Capítulo 3

El Uzumaki despidió a Sakura aquella mañana y se metió en la ducha para quitarse el sudor de encima, la estaba pasando bien y ciertamente agradecía la descarga de energía que provenía del sexo, pero este no tardaba en volver a estar completamente recuperado y listo para otra ronda, sin embargo no podía pasarse la vida follando. Tenía demasiadas cosas que hacer. Desayunó ligero, la noche anterior había acordado con Hiashi para encontrarse y debía presentarse cuanto antes con él, si iba a casarse con Hinata lo mejor era tener a su padre como aliado, no le vendría bien un apoyo llegado el momento. Sabía que Hinata no aceptaría de buena voluntad compartirlo.

Salió de la casa y no tardó en llegar a la propiedad Hyuga, allí ya se encontraba un hombre esperándolo, lo miró con seriedad. Tras unos segundos le indicó que lo siguiera y ambos avanzaron por el recinto del clan hasta llegar a la oficina del jefe de clan. Hiashi ya se encontraba allí, aguardando. Se puso en pie y se acercó a Naruto, extendiendo su mano hacía él. Naruto la estrechó con el mismo formalismo.

-Uzumaki-san. –Empezó Hiashi. El hombre no estaba desencantado con la idea de que Naruto se casara con su hija, después de todo este había probado de sobre manera su capacidad como ninja, era un hombre de excepcional reputación y sin duda los Hyuga darían un salto hacia arriba asociándose con él. Pero la situación con el consejo había cambiado en cierta medida su accionar. Ahora no sería solo su familia la que se vería beneficiada de ello, y esto claro si su hija aceptaba casarse ahora que sabía las nuevas condiciones. Sin duda él haría todo lo posible en su mano para concretar esa relación. –Debe saber que me tomó por sorpresa sus palabras en el consejo el día de ayer, más aún porque yo no sabía que pensaba casarse con mi hija…

-La idea la tengo desde terminada la guerra… -Habló el rubio con calma. –Pero esta nueva ley del consejo cambio todos mis planes… No sé muy bien cómo reaccionar, esto es demasiado nuevo para mí. ¿El consejo puede hacer eso? Sacar una ley con solo dos de ellos votando a favor.

-No fue así como sucedió. –El hombre suspiró y se dejó caer en su silla, derrotado. –Cuando llaman a aprobar una ley de manera excepcional usualmente mandan a un grupo de anbus a dar el aviso al resto de clanes, y estos deben aparecer cuanto antes. Usualmente cuando llaman a una de estas sesiones especiales es para una votación el mismo día. Pero muchas veces estos anbus "se pierden" o resulta que no pudieron encontrar al líder de clan. Si no aparecen su voto cuentan como abstención. Yo logré enterarme de esta sesión porque un anbu era un Hyuga y me hizo llegar el aviso, pero estoy seguro de que el resto de clanes no tienen ese tipo de apoyo.

El hombre parecía estar dándole una pequeña sesión de política rápida a Naruto, cosa que este apreciaba. A mitad de sus palabras se levantó y caminó hasta un pequeño escritorio en la sala donde tenía una tetera y dos tazas. Las sirvió con cuidado y colocó una frente a Naruto y otra para él, volvió a tomar asiento.

-Ino, Shikamaru y Choji no parecían haberse enterado de esa reunión. Konohamaru tampoco. –Señaló Naruto, dando un sorbo al té. –Ellos no hubieran votado esa ley…

-Pero ellos acaban de asumir en sus puestos como jefes de clanes, aún están demasiado verde en el juego de la política. –Colocó una sonrisa incomoda en su rostro, casi como si tuviera miedo de continuar hablando. –Y tú también. Yo soy un viejo zorro en este juego, conozco muy bien cómo se mueve el consejo. Durante un tiempo, luego de la muerte de Danzo pensé que se calmarían, pero peque de inocente.

-No lo niego, preferiría volver a enfrentarme a Madara antes que lidiar con la política.

-Por desgracia, ahora estas en este juego. Pero sin duda creo que la nueva generación de Konoha sabrá hacer las cosas mejor. Mientras tanto, la próxima que llamen a una de estas reuniones extraordinarias tratare de localizarte y avisarte. –Sonrió afectuosamente. –Creo que después de todo, seremos familia en el futuro.

-Gracias. –Aquellas palabras lograron tomar por sorpresa al rubio. Familia resultaba una palabra demasiado fuerte en ese contexto, se removió en la silla. –Todavía tengo que hablar con Hinata-chan para… no sé cómo se tomara la noticia.

-Mi hija… te ama. Pero es verdad que esta noticia podría dañarla. Solo espero que puedas respetar su decisión final. –Lo miró con seriedad, retomando el papel de padre en la conversación. Y Naruto asintió.

