03 diciembre 1981

15 días, habían pasado solo 15 días viviendo con mis padres, Armastus Shacklebolt junto a mi padre colocaron las runas en mi habitación, alrededor de la casa y de mi cama. Les había tomado casi una semana completar todas las runas, en la última noche los escuche discutir desde el jardín que se veía desde mi ventana, no pude acercar a ver que sucedía, porque ambos hombres habían colocados hechizos que les avisaría en qué momento me levanto de la cama. Además, de que tenía una vigilancia constante, mamá prácticamente ya no trabaja y cuando lo hacía era mi padre quien se quedaba a mi lado, su compañía no era tan agradable como la de mi mamá, la mayor parte del tiempo ella leía un libro conmigo o se ponía a tejer pequeñas prendas que su nieto usaría, aun no podía creer que todo sea real. Sus ojos siempre brillaban cuando me miraba, su amor hacia nosotros y sus ansias de conocer al bebé eran algo que no lo había pensado. Pero toda la felicidad de esos 15 días se empezó a desquebrajar cuando los días para la siguiente luna llena se acercaban.

Mi padre junto al señor Shacklebolt habían cambiado mi habitación, para que sea más amplia y acogedora. Era una forma para evitar que piense que era prisionero en el hogar donde crecí.

Las paredes antes llenas de libros ahora estaban adornadas con fotografías familiares que mi mamá tuvo que acomodar junto al estante de mis libros. Uno podría mirar las imágenes e imaginar esos momentos llenos de alegría, pero el aire era denso, cargado de una tensión palpable. Mi padre al igual que yo sabía que estábamos ignorando un tema importante y aunque el Señor Shacklebolt lo hizo sonar agradable, no lo era.

"Necesitamos hablar," prefiero sondear un poco la situación, una de las cosas que compartimos ambos es lo mucho que detestamos hablar sobre lo que nos causa cierta incomodidad.

"No, no lo necesitamos. Remus." Siempre tan terco, jamás escucha.

"Padre, necesito que entiendas," mi voz tiembla, olvide que en tan pocos días mis emociones eran volubles y mi padre provocaba las más débiles, las que más odiaba. Abrazo mi vientre todavía plano, aun no siento ningún indicio físico para mi placer, no sé cuántos días tendré hasta que se empiece a notar. "Ellos son mi familia también. No puedo simplemente abandonarlos."

Lyall Lupin, un hombre de apariencia fuerte con el cuerpo delgado, de cabello castaño claro con indicios de que pronto el gris iba a predominar y semblante severo, cruzó sus brazos sobre el pecho, su rostro antes calmado se había endurecido por la preocupación y el enojo que mis palabras le habían causado. "¿Familia? ¿Esas personas peligrosas son tu familia? John, no tienes idea de lo que estás diciendo. Estás poniendo en riesgo tu vida y la del bebé. El Armastus fue muy claro: no puedes hacer esfuerzos, no puedes hacer uso de tu magia y mucho menos para hacer un viaje tan largo."

Realizo los ejercicios de respiración que mi mamá me estuvo enseñando, el haber utilizado mi segundo nombre solo es una clara señal de que deje el tema en paz. Pero nunca fui bueno en saber identificar el peligro hasta que es demasiado tarde y dar vuelta atrás.

Bajo la mirada cuando siento las lágrimas quemar en mis ojos, no podía mostrar debilidad, no ahora. "Lyall, no son peligrosos. Son incomprendidos. Y ellos me necesitan tanto como yo a ellos. Tengo que ir, no tengo otra opción, soy parte de ellos."

"¡No!" La voz de mi padre resuena con furia y desesperación. La última vez que me alzo la voz fue cuando les dije que me iría a vivir con Sirius y ser parte de la Orden. "No voy a permitirlo, John. No mientras este con vida. No pude protegerte antes, pero lo hare ahora. Piensa en tu bebé, por el amor de Dios. ¡Podrías perderlo!"

Siento una punzada de dolor en el corazón, hace mucho mi mamá me confeso que mi padre se había refugiado en las creencias cristianas de ella, me confeso que mi padre ya había perdido la fe en Hécate cuando la bestia me lastimo. Mis manos tiemblan y acarician mi vientre instintivamente al escuchar el dolor en su voz, la silenciosa suplica que puedo sentir viniendo de él.

"¿Crees que no pienso en mi bebé? ¿Crees que quiero ponerlo en peligro? Lyall, no es algo que yo quiera hacer. Es algo a lo que soy obligado, nunca quise esta vida. No quiero ser esto, no quiero que el lobo forme parte de la vida de mi bebé, pero no tengo una opción, jamás la tuve." Levanto la mirada, mis ojos manchados de lágrimas lo observan.

Mi padre aprieta los puños cuando ven mi dolor, es lo único que ha visto en mi desde que regrese, su frustración bullendo debajo de la superficie que trata de controlar. "Se que tu vida no es como hubieras querido, yo tampoco quise que te pasara eso, pero me prometí que sería un buen padre para ti y eso significa que te voy a proteger de ti mismo, no vas a correr un riesgo innecesario por ir con un grupo de… Estás equivocado, Remus. Y no puedo permitir que te sigas lastimando, no lo voy a seguir permitiendo. Eres mi hijo y voy actuar como el padre que debiste tener desde un principio." Las lágrimas finalmente brotaron de sus ojos, corriendo libremente por sus mejillas. "Siempre he querido que me escuches, poder decirte que hacer o que consejo darte. Pero te aislaste, solo escuchaste a Hope, cada noche te escuchaba llorar y preguntando a la luna porque te hacia daño y yo lloraba detrás de tu puerta, porque era mi culpa, todo tu dolor era mi culpa. No entiendes que no ir con esa gente es importante para mí. Me duele que no puedas pensar en ti y no en los demás, me lastima ver como pones a todo el mundo sobre ti y cuando al fin tienes a un ser para el cual tú serás todo, no lo sabes valorar."

Se pasa una mano por el cabello, su voz ahora más baja pero cargada de tristeza. "Te he apoyado en todo, Remus. Aun cuando no lo parecía, siempre te he apoyado. Pero no puedo apoyarte en algo que te pondrá en peligro a ti y al bebé. No puedo. Mi amor hacia ti, hacia mi nieto no lo permite."

Empiezo a sollozar, la desesperación asfixiando mis pulmones. "No entiendes, padre. Nunca me has entendido. No puedo vivir si les causo daño, atrapado aquí, el lobo se va enfurecer y los puede lastimar. Necesito hacer ir con ellos y pasar la luna, voy a regresar y todo estará bien."

Cuando mi padre me mira, es como si no supiera reconocerme, siento una mezcla de impotencia y enojo que desbordaba por cada poro de su piel, mi corazón late desbocado esperando sus próximas palabras. "Entonces, no tengo nada más que decir. Has tomado tu elección, sabiendo que haríamos todo para mantenerte seguro y a salvo." Se da la vuelta bruscamente, sus pasos resuenan en el suelo de madera mientras se dirigía hacia la puerta.

"Papá, por favor…" intento que mi voz lo alcance, no puedo hacer que mi cuerpo se mueva, pero mi padre ya estaba cruzando el umbral.

"Haz lo que quieras, Remus. Pero no cuentes conmigo para esto." Y con esas palabras, sale de la habitación, dejándome solo con mis lágrimas y desesperación. Con cada paso que lo escucho dar es como un golpe a mi pobre corazón, pensé que ya lo tenía roto, pero siento como pequeños fragmentos caen al vacío.

Algo se desmorona en mí, es como si algo desapareciera en mí y no sé qué es o era. Escucho que mamá regreso, pero sus voces son tan lejanas que no comprendo lo que se dicen y cuando la puerta principal se cierra con fuerza es cuando sé qué fue lo que se desmorono, estaba solo y roto. Había acabado algo que había pensado que no tenía. La escena que encuentra Hope Lupin debe ser alarmante, en un mar de lágrimas siento como su cuerpo me abraza y trata de calmar mi llanto desesperado. Pasan un tiempo que logro entender que la persona que habla soy yo, repitiendo las mismas palabras una y otra vez.

