Se estaba acabando el tiempo.


Habían pasado varios minutos desde que los pavo-halcones se hubieran marchado. En las puertas del castillo de Twilight, Trixie y los Young-Six se encontraban en medio de un encuentro ... 'dificil'.

"...realmente ha sido un día difícil," terminó de decir Ocellus.

"Sí, ni lo menciones. Todos esos pavo-halcones, qué loco...," rió Trixie algo forzada.

"Sí, muy loco... ¿Quién podría haberlos llamado?" añadió Gallus en voz baja, no obstante en medio de la infructuosa conversacion, fue claramente escuchado.

Todos voltearon a ver a Gallus de inmediato, incómodos, pero a él no pareció importarle y siguió mirando a otro lado.

Trixie ya había notado antes este comportamiento. No era una buena señal.

("¿Está molesto conmigo? ¿Le hice algo hoy? ¡Piensa Trixie! ¡Piensa!") Desde que despertara casi sin memoria rodeada de pavo-halcones, Trixie había estado exigiendo al máximo su cerebro para darle un sentido a por qué estaba en esa situación.

Después de revisar en su capa y sombrero, encontrando una gran cantidad de botellas de sidra y bolsas de pastel de calabaza mal guardadas, Trixie llegó a la única conclusión lógica: 'tal vez' se hubiera dado el caso de haber perdido 'un poco' las riendas después de la alocada fiesta de la noche anterior.

Pero en situaciones como esa, se suponía que contaba con Starlight como seguro...

("¡Maldición Starlight, me juraste que me vigilarías cuando me pasara de copas con la sidra!") culpó a su amiga en sus pensamientos. Con sus recuerdos incompletos, la despistada Trixie continuó en silencio, imaginando posibilidades sin notar que estaba siendo observada.

"Consejera Trixie, ¿se encuentra bien?" preguntó Ocellus, notando la sospechosa conducta de Trixie.

"Sí, sí, todo bien," respondió de inmediato Trixie, esforzándose en mantener una imagen calmada. "Ah, por cierto, ¿dónde está Starlight?"

"No está," respondió de inmediato Smolder, sumamente seria.

"¿No está?" replicó Trixie, con un escalofrío recorriendo su espalda. ("Entonces eso significa que...") pensó en su interior.

"Tampoco está el subdirector Sunburst," añadió Sandbar desde su silla de ruedas, también serio.

"Hoo, ya veo..." respondió Trixie con una falsa calma. ("¡TAMBIÉN SUNBURST!") gritó alarmada dentro de sí.

El pánico inundaba a Trixie; en medio de un razonamiento equivocado, los recuerdos de haber pasado por algo similar antes llegaban a ella como rocas.

Muchas lunas atrás, Trixie y Starlight habían ido a un evento de caridad en Manehattan, donde, tras conocer a muchos corceles, terminaron siendo invitadas a una gran fiesta en el club nocturno más popular de esa gran ciudad. Sin nada que perder, solo queriendo divertirse, ambas amigas terminaron yendo a aquel lugar.

Cuando despertaron al día siguiente (sin memoria alguna de la noche anterior), se encontraron muy juntas en la cama, en el cuarto de Maud, con un amarrado Sunburst atrapado en el baño de la casa. Ignorando el disfraz de princesa Twilight que tenía puesto Trixie, el uniforme militar de Starlight, las cadenas de Sunburst y la gran cantidad de botellas de sidra en el suelo, el grupo de amigos (incluyendo a Maud) juró nunca más volver a mencionar aquel incidente en sus vidas.

("La sidra, siempre es la sidra...") ya segura de lo que realmente estaba pasando, Trixie tomó la iniciativa antes de que alguien más hablara.

"...muy bien, sé que tienen muchas preguntas, pero para tener una charla así de importante es mejor tener un buen ambiente. Vayamos antes adentro. ¿Están de acuerdo?" propuso Trixie en tono muy maduro, apuntando al castillo. No lo decía porque realmente quisiera continuar esa conversación; quería huir. Pero sus amigos estaban en problemas, incluso si no resultaba siendo su culpa, tenía que hacerse cargo.

Tenía que proteger la imagen respetable de sus amigos ante los alumnos. (Como ponis adultos sin problemas con la sidra).

Tras la propuesta de Trixie, los Young-Six se miraron confundidos entre sí.

"Está bien..." respondió finalmente Sandbar, dudoso y cansado. El resto de sus compañeros asintieron en silencio.

En su interior, Trixie casi saltó de la emoción; aún mantenía el control de la situación. Ahora que estaba a cargo, debía ser muy cuidadosa en su próximo movimiento. Debía averiguar más de lo ocurrido esa mañana sin llamar la atención...

"Muy bien, entonces vayamos adentro," dijo con el temple en alto, y se dirigió al castillo liderando al grupo.

Los demás, muy cansados, la siguieron... excepto Ocellus.

"Consejera Trixie," la voz firme de Ocellus se escucho desde atras. La joven cambiante no se habia movido de su lugar, y Trixie, a mitad de las escalinatas, se detuvo y giró para mirarla, seguida por el resto.

"¿Ocurre algo, querida?" preguntó Trixie, tratando de mantener su tono despreocupado.

"¿Usted realmente...?"

Justo cuando Ocellus iba a completar su pregunta, fue interrumpida.

Un intenso crujido semejante a una tubería siendo ajustada se escuchó en los alrededores. Por un momento todos se quedaron petrificados y, angustiados, levantaron la mirada al cielo, temiendo que una nueva desgracia estuviera a punto de caer sobre ellos.

Afortunadamente, no era así. El crujido se repitió y todos volvieron su mirada hacia su cercano origen.

En medio del grupo de amigos, una inquieta Yona les devolvió una mirada culpable.

"Yona aún no haber almorzado."

No era la única.

Otros crujidos se escucharon al unísono, sumándose al de Yona.

Ninguno de los Young-Six había comido. Los constantes incidentes de aquel día les habían privado de un normal almuerzo.

"Entiendo..." respondió Trixie, también dándose cuenta de su propia hambre. "¿Qué ibas a preguntar, Ocellus?"

"Ehmm, no es nada..." respondió la cambiante, de pronto dudosa.

"Está bien... entonces, primera parada: ¡el comedor!" Trixie retomó su ruta con firmeza.

De este modo, por fin, despues de dia infernal lleno de contratiempos, Trixie, acompañada de los Young-Six, ingresó al castillo de Twilight.

Apenas tras cruzar las puertas, decidió hacer su astuto movimiento.

"Ehmm... Silverstream, querida," dijo Trixie sin voltearse.