-La amo, y no quiero causarle ningún daño.

Luego de un silencio prolongado entre ambos, la conversación volvió a girar de nuevo hacía la política, Hiashi se tomaba su tiempo para hablar y aleccionar al rubio con la esperanza de ganárselo para su lado. El líder de los Hyuga tenía sus propios planes respectó a la aldea y sin dudas tener al salvador de Konoha de su lado serviría para como una buena palanca.

Unas horas después, Naruto volvía a caminar por las calles de la aldea. Las palabras del hombre habían servido para abrirle la mente a ciertas ideas, pero una pequeña parte de él le decía que no se fiara demasiado del hombre. Todos querían algo de él, y ya estaba cansado de dar a cambio de nada.

Se quedó con la idea de que el consejo podía llamar a esas reuniones en cuanto lo viera necesario y si los líderes de clanes no se aparecían podía salir muy perjudicado. Debía asegurarse de conseguir un aliado útil dentro del consejo.

Se trasladó con rapidez hacía las oficinas del Hokage, sabía que Kakashi podría instruirlo en cómo debía seguir. Se transportó directamente dentro de la oficina del Hokage. El líder de la aldea estaba hasta arriba de papeles y al ver a Naruto negó. El uso de la puerta no era lo suyo.

-Usa la puerta… -Se quejó el hombro, soltando un suspiró. –Ayer te tomaste muy en serio el papel de indignado.

-Gracias… -Aceptó Naruto y tomó asiento. Podía ver las ojeras en el hombre, no había dormido nada desde la noche anterior. -¿Está todo bien?

-Si… -Bajó la mirada hacía la carta que tenía en sus manos en esos momentos. –Solo información de un grupo anbu que salió de misión. Nada importante. ¿Qué necesitabas?

-Buscaba información. ¿El consejo puede aprobar esas leyes sin tu permiso?

-Si… el poder de la aldea se divide entre el Hokage y el consejo de la hoja. Los consejeros pueden pasar ese tipo de leyes si tienen la mayoría. Aunque se les da muy mal llamar a sus opositores, como bien habrás notado.

Naruto asintió con lentitud. Tener que lidiar con un consejo tratando de manipularlo no iba a resultar nada agradable para él y debía buscar la forma de neutralizarlos.

-¿No podrías desterrarlos? –aquellas palabras arrancaron un suspiro cansado por parte del Hokage.

-Créeme que si pudiera ya lo hubiera hecho. Incluso trataron de casarme a mí. ¿Sabías? Una princesa del país de los campos de arroz. Que sería útil para la aldea tener a un país agrícola como aliado comercial. Ya podrás imaginarte mi respuesta.

-Oh bueno, sin dudas puedo verte casado. –Naruto dejó escapar una risa ante aquella confesión.

-Por suerte Tsunade-sama me respaldó y aquello fue solo una idea loca que se desechó con rapidez. Si estuviera casado no podría dedicarme por entero a la aldea. O bueno, eso fue lo que dije…

-Hablando de la vieja Tsunade… -Empezó Naruto y captó la atención del hombre, este asintió. –Ella también pertenece a un clan casi extinto.

-Y cuando vuelva de sus viajes y se entere de la noticia matara a los viejos. –Durante un momento pareció contemplar la idea en su mente, casi con anhelo. –Nos ahorraría muchos problemas a futuro. Pero tendría que meterla presa.

-No seré yo quien salga en defensa de esos vejestorios. Y si yo fuera Hokage le daría un Perdón.

-Se vería mal… -Terció, compartieron una sonrisa, él ya había pensado esa idea. –Por lo pronto. ¿Tienes alguna candidata en mente? Además de Hinata, claro.

-Ninguna… Tengo que pensarlo bien.

-Eso jamás se te dio muy bien, lo de pensar.

El rubio estuvo a punto de replicar pero al final se limitó a reír y quedarse en su silla, tranquilo. Estaba comenzando a apreciar aquellos momentos de pequeños de paz. Sabía que ahora tendría muy pocos de esos momentos.

La noticia del establecimiento del clan Uzumaki en Konoha se extendió con rapidez en la aldea, así como la nueva ley que extendió el consejo. Esto solo significaba que Naruto pronto se vería abordado por muchos pretendientes. Tanto ninjas como civiles, comerciantes ricos que creían poder asociar su hija con un clan nuevo y poderoso. Naruto no tenía ningún tipo de interés en esto. Con la llegada de un nuevo día y la despedida de Sakura, se transportó con rapidez al campo de entrenamiento personal, tenía demasiadas cosas en las que pensar y entrenar le ayudaba.

