Disclaimer: Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen a mi si no a Masami Kurumada, esto es sin ningún fin de lucro.
Sin recuerdos.
Capitulo 2: Encuentros inesperados
La luz entrando por las ventanas le hizo deslumbrase un instante a Saga, quien lentamente incorporo en la humilde cabaña del anciano y la pequeña donde había despertado. Ligeramente mareado y con un hueco en su estómago debido al hambre, el geminiano se asomo por la ventana y observo un árido paisaje pintado de sol en un pequeño pueblo con un toque cálido y algunas ruinas de mármol a lo lejos. Ninguna imagen vino a su mente al verlo, sin embargo, algo en su interior le daba paz y calma en ese lugar a pesar de no saber nada de si mismo más que su nombre. Sus pensamientos entonces solo fueron interrumpidos por la pequeña niña de la cabaña, quien jalo de su mano con timidez y exclamo con una dulce sonrisa:
- Señor, ¿quiere comer?, su estómago hace ruido chistoso.-Saga no pudo más que sonreír ante la afirmación de la pequeña y con una bella sonrisa tierna, exclamó:
-Por supuesto, gracias.
Saga fue hasta el sencillo comedor del anciano guiado de la niña y ahí tomo un plato con un poco de queso, pan y algo de fruta servido por el anciano de la cabaña. El anciano le sonrió y se sentó a su lado junto a la niña, mientras le preguntaba a Saga tras examinarlo con la mirada un rato.
-¿Entonces no recuerda nada joven?-preguntó amablemente el sonriente anciano.
Saga abrió sus ojos ante la pregunta y negó con serenidad mientras mordía su pan.-No, pero agradezco su generosidad al recibirme en su hogar, creo que no tengo donde ir por ahora.
-Puede quedarse aquí el tiempo que necesite joven, aunque somos pobres, siempre podemos ofrecerle pan y algo de fruta de nuestra mesa.-respondió el anciano con alegría.
Saga se ruborizo ante el comentario debido a la generosidad del aciano y agradeció muy conmovido.-Gracias, de verdad.
La pequeña niña, nieta del anciano de la cabaña mientras comían, subió y bajo del comedor con un libro que atrapo la atención de Saga. El libro llevaba de titulo "Mitología griega, las estrellas y las constelaciones".
Saga miro a la niña mientras mordía su pan y exclamó con dulzura.-¿Qué es eso?
La pequeña niña le mostro el viejo libro a Saga y exclamó:-Son cuentos que me dejan leer en mi escuela, aunque ahora ha enfermado la maestra del pueblo y no hay nadie que nos enseñe nada, así que lo único que pudo hacer es leer este libro de vez en cuando para entretenerme.
Saga le sonrió suavemente y acerco sus dedos al libro.-¿Puedo verlo?-le exclamo a la pequeña con curiosidad.
La niña asintió y le entrego el libro a Saga, quien lentamente lo hojeo, sintiendo como si todo lo que leía y veía en las imágenes ya lo hubiera conocido antes y dominara a perfección esas leyendas mitológicas.-Supongo que leí esto alguna vez antes de no saber quien soy…-suspiro mientras terminaba su comida. Sus dedos se detuvieron en aquella página donde se hablaba sobre Athena y un escalofrió recorrió su cuerpo mientras rozaba aquel nombre en las palabras."Athena".
Sin embargo, Saga cerró el libro y le sonrió a la niña devolviéndoselo sin nada más importante que agregar.
Tras terminar su comida, Saga agradeció y en un impulso, decidió a salir a explorar el pequeño pueblo junto a la niña para no perderse en el camino de regreso a esa pequeña cabaña donde el anciano y la niña le habían dado cobijo. La pequeña niña encantada del alto santo, sujeto la mano de Saga y camino con él por el pequeño pueblo mostrándole cualquier lugar, desde tiendas y tiendas de artesanías. Nada parecía familiar para Saga, por lo que un sentimiento de frustración se formó en él al no reconocer nada, sin embargo, continuo su camino con la niña hasta que llegaron a la escuela del pueblo. Algunos niños corrían por el patio aburridos mientras otros eran regañados por una joven dama pelirroja al verlos persiguiéndose los unos a otros. La dama mantenía su semblante bastante enfermo pues su nariz y la cobija en sus hombros revelaban que se encontraba en mal estado de salud.