"¿Sí?" respondió la hipogrifo asomando detrás del grupo.

"¿Podrías contarme cómo ha sido tu día... con todo lujo de detalles?" pregunto la unicornio haciendo enfasis en sus ultimas palabras.

"¿Con todo lujo de detalles?" replicó Silverstream, insegura. "Emmm... disculpe, consejera Trixie, pero tengo una orden academica para dejar de ser tan detallista cuando doy explicaciones."

"En serio y ¿quien te la dio?"

"Creo recordar que fue usted quien me la ordeno..."

"¡¿Eso hice?!" respondió brusca Trixie, para luego volver a su fingido profesionalismo. "Ah, sí, cierto, querida, pero hoy me siento muy abierta a escuchar a los demás, así que no te preocupes, solo hazlo."

"¿En serio? ¡Hiiii!" exclamó de pronto emocionada la hipogrifo, dando aleteos. "A ver ... esta mañana cuando me desperté vi el sol, me pareció menos amarillo que otros días, fue algo raro, luego cuando fui a bañarme estornudé tres veces y media antes de entrar al agua, es de mala suerte para los hipogrifos..."

Asi continuo hablando Silverstream rápida y casi sin respirar. Adelante de ella, las expresiones aburridas de sus amigos se hicieron más pesadas; por su lado, Trixie sonreía satisfecha.

Con una idea completamente equivocada de la situación, Trixie marchaba hacia su destino.

A sus espaldas, las puertas se cerraron por última vez aquel día.

/ -

"... entonces buscamos y buscamos por todo el castillo al subdirector Sunburst, pero no había rastro de él. También nos ayudó la amiga que trajo el subdirector... ¿cómo se llamaba? ¿Derpy? No recuerdo bien su nombre, pero sí su chaqueta de cuero. ¡Estaba divina! Debería preguntarle dónde la consiguió cuando la vuelva a ver. Ahora que lo pienso, tampoco la hemos visto desde entonces... tal vez se fue a casa. ¡Sí, seguro hizo eso! Como decía, estábamos buscando y buscando hasta que nos reunimos en la puerta del castillo. Entonces Gallus apareció y nos dijo que los malvados pavo-halcones se la habían comido. ¡Santa perla! ¡Sentía que se me caían las plumas en ese momento!"

Silverstream no había parado de hablar, incluso después de que varios de sus compañeros habían terminado de almorzar. En la mesa del comedor solo quedaban Trixie, Yona, Sandbar y Silverstream. Esta última aún no había probado bocado; su tazón de cereales de algas con leche de pepinos de mar permanecía intacto. Nadie se lo había hecho notar, mucho menos Trixie, quien estaba absorta procesando toda la información que la joven hipogrifo le estaba entregando.

"Ajá..." murmuró Trixie, bebiendo de una taza ya vacía. Había estado así por bastantes minutos.

"Consejera Trixie, ehmm... ¿quiere más refresco?" preguntó Yona, observando la taza vacía que sostenía.

"Ajá..." respondió mecánicamente la unicornio.

Yona llenó su taza, y también la de Sandbar, que observaba preocupado la escena, especialmente a Trixie. Ocellus y los otros, antes de dejar el comedor, le habían pedido en privado que la vigilara y avisara si hacía algo raro.

("¿Hacer algo raro?") pensó Sandbar angustiado. Incluso alguien como él no podía evitar pensar que todo lo relacionado con Trixie aquel día era raro.

"... entonces usted dijo, 'así que no te preocupes, solo hazlo' y aquí estamos, aunque ahora que lo pienso... ¿no debería contar también lo que los demás podrían estar pensando? ¡Ay, lo siento! ¡Empezaré de nuevo!"

"Es suficiente, Silverstream querida... gracias por todo," respondió Trixie, levantando de pronto el casco.

"Ahh, gracias a usted, consejera Trixie. Hablar siempre me ayuda a bajar el estrés y, con todo lo ocurrido hoy, ¡sentía que estaba a punto de explotar!" terminó de decir Silverstream antes de que su estómago rugiera. "Ajajajaj ¿dije explotar? ¿Quizá implosionar? Jajaja, si me disculpa..."

Sin decir una palabra más, Silverstream comenzó a devorar su tazón como un cerdo hambriento. Trixie, por su parte, no le dio importancia. Con una mirada perdida en el techo, de un solo trago terminó el refresco de su taza. Acto seguido, se recostó en su asiento lanzando una exhalación tan intensa que silbó en toda la habitación. Yona, Sandbar y Silverstream (que ya casi había terminado su tazón) volvieron su mirada hacia ella.

"¿Se encuentra bien?" preguntó Sandbar, tan angustiado como los demás.

"¡No!" respondió tajante Trixie.

"¿Eso es porque...?"

"No... no lo entiendo. ¿Realmente hice todo eso?" interrumpió Trixie con una mirada perdida. "Anoche fui a la fiesta en casa de Maud, recuerdo haber bebido sidra, no sé cuánto, pero... ¡pero Starlight estaba conmigo! ¡Volvimos juntas! Y luego... lo que pasó esta mañana... aughh."

Llevándose los cascos a la cabeza, el rostro de Trixie se deformó como si concentrara todas sus fuerzas en el solo acto de pensar. Permaneció con los ojos cerrados por varios segundos hasta que finalmente sus patas cayeron rendidas por el cansancio. Una exhausta Trixie, ya rendida, miró por fin a sus alumnos. Casi parecía que humo salía de su cabeza. Había agotado sus fuerzas mentales en el inútil esfuerzo de obtener recuerdos que ya no existían. Ahora, en ese momento de debilidad, su fachada de adulta profesional estaba totalmente rota.

Los Young-Six no eran niños. Podían verla y pensar por sí mismos. Incluso alguien constantemente distraída como Silverstream podía razonar lo que estaba pasando y decirlo.

Y así fue...

"¿Consejera Trixie, usted... no recuerda nada de lo que pasó esta mañana?"

Lentamente Trixie asintió sin expresión alguna en su cansado rostro. Los Young-Six se miraron entre sí, confundidos.

"¿Pero cómo...? Usted ya había hablado con Silverstream hace apenas unas horas, incluso había discutido con Ocellus," cuestionó Sandbar, tan incrédulo como los demás.

"¡No sé nada de eso!" respondió Trixie, acorralada. "Yo... cuando desperté esta mañana estaba afuera del castillo... ¡en una cama de arena y plumas! ¡Rodeada de pavo-halcones! ¡No sé cómo rayos acabé ahí! Y antes de eso... no recuerdo nada. ¡Les digo la verdad!" terminó implorando Trixie.

