Hermione y él acababan de regresar de tres deliciosos días en Ámsterdam, como de un festejo tardío por su cumpleaños, y Draco seguía babeando por todo lo que habían hecho, manteniéndose poco concentrado en el brunch en la mansión Malfoy, brunch donde también participaban los padres de Hermione (adiós los sábados de museos y cafeterías pequeñas, hola sábados en el solárium con cinco clases de té y quince variedades de emparedados). Estaba consciente de que Jean y su madre habían acordado hacer estos brunch semanales para presionarlos, así que Draco mantuvo su rostro impasible mientras dejaba a su mente recordar su impresionante celebración.
Había sido un viaje pequeño, sólo ellos dos caminando por Ámsterdam, tomados de la mano y que, después de una deliciosa cena y una parada casual en una pequeña cafetería, ambos habían terminado en el barrio rojo, mirando casualmente artefactos que vibraban. Unas horas después, exploraciones curiosas por aquí y por allá, algunos cigarros relajantes, lencería y lubricante, mucho lubricante, Draco y Hermione habían descubierto el por qué a ciertas personas les gustaba cierta clase de sexo. Huelga decir que descubrieron que ellos eran esa cierta clase de personas.
—Así que —interrumpió su madre sus pensamientos pecaminosos—. ¿Qué han hablado con Pansy?
La taza de Hermione chocó con su plato, Narcissa y Jean apenas se inmutaron.
—¿Pansy? —medio tragó ella—. ¿Qué se supone que debemos hablar con Pansy?
Draco observó el intercambio con interés.
—Pansy Parkinson: la planificadora de bodas —repitió Narcissa.
—Parkinson planifica eventos —contestó Hermione, mirando entre él y sus madres—. ¿Qué tengo que hablar con ella?
—Bueno cariño, nos dejaron en claro que no querían nuestra ayuda —intervino Jean inocentemente.
Draco entrecerró los ojos, Jean jamás era inocente.
—Y has dicho que es muy buena en su trabajo, Draco —Jean le sonrió—. Seguramente tendrá un espacio para organizar su boda….
—Pansy está muy ocupada con su nueva tienda… —intentó Draco—. No debe tener mucho tiempo libre…
—Y no está en discusión. —Hermione dejó su taza a un lado—. Nosotros haremos esto a nuestro gusto, ya lo hemos decidido.
Draco cerró la boca, contratar a Pansy Parkinson o no, había sido un tema de varias noches, donde Hermione había expuesto que no necesitaban ayuda de nadie, que la boda se haría cuando ellos decidieran, que Pansy estaba acostumbrada a hacer bodas extravagantes que iban con su estilo y no la cosa discreta que ella esperaba, además, Pansy no era la mejor. Y, sobre todo, había estado involucrada en las infames apuestas.
Draco tuvo que morderse las réplicas, porque ciertamente no deseaba un enfrentamiento entre su amiga y el amor de su vida, sin embargo, Pansy sí era la mejor.
O en su defecto, sus madres, tan entusiastas y con demasiado tiempo libre para poder ayudarlos eran también una encantadora opción…
—Pero le han preguntado, ¿no? Hizo la boda de estas dos chicas encantadoras… ¿Cómo se llaman, Draco?
—Rose y Diana.
—¡La señorita Snyde y la señorita Dwinells! —Aplaudió su madre, dirigiéndose a Jean—. Encantadora boda de invierno con pequeñas hadas colgando en el jardín de los Snyde… ¡Toda una boda de invierno! —Jean asintió, emocionada—. Deberías haber visto a Draco vestido de azul, fue una boda tan bella…
—¿Fuiste a una boda sin mí? —interrumpió Hermione, mirándolo detenidamente.
Draco se encogió en su asiento mientras la mano de ella se estiraba hacia él.
—Fue en navidad…
Vio cómo Hermione hacía rápidamente cálculos. Sus ojos se abrieron con comprensión.
—Las vacaciones de navidad con tus padres… Las que no podías perderte… ¿Fue una boda?
Su estómago se revolvió mientras él asentía.
—Fue… cosa de último momento.
—¿Una boda planeada por Pansy Parkinson fue una cosa de último momento? —preguntó ella, soltándolo y mirando fijamente a la mesa—. ¿Fuiste a una boda sin mí?
Draco quería explicarle que sí, que había ido solo y había sido muy miserable mientras tanto, porque la extrañaba, pero que también, decidió ir solo para evitar todo el dolor que le causaba no poder tenerla como su pareja real. Se decidió por una verdad diluida:
—Quería empezar a hacer cosas sin ti…
Hermione parecía querer decirle algo más cuando Narcissa, ajena a su inminente pelea, los interrumpió.
—¿El 30 de junio les queda bien?
