Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del webtoon y la novela "La emperatriz divorciada" de Alphatart y con arte de Sumpul, yo solo busco entretener y que más personas conozcan esta historia.
Capítulo 353. Determinación (2)
—¡Su Majestad! ¡Yo no lo empujé! ¡En serio!
Dentro del salón lunar, el Gran Duque Hale insistió en su inocencia con el rostro pálido. Pero fue inútil.
—Gran Duque Hale, lo que dijo el Duque Zemensia es cierto. Yo estaba ahí cuando empujaste a su hijo.
El Gran Duque Hale parecía a punto de llorar.
—¡No lo empuje! Sólo...
—Lo golpeaste en el hombro. Bueno, pudo haber sido mala suerte que cayera al agua.
—¡Sí! ¡Sólo le di un golpe en el hombro, no esperaba que el niño tropezara y cayera al agua!
—Pero sucedió. El niño terminó cayendo al agua, y usted, Gran Duque, se atrevió a hacer daño al hijo de un noble de alto estatus del Imperio Occidental.
El Gran Duque Hale exclamó con lágrimas en los ojos.
—¡Si Su Majestad no me hubiera dicho en primer lugar que ese niño era el nieto del Viejo Duque Zemensia, no habría hecho tal cosa!
Edward levantó una ceja hoscamente.
—Si alguien lo escuchara, pensaría que le señalé al nieto del viejo duque para que lo empujara.
—¡Dijiste que el Viejo Duque Zemensia incluso abandonó a su hija para proteger a su nieto! ¡Su Majestad sabe… sabe... que soy muy impulsivo!
—Deja de excusarte. Es vergonzoso.
El Gran Duque Hale apretó los labios, pero las palabras de Edward eran ciertas.
Aunque se podía dudar de la intención del Emperador Edward después de lo ocurrido, sin duda no era extraño.
Como dijo el Emperador Edward, no habló de empujar al nieto del viejo duque. Se limitó a decir quién era y que el Viejo Duque Zemensia lo apreciaba mucho.
Después de eso, se fue a saludar a otras personas.
Pero el Gran Duque Hale no creía que Edward, que había asistido a innumerables eventos de la alta sociedad, le hubiera dicho eso sin ninguna intención.
Cada vez que el Gran Duque Hale se dejaba llevar por sus emociones causaba problemas, un defecto que siempre había preocupado a su entorno. Incluso cuando Occidente todavía era un Reino, una vez cometió un grave error al hablar por su impulsividad.
Entonces, ¿realmente el Emperador Edward le informó sobre la debilidad de su viejo enemigo sin ninguna intención?
Además, fue extraño que el Duque Zemensia viera justo ese breve momento del empujón, y que el Emperador Edward estuviera a su lado. Hasta donde sabía, la Familia Zemensia había perdido por completo el apoyo del Emperador Edward.
Sin embargo, era el Gran Duque Hale quien se encontraba en una posición lamentable.
—Haré una reclamación oficial ante el Emperador Jasper por este asunto.
Edward dejó muy claro que lamentaba que algo así hubiera ocurrido en su cumpleaños, y ordenó que el Gran Duque fuera encerrado.
Dos de los caballeros clandestinos, que esperaban en el salón, se acercaron y sujetaron al Gran Duque por ambos brazos.
—¡Su Majestad! ¡Su Majestad!
Los dos caballeros sacaron sin piedad al Gran Duque Hale que se resistía. Fue completamente diferente del comportamiento anterior, cuando no lo tocaron para no deshonrarlo.
Después de que el Gran Duque Hale fuera arrastrado por la puerta trasera, McKenna, que observaba en silencio, chasqueó la lengua y dio un paso adelante.
—Lo había imaginado cuando se burló de la Emperatriz Isabella delante de ti, pero realmente es una persona que actúa más de lo que piensa.
—Sí. Aunque no esperaba que lo empujara directamente al estanque. ¿Y cómo está el niño?
—Fue rescatado enseguida por la sirvienta, por lo que su vida no corre peligro.
—Hmm. Envíale un medicamento que sea bueno para el resfriado.
—No creo que se lo tome.
—Es sólo una muestra de buena voluntad.
—Lo entiendo.
McKenna, quien respondió obedientemente, reflexionó por un momento antes de preguntar.
—Por cierto, aunque denunciemos ante el Imperio Oriental lo sucedido, ¿no pedirá el Emperador Jasper que enviemos de vuelta al Gran Duque, alegando que él mismo se encargará? Sé que no son cercanos, pero sigue siendo uno de los pocos miembros de la Familia Imperial.