"Pero consejera decir antes que entendía lo que pasaba..." señaló Yona.

"¡Estaba actuando!" explotó Trixie rabiosa, solo para caer deprimida de vuelta.

Ni Sandbar, ni Yona, ni Silverstream sabían qué responder. La sorprendente confesión de Trixie era algo difícil de creer, pero la intensidad de su voz y expresiones se sentían innegablemente auténticas. En efecto, Trixie no estaba actuando. Estos realmente eran sus sentimientos, ahora totalmente al descubierto.

El silencio inundó el comedor. En un extremo de la mesa, una cabizbaja Trixie miraba el suelo, pareciendo una niña atrapada después de una travesura. Del otro lado, los Young-Six reflexionaban incómodos sobre qué hacer a continuación; estar en una posición de adultos definitivamente no iba, al menos, con ellos tres.

"BIP, BIP, BIP..." El sonido de una débil alarma rompió el silencio, llamando la atención de todos.

Yona revisó en su bolso y apagó la alarma de su reloj.

"Es hora de medicamentos."

"¿Ya? Lo había olvidado por completo. Gracias por recordármelo, Yona," dijo Sandbar.

"Descuida, Yona preparará una taza de agua tibia para que amigo pueda tomarlos."

Sin decir más, Yona rebuscó en la bolsa detrás de la silla de ruedas de Sandbar, sacó unas tabletas de pastillas que colocó en la mesa y acto seguido comenzó a preparar el agua tibia que su amigo necesitaría para tomarlas.

Aun en silencio, Trixie observó preocupada todo esto mientras Silverstream terminaba rápidamente su comida. La voraz hipogrifo no tenía intenciones de desaprovechar aquella oportuna interrupción.

Fue entonces que ocurrió.

Inconsciente, tal vez su curiosidad innata, quizá era su cerebro intentando buscar una distracción al intenso estrés en el que se encontraba. Cualquiera haya sido el motivo, Trixie hizo entonces la pregunta más importante de ese día.

"¿Por qué Sandbar está en silla de ruedas?"

Hubo un momento de silencio.

"Ehmm ... tuve un accidente durante..." comenzó a responder Sandbar en un tono de voz bajo, propio de él.

Desafortunadamente para Sandbar, fue por esto mismo que fue ignorado.

Silverstream, que estaba más cerca y acababa de terminar su almuerzo, se adelantó y respondió con entusiasmo a la pregunta de Trixie.

"Es porque Gallus le rompió las piernas durante la invasión de los Orquídea-Pulpos de las semanas pasadas. Esos monstruo se metieron en su cabeza y lo volvieron malvado. ¡Fue terrible! Comenzó a atacar a todo el mundo y a dar discursos de villano. La princesa Cadance peleó contra él y lo venció, pero escapó con esos monstruo hacia el bosque. Ahí fue cuando Gallus logró alcanzarlo y lo atrapó para liberarlo del control mental. No fue nada bonito cuando..."

Silverstream se detuvo a mitad de su monólogo notando las miradas de sorpresa que caían sobre ella.

La hipogrifo estaba hablando de más.

"Ups... no debí decir eso. Jajaja ... Lo siento." Silverstream comenzó a hundirse en su asiento dándose cuenta de su grave desliz.

Mientras sus amigos la observaban incómodos, Trixie continuó.

"Eso pasó durante mi ausencia... ¿la invasión de los Orquídea-Pulpos, verdad?" preguntó absorta.

"Sí, eso desafortunadamente pasó," confirmó poco entusiasta Sandbar. "Pero no se preocupe, consejera Trixie. Ya me encuentro mejor y comenzaré mi rehabilitación la próxima semana. Además, todos los Orquídea-Pulpos fueron capturados, aunque el bosque aún está en cuarentena. No ha habido ningún incidente reciente, así que es probable que ya no quede ninguno."

Al terminar de hablar, Yona y Silverstream asintieron, confirmando las palabras tranquilizadoras de su amigo.

Pero una nueva emoción, nada tranquilizadora, comenzó a invadir a Trixie. Dentro del remolino de ideas que empezaban a girar en su cabeza, un rostro le vino a la mente como una revelación...

Gallus.

Haciendo a un lado sus propias preocupaciones, Trixie se puso de pie y, muy seria, se acercó a Sandbar.

"Cuéntame todo lo qué sucedió..." En papeles totalmente invertidos, Trixie preguntó en un tono adulto imposible de negar.


Ocellus estaba teniendo problemas para aclarar su mente. El ataque de los pavo-halcones, la negociación con Fathungry, la posterior conversación afuera del castillo... Sumado a eso, los sucesos acontecidos desde la mañana habían incrementado su confusión.

Y por supuesto, todo giraba en torno a Trixie y su impredecible comportamiento.

("¿Cómo puede estar la consejera tan tranquila conversando con los pavo-halcones y luego con nosotros? ¿Acaso ha perdonado a todos así nada más? ¿O podría estar planeando una horrible venganza posterior?") Así había pensado Ocellus, poco después de que los pavo-halcones se marcharan y se quedaran solo con Trixie.

Lo que ocurrió después destruyó todas las expectativas que había imaginado.

Totalmente indiferente, Trixie había conversado con ella y los demás como si fuera otro día normal, como si nada de lo ocurrido esa mañana jamás hubiera pasado. No solo eso, su desconcertante estado físico sin daño o cansancio contrastaba duramente con la grave situación de vida o muerte en la que había estado minutos antes.

La sonrisa confiada de Trixie, sus gestos tan naturales y ordinarios, sus palabras tan propias de su persona, habían sembrado el desconcierto (y el miedo) en el corazón de Ocellus.

En ese inquietante escenario, la idea de que Trixie hubiera caído en la demencia absoluta golpeó fuerte a Ocellus, tanto que estuvo a punto de decírselo.

Pero... no lo dijo. Se sentía estúpida de decirlo. Aún más... se sentía cansada.

No era la única. Sus compañeros se encontraban en las mismas. Así, pensando en los demás, no protestó ante la surrealista idea de ir a almorzar primero, descansar, salir a ventilarse y luego...

Compartir algunas de sus 'inseguridades' con sus compañeros...

"¿Que la consejera Trixie es una changeling?" replicó Gallus, sorprendido.

"Es demasiado absurdo, ¿verdad?" respondió Ocellus, dudosa de su idea.

"Uhmm, no tanto. No lo había pensado..." reflexionó el grifo, tocándose el mentón con una garra.

Ambos, Ocellus y Gallus, se encontraban esperando a Smolder en el pasillo principal del castillo.