Papá… Papá... Regresa…

Los días siguientes fueron una danza incómoda de silencio y miradas evitadas. Mi padre se movía por la casa como fantasma, silencioso e indiferente, en ningún momento me volvió a mirar, atrapado en mi propio mundo de dolor y preocupación el día de luna se acercaba.

Acurrucado en mi cama, acariciaba mi vientre, ya no tenía la misma forma que en octubre, era apenas notorio el cambio, era tan pequeño el bulto que cuando lo note la primera vez había pensado que desaparecería en unas horas, pero se había mantenido. Cada que buscaba un consuelo acariciaba la pequeña vida que crecía dentro de mí, hubo una vez que mi padre noto el cambio, sus ojos se quedaron fijos en mi pequeño bulto antes de poner más distancia entre los dos, aun me cuidaba cuando mamá no estaba, pero ahora ya no entraba en mi habitación.

Desde mi cama miraba por la ventana, mi corazón pesado con el temor de lo que podría suceder en unos días.

10/12/1981

Mañana seria la luna llena, es por eso que al despertar sentí la necesidad de saltar de la cama y correr a los brazos de mi padre, pidiéndole que me perdone y que no me iría. Pero solo era una ilusión, el miedo de hacerles daño me mantenía alejado. Solo esperaba no equivocarme, deseaba que todo salga bien, aunque antes no tuve la suerte de mi lado, todo había cambiado y yo no me había dado cuenta de eso hasta la tarde de hoy.

"Remus," la voz suave de mi mamá me despertó de mi siesta de las 4:00 pm, desde hace un par de días empecé a sentir mucho sueño, mamá me dijo que eso era normal, las pociones provocaban que mi cuerpo se sintiera agotado, sin energías sería más fácil no causar magia y eso provoco que no pudiera irme hace dos días, como lo tenía planeado. Las pociones que el señor Shacklebolt trajo eran muy efectivas, por el momento no tenía ningún síntoma, además del crecimiento de mi vientre y el sueño. Mamá me ayuda a sentar y al abrir los ojos es cuando noto su rostro empapado en lágrimas. "Tu padre me contó lo que pasó aquel día. Mi niño, no puedes ponerte en este tipo de riesgo. Tu salud y la del bebé son lo más importante ahora."

Mamá se debió de dar cuenta que al no poder irme hace dos días me iría hoy, mañana era luna llena y las pociones perderían efecto por lo cual el dolor aparecería y eso haría imposible que use magia además de que sería sumamente peligroso, sería algo suicida de mi parte irme a la manada mañana. Por eso debía de ser hoy, era mi última oportunidad. "Mamá, no entiendes. Necesito hacer esto. Soy más peligroso que antes, ya no soy un niño, soy un adulto al igual que el lobo."

Tomando de mi mano mi mamá suspira, como si no supiera como comunicarse conmigo. "Remus, entiendo más de lo que crees, pase la mayor parte de esas noches cerca de ti. Siempre estuve detrás de esa puerta. Pero este no es el momento de pensar en nosotros. Tu cuerpo ha estado bajo mucho estrés en los últimos días, y el bebé también siente lo mismo que tú. Por favor, escucha a tu padre. Esta vez tu transformación no se hará aquí, Armastus y tu padre prepararon un lugar seguro, para ti y tu bebé."

"¿Padre quiere que me transforme en otro lugar? ¿No aquí?" pregunto con temor, si lo que dice es cierto eso significaría que, no deje a mi padre explicarse. Solo afirme algo y él no lo refuto, mi padre al final acepto mi decisión sin darme la oportunidad de escuchar su plan. Un plan que pudo evitar toda la distancia que tuvimos todos estos días.

"No, mi niño. Armastus unió nuestras chimeneas y te llevaríamos a su casa. Es el hogar ancestral de su familia, lleno de magia y protecciones para ti. También tiene un bosque oculto, además hace poco ambos lograron encontrar a la mujer que me hablaste, la alfa de la manada donde te quedaste hasta hace poco. No hay necesidad de que te vallas, te dije que confíes en tu padre. Lyall encontró la manada y la pasaras con ellos o algunos de ellos. Se supone que hoy van a decidir cuantos estarán contigo mañana por la noche."

De repente, siento un dolor agudo en el abdomen. Mi rostro se contrajo en una mueca de dolor mientras una ola de terror la envolvía, no se suponía que sentiría dolor, las pociones debían de evitarlas. "Mamá... algo está mal. Me duele." Una señal de alarma se enciende en mi cabeza cuando siento frio, algo húmedo saliendo de mí.

Sin decir una palabra mi mamá, alarmada, levanta las mantas y ve con horror algo en las sábanas. No puedo mirar, no quiero hacerlo. "¡Remus, estás sangrando! Tienes que quedarte quieto. No te muevas, voy a llamar a tu padre."

Intento recostarme en la cama, mi rostro pálido con los ojos llenos de lágrimas la observo salir de mi habitación, los oídos me zumban y por primera vez en mi vida no escucho sus pasos cuando corren en el pasillo.

"Mamá..." le susurro, su voz apenas un hilo no llega hasta ella. "Ma..." sollozo con miedo al ver que no regresa, el miedo se apodera de mi cuerpo. "Mamá, mi bebé... por favor, haz algo..." no quiero mirar, no puedo mirar la sustancia húmeda y tibia que rodea mis piernas.

Mamá regresa corriendo a mi habitación, mueve sus labios en silencio diciendo algo para tranquilizarme, pero solo escucho los latidos de mi corazón, siento mucho frio cuando la puerta se abre con fuerza.

Armastus es quien aparece en el marco de mi puerta, su rostro está marcado por la preocupación, pero al ver mi cuerpo y las manos de mi mamá que por alguna razón mis ojos esquivan, su expresión cambia a una mezcla de horror y desesperación mientras se acerca

"¡Dios mío, Hope!" su grito es más fuerte que el sonido de mis latidos. "Remus, ¿qué estas sintiendo?"

Solo muevo mis labios, no puedo encontrar la fuerza para responder, veo como ambos se mueven a mi alrededor, luces y tintineos de vidrio son lo único que escucho antes de que mi mamá anuncie algo aterrador, siento que mi cuerpo pierde fuerzas cuando mi cerebro procesa sus palabras.

"Está sufriendo una amenaza de aborto," mamá habla con voz firme, es la voz que utiliza con sus pacientes, aunque sus manos tiemblan mientras aplicaba presión en mi vientre para intentar controlar lo que sale, nada debería de salir, no aun, es muy pronto, demasiado pronto. "¿Dónde está Lyall?

"Está en camino."

La mención de mi padre me hace recordar lo que estaba hablando con mi mamá, mi respiración se entrecorta y permito a mi cuerpo temblar. "Papá, lo siento... lo siento tanto... No quería ..."

Es Armastus quien toma mi mano, sus ojos brillantes me miran, es la fuerza en su mirada que hace que me concentre en su voz y no en lo que hace mi mamá. "Remus, no te esfuerces en hablar. Vamos a sacarte de esto, te lo prometo. Sabíamos que esto sucedería, lo tenemos controlado."

El tiempo parecía ralentizarse mientras esperaba a que ambos terminaran de hacer lo que sea con mi cuerpo. Cada segundo era una eternidad cargada de miedo y desesperación. Finalmente, pude escuchar el sonido de pasos apresurados en el pasillo, y Lyall entro a la habitación a su lado venia Otsana, la presencia de los dos me provoco cierta calma. Confiaba en mi padre, lo dejaría todo en sus manos. Haría lo que él me dijera.

"Déjame ver," dijo Otsana, acercándose rápidamente a mi lado. "Lyall Lupin, necesito tu ayuda. Eres su padre y la única persona que puede salvar a los dos."

Sus manos expertas trabajan junto a las del resto para estabilizarme. Por un momento veo a Armastus Shacklebolt a un lado, impotente, observaba con el corazón en un puño, sosteniendo una mano de mi padre con fuerza.