-¡Maestra!-grito la pequeña niña a la dama pelirroja mientras jalaba a Saga para que le acompañara.-Ven, te presentare a mi maestra.
Saga asintió mientras seguía a la niña y al quedar a escasos pasos, Saga se reverencio en modo de saludo a la joven maestra del pueblo.
La niña alegre exclamó hacia la joven maestra enferma.-Mire maestra, el es Saga, mi abuelito lo encontró en las ruinas, va a vivir con nosotros.
La maestra quien apenas podía responder, asintió con un estornudo.-Oh vaya, mucho gusto señor.
Saga la miro con pena a la mujer y exclamó preocupado por su semblante-¿Se encuentra bien?
La joven asintió aunque eso era mentira, su semblante distaba mucho de tener buena salud, por lo que la pelirroja se animo a exclamar:
-En realidad no, me siento fatal pero en el pueblo no hay nadie quien pueda cuidar y enseñar a los niños, así que no tengo opción que hacerlo más que yo misma aun estando enferma.
Saga miro con pena a la mujer y exclamó guiado por su instinto:
-Si gusta…yo puedo ocuparme de ellos un tiempo, no debe ser difícil mantenerlos ocupados.
La joven pelirroja le miro incrédula y exclamo:
-¿Sabe leer, podría leerles un libro de historia y mitología griega?
Saga asintió sin reparo pues aunque no recordara nada de sí mismo, al menos sabia que contaba con esa habilidad, así que no le importo ayudar. La joven maestra sonrió y exclamó con dulzura a Saga:-Seria de mucha ayuda en lo que descanso un poco.
Saga sonrió y dispuso.-Bien, entonces ayudare.
Saga ni si quiera supo porque hizo, ya que debería estar más preocupado por descubrir quién era, sin embargo, la situación parecía de más urgencia que si mismo, por lo que llamo a los niños y los llevo a una sencilla aula para fungir como tutor.
A algunos kilómetros del pueblo donde Saga estaba, hacia el sur, había otro poblado que se reconocía al nombre de Rodorio donde otro caballero más había despertado de su sueño eterno, su nombre: Milo.
En aquel pueblo, en una sencilla posada, una señora regordeta y sonriente llamaba con insistencia a aquel hombre que alguna vez fue el santo del escorpión, Milo.
La señora junto a su esposo, lo habían encontrado tirado cerca de unas ruinas en las afueras del pueblo y lo había llevado hasta su posada tras verlo inconsciente. Ambos señores eran dueños de una posada sencilla y una tienda de abarrotes donde habían acogido a Milo como un hijo al verlo que no recordaba nada de su pasado y no tenia donde ir.
Milo, alegre y amable como era de forma nata, ayudaba en lo que podía en la posada y tienda de abarrotes, acomodando cajas en el almacén de la bodega o atendiendo a los turistas o visitantes del poblado que buscaban un sitio donde quedarse.
Milo sonreía y era cálido con todos tratando de adaptarse a esa nueva vida, sin embargo, a veces se quedaba perturbado mirando al horizonte tratando de recordar quién era o si alguien de las personas que pasaba lo reconocía. Y aunque eventualmente exploro varios lugares alrededor buscando algún indicio o preguntó entre algunos pobladores si lo reconocían, nada sucedía. Lo único que tenía en su mente era su nombre y el escorpión tatuado en su pecho con la constelación que al menos le daban indicios de su fecha de nacimiento. Y eso era lo único que le pertenecía.
La señora regordeta, al verlo distraído en la entrada de la tienda de abarrotes, le llamo a Milo para sacarlo de sus divagaciones:
-Hijo, ¿estas soñando nuevamente en las nubes?-bromeó la señora hacia el santo quien le miro divertido y exclamó.
-Es parte de mi naturaleza, no puedo evitarlo.
La señora amable se acerco a Milo y le entrego una hoja con un pequeño inventario.-¿Te importaría ir a entregar esta canasta de fruta a la casa del florista del pueblo?
Milo negó con una sonrisa y tomo la canasta de fruta en sus brazos mientras salía distraído rumbo a la casa del florista sin saber que el destino tenía algo por venir.
