A.K.


Kohaku alcanzó a escuchar el grito preocupado de la castaña, y antes de pensarlo, su cuerpo ya había reaccionado. Saltó hacia arriba, alto, justo cuando la pelota estaba por chocar con sus pies, lo suficientemente a tiempo para no pisarla y sufrir una caída. No le dio mucha importancia y siguió con el ejercicio.

No fue hasta que terminó su tiempo saltando la cuerda que se quedó observando la pelota en el suelo a un lado de ella, preguntándose de dónde había salido.

Amaryllis se acercó corriendo hacia Kohaku después de haber terminado también el ejercicio que le tocaba. —Tan rápida como siempre—. Aún seguía quedándose incrédula ante las habilidades de su amiga.

—De verdad no la había visto.

La joven había estado más pendiente del frío que sentía, el cual había vuelto a ella tras terminar el ejercicio, que de cualquier otra cosa que pasara a su alrededor. Nuevamente, notó su cuerpo temblar e instintivamente se abrazó a sí misma. Podía sentir su nariz, fría y húmeda, gotear.

La castaña no logró evitar sentir pena por su amiga. Se acercó a ella para abrazarla y Kohaku agradeció el calientito abrazo que le daba. — Qué lástima que no seamos de la misma talla. Seguro podría traerte los pantalones.

Kohaku solo sacudió suavemente con la cabeza, negando. Era más pequeña que Amaryllis, más delgada y sobre todo más bajita. —Estaré bien. El lunes ya tendré los pantalones—dijo muy segura.

-..-.-

—¡¿Qué viste su qué...?! — La exclamación de Amaryllis, que estaba a punto de convertirse en grito, fue detenida rápidamente por la mano de Kohaku, que le cubrió rápido la boca.

—¡No lo grites!

—No lo asimilo. —Una muy sonrojada y encogida Kirisame estaba por esconderse debajo de la mesa en la que comían tras escuchar lo último dicho por Kohaku. Era demasiado para creerlo; sin embargo, todo comenzaba a cuadrar. Su amiga vivía con el presidente del club de ciencias al que odiaba. —Pero ahora entiendo los chismes.

—Me tomó por sorpresa encontrarlo así. No lo habría imaginado de esa forma.

Kirisame volvió a cubrir por tercera vez su rostro desde que se sentó a compartir su almuerzo con sus amigas. Senku viendo desnuda a Kohaku, Kohaku viendo desnudo a Senku, ambos viviendo bajo el mismo techo. Era demasiado solo el escucharlo.

—No nos has dicho cómo era. ¿Cómo está?

—Pervertida.

—Oh, vamos. Quiero saber si el cerebro y el cabello no son lo único que tiene enorme.

Kirisame estaba cerca del desmayo, pero, de todas formas, su lado curioso la guio a acercarse más a Kohaku al notar cómo había disminuido el volumen de voz, comenzando a hablar en susurros.

—Gra...—Tenía la saliva atorándosele en la garganta—. Es grande y sólido y...—¡Y la apuntaba! Pero eso era algo que se guardaría para ella. — Y da miedo, pero a la vez no. Ya no.

Kirisame y Amaryllis se dieron una rápida mirada entre sí.

—Y él, sus brazos... Es más fuerte de lo que parece...

Y mientras Kohaku seguía perdida en aquel recuerdo, sonrojada y con la sangre a punto de estallarle por la nariz. Su par de amigas sonrieron y se dirigieron una mirada preocupada. ¿Kohaku estaba...?

Aunque, por otro lado... ¿Ella había dicho sólido?

-..-..-

—¡Senku-chan!...

Estrelló la palma de su mano contra su frente al escuchar su nombre ser pronunciado de esa forma. No disimulo su disgusto al verlo entrar, de hecho, se había estado preparando para eso, esperaba su llegada, así como había esperado la de Luna.

Y por supuesto que Gen no podía venir solo. Esos dos eran una dupla, como uña y carne.

—¡Bastardo, no está nada mal! La vi en clase de deportes y es hermosa, con una chica así yo podría...

—Detente ahí, Ryusui.

—Oh, vamos. Ustedes no son nada, se vale mirar a una hermosa mujer de preciosos atri...

—No sigas esa frase...

El rubio alzó una ceja ante la nueva amenaza de Senku, cuestionándose si de verdad, ¿no eran nada?