"No lo digo en serio, Gallus. Sé reconocer a otro de mi especie. Pero eso fue algo que pensé después de conversar con ella antes. Actuaba raro... como si improvisara, igual que..."

"... la directora Starlight esta mañana", completó Gallus las palabras de su amiga. "Ella también estaba actuando raro..."

"Espera... ¿tú también lo notaste?, pero dijiste que no habías notado nada antes..."

"Antes, cuando el día aún no se había hundido en la locura... uhmm." Gallus, repentinamente reservado, le dio la espalda a su amiga y empezó a reflexionar por su lado.

Extrañada por este comportamiento, Ocellus levantó una ceja mirándolo por detrás. Gallus tambien estaba actuando raro...

Entonces, una puerta del segundo piso se abrió y de allí salió ágilmente Smolder.

"¡Ahí están! ¿Y qué tal les fue? ¿Uh...?" dijo Smolder desde arriba mientras descendía en un batir de alas, pero se detuvo al ver los rostros preocupados de los demás.

Sus amigos volvieron la mirada de inmediato hacia ella.

"¿Pasó algo?", interrogó la dragona al llegar con ellos.

"No es nada..." respondió Ocellus.

"¿Smolder, crees que la consejera Trixie sea un Changeling?" preguntó de pronto Gallus, ignorando a Ocellus.

"¿Eh?" respondió confundida Smolder por la pregunta.

"¡Gallus, te dije que no lo tomes en serio!" reclamó Ocellus.

"Solo pregunto", se encogió de hombros Gallus, mientras Smolder se rascaba la cabeza.

"Ok, no sé de qué están hablando, pero sobre eso... no lo creo. La consejera no podría ser una Changeling, al menos no olía como una", dijo Smolder.

"Espera... ¿puedes diferenciar el olor de un Changeling?", repuso sorprendida Ocellus.

"Los dragones tenemos un excepcional sentido del olfato... Además, haber compartido cuarto contigo soportando tus estacionales transpiraciones nocturnas ya me dio una idea bastante clara de a qué huele un Changeling."

"¿Podías oler mis transpiraciones nocturnas? Ouch..." una sonrojada Ocellus comenzó a achicarse haciéndose a un lado.

"Bueno, eso es mucha información innecesaria, pero volviendo a lo de antes. Gracias, Smolder, yo tampoco lo creo, pero necesitaba confirmarlo contigo."

"No hay problema. ¿Pero por qué esa pregunta?"

"Pues la verdad, ya no sé qué más pensar... todo ha sido muy raro hoy", respondió Gallus.

"Raro, demasiado raro..." repuso Smolder en un tono más serio. "Revisé arriba en los cuartos superiores del castillo y afuera. No hay señales de la directora o el subdirector. Todo está perfectamente en orden."

"Es lo mismo por acá. El salón del mapa y las otras oficinas estaban limpias. Casi como si lo hubieran dejado así a propósito... ¿Y cómo te fue abajo, Ocellus?"

"Igual. Tal como lo dejamos. Salvo por el cuarto de seguridad que estaba cerrado y no pude ingresar."

"Espera, ¿no tenías la llave?", preguntó Smolder.

"No, se la di al subdirector Sunburst... antes de que desapareciera", respondió Ocellus cabizbaja.

"Uhmm, mal ahí. No debimos darle todas las llaves cuando llegó", reflexionó Gallus.

"¡Qué lío! Pero en serio, ¿en qué estaban pensando? ¡Irse al festival sin decirnos nada!", protestó Smolder de pronto.

"¿Crees que todos se fueron al festival en Canterlot?", preguntó Ocellus, algo dudosa.

"¿Qué más podría ser?"

"Pero sin dejar ningún mensaje atrás. ¿Así nada más?", señaló Ocellus.

"Los mayores tienen otras prioridades, Ocellus, y la directora a veces también suele ser tan descuidada como su 'amiga'", añadió Gallus.

"Ahí vamos de nuevo con eso..." murmuró cansada Smolder, y no era la única.

"Ya puedes dejar eso, Gallus. Todo el día no has estado más que hablando mal de la consejera Trixie y eso no nos ha ayudado en nada."

"¿Hablando mal?... Mira, Ocellus, entiendo que tengan una gran estima por la consejera y los demás mayores, pero yo sé lo que vi. Ella es culpable de la invasión de los Orquídea-Pulpos y no sorprendería que sea la culpable de lo que sea que esté pasando ahora."

"¿Así que esa es tu hipotesis, Gallus? Culparla así, nada más, ¿sin pruebas?", repuso Smolder, molesta.

"Mis ojos me dan la suficiente prueba y mi instinto de grifo me dice que es así."

"Solo es resentimiento, Gallus. Pensaba que eras más maduro que esto."

"Soy lo suficientemente maduro. Tú eres la que está siendo demasiado ingenua al creer tanto en los mayores y tratar a la consejera como si no pasara nada."

"No estoy siendo ingenua, Gallus, ni crédula. Estoy siendo justa al darle una oportunidad mientras pienso en la seguridad de los demás. Todos pasamos por la misma desgracia semanas atrás. ¿Recuerdas? Y no estamos alzando espadas de venganza ahora. Lo superamos, incluso Sandbar, que fue el más afectado, lo superó. ¿Por qué tú no lo superas?" respondió Ocellus, sumamente severa.

"¡Tú no estuviste allí!" explotó Gallus con sus plumas erizadas.

"¡Basta!" se interpuso Smolder entre ambos amigos que parecían a punto de cruzar una línea roja. "Esto no resuelve nada."

Con Smolder de por medio, tanto Gallus como Ocellus detuvieron su hostilidad y volvieron su mirada a otro lado.

En medio de ese ambiente de incertidumbre, Smolder continuó:

"Ocellus, acéptalo, la directora y el subdirector no están en el castillo. ¡Ya lo revisamos dos veces! ¡Lo más probable es que hayan ido al festival sin avisarnos!"

Ocellus no replicó a las palabras de Smolder y solo agitó ligeramente las alas de su espalda.

"Y tú, Gallus, en serio, ¿qué esperas obtener de todo esto? ¿Una confesión extra dramática de la consejera declarándose culpable?"

"No sé, tal vez eso," respondió el grifo en un tono muy desafiante.

"No me vengas con eso, Gallus. Si la consejera hace eso, ¿la perdonarás?" preguntó seria Smolder. Ocellus, aún molesta, volvió su atención para también escucharlo.

Gallus no respondió de inmediato. Dio un suspiro, con una mirada algo perdida y triste, se volvió hacia sus amigas.

"No lo sé, realmente me dolió mucho... lo que pasó. No sabría por dónde empezar."

