"Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi…"
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CAPÍTULO 5
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"El 808 de la calle Kiiro"
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La extraña profesión de Ranma Saotome era una verdadera fábula ¿quién habría pensado que ganara dinero por hacer nada? Ni siquiera a mi hermana Nabiki se le hubiera ocurrido algo así.
—¿No te parece abusivo? —le pregunté.
—¿Qué?
—Aprovecharse así de los sentimientos de las personas.
—Son personas que quieren compañía, no las estoy obligando.
—Me juzgaste a mí por lo de antes y lo que haces tú es peor.
—Es diferente.
—¡No lo es! Yo no me acuesto con nadie por dinero.
—¡Yo tampoco!
Hicimos silencio por un momento. Aunque él pensaba que no lo veía, lo observé repasarme las piernas un par de veces. Luego se enfocó en su botella y rompió el silencio de nuevo: —Pero ellos quieren eso. Piensan que si te dan dinero tendrán derecho sobre ti, como Takeda. Es por eso que tu negocio no funciona.
—El tuyo dejará de funcionar también.
—No.
—¿Por qué no?
—Porque yo sí ofrezco un servicio, tú no ofreces nada. Por eso se vuelve peligroso —el hombre era insufrible.
—También es peligroso para ti —le aclaré.
—No lo es. Analizo bien el perfil de las personas y si no me conviene, no acepto el trato. Lo tuyo no va a funcionar porque, aunque no eres tan atractiva, además, eres una mujer y muchos hombres son unos idiotas que se portan como animales en celo.
—¿Crees que no puedo defenderme sola porque soy una mujer?
—No es porque seas mujer. No pudiste hacerlo hace un rato, el miedo te hace no reaccionar.
Seguía mirándolo, apoyando la cabeza en mi mano. Cuando él terminó su parloteo observé que se retrajo un poco y se sonrojó, parecía cohibirse si lo miraba demasiado— Me sigue pareciendo sorprendente. —dije de pronto.
—¿Qué?
—Que ganes dinero siendo un holgazán.
—¡Ja! ¿disculpa? ¿estás hablando de ti o de quién?
—¡Oye! Por lo menos yo me preocupo por estar presentable… ¡a ti te prestan la ropa!
—No es mi problema si no les gusta cómo visto. Ya te lo expliqué, no lo haré de nuevo.
—Viendo tu complexión y lo que hiciste hace un rato, bien podrías trabajar como guardaespaldas.
—¿Y arriesgar mi vida? No, gracias.
—O de maestro de artes marciales. Mi papá se dedicaba a eso.
No sé qué dije, que el tal Saotome de pronto enmudeció, se puso muy serio y evitó mirarme.
—¿Dije algo malo?
—No, nada.
—Te quedaste en silencio.
—Me siento cansado, es todo.
Pasamos otro buen rato ahí. Quizá por la cantidad de tiempo que pasó, porque me sentía algo sola, no sé por qué, le conté una parte de lo que había pasado, de la idea de Nabiki, principalmente. Saotome me escuchaba, pero de vez en cuando se metía para evidenciar que lo que hacía no había estado bien.
—¿Dónde está tu hermana ahora? —me preguntó.
—En otra ciudad. Se mueve de lugar todo el tiempo, por eso no nunca sé dónde está exactamente. —Mentí…solo un poco. Sabía que estaba en Tokio, pero no tenía idea de en dónde. No iba a decirle el problema en el que estaba metida.
—Deberías contarle lo que te paso y convencerla de que pare de trabajar así.
—Supongo…
Uno de los policías nos interrumpió y nos llamaron por separado para dar nuestra versión de los hechos. A mí me retuvieron un poco más, preguntándome sobre mi relación con Takeda. Mentí diciendo que lo conocía por gente en común y que por casualidad lo había encontrado, estaba ebrio y me había dicho muchas cosas que no entendí, por lo que le supliqué que me dejase en paz.
Saotome debió haber dicho algo similar o que concordaba con mi historia, puesto que me dejaron ir después de eso. Salimos casi al mismo tiempo de la tienda, el aire comenzaba a soplar con más intensidad.
—¿Te preguntaron algo de mí? —aproveché la oportunidad para saber más.
—Me preguntaron si eras mi novia y si también eras algo de Takeda.
