Capítulo 7
El regreso a la aldea fue rápido, Naruto uso la técnica del dios del rayo para aparecer a pocos kilómetros de las barreras de la aldea. Volvía a tener su cabello rubio y las marcas en su cara, al igual que Sakura recuperaba el rosado en su cabello así como el color natural en los mismos.
Sakura jugó con su pelo, una vez se detuvieron. No lo quería decir en voz alta pero extrañaba su color rubio. O más bien, extrañaba lo que significaba. Sakura, la de pelo rosado era una kunoichi de Konoha, una mujer casada con Sasuke Uchiha, un hombre que no la satisfacía sexualmente, era una ninja médico, el mundo esperaba demasiado de ella, esperaban que estuviera a la altura de las circunstancias.
Pero la Sakura de pelo rubio era alguien completamente diferente, era una mujer que se dejaba llevar por sus instintos, que tenía un amo al que adoraba y respetaba, que trataba con una devoción extraordinaria y que este le correspondía dándole todo aquello que ni la aldea ni su marido podían darle: satisfacción, un lugar de pertenencia, lujuria y fantasías cumplidas.
Extrañaría su pelo rubio.
Naruto se acercó a ella y le acomodó el pelo, sonreía.
-¿Cuándo saliste del bar con esa mujer… que hiciste? –Inquirió con reticente curiosidad. Intuía lo que había pasado entre ellos, pero no sabía si quería saberlo.
-Nada que no te haría a ti. –Replicó, se separó de ella y miró en dirección a la aldea. –deberíamos movernos.
Sakura resintió la separación de su amo, quería quedarse más tiempo con él, no volver a la aldea. Abrió la boca, pero antes de poder expresar su desolación en voz alta, Naruto ya estaba corriendo en dirección a Konoha. Ella lo siguió, lo seguiría a todos lados.
Veinte minutos después, estaban en la entrada de la aldea donde ya los esperaba Kakashi, mantenía el semblante tranquilo aunque Naruto notó algo extraño, como si estuviera indeciso. Apenas duró un instante pues al verlo llegar, sonrió tras su máscara.
-Es bueno volver a verlos. –Se acercó un poco hacía ellos y extendió la mano, estrechándosela a ambos. – ¿Han tenido suerte?
-Si, Kakashi-sensei. Tuvimos… -Empezó, luego cambio el peso de su cuerpo de un pie a otro, dudosa. Naruto se adelantó.
-Lo tuvimos, aunque me tome ciertas libertades en el contrato. –Explicó con calma. El líder de la aldea lo miró atentamente antes de asentir con lentitud.
-Lo discutiremos en mi oficina. –Miró a Sakura y sonrió. –Hablare primero con él, luego quiero tu informe sobre lo que viste en la aldea.
-¡Si, Hokage-sama! –Sakura hizo una breve reverencia antes de irse, en dirección a su casa.
Naruto y Kakashi se trasladaron hacía la oficina del Hokage. Tomó asiento en su silla y miró a su estudiante con interés. Naruto tomó asiento.
-Orochimaru ha decidido colaborar en la creación de los planos. –Informó. –Pero quiere que el tren pasé también por Otogakure. Quiere formar parte de la red de trenes.
-¿Y le has dicho que si? ¿Crees que sea buena idea que tengan acceso a más posibles víctimas? –Indagó el Hokage con curiosidad.
-Investigué la aldea y sus alrededores. No estaban experimentando con humanos, y los que se encontraban allí no parecían estar bajo ningún genjutsu. Están dedicándose a la creación de tecnología. –suspiró y se reclinó en la silla, pensativo. –Además, pude ver sus forjas y armas. Están fabricando armas especiales, las del antiguo clan Takumi. Armas que nos vendría muy bien comprar en caso de… una nueva guerra.
-Interesante. –Asintió pensativo. Tampoco le hacía gracia tener que negociar con Orochimaru pero si era necesario para que la aldea sobreviviera. –Fue una buena decisión, es mejor tenerlos como aliados que como enemigos. Además con la red de trenes podemos tenerlos mejor vigilado, en caso de que algo suceda.
-También lo pensé. Con ninjas de nuestra aldea pasando por Otogakure se lo pensara mejor antes de volver a sus viejas andanzas.
-Sakura no parecía contenta con ello…
-Cree que me extralimite, que no tenía permiso para negociar algo así.
-Y tenía razón. –Dijo. Naruto elevó una ceja, curioso. Kakashi se puso en pie y rodeó el escritorio, Naruto se puso en pie. –Eres un Gennin, y un Gennin no puede negociar por la aldea. Por eso decidí darte un rango especial.
-¿Jonin?
-No, no jonin. Estas por encima de tal rango. Eiyu. –Tomó una hoja de su escritorio y se lo extendió. –De ahora en más tendrás potestad para negociar y actuar en nombre de la aldea. Los consejeros no podrán ordenarte nada, solo estarás por debajo de mí. Actuarás como mi mano derecha. –Sonrió tras la máscara. –Y así te prepararas para cuando se vuelvas Hokage.
-Kakashi-sensei… -Una dubitativa sonrisa se formó en su rostro. Sabía que era el ninja más fuerte de la aldea, que poco podrían igualarlo. El rango no debería significar nada, pero si lo hacía. Era el reconocimiento. Se acercó a Kakashi, abrazándolo efusivamente. – ¡Gracias, Kakashi-sensei!
-Nadie más que tú se merece esta posición. –Le dio dos golpecitos en la espalda antes de separarse de él. –Pero no es tan fácil. Estuve revisando los informes que me diste respecto a lo que sucede en la frontera.
Kakashi volvió a su posición como Hokage, sentando en su silla y Naruto lo imitó, aun con el papel en sus manos.
-Lo que sucede en Kirigakure. ¿Debería intervenir?
-No. –Negó con calma, pensativo. –Te daré un equipo, quiero que lo formes. Anbus que solo responderán a ti. Quiero que los uses para investigar, detectar problemas para la aldea y oportunidades que nos puedan servir.