"Uhhh," resopló Smolder. Luego un momento de silencio.

Ocellus no era ajena a los sentimientos de Gallus, tampoco al hecho de lo muy cansado que se encontraba. En otras condiciones sabía que su amigo no se comportaría de esa manera con ella. El día había sido muy difícil. Aquella mañana y tarde habían sido simplemente horribles, preferiría dejar el tema de Trixie para otro momento. Pero, al ver a su amigo en esa condición, era demasiado.

Se sentía como un error, pero tendría que afrontar el problema ahora.

"Volvamos con los demás y... tengamos con la consejera una conversación seria sobre lo que pasó con los Orquídea-Pulpos," dijo Ocellus en un tono grave. Sus amigos la miraron sorprendidos, los ojos de Gallus parecieron brillar por un momento.

"¡Al fin te decidiste!" exclamó Smolder sonriente. "Ya era hora."

"¿Segura? No estarás cansada..." respondió Gallus aún sorprendido.

"No, esto nos está haciendo daño. En muchos sentidos. Aclaremos esto de una vez, tambien lo de hoy y luego... vayamos al festival."

"Me suena a un buen plan," respondió Gallus con una ligera sonrisa. Smolder asintió. Gallus no se veía alegre, pero sí más calmado. Guiados por Ocellus, los tres amigos volvieron al comedor.


Los relojes marcaban más de las tres de la tarde cuando Ocellus, Smolder y Gallus llegaron a las puertas del comedor.

"Bueno... déjenme empezar a mí. ¿Alguna pregunta?" dijo Ocellus sin voltearse antes de abrir la puerta.

"¿Si la consejera intenta huir, puedo atraparla?" preguntó Smolder desde atrás.

"Sí, hazlo," respondió Ocellus, poco entusiasta.

"¡Bien!" exclamó Smolder, con una chispa de entusiasmo. Ocellus rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír levemente.

"Uhmm... ¿Gallus?" dijo Ocellus.

"No te interrumpiré. Palabra de grifo," respondió Gallus. Ocellus no lo vio, pero se imaginó a su amigo haciendo un juramento solemne.

Ocellus asintio mientras miraba la madera de la puerta frente a ella.

"Bueno, uff... ¿algo más que me olvide?"

"Cuida de ellos, Ocellus. ¡Por favor!" se escuchó otra voz ... familiar.

"Por supuesto que lo haré..." Ocellus detuvo sus palabras al reconocer la voz. Inmediatamente se volteó y miró atrás, sorprendida.

Ahí solo estaban Smolder y Gallus, en un pasillo vacío, nada más...

"¿Pasa algo?" preguntó Smolder, con curiosidad.

"¿Princesa Twilight?" murmuró Ocellus, aún desconcertada por la misteriosa voz de antes.

De pronto, las puertas del comedor se abrieron de golpe.

"¡Dónde estaban! ¡Tenemos un pequeño... digo, gran problema aquí!" explotó una nerviosa Silverstream al recibirlos, sorprendiendo a Ocellus y al resto.

"¡Qué ocurrió! ¿Trixie escapó?" avanzó Gallus con una mirada afilada.

"No... creo que es lo opuesto," dijo Silverstream, aún nerviosa, dejando pasar al grupo.

Dentro del comedor, al lado de la mesa, una llorosa Trixie se terminaba de limpiar los mocos frente a un incómodo Sandbar y Yona. A un lado, se encontraba un tacho totalmente lleno de bolas de papel higiénico y pañuelos embarrados.

"Después de una larga charla discutiendo sobre lo ocurrido hoy. La consejera Trixie tiene una confesión extra dramática que hacernos en conjunto," finalizó Silverstream rápidamente antes de cerrar la puerta del comedor.


Trixie tenía muchos defectos como poni. Era consciente de ellos; no era ingenua. No obstante, nunca se esforzó realmente en mejorar como persona. Su vida solitaria como viajera de espectáculos por toda Equestria la llevó a creer que, como poni excepcional, tales defectos eran como las rayas de un tigre (un gran y poderoso tigre), que podía vivir tranquilamente con ellos e incluso sentirse orgullosa de estos.

Para Trixie, eran los demás, con sus limitadas virtudes y entendimiento, quienes tenían verdaderos problemas. En su cruzada sagrada por Equestria, les demostraría a todos esos tristes y aburridos ponis que existía una magia única y especial por encima de todos esos problemas. Una magia que podía burlar la suerte y engañar al destino. Una magia como ningún poni hubiera visto antes. La magia de la Gran y Poderosa Trixie.

Pero eso cambió cuando todos descubrieron el fraude que era. Y desde lo alto cayó como una estrella.

El deshonroso camino de penitencia de Trixie fue duro: las tibias duchas en los spas, las dolorosas caminatas por los parques de flores, las solitarias noches en los hoteles de lujo. No obstante, su sufrimiento por fin fue recompensado. Al fin, en el lugar donde empezó su ruina, pudo encontrar aquello que realmente necesitaba en su vida.

Un amigo.

El resto para Trixie fue como llenar un formulario mental. Solo necesitaba ser cuidadosa, respetar las normas de la amistad y seguir su muy buen sentido común. Y, sobre todo, cuidar de sus amigos, pensar en los demás...

Esto último fue algo nuevo para ella. No lo decía a menudo, solo Starlight sabía de las muchas veces que se sentía muy asustada de los consejos que daba. Ser consejera de una escuela nunca había estado en su plan de vida. No se sentía muy natural para ella. Pero, ¿lo hacía demasiado bien? En ocasiones, parecía sentir cómo los sentimientos estallaban en su interior cuando los alumnos le narraban sus problemas.

¿Empatizar era su talento? No lo creía. Pero sí podía sentir cuando había una mentira de por medio, cuando el corazón intentaba engañar a la mente con emociones confusas, o cuando la mente encadenaba al corazón con reglas inquebrantables.

Trixie podía sentir estas emociones, verlas en los ojos de su público, en los de sus amigos, en los de ella misma.

Por todo lo antes dicho, Trixie sabía al observar los ojos de los Young Six, que estos no la perdonarían fácilmente.

Dentro del comedor, el ambiente era tenso.

"Es decepcionante..." Las palabras de Ocellus cayeron sobre Trixie como un témpano de hielo. El nudo en su garganta se hizo aún más duro.

El resto de los Young-Six no repitió esas palabras, pero sus gestos decían lo mismo. Desprecio ...

Era doloroso para ella, pero sabía que tenía que aceptarlo.

