y desbloqueó el ordenador, iniciando sesión y dejando a la vista la altísima gama de ejercicios resueltos en la pantalla—. Déjame por ahora, Nathalie.

—Cindy, quieras o no tendrás que hacer esto —advirtió la mujer, dándole un golpe a la carpeta. Ignoró el sonido tanto como pudo y decidió centrarse de nuevo en su trabajo, adelantó sin ningún problema el temario de secundaria en solo un mes, por lo que, actualmente, caminaba por los temas del bachillerato como si fuera un campo de flores.

—No lo haré, Nathalie —suspiró Cindy, rascándose el cuello con una mano y apretando los labios mientras abría un nuevo archivo de problemas avanzados de matemáticas—. Solo quiero acabar esto para irme con mi hermano.

—¿Estás molesta con él?

Aquella pregunta detuvo cualquier tipo de acción que estuviera realizando, tragó saliva y sus ojos oscuros se movieron sobre la pantalla, incapaces de reconocer algún carácter.

—No, no podría enojarme con Adrien, después de todo, se fue para que no me dejen en la calle —se sinceró, bajando la mirada y apretando los puños sobre la madera del escritorio, apoyándolos con fuerza y agrietando la madera.

—Cindy, sé que no te agrada en lo absoluto. —Nathalie se acercó con calma y dejó la carpeta a un lado, Cindy mantuvo la mirada baja y no se atrevió a levantarla, sabía que la mujer era persuasiva y tenía que evitar el contacto directo si quería salirse con la suya—. Pero, a Adrien tampoco le gustaba, y lo hizo casi toda la vida. Yo creo que tú puedes aguantar por un par de meses.

Cindy suspiró y miró de nuevo la pantalla, ya se encontraba adelantando varios cursos y si seguía así, podría entrar a la universidad como una prodigio en septiembre. Podría irse con su hermano y dejar vacía esa habitación.

Incluso podrían llevarse a Nathalie con ellos.

Aquel pensamiento le estremeció el corazón y sintió que sus orejas se calentaban por la sangre que les llegaba. Esa idea era una locura, Nathalie tenía una vida lejos de aquella mansión y de su trabajo, no iban a obligarla a quedarse con ellos cuando la mujer debía querer un par de vacaciones lejos de los Agreste.

—Está bien, iré a esa tontería —cedió mientras se disponía a abrir un programa en el ordenador y posicionaba el teclado de una forma poco natural—. Pero déjame divertirme un poco.

No le dio la cara a Nathalie y solo se centró en la pantalla, iniciando el juego para poder distraerse y dejar de pensar en su situación. Solo quería enfrentarse a algunos novatos para poder subir su experiencia.

Suspiró cuando la puerta de la habitación se cerró y dejó caer la cabeza sobre la mesa de madera, agrietándola de nuevo cuando su frente impactó e hizo saltar el teclado y las pantallas.

—Esto es un asco —musitó, quitándose el cabello negro del rostro y recuperando su posición inicial para ponerse a jugar, si tenía suerte, podría fingir que la hora se le pasaría y dormirse para no asistir.

Se detuvo al inicio de la partida y se quedó observando la ventana, un cosquilleo en la parte de atrás de la cabeza la hizo levantarse de la silla y desplazar a un lado las cortinas.

—¿Gwen? —preguntó sorprendida, abriendo la ventana para dejar pasar a la chica envuelta en un traje arácnido. Su hermano se la había presentado la semana pasada y ambas detectaron sus poderes similares al instante.

—Cindy, tenemos un problema, nuestro querido amiguito apareció —anunció Gwen, caminando hacia la cama y empujando en una zona específica con su pie. Cindy la observó tomar el maletín escondido y abrirlo.

—¿Ahora? —preguntó, atrapando el traje que Gwen le lanzó y poniéndoselo al hombro.

—Ahora, no tardes.

Gwen caminó de nuevo y salió por la ventana, lanzando una telaraña al techo de la mansión y viéndola desaparecer hacia arriba. Cindy tomó de inmediato el traje que la rubia le regaló y se lo puso tan rápido como pudo. No sin antes sellar los bordes de su puerta con telarañas salidas de sus dedos.

Se ajustó el traje y se puso la máscara roja que cubría hasta su nariz, caminó hacia la ventana y salió por ella corriendo, dio un salto hacia la barandilla del balcón y lo utilizó para impulsarse hacia la pared superior, enganchándose de inmediato y subiendo hacia la azotea.

Gwen no le dio todos los detalles en su habitación, pero no era necesario, sabía a quién estaban persiguiendo, al causante de todos aquellos asesinatos que se daban por lo bajo en las calles de París. La policía intentó encubrir los primeros casos, pero no lo lograron, Nathaniel lo descubrió hace un tiempo y desde entonces, ellas se dedicaron a seguirlo.

Las víctimas presentaban solo cortes o golpes profundos, por lo que el rango de búsqueda en un inicio se centró en un delincuente humano e inexistente. Estaba segura de que, con este encuentro, la policía tendría que hacer el evento público, y eso involucraría a Chat Noir y Ladybug. Si eso llegaba a ocurrir, perderían toda la libertad de ir tras él y terminar lo que Gwen empezó en el laboratorio de Kingpin.