-No necesito un equipo, puedo hacerlo yo solo. –Se quejó Naruto, no estaba muy contento con tener que lidiar con un equipo.
-Lo sé, pero a veces es bueno tener a otras personas de las que depender. Te dejaré elegir tu equipo. Sus ideas y habilidades podrían serte de mucha ayuda. Por el momento, vamos a limitarnos a nuestras fronteras. Cuando los planes del tren se extiendan los necesitaras para investigar posibles nuevos contactos. Tendrás que tomar las decisiones que yo no puedo tomar de cara al público.
La policía de Konoha se ubicaba lejos del centro de la aldea. Más bien fuera y menos de un kilómetro de la cárcel de la aldea. Anteriormente descuidada y cayéndose a pedazos, pero desde el plan del consejo para restaurarlo y ponerlo en funcionamiento, Homura había estado dirigiendo ninjas a ponerlo en marcha. Habían limpiado completamente la fachada, dándole una mano de pintura, quitando el logo de los Uchiha en lo alto y colocando el logo de la aldea en su lugar.
-Un trabajo excepcional, Mitokado-sama. –Habló respetuosamente Kiba. El consejo lo había designado como jefe de la policía militar. La propuesta lo tomó por sorpresa y por un momento estuvo a punto de rechazarla, pero luego su madre amenazó con desheredarlo y no le quedó otra que aceptar. Le gustaba el puesto, era mejor que ser un simple jonin pero la policía no le agradaba a la gente.
-Gracias, Inuzuka-san. –Asintió, orgulloso de su trabajo y avanzó en dirección al edificio. Kiba era solo un peón en su juego, con el poder de los Inuzuka detrás sería mucho más difícil para el Hokage oponerse a los designios del consejo. Había tenido que ceder dándole un puesto especial al Uzumaki, pero eso pronto iba a cambiar. Sonrió. –Dentro nos espera tu segundo al mando.
-¿Segundo al mando? –Se esforzó en reprimir la contrariedad en su voz, esperaba al menos poder elegir él a su mano derecha, tal vez Rock Lee o Shino. Si le consejero advirtió su tono no lo dejó notar.
-Sí, tu segundo al mando. Una persona que te ayudará a llevar las riendas en este nuevo desafío. Aunque tú tendrás todo el crédito, claro. –Abrió la puerta del edificio y la frio del interior asaltó a Kiba.
-¿Qué…? –La sorpresa fue mayúscula al notar como en la sala, sentado en una silla con rueditas se encontraba Sasuke, el último de los Uchiha. Y ex terrorista de la aldea. -¿Por qué esta él aquí?
-El será tu segundo al mando, puede que su red de chakra no funcione, pero su cerebro aún puede ser útil para la aldea. –Informó con calma. Se acercó al Uchiha y extendió su mano, estrechando la del hombro. Sasuke se forzó a mostrar una sonrisa. –Además, ¿Quién mejor que el jefe de la policía para vigilarlo? Así, si intenta algo contra la aldea podrás eliminarlo al instante.
-No planeó atentar contra la aldea. –Advirtió Sasuke, poniéndose tenso. Su mirada se cruzó con la de Kiba. A ninguno de los dos le gustaba la idea.
-Eso espero, será un placer matarte. –Gruñó Kiba, acercándose a él. –La protección de Naruto tiene límites. Incluso para él.
-Vamos, vamos. No se pongan así, pasaran mucho tiempo juntos de ahora en más. –Sonrió amistosamente el consejero. Dio un golpecito en el suelo con la punta de su bastón y se giró. –Sobre la mesa tienen una lista de nombre con los jonin que están interesados en pertenecer a la policía. Elijan a los que crean más adecuados.
Las noticias de la reinstauración de la policía militar se extendieron con rapidez por la aldea. Una noticia agridulce, algunos agradecían la instauración de un nuevo sistema de orden dentro de la aldea, al menos, los civiles pues desde el fin de la guerra la criminalidad había aumentado, los niveles de delito estaban en alza y los ninjas poco podían hacer bajo órdenes directas del propio Hokage. Con la llegada de nuevo sistema de orden las leyes estaban claras. Por otro lado, los más ancianos aun recordaban lo que había pasado la última vez que la policía militar estuvo en funcionamiento y si bien ahora la policía estaba a cargo de los Inuzuka el panorama no era mucho mejor.
Las noticias llegaron hasta él por boca de Tenten quien se encontraba a su lado, en el recinto Uzumaki.
-Sé que los Inuzuka no son los Uchiha pero… es raro volver a tener la policía militar.
-Lo es, sin duda. Pero si el Hokage cree que es lo mejor. –Naruto se encogió de hombros, mirando la mansión Uzumaki, completamente restaurada. –Ha quedado perfecta. Te has lucido, Tenten-chan.
-¿Verdad que si? Los puse a trabajar a todos a tope. –Rió la kunoichi, miró alrededor. –Ahora solo queda el resto del recinto. Todos están muy contentos de trabajar aquí.
-Eso es bueno… Podré mostrarle el recinto a Hinata-chan en cuanto llegue. –Sonrió, allí sería donde criaría a su futura familia.
-¿Ya le has contado? –Preguntó con curiosidad la mujer. Y Naruto supo que no se refería a la propiedad nueva.
-No aun… pero no dudo que lo sepa ya.
-Los del consejo son unos viejos rastreros, no deberían haberte hecho eso. –Se quejó, soltó un suspiro. –Espero que no te cause muchos problemas.
Naruto observó el cielo estrellado, tenía muchas cosas que hacer aun. Los pergaminos de su familia se encontraban desordenados sobre la mesa de su casa, los sellos que iba encontrando por el camino los catalogaba y los colocaba a buen resguardo. Había algunos muy interesantes, otros no tantos. Le había dicho a Karin que cuando estuviera en la aldea le permitiría verlos, pero consideraba que algunos sellos debían quedar solo para él. Al fin y al cabo, ahora él era el líder del clan.