—Ah. —seguro me sonrojé en ese momento, él era un hombre atractivo y Takeda era un hombre mucho mayor que yo. Me estaban relacionando con ambos y eso me hizo sentir como una cualquiera.
Tal vez se dio cuenta de que me preocupaba algo porque de inmediato me dijo algo que me hizo sentir un poco de alivio— Les dije que eras una chica inocente, que el tipo te estaba molestando y me pediste ayuda.
Asentí, azorada hasta la médula, quería desaparecer en ese momento. No podía seguir ahí, así que, como pude articulé una frase corta: —Ya me tengo que ir.
—Sí, yo también.
—Gracias de nuevo, Saotome Ranma.
Hice una rápida reverencia y me fui de ahí, comencé a caminar, rápidamente él me alcanzó— ¿Vives cerca de aquí?
—Alquilé un espacio, no debe estar muy lejos. Creo que es por acá, ¡adiós! —di vuelta en la primera calle, eso era lo que me marcaba el mapa del móvil. Giré en la calle siguiente y continué de forma recta.
Llevaba un par de minutos caminando, cuando vi que alguien caminaba por la acera paralela. Cuando me fijé, Saotome caminaba por ahí; fruncí el ceño ¿qué se estaba creyendo el tipo? ¿Mi escolta personal? —¿Me estás siguiendo? —dije en voz alta.
—No. Yo voy a mi casa, ¿no serás tú quien me sigue a mí?
—¿Por qué te seguiría?
—No lo sé, tal vez te sientes sola.
—Imbécil —murmuré. Lo vi sonreír, se estaba burlando seguramente.
—Quizá quieres asegurarte de que de verdad no soy un empresario con dinero para planear conquistarme como a Takeda.
—¡¿Qué dices?! —grité, molesta. Cruzó la calle y comenzó a caminar junto a mí.
—Dije que no necesitas seguirme, porque no soy alguien con dinero, si trataras de conquistarme, no caería por ti.
—Para que lo sepas, no serías un buen candidato para mi negocio.
Saotome, enarcó una ceja— ¿Y por qué no?
—Viéndote bien, no pareces alguien que tenga dinero.
—Y Takeda, ¿sí?
—Takeda no compraría la gaseosa que tu compraste. Tus gustos te delatan.
Rodó los ojos y abrió los labios un par de veces antes de decir: —¿Y qué compraría Takeda, en esa tienda de abarrotes?
—Una gaseosa de importación, americana o alguna ensalada con ingredientes exóticos.
—¿Así que una gaseosa me define como pobre? ¿De dónde sacas todo eso?
—Lo aprendí.
—¿Quieres una sugerencia?
—No la he pedido, pero dime.
—Siendo que no cambiarás tu profesión, intenta en lugares donde va gente que realmente tiene dinero, como clubs, tiendas de autos de lujo y sitios de ese tipo, o te seguirás encontrando a pobres diablos como tu novio Takeda.
Me molestó lo que me dijo, quería que se alejara de mí de inmediato, se estaba burlando y aprovechando de la situación, pero no quería seguirle el juego para hacer un problema más grande, estaba cansada y había discutido lo suficiente con ese tipo. —¿Te falta mucho para llegar a tu casa? Deberías volver a tu camino habitual.
—Ya estoy muy cerca. Buena suerte con tu próximo novio que encuentres en un asilo, Tendo.
—¡Vete al diablo!
Saotome apretó el paso y giró en la siguiente calle. Yo seguí derecho y respiré profundo. Había tenido un día terrible y solo quería llegar al lugar donde había alquilado un espacio esa mañana. Busqué en una aplicación y llené un formato en línea, me llamaron por teléfono a los pocos minutos y me hicieron unas preguntas que respondí. Un par de horas después, me enviaron la respuesta de manera afirmativa; al día siguiente iría por algunas cosas a casa de mi amiga para terminar de instalarme.
Di la vuelta a la izquierda y en la esquina nuevamente en la misma dirección. Saotome estaba de pie justo frente a la casa que me indicaba el mapa del móvil.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, tajante. Él me miró sobre su móvil, para después guardarlo, se buscaba algo en el bolsillo, sacó una llave.
—¿Me seguiste hasta mi casa?
—¿Tu casa?
—¿No habías alquilado un espacio?