"Vamos a hacer todo lo posible, mi niño," me dice mi mamá con voz firme pero calmada. "Pero necesitas mantenerte tranquilo y respirar profundamente. Eso ayudará a tu bebé. ¿Recuerdas los ejercicios que te enseñe?"

Asiento, respiro cerrando los ojos, es cuando siento como algo es jalado desde mi vientre que abro los ojos, una sábana limpia cubre mis piernas y no puedo ver que hacen, pero si veo como Armastus imita la forma en que respiro.

Cierro los ojos una vez más, intentando controlar el pánico que me consume al sentir que vuelven a jalar algo. "Por favor, no dejen que lo pierda... no dejen que pierda a mi bebé..."

Mi padre me aprieta la mano, sus propias lágrimas cayendo sobre las sábanas blancas. "No lo perderás, Hijo. Estamos aquí contigo. Lucharemos juntos."

Es mi mamá y Otsana quienes trabajaban incansablemente, sus rostros concentrados y llenos de determinación. La habitación estaba llena de una tensión palpable, cada respiración pesada con el peso de la incertidumbre, Armastus abandono la habitación cuando solté un grito lleno de dolor y el sonido de algo siendo succionado provoco mareos en mi padre, su amigo y yo.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, siento que la cosa húmeda y viscosa comienza a disminuir.

"Lo logramos por ahora," dijo Otsana, su voz calmada pero seria, sus ojos miran con envidia y tristeza a mis padres que se apresuran a tomarme entre sus brazos. "Pero Remus Lupin necesita descansar y evitar cualquier tipo de estrés. No puede permitirse otro episodio como este."

Agotado pero aliviado, asintió débilmente. "Gracias, Otsana... gracias a todos..."

Mi padre es quien se inclina y besa mi frente. "Lo siento, Remus. No queríamos que esto pasara. Había pensado que lo evitaríamos, pero no volverá repetirse, haría todo por ustedes tres, son mi familia."

Aunque agotada mi mamá me sonríe. "Vamos a superar esto, Remus. Juntos. Pero tienes que prometernos que seguirás las indicaciones de Armastus y Otsana a partir de ahora, sin excepciones."

Ana asintió, las lágrimas aun corriendo por sus mejillas.

"Lo prometo, mamá. Se lo prometo a los dos." Mis lagrimas aun correr por mis mejillas

"Remus, debí de hablar contigo hace días, pero no quería darte una falsa esperanza hasta estar seguro."

Miro a mi padre. "Papá, por favor, no hablemos de esto ahora. Solo... quiero olvidar esta pesadilla."

"Lo sé, no quiero causarte más estrés. Te prometo que te dejare dormir después de que me escuches," los brazos de mi mamá me sueltan para acercarse a la puerta donde Otsana nos miraba, el sonido de pisadas que venían del primer piso me hizo ser consciente que padre había llegado junto a la alfa de la manada. "Cuando me fui de la casa luego de nuestra conversación me di cuenta que no te explique mi plan sobre llevarte a la mansión Shacklebolt, antes que digas algo, debes de saber que Armastus iría a visitar a su hijo dos días, el día de la luna y vendría aquí en la tarde del día siguiente, pero yo iría al bosque por ti apenas la luna se escondiera. Pero cuando iba a regresar a casa me di cuenta de que no tendrías a nadie que te cuidara, por eso fui con Armastus para encontrar a la manada que le hablaste a tu mamá, pero no quería preguntarte, sabía que te negarías a decirme. Entonces, en mi afán de encontrar a la manada empecé a descuidarte, pero sabía que si me mantenía cerca de ti iba a delatar todo mi plan y quería demostrarte que soy capaz de cuidar a mi familia y ese fue mi error. Al poner esta distancia entre los dos, también fue en parte un castigo para que pudieras ver que no siempre te iba apoyar, no cuando demuestras lo poco racional que puedas ser."

"Padre, yo"

"Aun no termino. Cuando encontré la manada, fui hablar con su alfa. Ella me hablo de ciertas cosas y comprendí lo estúpido que fuimos al pensar que podríamos mantenerte a salvo solo dos magos y una doctora sin magia."

"¿No… pueden?"

"Respira, Remus. La razón de que Otsana este aquí, es porque las posibilidades de que tu bebé nazca sano aumentaron y para eso primero deberían hablar ustedes dos. Al parecer cierta bruja te dijo cosas que no debía o te conto algo que no era del todo cierto, pero Otsana accedió hablar contigo. Aunque no será hoy, lo mejor será que lo hablen después de la luna y no acepto discusiones al respecto."

En mi habitación, rodeados por la fragilidad de la vida y el poder del amor y la familia, ambos nos miramos con una renovada fuerza. Juntos enfrentaríamos cualquier desafío, con la esperanza y la determinación de proteger lo que más amaban, a nuestra familia.

"No sé qué decirte." Respondo después de un corto silencio, mi padre acomoda los mechones de mi cabello para mirar con detalle mis ojos.

"No tienes que decir nada, solo debes dejar que tu padre se encargue de ti. Todo estará bien, Remus John Lupin."

"Odio ese nombre," susurro con el temor que mi mamá nos escuche, mi padre se muerde un poco el labio para evitar reír.

"Yo también, pero tu mamá gano la apuesta y no quedo más opción que dejar que te pusiera ese nombre."

"¿Qué apuesta?" mis ojos se entrecierran con sospecha, solo es un segundo en la cual nos miramos antes de romper a reír.

"Eso es algo que no deberías de saber, como padre debes de entender que hay cosas que un hijo nunca debería enterarse, por ejemplo; que sus padres apostaron a quien más se parecería y el que ganara elegiría su segundo nombre. Yo gané el primero porque le dije que tendrías su mirada." Sus dedos acarician mis pómulos y mi sonrisa se ensancha.

"Pero no tengo sus ojos, herede tus ojos." Le respondo, observo con detenimiento sus ojos color ámbar, iguales a los míos.

"No, tus ojos tienen también el verde de Hope y yo dije mirada, no ojos." Mi padre saca un poco la lengua en señal de burla, rio como hace mucho no lo hacía con su respuesta.

"¿Cómo es eso diferente? Los ojos y la mirada son lo mismo." Mi pregunta lo hace sonreír con tanto amor que me deja sin aire, mi padre no era una persona muy abierta con sus sentimientos.

"Tienes el color de los dos, pero tu mirada es como la de mi Hope, cálida, sincera y tan transparente que muchas veces es como mirar tu alma. Tus ojos son como las estrellas."

Mi padre se va de la habitación sin saber que abrió una herida, un recuerdo que escondí del resto. No había pensado en eso desde hace días, semanas y tal vez meses. Era el que utilizaba para hacer ese hechizo. Era mi recuerdo más feliz.

"¿Tú podrás cambiar eso? ¿Podrás superar el recuerdo de tu padre?" Si, mi corazón me lo decía. Tú, mi pequeña estrella cambiarias eso.


Mi segunda transformación de hombre lobo estando embarazado, fue con gran diferencia la mejor en toda mi vida, apenas recuerdo haber sentido dolor, solo dormí y cuando desperté todo estaba bien, omitiendo la parte en que siento las náuseas en la mañana del día 11 de diciembre, estaba profundamente agradecido con las pociones del señor Armastus. Mamá me dijo que las náuseas no deberían aparecer en la semana 10 de gestación, pero según mi padre estaba muy atrasado con los síntomas, al parecer la conversación que tuvo con Otsana fue de gran ayuda. A mi mamá no le agrado mucho tener que escuchar que era normal que los licántropos sufrieran un aborto, según Otsana eso era debido a que el bebé buscaba saber si la madre era apta.

Mamá estuvo furiosa al saber que podría sufrir otra amenaza en los próximos meses, pero mi padre ya tenía la solución para evitar eso, me lo dirían hoy, luego de mi segundo almuerzo. Luego de la pesadilla que sufrí hace unos días con la sangre que mi cerebro no quería aceptar, mi cuerpo tuvo un cambio radical. Ya no tenía sueño, prácticamente no dormí luego de la luna llena, sentía mi cuerpo lleno de energía y me la pasé hablando con mi padre o con Armastus, para gran disgusto de mi padre, al parecer el señor Shacklebolt conocía todos los secretos más vergonzosos de mi padre, y el evitaba que yo lo descubriera.