Momentos atrás, había confesado todo. Todo sobre los traficantes clandestinos, cómo obtuvo los Orquídea-Pulpos pensando que eran rosa-pulpos, cómo los crió en secreto en el bio-huerto, y cómo los arrojó al bosque Everfree sin pensar en las consecuencias...

Trixie se sintió más libre después de su confesión, pero inmediatamente después se encontró... vacía.

El silencio de la habitación se volvía insoportable, al igual que la humedad en sus ojos y nariz.

Mientras agachaba la cabeza para limpiarse las lágrimas y mocos en medio de un aplastante silencio, atinó a ver a Gallus de nuevo.

Esta vez, el grifo no había apartado la mirada.

Suspiró aliviada. Esa mirada que antes ardía en una oscura rabia había desaparecido de él. Ahora solo había enojo.

Podía vivir con eso.

Su experiencia como consejera le había permitido entender rápidamente los sentimientos de su alumno.

Gallus había lastimado contra su voluntad a su mejor amigo Sandbar, y esto había causado una herida emocional en él, más profunda que las que recibió su propio amigo. Sumado a la falta de atención de las autoridades para que se hiciera justicia, el resentimiento que sentía pronto se convirtió en algo más... en venganza.

Trixie conocía esos sentimientos demasiado bien, ella misma había vivido ese camino antes. Jamás se perdonaría si por su estupidez otros corrieran ese camino.

Con un fuerte estruendo de su nariz, Trixie se limpió los mocos, luego alzó la mirada nuevamente.

Los Young-Six, que habían vuelto sus miradas a Ocellus, parecían haber llegado a un entendimiento silencioso.

"Consejera Trixie... no." Ocellus se detuvo, aclaró su garganta y continuó: "Trixie Lulamoon, hablo en nombre de todos cuando le digo que sus recientes revelaciones nos han resultado profundamente decepcionantes. Si todo es tal como usted lo describe, el daño que sufrió la escuela, nuestros compañeros y mis amigos a causa de su negligencia, entonces estamos tratando con un crimen grave que requiere un castigo sin duda alguna. Pero... no seremos nosotros quienes la juzguen. Ya hay autoridades que se encuentran investigando este caso. Le recomiendo que se acerque a ellas y les dé este mismo testimonio para aclarar y dar por terminado este lamentable incidente."

Asi hablo Ocellus a Trixie en un tono grave imposible de negar.

"Está bien, lo haré," respondió Trixie, sinceramente arrepentida, limpiandose mas mocos. El juicio de Ocellus habia mas maduro de lo que habia imaginado. Probablemente Twilight se sentira orgullosa ...

Ocellus suspiró. Parecía que un gran peso había bajado de su espalda.

"¿Tiene algo más que decir?" preguntó con una expresión menos amargada.

Tras un breve silencio, Trixie habló mirando a otro de los presentes.

"Gallus, lo siento mucho, en verdad. ¿Podrías perdonarme?"

"No," respondió de inmediato Gallus. Aquella negativa atravesó el débil corazón de Trixie como una espada.

"No hoy al menos. Después..." continuó. De pronto, el grifo se dio la vuelta, dándole la espalda a sus amigos.

"Gallus, ¿realmente eso es todo lo que tienes que decir?" preguntó Sandbar desde su silla de ruedas.

"..." Un gruñido salió de Gallus.

"Aaaa... si es así." Sandbar se volteó para ver a Trixie, que se encontraba abatida, limpiando sus lágrimas nuevamente.

"Espera," interrumpió Gallus de pronto.

"¿Uh?" Tanto el resto de los Young-Six como la misma Trixie se sorprendieron por aquel repentino cambio de voz.

Gallus se había dado la vuelta y ahora tenía un semblante afligido. Era claro que tenía algo importante que decir.

Sentada en su silla, Trixie sintió cómo su corazón marchito se encendía de pronto; era la llama de la esperanza de un posible perdón de último momento. Aún había lugar para que la amistad...

"Odio esto..." comenzó a decir Gallus en un tono frío.

No eran las palabras que esperaban. Los sentimientos de Trixie volvieron a caer destrozados.

"Digo, odio todo lo que ha ocurrido. Y odiaría más no confesar esto. Uhmm..." Gallus tragó saliva. "Fui yo quien llamó al canciller Neighsay para que tuviera una reunión con la directora Starlight hoy."

Un silencio se apoderó de la sala. Toda la atmósfera cambió de pronto.

"¿Tú... qué?" exclamó Smolder furiosa. A su lado, Ocellus parecía estar en shock. Atrás, el resto de sus compañeros se veían igual.

"Nadie en el ayuntamiento tomó en serio mi testimonio. Tenía que hacer algo para que se hiciera justicia. Así que pensé que si ellos no me escuchaban, entonces otros podrían hacerlo..." comenzó a hablar Gallus, nervioso.

"¿Y se lo tenías que decir al canciller? ¡Que se reuniera con ella justo hoy! Cuando todos le estábamos pidiendo a la directora una oportunidad para el viaje de promoción," interrumpió Ocellus con una voz que parecía acero fundido.

"No pensé que se reunirían en la mañana. ¡Él me había confirmado que sería en la tarde! Además, podría haber servido para convencer a la directora de..."

"¡Gallus!" cortó Ocellus furiosa. Los colores del cuerpo de la changeling de pronto se habían oscurecido tanto que ya no se notaba esa luz benevolente dentro de ella. Ahora se veía hostil como un insecto depredador furioso.

"Será mejor que cuides tus palabras, amigo," amenazó Smolder, apuntándolo con una garra, mientras humo salía de su nariz.

"Lo siento..." dijo Gallus con las plumas caídas.

"¡¿Ahora eres tú quien lo siente?! Brillante. ¡Te das cuenta del lío en el que nos habrías metido a todos nosotros! Espera... ¿en el que estamos? Ahhhh," exclamó Smolder, agarrándose la cabeza frustrada, mirando al techo.

Todos recordaron la hasta entonces inexplicable ausencia de Starlight y Sunburst. La pregunta de por qué se habían ido sin despedirse empezaba a tener una explicación. Podría haber surgido un gran desacuerdo entre los mayores, y ahora estuvieran teniendo una crisis debido al caso de Trixie. En ese escenario, mantener alejados a los Young-Six y a Trixie era lo más natural.

"¿Qué más sabes?" explotó Smolder inquisitiva hacia Gallus.

"No sé nada más. En serio. Yo no pensé que las cosas terminarían así," intentó justificarse Gallus.

"Ahórrate ese discurso. Ya lo hemos escuchado bastante hoy," repuso Smolder mirando a Trixie.