—¿Es una broma? ¡Eres tú el que me está siguiendo! no voy a acostarme contigo, ¡no soy una mujer de esas!
—¿De qué hablas? Ni quien quiera meterse con alguien como tú ¿te olvidas que no estoy en el rango de edad de tu objetivo?
Me estaba exaltando, el tipo se había pasado— Te advierto que si no dejas de seguirme voy a llamar a la policía.
—Yo voy a llamar a la policía por allanamiento.
—¿Allanamiento? Este es el lugar donde alquilé una habitación.
—Vuelve a revisar, en esta casa no alquilamos habitaciones.
—Pues es la dirección que me dieron.
—Te has equivocado.
—¡Qué no!
En ese momento, alguien salió del interior de la casa, era una mujer: —¿Ranma? ¿eres tú? —una bella señora, vestida con un yukata en color lila, con cabellos castaños, peinada con un moño bajo se acercó a la cerca de la entrada. —Ranma, querido ¿quién es esta linda chica?
—No es nadie, alguien que se confundió de lugar. —El tipo ahora me miraba con el ceño fruncido, parecía más molesto que antes, como si el estar frente a aquella mujer delatara todos mis pecados.
—Busco el 808 de la calle Kiiro —dije yo.
—El número debe estar equivocado —dijo Saotome.
—¡Debes ser la señorita Tendo! —dijo la mujer— soy la señora Nodoka Nori.
—Hablé con usted esta mañana.
—Por supuesto. Pasa, por favor. Ranma, deja que pase nuestra nueva inquilina, no querrás que diga que somos malos anfitriones.
Saotome estaba con la boca abierta— ¿Inquilina? ¡Mamá! ¿desde cuándo rentas habitaciones?
—Lo decidí justo ayer. Quisiera tener un negocio propio para así darle mantenimiento a la casa.
—Pudiste pedirme dinero a mí.
—Oh, no quise agobiarte, has estado muy estresado últimamente. Un poco de dinero obtenido con mi esfuerzo nos vendrá bien.
—Mamá…
—Hablaremos de esto después, hay que dejar que la señorita Tendo entre a la casa. ¿Deseas tomar un poco de té antes de subir a tu habitación?
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La señora Nodoka era una mujer muy amable, nada parecida a su hijo en el carácter, aunque en el físico no podría decir lo mismo, ambos poseían una personalidad fuerte, pero la mujer parecía tener una nobleza superior a la de su vástago. Seguro lo habría criado bien y el tipo se había rezagado, como muchos lo hacen. Acepté gustosa— Se lo agradezco mucho, hoy tuve un día muy pesado.
—No te entretendré mucho, puedes leer y firmar el contrato el día de mañana. Te llevaré el té a tu habitación. Ranma ¿puedes mostrarle a Akane su habitación? le preparé el cuarto de costura.
—¿El cuarto de costura? —preguntó Saotome.
—Sí. Desocupé el almacén junto a mi habitación y pondré todo ahí, casi no lo ocupo.
—Pero, mamá…
—Lleva a la señorita Tendo ahora, está muy cansada.
—Es que…
—Ahora. — La mujer le lanzó una mirada a su hijo, filosa como una katana. Lo vi contener la respiración y señalarme el camino hacia las escaleras. Hice una reverencia ante mi arrendadora y seguí al hombre.
Era una casa sencilla pero bonita. La habitación constaba de un buró, un armario y una colchoneta para dormir. De momento, eso me vendría bien. No tenía nada, por lo que no necesitaba más. Saotome se quedó en la puerta mientras yo entraba a ver el cuarto. —Luces —dijo encendiendo y apagando una vez las mismas. —La puerta también cierra por dentro, mi madre te dará una llave. El baño está al lado, las toallas están en el gabinete al lado del lavamanos.
Lo vi de reojo y me adentré un poco más en la habitación. Lo escuché cerrar la puerta y poner el seguro. De inmediato me giré, en dos pasos estaba frente a mí, con la misma cara molesta que tenía antes de entrar a la casa.
—¿Qué estás tramando? ¡dilo de una buena vez! —gruñó.
Fruncí el ceño, nos había encerrado a ambos en la habitación ¿cómo se atrevía? —No estoy tramando nada.
