Adaptación del libro "0.5 Luca Vitiello" de la Serie Born in Blood Mafia Chronicles de la escritora Cora Reilly. Adaptada con los personajes de Los Juegos del Hambre, que como saben, son propiedad de la también escritora Suzanne Collins.

Esta adaptación está hecha sin fines de lucro.

.

.

.

.

CUATRO

Casi 3 años después…

Finnick agitó un periódico en el aire cuando entró en mi ático. Levanté mis cejas, dejando mi taza de café.

—¿Desde cuándo lees el periódico? —pregunté. Por supuesto que teníamos que estar al tanto de los acontecimientos políticos, especialmente de la legislación, pero para eso estaba el Internet. ¿Acaso Finnick pensaba que eso lo haría lucir mejor?¿Cómo un jodido hípster de Brooklyn?

No le dejaría pasar por alto el hecho de cargar un periódico con él por motivos de moda.

Su sonrisa en respuesta levantó mis sospechas.

—Vi un artículo interesante en línea cuando revisé las noticias en la cama esta mañana y decidí conseguir una prueba física.

—¿De qué?

Finnick se acercó a la barra de la cocina y puso el periódico frente a mí. Mis cejas se alzaron sorprendidas cuando vi el titular y la foto.

¡Esta es la mujer que arrebató del mercado al soltero más codiciado de Nueva York!

Debajo del titular había una foto mía y, al lado, una foto de Katniss. Me congelé por un segundo. No había visto a Katniss en los últimos tres años desde nuestro compromiso. No había ninguna razón para hacerlo.

Le envié regalos para Navidad, el aniversario de nuestro compromiso, el día de San Valentín y su cumpleaños; el último ayer por su decimoctavo cumpleaños.

Katniss era dolorosamente hermosa. La foto no era oficial. Parecía como si los paparazzi la hubieran tomado sin que ella lo supiera, de modo que su mirada era distante mientras miraba hacia la cámara. Caminaba por las calles de Chicago, llevando algunas bolsas de compras, y era seguida por Plutarch y su segundo guardaespaldas. Estaba vestida con un abrigo de invierno corto y gris, un jersey blanco inmenso de lana, una pecaminosa falda corta a cuadros y botas de gamuza gris hasta las rodillas que mostraba sus pantorrillas y piernas esbeltas.

Su largo cabello castaño se arrastraba por sus hombros y buen Señor, su rostro… ni siquiera estaba seguro si usaba maquillaje, pero era impresionante.

—Estás babeando —dijo Finnick a medida que se inclinaba frente a mí.

Mis ojos se movieron hacia él de golpe.

—Pero él también. —Finnick señaló a un hombre en la foto que casi se rompe el cuello mirando a Katniss, observándola. Sentí la necesidad de descubrir quién era y matarlo solo por la emoción de hacerlo. Pero tenía el presentimiento de que no dejaría de matar si castigaba a todos los que habían observado a mi prometida.

—Tengo que decir que me ofende un poco que no me consideraran el soltero más codiciado de Nueva York. Quiero decir, mírame. —Finnick dio un paso atrás para que así pudiera admirarlo con su atuendo. Unas putas botas de motero, chaqueta de cuero y jeans rasgados.

—Ya no tienes que preocuparte por eso. Según esto, ahora estoy fuera del mercado —dije secamente.

—¿Sabías que la noticia se filtraría a la prensa?

Negué con la cabeza. Padre no me había dicho cuándo saldría exactamente el anuncio. Revisé el artículo para ver lo que habían escrito sobre Katniss.

La larga fila de conquistas de Peeta Mellark ciertamente derramará un par de lágrimas al descubrir que el heredero con un patrimonio neto estimado de 600 millones de dólares ya no está disponible.

—Incluso te desheredaron en su artículo —le dije a mi hermano. Él y yo heredaríamos la fortuna de padre, y se acercaba a los 700 millones de dólares, pero ¿qué eran cien millones más o menos para la prensa? Mantenían su comprobación de hechos al mínimo como de costumbre.

