Dedicado a mi Dami querida. Que se cuanto te gusta el Colovene. La verdad que para ser paises límitrofes, no he incluido hasta ahora mucha interacción entre ellos (se pone a pensar).


Despertar

Escuchaba con nerviosismo sus pisadas. A esa hora la vida revoloteaba en los aposentos privados y no en los pasillos que comunicaban las distintas áreas de la casa, especialmente la del primer piso.

Sin embargo, no sabía con qué margen de tiempo contaba: su padre y Don Austria habían salido después de la comida y afirmaron que arribarían para la cena, pero los asuntos del exterior siempre se regían por un tiempo difícil de medir. Además, tampoco conocía las rutinas de aquellos que habitaban el segundo piso, inexplorado para el resto de la prole. De hecho, él jamás se desviaba del camino que se había marcado, aun cuando sentía la urgencia de espiar al venezolano, su vecino geográfico y antítesis.

Le irritaba que no se acordara de su encuentro cuando tenían 4 años. Sabía que no debía juntarse con él, más ahora que estaba aumentando su prestigio. No obstante, una fuerza invisible le invitaba a acercarse y le aseguraba que, debajo las formas, eran más parecidos de los que muchos podían imaginar.

Nueva Granada empezó a subir las escaleras sosteniendo el peso de su cuerpo únicamente con las puntas de los pies y luego las poso en las tablas que menos crujían de camino a la biblioteca. Él tenía acceso libre a la biblioteca, mas siempre de la mano de un adulto y, en el peor de los casos, siempre debía pasar por el despacho de su padre para que este diera el visto nuevo a su nueva lectura. La razón residía en que habían libros que el niño aun no estaba listo para leer según el criterio paterno.

¿El problema?

Que su padre solía estar muy ocupado y casi nunca lo acompañaba a su lugar favorito y pocas veces podía atenderlo en su despacho o en medio del pasillo y dedicarle minutos a ponderar la decisión infantil. Por esa razón, se volvió costumbre tomar libros prestados de la biblioteca y esconderlos entre los que ya leía. Además había descubierto que le gustaban las obras de caballería, genero que España consideraba excelente para formar la moral y la conducta, mas no en un niño que pronto cumpliría los nueve años «más adelante» solía decirle.

Empero, Nueva Granada no deseaba esperar ¿cuántas oportunidades tendría de disfrutar de las obras de la literatura castellana en la propia tierra que fueron creadas? Así pasó las mañanas, tardes y noches descubriendo aventuras bajo el estrés y culposo placer de romper las reglas sin represalias.

«¿Será esto lo que mueve a Venezuela a desafiar a padre?»

Sea como sea hace poco había encontrado una obra ilustre: Tirante el Blanco*. Mas bien eran 5 libros en donde se relataba las historias de ese ilustre caballero desde su formación hasta sus más épicas batallas. Ya había leído 4 de los 5 volúmenes y se había quedado en el momento que Tirante zarpaba para ir a Constantinopla, una ciudad que se antojaba mítica para el niño. ¡No podía esperar más para leerla!

Arribó a la biblioteca, cerró la puerta tras de sí con los oídos bien atentos, se dirigió hasta la sección a la que pertenecía el libro, dejó el anterior y retiró el siguiente. Dado que estos estaban detrás de una segunda fila de libros, si su padre no sacaba el primero no lo descubrirían.

¡Perfecto!

Sonrió ampliamente hasta que le dolieron las comisuras para evitar saltar. Por curiosidad abrió el libro en una pagina aleatoria «—Os presento a mi hija Carmesina —dijo el rey abriendo la puerta de la habitación». El colono abrió de par en par los ojos mientras seguía leyendo, sintió un extraño calor en sus mejillas como si acabara de realizar una carrera a la vez que su respiración se hacía más profunda. Sorprendido por el despertar de estas nuevas emociones y sintiéndose extrañamente culpable, miró a ambos lados y agudizo los oídos antes de volver a fijar su atención. Entonces trago grueso y sintió cosquillas en la parte baja de su vientre.

Cerró el libro. ¿Qué acababa de leer? No lo sabía y menos quería analizar lo que había sentido so pena de meterse en un lio. No obstante, anhelaba volver a experimentar esa calurosa culpa. Suspiró para calmarse y decidió adelantarse un par de páginas:

«—Decidme, ¿Quién es la señora que tan mal os lo hace pasar? Si os puedo ayudar lo haré con gusto —dijo la princesa.