Hermione levantó la vista y parpadeó, confundida. Draco permaneció en silencio.
—Dado que no anunciaron su compromiso en el cumpleaños de Draco, lo cual habría sido lo más lógico, pero tampoco tuvimos una celebración adecuada… —continuó Narcisa, ajena a la mirada acalorada que su prometida le envió.
Una patada sacó a Draco de los recuerdos por su cumpleaños. Hermione estaba mirando a Narcisa con atención.
—…por lo tanto, es una excelente ocasión para que anuncien su compromiso al público. —Su madre los observó con una sonrisa. Jean estaba asintiendo enérgicamente.
Hermione miró a Draco y de pronto, todos lo estaban mirando con diferentes grados de emoción y expectación.
Draco miró a una petrificada Hermione, luego a Jean, que estaba observándolo con una enorme sonrisa y después, a su madre, quien comenzó a lagrimear. Ambos padres habían salido sigilosamente del comedor.
—Eh… ¡Una fiesta de compromiso! —repitió Draco cuando Hermione lo pellizcó en el costado—. ¿Suena genial?
Jean y Narcisa sonrieron, encantadas.
—No quería adelantarme, pero… —Jean dejó caer algunas revistas sobre la mesa, aplastando algunos panquecitos en el camino—. Tengo algunas ideas. ¿No es encantador, Hermione? Y si no quieres la ayuda de una planificadora consumada, siempre estamos nosotras.
Su prometida, la bruja más linda de su vida, lo fulminó con la mirada.
—¡Tenías que decir que no! —chilló Hermione apenas cruzaron la chimenea de su hogar—. ¡Es una terrible idea! Debiste decir que nos lo tomaríamos a nuestro ritmo
Hermione se quitó sus zapatillas de una patada y las empujó lejos.
—¿Por qué es una terrible idea? —se enojó Draco—. ¿Tan difícil es anunciar públicamente nuestro compromiso?
—¿Qué clase de prometido eres si aceptar cualquier capricho que tu madre te arroje?
—¡Yo jamás he cedido a los caprichos de mi madre! —gruñó Draco, mordiéndose los comentarios sobre que eran «nuestras madres», en plural—. ¡Y estás evadiéndome!
Además, ¿de qué caprichos hablaba? Si él fuera esa clase de hombre, no sé, quizá ya estaría casado con cualquier mujer bonita sangre pura, criando dos o tres hijos y haciéndose cargo de sus deberes de Malfoy, no viviendo en un pequeño apartamento con una bruja reacia a anunciar su compromiso, que, por cierto, ya estaba comenzando a irritarlo...
—Anímate, nada puede salir mal —le dijo él desde el umbral. Hermione le azotó la puerta del baño—. Si te sientes tan incómoda, siempre podemos pedirles a los elfos que la organicen…. O P… —Hermione le arrojó algo contra la puerta: «¡No digas Pansy!»—. O… ya sabes, a nuestras madres… Parecían muy emocionadas con eso. —Draco golpeó su frente contra la puerta—. O, si no estás segura de esto, podemos parar.
Su corazón se apretujó cuando Hermione no contestó.
Siempre había tenido el miedo de que habían llevado las cosas muy rápido, más allá de lo que realmente ella quería de él con la maldición Malfoy, los anillos de compromiso y mudándose a la misma habitación, todo a la vez.
Quizá habría sido mejor tomárselo con calma, un par de citas, salir al cine, besos tímidos… Quizá en el fondo, Hermione no estaba seguro de él o ellos.
Aquella noche, mientras Crooks se acurrucaba contra su pecho y él tiraba de la manta del sofá, dedicó unos minutos a reflexionar sobre qué parte de lo que hizo, fue lo peor. Si insinuar darle carta blanca a sus madres, dios no lo quiera a Pansy, pedirle a los elfos la ayuda o por tener la vaga sospecha de que Hermione estaba posponiendo todo… (de nuevo) y presionarla ligeramente.
Apagó la luz de la sala y cerró los ojos.
—¿Qué haces aquí? —Hermione había prendido las luces y lo observaba desde el pasillo con las manos en la cadera. Draco se mantuvo estoico.
—Creo que peleamos, cariño.
Ella refunfuñó y le empujó la manta del cuerpo y a Crooks en el camino, poniéndolo de pie.
—Deja de ser tan dramático.
Draco la observó con cuidado, esperando más.
—¿Quieres cumplir los caprichos de tu madre? Bien. Genial, haz lo que tu madre y la mía desean, pero lo haremos todo nosotros y no, no habrá ayuda de los elfos. Pero será a mí manera. Ahora, deja de ser tan dramático y ven a la cama, tonto.
