-¡Señora, ¿Se encuentra bien?! – le preguntó Kagome, atravesando la valla de madera del jardín de la casa, junto a InuYasha.

-Mi... Mi bebé... - contestó con mucho esfuerzo, agachada y con su mano derecha en su vientre. - ya va a nacer...

Al ver como de a poco su largo vestido beige estaba siendo manchado por la sangre, Yahiko se desplomó en el pasto.
Nagato y Konan lo vieron con gotitas de sudor bajando por sus cabezas. InuYasha tomó a la mujer en brazos y, siendo guiado por Kagome, entraron a la sala de la casa, colocándola en el piso, frente a un sillón de tres asientos.

-¿A-Ahora qué? – cuestionó, volteando nervioso de un lado a otro.

Konan y Nagato los alcanzaron, dejando a Yahiko desmayado en el jardín.

-Necesitamos agua caliente, toallas y almohadas... - dijo Kagome, recordando los partos en los que asistió, al lado de la anciana Kaede y de Rin.

La mujer no dejaba de gritar y de quejarse, momento en el que se agachó a su lado izquierdo y tomó su mano.

-¡Konan, quédate a ayudarme! ¡InuYasha, busca con Nagato todo lo que dije y esperen afuera!

-¡D-De acuerdo! – exclamaron al unísono.

La niña de cabello azul se sentó al lado derecho de la mujer y también sostuvo su mano.

-¡R-Respire hondo! – pidió la sacerdotisa. - ¡Todo saldrá bien!

Cuando el Hanyou y el pelirrojo llegaron con las cosas, Konan se movió rápidamente, siguiendo las instrucciones de Kagome; con el corazón estrujado por los gritos de la mujer. Pusieron las almohadas detrás de su espalda y usaron el agua caliente y las toallas para limpiar la sangre.

InuYasha y Nagato, sin poder seguir viendo más sus ajetreados movimientos, giraron sobre sus talones y salieron al jardín. Mientras esperaban, colgando los pies en el borde del piso del pasillo exterior, un anciano que pasaba curiosamente por ahí entró en pánico al ver al Hanyou. Dando un respingo, se dirigió al otro lado de la calle.

Transcurridas varias horas; en las que InuYasha y Nagato seguían esperando, con Yahiko aun desmayado y tieso sobre la hierba, escucharon el fuerte llanto de un bebé. Apresurándose, se levantaron y se acercaron hacia la puerta corrediza tras sus espaldas, abriéndola de golpe para correr hacia la sala. Ambos quedaron enternecidos ante la imagen de la mujer, sosteniendo en brazos a su bebé recién nacido.

Kagome y Konan se limpiaron sus frentes llenas de sudor. Después de tantos momentos de terror puro, en los que no estaban seguras de lo que sucedería; tanto con la madre como con el bebé, se sintieron satisfechas al verlos bien y a salvo.

"Pronto estaré en esa posición". Pensó Kagome, sonriendo con su mano derecha en su vientre.

-¡Mikoto!

De pronto, la voz de un hombre hizo eco en el cuarto, presentándose con tres individuos más detrás suyo.

-¡Ahí, ahí! – gritó el anciano, señalando al Hanyou. - ¡Ese es el monstruo!

-¡Aguarden! – pidió Nagato, poniéndose delante de él. - ¡InuYasha-sama contribuyó al nacimiento de ese bebé!

-¡Así es, por favor no lo lastimen! – agregó Konan.

-Querido... - dijo la mujer, llamando la atención del hombre de cabellos castaños y ojos negros.

Él, al verla, caminó hacia ella y se agachó a su lado derecho.

-Les debemos mucho a estas personas. – le murmuró con dulzura. - Sin su ayuda, no sé qué habría pasado con nuestro hijo.

Su esposo asintió y se levantó.

-Lamento haberles causado tantas molestias. – comentó, volteando hacia la sacerdotisa y al peliplateado. - Jamás olvidaré este favor, ¿Podrían decirme sus nombres?

-Soy Kagome Higurashi.

-InuYasha.

-Gusto en conocerlos. – hizo una pequeña reverencia.