Milo llego a la pequeña florería del pueblo con el encargo de la cesta de frutas y toco la campana con suavidad esperando con paciencia ser recibido. Milo analizo el lugar, aquella era una florería modesta, pintoresca y con enormes vidrios que dejaban ver las flores de cultivo al interior, así como una bella joven rubia atendiendo.
En el interior, la linda joven rubia, de femeninas curvas y vestido con mandil de trabajo, abrió la puerta de la florería al escuchar el sonido de la campana y con sonrisa, se aproximo hacia Milo detrás de la pequeña reja de madera al aire libre en el patio. La sencilla joven de ojos verdes, se acerco a Milo mientras este le entregaba la fruta con cuidado mientras le recibía el dinero por parte del encargo.
-Se ven muy frescas, gracias.-dijo la delicada joven mientras Milo, como era, no pudo evitar sonreírle coquetamente.
-Por su puesto, son del día, ya sabes, no dudes en pedir más a menudo, quizás pueda hacerte un descuento especial.-expreso Milo con una gran sonrisa.
Sin embargo, el ambiente se torno tenso cuando mientras Milo y la joven rubia charlaban, detrás de ellos un hombre con un porte altivo y de hermosa cabellera celeste así como ojos hermosos y felinos, llamó a la joven florista para que volviera al local lo más pronto posible en una muestra de celos y posesividad evidente.
-Rose…-dijo aquel hombre con un lunar en su mejilla y hermosos ojos celestes.-Esa canasta de fruta es muy pesada, yo la llevare, tu vuelve adentro, yo atenderé al caballero.
La joven florista al oír aquella voz, asintió amablemente y giro mientras aquel hombre que respondía al nombre de Aphrodite tomaba la canasta de frutas de las manos de ella y la cargaba mientras la joven rubia se adentraba a la florería. Una vez solos, Aphrodite atento al coqueteo cínico de Milo hacia la joven florista, le correspondió su mirada de forma retadora.
-Mantén tu vista lejos de ella.-expreso Aphrodite con desdén a Milo una vez que estuvieron solos pues era claro el interés y protección que tenía en la joven florista.
Milo divertido ante la advertencia, con cierta arrogancia en su voz, exclamó:
-Solo la estaba ayudando, no tienes que preocuparte, gracias por la compra.
Tras ello, Milo hizo sus pasos hacia el sendero de vuelta a la tienda de abarrotes, mientras Aphrodite se aseguraba de perder de vista a Milo. Aphrodite sonrió triunfante cuando por fin Milo se perdió de su vista y volvió hacia la florería, observando a la delicada dama rubia que le hacía compañía en la florería tras los vidrios y perdiéndose un momento en sus pensamientos recordando como la había conocido.
Aphrodite había despertado solo en el bosque durante un atardecer tras su sueño eterno debido al castigo de los dioses. El terror, la soledad y desconcierto le habían invadido al encontrarse solo en el bosque y sin recuerdos de su pasado, dejando que sus hermosos ojos celestes se llenaran de lágrimas al sentirse perdido y desorientado como un niño desvalido.
Aphrodite no había tenido otro remedio que buscar una cueva en aquel bosque y dormir ahí hasta que tuviera un mejor plan para continuar. Había sido entonces que aquella joven delicada llamada Rose con su padre, le habían encontrado al día siguiente, pensando que estaba inconsciente al verlo dormido. Aphrodite no se asusto cuando Rose, la joven florista con la que ahora vivía, acaricio su mejilla con ternura y le despertó ,haciendo que Aphrodite pensará que era un ángel ante su belleza. Tras aquel evento, la florista junto a su padre llevaron a Aphrodite a su casa hasta que él pudo reponerse, alimentándolo y dándole un hogar donde quedarse. Para su sorpresa, había llegado a una tienda de flores y al tratar de colaborar en agradecimiento por haberlo ayudado, descubrió que tenía un talento innato para el cuidado de las flores, sobre todo las rosas. Y aunque no recordará nada, la destreza de sus manos al formar arreglos y cuidado de las flores, en especial las rosas, había hecho que Aphrodite fuera bien recibido en aquella casa, además que, podía mantener su tiempo en compañía de la joven florista que a su gusto, era más bella que cualquier rosa, por lo que se juro a si mismo protegerla en agradecimiento por haberle salvado.