-"¿Qué piensas hacer con esa mujer, Sasame? No podrás tenerla encerrada mucho más tiempo…" –Advirtió Kurama.
-"Puedo. Está bien vigilada. No te preocupes tu por eso" –Suspiró y se acomodó en su silla. –"¿Qué piensas tú de los planes de Kakashi-sensei? De darme todo un equipo"
-"Es una buena idea, podrás aprender a dirigir un equipo. Serás un gran ninja, pero lo de dirigir equipos no se te da demasiado bien…" –Naruto pasó por alto la puya. No estaba equivocado, dirigir un equipo de jonin y anbus era muy diferente a entrenar a Konohamaru.
-"Lo principal será mantener vigilada la frontera con el país del agua."
-"Creo que solo quieres volver a esa ciudad pesquera para poder seguir follandote a tu puta"
-"no estás del todo equivocado…"
La puerta de la casa se abrió de repente, entrando por ella Hinata. Naruto se giró, encarándose a ella y poniéndose en pie al instante, corrió hacía ella y la mujer lo rodeó con sus brazos, abrazándolo con fuerza.
-¡Naruto-Kun, te extrañe tanto! -Enterró su rostro en el hombro y dejándose caer sobre él, Naruto la cargó con suavidad hasta el sofá, quedándose pegada a ella.
-Cariño, yo también te extrañe. –Correspondió el beso de su amada y la miró con añoranza. –Me hubiera encantado ir contigo a Sunagakure.
-Lo sé, amor. Kazekage-sama te envía saludos. –Sonrió, mirándolo y se acomodó en sus brazos. –Dijo que deberíamos ir a visitarlo juntos en el futuro.
-Tengo ganas de encontrarme con Gaara. –Sacudió la cabeza, sin duda aquel era un destino mucho mejor que ir a Otogakure. –Deja que te cocine algo.
Antes de que pudiera replicar, Naruto ya había creado dos clones y los envió a la cocina. Él no quería separarse de su amada. Miró hacía abajo, tenía su rostro tan cerca que no pudo evitar inclinarse sobre ella y volver a besarla con más pasión y deseo, ella correspondió el beso gustosa. Pero solo un instante antes de separarse.
-Naruto-Kun… -Se obligó a separarse de él, tenía el rostro completamente rojo. –Por favor… espera hasta la noche.
-Tu carta decía que Naruto estaba raro. –Detalló el Hokage mirando a Sakura. -¿A qué te refieres específicamente?
-Bueno… -Comenzó Sakura con indecisión, le había enviado una carta al Hokage cuando estuvo en Otogakure, pero desde aquella carta mucho había cambiado. –Él… Se está atribuyendo poderes que no le correspondían, no podía negociar en nombre de la aldea como lo hizo.
-Hmmm. Eso es verdad. –Asintió el Hokage con calma, negó suavemente, descartando el tema. –Pero ahora puede, lo he nombrado Eiyu. Héroe de la aldea, tiene potestad para negociar en mi nombre cuando así se lo requiera.
-¡¿Eso es…?! –Se detuvo, asintió con calma. –Él se lo merece…
-Así es. –Miró la siguiente carta sobre su escritorio. –Pasando al asunto de Otogakure y Orochimaru. ¿Realmente crees que no está haciendo experimentos con seres vivos?
-No he encontrado prueba de ello, no. Ni en Otogakure ni en las aldeas aledañas, las investigue. Parece que por ahora solo están experimentando con tecnología. Sin víctimas vivas. –Cambió el peso de su cuerpo de un pie a otro, indecisa. –Sigo sin creer que aliarnos con ellos sea una buena idea.
-Yo tampoco, pero los necesitamos por el momento. –Soltó un largo suspiro. Dirigir la aldea era como recorrer un camino lleno de criaturas salvajes dispuestas a devorarte, un mal movimiento y podía ser devorado. –Los mantendremos vigilados por el momento.
-Sí, Hokage-sama. –Realizó una reverencia, preparándose para irse.
-Sakura… ¿Cómo estas con Sasuke? –Preguntó con genuino interés. Sakura se tensó durante un instante.
-Eh… Bien. ¿Por qué lo pregunta, Hokage-sama? -¿Acaso él lo sabía?
-Curiosidad. Eres mi estudiante, quiero que seas feliz.
-Yo… -¿Era feliz? A momentos, sí. Pero no con Sasuke. –Soy feliz.
-Eso es bueno.
Sakura se retiró de la oficina con más dudas que certezas, desde que había vuelto de Otogakure añoraba más que nunca a su amo, pero sabía que Naruto no la llamaría pronto, más ahora que Hinata había vuelto a la aldea. Por otro lado, Sasuke estaba raro, había abandonado su vida ermitaña para salir de la aldea, le dijo que salía a caminar, ejercitarse. Pero algo le hacía dudar. No sabía él que.
-¡DESPIERTA! –El golpe acertó a Naruto directamente sobre su cara, sacándolo de su profundo sueño aterrorizado. Rodó en la cama, cayendo y poniéndose en pie de inmediato, solo para notar a Hinata, histérica frente a él.
-Hinata-chan… ¿Qué pasa? ¿Te babee mientras dormías? Lo lamen….
-¡CALLATE! –Exigió. Naruto observó perplejo como Hinata parecía querer matarlo en ese mismo instante y no sabía por que, por suerte la cama los separaba, encontrándose uno a cada lado de ella. A la Hyuga eso no pareció importarle pues se subió a la cama, caminando sobre ella y saltando para acercarse a Naruto. Este retrocedió por instinto.
-Hinata-chan… -Pronunció, la personalidad amable y tímida de su novia ya no estaba por ningún lugar, en cambio, la mujer frente a él parecía estar a punto de querer matarlo. -¿Qué sucede…?
-EXPLICAME ESTO. –Le arrojó unas bragas que había tenido en su mano, apretadas con fuerza hasta hacerla una bola. -¡EXPLICAME QUE ES ESTO!