Llegó a la azotea y rodó por el techo para ponerse de pie, Gwen tenía la máscara sobre la nariz y masticaba chicle mientras la esperaba.

—Bien, ¿estás lista? —le preguntó mientras se bajaba la máscara y estiraba un poco los brazos. Cindy asintió y se limpió con las manos el traje que llevaba puesto, no estaba acostumbrada a que el material se pegase a su figura y se sintiera como una segunda piel, pero al menos era lo suficientemente cómodo y flexible para ella.

Eso sí, tenía que echarle talco en las articulaciones.

Adrien dio un grito al cielo cuando la vio con eso puesto por primera vez, pero le refutó con el mismo argumento, el traje de Chat Noir también se le pegaba y parecía ser de cuero.

—¿Lo atraparemos esta vez? —preguntó Cindy, echándose unos mechones del cabello hacia atrás y entrecerrando los ojos para seguir la mirada de Gwen.

—No lo sé, pero prepárate para recibir una paliza, por si acaso —aconsejó la rubia, sonando divertida detrás de la máscara y palmeándole el hombro.

—Aún me duelen las costillas —murmuró Cindy, haciendo un puchero y arqueando las cejas, Gwen se encogió de hombros ante ella y dio una vuelta en su sitio.

—Bueno, así es la vida.

—No me gusta escuchar eso —habló de nuevo la pelinegra.

—Deja de pensar y vamos —dijo Gwen, corriendo hacia el borde de la mansión y dando un gran salto que atravesó los límites de la propiedad y le permitieron engancharse en los edificios de la calle contigua.

Cindy tomó aire y corrió también, repitiendo la acción de su mentora mientras extendía la mano y el tejido brotaba de la punta de sus dedos, eso le permitía girar y enrollar la red para dar saltos gráciles y llamativos.

Aterrizó al lado de Gwen y procedió a seguirla cuando ella se dispuso a avanzar de nuevo.


Abrió el grifo y puso las manos debajo para tomar un poco de agua, se lavó la cara y dejó que el frío la alejase de la imagen mental de los chicos haciendo idioteces en su tiempo libre.

Levantó el rostro y al mirarse al espejo, jadeó, quedándose quieta mientras procesaba la imagen que sus ojos veían. Era un déjà vu, tenía que serlo, la escena se le hacía familiar a excepción de la localización de los hechos.

—Parece que viste algo horrible —habló la chica pelirroja, apoyándose en el lavamanos junto a ella y observándola de cerca. Alix no parpadeó y se mantuvo mirando fijamente el espejo, quieta e intentando procesar lo que veía—. Joder, ¿soy tan fea?

El toque de la chica en su frente fue suficiente para hacerle saber que todo era real. Jadeó debido a la sorpresa y se echó hacia atrás, observando los ojos azules de la mujer y su expresión juguetona.

Todo era tan similar a...

—Alix, ¿por qué me tratas así? —preguntó la pelirroja, apoyando los pies en el suelo y mostrando en todo su esplendor el traje de Bunnyx, mucho más cambiado que el que ya conocía—. Pensé que me recordabas cuando te salvé de morir.

—Yo... Creí que era mi cerebro alucinando —respondió entrecortada, llevándose las manos a los brazos y frotándolos para intentar calmar el frío que se colaba en el baño proveniente de la rejilla de ventilación.

—Bueno, siempre fuimos imaginativas, no creí que tanto —bromeó la mujer, sonriendo y acercándose a ella, levantando los brazos para intentar apaciguar las cosas—. Primero, tranquila, no te voy a hacer daño, después de todo, soy tú.

—¡¿Cómo qué tú eres yo?!

Bien, sabía que ella le dijo que debía estar tranquila, pero no lo estaba, su corazón palpitaba muy rápido y se empezaba a poner nerviosa, y cuando se pone nerviosa, podía insultar de maneras muy variadas.

—Alix, calma, soy tú, soy tu futuro —explicó con rapidez la mujer frente a ella, sonriéndole con calma y moviendo las manos con suavidad—. Hazlo conmigo, inhala...

Tomó una bocanada de aire y comenzó a expulsarlo a un ritmo lento para calmarse, siguiendo el movimiento de las manos de su versión futura, aunque mantenía cierta reticencia a creerle del todo.

—¿Mucho mejor?

—Explícate, ahora —exigió en voz baja, gruñendo y observando a la mujer.

—Está bien, que mal genio me cargo, joder —comentó la mujer, encogiéndose de hombros y apoyando la cadera en el lavamanos del baño, cruzándose de brazos—. Como decía, soy tu futuro, Alix.

—¡Pruébalo!

—Tengo el Miraculous del conejo, ¿no es prueba suficiente? —preguntó la mujer, que debía haberse dado cuenta de la expresión que adornaba su rostro antes de bufar y desviar la mirada—. Qué desconfiada.