Su futura esposa, Katniss Everdeen, italiana-estadounidense como se esperaba, es la hija mayor del dueño de la cadena de restaurantes Rocco Everdeen.

Casi resoplé. Rocco definitivamente tenía sus manos en varias cadenas de restaurantes, pero esa no era la descripción de su trabajo.

Sus conexiones con el bajo mundo de Chicago han sido rumoreadas, pero nunca confirmadas. Lo mismo puede decirse de los Mellark, lo que lleva a la pregunta de cómo se originó la conexión.

Marvel Mellark y Rocco Everdeen declinaron hacer cualquier comentario. Uno no puede evitar preguntarse cómo Katniss Everdeen convenció al heredero Mellark de que renunciara a su soltería.

Cerré el periódico. Qué mierda.

Sonó mi teléfono y el nombre de Clove apareció en la pantalla. Usualmente sabía que no debía llamarme. Yo era quien solicitaba verla, no al revés.

—Es una llamada enojada —dijo Finnick con alegría.

Contesté pero, antes de que pudiera decir una palabra, la voz de Clove sonó en mi oído.

—¿Cuándo pensabas decirme? —Su voz sonaba cabreada y chillona.

Finnick se echó a reír entre dientes y tomó el resto de mi café.

—¿Decirte qué?

—¡Que te vas a casar, por supuesto!

—No es de tu incumbencia.

—¿Qué? —gritó ella—. Hemos estado follando durante tres años. Creo que merezco…

—No mereces ni una mierda, Clove. Es como dijiste. Follamos, y si no recuerdo mal, ambos también follamos con otros en ese tiempo.

Silencio.

—Habría aceptado ser exclusiva si me hubieras preguntado.

—No quería hacerlo. No me importa a quién te follas.

Finnick se estaba riendo en voz baja, haciéndome querer arrojar mi teléfono a su bonita cabeza.

—Entonces, ¿crees que te dejaré seguir follando conmigo cuando estés casado como si nada hubiera cambiado?

—En primer lugar, todavía no estoy casado. Segundo, ya has follado con chicos casados antes. Y tercero, no eres nada especial, así que me importa una mierda si me dejas follarte o no.

—Peeta —su voz se tornó aún más chillona—. No lo dices en serio. ¿Por qué no nos vemos más tarde y nos divertimos un poco?

Colgué. Esa mujer no tenía orgullo. Finnick sonrió.

—Tu drama con Clove ilumina mi día una vez más.

—Vamos al dojo. Quiero reorganizar tu bonito rostro con mis puños.

Finnick aplaudió una vez.

—De acuerdo.

Sacudí la cabeza y lo seguí hacia el ascensor. Había varias razones por las que necesitaba una buena pelea, y Clove solo era una de las menores. La principal era que necesitaba liberar el deseo reprimido agitándose en mi cuerpo desde que había visto a Katniss.

Todavía quedaban seis meses hasta que finalmente pudiese tocar ese cuerpo. Seis jodidos largos meses.

Seis meses después…

—Entonces, ¿estás nervioso, Peeta? —Finnick sonrió.

—No. Nunca estoy nervioso.

—Pero no has visto a Katniss en tres años. ¿Y si no se ve ardiente en persona? Las fotos pueden ser engañosas. Entonces estarás atrapado follando con una mujer fea por el resto de tu vida.

Como de costumbre, el pasatiempo favorito de Finnick era cabrearme.

—Eres un jodido imbécil. —Había sido bonita hace tres años. Solo podía imaginar lo hermosa que sería ahora. Las fotos de ella habían sido el peor tipo de tortura que podía imaginar. Cuando era menor de edad, me las arreglé para evitar imaginarme follándola pero, desde hace un tiempo, cada vez que miraba su foto me había puesto más duro que una roca.

Llegamos a la puerta de la suite de Katniss. Hice una pausa, buscando a su guardaespaldas que se suponía que debía vigilar. No estaba allí.

—Debí haberte enviado a vigilar a Katniss hace años —le dije a Cato y luego llamé.