Otsana acordó en visitarme antes del 20 de diciembre y me traería un regalo, mamá estuvo nerviosa cuando Otsana hizo mención del regalo. En cambio, mi padre estuvo muy sonriente, hasta que ella se fue y vino Armastus.

Al igual que mamá, Armastus amaba la navidad. Decía que era una costumbre hacer visitas diarias a sus mejores amigos, en muestra del amor y aprecio que sentía a esas personas. Padre dijo: "No le creas nada, solo es un viejo aburrido de leer los mismo viejos libros de siempre."

Creo que mi padre pensó que eso me iba alejar del señor Shacklebolt, pero fue todo lo contrario, al parecer ambos compartimos una pasión por las novelas bélicas, aunque su engaño salió a la luz cuando le escuche decir a mi madre que prefería leer cuando dos personas paseaban por los atardeceres y no cuando se ponen a describir como acaban con toda una aldea con demasiados detalles que no se podría considerar como novela.

Mi habitación estaba sumida en una luz suave y cálida que entraba por la ventana abierta, mi cuerpo había adquirido un calor corporal que alcanzaba un grado más alto de lo común, pero aún era muy bajo para un lobo. El aire fresco traía consigo el aroma de la comida que se cocinaba en la planta baja, una mezcla tentadora de especias y hierbas, mi apetito era voraz desde la luna, nunca lograba sentirme satisfecho. Esta vez era turno del señor Shacklebolt de cuidarme, padre había salido y mi mamá estaba en la cocina. Sentado en una cómoda butaca que recientemente me había regalado ("Todo forma parte del ritual de la familia Shacklebolt, Remus"), estaba desesperado por hacerme una pregunta, la última vez que vino, lo cual fue ayer me había obsequiado libros, novelas o poemas que, según él, estaban en oferta.

Nadie le creyó, pero convencimos a mi padre en no botarlos y menos en tirárselos a la cara.

"Así que, Remus," dijo Armastus con una sonrisa mientras examinaba los libros desordenados en la mesita de noche, "me dijeron que te regalaron unos libros. ¿Cuál estas leyendo últimamente?"

"He estado leyendo 'Cien años de soledad' de García Márquez. Es increíble cómo crea ese mundo tan mágico y real al mismo tiempo." Le sonrió, me contengo de mostrar la tarjeta de regalo que vino con los libros que él mismo me regalo.

Armastus Shacklebolt asintió con entusiasmo, sus ojos brillando con reconocimiento, como si hubiera leído varias veces el libro. "¡Ah, García Márquez! Un verdadero maestro del realismo mágico. Recuerdo la primera vez que lo leí. Fue como entrar en un sueño del que no quería despertar. ¿Cuál es tu personaje favorito?"

Me quede callado pensando en continuar fingiendo que él no me regalo el libro o, bueno seguir en la cama esperando a la próxima luna llena.

Armastus me ayuda a incorporarme un poco en la cama, sus ojos iluminándose al ver que tengo planeado una larga conversación. "Creo que Úrsula es mi favorita. Su fortaleza y su determinación son impresionantes. Es el verdadero pilar de la familia Buendía."

"Totalmente de acuerdo," respondió Armastus, riendo suavemente, se la pasaba riendo. Tal vez en un futuro debería pensar en convertirme en comediante. "Úrsula es la columna vertebral de ese libro. Es fascinante cómo García Márquez teje la historia de una familia a través de generaciones, con personajes tan vibrantes y complejos."

Desde la cocina en la planta baja, el sonido del chisporroteo de los ingredientes en la sartén y el tarareo melodioso de mi mamá creaban un ambiente hogareño y reconfortante. Las risas y la conversación fluían naturalmente en la habitación, llenándola de una calidez especial.

"Y dime, Remus, ¿te gusta la poesía?" preguntó Armastus, inclinándose hacia adelante, su curiosidad genuina. Me sentí mal por haberle hecho creer que prefería el género bélico o gore, pero no duro mucho porque me acorde que él prohibió el chocolate, al parecer era dañino para el lobo. No me gustaba el chocolate, pero mi bebé no tenía ningún problema en desearlo siempre y si mi bebé no estaba feliz, yo tampoco.

"Sí, bastante," respondí luego de unos largos segundos. "De hecho, me encanta Neruda. Sus poemas tienen una belleza y una profundidad que me tocan el alma. 'Veinte poemas de amor y una canción desesperada' es uno de mis libros favoritos."

Armastus sonrió ampliamente. "Ah, Neruda. Su capacidad para expresar emociones con palabras es verdaderamente única. Recuerdo haber leído sus poemas cuando tenía tu edad. Hay algo en su forma de capturar el amor y el deseo que resuena profundamente."

Por un breve momento silencioso siento como una conexión especial se forma con Armastus Shacklebolt. "Exactamente. Es como si sus palabras pudieran pintar cuadros en tu mente. Cada poema es una obra de arte."

"Y hablando de arte, ¿alguna vez has leído algo de Borges?" me pregunta, sus ojos chispeando con entusiasmo.

Niego con la cabeza. "No, pero he oído hablar mucho de él. ¿Qué me recomendarías para empezar?"

"'Ficciones'," dijo Armastus sin dudar. "Borges tiene una manera única de jugar con la realidad y la ficción. Sus cuentos son laberintos de ideas y conceptos que te hacen reflexionar sobre el tiempo, la identidad y la realidad misma. Es un viaje fascinante."

Tomo nota mentalmente, mi entusiasmo crece cada vez más. "Lo leeré. Gracias por la recomendación, Armastus."

El sonido de una olla destapándose y el aroma a guiso invadió mi habitación, haciendo que ambos se detuvieran por un momento, disfrutando de la deliciosa promesa de la comida.

"Parece que tu madre está preparando algo delicioso," comenta Armastus, ríe suavemente. "Siempre he dicho que la buena comida y los buenos libros son el alimento del alma."

Me es inevitable no reír también, siento una profunda gratitud por la compañía y la conversación. Es muy amable de su parte quedarse más tiempo del necesario junto a mí. "Sí, mi mamá siempre sabe cómo alegrar el día con sus comidas. Y has alegrado mi día con esta charla. Es genial poder hablar de libros con alguien que entiende y comparte mi pasión."

"Es un placer para mí, Remus," responde con sinceridad. "La literatura tiene ese poder de unirnos y abrir nuestras mentes a nuevos mundos. Y es aún mejor cuando podemos compartirlo con otros."

La conversación continua llena de risas y anécdotas, mientras el sol seguía su camino descendente, bañando mi habitación con una luz dorada.


A tan solo cuatro días para la navidad, es cuando Otsana viene a visitarme, pero la persona que aparece a su costado me deja en silencio por unos segundos. Su jovial risa rompe el silencio y por un momento la veo tratar de lanzarse hacia mí, pero una mano de Otsana en su hombro la mantiene en su lugar.

Mi sonrisa se desmorona cuando noto el rostro triste y cansado de Otsana, ella le susurra algo a Ulva que deja de sonreír tras escuchar sus palabras, con una última mirada hacia mí, sale de mi habitación, no sin antes darme un breve abrazo.

Sus labios se acercan a mi oído y me susurra. "No la juzgues." Con una última sonrisa me deja solo con Otsana.

Otsana se queda mirando un largo tiempo el atardecer que se filtra a través de mi ventana, toma asiento en un cómodo sillón de cuero que cruje levemente bajo su peso. Me acomodo en la cama, teniendo como apoyo un montón de almohadas que mi mamá había subido antes de la llegada de ambas licántropas. Pasan unos minutos para que Ulva regrese a mi habitación, en sus manos trae una pequeña caja rectangular que es entregada a Otsana.