—¿Ah no? ¿Vas a decirme que todo lo que pasó hoy no lo planeaste junto con tu amante para venir a meterte a mi casa?
—¡Claro que no planeé nada! ¡Esto es una casualidad!
—¡Casualidad! por supuesto —dijo con sarcasmo.
—No me importa si no me crees —solté. No dejaría que me tratara de esa manera
El hombre se me acercó hasta quedar a casi un palmo de mi nariz, podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo. — ¡Me doy cuenta de que nada te importa más que tú! pero no voy a permitir que te aproveches de una pobre mujer inocente.
—¿Y por qué iba a aprovecharme de tu madre? ni siquiera la conozco. Solo necesito un lugar para dormir.
—¿Por qué no te vas a tu casa?
—No puedo volver ahí. Un acosador está buscando a mi hermana.
—Ese no es mi problema.
—¡Tampoco el mío! ¡Y ya déjame en paz! no me enorgullezco de nada de lo que pasó hoy, pero te juro que esto es una mera coincidencia y de haber sabido que tú vivías aquí, ¡lo habría evitado a toda costa!
Saotome me miró sorprendido, después, entornó los ojos, seguía sin creerme— Tienes hasta mañana para irte de aquí.
—¡No puedo hacer eso!
—¡Claro que puedes!
—He pagado un depósito por el mes completo y ya no tengo más dinero.
—Le diré a mi madre que te lo devuelva. Ella no sabe nada de esto y no quiero que alguien como tú esté cerca de ella.
—¡¿Alguien como yo?! ¿sigues pensando que soy una prostituta? —Ahora fui yo quien se acercó a él, quedando a media pulgada de su rostro. Lo miré fijamente y él a mí, ambos estábamos furiosos y la invasión al espacio personal nos había importado muy poco.
Al instante se abrió la puerta y nos separamos con la velocidad de un rayo, aunque pensé que Saotome la había cerrado. La señora Nodoka entraba con una charola con una taza de té.
—Aquí traigo lo que me has pedido. Te hará muy bien beberlo antes de dormir. Ranma, querido ¿aún sigues aquí? deberías ir a cambiarte y bajar para ayudarme a acomodar unas cosas.
El hombre asintió y se retiró, no sin antes darme otra mirada retadora. La señora Nodoka puso el té en una mesita y procedió a retirarse— Se me olvidaba, señorita Tendo…
—Puede llamarme Akane —dije. Esto le sacó una linda sonrisa.
—De acuerdo, Akane. Se me olvidaba decirte, no tengo llave para esta habitación, espero que no te moleste. Antes la puerta cerraba por dentro, pero la perilla se ha averiado y no he podido arreglarla, lamento el inconveniente, esta casa es tan vieja.
—No se preocupe, señora. Le agradezco que me haya recibido, no pude encontrar un mejor lugar a tan buen precio como este.
—Me alegro tanto de que estés aquí. Ojalá te sientas a gusto y te quedes una buena temporada.
Asentí y la señora volvió a despedirse— Me retiro para que descanses. Si necesitas algo, por favor no dudes en pedirlo, la habitación de Ranma está aquí al lado. ¿No te parece un chico muy guapo? Trabaja como mensajero, es un empleo muy duro, pero es temporal. En cuanto vuelva a sus entrenamientos volverá a pelear como antes. Buenas noches, querida.
Me mordí los labios y casi podría asegurar que mis pupilas se dilataron en aquel momento. Solo sonreí; si la mujer supiera en lo que andaba su hijo.
La señora Nodoka cerró la puerta tras de sí. Fue algo demasiado extraño; me preguntaba en dónde me había ido a meter.
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Mi madre está trastornada, solo a ella se le ocurre meter a la casa a alguien como Akane Tendo. No puedo culparla, no tiene malicia, es solo una pobre mujer a quien la vida la ha tratado de mala manera.
Desde hace tiempo que tengo este trabajo y ella no está muy segura de a qué me dedico. Piensa que hago encargos y que hago de mensajero, por lo que el sueldo que le digo que gano debe ser bajo. Cuando la veo apurada con las cuentas, finjo, diciéndole que he hecho trabajo extra y le saldo la deuda de ese momento. Darle el dinero íntegro sería muy sospechoso; ya está decepcionada de mi por haber dejado las artes marciales y no tengo corazón para hacerle pasar otro mal trago. Para ella, lo que hago no sería honorable.