-Son unas bragas. –Explicó, y la respuesta no satisfizo a la mujer. Y con justa razón. Al tomarla entre sus manos y extenderlas entendió el porqué. Eran las bragas de Sakura, las que le había obligado a quitarse y entregársela. Se las había quedado pero se olvidó a guardarlas a buen recaudo.
-¡Ya sé que son unas bragas! ¿¡Porque las tienes tú?! –Interrogó, presionándose más contra Naruto, no dándole espacio a moverse. -¡Y no me digas que pensabas regalármelas porque sé muy bien que son de Sakura! Yo la acompañe a comprárselas.
-Es verdad, son de Sakura. –La respuesta pareció resquebrajar el coraje de la mujer, como un vaso de cristal agrietándose, poco a poco.
-¿Por… que la tienes tú? –La mirada de la mujer pasaron de los ojos de su amado a las bragas y de nuevo a él. -¿Te… te has acostado con Sakura? Dime que tu… que tú no…
-"a ver que te mentira te inventas ahora, mocoso." –Rió Kurama.
-Yo… -Empezó Naruto, acorralado. Inspiró hondo y se enderezó. No iba a mentirle a Hinata, aunque lo odiara, le diría la verdad. No podía mentirle a ella. –Me folle a Sakura, sí.
La respuesta sobresaltó a la mujer. Ella ya sabía la respuesta, aun así, escuchar la confesión por boca del hombre al que amaba, del único hombre al que había amado fue como una daga clavándose en su corazón. Retrocedió, como si pudiera aliviar el dolor con aquel movimiento. No funcionó.
-¿Por… que? –No, ella ya sabía él porqué y no quería escucharlo. Sabía que escucharlo en las palabras de Naruto terminaría por destruirlo. No se había dado cuenta pero las lágrimas bajaban raudas por su rostro, se refregó los ojos. Retrocedió un poco más y miró alrededor, desorientada. –Espero que ella te haga feliz…
-Hinata-chan. –Naruto avanzó, pero antes de que pudiera darse cuenta la mujer le cruzó el rostro de un cachetazo, salió corriendo de la habitación, dejándolo completamente solo en ella.
El hombre miró alrededor, centrando sus ojos en las bragas, luego en la puerta. Escuchó como su amada se iba de la casa. Quizás no volvería jamás.
-"A veces decir la verdad no es una buena idea." –Aconsejó Kurama, no sin cierta burla en su voz.
-"no me jodas, Kurama." –Advirtió Naruto, severo.
-"Oh, ¿El bebé quiere llorar?" –La risa resonó con fuerza en su cabeza. –"sabías que esto iba a pasar, podrías haberle mentido pero no lo hiciste."
Hinata entró velozmente en la mansión Hyuga, sin saludar a nadie y ni siquiera a su hermana pequeña y se encerró en su habitación, no quería ver a nadie, solo quería desaparecer. Sus sueños se habían destrozado en un instante. Por fin luego de la guerra el hombre al que había amado toda su vida se había interesado en ella y no en su asquerosa amiga de la infancia, que jamás lo trató bien. Le había pedido salir, creía que pronto se casaría con ella, que juntos formarían una familia y dejaría de estar interesado en Sakura, creía que por fin la había superado, pero todo había sido una tonta ilusión en la que cayó por sí misma. Sakura le había arrebatado al amor de su vida de nuevo, pero esta vez dolía mucho más. Había tenido la oportunidad de pasar tiempo con él, de sentirse amada por él, pero fue todo falso.
-Hinata-sama. –Un golpe en la puerta la interrumpió, Natsu. Una sirvienta del clan. –Uzumaki-sama está aquí, quiere hablar con usted.
-¡Dile que se vaya, que no lo quiero aquí!-Gritó, sin abrir la puerta. No quería verlo, no podía.
-Dale un poco de tiempo. –Aconsejó Hiashi quien se había apersonado en la entrada para encontrarse con Naruto. –La noticia del matrimonio es muy nueva. Está destrozada, naturalmente. Pero seguro que lo entenderá pronto. Solo necesita tiempo.
-Yo… -Empezó, dudó. Hiashi aún no sabía la verdad. Eso significaba que Hinata no se lo había contado. No sabía que pensar al respecto. –No quise hacerle daño.
-Lo sé, Uzumaki-san. –Sonrió con amabilidad el hombre. –Pero Hinata siempre fue sensible, pero muy inteligente. Verá que es lo correcto.
Dudaba, miró a la puerta. Él mismo necesitaba ordenar sus pensamientos. Quería atravesar la puerta e ir hasta Hinata, explicarle lo que había pasado, pero incluso si lo hacía dudaba de eso fuera a funcionar. Sacudió la cabeza.
-Yo… volveré pronto.
Hiashi lo despidió con un ademán de su cabeza antes de volver a entrar en la habitación. Naruto dio un paso atrás, se giró y empezó a caminar. No sabía cómo proseguir. ¿Qué le diría cuando pudiera hablar con ella? No le mentiría, le diría la verdad. Aunque no sabía si la verdad era mucho peor que una mentira. Podía llegar a odiarlo mucho más.
El puñetazo que lanzó partió el árbol por la mitad, cayó sonoramente al suelo. No había servido de nada, no importaba cuantos arboles golpeara, la furia creciente que sentía en su interior no se apagaba, más bien al contrario, crecía a cada segundo que pasaba. Se dejó caer de espaldas en el suelo, observando las nubes. Ahora entendía porque Shikamaru quería ser una nube.
-¿Problemas en el paraíso? –Interrogó cuidadosamente Yugao, acercándose a él. Naruto inclinó la cabeza para mirarla. –No te estaba espiando, solo pasaba por aquí y…
-Lo sé, puedo sentir tu chakra. –Suspiró, volviendo su mirada a las nubes. La mujer tomó asiento a una distancia prudente. –Hice algo que no debería haber hecho y ahora estoy pagando las consecuencias.