Con indecisión la veo levantar la tapa y sacar un pequeño manto amarillo, con solo verlo se que ha sido acariciado en muchas oportunidades, pero la manera que los dedos de Otsana acarician la tela demuestra lo importante que es para ella.

Otsana toma aire, su mirada fija en el manto. "Es difícil para mí hablar de esto," su voz es apenas un susurro. "Pero es la única manera en la que puedas entender. Solo pocas personas tenían conocimiento, solo un grupo. Pero, tu padre me hizo dar cuenta que debo de hablar, para cerrar mis heridas y si quiero que nadie más sufra, debo de contarte mi historia."

Ulva coloca su mano en el hombre de su alfa, con sus ojos llenos de compasión y comprensión la observan y por un breve momento también me mira de la misma manera. "No es necesario que se apresure, Otsana. Esperaremos cuando usted se sienta lista para ser escuchada."

Cierra sus ojos por un momento, buscando las palabras adecuadas, sus manos se aferran con fuerza a la manta que amenaza con disolverse si sigue siendo tomada con tanta brusquedad. "Hace muchos años, cuando era apenas una niña, fui… raptada por un grupo poderoso, gente rica y respetada en la sociedad. Personas que nadie jamás sospecharía de actos tan crueles, actos a los que me sometieron y a los que fui obligada presenciar."

Sentando en mi cama, no podía apartar la vista de Otsana. Mi silencio era una mezcla de miedo, tenía una sospecha de que era a lo que se refería.

"Siempre he vivido con ese peso," continua, su voz temblando con cada palabra. "Ellos… me hicieron cosas que ninguna niña de 10 años debería haber tenido que soportar, fui arrebatada de mi familia, la cual ahora ya no recuerdo ni sus rostros. Y durante mucho tiempo, los culpe. Porque de haber apoyado a estas personas, jamás me hubieran llevado. No sé qué hicieron conmigo los primeros años, solo hubo oscuridad hasta que vi la crueldad que eran capaces de hacer. Recuerdo, como que era conocida como un premio, un derecho que ellos debían de tener por ser mejores que el resto. Por ser los únicos que veían la verdad, pero solo eran unos monstruos que se escondían tras sus apellidos, del poder que tenían solo por ser puros."

Ulva extiende una mano, tocando suavemente el brazo de Otsana que tiembla. "No fue tu culpa, Otsana. Nada de lo que te hicieron fue tu culpa. Nunca tuvimos la culpa."

Otsana asiente con la cabeza, sus lágrimas ruedan por sus mejillas cuando levanta la mirada y me miran. "Hay muchas formas en las que pueden destruir una vida, a nosotras nos tocó de una manera espantosa y traumática. Pero en ese entonces, me sentía atrapada y sola, por muchos años intente acabar con todo el dolor, pero nunca se iban, nunca me dejaron respirar. Nadie vino a mi rescate, no hubo nadie que me ayudara y cuando uno de ellos lo hizo, fue porque sentía culpa. Porque él sabía, que en ese momento era a mí a quien lastimaban, pero que, en un futuro, muy cercano era a sus hijos quienes sufrirían. Al final, fue más culpable que los demás. Mas bestia que Greyback, porque hasta él no entregaría a uno de sus hijos." Cuando dice la última palabra me mira fijamente, mis manos se posan en mi vientre protectoramente y es cuando Otsana desvía la mirada. "Eran hombres con mucho poder, capaces de manipular a cualquiera. Pero su líder, él era diferente. Mas discreto, más cruel y siniestro que cualquiera de sus hombres."

Había permanecido en silencio en todo el relato, finalmente tomo el valor para hablar, mi voz apenas un murmullo. "Nunca escuche a alguien hablar bien de un ser que arruina la vida de los niños. ¿Qué paso para que decidas contarme todo esto?"

"Hablar con tu padre me hizo dar cuenta que estaba permitiendo que mi pasado me consuma y de paso, estaba destruyendo la vida de un inocente. Te mentí, es posible que las personas como nosotros tengamos un bebé. Yo lo tuve, era tan hermoso. Es lo más preciado para mí, pero hay casos, como el de Tala. Algunos cuerpos no son capaces de mantener una vida segura, muchas veces el lobo no lo permite. Fue un milagro, de que a mí me lo permitiera. Había pensado por muchos años que lo que Tom me hizo no tenía reparación, que siempre sería un premio al cual ellos presumían. Fui la primera de muchas, perdí la cuenta casi una década después.

Tengo que respirar hondo para calmar mi corazón, tenía que mantenerme sereno, no podía alterarme o lastimaría a mi bebé. "¿Qué paso con tu bebé? ¿Quién es Tom? ¿Década? No entiendo, no… logro..."

"Se que a los 10 años fui víctima de este grupo, no recuerdo los primeros años. No sé qué hicieron conmigo todo ese tiempo, cuando logré escapar pude saber que estuve 27 años siendo prisionera de Tom. Él… era el líder del grupo, cada cierto tiempo se unían más personas, pero solo eran cuatro quienes importaban o eso creían ellos. En ese entonces, ellos se hacían llamar de diferente a la que tienen ahora. Tú los debes de conocer, después de todo viniste pidiendo que nos uniéramos al bando contrario."

"Tom… las personas que te lastimaron…"

"Caballeros de Walpurgis, era el nombre que utilizaban cuando estuve con ellos."

El aire en mi habitación estaba cargado de emociones, la tristeza, el miedo y el horror creaban un vínculo invisible entre los tres. Afuera, el sonido de los pájaros y el murmullo lejano de la vida cotidiana parecía tan ajeno a nuestro dolor.

Con una mano en mi vientre miro mi regazo sin poder creer las palabras de Otsana, era demasiada información para mí. "Aun no me dices que paso con tu bebé."

"Sospecho que estuve embarazada en esos 27 años, para evitar que hablé sobre lo que ellos hacían o decían en mi presencia, me… eliminaron parte de mi memoria. Cuando logre escapar con la ayuda, de este hombre, pase muchos meses escondiéndome. Hasta que conocí a un hombre lobo, él era tan diferente. Tenía sueños y esperanzas para los de nuestro tipo. Era un ser divino, me enseñó a olvidar y amar. Me aferre a su amor y de ese amor, creamos una luz. Tenía mucho miedo de causarle dolor, pero mi pareja no veía motivos de que eso sea posible. Cuando mi bebé nació, todas mis pesadillas desaparecieron, por un día fingí que podía ser feliz, que podía tener una familia. Mi hijo, mi pequeña luz, era tan puro. No tenía consigo el lobo, su esencia era tan pura. Él no era como nosotros, era diferente y por eso tuve que renunciar a él. Porque no pertenecíamos al mismo mundo."

Siento un nudo formarse en mi garganta. "¿Qué fue lo que hiciste?"

Las lágrimas vuelven a caer silenciosamente por las mejillas de Otsana. "Tuve que renunciar a mi bebé. No podía cuidarlo, no podía ofrecerle lo que necesitaba. Eso lastimo tanto a mi pareja, mi Alfa cambio después de eso y muchos me culparon por eso y tenían razón, Remus Lupin. Cada día me pregunto si tomé la decisión correcta y es cuando la luna llega que me obligo a pensar que era la correcto."

Muevo mi cuerpo para acercarme a Otsana, ella corta la distancia y toma mi mano entre las suyas, puedo sentir que el manto es suave y cálido, el pensamiento de que una vez abrigo el cuerpo de su bebé provoca un dolor en mi corazón. "Otsana, lo siento tanto. Debe haber sido terriblemente difícil para ti."

Otsana solloza, su cuerpo temblando con cada respiración. "Lo es. Cada noche desde hace tres años, sueño con él. Me imagino cómo sería tenerlo en mis brazos, escuchar su risa. De seguro, ya debe de hablar y jamás podre saber cuáles fueron sus primeras palabras o ver como da sus primeros pasos ni poder jugar con él. Pero sabía que no podía darle una vida estable ni segura teniéndolo a mi lado, tengo enemigos. Aunque Tom ya no este, sus seguidores aún están libres. Además, soy una mujer lobo, y no tengo los recursos para cuidar a un niño. Quería que tuviera una oportunidad, una verdadera oportunidad y eso significaba no tenerlo, se lo daría. Porque lo amé desde el primer segundo que supe de supe de su existencia."