Por otra parte, en aquel mismo pueblo de Rodorio, más al norte en unas viejas cabañas cerca del bosque, Aioria lentamente despertaba de su sueño eterno, observándose en el interior de una cabaña sencilla y encontrándose con un hombre con unos ojos similares a los suyos a su frente mientras reposaba en una cama de paja. Aioria miro ligeramente ansioso al hombre a su frente mientras este le sonreía con suavidad al verlo despertar y le ofrecía un vaso de agua.
-Por fin despertaste…-exclamó el hombre sumamente parecido a él. Su nombre, Aioros.
-¿Quién eres tú?-pregunto confundido Aioria mientras se reincorporaba en la cama de paja con ayuda del hombre.
-Mi nombre es Aioros.-exclamó el hombre castaño con amplia sonrisa. Aioria abrió los ojos sorprendido, pues no podía recordarlo dentro de su pasado, ni siquiera podía recordar donde estaba, sin embargo el único recuerdo, su nombre, era lo único que vagaba en su mente y al sonar tan parecido al de aquel hombre, un escalofrío tibio le hizo erizarse.
-¿Aioros dices…?-El rubio de los hermanos exclamo sumamente confundido y tímido.-Yo…me llamo Aioria.
Aioros alzo sus cejas incrédulo ante la similitud no solo de físico si no de nombre, por lo que su intuición no le fallo y resolvió, ambos eran familia, estaba casi seguro de ello. Y eso era un alivio, al menos se tenían ambos el uno al otro a pesar que ninguno de los dos recordaba nada.
Aioros entonces pregunto con suma esperanza de ser él, el único sin memoria de los dos.-¿Tu sabes quién soy yo?, no recuerdo nada excepto mi nombre.
Aioria negó aturdido mientras miraba a Aioros con tristeza.-No, esperaba que tú me lo dijeras a mí, yo solo se mi nombre también.-jadeo Aioria con desconcierto.
-Estamos en la misma situación entonces.-menciono melancólico Aioros mientras ambos se quedaban callados en sus propias reflexiones.-¿Qué extraño, no?, habremos sufrido el mismo accidente?.Aioria alzo sus hombros sin saber que responder.
Tras unos minutos de silencio, ambos compartieron una sonrisa dulce y se miraron con calidez. Aioros entonces se atrevió a pronunciar.-No pienses que estoy loco pero…creo que tu y yo somos familia, quizás hermanos, lo digo por el físico y nuestros nombre similares.
Aioria se miro a sí mismo en el reflejo de una ventana de la pequeña cabaña y noto el parecido de ambos. Sus ojos, su cabello desaliñado y las finas facciones de su cara, muy parecidas de ambos le hicieron saber que Aioros estaba en lo correcto.
-Sí, creo que eso es cierto.-dijo Aioria con timidez y luego se atrevió a bromear con seriedad y una pequeña sonrisa altiva.-Pero creo que yo soy más guapo.
Ambos rieron a pesar de las circunstancias debido a la broma relajándose en el ambiente. Aioria miro a su alrededor, todavía confundido por lo difícil de la situación y exclamo curioso:-¿Esta cabaña es tuya?
Aioros negó y susurro con serenidad.-No, la encontré vacía a metros de donde desperté en el bosque, parece que no vivía nadie aquí hace mucho tiempo y al no tener dueño, decidí traerte aquí conmigo ya que ambos no teníamos donde ir. Cuando desperté, te encontré a metros de mi y te traje conmigo esperando que despertaras, apenas he visitado el pueblo, pero parece un sitio muy hogareño y creo que podremos ser aceptados bien.-suspiro Aioros mientras se levantaba al comedor, para tomar un fruto entregándoselo a Aioria.- En el bosque había frutos, y es todo lo que tengo por si tienes hambre y un poco de agua del rio, pero creo que debemos conseguir más para sobrevivir, ¿Qué piensas?.
Aioria sin poder evitarlo se da cuenta de la situación de ambos y se deprime un poco mientras sostiene el fruto en sus manos dado por Aioros, sin embargo el mayor de los hermanos, sostiene el hombro de Aioria exclamando con entusiasmo.-No te preocupes, todo saldrá bien, vayamos al pueblo y quizás alguien pueda regalarnos comida a cambio de trabajo.
