"Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi…"
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"SUPERMARKET"
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*Advertencia: Este fanfiction está realizado como AU [Universo alterno] por lo que las personalidades de los personajes pueden variar de la historia original de Ranma.
Escribo con la única finalidad de recreación, la historia contiene una gran cantidad de elementos ficticios mezclados con algo de realidad, por lo que si eres sensible, te recomiendo te abstengas de esta lectura. Agradezco mucho si dejas un review o simplemente dejas un punto o "leído". Doble agradecimiento si recomiendas este fanfiction. Espero que sea de tu agrado.
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CAPÍTULO 1
"Cibercafé"
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Un frío crudo, es la mejor manera de describir la noche en que murió nuestra madre. Habíamos intentado mantenerla calientita, para que sus últimos momentos fueran apacibles. Recuerdo escuchar el silbido del viento que se colaba por las pequeñas aberturas de las ventanas.
El cáncer la consumió en poco tiempo y para su fortuna, no sufrió una larga agonía. Papá se entregó al vicio del alcohol y dejó de hacerse cargo de sus tres hijas, tuvo la mala suerte de fallecer muchos años después; siempre decía que deseaba estar con mamá, era lo único que le interesaba.
El día de su muerte llegaron a embargar la casa Tendo, donde vivimos toda la vida. Sabíamos que algo así ocurriría cuando comenzó a desaparecer el dinero que mis hermanas y yo ahorrábamos para mantener la casa y comer. Las joyas de mamá y el dinero que dejó, así como varios utensilios y electrodomésticos, se esfumaron sin darnos cuenta. Kasumi dejó de estudiar para hacerse cargo de papá, pero fue inútil. En cuanto ella se ocupaba en algo, él salía a vender lo que encontraba para comprar más alcohol. Fue así como terminamos en la calle.
Con lo poco que nos quedaba, conseguimos hospedarnos en un cibercafé, nos cobraban una baja tarifa diaria, mientras Kasumi y yo trabajábamos un par de turnos en un restaurante de comida rápida. Nabiki encontró empleo como cajera en un supermercado, trabajaba en el turno nocturno y sacaba lo mismo que Kasumi y yo juntas en la jornada diurna.
Como hermana mayor, Kasumi se había opuesto desde el primer día: —Trabajar por la noche puede ser peligroso, Nabiki ¿por qué no te quedas con Akane y conmigo en el restaurante?
A Nabiki siempre le ha gustado el dinero y haría lo que estuviera dentro de sus posibilidades para conseguirlo—Prefiero arriesgarme y ganar más dinero. Además, sabes que eso de levantarme temprano no se me da…y ni hablar del ruido que hay en el cibercafé por las noches.
Nabiki tenía razón. Dormir en el cibercafé era todo un reto, nos rentaban una habitación donde apenas cabía una colchoneta, tenía una televisión en la pared y un mueble debajo de la televisión que servía para guardar unas cuantas pertenencias. Por las mañanas teníamos café y té gratis, además de sopas instantáneas a muy bajo precio, ese era nuestro desayuno.
Gracias al empleo en el restaurante, Kasumi y yo podíamos llevarnos algunas sobras de papas fritas o carne de hamburguesa de contrabando y teníamos una cena o algo para picar cuando nos daba hambre en los días de descanso.
Nabiki optó por no descansar, era la que más avergonzada se sentía de la situación. Al principio no lo externaba, pero sabíamos que lo pasaba mal. Culpaba a nuestro padre por haber perdido la casa y se alegró cuando tuvimos que enterrarlo en la fosa común en vez de la tumba de la familia, porque no teníamos dinero. Kasumi dijo que era temporal, que reuniría dinero para ponerlo junto a mamá, que eso es lo que le habría gustado a ambos.
Mi hermana siempre tuvo buenas intenciones, pero con la renta y lo básico del diario, el sueldo se nos terminaba a todas. Excepto a Nabiki, el ganar más que nosotras le permitía comprarse uno que otro gusto, como dulces y comida chatarra.
Continuamos así durante unos cuantos meses, hasta que Nabiki protestó: —¡Estoy harta de vivir así! no podemos seguir en esta pocilga— dijo, mientras lanzaba su envoltura de una barra de chocolate sobre una de las mesas del cibercafé, un lunes por la tarde, cuando las tres hermanas Tendo habíamos tenido un día libre obligatorio. —Tenemos que hacer algo para salir de aquí, rentar un lugar más seguro, disponible para las tres y que no tengamos que matarnos trabajando.
—Podríamos volver a Nerima—señalé— Tokio es mucho más caro…
Nabiki rodó los ojos— ¿Y que todos los vecinos nos señalen? ¡Piensa, Akane! tienes que ver hacia adelante.