Sus subordinados, al ver aquello, también los reverenciaron.

-Soy Fugaku Uchiha y ella es mi esposa, Mikoto.

-Tú también estás embarazada, ¿Verdad? – comentó la mujer de ojos y cabello negro, sonriéndole a Kagome. - Sería lindo que nuestros niños fueran amigos.

Ella le devolvió el gesto, asintiendo.

-¡C-Chicos!

En eso, Yahiko apareció por la puerta corredera del jardín, dirigiéndose hacia la sala.

-¡¿Qué pasó?! ¡¿Y el...?!

Al ver la sangre que quedó en unas toallas; apiladas en una cubeta sobre un sillón, volvió a desmayarse, avergonzando a sus compañeros y haciendo reír a los adultos.

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6 meses después. 24 de diciembre.

Esa fue la fecha en la que Kagome dio a luz a su bebé. Acostada en una cama del hospital; en el distrito del clan Haruno, no dejaba de sonreírle a su pequeña niña de cabello plateado, cuyas orejas de perro en la cabeza no dejaban de moverse.

El parto había sido duro y extenuante, siendo la misma Tsunade Haruno quien la asistió, acompañada por sus dos hijas, Mebuki y Shizune.

Una vez concluido, Konan, Yahiko y Nagato pudieron entrar al cuarto y acompañar a la sacerdotisa y a su esposo, admirando a la recién nacida con asombro y ternura.

InuYasha, tomándola con su brazo izquierdo, le pasó los dedos de su mano derecha por sus rosadas mejillas y su pequeña cabeza, logrando que dejara de llorar y se pusiera a reír.

-¿Ya pensaron como la van a llamar? – interrogó Nagato.

-Todavía no lo hemos decidido. – se sinceró Kagome.

-Oye, Konan... - la llamó Yahiko. - ¿No dijiste que tenías un regalo para Kagome-sama?

La chica de ojos anaranjados asintió. Moviendo sus manos en el aire, creó para la aludida un hermoso ramo de flores hecho de papel. Al verlas, InuYasha supo de inmediato el nombre adecuado para su primogénita.

-HanaYasha... - susurró.

Los chicos lo interrogaron con la mirada y Kagome lo vio sorprendida...

-Me gusta. - ...antes de sonreír con calidez. - Es muy bello.

El Hanyou asintió. Se sentó en la orilla izquierda de la cama y, abrazando a su esposa con su brazo derecho, contemplaron juntos la sonrisa de su pequeña.

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-5 años después-.

Dentro de la región del fuego; ubicada al sur de Japón en la época feudal, se encuentra la aldea de Konoha, cuyo bosque y montañas se divide en cinco grandes distritos, cada uno ocupado por diferentes clanes.

El clan Uzumaki. Fundado por Hiruzen Uzumaki y liderado en la actualidad por Jiraiya Uzumaki. Se identifican con el símbolo de un remolino negro, dentro de un círculo rojo. Los ninjas que ahí viven, se especializan en la creación y ejecución de todo tipo de sellos, usados, en su mayoría, contra los Youkai que pretenden invadir hasta los desconocidos rincones de la aldea. Las personas comunes tienen negocios enfocados en comida. Él más famoso, es Ichiraku Ramen, construido y atendido por Teuchi Uzumaki y su hija Ayame.

El clan Haruno. Fundado por Hashirama Haruno y liderado en la actualidad por Tsunade Haruno. Se identifican con el símbolo de un grueso círculo blanco, con el centro vacío. De este distrito, surgen los mejores y más capacitados ninjas médicos. Por herencia de sus antepasados, solo la familia principal es capaz de controlar el legendario elemento madera. También reside un gran hospital que da la bienvenida, tanto a ninjas como a personas comunes.

El clan Uchiha. Fundado por Danzou Uchiha y liderado en la actualidad por Orochimaru Uchiha. Se identifican con el símbolo de un abanico de colores blanco y rojo. En sus tierras, hay un laboratorio donde se hacen experimentos relacionados con cuerpos de Youkai. En el centro, se encuentra la policía militar, una organización que protege el lado norte y este de toda Konoha. Además de lidiar con demonios que crean pánico en los habitantes, también se ocupan de investigar crímenes locales, como robos o asesinatos. Sus miembros son poseedores del sharingan.