Pronto se había acostumbrado a manipular la naturaleza de su poder, la manipulación de dicha habilidad no era para nada parecida a la creación de un jutsu mediante el chakra, en cambio, él debía centrarse en un punto fijo, usando su naturaleza como sensor para observar el entorno a su alrededor. Pronto notó algo extraño en los animales cerca de él y cuando esto sucedió, decidió poner a prueba su visión con un pequeño grupo de gennin cercanos que observo. Al concentrarse en uno de ellos notó como su red de chakra viajaba por todo su cuerpo, podía verla incluso mejor que a la propia piel del ninja. Recordó que en su última palea con Sasuke notó algo similar. Ahora debía pensar en una forma de extraer esa red de chakra a voluntad. Solo necesitaba práctica.

Pero ahora, cuando se disponía a practicar, detectó un chakra anómalo en la zona, vigilándolo. Sonrió, era una persona conocida. Pero no sabía porque lo estaba vigilando. Bajó los brazos y miró en su dirección, esperando.

Tras unos segundos de incertidumbre, la mujer salió de entre los árboles, el cabello castaño alborotado y las dos marcas en el rostro que la caracterizaban como miembro del clan Inuzuka lograron delatarla. La noche anterior había estado en el consejo y la mirada que le dio al rubio no le agradó nada. Ahora, vestida con el chaleco ninja de la hoja, sonreía de igual manera maliciosa. Tras ella, un lobo con un parche en el ojo le seguía, cauteloso.

-¡Naruto-Kun! ¿Cómo estás? Traté de hablar contigo anoche pero desapareciste. –Comentó alegremente, fingiendo estar dolida por aquel acto.

-Luego de las acciones del consejo no estaba para reuniones sociales. –Se excusó el rubio y la observó con cautela, se forzó a mostrarse amable. "política, recuerda, política." –Pero me encantaría hablar. Cualquier consejo sobre cómo llevar adelante un clan será más que bienvenido.

-Mi principal consejo sería que no tengas un hijo como Kiba, te dará muchos dolores de cabeza. –Bromeó la mujer, Naruto sonrió. La mujer siguió caminando, acercándose a él, el lobo la seguía igual de cauteloso. – Pero como padre no podemos elegir la personalidad de nuestros hijos.

-No puedo contradecirte. Es un buen consejo. –La pequeña broma sirvió para que bajara la guardia. Luego de la guerra se había reunido en alguna ocasión con Kiba y la habían pasado bien. Los Inuzuka siempre lo trataron bien. -¿puedo ayudarte en algo?

-Hablaré con sinceridad, el juego de la diplomacia nunca fue mi fuerte. –Dijo con franqueza, encarándose al rubio. –Creo que una alianza entre nuestros clanes podía ser mutuamente beneficioso.

Y ahí estaba, Naruto se puso serio de golpe. No habían pasado ni dos días y los líderes de clanes ya se acercaban a él para extender sus propuestas. Con la mayoría de ellos tenía la oportunidad de rechazarlos ya que no leía sus cartas. Pero Tsume había tomado un camino mucho más directo.

-Tsume-san, ¿se me está proponiendo? ¿Ni una cena primero? –Preguntó el rubio, mostrando una sonrisa, tratando de relajar el ambiente, buscando una forma en su mente de escapar de aquella situación. La mujer rió, divertida y negó.

-¿Yo? No. No creo que puedas domar a una loba como yo. –Espetó de manera divertida. A Naruto no le gustó aquella declaración. –Pero me refiero a mi hija. Hana, la conoces, unos años mayor que Kiba, trabaja en el hospital.

-La conozco… -estaba tratando de buscar las palabras adecuadas para rechazar la oferta sin sonar demasiado agresivo. –es una gran kunoichi, sin dudas. Pero apenas la conozco y me gustaría conocerla primera para…

-No necesitas conocer a una persona para procrear. Solo follar. Creo que de eso sabes un poco, ¿verdad? –Tsume volvió a mostrar esa sonrisa maliciosa, lobuna.

-¿Cómo? No nos conocemos lo suficiente como para hablar de nuestra vida sexual, Tsume-san. –La conversación había girado por completo, la tensión en el aire se podía cortar. –Mi novia y yo…

-Pero no estoy hablando de Hinata. –Le cortó la mujer y avanzó un paso hacía Naruto, este no se movió. –Hueles a sexo. Mucho. ¿Esta mañana? Y la querida Hinata no está en la aldea así que…

-Poseo el jutsu del dios del trueno. Puedo aparecerme donde quiera, en un instante. Las distancias no son un problema para mí. –Se excusó el rubio, sin saber porque. Estaba caminando en terreno pantanoso y no le gustaba. Mucho menos le agradaba la implicación de la mujer.

-Lo sé, he visto cómo te mueves por la aldea. Y claro, esa es una muy buena excusa para un olfato no tan agudo como el mío. Te transportas al lado de tu noviecita y ambos follan como conejos. Es una buena excusa. –Repitió Tsume y luego se tocó la punta de la nariz con un dedo. –Para un olfato menos afilado. Pero conozco muy bien a Hinata, y tú no hueles a ella.