—Tranquilo, Senku. Deja esa cara de amargado que siempre llevas y mejor cuéntanos. —A un lado de Ryusui, la expresión burlona de Gen logró hacerle temblar el párpado izquierdo.

—¿Constantemente tienen que venir a joder?

Ambos recién llegados sonrieron cómplices.

—No lo dudes.

—Siempre.

-..-..-

Kohaku caminaba de regreso a su clase cuando el alboroto que se veía desde el otro lado del pasillo le hizo detener sus pasos. ¿Qué sucedía? A duras penas alcanzaba a escuchar lo que decían, por lo que siguió acercándose hasta poder distinguir un poco mejor los gritos ahogados de algunos de sus compañeros.

—¡La está buscando!

—¡No lo van a creer, vino por ella!

—¡Es tan romántico!

—Más bien es de no creerse.

—¡No pegan ni con chicle!

—¡Claro que sí! Se complementan muy bien.

—¡Lo va a romper!

—¡KOHAKU!

Kohaku parpadeó un par de veces cuando una de sus compañeras corrió emocionada hacia ella.

—¡Vino por ti!

Se preguntó si aquella joven estaba hablando con ella o no. La rapidez con la que soltaba las palabras le impedían procesar la información que parecía querer darle.

—... ¿Eh?

—¡Senku, el presidente del club de ciencias estuvo aquí, y preguntó por ti! Se acaba de ir por ese pasillo.

Apenas terminó de escuchar, y Kohaku pasó con rapidez por su lado hacia el pasillo donde su compañera había apuntado. Estaba segura de que el chico se dirigía hacia el laboratorio, y si se daba prisa, quizá lo alcanzaría.

Después de un par de minutos corriendo, gracias a su excelente vista, alcanzó a distinguir una mata de cabellera verde y rebelde, perdiéndose escaleras abajo. Sin pensarlo demasiado, aceleró el paso y gritó:

—¡Senku!

Al escuchar ese grito, el nombrado viró ligeramente el rostro atrás hasta distinguir la figura de la chica acercarse acelerada hacia él. Por un momento se alegró, pues se ahorraba buscarle; sin embargo, el sentimiento duró poco al observar alarmado la velocidad a la que iba. Cualquiera pensaría que iba a embestirlo.

Kohaku ahogó un grito al llegar al primer escalón, pues debido a la rapidez y a sus zapatos anormalmente resbalosos, perdió el equilibrio cayendo en picado. Intentó estabilizarse en el aire, para no dar contra el suelo de cabeza. Más lo único que logró fue dar una mala vuelta, se daría un buen golpazo.

—¡Espera!

Senku, paralizado por la sorpresa, observó horrorizado cómo Kohaku caía hacia él. Su mente comenzó a trazar opciones, y tanto si se movía como si no, la joven terminaría por darse un buen golpe. Sin pensarlo más, salió de su trance y avanzó dos pasos hacia el frente con rapidez; más fue demasiado tarde.

El estrepitoso sonido de un cuerpo caer se escuchó justo al final de las escaleras.

Kohaku abrió primero un párpado y luego el otro, había alcanzado a poner las manos contra el suelo, cayendo sentada... Sentada arriba de algo blandito y... ¿calientito?

—¿Senku? —llamó al no verlo.

—Aba-jo.

Sus mejillas ardieron en cuanto procesaron lo que aquella palabra, y la extraña sensación en la zona más íntima de su cuerpo, significaba.

—Senku—pronunció con voz baja.

Aprovechando que no había nadie por los alrededores (ya que el almuerzo estaba por terminar), lentamente llevó las manos hasta los bordes de su falda, y se decidió a alzarla. No podía creerlo. Ni siquiera cuando terminó de alzar su azulada falda escolar pudo creerlo. No podía ser real la imagen que tenía, quedó inmóvil.

Senku estaba debajo de ella.

Con su caída terminó sentándose justo en la cara de Senku, con sus rodillas a cada lado de la cabeza de él. ¿Qué clase de caída era esa? Notaba la caliente respiración de Senku golpeándola. El rojo de sus mejillas, en lugar de terminarse, se incrementaba.

—Pue... des... moverte.