Pareciera que soy un hijo muy egoísta, pero no es así. El dinero que no le doy, lo guardo en una cuenta de ahorros. Tengo temporadas que no tomo ningún cliente…porque no se me da la gana. Hay ocasiones en las que solo quiero despejarme un poco, así que eso ayuda a la economía hasta que considero prudente que puedo salir otra vez. Mi lista de espera es bastante larga, tengo clientes cautivos, por lo que puedo dejar de preocuparme lo suficiente. Paso el tiempo que puedo con mamá, porque no me gusta dejarla sola. Sé que el abandono de mi padre le sigue doliendo y hago hasta lo imposible por tratar de distraerla para que no se sienta triste.
Debo hablar con ella una vez más. No sé qué idea se le cruzó por la cabeza cuando decidió alojar personas desconocidas en la casa.
Estaba colocando la mesa con la cena de esa noche; sopa de miso, arroz, verduras y sardinas con salsa, sus favoritas. Cenábamos eso por lo menos una vez cada semana.
—Mamá, tengo que hablar contigo.
—Coloca ahí estos platos, voy por la salsa de soja.
—Mamá, es importante.
En diez segundos estaba de vuelta, se veía contenta. La mesa había quedado impecable— ¿crees que mañana deba preparar algo con carne? sé que no está en oferta, pero sería una manera de hacer sentir bienvenida a nuestra inquilina…
—¡Sobre eso quiero hablarte! no es una buena idea tener a alguien aquí.
—¿Sigues con eso, hijo? ya te dije que es una buena entrada de dinero.
—No lo necesitamos, puedo darte más.
—Oh, mi Ranma —tomó mi barbilla con su mano, como hacía cuando era niño— no debes presionarte así. Esas horas extra te vienen mal, estás más delgado y necesitas estar fuerte para cuando vuelvas a entrenar para el torneo.
De nuevo ese vano deseo que vuelva a las artes marciales— Ya hemos hablado de eso, ¡y no es el punto!
—¿Cuál es el problema con que yo aporte algo a la casa? me hace sentir útil. Sabes que desde que tu padre se fue, he estado buscando una motivación y trabajar es una de ellas. Me gusta estar en casa y cocinar, puedo hacerlo para alguien más y ganar dinero con eso.
Respiré hondo, era demasiado obstinada— ¡Qué puedo darte yo dinero!
—No es por el dinero, hijo. Es por mí, por mi salud y por la tuya.
—¡No estoy enfermo! Además, meter a una extraña en la casa no es seguro.
Mi madre comenzó a servir los platos con su característica sutileza, cada movimiento parecía un ritual perfectamente ensayado— Has estado deprimido desde que esa chica te dejó, y no quiero que te afecte más. Debes descansar y mientras tanto me haré cargo de ambos, como cabeza de esta familia.
—Ukyo no me dejó.
—Tienes razón, no te dejó. Se fue con otro la muy zorra y ni siquiera se tomó la molestia de decírtelo.
—Otra vez te digo que ese no es el punto…
—Y después, esa Shampoo. Sabes que trato de no inmiscuirme en tus decisiones, pero ¿qué estabas pensando? al día siguiente que te enteraste de que Ukyo te engañaba en tus narices, fuiste donde su mejor amiga…una fichita, igual que ella. Bonita venganza la que tramaste ¿sabes cuánto tiempo tuve que soportar a la tal Shampoo? Y yo, creyendo que como todo un hombre lo solucionarías, pero no.
—Mamá…—mencionar mil veces la historia de mi ex, era su manera de reclamar por mis tonterías.
—Tuve que hacerme cargo, porque tú seguías llorando por Ukyo, tirado en la cama como un vegetal, mientras el peso del abandono de tu padre hacía mella en mí. Pero no iba a dejar que esta familia se derrumbara, así fuéramos tú y yo. Cuidaré de nuestro honor hasta el final de mis días.
—¡Mamá! —solté, exasperado.
Su tono de voz cambió, como si no hubiera dicho nada— ¿Por qué no te has comido el arroz? no puedes probar las sardinas si no terminas el primer plato.
—¿Por qué está esa mujer aquí? —debía fijarme en la cuestión importante a tratar.