-Cuidado… -Advirtió Naruto con seriedad, sacó las manos de los bolsillos. El lobo soltó un gruñido de advertencia.

-Y anoche en la reunión del consejo noté un aroma muy peculiar. Un aroma muy conocido, de cierta kunoichi medica. Me dije a mi misma: Es imposible Naruto no sería capaz de hacer eso. ¡Es la mujer de su mejor amigo! Pero me quedé con esa espinita clavada. Así que esta mañana me presenté en el hospital, un chequeo de rutina, algo sin importancia. Y allí estaba ella, Sakura.

-¿Me estas acusando de acostarme con mi compañera de equipo? ¿Con la esposa de mi mejor amigo? Estás completamente loca. –mantenía el mismo rostro serio e indignado que antes, pero se había asustado. ¿Si Tsume sabía quién más podría estar saberlo? Tenía que tener cuidado con los Inuzuka, debía asegurarse de que Sakura tomara precauciones.

-Y yo pensé lo mismo. Debo estar completamente loca. El olfato de esta vieja loba ya no es lo que era. –Su sonrisa se amplió, era más depredadora, más salvaje. –Y luego le pedí un chequeó. Olía igual, a sexo. A mucho. Y cuando habló, puff, el olor a semen casi me desmayó. Y al concentrarme, pude notar tu aroma. Por todo su cuerpo. No el del Uchiha, no el de cualquier otro desconocido. El tuyo. Que chisme más jugoso, ¿verdad?

La conversación iba escalando y Naruto ya se encontraba presa del pánico, jamás hubiera creído ser atrapado por el aroma. Otra cosa que se le había pasado por alto. Se obligó a sonreír.

-¿Crees que amenazarme es una buena idea? La última persona que lo hizo ahora es un civil inútil…

-Y tú te estas follando a su esposa. –Apuntó Tsume, encogiéndose de hombros y soltando una pequeña risita. –Quien diría que detrás de esa mascara de niño bueno habría un ser tan despiadado. Pero no me importa arriesgarme a quedar sin chakra, ya estoy cerca de mi retiro. Pero que todo el mundo se entere de tu amante creo que no te conviene ¿verdad? Hinata no debe estar enterada. La pequeña Hinata aunque no lo deje ver odia a la rosada si se enterara de que te estas follando a su peor enemiga sin duda te odiaría. Y eso sería un adiós para siempre al matrimonio.

Había acertado. Por lo que sabía, ella era la única persona que sabía al respecto. Podía matarla. La idea cruzó su mente de manera fugaz y sintió miedo. Ese no era un pensamiento suyo. Él no mataba.

-Pero –Retomó la conversación Tsume, encogiéndose de hombros. –si esa información sale a la luz también me perjudico yo. No tendría nada que usar para presionar una alianza entre nuestros clanes. Así que mi oferta es la siguiente, te casas con mi Hana y de mis labios no saldrá una sola palabra sobre tu amorío con Sakura.

-Que considerada… -Replicó el rubio, molesto. Negó con la cabeza. –Me casare con Hinata y…

-Oh, claro. No pienso interponerme en ello. –levantó ambas manos, en gesto de rendición. –No soy tan cruel como para quitarle el sueño de ser tu esposa. Cásate primero con ella, y luego con Hana. Y podrán ser una gran, gran familia feliz. Piénsatelo, necesitare una respuesta cuanto antes.

Tsume volvió a reír y dio un golpecito en el hombro de Naruto amistosamente.

-Alégrate, hombre. Follaras mucho.

-Nada me agradaría más que casarme bajo una amenaza…

Tsume, sin nada más que decir y contenta con su accionar, se fue de allí seguida de su silencioso lobo. Naruto la observó hasta que desapareció, analizando que hacer a continuación.

"No sé porque estas tan enojado. Una esposa es una esposa." –Apuntó Kurama, hablando por primera vez en el día con él.

"Porque no me gusta que me obliguen. Si acepto su oferta en base a esa amenaza luego pedirá algo más. Y más…" –era darle demasiada munición a una persona. Y no estaba dispuesto a hacer tal cosa.

No tardó en volver a su hogar, dentro daba vueltas de un lugar a otro. Otra vez estaban jugando con él, tratando de manipularlo para que obedeciera las órdenes de otros y esto no le gustaba. Nunca le había gustado y ahora mucho menos, era un héroe, era el salvador del mundo y seguían tratándolo como si fuera un simple gennin, un tonto. No iba a permitirlo, debía encontrar una forma de dar vuelta la situación y volverla en su favor. Cerró los ojos e inspiró hondo.

"Piensa, Naruto, piensa…" –se recriminó a sí mismo.