El chico debajo de ella habló con dificultad, y contrario a lo que él pedía, la chica quedó aún más inmóvil. El cosquilleo que sintió cuando él movió su boca para hablar fue demasiado intenso.

—Mmm... — Una especie de gemido salió de su boca. ¿Qué demonios le pasaba a su cuerpo? ¿Y su capacidad de reacción?

—Respi-rar.—se escuchó la voz de Senku apenas, hablando con dificultad.

De nuevo sintió ese cosquilleo justo en la zona contra la que los labios de él hacían contacto, y quizá una vez más hubiese quedado inmóvil, de no ser por qué una de las manos de Senku había ido a parar a uno de sus glúteos para después pellizcarlo. —¡Pervertido!

Solo ante el acto de la mano grande de Senku, la chica reaccionó alzándose rápidamente y se alejó de él.

—¿Yo soy el pervertido?—se incorporó de inmediato. Por fortuna, cuando cayó, alcanzó a sostener la parte superior de su cuerpo con los codos, evitando estrellar la cabeza contra el suelo, aunque en su lugar estrelló la cara contra el trasero de la leona.

Kohaku se cruzó de brazos y miró a un lado. —Alguien lo es.

—Estoy diez billones por ciento seguro de que eres tú.

—¡Ja, yo no pedí que te ducharas conmigo! ¡Y también me pellizcaste!

Senku estuvo a punto de contestarle, pero entonces recordó que estaban al final de las escaleras. Pronto algún profesor pasaría para verificar que los pasillos se estuvieran despejando, y ellos estaban ahí, empezando de nuevo una absurda discusión. —Aquí no.

El joven alcanzó a tomarle la mano al pasar por su lado llevándola con él. Kohaku se dejó guiar al percatarse también de que pronto podrían pasar y reportarlos.

La soltó hasta estar dentro del laboratorio y cerró la puerta, para que nadie pudiera ver a Kohaku.

—Lilas.

—¿Qué?

—Un color más a mi lista. Pero claro, no lo entiendes.—La chica se sentó en su cara, no a propósito, al menos eso quería creer. Y ahora, debido a eso, su lista de longitudes de onda bajo la falda de la leona crecía. Pero dejaría la conversación para después. —Ahora lo importante es hablar de algo que podría llegar a molestarte: Luna Wright.

—¿Luna, qué?

—Es una chica que seguramente llegará a acosarte, y si no lo hace ella, seguramente provocará que lo hagan por ella.

—Ja, ¿acosarme? ¿A mí?—se apuntó a sí misma—. Ni siquiera la conozco, Senku.

El chico suspiró. —No hace falta.

Kohaku ladeó el rostro confundida. —¿Qué sucede?

—Es una estudiante de intercambio, me ha dado problemas desde que llegó. No quiero profundizar en detalles. Solo te diré que no acepté ser su novio hace un año, desde entonces provocó que a algunas chicas las molestaran. La última fue Yuzuriha, y ella sí me importaba. Terminó cambiándose de escuela.

Y él, sin saber el motivo de su traslado, hasta que Taiju se trasladó siguiéndola y le reveló la verdad que ignoraba.

¿Yuzuriha? ¿Importante? —Ya veo. —Apenas procesaba la información de Senku. ¿Una chica era importante para el desinteresado de Senku? — ¿Por qué las molestaban? ¿Y qué pasaba?

—No tengo toda la información.—Durante el tiempo en que estuvieron molestando a Yuzuriha, quedó completamente ignorante de quienes fueron y qué le hicieron, solo tenía un nombre y posible causante e incitadora: Luna. —Solo sé que Luna influyó en que molestaran a las chicas que se acercaban a mí.

—¿Y ahora yo?

Senku asintió. —Le llegaron las tonterías que hablan desde ayer. Creo que ahora puede querer acercarse a ti.—Todavía después de su temprana conversación, era probable.

Y entonces Kohaku recordó vagamente lo que Amaryllis le dijo una vez.

—Senku es popular.

—Varias chicas se le han declarado. Incluso la chica de intercambio.

—Ja, no sé quién es y no me interesa conocerla. Pero créeme que se mete con la persona equivocada.

Sin poder evitarlo, sonrió arrogante al escucharla. —Pensaba exactamente lo mismo. —Quizá Kohaku podría ayudarle a pararla. Le era molesto el pensar que había alguien por ahí obsesionado con él y que, además, no permitiera que se le acercaran. No le interesaban las relaciones, pero definitivamente no estaba bien dejarlo pasar.