Tirante se llevo la mano al bolsillo y sacó un espejo—. Señora, la imagen que vera aquí puede otorgarme la vida o la muerte. Por favor, sea misericordiosa.

La princesa lo tomó, se fue a otra habitación y miró al espejo pensando que encontraría una imagen pintada. Entonces se percató que era ella la que lo turbaba, y tan alelada se quedó que perdió el habla»

Nuevamente el niño sintió sensaciones desconocidas, sin embargo estas si eran completamente agradables: sentía jubilo y un gran nerviosismo por los personajes y su recién descubierto amor que se reflejaba en los pequeños saltitos que pegaba. Inmediatamente le vino una imagen de Cuba y la sirvienta.

«¿Será esto lo que mi hermano experimenta cuando esta con ella?»

Y con respecto al libro, era hora de llevárselo a su cuarto. Sabía que estaba, ahora más que nunca, rompiendo las reglas. Más debía saber qué pasaba con Tirante y cómo terminaban sus aventuras en Constantinopla. Quería conocer el destino de su héroe favorito.

Quería volver a sentir esas sensaciones.

...

—Inconcebible. —La puerta se abrió de un golpe y detrás del exabrupto procedía España con cara consternada seguido de su esposo igualmente atribulado. Atrás habían dejado a Romano con los caballos, mientras que ahora le entregaban las capas a Veneciano, y distraídos en su discurso, entraban en el despacho del ibérico.

—En todos mis años en la Inquisición, nunca he visto un caso así —dijo el austriaco sentado observando la espalda del español gracias a las velas y el ceño fruncido producto del reflejo de la ventana.

—Son unas crías —puntualizó intentando encontrar alguna falla en el argumentario.

—No realmente, ya tienen 17 años. Están en edad casadera. —Los gemelos italianos, que habían entrado con una bandeja ricamente ornamentada que contenía dos copas y una jarra de vino, ahora servían el brebaje en la copa que Eldestein sostenía para luego llenar la de Fernandez y salir raudos a continuar con la preparación de la cena.

—¿De verdad queréis que tome una decisión?

—Debéis hacerlo, ahora especialmente que estáis en la península.

Antonio suspiró antes de girarse a mirar a su marido—No sé cómo lo hacéis.

Roderich ladeo la cabeza—. Me extrañan vuestras dudas. Vos fuisteis quien me enseñasteis la institución orgulloso de haber creado un cuerpo legal que velaría por la moral del imperio. Esta es la meta que este servidor también ha seguido y la que me ha permitido dormir tranquilo. —De un trago bebió lo que restaba del vino para servirse más

—Son dos niñas…—dijo elevando el tono de voz antes que el un dedo índice más blanco lo detuviera.

—Dos mujeres y el crimen que han cometido es grave: sodomía**. Aunque admito que es realmente complejo hasta para mi. —Miró el liquido contenido en la copa.

—¿Cuál es la razón que dan?

—Un despertar —resumió escuetamente, pero al ver la cómo su esposo levantaba una ceja decidió continuar—. Dicen que desde que se conocieron en la iglesia a la que ambas acuden sintieron un arrebatador impulso de estar cerca y luego de unir sus cuerpos. Como si estuvieran hechizadas y fueran despertadas cada vez que la Santa Inquisición las confronta

—¿Obra de demonio?

—Esa es su defensa, el problema es que es la segunda vez. La primera vez su penitencia fue confesarse ante el párroco y mantener la distancia entre ellas. Mas como lo han incumplido habrá que aplicarles le pena máxima.

—¿Y lo que nos detiene es que provienen de familias conocidas?

Roderich suspiró—. Así es. Las familias están desesperadas por desposarlas, pues con las familias que ya habían convenido han rechazo la unión al conocerse el escándalo.

—¿De verdad vos creéis que se puede acusar a dos mujeres de sodomía? Por el humor más frio de ellas pensé que era imposible, que esto solo ocurría en los indios***.

—Ese servidor hubiera opinado lo mismo si no hubiera existido el caso de Catalina de Belunza y Mariche****. Y además estas muchachas no han recibido hasta ahora un escarmiento mayor porque no ha habido indicios de herramientas penetrativas durante sus actos —dijo y terminó de beber su tercera copa.