Ulva con las lágrimas llenando sus propios ojos, juega con sus dedos. "Fuiste muy valiente para tomar esa decisión. Quisiste lo mejor para él, aunque te rompiera el corazón."

Otsana asintió, apretando mis manos con fuerza. "Es lo más difícil que he hecho en mi vida. Pensar en él cada día, saber que está ahí fuera, pero no conmigo... Me mataría causarte un dolor similar o peor al mío, Remus Lupin."

"No estás solo en esto. Vamos a lograr que tu bebé nazca sano y ayudaremos a mantenerlo seguro. Tienes lo necesario para darle una vida estable a diferencia de Otsana o de Tala, tú tienes familia, amigos y voluntad para luchar." Ulva se levantó de su asiento y me envolvió en un cálido abrazo, sentía como parte de mi dolor se desvanecía. "Y eso fue lo principal para tomar mi decisión."

"¿Cuál decisión?" pregunto, me alejo un poco de sus brazos para mirar a ambas mujeres.

"Una de las razones por las que pude mantener a mi bebé con vida, fue la compañía de mi pareja. Su magia era la misma que tenía nuestro bebé mientras estaba dentro de mí y según Armastus Shacklebolt, tú y tu bebé tienen muchas similitudes en poder mágico, pero no son iguales." Responde Otsana, sus palabras me causan inquietud, pero la cercanía de Ulva es como un salvavidas que me mantiene estable en el mar de pensamientos que mi cabeza quiere sumergirse.

"Mi bebé…" cualquier palabra que hubiera pensado en decir es interrumpida por Otsana, ahora puedo entender porque la mujer me hacía sentir tan confundido. Al ser un alfa y madre, hacia que mi lobo sea sometido y mi parte humana sentía el deseo de aceptar sus palabras sin titubear. Ningún licántropo había logrado hacer que ambas partes de mi estén de acuerdo, tal vez la gran parte se debía a que ahora estaba embarazado.

"Si, tu bebé no tiene el mismo núcleo mágico que tú, significa que es igual al de su otro progenitor y sé que no puede estar cerca de ti. Así que tendrás que mantenerte cerca de alguien que tenga un núcleo similar." Empecé a pensar en los magos y brujas que podrían tener una magia similar al de un Black, pero antes de que pudiera hablar es Ulva quien salta emocionada alejándose un poco de mi cama.

Sus ojos brillan como al inicio, su sonrisa está llena de alegría que Otsana suelta un suspiro cansado. "Esa persona soy yo, tal vez no soy quien deseas que sea. Pero si quieres mantener a salvo a tu bebé y no pasar como lo que te paso hace poco… tendrás que aceptar tenerme aquí."

El amor y la comprensión fluyeron entre ambos cuando nos miramos, creando un espacio seguro donde la presencia de Ulva pasa a segundo plano. Otsana había pasado por tanto dolor y comprendía su miedo a contar su pasado, yo aún tenía miedo en recordar mi infancia.

"Remus," suavemente me llamo Ulva, rompiendo el silencio. "Sabemos que estas en una situación complicada con tu bebé ahora, pero siempre contaras con el apoyo de tu familia y de nosotras. Y quién sabe, quizás algún día las cosas mejoren y puedas reunirte con esa persona. Yo no sé mucho sobre relaciones, pero puedo ver lo mucho que amas a esa persona."

Laura asintió, aferrándose a esa esperanza como a un salvavidas. "Yo lo amo, pero él no me ama, no sé si lo hizo alguna vez y lo único que me mantiene adelante es mi bebé, Ulva. Es mi pequeña estrella y aunque Sirius no lo quiera, yo amare a mi bebé por los dos. Le prometí darle todo de mí y eso hare, mi bebé es lo único que me va importar desde ahora, también es lo que mis padres desean."

Otsana me sonríe a través de sus lágrimas. "Entonces aférrate a tu estrella, Remus Lupin. Porque mientras te mantengas unido a tu bebé, significa que habrá un futuro esperanzador para ti."

La conversación se desvaneció en un silencio lleno de entendimiento. En mi habitación, donde las últimas semanas habría sufrido diferentes cambios y escuchado diferentes conversaciones, tres personas que sufrimos una vez al mes una transformación, encontramos fuerza en un dolor compartido, prometiendo mutuamente apoyo y amor incondicional. Y el camino cada vez se hacía menos difícil, sabía que en otras circunstancias no hubiera podida enfrentar cualquier nada de lo ocurrido, me hubiera rendido y estuve a punto de hacerlo. Pero, aun siendo tan pequeño, con solo pocos días de su existencia, mi bebé me había dado la fuerza necesaria para continuar y mis padres fueron los principales en no permitir dejarme vencer.


Enero 1982

Había convivido con Ulva un par de días, cuando estuve con la manada y toda esa experiencia era totalmente lo contrario a tenerla en casa de mis padres.

Sabía que Ulva era una jovencita muy inteligente y algo caprichosa, la presencia de mis padres lograron convertirla en alguien reservada, con finos modales que me hacían tener dolorosos recuerdos y lo más sorprendente era que adoraba la música, en especial si ella era quien la producía.

La casa estaba envuelta en una serenidad melancólica, era poco habitual que el silencio perdure por tanto tiempo, todos nos habíamos dado cuenta que en esos días era cuando Ulva sufría de alguna pesadilla, una vez le pregunte a mi mamá si la escucha llorar o gritar cuando las sufría, pero mamá me respondió que Ulva era de las personas que sufrían en silencio y ese era su más grande temor, no ser escuchada.

Afuera, el cielo gris y el murmullo del riachuelo aportaban un aire de nostalgia. Adornos navideños aún colgaban aquí y allá, y un árbol de Navidad con luces titilantes permanecía en una esquina del salón, recordando los momentos de alegría que ahora se sentían lejanos. Había escuchado a mi padre decir que los guardaría pronto, lo cual aún no sucedía y la palabra pronto al parecer siempre tenía otro significado para él, aunque a nadie lo insto hacerlo.

Había sido breve el momento donde pude bajar y compartir un rato en familia antes de que tuviera que regresar a mi cama. La presencia de Ulva no solo ayudo a que mi mamá tuviera con quien conversar, también provoco que el riesgo de perder a mi bebé sea menor. La magia de Ulva era fuerte, vibrante y sobre todo me producía calma.

Podía imaginar a Ulva sostener el violín que mi padre le había entregado, al parecer la joven bruja encontraba consuelo al tocarlo, especialmente cuando sufría de pesadillas, nunca pregunte de que eran. Pero mi mamá debió de hacerlo, por la manera en que su relación entre ambas cambio un día.

Cierro los ojos en el momento que escucho como una nota parece vibrar con una mezcla de tristeza y esperanza, como si Ulva una vez más estuviera vertiendo su alma en la música.

Sentado en el sillón de siempre, Armastus Shacklebolt observa con una mirada llena de admiración y melancolía el pasadizo. Sus ojos, normalmente brillantes, reflejaban la luz que proviene de mi nueva lampara, y sus pensamientos parecían vagar en el tiempo. Era el único que aún no tenía una conexión con Ulva, la primera vez que se vieron fue tensa y desde entonces ambos evitan estar en la misma habitación.

"Fue absolutamente maravilloso. ¿No lo crees, Armastus? Ulva tiene un talento increíble."

Él me sonríe, aunque sus ojos reflejaban una tristeza profunda. "La música siempre es maravillosa. Especialmente si es amada como la joven lo hace."

Asiento con la cabeza, mi expresión comprensiva flaquea un momento cuando intento acomodarme y siento un poco de frio, desde que empezó el año mi calor corporal bajo varios niveles y ahora sobrevivió a base de hechizos de calor. "La música tiene el poder de unirnos, de sanar nuestras almas. ¿Tiene alguna preferencia musical?"