—¿A tu manera quiere decir sin magia? —preguntó Draco, arrastrándose detrás de ella hacia la habitación.
—Sin magia —confirmó Hermione mientras apagaba las luces y se acurrucaba contra el pecho de Draco.
—Suena fantástico.
—¿Podemos sólo contratar a Pansy? Ella se encargaría de todo… Hasta de nuestros padres.
Hermione lo golpeó en las costillas.
—¿Y Draco? —él tarareó, acurrucándola contra sí mismo—. Jamás me arrepentiría de ti o nosotros, te amo con todo mi corazón.
Él suspiró y sonrió, durmiéndose con tranquilidad.
—Es todo, nos vamos a fugar —declaró Hermione mientras arrojaba ropa aleatoriamente a su viejo bolso de cuentas. Su coleta desordenada se balanceó peligrosamente mientras empujaba la aburrida túnica de eventos aburridos dentro del bolso. Su sudadera, es decir, un viejo jersey de Draco, le quedaba largo de las manos, otorgándole una apariencia más diminuta y medio enloquecida que nunca—. En este momento, Malfoy —puntualizó la chica al ver a su prometido todavía recostado en ropa interior—. Ahora mismo. —Crooks, acostado sobre Draco, bostezó y Hermione arqueó una ceja—. Me voy a ir a casar en este momento, contigo o sin ti.
Draco se puso de pie, suspirando y atrapó las manos histéricas de su bruja. Tuvo cuidado de no hacer un movimiento brusco que la molestara más. Casi pudo sentir la magia vibrando como electricidad por su piel, dándole pequeños toques.
—¿Por qué nos vamos a fugar? —preguntó con calma.
—Porque estoy teniendo una crisis —inhaló Hermione, temblando bajo las manos de Draco—. Porque nuestras madres nos están empujando todos los días con planes, diseños y tonterías de boda, porque el trabajo es una mierda y no me puedo adaptar mientras la boda me pesa encima, porque nuestros estúpidos amigos comenzaron una estúpida apuesta que estúpidamente se convirtió en algo enorme donde cualquier estúpido está involucrado y hay más de dos mil galeones en efectivo y muchas cosas que ni siquiera se me habían ocurrido para mi propia vida. —Draco asintió, toda comprensión y amor mientras se dejaban caer contra la cama y ella se sentaba sobre él, mirándolo a los ojos—. Y eso es lo peor: no soporto la idea de que la mitad del ministerio esté metido en esto y hayan invadido nuestra privacidad. —Sus mejillas se sonrojaron—. Fue horrible, vil y nosotros… fue tan humillante. Y no tengo energía para intentar desenredar tantos encantamientos porque siempre están nuestras madres presionando por la boda, o Skeeter o cualquiera que nos vea juntos.
—Siempre podemos elegir un campeón, hacerlo ganar y luego, pedir la mitad del botín, algo así como gastos de representación.
—Esto no es monopoly, Draco, es nuestra boda.
—No, pero ese dinero puede parar en nuestra bóveda, servir para la educación de nuestros hijos, una cama ortopédica para Crooks, yo qué sé.
Hermione soltó una risita y enterró la cabeza en su cuello.
—Como si necesitáramos dinero —rio Hermione mientras sonreía—, aunque, según tu padre, tal vez sea así, con lo humilde y pequeña que son sus bóvedas.
—¿Estás hablando de las bóvedas Malfoy o de «las bóvedas» de mi padre? —Le picó las costillas y ella resopló, sus hombros se relajaron y la magia dejó de vibrar a su alrededor.
—¿Deberíamos preguntarle a qué se refiere?
Su bruja se rio y Draco se recostó, pateando discretamente el bolso al suelo, lejos de su mirada.
—Fue tan humillante —murmuró Hermione mientras miraba el pedazo de pared arrancado y chamuscado con un anuncio de escobas en él.
—¿En serio? ¿La parte donde todo mundo apostó por las diversas fechas de nuestra relación o la parte donde siempre estuvo frente a nosotros el anuncio?
Hermione suspiró y negó con la cabeza.
—La parte donde tenían una lista muy pública donde aparecía cada cosa que podríamos o no hacer juntos.
Draco sonrió y ella lo golpeó en el costado.
—Creo que eso fue divertido, desafortunadamente ellos no tienen la imaginación necesaria.
Ella se sonrojó y volvió a golpearlo.
—Afortunadamente, Draco.
—Afortunadamente ninguno de ellos tiene la imaginación necesaria, ¿te imaginas cuánto dinero se podría haber ganado por cada vez que me has arrastrado a un cubículo en esos horribles antros a los que te empeñas en ir? Millones de Galeones, Hermione, millones.
—Aunque ofensivamente falocentrista —comentó Hermione mirando el anuncio de escobas.