-¿Te arrepientes de haberlo hecho? –preguntó. Naruto dejó que la pregunta calara en su interior, meditándola. Luego negó.
-No lamentó lo que hice, sino como. –Explicó, sin entrar en demasiados detalles. –Y terminé dañando a una persona a la que quería mucho.
-Ah… ¿Crees que tiene arreglo?
-Si me esfuerzo, sí.
-Entonces, esfuérzate. –La mujer se encogió de hombros y se puso en pie. –O terminaras destruyendo todos los arboles del campo de entrenamiento.
-No eres del tipo de persona que dice palabras bonitas ¿verdad? –Preguntó con desdén el rubio, se giró sobre sí y colocó ambos codos en el suelo, levantando su cuerpo ligeramente. - ¿Tan pronto has vuelto a los entrenamientos?
-Esos lobos aún siguen ahí fuera. –Replicó la mujer, Naruto asintió.
-Lo sé, lo estuve investigando… ¿Te gustaría trabajar para mí?
-¿Qué? –la mujer soltó un bufido de sorpresa ante las palabras del Uzumaki, mirándolo sorprendida. –No creo que sea bueno que trabaje para un gennin.
-Ya no soy un gennin. –inspiró hondo, omitiendo aquel insulto velado. –Me dieron un nuevo puesto, y necesitaré un equipo confiable con el que trabajar. Solo responderías a mí, y al Hokage, claro.
-¿Qué tendría que hacer? –la curiosidad se apoderó de Yugao, lo miró con atención. Su vida como ninja de la aldea se había vuelto muy aburrida y buscaba algo más.
-¿La verdad? –Dijo Naruto y empezó a reírse. –De todo. Un equipo especial, dedicado a proteger a la aldea allí donde el Hokage no puede. Rastrear, recaudar información, planificar rutas de una aldea a otra, asegurarnos de que ningún enemigo atente contra la aldea.
-O sea, de todo. –Naruto asintió. –Estoy dentro. ¿Quién más está en el equipo?
-Por el momento, solo tú y yo. Aun no tuve tiempo de reclutar más gente. ¿Puedes echarme una mano con eso?
-Puedo. –La mujer se irguió, realizó un ceremonial reverencia. –Uzumaki-sama.
-Con Naruto está bien. –Informó, el mismo se puso en pie. –Será un placer trabajar junto a ti.
Los días pasaban lento para el Uzumaki y entrenar no estaba ayudando. Sentía el fuego correr por sus venas cada vez que terminaba de entrenar, había pensado en más de una ocasión aparecerse en el hospital y tomar allí mismo a Sakura, pero no. Eso había sido la causa de sus problemas ahora. Quería mantenerse lejos de ella el mayor tiempo posible. Se había presentado en la mansión Hyuga todos los días, pero Hinata se negaba a verlo, pero al parecer tampoco le había dicho a nadie la verdadera razón de su ruptura. Quizás eso era algo bueno.
Intentó dormir, pero no podía, con el deseo creciendo en su interior dormir resultaba cada vez más difícil. Terminó recorriendo la aldea de un lado a otro, asegurándose de que nadie irrumpiera en la aldea, que todo funcionara bien, tomando notas mentales. Tenía mucho trabajo que hacer con la formación de su nuevo equipo, pero incluso esa distracción tenía un límite.
Era casi medianoche cuando Naruto entró en el bar. Beber no le servía de nada, su cuerpo digería el alcohol a una velocidad asombrosa por lo que le resultaba casi imposible el emborracharse y tampoco quería hacerlo, pero sentarse en el bar era mucho más útil que quedarse en su casa, sintiendo lastima por sí mismo. Además, en los bares los rumores corrían como la pólvora, y nunca se sabía que se podía averiguar en él.
-¡Te dije que me pusieras otra copa de inmediato, tu mocoso estúpido! –El gritó de Anko resonó por todo el bar, el barman se movió deprisa, asustado y sirvió la copa, llenándola hasta arriba.
Naruto se puso a su lado, sonriendo y pidió una para él. Anko lo miró, sin un ápice de interés en él.
-Oh, pero miren si es el gran salvador de la aldea. ¿Vienes a beber entre los simples ninjas? Recemos porque fuimos bendecidos. –ladró la mujer, y terminó su copa de un solo trago nuevamente. –Otra.
-¿No cree que ha tenido suficiente, Anko-sensei? –Preguntó con calma, Naruto.
-¿Sabes de que he tenido suficiente, mocoso héroe? –Replicó ella con dureza. –Que me nombren una de las mejores kunoichis de la aldea, pero que no me den misiones, que traten de que me quedé aquí sin completar misiones, enseñando a los mocosos como lanzar un puto kunai como si no tuviera nada mejor que hacer. ¿Sabes cómo lanzar un kunai? Je, seguro que sabes.
-Tuve una buena sensei. –Admitió Naruto, sin llegar a perder la calma. Miró al barman parecía aterrorizado de la mujer, y con justa razón. Naruto conocía la capacidad de Anko. -¿Por qué no termina por hoy? Vamos, la acompaño a su casa.
-¡oh, el mocoso héroe me quiere acompañar a mi casa! –Dijo, y empecé a reírse. –Tendrás que hacer algo más que pagarme la bebida si quieres meterte en mi cama.
-No voy a meterme en tu cama, Anko-sensei. –Suspiró el rubio, rodeó a la mujer con un brazo, ayudándola a levantarse. Por un momento creyó que ella se negaría pero al final se dejó cargar. Pagó la cuenta de la mujer, ella no se lo agradeció mientras salían del bar.
-Seguro que no, mocoso. –Fue mordaz la mujer, lanzó un pequeño hipo debido al cambio de ambiente repentino, estaba un poco mareada, pero había tenido noches peores. Últimamente todas sus noches eran peores. –Porque seguro que no sabes cómo usar tu kunai, je je je je.