Unos pasos ligeros se precipitaron hacia nosotros y la puerta fue abierta por una chica con cabello rubio oscuro. Estaba vestida como una chica rockera barata. Obviamente, estaba intentando impresionarme con sus caderas apenas allí y su pecho moderado. Tuve problemas para recordar su nombre; tenía que ser la hermana menor.

—Hola, Peeta —dijo ella, de hecho sonriendo de una manera coqueta. Tuve que sofocar una risita.

¿En serio pensaba que no veía lo joven que era? Entonces finalmente hice clic.

—Eres Primrose, la hermana más joven.

—Ya no soy tan joven.

—Sí, lo eres —dijo una voz suave y familiar—. Ve con Annie.

Y allí estaba ella. Maldición. Hace tres años se había mostrado prometedora, pero hoy parecía un jodido sueño húmedo hecho realidad. Cabello largo y castaño, piel suave, piernas magras y tetas firmes. No podía esperar a ver cada jodido centímetro de su cuerpo.

—No sabía que nos encontraríamos en mi suite —dijo ella con un toque de desaprobación. Qué bienvenida tan cálida.

—¿Vas a dejarme entrar?

Ella se hizo a un lado. Le di a Cesare una señal para que esperara afuera antes de que el resto de nosotros entráramos en la suite.

Finnick avanzó directamente hacia la pelirroja. Como de costumbre, se sentía atraído por la alborotadora. Mis ojos quedaron una vez más atraídos por el jodido cuerpo ardiente de Katniss. Solo unos días más y sería mía. No podía esperar.

—No deberían estar aquí a solas con nosotras. No es apropiado —murmuró Annie.

Por supuesto que no lo era. Por eso se suponía que había un guardia delante de su puerta.

—¿Dónde está Plutarch? Katniss se encogió de hombros.

—Probablemente está en el aseo o fumándose un cigarrillo.

—¿Sucede a menudo que las deja sin protección?

—Oh, todo el tiempo —dijo Annie burlonamente—. Verás, Prim, Katniss y yo nos escapamos cada fin de semana porque tenemos una apuesta de quién puede ligar con más chicos.

Finnick me lanzó una sonrisa. No estaba seguro de cómo podía estar de tan asqueroso buen humor. Si tenía que pasar más tiempo con la pelirroja bocaza, perdería mi mierda.

—Quiero tener unas palabras contigo, Katniss —dije. Annie tuvo que meterse otra vez, por supuesto.

—¡Estaba bromeando, por el amor de Dios! —La mocosa de hecho intentó interponerse entre Katniss y yo. Afortunadamente, Finnick la arrastró lejos. En serio esperaba que el brillo de fascinación en sus ojos fuera solo eso.

—Suéltame, o te voy a romper los dedos —gruñó Annie. Finnick levantó las manos con una amplia sonrisa. Esos dos eran más de lo que incluso el santo más paciente del mundo podía manejar.

—Vamos. —Me volví hacia Katniss y apenas le toqué la espalda baja. Ella tragó con fuerza y se tensó. ¿Todavía no había superado su miedo a mí?—. ¿Dónde está tu habitación?

No, definitivamente no lo había hecho. Por lo general, solo veía ese tipo de expresión en los rostros de mis enemigos después de ponerles mis manos encima. Katniss señaló hacia una puerta a nuestra derecha y la empujé en esa dirección, intentando ignorar la forma en que temblaba bajo mi toque. Estaba empezando a molestarme seriamente.

Por supuesto que la gran bocaza debía tener la última palabra.

—¡Voy a llamar a nuestro padre! No puedes hacer eso. — Como si a Everdeen le importara.

Entramos en el dormitorio y cerré la puerta antes de enfrentar a Katniss, que me miraba con los ojos muy abiertos inundados de terror.

—Annie estaba bromeando. Ni siquiera he besado a nadie, lo juro. —Se sonrojó deliciosamente cuando lo dijo. ¿Por eso estaba tan asustada? Tenía que admitir que escucharla confirmar lo que sabía, hacía que una bestia posesiva en mi pecho alzara su cabeza.