—No te preocupes. Puedo defenderme bien.

Frunció ligeramente el ceño. —Lo sé. Y es lo que me preocupa y lo que no quiero. No quiero que debas aguantar nada por mi culpa. Me tranquiliza el saber que puedes defenderte. Pero intentaré buscar la manera de ponerle un alto.

—Senku...—¿Por qué su corazón agregaba latidos extras? Lo que decía sonaba a promesa.

—Por cierto.

Volvió a la realidad al escucharlo y ver que empezaba a olisquear el aire.

—No recuerdo que tuvieras la oportunidad de ducharte esta mañana.

Se cruzó de brazos. —¿Qué hay con eso?

—Te sentaste en mi cara.

Volvió a enrojecerse, pero ahora entera. —¡Por accidente!

—¿No está por iniciar la siguiente clase?—Ignoró la molestia de la chica y fingió interés en su reloj de pulsera.

—¡Rayos!

Kohaku salió corriendo del laboratorio.

Senku negó un par de veces con la cabeza al verla salir corriendo, juraría que estaba comenzando a ser su distractor favorito el molestarla.

-..-..-

El trayecto directo a casa después de lo que ya era normal (otro agotador día) le pareció especialmente tranquilo... Y aburrido. Ni siquiera relajante.

En el tren, sin la necesidad de proteger a nadie, le llegó el recuerdo del día anterior.

Le parecía inusual que ella se acercara a él.

Mantenía su conversación con su padre, explicando su atraso, y con los berridos que escuchaba a través de su Smartphone, no alcanzó a escuchar el susurro de Kohaku; sin embargo, sí notó su cercanía, su cabeza deslizándose despacio hacia su hombro.

Seguía con la ahora absurda conversación con su padre, con parte de su mente, comenzando a crear la idea de que quizá no estaba ante una leona suicida, quizá la chica que descansaba en su hombro se sentía tan desgastada como él por la inesperada y amenazante situación. Probablemente, Kohaku solo reaccionó ante una injusticia. —No volveré a repetir que no pienso bañarme contigo. Ya no soy un niño.—Cansado de la tontería, terminó colgando cuando escuchó a Byakuya empezar a llorar a través del teléfono, intentando convencerlo de que se bañaran juntos como cuando tenía cinco años. Era ridículo.

Escuchó una suave risa que venía de la chica que descansaba en su hombro.

Kohaku no se había movido ni un milímetro de su posición, mantenía relajadamente los ojos cerrados, en completa calma, sin dejar de escuchar a Senku. Una vez más comprobaba la cálida familia que eran, a pesar de ser solo dos, y no logró contener más la risa cuando escuchó a Senku volver a declinar el bañarse con su padre.

—¿Qué te parece tan divertido?

—Son una familia muy cálida. —respondió aún en su misma posición, sin regresar a verlo. Estaba disfrutando el escuchar la voz de Senku, el viaje ameno sentada, y de alguna forma la calma que estaba comenzando a sentir a pesar de escuchar la pelea que habían librado los Ishigami a través de sus smartphones. —Gracias por no mencionar que nos encontramos con esos sujetos. —Le sonaba la voz un tanto adormilada, incluso parecía que más que hablar con Senku, hablaba para ella. Intentaba dejar atrás el sentimiento de orgullo aplastado al comerse una vez más sus palabras. ¿Qué más daba? Una vez más aceptaba el apoyo de Senku.

El Ishigami apenas alcanzó a escucharla, con lo que parecían comentarios lanzados al azar. Y su voz adormilada le hizo pensar en no preguntar sobre las primeras palabras que ella le había dirigido y de las cuales admitía que le daban solo un poco de curiosidad.

¿Se supone que porque vivimos juntos tengo que cuidarte? A su mente llegaron de repente sus propias palabras.

Desde que ella llegó a su vida era justo eso, moviéndose impulsivamente para ir en su ayuda casi como el protagonista de un absurdo drama coreano. Aunque también, debía admitir que no era nada aburrido.

-..-..-

De nuevo a la intemperie, apenas aguantaba el frío. Kohaku se encogió de hombros al sentir el aire golpeándole, hundiéndose en la bufanda.