-Anko-sensei… Por favor… -Naruto recordaba donde vivía la kunoichi, caminaba lentamente a su lado, deteniéndose en más de una ocasión. Algunas porque Anko estaba a punto de vomitar. Otras, porque se detenía para reírse.
-El mocoso héroe no sabe cómo usar su kunai. –Canturreó la mujer. -¿Te gustaría usarlo conmigo verdad? Pues no podrás, porque seguro es pequeñito, pequeñito. Como un senbon je je je.
-No es eso lo que me han dicho. –Dijo, y de inmediato se lamentó, ese era el problema que lo había llevado hasta donde estaba.
-Je je, seguro que sí. El héroe de Konoha tiene una poderosa katana. –Se despegó del rubio, tambaleándose antes de quedarse completamente quieta. Muy a su pesar, Naruto contempló su cuerpo con interés. -¿Te gusta, mocoso héroe?
Y si le gustaba. La malla metálica semi transparente se le pegaba el cuerpo, apenas lo suficientemente oscuras como para no dejar clara visión de sus pezones, pero sabía que no llevaba sujetador. El atuendo beige que llevaba por encima le cubría el cuerpo, pero en esos momentos lo llevaba desabotonado, permitiendo la visión de su cuerpo, la mini falda violeta, invitándolo a entrar en su interior. Y vaya que quería hacerlo. Inspiró hondo, lentamente.
-Oh, si te gusta. ¿Qué pasa, la pequeña Hyuga no te da lo que necesitas? –Rió la mujer, dando varios pasos hacia atrás. Se abrió más el atuendo, tentadoramente.
-No hables de Hinata. –Advirtió Naruto. Avanzó hacía ella, el deseo corría por sus venas y necesitaba saciar su hambre. Estaba mal, lo había hecho con Sakura, ahora seguiría con Anko. Estaba mal, debía parar. Pero no quería.
-¿Oh que, el amable héroe de Konoha me castigara? –Volvió a reír, la borrachera iba disminuyendo a de a poco a medida que el deseo tomaba lugar en el cuerpo de la mujer.
Naruto no se hizo esperar, acortó la distancia entre ambos y la empujó contra la pared, atrapándola con su cuerpo y buscando sus labios con los suyos, ansioso. La mujer correspondió de inmediato. Anko no era Sakura, tampoco Hinata. Los besos con Sakura estaban llenos de lujuria y pasión, pero había entrega en ellos. Con Hinata, sus besos tiernos y tímidos dejaban claro un amor inmenso.
Anko no era ninguna de ella, sus besos carecían de amor o sumisión. Era hambre pura, lujuria y agresividad insana, un deseo profundo de fundirse en el ardor sexual. Naruto correspondió al beso con las mismas intenciones, la mujer llevó sus manos a la nuca del hombre y se aferró a él con urgencia, clavó sus uñas en él y Naruto sintió como la sangra brotaba de su cuerpo. No le importó.
Naruto solo se separó de ella cuando necesitó recuperar el aire. Sus ojos conectaron con los de Anko, retadores y lujuriosos. Tentándolo a seguir. Y en se dejó tentar.
La tomó por la cintura y la arrastró hacía el callejón, alejada de las miradas indiscreta. Podía llevarla fuera de la aldea, a un lugar privado, pero no quería. Quería poseerla allí mismo, quería entregarse a la pasión en ese mismo instante.
Volvió a conectar sus labios con los suyos y esta vez atacó sin piedad, buscando su lengua con la suya en una fiera batalla de hambre y excitación. Sus dedos atraparon el abrigo de la mujer, desprendiéndolo por su cuerpo sin demasiada elegancia. Ella lo tomó por el cinturón del pantalón, pegándose a él y metiendo sus manos por debajo del pantalón. Rodeó al miembro entre sus dedos y comenzó a jugar con él.
Al Uzumaki no le costó nada desgarrar su malla metálica con su mano, justo por la mitad y liberando sus pechos, pegó su rostro al cuello de la kunoichi, besándola, mordiendo, succionando todo a su paso hasta llegar hasta sus pechos. Rodeó la aureola del pezón entre sus labios y comenzó a chuparlos, una bajó hacía su intimidad, adentrándose por debajo de la falda y comenzó a acariciarla.
Los gemidos contenidos de la mujer llegaron hasta él, alimentando aún más su necesidad de ella, de su cuerpo. Las manos de Anko eran suaves pero firmes alrededor de su miembro completamente erecto y necesitado. Y ella correspondió, rompió el cinturón del pantalón, tirando hacía abajo y liberando por completo el falo del Uzumaki. Se dejó caer de rodillas ante él. Naruto debió estirar una mano y apoyarse contra el muro para evitar caerse. Anko levantó la mirada, presa de la lujuria y un segundo después devoró el miembro por completo.
Naruto apenas tuvo tiempo de reaccionar, sintió la barbilla de la mujer golpeando sus testículos antes de retirarse casi por completo y volver a hundirse en él. Sus manos rodearon las piernas del hombre, aferrándose con fuerza a él, por su parte Naruto llevó su mano libre a su cabeza, sosteniéndola con firmeza e instándola a continuar.
Y ella aceptó.
Anko se hundía en su miembro con un hambre voraz, como si le fuera la vida en ello, y Naruto sentía que así era. Él por su parte estaba igual, luego de haberse contenido durante tantos días ahora se encontraba en el punto de no retorno. Y Anko sabía muy bien cómo hacer su trabajo Apenas habían pasado unos minutos cuando el rubio sintió como el clímax se acercaba de manera inminente, y se entregó por completo a él. Aferró su agarre a la cabeza de Anko y ella entendió, se hundió por completo en su miembro, notando como las venas del falo se hinchaban en su boca, como palpitaban como si tuvieran vida propia, y un instante después, las descargas de semen inundando su boca. Le costó, se aferró con fuerza a las piernas de Naruto y se obligó a tragarse hasta la última gota.
Naruto dejó escapar un gruñido grave al llegar al clímax. Sonido que solo sirvió para excitar aún más a la mujer. Se retiró, dejando su boca completamente libre y miró hacia arriba, ansiosa.