Aioria sin más remedio y tratando de resolver la situación lo más pronto posible, se puso de pie al saber que era el único plan disponible para ambos y accedió a ir al pueblo pesar de sus vacilaciones. Y así ambos hermanos se marcharon al pueblo en busca de alimento.
Tras andar algunas horas por el pueblo, Aioria y Aioros encontraron trabajo de cargadores de cajas en el puerto de aquel pueblo y tras terminar sus labores en la embarcación que le había contratado, ya con su paga en las manos, ambos hermanos se dirigieron a la tienda de abarrotes más grande del pueblo para comprar comida. Al entrar, ambos hermanos se acercaron a la vitrina y observaron a un hombre de cabellos largos azulados que acomodaba unos frascos algo aburrido.
-Bienvenidos.-exclamo el hombre de cabellos largos azulados quien no era otro que Milo de Escorpio. Aioria y Aioros lo miraron unos segundos, sintiendo un escalofrío de repente al mirarlo a los ojos, sin embargo, Aioros decidió no prestar atención a ello y exclamó animado:
-¿Podrías vendernos avena, carne y algo de arroz?, necesitamos comer algo contundente.
Milo al recibir el mandato de los hermanos de signo de fuego los atiende familiarmente al ver que son jóvenes al igual que él y ya que solo ha visto gente mayor en aquel pueblo, eso le hace sentirse menos solo, por lo que se le ocurre ganar su confianza y su amistad
- ¿Son nuevos por aquí?-les pregunta Milo curioso a ambos hermanos mientras los atiende.
Aioria asiente mientras Aioros sonríe amablemente al escorpión.-Yo trabajo aquí, pero no tengo muchos amigos, llegué hace poco.
Aioria de inmediato se interesa en lo dicho por el escorpión mientras Milo amable, toma algunas manzanas que ambos hermanos no habían pedido y se las regala gratis en un gesto de cortesía para ganar su confianza.
-¿Tienen tiempo, les importaría charlar un poco mientras les invito una cerveza?-expresa desparpajado Milo hacia Aioros y Aioria, quienes, sin otra cosa que hacer acceden a la propuesta mientras caminan con Milo hacia la salida del local rumbo a la taberna de enfrente no sin que antes el antiguo santo de Escorpio deje encargado a un trabajador del local en la tienda sin saber que aquello es el comienzo de una amistad misteriosa.
Mientras tanto, en la mansión de Julián Solo, Kanon continúa mirando a Julián con ansiedad, sintiendo el latido de su corazón galopando apresurado ante la energía que emana.
-¿Realmente quieres saber quién eres?-pregunta Julián a Kanon mientras le miraba serenamente al geminiano.
-Si, realmente quiero, lo necesito.-implora Kanon hacia Julián en un tono desesperado.
Julián entonces decide emitir su cosmo energía a través de la mente de Kanon, quien se derrumba al suelo con los ojos cerrados al instante al comenzar a tener visiones desde su niñez cuando era solo un bebe en brazos de Shion junto a Saga, su adolescencia silenciosa, su juventud junto a Saga hasta aquellos sucesos malditos en el Santuario, en el reino de Poseidón y por último, en el Inframundo en su última batalla con Radamanthys.
Kanon entonces abre sus ojos, ya empapados en lágrimas por sus recuerdos y mira a Julián con un gesto de fragilidad y ansiedad.
-Poseidón…-susurra para si mismo Kanon totalmente derrotado mientras mira desde el suelo a Julián.-Ya lo recuerdo, yo soy uno de los santos dorados de Athena, Kanon de Géminis y antiguo Dragón del Mar a tu servicio, Poseidón.
La revelación deja perpleja a Anya, quien no entiende nada mientras Sorrento quien la sostiene, sonríe irónico hacia abajo al ver que Kanon ha recordado todo, hasta sus propios pecados gracias al cosmos del dios del mar.