—¿Akane? ya te lo dije, me pareció una buena chica, no fue necesario pedir referencias.
—¡¿No pediste referencias?! ¿Cómo sabes que no has metido a una asesina a tu casa?
—Se lo pregunté.
—¿Qué? ¿le preguntaste si era una asesina?
—Así es. Tampoco perteneció a ningún clan yakuza, ni ella ni su familia.
—¡Mamá! —Me cubrí la cara con una mano— ¿quién dice que todo lo que te dijo por teléfono es cierto?
—Su voz sonaba confiable.
—¡¿Confiaste en ella solo por escuchar su voz?! ¡¿Qué estabas pensando?!
—Oh, Ranma, qué poco me conoces. Confío en mi instinto, y nunca me ha fallado.
—También confiabas en Ukyo.
Su semblante se endureció— ¡Jamás confié en esa mujer!, usaba demasiada mayonesa en esos panes que preparaba. Ese ingrediente ocultaba el resto de los sabores, así como ocultaba todo su ser infiel, cargado de inmundicia.
—¿Qué hay de la chica Tendo? ¿sabes algo más? ¿tu instinto no te dice nada?
—Le pedí una fotografía, me pareció bonita. Creo que está trabajando para reunir dinero y seguir estudiando…y ahora que la he visto en persona, me parece que es mucho más guapa ¿no crees?
Mamá divagaba, no podía permitir que esa mujer se quedara— Tienes que echarla de aquí.
—¿Por qué motivo?
—¡Porque no sabes quien realmente es!
—Lo siento, no puedo hacerlo. Me ha dado ya un mes de depósito.
—¡Regrésalo!
—Ya lo he invertido en las mejoras de la casa. Mañana vienen a reparar el techo, las tuberías y me hicieron descuento por la cerca del jardín.
Me pasé las manos por el cabello, pensando en qué podía hacer. Mi madre confiaba en una mujer que sacaba provecho de los hombres y después los desechaba. Sabía que no podía decirle lo que Akane hacía, sería un shock para ella, no quería alarmarla.
De nuevo, respiré profundo, iba a arriesgarme ese mes, cuidando a mamá y presionando a la chica para que se fuera antes.
—De acuerdo. Solo prométeme que no permitirás que traiga a nadie más aquí y que cualquier cosa extraña que veas en ella, me lo dirás.
—¿Crees que no pensé en eso? por supuesto que puse condiciones. Hijo, me subestimas demasiado.
—Solo intento cuidarte.
Mi madre sonrió y me miró con ternura— Cariño, soy yo quien cuida de ti. Ahora, por favor lleva más té a la habitación de Akane, yo terminaré de limpiar la mesa y la cocina.
—¿No acabas de llevarle un té hace rato?
—Sí, pero puede necesitar más, debo ser una buena casera.
—Quizá ya se haya dormido.
—Entonces entra sin hacer ruido y déjalo por ahí, recuerda que el seguro de la puerta no funciona. ¡Vamos, ve!
Mi madre tenía una forma curiosa de hacer las cosas. No entendía si tramaba algo o no; por supuesto, la obedecí, llevé el té a su habitación…bueno, casi. Llamé a la puerta dos veces y le dije que había más té detrás de la puerta. Tampoco obtuve respuesta, y no me atreví a entrar. Me dirigí hacia mi habitación para cambiarme y tratar de dormir un poco. Por supuesto, no pude dormir del todo; estuve toda la noche pegado a la pared, tratando de escuchar si ella se comunicaba con alguien.
No estaba seguro si sucedió o no, porque me quedé dormido apoyado en la pared. Mi cuello me molestaba a la mañana siguiente.
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¡HOLA! Gracias por leer este capítulo. Mi agradecimiento infinito a mi querida beta reader Sailordancer7 por apoyarme con la realización de este fic. A mis Locas por el dios griego, que adoro, por apoyarme siempre en cada proyecto.
Me siento contenta de que les haya interesado la historia y volver a leerlos en los comentarios. No tengo un día exacto para actualizar, aunque estoy tratando de hacerlo seguido.
Gracias de nuevo por dejar sus reviews, me han levantado el ánimo y de verdad que los aprecio como no tienen idea.
Los leo muy pronto.
Susy Chantilly.