—La idea de mudarnos aquí fue tuya, era obvio que no sería fácil— respondí de mala gana.
—Nabiki, Akane, no discutan por eso —mencionó Kasumi. Ambas guardamos silencio, aunque Nabiki no lo hizo por mucho tiempo.
—No sabes lo que me purga estar aquí, entre adolescentes apestosos que se esconden para buscar porno y jugar todo el tiempo. Cuando llego del trabajo, el dependiente me mira, pensando que soy una mujer de la calle y me observa de arriba a abajo, y luego se burla, como si no estuviera yo presente. El otro día se atrevió a decirme que estaba por terminar su turno y que también pasaba por la zona roja de la ciudad, que podía acompañarme. Le contesté que me daba mucha pena, pero que yo iba hacia Minato, ¡hubieran visto la cara de imbécil que puso!
—Si quieres puedo hablar con el gerente para que no te moleste— ofreció Kasumi.
—¿El gerente? Ese es otro pervertido que "revisa" las habitaciones cuando la gente no está.
—¿Cómo lo sabes? —pregunté, alarmada.
—Lo vi abriendo nuestra habitación hace poco. Iba para el supermercado y tuve que regresar por algo y me dio la tonta excusa de que debía revisar que los huéspedes no hubiesen dejado las luces o la televisión encendidas. No me extrañaría que un día se atreviera a abrir mientras dormimos.
—No lo digas ni de broma —le dije. El asunto me había preocupado más que asustarme. Yo sabía artes marciales que había aprendido de mi padre y bien podía defenderme, pero mis hermanas no. Si Nabiki o Kasumi se quedaban solas, corrían peligro.
—Deberíamos entonces buscar otro cibercafé —propuso Kasumi, aunque siempre estaba tranquila, esta vez había algo de temor en su voz.
—Sería lo mismo, somos tres chicas solas —dijo Nabiki.
—Entonces ¿qué vamos a hacer? —dijo preocupada, Kasumi.
—Podemos turnarnos para que siempre pueda acompañarlas. Nabiki tendría que modificar su horario algunos días, para que Kasumi no se quede sola. Tal vez si Kasumi trabaja de día en el supermercado y Nabiki de noche, podría quedarme a hacer guardia.
Nabiki refutó la idea de inmediato— No voy a dejar el turno de noche, gano mucho más y he estado ahorrando un poco…además Akane, necesitas trabajar, tampoco debes quedarte tú sola.
Resoplé y me crucé de brazos, odiaba que me hicieran sentir poca cosa solo por ser la menor. Sabía que yo tenía más fuerza que ellas, a pesar de ser pequeña en edad y en altura. Iba a abrir la boca para protestar, pero Kasumi estuvo de acuerdo. Nadie podía decirle que no a mi hermana mayor.
—¿Cuánto has reunido Nabiki? Tal vez con eso podamos salir de aquí e irnos a otro sitio.
—No he ahorrado para eso —soltó Nabiki, en un tono frío.
—¿Entonces?
Se me ha ocurrido una idea, y antes de que me juzguen deben escucharla, es nuestra única alternativa.
Kasumi exhaló preocupada y yo puse los ojos en blanco, siempre que Nabiki tenía una idea, debíamos poner todo el dinero que tuviéramos. No eran malos planes, pero ella se iba a los extremos. El salir de Nerima para quedarnos en Tokio nos benefició para olvidarnos de todos los chismes y habladurías que se hicieron cuando nos expulsaron de la casa, tuvimos que dejar la escuela también, Nabiki canceló su cuarto semestre en la universidad y yo pospuse el ingreso a ésta otro año más.—Y bien ¿cuál es tu idea? —pregunté.
He observado a las personas que van al supermercado por la noche. Kasumi debió presentir algo, porque de inmediato dijo: —Nabiki…
—Solo escucha, Kasumi. Trabajar en un barrio acomodado tiene sus ventajas. Aunque parezca extraño, la mayoría de los clientes son hombres…
—No quiero escuchar más, Nabiki —Kasumi estaba por levantarse de la mesa.
—¡Ni siquiera he dicho nada!
—Ya sé en qué terminará todo esto y no estoy de acuerdo.
—No, no lo sabes. Mi idea es buena, déjame terminar.
Kasumi se sentó otra vez— Termina con tu locura, que quiero irme a descansar.
Nabiki continuó— Bien, como les decía, hay muchos hombres que van a comprar a esa hora, la mayoría, hombres de negocios, médicos, hombres mayores…todos con una buena posición económica.