—Normalmente, sería así.
Edward suspiró y se levantó del trono.
—Pero ahora, en el Imperio Oriental, ¿no hay un gran revuelo porque no se sabe si la princesa lleva la sangre del emperador?
—Así es.
—Si resulta que la princesa no es hija del Emperador Jasper, entonces el Gran Duque Hale y su hijo son los siguientes en la línea de sucesión. Pero el Emperador Jasper es joven y el Duque Hale es mucho mayor, así que en realidad es su hijo quien está cerca de ser el verdadero sucesor.
Las comisuras de los labios de Edward se curvaron.
—¿No querrá el Emperador Jasper deshacerse del Gran Duque Hale por si acaso?
—Oh.
—Dile al Emperador Jasper que lo que hizo el Gran Duque Hale fue atroz, además como él mismo confesó, fue peor de lo esperado. Para no dañar la imagen de la Familia Imperial del Imperio Oriental, sólo será encerrado en la torre durante unos cinco años.
—Sí, lo haré. ¿En qué torre será encerrado el Gran Duque?
—En la torre roja.
La 'torre roja' era un lugar aterrador del que se rumoreaba que, una vez arriba, no se podía salir sin derramar sangre. El nombre de 'torre roja' se debía a que las escaleras de la torre estaban teñidas de rojo por la sangre.
El interior de la torre estaba impecable, ya que se utilizaba para encerrar a nobles de alto estatus, pero nadie quería entrar allí.
—Sí.
McKenna respondió con una sonrisa, a lo que Edward añadió también con una sonrisa.
—Una cosa más.
—Te escuchó.
—Ponle una piedra en la boca y cósela.
Después de esperar unas dos horas en mi habitación, Edward apareció apresuradamente y se disculpó.
—Lo siento, Reina. Me avisaron demasiado tarde que me estabas esperando.
—Está bien. Le pedí a Sir Newton que te avisara después de que salieras del salón.
—Aun así, Mike, es un caballero poco comprensivo.
—Edward, yo se lo pedí.
Después de hablar con firmeza, Edward se acercó moviendo la cola como un zorro y enterró su cara tiernamente en mi hombro.
—Si hubiese sabido que Reina me estaba esperando, habría dejado de lado los problemas para venir corriendo.
—Por eso lo hice.
Edward me mordió suavemente el cuello y después, la oreja. Su cálido aliento rozando mi piel me hacía cosquillas, por lo que mis hombros se levantaron naturalmente.
—Detente.
—Es que estoy tan feliz de verte...
—Yo también estoy feliz. Pero eres un pájaro, no un perro.
Edward se rió suavemente, aceptando mis palabras. Fue entonces cuando vio la pila de regalos detrás de mí y preguntó sorprendido.
—¿Reina? ¿Son todos para mí?
—Ya te di tu regalo.
—Es... una especie de alarde...
Edward pareció recordar que uso deliberadamente la joya que me envió Jasper delante de su secretario. Edward se deprimió rápidamente, desvaneciéndose el final de sus palabras.
—Sólo bromeaba. Este es el regalo que realmente preparé para ti.
Pero tan pronto como escuchó esto, sus hombros volvieron a levantarse, sonrió ampliamente y preguntó, —¿Todos?
—Sólo uno.
Luego, le di un beso en la mejilla y le pedí que se sentara en la cama cuando estaba a punto de volverse a deprimir.
—Hay algo que tengo que decirte antes, Edward.
—¿No podemos ver primero los regalos?
Quería hablar de Whitemond, pero... es el cumpleaños de Edward.
Finalmente, tras posponer el asunto de Whitemond, le pedí que desenvolviera un regalo, pero no sin antes explicarle,
—Estos son regalos que preparé a partir de las sugerencias de personas cercanas a mí. Cada caja de regalo contiene algo diferente, así que elige una.
—¿No puedo quedarme con todas?
—Eso no sería divertido.
De hecho, pensaba regalárselo todo. Puede que sea mañana o pasado mañana, pero hoy sólo una caja de regalo.
Edward suspiró con pesar ante mis palabras, pero pronto aceptó, se acercó a la pila de regalos y se puso a pensar seriamente.
Entonces eligió la caja que estaba ubicada en el fondo.
—Tomaré esta, Reina.
Cuando terminó de hablar, agarró el extremo de la cinta que envolvía la caja. En ese instante, me apresuré a agarrar su mano, que estaba a punto de tirar de la cinta.
NOTA:
Edward no es tan dulce como creiamos, aunque en lo personal me encanta la manera en que defiende a su Reina.