Debía encontrar una forma de neutralizar a Tsume tal y como había hecho con Sakura, pero sabía que con ella no sería tan fácil. Dejó que el aire escapara lentamente de sus pulmones y centró su atención en un punto fijo de la pared. Calmando su mente.

Sonrió para sí mismo.

Se había pasado el resto de la tarde inspeccionando los pergaminos de su familia en busca de algo útil hasta que cayó dormido del cansancio. Su sueño se vio interrumpido por una serie de golpecitos cortos en su rostro, así como un lametazo en la mejilla. Naruto despertó de golpe, rodó en la cama y se puso en guardia la instante, solo para descubrir a uno de los perros mensajeros del Hokage, mirándolo. La criatura soltó un ladrido amistoso y movió la cabeza, dejando ver la carta que tenía colgada del cuello. El Uzumaki la tomó y la leyó.

Kakashi lo estaba llamando de manera urgente, miró el reloj. Poco más de las cuatro de la mañana. Se alistó con rapidez y usando su jutsu de transportación apareció de inmediato en la oficina del Hokage, estaba vez el Hokage no se molestó por ello, incluso parecía aliviado.

-Naruto, lamento molestarte tan tarde. Pero eres el ninja más veloz de la aldea. –El hombre se puso en pie con pesadumbre, rodeando el escritorio y acercándose a Naruto. –Necesito un favor.

-Claro, Kakashi-sensei. ¿Qué sucede? –Naruto notó la preocupación en el hombre, sabía que si lo había llamado a esa hora no debía ser algo normal.

-Cuando hoy temprano me preguntaste si estaba todo bien, mentí. –En sus manos tenía un conjunto de hojas, se las extendió a Naruto. –Hemos recibido noticias de ataques extraños en nuestra frontera con el país de la cascada. Un pequeño grupo de criaturas que se rondaban por la zona matando a los viajeros, en un primer momento creímos que se tratarían de un grupo de ninjas renegados que usaban sus invocaciones para robar. Nada demasiado grave, así que enviamos a un grupo de anbus a lidiar con el asunto. Esto nos llegó hace media hora. Los anbus que mandé se encuentran rodeados.

Naruto comenzó a leer las hojas, aquello no parecía normal. Para que un grupo de ninjas pudiera rodear y emboscar a un grupo de anbus de Konoha debían ser excepcionalmente fuertes. El informe hablaba de invocaciones de perros gigantes. Lograron rodear al grupo de ninjas y los tenían atrapados en un bosque, impidiendo que pudieran moverse.

-Este es el último lugar que se tiene registro de la ubicación de los anbus. –Apuntó Kakashi, señalando una línea escrita en el conjunto de hojas. –Creo que si se quedan más tiempo allí serán diezmados. Lo siento por pedirte esto pero…

-Yo me encargo. –Naruto se guardó la hoja y asintió a Kakashi. Un instante después ya no estaba en la oficina.

Algo en él había picado su curiosidad, tal vez la vida de paz no era para él y la promesa de un buen combate había logrado despejar su mente. Luego de jugar al intrincado juego de la política necesitaba algo simple, un buen combate.

No tardó en llegar a las murallas de la aldea y desde allí activó su modo Kurama, impregnó de chakra su cuerpo y usó el jutsu del dios del trueno volador para moverse. El trayecto hasta la frontera del país de la cascada le tomaría varios días a un ninja normal pero él gracias al uso de su chakra ilimitado el jutsu creado por su padre apenas tardaría una hora.

Al comenzar a correr y olvidarse de los asuntos políticos de la aldea de inmediato se sintió bien, de nuevo estaba moviéndose, pensando en nuevas estrategias de lucha, en los enemigos que podían enfrentarse a él. Aquella idea despertó el interés del rubio. ¿Aun habría alguien en el mundo capaz de enfrentarse a él en una batalla uno a uno? La sola idea de un rival a su altura provocó un subidón de energía en él. Presionó más, estaba cerca.

Al estar en las inmediaciones usó sus sentidos sensores para buscar al grupo de ninjas de Konoha. No tardó en encontrarlo pero a su vez, notó algo extraño. No había chakra de otros ninjas por la zona, pero sí de invocaciones. Poseían el mismo chakra distintivo que sus sapos o las serpientes de Sasuke. Pero no había invocadores cercas.

Aun en modo Kurama, bajó de la rama del árbol y avanzó en dirección a los anbus. Sabía que si entre el grupo de invocadores se encontraba un ninja sensor sería capaz de encontrarlo con facilidad, pero él no temía que lo atacaran de manera directa, incluso lo ansiaba.

El bosque resultaba demasiado frondoso para ver demasiado lejos por lo que debía moverse en zigzag sorteándolos, notó como el chakra de los anbus disminuía con rapidez, ya solo se encontraban tres ninjas en el grupo, pero logró captar otros dos chakra apagados. Ninjas que habían muerte recientemente. Soltó un gruñido molesto ante esto y apuró el paso.