—Lo sé.

Sus jodidos labios besables se separaron debido a la sorpresa. Maldición. Quería empujarla contra la puerta y besarla.

—Oh. Entonces, ¿por qué estás enojado?

—¿Me veo enojado contigo? —Su expresión era como un libro abierto. Me haría las cosas más fáciles—. No me conoces muy bien.

Ella me lanzó una mirada indignada.

—Esa no es mi culpa. —Esta era la primera señal real de desafío en ella, y estaba jodidamente contento por ello. En realidad, no podía vivir con una esposa asolada por el terror. No era el tipo más sensible del mundo y perdería mi paciencia bastante rápido si tenía que andar de puntillas alrededor de Katniss como si fuera frágil.

Tomé su barbilla entre mis dedos pulgar e índice. Ella se puso rígida, y el desafío quedó reemplazado por la preocupación.

—Eres como una cierva nerviosa ante las garras de un lobo. No voy a atacarte. —Le haría muchas otras cosas, pero ella las disfrutaría todas.

Apretó los labios, obviamente sin creerme. Se veía jodidamente hermosa, y su piel era como terciopelo bajo mis dedos. ¿Se sentiría así de suave cada centímetro de ella? Me incliné para besarla, queriendo saber si me dejaría. Las mujeres rara vez me rechazaban, pero Katniss no era como ellas.

Sus ojos se abrieron por completo.

—¿Qué estás haciendo?

Hombre, ¿tenía que actuar como si fuera un pervertido que la había atrapado en un callejón oscuro?

—No voy a tocarte así si eso es lo que te preocupa. Puedo esperar unos días más. Después de todo, he esperado tres años.

La furia cruzó su bonito rostro, y maldición, me encantó verla.

—Me llamaste niña la última vez.

¿Recordaba eso? Dejé que mis ojos recorrieran su increíble cuerpo, luego sonreí.

—Pero ya no eres una niña. —Maldita sea, la deseaba más de lo que nunca había querido a una mujer, pero el brillo horrorizado en sus ojos impidió que mi polla tuviera alguna idea. Me moví aún más cerca—. Estás haciendo esto realmente difícil. No te puedo besar si me miras de esa manera.

—Entonces tal vez debería darte esta mirada en nuestra noche de bodas —dijo la pequeña zorra. Dos podían jugar ese juego.

—Entonces tal vez voy a tener que tomarte desde atrás, así no tengo que verla.

Lo pensé como una broma, incluso si la idea de tener su perfecto trasero apoyado frente a mí era demasiado buena. Katniss palideció y se apartó de mí antes de chocar contra la maldita pared. Por amor de Dios, mierda, ¿en serio pensaba que la arrojaría en la cama y la montaría desde atrás en nuestra primera noche juntos? No es que no tuviera la intención de tenerla apoyada a cuatro patas delante de mí mientras la embestía, pero eso tendría que esperar hasta más tarde. Por su expresión temerosa, realmente pensaba que tomaría su virginidad como una bestia.

Sofocando mi molestia, dije con la voz más tranquila que fui capaz de convocar:

—Relájate. Estaba bromeando. No soy un monstruo.

—¿No lo eres?

¿Qué carajo? No había venido aquí para dejar que me insultara. Si quería verme como un monstruo, entonces con mucho gusto podía actuar como tal. La fulminé con la mirada.

—Quería discutir la cuestión de tu protección contigo. Una vez que te mudes a mi ático después de la boda, Cesare y Cato serán responsables de tu seguridad. Pero quiero a Cato a tu lado hasta entonces.

—Tengo a Plutarch —dijo con el ceño fruncido.

Seguro. Por eso pude entrar en su suite sin que nadie intentara detenerme.

—Al parecer, él está tomando demasiados descansos para ir al baño. Cato no dejará tu lado a partir de ahora.

—¿También va a vigilarme cuando me duche? Ni en un millón de años.

—Si quiero lo hará.

El desafío regresó con toda su fuerza.