Armastus se acerca para envolver mi cuerpo bajo el cobertor mágico, cuando lo vi supe que debía de costar una fortuna. "El violonchelo, es el único que mis padres permitieron que tocara y cada vez que lo tocaba, lo odiaba, después le tuve un gran aprecio. Lastimosamente, mi hijo solo toca la flauta, según él, es más fácil y sencilla de traer consigo. Te confieso que en el pasado era tu padre quien se la pasaba horas y horas con el violín, me tenía cansado con la misma melodía, por eso creo que Hope le escondió su violín."

En ese momento, mi padre aparece en la puerta de mi habitación, sus ojos nos miran con sospecha cuando detenemos nuestras risas. "¿Qué están haciendo ustedes dos?" pregunta, con una sonrisa cansada pero genuina cuando se acerca hacia mí, deposita un pequeño beso en mi frente antes de darle un golpe en la cabeza al señor Shacklebolt con uno de mis libros que deje a un lado de mi lampara.

"Hemos estado disfrutando de la música de Ulva," le respondo, ambos señores se miran con diversión y molestia, aunque solo es mi padre quien está molesto. "Tiene un talento increíble, y su música es un regalo para todos nosotros."

Armastus se pone de pie y camina lentamente hacia mi padre, colocando una mano en su hombro. "Siempre he sabido, Remus, que los Lupin pueden ser excelentes bromistas, ¿Cierto, Lyall?"

Mi padre bajó la mirada donde está la mano de Armastus tocándolo, su voz tiembla ligeramente al contener su enojo. "Espero que no le estes contando nada sobre mí a mi hijo, Shacklebolt. Porque si mi hijo, quisiera saber sobre mí. Me lo preguntaría y así no escucharía tus mentiras." El señor Shacklebolt deja de tocarlo y la atención de mi padre se vuelve hacia mí, sus ojos llenos de preocupación y cariño. "¿Cómo te sientes hoy, Remus?"

Con cansancio suspiro, acaricio mi vientre con una mano bajo el cobertor, ambos hombres siguen el movimiento que apenas es visible. "Estoy bien, solo un poco cansado y con frio. Me encuentro en la etapa donde mi bebé quiere sentirse seguro y tener mucho calor. Otsana me dijo, que las ansias de comer y el deseo de moverme llegarían a su fin cuando mi bebé este por terminar la segunda etapa."

El señor Shacklebolt entra en su papel de cuidado y me mira con seriedad, aunque sus ojos siguen brillando de ternura cuando ve mi vientre o el lugar donde el cree que estará bajo el cobertor. "La segunda etapa era la más peligrosa, ahora solo te queda una y veras a tu bebé. Ya falta poco, Remus."

Miro a los dos hombres con gratitud. "Estoy muy agradecido de tenerlo a mi lado, al igual que a mis padres y Otsana junto a Ulva. No hubiera podido lograrlo sin el apoyo de ustedes."

Armastus asiente, sus ojos llenos de lágrimas, padre solo finge no tenerlo a su lado. "Lo difícil ya paso, Remus. Ahora solo queda mantenerte caliente y esperar a que mi nieto esté listo para conocer a alguien maravilloso."

"¿A mí?" pregunta Armastus, me mira sonriente y sus ojos brillan emocionados ignorando a mi padre que le vuelve a dar un golpe en la cabeza con otro libro más grueso.

Ambos empiezan a tener una discusión, mientras más sonríe Armastus Shacklebolt más se enojaba mi padre. Es el sonido de la risa de mi mamá que hace a mi padre quedarse callado, Armastus se gira para ver el origen de la risa y por un corto momento soy consciente de como su cuerpo se tensa y el brillo desaparece de sus ojos, lo contrario ocurre con mi padre que avanza hasta mi mamá, y le susurra al oído algo que los hace reír.

Puedo ver el momento donde la tristeza inunda al señor Shacklebolt mientras observa la interacción de mis padres, había tenido la sospecha de los verdaderos sentimientos que tenía hacia mi padre, pero presenciar el momento en donde Armastus Shacklebolt seguía cada movimiento de Lyall Lupin con una devoción contenida, su rostro poseía una mezcla de añoranza y dolor.

En un momento la risa de mi padre es clara, reflejando la pura felicidad de tener a mi mamá entre sus brazos, ambos ríen ajenos a todo, ella lo mira con la misma adoración que el señor Shacklebolt. Intente que mis ojos capturen la felicidad de mis padres, pero la expresión en el rostro de Armastus me preocupaba.

Podía ver como cada segundo Armastus trata de mantener una apariencia serena, pero sus ojos traicionaban sus verdaderos sentimientos, cada risa era como un puñal, un recordatorio de quien era la persona que, hacia reír a mi padre, algo que en todo este tiempo no había logrado causar Armastus. Sus manos se convierten en puños, luchando contra las lágrimas que amenazaban brotar si seguía viendo a mis padres.

Desde la cama siento una punzada de compasión por Armastus Shacklebolt, en el pasado yo había estado como él. Nunca había visto al hombre de esa manera. Armastus siempre había sido el amigo alegre de su padre, el hombre que hizo posible llevar un embarazo más seguro, el que logro convencer a Otsana de ayudarme. Pero ahora, viendo la tristeza y la soledad en su rostro, comprendí que había mucho más bajo la superficie y no sabía qué hacer con eso.

Mi mamá, sin percatarse de la silenciosa tragedia que se desarrollaba a unos metros de ella, me mira con tanto amor que me es imposible no regresarlo con una sonrisa, tocando la mano de mi padre ambos se acercan y acomoda mi cabello de la frente. Veo al señor Shacklebolt apartar la mirada cuando mamá besa el mismo lugar que mi padre, el dolor de su mirada es tan intensa que desvió la mirada hacia mis padres.

Mientras mamá seguí arreglando mi cabello miro hacia Armastus que nos daba la espalda. "Acaba de responder, vendrá en un rato y Ulva está esperando en la sala para que se puedan ir." Su voz es suave, sin ser consciente del dolor que siente Armastus.

Armastus se vuelve hacia mi mamá y solo mirándola a ella. "Está bien, ahora bajo." Lo veo intentar sonreír, pero la tristeza en sus ojos era inconfundible, giro la cabeza para ver si mi padre es consciente de la apariencia de su amigo, pero sus ojos solo me miran. Aún tienen un brillo de alegría, sus ojos ámbar empiezan a calmarse cuanto más miran los míos.

Mi padre sin ver el rostro de Armastus, le dice con una voz suave y ligera: "Gracias, Armastus. Significa mucho para mi familia lo que estás haciendo." Escucho como Armastus abandona mi habitación, pero mi padre aún me mira fijamente, intentando saber el porqué de la tristeza de mis ojos. "Hope me dijo que querías saber que había pasado con el hijo de la querida Lily, Harry."

"Si, ¿Lograste averiguar algo?" pregunto, por un momento intento sentarme, pero las manos de mis padres son más veloces y me detienen, con un suave empujón me devuelven al colchón.

"Calma, hijo. No sé dónde está, pero hay una persona que si lo sabe o al menos tiene algo que decirte al respecto." Responde mi padre, algo en sus palabras me indican que sus siguientes palabras no serán agradables. "Lastimosamente, esta persona es peligrosa en tu estado. Así que tendrás que fingir que tu cansancio es producto de la luna que será en dos días y deberás hacer que la conversación sea lo más corta posible."

Asiento con un nudo en la garganta. "¿Quién es?"

Mi mamá acaricia la mano de mi padre ofrecido un consuelo silencioso. "Ojo-loco, es el único que te puede decir que sucedió con el pequeño aquel día y tal vez puedas descubrir donde lo esconden."

"¿Esconden? ¿Están escondiendo a Harry? ¿Quién?"

"La única persona que puede hacer lo que quiera sin que nadie le diga no."

Dumbledore.


Decir que la conversación con Moody salió mal, minimizaría la situación. Alastor había querido hablar conmigo desde noviembre, al parecer habían pensado que aún seguía reclutando aliados y que no era consciente que la guerra había acabado. Hubiera pasado eso, si no fuera por Mary, la única que de verdad me busco a diferencia de los miembros sobrevivientes de la Orden.