Logró vislumbrar al grupo de anbus, los tres estaban con la espalda apoyada contra un árbol gigantesco, muerto hacía ya mucho tiempo que solo se mantenía en pie debido a su propia grandeza, las raíces muertas clavadas en la tierra sostenían la estructura.

-¡¿ey, donde están los renegados?! –Preguntó Naruto avanzando hacia ellos con calma. Podía sentir el chakra de las invocaciones en las inmediaciones, pero ninguno lo suficientemente cerca como para atacar a los anbus.

-¡Naruto, cuidado! –La voz de uno de los anbus llegó con apremió hasta él.

Antes de que Naruto pudiera darse cuenta, tenía enemigo a su espalda. Un lobo de más de dos metros de altos, un pelaje oscuro como la noche saltó sobre él a una velocidad vertiginosa. Apuntaba directamente contra el cuello del rubio, buscando arrancarle la cabeza de un solo mordisco. Naruto reaccionó a tiempo, dando un poderoso salto hacia arriba y dejando que la criatura pasara por debajo de él. Formó un Rasengan en la palma de su mano y se lanzó veloz contra el lobo.

Pero este pareció prever lo que haría el rubio pues antes de que sus cuatro patas tocaran el suelo se giró sobre sí mismo, y un instante después, desapareció. El rubio alcanzó a cancelar el jutsu antes de impactar el suelo.

-Kurama…

"lo sé…"

La velocidad de aquella criatura no tenía sentido, no había nadie capaz de igualar su velocidad, ni siquiera el Raikage podía hacerlo y sin embargo, una invocación logró evadir su ataque como si nada. Usó sus sentidos para buscar a la invocación, sabía que si fue desconvocada no estaría por allí pero algo le decía que aun rondaba por la zona. Y efectivamente, notó su chakra a varios metros de la zona. Pronto se le unió otro chakra parecido.

Dos lobos cazando, y ellos eran la presa.

El rubio sonrió, él no era la presa. Juntó las manos y creó un clon que al instante desapareció en una nube de humo.

-¿Qué saben de los invocadores de estas criaturas? –Preguntó Naruto al grupo anbu, sin apartar la mirada de los lobos.

-No los pudimos ver… nos encontramos a los labios a varias kilómetros de aquí, y se las arreglaron para atraernos hasta aquí. –Dijo un anbu de voz femenina, tenía dificultades para hablar, una herida surcaba su torso. Uno de los lobos se las había arreglado para rasgar su carne de manera descendente, sangraba profusamente. –Nunca me enfrenté a algo así…

-Deja que te cure esa herida. –Apuntó Naruto. En cuanto intentó darse vuelta los lobos actuaron. El primero corrió hacía el rubio, Naruto apenas logró ver el polvo alzarse frente a él en el momento en que primer lobo, de pelaje negro emergió frente a él, lanzando una cuchillada contra su pecho. Él alcanzó a saltar para esquivarlo.

Y fue entonces cuando el segundo lobo, de un pelaje blanco como la nieve, saltó desde las alturas hacía él. Naruto apenas logró verlo a tiempo. Extendió su mano derecha hacía el lobo, evitando la dentellada hacía su rostro pero la criatura atrapó su brazo y se afirmó a este con fuerza, Naruto aprovechó y lanzó un puñetazo cargado de chakra contra el lomo de la criatura, enviándola a volar.

Pero en el proceso su brazo fue completamente desgarrado. Y pudo notar como el hueso se había roto debido a la mordedura. Necesitaría de varios minutos para sanar por completo. Minutos que no tenía pues en cuanto comenzó a caer el lobo de pelaje negro contraatacó atrapando su pierna izquierda.

-Sueltamente chucho del infierno. –Se quejó el rubio, creó un Rasengan en su mano sana y lo estalló contra la espalda del lobo. Este soltó un alarido de dolor, viéndose forzada a soltar al rubio. La explosión del jutsu lo estampó directamente contra el suelo.

Naruto cayó al suelo, ahora también tenía la pierna rota y sangrando. Kurama apuró él envió de chakra hacía esas zonas, curando las heridas. Primero su pierna, era lo más importante para poder moverse.

Al menos había logrado eliminar a una de las invocaciones, pensó de manera errada. Ambos lobos pronto volvían estar a pocos metros de él, observándolo. Uno de ellos soltó un aullido largo y apremiante, un aullido de batalla. Ambos se lanzaron nuevamente a la carga pero esta vez al unísono. Naruto aún estaba centrado en enviar chakra a su pierna para recuperarse y se apresuró a crear un Rasengan en su palma. Esperando a ambas criaturas. En cuanto ambas llegaron hasta él sonrió. Ambos lobos se lanzaron directamente hacía él, uno al cuello mientras que el otro a las piernas.