Ya podía sentir la insistente mirada de algunas personas al andar.

¿Hoy era el día de mirar a Kohaku? ¿Pagaban por verla y no se había enterado?

Se ahorró un suspiro. Seguramente les parecía extraño la poca ropa que llevaba encima con el frío que ya hacía. No iba a desanimarse, no faltaría mucho para que accediera a un nuevo uniforme que sí la protegiera del frío.

Siguió andando bajo el cielo pintado de anaranjado y ya cubierto de muchas nubes, mientras el aire frío le calaba hasta los huesos. Se aferró a la bufanda que Senku le había dado por la mañana, aspiró el aroma que quedó en ella, y sonrió levemente al percatarse de que olía mucho a Senku.

Era el aroma de él que ya reconocía, porque era el mismo que le llegaba por las mañanas. Cuando viajaban tan cerca que le llegaba su ya inconfundible esencia, olía bien.

-..-..-

Senku continuó con lo que era su rutina normal al salir de la academia; la rutina de antes, era una A.K.

Antes de Kohaku.

Llegó a su apartamento, y al entrar se encontró con todo apagado y en silencio. Encendió las luces y dio un vistazo al piso... Faltaba algo, más bien faltaba una leona que inmediatamente al llegar rugiera porque tenía hambre. Era casi la hora de la cena.

Se le soltó un suspiro y dejó su abrigo y llaves en la entrada, luego cruzó de largo hasta que se encerró en su habitación, quiso dormir al menos una hora como lo hacía antes y no lo logró. Se decidió por cenar, y casi le sorprende que no se le antojara el ramen instantáneo, aun así calentó el agua para el ramen. Esa fue su cena y la tomó en silencio mientras veía un par de posts de Jaxa en X.

Un post más sobre una planta de combustible en la luna llamó su atención. Era estimulante imaginarse cómo sería el desarrollo de la planta de combustible. Quizá algún día podría proporcionar sus ideas para esa clase de proyectos y se las tomarán en cuenta. Se imaginaba fascinante contribuir al desarrollo de la ciencia en esa magnitud.

Al terminar de comer se tomó un momento para volver a percibir su alrededor. Todo en silencio, era extraño. Ya no había silencio desde que Kohaku había llegado.

¿El tiempo siempre se había pasado así de lento? Aunque bien sabía que era solo su percepción mental.

Viernes en la noche, Kohaku llegaría tarde por un "proyecto escolar", y Byakuya tenía trabajo.

No era que no estuviera acostumbrado a estar solo, pero esa calma después del torbellino que tenía nombre y apellido lo turbaba.

Lavo los platos y, después de meditar muy brevemente antes de retirarse de nuevo a su habitación... cambió su dirección hacia la sala para encender su consola. Jugaría un par de partidas.

Y no, no estaba haciendo tiempo para esperar a Kohaku.

-..-..-

3 de 4.

Paró de jugar e hizo tronar sonoramente su cuello después de unas cuantas partidas. Bien, no habían sido 2, sino 4. Y Kohaku aún no había llegado. Aunque eso poco le importaba, al fin y al cabo, no la estaba esperando... Solo terminó de jugar su cuarta partida y, por tercera vez, llevó sus pupilas a su reloj de pulsera; frunció el ceño al ver la hora.

Doce, doce de la noche y la chica no llegaba.

Chasqueo exasperado, ahora sí, levantándose del sofá. Bien, se admitía a sí mismo que la esperaba. Su estúpida cabeza no dejó de pensar en ella mientras jugaba su última partida, la cual había perdido por esa causa. ¿Dónde estaba? —Y encima no tengo su número—gruñó molesto para sí mismo. Al final, no se lo había pedido.

Definitivamente, además de guardar su número, debía ponerle una correa pensó volviendo a caer pesadamente en el sofá.

No quería preocuparse por ella, pero lo hacía de todos modos. — Es fuerte, pero demasiado tonta.—¿Y si vio a un ladrón y pensó en ir a por él? De ella ya se podía esperar todo.

Tenía el presentimiento de que algo pasaba, sobre todo porque no estaba seguro de dónde estaba. Era mentira que estaba haciendo un proyecto de la escuela.

Leona mentirosa.