Kanon comienza a sentirse enloquecer al recordar su pasado de golpe debido al cosmos del dios, estando completamente vulnerable frente a Julián y totalmente desconcertado ante lo que había sucedido. Kanon se queda paralizado, sus recuerdos lo golpean como un maremoto y no puede creer lo que acaba de suceder.-¿Cómo es que estoy aquí?, no lo entiendo?-gime entre lágrimas Kanon atascando sus palabras con su llanto. -Mi alma estaba con mi hermano y los demás santos de oro en una prisión de los dioses, ¿Dónde están ellos?
-No lo sé…-responde determinante el dios.
Kanon entonces con todas su fuerzas, golpea frustrado el suelo y entre sollozos, grita aturdido.-¡Maldita sea!-mientras su puños se enrojecen de dolor y sangre ante la fuerza.
Anya, Sorrento y el mismo Julián miran a Kanon totalmente abatido y sollozante en el suelo y no saben que mas hacer. Tras unos momentos en silencio, el antiguo dragón del mar entonces se pronuncia para si mismo entre sollozos.
-Saga…hermano, ¿cómo pude olvidarte?, Saga, Athena, amigos…-dice el peli azul emanando un llanto amargo totalmente desconsolado. Anya sin dudarlo, se suelta de Sorrento y lentamente abraza a Kanon suavemente por su espalda en el suelo, quien aún permanece estaba completamente perturbado y fuera de si.
Julián al ver el gesto compasivo de Anya, se acerca a Kanon y en un guiño de misericordia, susurra para él.-Incluso, a pesar de lo que me hiciste a mí, no tengo intención de vengarme ahora, creo que el sufrimiento que tienes ahora, es suficiente para ti.
Kanon entonces sin poder evitarlo solloza aun más amargamente derrotado ante Julián tras aquella declaración mientras es abrazado por Anya. El desconsuelo y la tristeza no le permite razonar a plenitud De pronto, la boca seca de Kanon que hasta apenas había podido hablar debido a la impresión de lo revelado, ansioso se atreve a cuestionar al dios de los mares.-¿Dónde están los demás santos de bronce, Athena?, por favor, te lo suplico, dime que es lo que ha pasado, qué sucedió en la batalla de Hades?.-exclamó Kanon sujetándose a los pies de Julián.
Julián entonces ante la ansiedad de Kanon, murmura totalmente sereno.-La batalla con Hades ya termino favorable para la diosa y la humanidad, sin embargo, Athena decidió sacrificarse por Seiya y todos sus demás santos.-Julián continua con seriedad.- La reencarnación de Athena de esta era a la cual debían proteger ustedes como santos, sacrifico su divinidad para liberarlos del castigo de los dioses en la prisión del cielo, entre ellos a ustedes y a sus santos de bronce. Ahora ella vive en su ciudad natal en Japón, y lleva una vida común como un mortal más sin sus recuerdos como diosa al igual que sus santos y sirvientes, que no mantienen ningún recuerdo de su pasado como sus protectores ni leales. Athena les libero de su sufrimiento con su sacrificio ante Apolo y les dio una nueva oportunidad para vivir su vida como mortales comunes aunque ustedes hayan sido guerreros poderosos a su servicio, considero que ya que lo ha hecho, no deben desafiar su último deseo y deben usar esta nueva vida y sus virtudes a favor de la humanidad y la paz hasta el último día de su existencia como lo hacemos ahora los marinos y yo mismo.
Kanon se queda perplejo ante lo dicho mientras mira sensiblemente a Julián con los ojos hinchados. Julián entonces exclama totalmente calmado.-Respecto al paradero de los demás santos, no lo sé, deben estar en alguna parte del mundo viviendo sus vidas con el mismo desconocimiento que tu sobre su vida como santos de Athena y de la existencia de otros como tu.
Kanon entonces exclama con determinación poniéndose de pie aun en lágrimas-Si estamos en Grecia, quizás estén el Santuario, debo ir a buscarlos.
Julián entonces exclama con seriedad.-Nada de lo que conociste Kanon, existe actualmente, en su lugar solo hay ruinas que esconden la verdad al mundo sobre lo que una vez sucedió.
Kanon abre los ojos incrédulo mientras se llena de un miedo desconocido. ¿Su hogar, lo único que conocía como vida, ya no existe más?, se pregunta a si mismo Kanon.-¡¿Qué dices?!, eso debe ser una mentira.