—Entonces no hay necesidad de ser tan severos ¿Qué tal 40 latigazos y no se aplicará la pena de muerte bajo la condición que en dos meses, o bien hayan celebrado sendas nupcias o hayan entrado en un convento de clausura? Las acusadas no podrán vivir en la misma ciudad. Si a los dos meses no se ha conseguido cumplir con las condiciones, entonces se les aplicara la pena máxima. —El español se aproximó al austriaco, inclinó su tronco superior hacia el otro hombre y extendió su mano.

—No deseo que un castigo tan endeble invite a otras a seguir su ejemplo. 100 latigazos.

—Eso es demasiado.

—¿Queréis más Catalinas de Belunza y Mariches?

—No, mas tampoco quiero que la búsqueda de un marido se les antoje imposible, a mayor la pena mayor el ostracismo. Y pensaba que estábamos intentando salvar el honor de las familias.

—Y el de la institución.

—Por eso mismo lo subo a 60 latigazos.

—80.

—70 y el tiempo de estimado para evadir la pena de muerte será un mes y medio.

—Hecho. —Sellaron el trato y el más blanco atestiguó como su amado le daba el costado y sus pupilas viajaban al techo y se quedaban allí viéndolo pero no mirándolo— ¿Qué os sucede? Deberíais estar satisfecho de ganar la discusión.

El español expiró el aire por los dientes antes de depositar su mirar en las amatistas—¿Y si mis hijos también comenten sodomía? ¿y si sienten esos impulsos diabólicos irrefrenables? —Antonio tomo la mano que gentilmente extendía el austriaco y pasó a sentarse en las piernas de este recogiendo su cuerpo mientras buscaba la cálida mirada del adulto, pues Roderich sabía que detrás de la fuerza y vehemencia del Imperio, a veces se escondía un niño asustado.

—Los niños están bien cuidados y educados, jamás se les ocurriría hacer tal fechoría. Estoy seguro que siendo vos el padre les otorgareis una sólida base moral. Mirad cómo se comportan de bien, eso es una buena señal. —Al sentir como el español asentía cada vez más relajado, continuó— ¿Ya les habéis hablado de ello?

—Solo a Cuba, Puerto Rico y La Española. Los otros eran muy pequeños, pero creo que ha arribado el momento para los virreinatos, Nueva Granada, Panamá, Nicaragua, Guatemala, Quito y Alto Perú.

—Me parece una buena idea —susurró entremezclando sus finas falanges con las hebras marrones claras a la vez que el español estiraba el cuerpo y apoyaba su cabeza en el pecho del centroeuropeo y sonreía aliviado de estar por fin en casa.


*Tirant lo Blanch o Tirante el Blanco en español es la obra cumbre del siglo de oro valenciano y precursora del quijote. Publicada en la segunda mitad del 1400 por Joanot Martorell es considerada una obra caballeresca muy moderna ya que incorpora el humor, el amor, la sensualidad y reflexiones entorno a la vida, la muerte y la guerra.

**La homosexualidad tal como la entendemos ahora es un "invento" bastante reciente, antes la sexualidad se juzgaba más por los actos pero no tenía el componente identitario, por lo que acostarse con alguien de tu mismo sexo significaba que practicabas la sodomía pero no que eras sodomita.

***Durante mucho tiempo y especialmente en la época de la historia se pensaba que las mujeres no podían ser homosexuales por dos razones. Porque decían al no tener el miembro masculino y no poder introducir nada dentro no se podía considerar una relación (que falocentrico ¬¬). La otra explicación era que el humor de las mujeres era más frio que el de los hombres y por eso no existía el deseo en ellas. Entiéndase humor como un concepto muy grande en el que entra el vigor, la dominancia, etc. De hecho en algunas partes de América se encontraron indias que mantenían relaciones con mujeres y por eso dijeron que se comportaban como hombres.

****Dos mujeres en la Sevilla de 1500 que fueron acusadas de mantener relaciones multitud de veces y con objetos con los que entre ellas simulaban una copulación. Después de una apelación retiraron el caso porque eran mujeres y por tanto no eran capaces de mantener una relación sodomita por lo explicado en el punto 3. Lesbianas 1 Inquisición 0