El clan Hyuga. Fundado por el padre de Hiashi y Hizashi Hyuga, quienes son sus líderes actuales. Se identifican con el símbolo del Yin y el Yang. Su especialidad es obtener información y conocimiento sobre otras regiones y aldeas, resguardándolos cuidadosamente en una gran biblioteca. También cuentan con negocios como florerías y artesanías. Antes de unirse a Konoha, usaban su Byakugan y su puño suave para enfrentar a sus enemigos. Hasta que los sannin, Jiraiya, Tsunade y Orochimaru, los convencieron de establecerse permanentemente en la región del fuego.

El clan Higurashi. Fundado y liderado por InuYasha y Kagome Higurashi. Se identifican con el símbolo de una luna menguante color rojo oscuro. Complementándose con la labor de la policía militar del clan Uchiha, protegen los lados oeste y sur de Konoha de los Youkai. Al ser nombrado comandante; como en el caso de Fugaku Uchiha, InuYasha lidera un escuadrón conformado por Youkai que se han establecido en la aldea. Es el único distrito en donde pueden convivir humanos y demonios. Con el transcurrir de los últimos años, se convirtió en el nuevo hogar de personas que huían de las guerras, obteniendo una nueva oportunidad para reiniciar sus vidas.

Raíz. También conocido como la fundación. Escondido bajo los cimientos de Konoha, este clan secreto lleva a cabo misiones en contra de otras aldeas Shinobi. Actualmente, es liderado por Danzou Uchiha, quien lo fundó junto a Hiruzen Uzumaki, luego de que ambos cedieran los liderazgos de sus respectivos clanes a sus hijos. Los únicos Shinobi capacitados para entrar en esta organización, son aquellos que demuestran tener habilidades únicas, pasando a ser conocidos como cazadores especiales ANBU y ocultando sus identidades con máscaras blancas de animales. Solo se puede entrar si el mismo Danzou ofrece una invitación.

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Durante una asoleada mañana de otoño, un niño saltaba de rama en rama, siendo perseguido por un gusano monstruoso de varios ojos y dejando detrás de sí un rastro de sangre; cayendo como gotas en los árboles y en las hojas anaranjadas tiradas en la tierra.

Al verse forzado a detenerse, por el dolor en su pierna izquierda, se escondió detrás del tronco de un árbol y se encogió en sus raíces, sosteniendo agotado al bebé de 3 meses que llevaba atado a su pecho, tratando de calmar su llanto.

De repente, el gusano chilló, haciendo temblar el claro cercano al caer. Cuando el niño se giró, asomándose por encima de las raíces, vio atónito a una pequeña niña de largo cabello plateado, parada sobre el cuerpo del monstruo.

Parpadeando, solo por un segundo, se dio cuenta de que ya no estaba. Volteó de nuevo al frente y dio un respingo al encontrarse con sus ojos dorados, mirándolo con extrema curiosidad.

Ella ladeó la cabeza a su derecha. Era humano en su totalidad. Hasta ese día, solo había visto ir y venir a niños que eran demonios por completo o eran mitad humanos, mitad demonios.

Revisándolo de pies a cabeza, se dio cuenta de que no venía solo. Sostenía en su pecho a un bebé, de adorables mejillas rojas, ojos y cabellos tan negros como los suyos.

Además, también tenía una enorme cortada en su pierna izquierda, lo que explicaba el rastro de sangre que detectó su sentido del olfato.

Sin quitar sus ojos de su herida, se acercó y se arrodilló. Sacó de sus cortos pantalones rojos un largo pañuelo blanco y la envolvió. El chico se quejó un par de veces.

Una vez que realizó el nudo del vendaje, la niña se acercó un poco más y lo olfateó. Madera quemada. Pensó. Solo hay un lugar en toda Konoha que tiene ese olor. Volvió a agacharse y lo tomó en brazos, corriendo hacia el noroeste.