Julián mira con indulgencia a Kanon a pesar de ser cuestionado siendo un dios.
-Es verdad.-asegura Sorrento mientras mira a Kanon totalmente vulnerable.
El dios de los mares, explica.-Es como si de un día a otro el Santuario no hubiese existido, ahora tan solo es una leyenda, un cuento que solo quedará en los recuerdos de algunos cuantos.
-¡Era nuestro hogar!-exclama en llanto y rabia Kanon mientras Anya le consuela dulcemente acariciando su espalda aun incrédula por ese mundo de guerreros y dioses que ella como mortal desconocía y es casi imposible de creer.
Kanon entonces susurra angustiado.-Todo esto es demasiado, no puedo creerlo, todo lo que conocí, mi vida como caballero, Athena, Saga, mis hermanos…-dice sin poder seguir más.-¿Y si no hay más Santuario ni otros caballeros dorados entonces donde estaré yo, que se supone que haré?
Julián entonces exclama calmado.-Si lo deseas y si no tienes rumbo que seguir, puedes quedarte con nosotros aunque por lo que veo estas viviendo con Anya, sea como sea, quizás si te quedas y trabajas para nuestra fundación en pro de la paz y la humanidad, puedas encontrar a otros santos dorados y averiguar su estadía, sobretodo de Saga.
Kanon asiente accediendo a la oferta sin tener la mente clara. Anya entonces sujeta su brazo y susurra suavemente.-¿Entonces te quedas aquí, con Julián?
Kanon afirma con su mirada triste y algo perdida sujetando la mano de la joven castaña.-Si, me quedaré aquí.
Anya entonces toma su bolso y se acerca para acariciarle la mejilla en forma de despedida.-Que encuentres a paz que necesitas y a tus seres queridos Kanon, yo solo quiero que seas feliz.-dice Anya mientras le mira fijamente a los ojos, brillando mientras contiene sus lágrimas.-Mi casa siempre estará abierta para ti cuando desees.
Kanon sonríe débilmente y exclama hacia ella.-Gracias, yo también espero encontrar pronto a mis amigos y hermano, pero si me necesitas, no dudes en buscarme aquí con Julián. En cuanto encuentre lo que busco, prometo que te visitaré, cuídate hasta entonces.
Anya agradece con su mirada triste las palabras de Kanon y le da un último beso en su mejilla antes de desaparecer en la puerta dejando a Kanon con un sentimiento aun más profundo de desolación y nostalgia al ver partir a Anya.
Aquella tarde, Kanon se hospeda en la enorme mansión de Julián, suspirando con melancolía y sollozando en silencio durante aquella noche, misma que, sin resistirse, sale hacia el lugar que conocía se ubicaba el Santuario.
Al llegar, el geminiano recorre ansioso aquel sitio sepultado entre tierra al que algún día llamo hogar y del cual solo quedan ruinas, dejando que sus ojos descarguen sumas lágrimas a cada paso. Al darse cuenta que el Santuario ya no existe, Kanon descarga su llanto con fuerza hasta que el aire en sus pulmones se evapora y cuando las horas pasan y por fin encuentra la calma, vuelve a la mansión de Julián decidido a encontrar a su hermano y amigos.
Al día siguiente, Kanon ligeramente desmañanado, se presenta ante Julián y exclama ansioso.-Lo siento, no puedo quedarme aquí, necesito buscar por mi cuenta a Saga.
Julián le mira y exclama con suma calma.-No puedo retenerte, así que si deseas ir, está bien, pero es mejor que nos dejes a nosotros, puedes tardar mucho tiempo en ello, pero si aun así deseas ir, te daré una gratificación en dinero en consideración a Anya, quien te ha mandado tu equipaje de su casa.
Kanon asiente ruborizado ante ello y asiente.-Te lo agradezco mucho y a Anya, a pesar de todo.
Tras aquella charla, Kanon toma algunas prendas que Anya le ha dejado en la mansión de Julián y, así con un poco de dinero, va en busca de Saga al único lugar que recuerda como suyo, el pueblo de Rodorio. Kanon pasea por Rodorio y aunque busca con insistencia algún indicio, nadie puede decirle nada, por lo que entonces se decide ir un poco más al sur. Es entonces que mientras se hospeda en aquel pequeño pueblo de Rodorio, una carta llega desde la ciudad. Desde la fundación de Julián, se le informa a Kanon que Saga se encuentra cerca de ahí, en Ítaca a unos kilómetros de donde él esta.
