La Familia es Primero
Mi abuelo me dijo una vez, que nunca debía arrepentirme de nada. Si fue algo bueno, fue increíble, en el caso contrario, fue una experiencia de vida.
No tengo arrepentimiento alguno por lo que hice, si tuviera la oportunidad, lo volvería hacer, una y otra vez.
Todo por mi hermano, un inocente niño y su Rattata, con un sueño absurdo pero inocente, poder competir en la Liga Pokémon de Kanto.
Ese Rattata fue un regalo por parte de nuestro abuelo, y Joey quería mucho a ese pokémon, diciendo a los cuatro vientos que era el mejor Rattata de todo el mundo.
Me causaba gracia su inocencia, pero al mismo tiempo admiraba su optimismo y dedicación a entrenar día y noche para ir mejorando junto a su pokémon para poder cumplir su sueño.
Cuando volvía a casa, lo veía un poco decaído, bastante cansado y un poco triste y asustado, sin embargo, nos decía que se encontraba bien.
No era de nuestro conocimiento en ese momento, pero él era víctima de acoso. Unos 3 malditos de mierda que se mofaban de su sueño, además de atacarlo entre varios, a él y a Rattata.
Todo eso, porque Joey tenía un sueño, solo porque quería participar en la Liga Pokémon usando a Rattata.
Ese día me preocupe que no había bajado a desayunar, así que fui a su habitación, toque su puerta, pero no contestaba. Al abrirla quedé horrorizada, llamando entre llantos a mamá y papá.
Mi hermano, mi pequeño hermano, yacía muerto en el piso de su habitación, en un charco de su propia sangre.
En el fondo quería que fuera una broma, por Arceus que fuera una estúpida broma de mal gusto.
Pero no.
Lo último que dejó fue a Rattata en su pokéball, al lado de una nota donde relataba lo que le había sucedido.
¿Por qué no nos lo contó antes?
¿Por qué no me lo contó a mí, su hermana?
¿Por qué se quedó en silencio?
Las autoridades no hicieron nada al respecto, dejando impunes a los malditos que lo habían orillado a hacer eso.
Esos desgraciados, participando cómo si nada en la Liga Pokémon, aparentando ser los seres más puros del planeta.
No pensé en las consecuencias de mis acciones. Esos tipos eran unas basuras, y tenían que pagar por lo que hicieron.
Ese día, fue un punto sin retorno, los 3 miserables que encaminaron a mi hermano a su muerte pagaron por sus crímenes, volando en mil pedazos.
Sentí un poco de lástima por las personas que resultaron heridas cuando detoné esa bomba en la Liga Pokémon, pero en ese momento estaba decidida.
No podría haberme vengado de manera directa, así que use mis conocimientos para terminar con la vida de los 3 seres de mierda de una vez por todas.
Estando aquí encerrada, no tengo arrepentimiento alguno, y nunca lo estaré.
Aunque, sólo quizás, me arrepiento de que la Policía Internacional tenga en custodia al querido pokémon de mi pequeño hermano, que en paz descanse.