—Sigo sin entender la idea —mencioné. Kasumi se sonrojó y giró el rostro, estaba apenada por algo, Nabiki permanecía en su estado serio, aunque se le notaba emocionada.
—Ay, Akane ¿cuándo dejarás de ser tan ingenua? —a Nabiki le fastidiaba que no entendiera muchas cosas, es que en realidad yo no salía tanto con chicos como ella— es muy fácil, solo hay que conseguirnos un tipo de esos…
Kasumi dio un fuerte golpe a la mesa, que nos dejó pasmadas a Nabiki y a mí —Eso es prostitución y no permitiré que ninguna de ustedes haga nada semejante, —habló entre susurros— podemos salir adelante poco a poco, sin necesidad de vender nuestro cuerpo…
—Jamás dije nada por el estilo, Kasumi. Solo hablo de salir con alguno de esos tipos y hacer que nos compren cosas de lujo. Podemos venderlas a un precio menor al del mercado y así hacernos de algo mejor.
—Es suficiente, Nabiki. La respuesta es no —Kasumi fue tajante.
—¿Qué? ¿te das cuenta de lo que propongo? ¡Pedir que me compren un bolso de marca no es prostitución…!
—No lo es, pero es algo bajo y denigrante. ¡Te prohíbo que lo hagas! Si tengo que cambiar de empleo o trabajar más turnos para tener un sitio mejor donde vivir, lo haré, pero no dejaré que mis hermanas caigan tan bajo solo porque nuestra situación es diferente ahora. Debemos reunir dinero para lo de papá…
—Los restos de papá están bien ahora, no necesitan un techo para protegerse o tener una comida decente, ¡nosotras sí! —exclamó Nabiki, en voz alta.
—¡Basta, Nabiki! es mi última palabra. Comenzaré a buscar trabajo en donde paguen más. Akane, tú debes hacer lo mismo. Ustedes sí lograron terminar la preparatoria, yo no pude hacer eso. —la mirada de Kasumi se tornó triste— Saldremos de aquí pronto, ya verán.
Nabiki se recargó molesta en su sillón, Kasumi se levantó y yo no dije nada. Las ideas de Nabiki siempre me parecieron extrañas, pero ésta parecía fuera de contexto.
—Espero que no nos tengamos qué arrepentir de algo —mencionó Nabiki, para después levantarse y salir del lugar.
Yo me quedé ahí, observando a mi alrededor. Mi hermana tenía razón, el sitio apestaba a sudor, la mayoría de los clientes que rondaban por ahí eran adolescentes que entraban a las cabinas para leer hentai o ver películas pornográficas. Lo sabíamos porque el sonido no se aislaba del todo. De vivir en una casa grande con una habitación para cada una, habíamos pasado a compartir un pequeño espacio entre Kasumi y yo. Nabiki dormía en un cubículo contiguo, apenas y se podían estirar las piernas en el delgado futón que hacía de cama y tatami.
Pasaron solo un par de días, y en uno de los descansos extraordinarios que el jefe del restaurante le otorgó a Kasumi por ser empleada del mes, algo sucedió. Mi hermana mayor regresó al cibercafé para llevar la ropa a la lavandería. Cuando llegó a nuestro cuarto, notó que la puerta estaba abierta.
Se asomó algo temerosa y con sigilo, cuando soltó un grito que resonó en todo el lugar; sus ojos no podían creer la escena frente a ella.
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¡HOLA! Hace tiempo que no nos leíamos.
Un millón de gracias a mi beta reader Sailordancer7 por motivarme a publicar este fanfiction, que sin su ayuda y apoyo no habría salido a la luz. Gracias también a mis Locas por el dios griego, que sin ellas, mi vida sería muy gris.
Si no leíste la parte de arriba, te cuento un poco, que este iba a ser un shot para una dinámica que la página de Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma hizo el invierno pasado y me concedieron el honor de invitarme, lo cual les agradezco siempre y lamento no haber terminado cuando debía.
En fin, esto fue extendiéndose hasta quedar como va ahora. Mi situación ha cambiado desde el año anterior, tengo más responsabilidades, vivo en otro lugar que es más pequeño, menos privacidad y tengo muy pocos ratos libres, lo que me limita a escribir como antes.
He batallado para enfocarme, escribía y no me convencía del todo. Pensé incluso en que, si continuaba escribiendo, solo lo mostraría a mis amigas, pero mi beta me animó mucho.
De todas maneras, he decidido solamente "promover" mis historias dentro de mi página de Facebook de Susy Chantilly, ya que no me siento tan confiada como antes.
Agradezco que hayas llegado hasta aquí.
Los leo muy pronto.
Susy Chantilly.