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La gente del distrito Uchiha los observaba con extrañeza. Más por la apariencia de la niña que por la herida ensangrentada del niño. Por ello, un hombre mayor no dudó en correr hacia un callejón, llegando con prontitud al edificio de la policía militar.

Cuando Yashiro Uchiha, y sus compañeros de equipo, Inabi y Tekka, se enteraron en la recepción, de que había una niña monstruo caminando tranquilamente por las calles, se apresuraron en salir y saltar hacia los techos más cercanos.

Con el sharingan en sus ojos, lalocalizaron rápidamente, deteniendo su andar al colocarse delante de ella y recibiendo alabanzas de la gente que estaba en los alrededores, viendo la situación desde las entradas de sus casas o negocios.

-¡Yashiro, mira! – pidió Inabi, señalando a los niños en sus brazos.

-¡Engendro...! – exclamó el hombre de picudo cabello blanco; peinado hacia su izquierda, frunciendo el ceño.

Sacando un kunai de sus ropas, al igual que los otros dos hombres, se abalanzó hacia la niña. Ella entornó los ojos, lista para saltar y abandonar el lugar... cuando, de pronto, una silueta apareció para protegerla, interponiéndose en los caminos de Yashiro, Inabi y Tekka, para tirarlos junto a sus armas.

-¡C-Comandante! – gritaron al unísono, encontrándose con espanto una expresión reprochable por parte de Fugaku Uchiha.

Acompañado por los gritos de la gente, el hombre de cabello castaño y ojos negros giró hacia atrás, viendo por encima de su hombro izquierdo a la pequeña de largo cabello plateado, piel blanquecina y ojos dorados. Por detrás de su flequillo, tenía dos adorables orejas de perro, moviéndose con curiosidad por el modo en el que la veía. Sonrió. Se giró por completo hacia ella y se arrodilló a su altura.

-¿Cómo te llamas? – interrogó.

-H-HanaYasha Higurashi. – respondió, parpadeando nerviosa y sonrojada. Lo conocía porque lo había visto de lejos, trabajando junto a su padre.

Fugaku volvió a sonreír. Era la viva imagen de InuYasha. Subiendo su mano derecha a su cabeza, le revolvió algunos de sus cabellos plateados, antes de retirarles de sus brazos a los chicos y ponerse de pie.

-No es propio de ti que alguien te salve en medio de tus deberes, Itachi. - suspiró. – Y para colmo, arriesgaste la vida de Sasuke.

El niño puso un puchero y frunció el ceño, consiguiendo que soltara una carcajada, antes de dirigirse de nuevo hacia la niña.

-Te agradezco que los hayas devuelto a salvo. Asegúrate que nadie te vea en tu regreso.

HanaYasha asintió. Se despidió de él con una reverencia y subió al techo de una casa cercana, saltando de vuelta al bosque que separa los distritos de Konoha.

Al momento de marcharse, la gente comenzó a cuchichear. La sonrisa de Fugaku se desvaneció, girándose a sus subordinados, ahora arrodillados en la tierra, con las cabezas agachadas.

-Esa pequeña es la hija del comandante InuYasha y la sacerdotisa Kagome Higurashi. – avisó, rodeándolos. - Ténganlo presente si no quieren perder algo más que sus trabajos.

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Mientras caminaba por el bosque, InuYasha percibió con sus orejas de perro un extraño movimiento. Girándose con velocidad, se desplazó por las ramas de los árboles, llegando a un lugar cerrado, donde dos niñas estaban a punto de ser atacadas por un ogro.

Frunció el ceño. Desenfundó a colmillo de acero y acabó con la inmensa criatura, usando el viento cortante. Se decepcionó internamente al no darle más pelea, dispersándose en el aire en forma de cenizas.

Una vez que las plantas de sus pies tocaron la tierra, guardó su espada y se acercó a las menores. La mayor, a la que le calculaba unos 11 años por su apariencia, abrazaba a la otra niña, de aproximadamente un año.

Tenía la misma edad que su pequeño Daika. Además, también era una Hanyou. Sosteniéndolas con cuidado, las cargó en sus brazos y se las llevó al hospital, en el distrito del clan Haruno.

Fin del capítulo.