Pronto los Young-Six se enfrascaron en una discusión entre ellos sobre el cómo y el porqué de las acciones de Gallus. Por su lado, Trixie, aún angustiada, continuó bebiendo de su taza como una simple espectadora.

Marginada de la discusión. Al principio, Trixie había estado pensando en Gallus y su negativa a perdonarla, pero ahora tenía otras preocupaciones, por ejemplo: ¿qué le diría a Starlight? ¿Qué pasaría con ella y la escuela? ¿Debía ir al festival de hoy?

("Quiero ir a mi cama y comer helado de avena") pensó infantilmente, aún con mocos en su nariz. El pecho le dolía.

Entonces, interrumpiendo sus pensamientos, Trixie escuchó otra voz.

"¡Amigos discutir mucho! ¿Pero qué hacer ahora? Yona estar cansada. Amigo Sandbar también. Amigo necesita descansar," exclamó una agotada Yona detrás de Sandbar.

Todos se detuvieron un momento después de escucharla y ver a Sandbar en su silla de ruedas. Los sentimientos alterados en el ambiente se enfriaron.

("La antes gran amiga y ahora ex-amiga Trixie le da su total apoyo a esa idea, ahhh...") votó Trixie en silencio, sin levantar la mirada y distraída.

"Creo que será mejor hacer eso. Ya no me siento con fuerzas para ir al festival," respondió Ocellus, irritada.

"Yo tampoco," añadió Smolder, mirando a Gallus, que no dijo nada y tenía una mirada arrepentida.

"Entonces ... también nosotros nos iremos ¿así nada más?" dijo Sandbar mirando a sus compañeros y luego a Trixie.

Todos volvieron su mirada a la persona que estaba en medio de todo.

Sentada en su silla, Trixie ya no escuchaba nada a su alrededor. Se encontraba jugueteando inconscientemente con el papel higiénico, doblándolo con su magia para darle forma de mariposas. Su mente, perdida en un mar de preocupaciones, estaba muy lejos de las miradas críticas de todos los presentes en la habitación.


El truco de las mariposas de papel fue uno de los primeros que Trixie aprendió como maga. Le había tomado todo un verano perfeccionar el movimiento de las mariposas con su magia. Bajo la estricta supervisión de su padre, Trixie había entrenado día y noche. Su talento mágico, en ese entonces muy inferior al promedio, hizo que la tarea se sintiera titánica.

Sin embargo, los resultados fueron espectaculares. Cerrando su primera actuación ante el público, Trixie deslumbró a todos, desapareciendo del escenario en un torbellino de mariposas multicolores.

El orgullo por su éxito no solo la invadió a ella, sino también a su padre...

"¡Consejera Trixie!" Una fuerte voz la sacó de golpe de sus recuerdos.

"¡Haaaaaaa!"

Trixie pegó un grito sobresaltada, casi cayendo de su asiento, pero Smolder la sostuvo desde atrás.

"¡Qué ocurre!" exclamó desorientada.

Frente a Trixie del otro lado de la mesa se encontraba Ocellus y el resto de los Young-Six.

"Disculpe, consejera Trixie. Estábamos hablando sobre hoy y... Sandbar y los demás chicos dicen que usted les dijo que no recordaba nada sobre lo que ocurrió en la mañana. ¿Es eso verdad?" preguntó Ocellus, sumamente seria.

"Ah sí, sí, eso es así, aún no lo entiendo... pero es así. Eso dije," respondió Trixie, aún un poco desconcentrada.

Sin palabras, Ocellus miró a los demás.

"¿De verdad?" preguntó Gallus, frunciendo el ceño.

"¡Sí! De verdad," respondió Trixie, incómoda, notando la desconfianza de Gallus.

Dejando de lado la sorpresa de los que no habían escuchado su primera confesión, el resto murmuraba entre ellos, preocupados.

"Disculpe, consejera Trixie, pero... eso es muy raro," dijo Ocellus, poco convencida.

"No es raro, si hay sidra de por medio, Ocellus," dijo Smolder, olfateando la taza de donde Trixie estaba tomando su refresco. Pero la taza salió volando de su garra y regresó a la mesa de donde Smolder la había tomado.

Una Trixie con el cuerno encendido fruncía el ceño, mirando a los demás.

"Trixie no tiene problemas con la sidra. Pero hay ocasiones en que los mayores tenemos caídas de este tipo," habló la unicornio en un tono frío intentando preservar su imagen.

"¿Amnesia por tomar sidra? Eso suena como algo que los Apple deberían comentar..." repuso Smolder.

"Ellos no están aquí, y yo les digo la verdad... no sé qué pasó en la mañana. Si dije o hice cosas que los lastimaron... uhmmp, realmente lo siento," respondió Trixie con cansancio, con la mirada baja.

¿Cuántas veces se había disculpado Trixie esa tarde? Nadie en la habitación lo había contado, excepto Silverstream, pero nadie se lo preguntaría. Así como nadie se sintió conmovido por esa última disculpa.

Ocellus miró al techo. Después de procesar y reflexionar sobre todo lo ocurrido, la conclusión lógica a la que había llegado no la convencía para nada, pero se sentía con el deber de decirla si quería poner fin a ese día tan desgraciado.

"Bien, entonces... se podría decir que la consejera Trixie bebió mucha sidra anoche... y al despertar en la mañana, tuvo un posible ataque de culpa. Entonces decidió venir al castillo para confesarse con la directora Starlight sobre el 'asunto de antes'... pero nosotros nos interpusimos. Entonces, la consejera, en su muy mal estado, hizo todo lo que... ¿pasó?..." Ocellus se detuvo irritada, las palabras se negaban a salir de su boca.

Sus compañeros, en silencio, la observaron cansados. Ante esas miradas expectantes, después de crisis tras crisis, Ocellus finalmente se quebró.

"¡Ahhhhh! ¡Es en serio! ¡Todo fue una convergencia de eventos desafortunados y malas decisiones suyas! ¿A qué clase de poni le pasan estas cosas? ¡¿Por qué nos arrastró a esto?! ¡Arrrgggghhh!" Sorprendiendo a todos, Ocellus soltó un gruñido y luego un siseo impropios de ella. Casi parecía que estaría en llamas. Pero afortunadamente no lo hizo. En cambio, agitada, golpeó la mesa con su cabeza, exhalando una y otra vez.

Yona se acercó a su amiga y le dio un abrazo afectuoso, intentando consolarla. También Smolder y los otros se acercaron. Incluso Gallus se aproximó, pero se detuvo y miró a otro lado.

Ante esa escena emotiva, Trixie tenía muy poco que decir. Tampoco podía llorar; ya no tenía lágrimas para eso.