—¿Permitirías que otro hombre me vea desnuda? En serio debes confiar en que Cato no tomará ventaja de la situación.—Intentó enderezarse para parecer más alta, cosa que le dejó aún más que una cabeza por debajo de mí.

—Cato es leal —dije, luego me incliné hasta que estuvimos al nivel de los ojos—. No te preocupes, voy a ser el único hombre que alguna vez te vea desnuda. No puedo esperar.—Hice todo un espectáculo al desvestirla con mis ojos y, por supuesto, se rodeó con los brazos, pareciendo como si estuviera a punto de llorar. No podía lidiar con mujeres llorando.

—¿Qué hay de Prim? —preguntó en voz baja. Si no dejaba de verse tan condenadamente vulnerable, podría sentir la necesidad de consolarla, y eso sería toda una jodida primera vez para mí. No era el tipo de hombre que consuela a nadie—. Ella y Annie comparten esta suite conmigo. Viste cómo puede ser Prim. Va a coquetear con Cato. Hará cualquier cosa para llamar su atención. No se da cuenta en lo que podría meterse al hacerlo. Necesito saber que está a salvo.

—Cato no tocará a tu hermana. Primrose solo está jugando. Es una niña. A Cato le gustan sus mujeres maduras y dispuestas —le dije. Confiaba en Cato. Tomaba su trabajo en serio, y sin importar cuánto coqueteara la hermana pequeña de Katniss, no cambiaría el hecho de que ella era una niña. Sabía que había mafiosos que no dudarían en aprovecharse de una chica de esa edad, e incluso algunos que las preferían tan jóvenes, pero esos pedazos de mierda nunca estarían en mi círculo íntimo.

Los ojos de Katniss encontraron la cama, y me pregunté qué estaría pensando. Antes de que mi propia mente sucia pudiera empezar a imaginar todas las cosas que quería hacer con ella, dije:

—Hay algo más. ¿Estás tomando la píldora?

—Por supuesto que no. —Era casi lindo lo ofendida que estaba por mi pregunta.

—Tu madre podría haber hecho que empezaras a tomarla como preparación para la boda. —No tenía ninguna intención de usar un maldito condón con mi esposa. Quería enterrar mi polla en el coño de Katniss sin nada entre nosotros. Era el único hombre que la tendría, y siempre me había asegurado de usar un condón con las mujeres con las que había follado en el pasado.

El labio inferior de Katniss temblaba.

—Mi madre nunca haría eso. Ni siquiera quiere hablar conmigo de estas cosas.

Me encantaba que Katniss fuera solo mía, pero no estaba acostumbrado a este nivel de inexperiencia. Solo bromeando a medias, pregunté:

—¿Pero sabes lo que sucede entre un hombre y una mujer en una noche de bodas? —Si tenía que darle la charla del sexo, tendría que matar a alguien o, en serio perdería mi mierda.

—Sé lo que ocurre entre las parejas normales. En nuestro caso, creo que la palabra que estás buscando es violación.

La furia estalló a través de mi cuerpo, haciéndome querer atacar a cualquier cosa y a cualquiera. Con el paso de los años, me había vuelto mejor controlándome, pero aun así tuve que esperar un momento antes de estar seguro que no le gruñiría.

—Quiero que empieces a tomar la píldora —Le entregué el paquete que el Doc me había dado.

—¿No necesito ver a un médico antes de empezar a tomar anticonceptivos?

—Tenemos un médico que ha estado trabajando para la familia durante décadas. Esto proviene de él. Tienes que empezar a tomar la píldora inmediatamente. Tarda unas 48 horas para que empiecen a funcionar.

—¿Y si no lo hago? —preguntó desafiante. La ira todavía estaba hirviendo bajo mi piel, pero ¿cuándo no era así?

—Entonces voy a utilizar un condón. De cualquier manera, en nuestra noche de bodas serás mía. —Abrí la puerta. Katniss se tambaleó. No había querido aterrorizarla, pero sería mejor que se acostumbrara. No era un hombre amable.

.

.

.

.

25 / SEP / 2022

.