Naruto la tomó entre sus brazos, ayudándola a ponerse en pie y desgarró su mini falda sin ningún tipo de pudor ni espera. Había acabado un segundo atrás, pero estaba listo para continuar. Anko se dejó llevar, Naruto se colocó entre sus piernas y ella se apuró a rodearlos con ellas a la altura de la cintura. Se vio obligada a recostarse contra la pared para mantener el equilibrio.
Naruto la tomó por el trasero con una mano mientras que la otra dirigió su miembro a la entrada de la mujer. Anko le rodeó el cuello con sus brazos y se pegó a él. Reprimió un gemido intenso al sentir como el hombre entrada hábilmente en su interior. Dejó ambas manos sobre su trasero, sosteniéndola con firmeza, levantándola y dejándola caer sobre su miembro con dureza y pasión.
Anko buscó los labios del hombre con los suyos y lo besó en un intento de contener los gemidos que afloraban en su interior. Naruto saboreó la mezcla de alcohol, saliva y su propio semen en la boca de la mujer pero no le importó, estaba demasiado absorto en el placer como para importarle.
Fue la propia Anko quien acrecentó el sube y baja sobre el miembro del hombre, usando sus caderas y el peso de su cuerpo para hundirse con violencia pasional sobre el falo, podía sentir como el clímax se acercaba a su cuerpo y eso era lo que necesitaba, luego de tanto tiempo, podía sentir como el placer estaba a su alcance.
Y cuando llegó a él, hundió sus uñas en la espalda de Naruto, desgarrando su camiseta y arañando su piel. A Naruto no pareció molestarse. Enterró el rostro en su hombro y mordió su cuello, acallando los gemidos que amenazaban con salir de ella.
Sus piernas perdieran fuerza debido a las oleadas de placer que recorrían su cuerpo, por un momento pensó en que caería al suelo pero Naruto la sostenía con firmeza. No había detenido su movimiento, hundiéndose con fuerza en su interior y eso fue todo lo que ella necesitó para recuperarse y buscar un segundo round.
-Más… -Exigió juguetonamente la mujer. Sus piernas se mantuvieron pegadas a las del hombre a medida que descendían al suelo, como si la sola idea del contacto pudiera hacer que el desapareciera.
-Mucho más… -Aclaró Naruto. Había tenido que salirse de su interior para que pudiera ponerse en pie, pero no se separó de ella. La giró con brusquedad, pegando sus pechos a la pared. Anko jadeó debido al frio contacto de sus pechos con el muro. Pero antes de que pudiera protestar Naruto se pegó a su espalda, asaltando su cuello con sus labios. Usando su pie para separarle más las piernas, acto que ella obedeció de inmediato y Naruto no tardó en volver a hundirse en su interior.
Se mordió los labios, tratando de contener los gemidos al momento en que Naruto comenzó a moverse, hundiéndose con ímpetu en su interior, las paredes de su coño lo reclamaban como suyo, sentía la invasión en todo su cuerpo y le encantaba. Naruto no estaba contento, rodeó su cintura con un brazo mientras que con su mano libre la llevó al rostro de la mujer.
Esta quiso protestar, pero Naruto ganó terreno, metiendo dos dedos en su boca, atrapando su lengua y presionando hacía abajo, obligándola a abrir la boca. Ahora sus gemidos eran completamente audibles y Naruto se dejó hipnotizar por ellos, se pegó más a ella a medida que penetraba el interior de su coño.
-Nar…Naruto. –rogó la mujer, cerrando los ojos, tratando de contenerse pero le fue imposible. El orgasmo la invadió nuevamente, recorriendo ferozmente su cuerpo, al tiempo que escuchaba en su oído el grave gruñido de su amante, llegando al clímax con ella, llenando su interior de aquel espeso néctar.
Naruto jadeaba con fuerza, quieto a su espalda. Sin salir de su interior. Detuvo sus ojos en su cuello, en una marca que tenía allí. No la marca de Orochimaru, sino la suya propia, en un momento de pasión hundió sus dientes en ella y ahora podía ver la marca ahí.
La deseó aún más.
-Vamos… a mi casa. –Pidió Anko entre jadeos. Y Naruto aceptó.
El ninja dio dos pasos atrás, alejándose de la luz nocturna. Durante más de media hora había estado presenciando la escena ante sus ojos, completamente atónito. Durante los primeros minutos con genuina curiosidad y extrañeza, pero a medida que los minutos pasaban el morbo se apoderó de él, interesándose cada vez más por lo que pasaba.
Su misión era vigilar a Naruto Uzumaki, el reputado héroe mundial. Cuando le asignaron la misión pensó que era simplemente una misión de escolta en las sombras, evitar que se metiera en problemas. Pero luego de verlo salir de aquel bar escoltando a una mujer, la discusión que tuvieron. Y aquel beso, aquel jodido beso, supo que había algo más.
Su jefe estaría muy interesado en la información que acababa de descubrir, pero no sabía si quería caer en la mala voluntad del héroe de Konoha.
El sol entraba lentamente por la ventana cuando Naruto abrió los ojos, se encontraba completamente desnudo al igual que Anko, a su lado. La noche anterior había sido una locura, una parte de él sabía que estaba mal, la forma en que terminó descargando su deseo sobre Anko, como la arrastró hacía el callejón y la tomó sin ningún tipo de piedad. Pero a otra parte de él, no le importaba, lo necesitaba y lo tomó.
La mujer se removió suavemente a su lado, abriendo los ojos.
-Buenos días, niño héroe. –Ronroneó Anko, aun medio dormida al tiempo que se despegaba de él para ponerse en pie. Se tambaleó ligeramente y soltó una risita.
-Deja de llamarme así. –advirtió Naruto. Admiró su cuerpo desnudo mientras se movía por la habitación con una elegancia viperina. En su piel clara se notaban excepcionalmente las marcas de la noche anterior, los chupones y las mordidas en su cuerpo. Las finas líneas rojas allí donde sus dedos habían presionado con fuerza.