Dejo caer la cabeza contra el respaldo del sofá. No debería preocuparse, y sobre todo no debería pensar en salir a buscarla. No era su deber cuidarla como si fuera una niña. No lo haría.

—Solo iré a la cama y contaré ovejas.

-..-..-

Una y media de la mañana y Senku salió disparado de su habitación.

Había intentado de todo para dormir, era buena hora para hacerlo, un poco temprano, pero normalmente no le costaba trabajo caer dormido. Salvo hoy... Hoy que no podía dejar de pensar que Kohaku no volvía (lo sabía porque en ningún momento escuchó la puerta de entrada).

Avanzó a largas zancadas hasta llegar a la entrada, donde tomó su abrigo y llaves... y se detuvo justo cuando tomó el pomo de la puerta, a punto de abrirla. ¿Estaba exagerando? Sacudió la cabeza un par de veces, quitándose aquella duda.

¡No estaba exagerando! Kohaku era una chica, una chica bajita pero fuerte y habilidosa, sí, pero una chica. Se defendía bastante bien, pero era peligroso incluso para ella.

Bajita, imprudente y sola en plena noche. Todo un aparente blanco fácil.

La única razón para no llamar a Byakuya y comunicarle que Kohaku aún no llegaba era que solo tenía sospechas, nada seguro. ¿Cuándo su padre preguntará qué le diría? ¿Qué creía que mintió sobre su proyecto? Ni siquiera sabía dónde estaba Kohaku, tampoco sabía por dónde comenzar a buscar. Aunque lo más seguro era que Byakuya sí tuviera su número. Solo que, en ese caso, si su padre la llamaba y resultaba que Kohaku se encontraba a salvo, quedaría como él... ¿Exagerado? ¿Idiota preocupado? ¡Bah! Quedaría como un idiota exagerado y no estaba muy seguro de si eso era algo que le pudiera llegar a molestar. Prefería primero darse una vuelta por alrededores del edificio, intentando toparla.

Apretó los dientes, molesto consigo mismo con lo que estaba por hacer.

Iría a buscarla, aunque no tuviera ni idea de por dónde empezar a buscar.


Holis.

Casi llego en este fic a la parte que más me emociona. Bueno ya está escrita, yo ya la disfrute porque quedo justo lo que imaginaba, pero aún me queda la edición y corrección del siguiente cap.

Hablando de correcciones...

Hay algunas correcciones, correcciones buenas y notables en este cap que le agradezco mucho a Lunita, gracias, Luna D. Rangel por corregir y ayudarme con la edición de este cap para poder traerlo más pronto, agradezco de todo corazón tu tiempo en algo que hacemos por mero amor al arte 3

Saludos!

Les comparto pequeño fragmento del siguiente cap porque soy buena y todo aquel que lea esto me cae bienxd:

—Mira que eres mala mintiendo.—Se cruzó de brazos.

La voz fría y la seriedad total de Senku lograron sorprenderla.

—Yo no... —que él le asegurara tan fácil que mentía la avergonzaba y sorprendía a partes iguales.

—Entra.— La interrumpió antes de que intentara volver a mentirle.

Kohaku pasó por su lado, preguntándose él cómo podría saber que mentia. Pero no alcanzaba a terminar de hilar pensamientos hasta llegar a conclusiones. Estaba muy cansada y deseaba tirarse a descansar. Sin embargo, se volvió a asombrar cuando sintió a Senku tomarla por encima del codo de uno de sus brazos para guiarla hasta el sofá.

Demasiado cansada para protestar, se dejó guiar.

—Espera aquí.

Terminó por caer en el sofá y observó a Senku alejarse hasta que desapareció por el . La acusación de Senku pasaba por su mente y había logrado ponerla ¿nerviosa? Era nuevo para ella sentirse de esa forma. No podía controlar el sentirse así. Senku le había llamado mentirosa... Y tenía razón.

Apenas fueron un par de minutos los que distinguió que Senku tardaba en regresar. Cerró los párpados con pesadez de solo imaginarse las preguntas que seguro haría... El lado bueno era que estaba comenzando a entrar en calor; el frío de afuera ya era sentirlo sentarse en algún lado y que después empezará a cuestionarla; en ningún momento imaginó lo que estaba por hacer. El presidente dobló una rodilla hasta terminar hincándola en el suelo de madera, frente a ella.