—Dime algo que solo yo sepa, o nosotras sepamos —pidió Alix, llevándose las manos a su cabello fucsia cada vez más oscuro y rojo.

—Cuando teníamos dieciséis, fuimos a un viaje escolar en Lyon donde perdimos nuestra...

—¡Cállate! ¡Está bien, eres yo! ¡Te creo! —exclamó Alix, avergonzada y con el rostro ardiéndole, si Adrien la viera le diría la broma del huevo y la sartén al menos unas diez veces.

—Bien, me alegro de que me creas, porque tenemos cosas de qué hablar —comenzó la Alix del futuro, adoptando una expresión más seria y haciendo contacto visual, Alix jamás podría usar de nuevo un espejo luego de verse cara a cara.

—Te escucho.

Alix del futuro asintió y procedió a abrir la boca para hablar:

—Estoy aquí para advertirte sobre ciertos sucesos que van a ocurrir. —Alix del futuro se estremeció y la observó con seriedad, su propia mirada le caía pesada, e incluso notó rastros de cansancio impropios en ella—. Si no me equivoco, estamos en la línea del universo 1504, bastante lejos de la línea original.

Aquellas palabras provocaron que Alix fuera consciente por primera vez de su propia existencia.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó, sintiendo que las piernas le temblaban.

—Déjame terminar, Alix —pidió amablemente su versión futura—. Esta línea temporal se caracteriza por separarse de la original prácticamente en sus inicios, cosas que nunca ocurrieron en ninguna de esas dos líneas sí pasaron aquí, por ejemplo, que ustedes crecieran tanto.

La Alix mayor se detuvo y ladeó un poco la cabeza, su simple mirada le retorció el interior y se llevó las manos al vientre.

—Sin embargo, el evento que cambia todo en esta línea es el accidente de Nathaniel, si no hubiera ocurrido, entonces los eventos de la línea original habrían pasado en tiempo récord hasta que ambas líneas concordasen y se vuelvan a unir. Pero eso no nos separa de los visitantes inesperados que podemos tener.

—Sigo sin entender...

—Tranquila, no espero que entiendas todo ahora, solo voy a implantarte esa información —explicó la pelirroja, antes de ponerse muy seria y fruncir el ceño—. He detectado un tercer Miraculous del conejo en este tiempo, algo que no tendría que haber ocurrido.

Alix tragó saliva.

—Debes encontrar al viajero del tiempo y conocer sus intenciones, no podemos dejar que su mera presencia termine causando una serie de eventos que culminen en la rotura de una línea temporal y la creación de una nueva.

—Sigo sin entender —balbuceó Alix.

—Está bien, ya lo harás, solo tienes que prometerme algo, o prometértelo a ti misma. —Alix adulta se le acercó y puso las manos en sus hombros, sonriéndole con confianza—. Vaya, es increíble lo alta que eres aquí.

Frunció el ceño y sintió que la fuerza abandonaba sus piernas por un segundo.

—Bien, sin bromas —prometió la Alix adulta, acercándose más y acariciándole los hombros, dándole una pequeña sensación cálida y agradable—. ¿Recuerdas las palabras de mamá?

—¿Las palabras de mamá...? —musitó, temblando bajo los brazos de su versión futura y asintiendo con sumo cuidado, recordaba esas palabras, lo que no podía recordar era el rostro de su madre.

—Bien, tenlas presente, y prométeme que llegarás al fondo de esta misión, tu misión, Alix Kubdel. —Su versión mayor llevó una mano a su cabello y la bajó para mantenerla sostenida frente a ella, en una posición perfecta para darle un apretón—. Eres la única capaz de solucionarlo, yo creo en ti.

—Yo...

Alix sintió una maraña de sentimientos dándole un pinchazo en el corazón y una acidez reconocible subiendo por su esófago, quemándole el pecho y obligándola a respirar con algo de velocidad para distraerse de la horrible sensación.

—Yo sé que lo harás, Alix. —La mayor le sonrió y abrió por un instante la madriguera del conejo, tomando un pequeño sobre para extenderlo con su mano—. Tómalo, ábrelo cuando todo esto acabe.

Alix tomó el sobre y lo observó por unos minutos, parecía que había sido hecho por un niño, el envoltorio tenía colores por todas partes y estaba sellado por una pegatina vieja de un viaje a Egipto. Apretó ligeramente el sobre y lo guardó en el bolsillo de su short, observando a su versión futura, pronunció unas palabras que estaban por sellar su destino:

—Lo prometo.

Su versión adulta sonrió y se fue de allí a través de la madriguera, guiñándole un ojo y dejándola sola en el baño del instituto. Eso no era lo peor, porque la cabeza le dolía y poco a poco una conclusión a aquel evento asomaba por sus pensamientos.

No había entendido nada.


Fin del capítulo

Bien bien, espero les haya gustado el cap y la tanda de explicaciones que intenté poner, creo que es momento de que cada personaje poco a poco vaya tomando su propio arco de desarrollo justo en esta parte tan importante de la historia.

Espero sus comentarios, un saludo y hasta el siguiente capítulo.