Había sido una batalla pasional más que hacer el amor.
-Quien diría que el héroe de Konoha sería tan salvaje. –Rió, tomó una bata, colocándosela antes de volver a la cama junto a él. – Fue una noche para recordar, sin dudarlo. –Sonrió, inclinándose sobre él y besándolo. –Pero deberías irte, Kurenai podría volver en cualquier momento…
-Debería irme, si… -Dijo, pero no se levantó. Sus manos acariciaron los muslos de la mujer, lentamente, ascendiendo.
-Si… -Ronroneó, acomodándose a horcajadas sobre él y rozando los labios del hombre con los suyos.
Sasuke se encontraba en su oficina, distraído con la conversación que había tenido la noche anterior. Uno de los policías que fueron asignados por orden del Homura a vigilar a Naruto se presentó en su oficina. Por la mirada en su rostro supo que tenía información nueva, lo invitó a su oficina alejada de los ojos públicos y fue cuando el hombre comenzó a contarle la historia.
-Y entonces Uzumaki-sama la empujó contra la pared, besándola y arrastrándola hacía el callejón. –Continuó el ninja en tono dubitativo. –Fue… bastante violento.
-¿Estas tratando de decirme que Naruto Uzumaki, el ninja más inocente y bueno del mundo –Empezó el Uchiha, no sin esforzarse por reprimir la burla en sus palabras ante aquella descripción. –Llevó a Anko Mitarashi a un callejón y abusó sexualmente de ella?
-Hmmm. Creo que fue mutuo, primero él y luego ella. –Procedió a contar con extremo lujo de detalle todo lo que había presenciado mientras se encontraba escondido a pocos metros de los dos ninjas.
Sasuke guardó silencio. Una acción como aquella era algo que el Naruto que él conocía jamás haría, era un tonto completamente enamorado de Hinata y si algo sabía es que jamás engañaría a su novia de esa manera. Pero recientemente el consejo había aprobado una ley para casar al Uzumaki con varias mujeres y asegurar su línea de sangre. Tal vez ahora estaba buscando a las siguientes esposas para su Harem. Pero aun así, Anko Mitarashi no encajaba en el papel de devota esposa.
-Pensé en traerle esta información a usted primero, Uchiha-san. –Continuó el policía, cortésmente. -Mitokado-sama querrá saberlo también.
-Gracias por la información. –Agradeció el Uchiha poniéndose en pie. Había algo en todo eso que no le gustaba. Estrechó la mano del hombre y lo despidió. –Yo mismo me encargare de informarle a los consejeros este dato. Espero que sea discreto con lo que vio. Ensuciar el nombre del héroe de Konoha podría traer muchos problemas… ¿Entiende, verdad?
-¡Si, señor! –El hombre se dio media vuelta y salió apresurado de la oficina, al punto que terminó chocando con otra policía y cayendo al suelo. – ¡Oh, lo siento mucho Soku-san!
Lo observó irse con calma, removiendo el líquido dentro de su taza de té. ¿El Naruto que conocía sería capaz de hacer algo como eso? No. Lo conocía demasiado bien, era demasiado inocente, bueno como para cometer un acto como aquel. Pero hacía tiempo que no conocía a Naruto, desde el fin de la guerra jamás se habían reunido en privado. Tampoco le había agradecido por hablar en su defensa ante los cinco kages, lo que terminó provocando que le perdonaran la vida. Pero esto último había sido gracias a Sakura, sabía que ella le pidió que lo perdonaran.
Sakura, ella quizás sabría qué estaba pasando con Naruto, se lo preguntaría cuando volviera a casa.
Era mediodía cuando Naruto se reunió con el Hokage en su oficina. Primero pasó por su casa, dándose una ducha rápida y asegurándose de borrar las heridas sexuales que tenía por todo su cuerpo. No quería aparecer frente a Kakashi con los arañazos proporcionados por Anko en todo su cuerpo.
-¿Tienes algún candidato para tu equipo? –Preguntó Kakashi con cierto interés. No había esperado reunirse con Naruto tan pronto. Su estudiante había comenzado a tomarse su posición como futuro Hokage con suma importancia. Le agradaba ver eso. -¿Qué te hizo cambiar de opinión tan rápido?
-No puedo hacerlo todo solo. –Notó como Kakashi elevaba su única ceja visible y lo interrumpió antes de que continuara. –No voy a decir que tenías razón.
-Dame los nombres. –Se recostó en su sillón, sonriendo tras la máscara.
-Yugao Uzuki, Sai. –Empezó. Dudó un momento antes de decir el siguiente nombre. –Anko Mitarashi.
-¿Crees que sea una buena idea tener a Anko en el equipo? Luego de la guerra…
-Lo sé. Confió en ella. –Aseguró el Uzumaki. –Y no hay nadie mejor que ella para la infiltración y recolección de información.
-Está bien, si confías en ella lo permitiré. ¿Quién más?
-Shino… Hana Inuzuka, quizás. Pensaba en Kiba pero como líder de la policía… -Dejó la frase a media y Kakashi asintió.
-Buenas opciones. –Anotó los nombres y se lo extendió a Naruto. –Necesitarás una oficina donde reunirte con ellos.
-Pensaba usar mi casa. Pronto me mudaré al recinto Uzumaki. –Dijo, y se lamentó casi de inmediato. Era el lugar donde viviría con Hinata pero ella no parecía estar muy dispuesta a hablar por el momento.
-¿Aun no quiere hablar contigo? Dale tiempo, es una noticia bastante fuerte. –Aconsejó el Hokage, creyendo que la separación entre ambos ninjas se debía a los matrimonios múltiples.
-No, aun nada. –Negó y volvió a centrarse en sus planes. –Usaré mi actual casa. Diles que se reúnan conmigo allí lo más pronto posible. Quiero investigar a los lobos cuanto antes.