—La mayoría son hombres del DALM y Deportes Mágicos, por supuesto que serían falocentristas. Dudo muchísimo que McLaggen sepa dónde está el clítoris o cómo hacer llegar a una chica sin sacar a su flácido y muy pequeñito amigo.
Hermione se rio.
—Ya sabes —susurró Draco mientras acariciaba su costado con un dedo y tiraba de su jersey—, ellos no podrían imaginar el goce que hay en darte exclusivamente placer con mi boca entre tus piernas. —Su mano se deslizó entre sus muslos y ella no se lo impidió—. No sabrían cómo hacer llegar a una chica sólo con su mano y verla retorcerse encima de ellos mientras se aferran a la cabecera, ¿verdad, mi amor? Porque si ese trozo de papel lo hubiese hecho una chica como tú… —Señaló ambiguamente hacia el anuncio—. La columna de «Draco es gay» estaría muy por debajo de «Hermione es ninfómana».
Hermione suspiró y lo empujó para que rodara, sentándose encima de él.
—Qué bueno que mi futuro esposo no es un idiota, entonces —susurró ella mientras se quitaba el jersey.
Draco tartamudeó un momento mientras las palabras futuro esposo llenaban su pecho de sentimientos alegres.
—Entonces, futura esposa, ¿por qué no vienes aquí y te enseño lo poco idiota y lo muy generoso que puedo ser? —Draco empujó la almohada debajo de sí y sonrió.
—Esto de la apuesta me tiene de nervios y ni siquiera Theo ha conseguido romper el lazo vinculante. ¡Más de dos mil galeones, Malfoy! No sé cómo resolver esto —un sollozo se escapó de su bruja mientras Draco empujaba su ropa interior lejos de ella, atrasando un día más y con poco esfuerzo, su intento de fugarse.
—Y no tienes por qué saber cómo resolverlo —contestó él besando el interior de sus muslos—. Es un problema de ellos y como son idiotas —otro beso—, pensaban que haremos ganar a uno. —Besó su monte mientras ella exhalaba—. Es una presión que no es de tu incumbencia, así que déjalos y sigamos con nuestra boda a nuestra manera, con nuestros padres y al que gane, le haremos pagar todavía más de por vida.
Hermione levantó la cabeza y se mordió el labio mientras él abría un poco más sus muslos, acercándola a él.
—¿Y si es Harry?
Draco detuvo sus besos y susurró:
—Mejor para mí.
Ella lo golpeó en el brazo y se derrumbó sobre él, sobre sus dedos que la abrían.
—Fue horrible… que apostaran en eso.
Draco asintió y dio un primer lengüetazo.
—Son idiotas, te lo dije desde el inicio. Aunque —reflexionó, succionando la suave piel de su muslo—, si yo estuviese en su lugar, habría hecho lo mismo después de tanto tiempo viendo a mis dos amigos dar vueltas entre sí.
—¿Sabes cuánto tiempo tienen haciendo esto a nuestras espaldas? —Hermione peinó hacia atrás sus mechones rubios, mirándolo besarla.
—Potter mencionó que fue un año después de que rompiste con Weasley cuando la hicieron pública —Hermione gruñó cuando él pasó su lengua por su clítoris—. Aunque creo que las entradas bajaron cuando confesaste tu amor por Theo —dijo con amargura y la mordió en la cadera. Ella se rio y abrió los ojos, una mirada divertida brillando en sus ojos.
—¿En serio creíste eso?
Draco hundió un dedo en ella y comenzó a besarla, abriéndola y amasándola. Hermione suspiró mientras se sostenía contra la cabecera.
—Claramente no iba a decir que el hombre en el que prácticamente todos los viernes de bebidas me subía a su regazo y me mantenía… ay, así, pegada a su pecho, era el tipo del que estaba enamorada si… ¡Sí! Dicho tipo en cuestión no había hecho ni un movimiento pese a todas las señales nada sutiles que le di al prácticamente al recostarme encima suyo cada semana. ¡Oh!
Él negó con la cabeza y la empujó con suavidad hacia abajo, alejándola de él. Cuando Hermione se quejó, Draco le metió dos dedos en la boca, los dedos que había utilizado con ella, y la miró sombríamente.
—Eres horrible para insinuarte. Pero… ¿puedes dejar de hablar de otros hombres y dejarme hacer mi muy generoso trabajo?
Hermione lamió sus dedos y asintió, Draco empujó sus dedos más adentro y luego los sacó, besándola con fuerza.
—Encontraremos la manera de hacerlos perder a todos. —No era una suposición, era una afirmación, algo que harían juntos. Ella asintió mientras Draco se hundía completamente en ella.
¿Sigues aquí? Yo sí. Gracias por leer.