Sin pensarlo, Kanon toma sus cosas y va hacia Ítaca, ahí avanza de prisa por los senderos de la ciudad hasta la zona en donde se le ha localizado a Saga, en una pequeña escuela rural.
Kanon entonces siente como su corazón se detiene cuando al llegar a la escuela, ve a su hermano Saga en compañía de una decena de niños pequeños jalando de sus sencillas ropas en forma de despedida. Kanon se detiene y lo observa a distancia tras un árbol mientras sus ojos se llenan de lágrimas sin que pueda evitarlo. Saga despide uno a uno a los niños mientras la mente de Kanon está llena de emociones, la primera alivio tras haber encontrado a Saga pero también preocupación por su reacción una vez que lo vea.
Es entonces que Saga se queda solo en aquella pequeña aula acomodando los viejos libros que los niños han desacomodado y se lleva las manos a la cara visiblemente cansado.
Kanon entonces sabe que es el momento y se acerca sigilosamente a su hermano, sin querer perder más tiempo. Una vez que entra a la aula, su corazón comienza a latir desbocado dando paso a paso hacia Saga.
El mayor de los gemelos al oír pasos a su espalda, percibió un escalofrió en su espalda y sin perder más tiempo, giro su vista hacia su espalda. Lo que vio le hizo detener toda respiración.
Saga se sintió de momento asustado, perturbado, ansioso al ver a Kanon, sin embargo, su boca seca le invito a preguntar a pesar de lo obvio.-¿Quién, quien eres tú?
Kanon se estremece al escuchar la voz de Saga, tan cálida y calmada como recordaba y dando de cuenta que al igual que le cuando apareció en la playa, Saga no recuerda nada de su vida, a lo que responde con timidez.-Soy yo… Kanon, tu hermano.
Saga abre sus labios asombrado, como si hubiera visto un fantasma y exclama confundido.-¿Mi, mi hermano?
Kanon asiente y responde ansioso.-Si, soy tu hermano menor, soy tu gemelo.
Saga se acerca a Kanon tocándolo del hombro para saber si no era una alucinación y por instinto, dándose cuenta de lo real que es, sus ojos comienzan a emanar lágrimas silenciosas mientras mira a Kanon.-Yo…creí que no tenía a nadie más en el mundo-Dice Saga visiblemente afectado.
Kanon no puede resistirse más y comienza a sollozar, acercándose más y más.-Lo siento mucho, yo también creí que no tenía a nadie.
Tras lo dicho, Kanon no puede evitar llorar con más fuerza y en un llamado al corazón, se abraza a Saga con fuerza mientras sus lágrimas caen como lluvia por sus mejillas.-¡Hermano!-dice Kanon llorando en su hombro.
Saga no se resiste y corresponde el abrazo, sintiendo que todo lo que ha vivido ha valido la pena tan solo por ese abrazo. Ambos se mantienen unidos en aquel abrazo mientras el sentimiento fluye entre ambos.
Tras unos minutos, ambos se separan un poco y se sonríen, sin embargo , Kanon sufre un poco al ver que su hermano de no ser por su aspecto idéntico, poco hubiera creído que son familiares al no recordar nada de su pasado.-Siento mucho haberte dejado solo Saga.
Saga sonríe y exclama con dulzura.-Sabes , yo no recuerdo nada excepto mi nombre y que aparecí en este pueblo sin nada más, ¿tu podrías ayudarme?
Kanon le mira con un gesto lastimero y exclama mintiéndole para no causarle dolor.-No, yo tampoco recuerdo nada….solo sé que lo único que quiero hacer es estar contigo, hermano.
El destino aun tenia hilos por cruzar.
Continuará….
En este Fanfic, siguiendo lo dispuesto en el final de Next Dimension, el Santuario ya no existe como tal, sus ruinas. Espero les este gustando, en el siguiente capitulo vendrán más dorados por aquí, gracias por su tiempo.Y un especial agradecimiento a Goddess Artemiss y Krista.