Fue cuando el clon que había creado con anterioridad apareció en el aire, cargando un rasen-shuriken. Fue más veloz que las invocaciones y logró golpear a ambas debido al tamaño. La explosión mandó a volar tanto a los lobos como al propio Naruto quien debió girar sobre sí mismo para recuperar el control. Usó una de las colas del zorro para agarrarse a la rama del árbol muerto y recuperar el control.

El lobo de pelaje blanco ya no estaba, pero el otro aún estaba allí, débil y herido, pero no tardó en volver a ponerse en pie. Los ojos dorados de la criatura estaban impregnados de orgullo y altanería, hambrientos. Naruto notó algo más en ellos. Cierta inteligencia.

El rubio bombeó chakra a su cuerpo y su pierna sanó por completo. Se dejó caer al suelo y se encaró directamente a la criatura, debió alzar la cabeza para poder mirar a la criatura a los ojos.

-No ha estado mal para tratarse de un humano. –La voz ronca y altanera de la invocación sorprendió al rubio. –Eres más fuerte que aquellas presas. Pero sigues siendo una.

-¿Presa? Cuando termine contigo me haré una capa con tu piel. –Replicó Naruto, él mismo estaba mostrando una sonrisa orgullosa en su rostro. Le estaba gustando aquel combate. Lograron tomarlo por sorpresa pero ahora sabía a lo que se estaba enfrentando. –Cuando termine contigo tu invocador y yo tendremos una charla…

Aquellas palabras lograron que la criatura rugiera, molesta. Su pelaje se erizó y afiló. Ahora, cada pequeño pelo de su cuerpo parecía una aguja densa y afilada capaz de perforar cualquier defensa. Rasgó el suelo con sus patas delanteras y un instante después acortó la distancia, realizó una finta, fingiendo lanzar una dentellada contra el rostro del Uzumaki pero en cuanto este levantó un brazo para detenerlo lanzó una cuchillada ascendente, directa a su estómago.

Pero la criatura no previó que Naruto pudiera formar un brazo de Kurama en su estómago, chocando contra la garra y deteniéndola. Un segundo puño fue formado y este impactó con fuerza en el rostro de la criatura, lanzándolo hacía atrás, aturdido.

Naruto no perdió el tiempo, formó un nuevo resen-shuriken en su palma y lo lanzó contra la criatura. Esta al notar la esfera de viento llegar hasta él trato de esquivarlo pero le fue imposible el ataque era demasiado rápido y logró acertar en el costado de la criatura, enviándola hacía atrás. El lobo golpeó el tronco de un árbol con su cuerpo y cayó pesadamente al suelo. Jadeando intensamente, adolorido.

El lobo parecía no tener intensión de rendirse, gruñó y volvió a ponerse en pie.

-Suficiente. –El lobo blanco había aparecido de nuevo, su voz era igual de arrogante pero más calmada. Se posó al lado del lobo negro y este agachó la cabeza. El lobo blanco miró a Naruto. –Nada mal para un humano. Nos retiramos por ahora, pero volveremos a encontrarnos.

-¿Venga chuchito, donde está tu dueño? Aún tengo más para él. –Naruto había recuperado la sonrisa confiada, aquella pelea le había divertido pero era hora de terminar la pelea. Podía sentir como el chakra de los anbus disminuía con rapidez debido a la pérdida de sangre.

-No nos insultes de esa manera humana, no seremos tan bondadosos la próxima vez. –El lobo blanco gruñó algo y el negro gimió avergonzado, antes de desaparecer en una explosión de humo. Él lobo blanco le siguió.

Naruto activó su detección de chakra nuevamente, buscando ninjas en la zona, pero no encontró nada y esto le preocupo. Si había algún ninja en la zona usando un jutsu de invocación él debería de haberlo sentido, pero no logró captar nada. Ni siquiera un leve rastro de ellos. ¿De dónde habían salido esos lobos?

El Uzumaki se dio la vuelta y se encaró a los anbus, uno de ellos, el que parecía menos herido se encontraba con ambas manos en el torso de la anbu femenina, aplicando chakra sanador en ambos. Pero parecía en vano, la herida era demasiado profunda, sus intestinos estaban a plena vista y la sangre que manaba de su cuerpo la manchaba por completo. Apenas emitía sonido alguno, ya estaba más en el mundo de los muertos que en el de los vivos.

El anbu medico miró en dirección a Naruto.

-Uzumaki-sama, por favor…

Un ruego que Naruto no tardó en aceptar, se colocó al lado de la anbu y usando su modo Kurama aun activo colocó ambas manos en la herida abierta. De inmediato el chakra dorado invadió a la mujer, llenándola de aquella energía poderosa y revitalizante, la herida comenzó a cerrarse con rapidez y pronto estaba como nueva. Pero no despertaba, el cansancio había podido con ella.