"Disculparme con solo palabras ya no es suficiente. ¿Verdad?"

"No," respondió Ocellus con brusquedad, aún con la cabeza baja.

Trixie se quedó en silencio un momento, pero continuó.

"Te preocupas mucho por los demás... te pareces mucho a Twilight en eso."

Ocellus no respondió de inmediato. Hubo una pausa en el ambiente.

Tras un breve silencio...

"Gracias," respondió finalmente Ocellus, levantando la cabeza con una mirada brillante.

Trixie leyó esa mirada. Había también una palabra de agradecimiento y una débil sonrisa que la acompañaban. Pero ella ya lo había entendido.

Un gesto así de sencillo habría tenido un significado trivial en cualquier otro momento.

Pero para Trixie, ese instante, lo era todo...

Así, en el comedor del castillo de la Princesa Twilight, después de una angustiosa tarde llena de lágrimas y disculpas, Trixie Lulamoon por fin pudo volver a sonreír.


Trixie se sentía mucho mejor.

La charla con los Young-Six había terminado. Preguntarse dónde podrían estar Starlight y Sunburst ya no preocupaba al grupo de jóvenes. Trixie, comprometiendose delante de todos, había asumido la tarea de resolver este asunto por su cuenta.

Ocellus quería quedarse, pero Trixie se lo negó. Esta era una tarea que le correspondía a ella como adulta. Además, sus compañeros tampoco querían dejarla sola con Trixie. ¿Quién podría imaginar qué más desgracias le ocurrirían si permanecía todo el resto del día con ella?

Sin ofenderse por la posible mala fortuna que la acechaba, Trixie dio por terminado ese asunto y se contentó con esperar a que los Young-Six terminaran sus preparativos para retirarse.

Sentada en su silla, Trixie jugueteaba sobre la mesa con el papel higiénico, mostrando una ligera sonrisa. Cerca de la puerta, Ocellus y los otros se ponían de acuerdo para su retirada. En una esquina, Yona revisaba por tercera vez el estado de la silla de ruedas de un ya incómodo Sandbar.

No obstante, ajeno a todos ellos, alguien aún prestaba atención a Trixie y sus 'juegos'.

"¿Uhmm? ¿Te gusta?" preguntó una divertida Trixie, que ya había notado a su observador mientras ella armaba una torre con bloques de papel higiénico perfectamente doblado.

"¡Por supuesto! Doblar papel higiénico tan delgado sin romperlo es muy notable. ¡Incluso con magia! Recuerdo que una vez la exdirectora Twilight estaba dando una clase como maestra suplente de manualidades e intentó enseñarnos a hacer figuras con papel. No sé por qué usó papel higiénico como ejemplo, pero tuvo que hacer como 32 intentos antes de lograr algo. ¡Ja ja ja! ¡Fue muy gracioso! ¡Las caras que hacía cada vez que rompía uno! ¡Todo el salón no paraba de reír! Jajaja," respondió Silverstream con entusiasmo.

Aquel relato fue todo el combustible que Trixie necesitó para que su orgullo se inflamara nuevamente.

"Fu, fu, fu, fue muy ingenuo de su parte. Existen 'habilidades' que incluso un alto alicornio no podría alcanzar. Y Trixie es una unicornio muy habilidosa," respondió soberbia Trixie, mirando el brillo de sus cascos.

"¡Hooo!" respondió Silverstream, sorprendida como una niña en una feria.

A Trixie le gustó esa mirada; era el impulso que necesitaba para continuar con su truco.

"Uhmm, como veo que te gustó... observa ahora 'esto'." El cuerno de Trixie brilló. En un instante, todos los bloques de papel saltaron al aire hasta alcanzar el techo de la habitación. Inmediatamente, un pequeño remolino de magia surgió sobre la vacía mesa y, antes de que la sorprendida Silverstream pudiera expresar su asombro, los bloques de papel cayeron dentro del remolino, que terminó engulléndolos todos.

Un instante después, el remolino se disolvió y una sorprendente construcción apareció en su lugar.

"Wowww," exclamó Silverstream con ojos brillantes.

Una blanca pirámide había surgido sobre la mesa, armada bloque por bloque. Lo más sorprendente de aquella construcción no eran sus proporciones perfectas ni que estuviera hecha de ordinario papel higiénico. Lo más llamativo era su inusual posición.

Estaba invertida.

"Fu, fu, fu," presumió Trixie con una velada risa. "Se llama 'El exordio bajo las pirámides'."

"Hoooo," respondió aún más sorprendida Silverstream, mirando de cerca la pirámide que desafiaba las reglas de equilibrio, pero se detuvo de pronto. "Espere... ¿exordio? ¿No significa prólogo o algo así? ¿Y por qué pirámides? Aquí solo hay una."

"Elemental, querida, la sabiduría de Trixie responderá tus dudas, eso es porque..." Trixie comenzó a hablar en su tono arrogante, pero... se congeló.

Incomoda, no recordaba el origen de ese truco... ahora que lo pensaba. ¿Cuándo fue que lo aprendió?

Tras un lapso de espera demasiado largo para la inmediatez que exigía el momento, un borroso recuerdo llegó a Trixie como una salvavidas desinflado.

"Ehmm," carraspeó su garganta y comenzó a improvisar. "En una tierra lejana y olvidada... hay unas pirámides y bajo ellas hay otra pirámide... dentro de esa pirámide... hay un... ¿tesoro? ¿uhmm?" Trixie estaba empezando a sudar. Su sentido de improvisación aún no se recuperaba.

(¡Trixie torpe, di algo!) se quejó consigo misma la unicornio.

"¿Un monstruo?" completó Silverstream.

"¡Sí, sí, un monstruo!" Trixie tomó la idea de inmediato.

"Uuuu, qué miedo... ¡me gusta! ¡¿Cómo se llama?!" preguntó Silverstream, en un vaivén de emociones y una curiosidad insaciable.

"¿El monstruo? Ah, se llamaba..." Trixie, desesperada, miró a todos lados buscando ayuda, miró la bolsa negra del tacho de basura detrás de Yona y Sandbar, luego miró hacia Ocellus y los demás chicos que le reclamaban que se dieran prisa.

Surgiendo de las profundidades de sus recuerdos, aquel nombre llegó a ella como una omminosa coincidencia.

"Pit ... Prompt" susurró.

Todas las voces se callaron. Todo ruido cesó. Desde las grietas más diminutas hasta las cavidades más profundas.

Todos lo escucharon y se estremecieron. Entonces una voz llego a ellos desde lo lejos ...


El tiempo se habia acabado.

La medianoche los habia alcanzado.