Realizó el mismo procedimiento con los otros dos anbus, sanado sus heridas por completo y luego usando un clon juntó leña para crear un fuego. Si viene estaban sanos debían descansar.

-Nuestros compañeros, sus cuerpos…

-Me encargare de llevarlos a Konoha, ustedes descansen.

Y así lo hizo. Mandó un clon a recoger los cadáveres que luego selló en un pergamino, tras esto usó el mismo clon para mandarlo a la oficina del Hokage junto con el mensaje de que todo estaría bien. Observó a los anbus, se habían quitado la máscara y se encontraban cerca de fuego, descansado. Hubiera sido más fácil transportarlos a todos en un instante pero estaban demasiado cansados y Naruto prefirió que reposaran por el momento.

Por su parte él estaba pensado sobre aquel encuentro. Aquellos lobos no parecían invocaciones normales, más aun, no pudo notar ningún ninja invocador en las cercanías. Habían sido capaces de atravesar su armadura de chakra y romper su brazo así como de desgarrarle la carne. Estaba claro que se trataban de criaturas fuera de lo normal.

"Has logrado vencer a una diosa pero no puedes contra dos perros sarnosos. Has perdido habilidad" –Se burló el zorro en su interior.

"Cállate, Kurama. Tú también lo notaste." –Replicó. –"no había invocadores cerca."

"Lo noté. Quien sea que los convocó estaba muy lejos. Y no parece obra de un ninja renegado que buscaba un par de monedas."

"¿Alguien que intenta perjudicar al país del fuego? ¿Otra aldea?" –La cuarta guerra ninja había terminado hacía tan solo un año y ahora la sola idea de una nueva guerra entre naciones le ponía los pelos de punta.

"No lo sé. Habría que ser muy estúpido para atacar la aldea del ninja más poderoso del mundo" –Kurama se quedó pensativo. Sin duda la idea de un nuevo enemigo él lo veía con buenos ojos, la idea de la paz no le resultaba tan agradable.

Se quedaron debatiendo durante largo tiempo, cuando los anbus se echaron a dormir apenas estaba amaneciendo y se Naruto debió quedarse allí toda la mañana, tarde y noche. Los ninjas durmieron durante todo un día entero.

Pero Naruto no desperdició ese tiempo, lo usó para mejorar en el control de su nueva habilidad secreta. La visión de chakra. Más aun, ahora tenía frente a él a tres conejillos de indias, aunque le pesó verlos así. Los usó para realizar un pequeño ejercicio. Observó fijamente a uno de ellos, un hombre pasado sus cincuenta años de palo ya canoso. Era el que había estado curando a la anbu mujer mientras esta se desangraba.

Observó con precisión su red de chakra y luego, sin moverse del lugar. Apuntó el dedo índice hacía él, aguardó unos segundos y flexionó el dedo. Sintió un ligero latigazo de energía recorrer su cuerpo e instantes después la red de chakra del hombre había desaparecido.

Abrió los ojos de golpe, al darse cuenta de lo que había hecho. El hombre pareció no darse cuenta, se removió en el suelo y continuó durmiendo. Naruto debió tranquilizar sus pensamientos y volvió a apuntarle con el dedo. No pasó nada.

Apuntó con dos dedos y se centró aún más. Unos segundos después, una débil red de chakra comenzó a surgir en el cuerpo del hombre.

"Interesante" –Pensó Naruto. –"puedo sacar chakra y devolverlo a voluntad…"

"ahora podrías devolverle su red de chakra al Uchiha." –Apuntó Kurama, y luego rió.

"No creo que eso vaya a pasar…" –La idea no le gustó nada. Cuando el Uchiha había tenido su red de chakra había sido muy peligrosa. No estaba interesado en sanarlo.

Sakura ese día, como todos los anteriores desde que tenía sus encuentros con Naruto, se despertó antes de que saliera el sol. Se quedó acostada esperando el leve ardor en su pecho que significaba que Naruto la buscaba pero este nunca llegó. Pensó en levantarse de la cama e ir a buscarlo ella misma. Ya estaba acostumbrada a esas sesiones mañaneras llenas de pasión pero se contuvo. El Uzumaki últimamente estaba demasiado mandón y si aparecía sin su permiso podía enojarlo.

Si se enojaba y perdía sus sesiones de sexo no sabía que haría. Quería que Naruto estuviera contento.

-¿Cariño? –Susurró Sasuke a su lado, dándose vuelta y pasando una mano por su vientre para abrazarla. -¿Tienes que ir al hospital tan temprano?

-Hoy no, amor… -Susurró, quedándose acostada a su lado.