No fue un buen inicio de conversación, menos cuando intento usar su varita para crear una barrera de silencio entre ambos, dejando a mi padre fuera. Quien había insistido de mantenerse cerca, por seguridad. Le había mentido a Alastor diciendo que era algo que se quedó con él, desde su trabajo en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas. Por un momento el jefe de aurores trato de negarse, pero la postura de mi padre no era amigable, además de que el rumor de que mi padre fue el mejor en su antiguo trabajo debió ser cierto cuando Alastor lo miro con una desaprobación silenciosa. Al primer intento de lanzar el hechizo fallo, al segundo su varita se le cayó y cuando trato de hacerlo una tercera vez, el sofá donde estaba sentado se derritió.

Desde las cosas empeoraron, al parecer mi padre ya había desactivado los hechizos de la casa antes de que Alastor viniera y yo no podía realizar magia por las pociones, así que fue muy sencillo adivinar quien era el que causaba tantos estragos mágicos.

Me asuste y mucho al descubrir que mi bebé tomo la decisión de querer presentar su magia ahora, podía haberlo hecho en la mañana o más temprano, pero no. A mi bebé le gustaba ser el centro de atención, como cierta persona que empecé a odiar cuando pequeñas esferas brillantes aparecieron por toda la sala.

"Es un experimento, en mis ratos libres me gusta crear cosas brillantes." Respondió mi padre, en el momento que las esferas fueron reemplazadas por luces centellantes.

El brillo empezó a ser molesto para la vista, pero como mi bebé no las podía ver, no lo molestaban a él a diferencia del resto.

"A cierta edad la mentalidad de un mago peligra." Comento Alastor, sus ojos veían con sospecha a mi padre. Solo atine a darle una sonrisa ladeaba y con disimulo acaricie mi vientre oculto por un jersey enorme que mi padre hechizo para que creciera de tamaño.

Cuando mi mano toco mi vientre todo volvió a la normalidad, Alastor refunfuño con disgusto cuando una luz se quedó cerca de su cara y demoro en desaparecer. Mi padre me dio una mirada divertida, para él era sumamente maravilloso ver que su nieto tenía gran capacidad mágica siendo tan pequeño.

Aun estando tan lejos has contagiado a mi bebé de tu imprudencia y de siempre querer mi atención.

"¿Qué sabes de Harry?" decido acabar la conversación pronto antes de que mi bebé decida hacer algo más.

Alastor me mira con ambos ojos, procuro que no se note la forma en que me incomoda y por dentro le pido a mi bebé que este tranquilo. Pero, ¿Cuándo un Black me hizo caso?

"La noche cuando Black ayudo a el-que-no-debe-ser-nombrado a matar a los Potter y luego atreverse a ver lo que su Amo había hecho con ellos, mato sin piedad a Pettigrew y a los"

"Eso ya lo sabe, salió en el Profeta y se repitió la noticia por semanas." Lo interrumpe mi padre, le agradezco con la mirada. Trato de fingir que las palabras de Alastor no me causaron ningún sentimiento, bebo de mi té que mi madre anticipadamente añadió unas gotas de la poción calmante de Armastus.

"Se breve, Alastor. Como bien debes de saber, la luna está cerca y me causa malestar estar aquí cuando podría estar durmiendo." Mi voz sale más fría de lo que tenía pensado, pero le restó importancia. "¿Qué paso con Harry?"

"Esa noche, Albus mando a Hagrid con la misión de recuperar a Potter." Su expresión se endurece al sentir mi enojo.

"¿Y? ¿Qué más paso?" le pregunto con impaciencia luego de que se quedara callado.

"Eso es todo, Hagrid se lo llevo y Albus le coloco en un sitio seguro." La forma despreocupada y desinteresada de su voz empieza a ser molesta y si yo me molesto, mi bebé también.

Mi padre debe de notar el cambio brusco de mis emociones, lo veo caminar con lentitud hacia la cocina. Mamá debe de estar ahí y mi padre va a protegerla de un posible estallido mágico.

"Un sitio seguro. ¿Dónde está ese sitio?" soy bueno manteniendo la calma, siempre fui una persona calmada, "Soy el único amigo de James y Lily, es a mi lado donde debería estar Harry y no otro hogar mágico." Cuando Alastor hace una mueca con la boca, algo se enciende en mí, una alarma empieza a sonar dentro de mi cabeza, pero la ignoro olímpicamente. "Harry James Potter, está bajo el cuidado de una familia mágica. ¿Cierto?"

Cuento hasta cinco, luego hasta diez y cuando eso no funciona me pongo de pie y empiezo a caminar. Mi respiración se acelera con cada minuto que Alastor no responde.

"Albus dijo que era peligroso, así que nos pidió que mantuviéramos la distancia y le dejáramos tener una vida tranquila y segura con su familia." Alastor evita mis ojos en todo momento.

"¿Familia? ¿Qué familia? ¡James era hijo único! No queda ningún Potter y los padres de Lily murieron un año antes de que ella se embarace. Harry no tiene familia." Tengo que cruzar mis manos sobre mi pecho, para no lanzarme sobre Alastor. Me lanza una mirada endurecida, jamás fui de tu completo agrado, aunque nunca me trato mal a diferencia de Sirius, jamás lo vio más allá de su apellido.

"Lily Potter, ella aún tenía familia."

Fruncí el ceño, tratando de descifrar el significado de las palabras de Alastor. "¿Qué familiar, Alastor?" No, ella no. ¿Petunia? ¿La hermana de Lily?"

Alastor se toma su tiempo para asentir, su cuerpo se pone en alerta al sentir como el aire empieza a cargarse con magia, con furia. "Sí, creo que ese era el nombre."

Por impulso golpeó con mi puño la pared más cercana, con el rostro contorsionado por la rabia vuelvo a mirar al viejo auror. "¡Petunia es una mujer frívola y cruel! Siempre envidió a Lily. No puede estar a cargo de Harry. No es seguro para él."

Alastor mantuvo la calma, como si no le importara el hecho de que Harry sufra. "Albus decidió que era la mejor opción y no vamos a contradecir sus decisiones con el niño. Su tía es la única familia que Potter tiene ahora, al menos que consideres que eres apto para cuidar a un niño, teniendo una condición peligrosa."

Inclinó mi cuerpo hacia adelante, con los ojos llenos de una ira impotente. "Alastor, tienes que darme la dirección. No dejare que Harry esté con ella. ¿Sabes lo que le podría hacer?"

El maldito viejo niega con la cabeza, su decisión es firme. "No puedo, Lupin. No sé dónde viven y si lo supiera, no te lo diría. Albus dijo que nadie debe de buscar a Potter. Mantener la máxima distancia posible. Sería una decisión inteligente que cumplas con su orden. No empeores tu situación con la Orden."

"¡Me importa una mierda lo que la Orden piense! Harry es el hijo de mis mejores amigos y Petunia… esa mujer no es capaz de cuidar ni a su propio hijo. ¡Tienen que sacarlo de allí!"

Alastor también se pone de pie, manteniendo su voz firme pero baja. "Lupin, tu preocupación es innecesaria. Pero en caso de que actúes impulsivamente. La Orden actuara de contra ti, mantén tu confía en Albus y no muestres señales de traición como tu novio. Porque de igual manera serás juzgado, siempre me agradaste mas que el resto de tu grupo y solo por eso no te llevo al Ministerio por indicios de traición."

Tengo que apretar mis dientes, mi respiración es pesada. "No voy a quedarme de brazos cruzados, Alastor. No mientras sé que Harry está en peligro junto a esa mujer."

"Confía en mí, Lupin. Albus hizo todo lo posible para proteger a Potter. Pero si lo buscas y encuentras lo pondrás en peligro, aun no atrapamos a todos esos asquerosos Mortífagos y el anonimato es lo que mantiene con vida al niño." La furia y la impotencia luchan en mí. "Eras de sus padres, Lupin. No hagas nada que ponga en peligro al hijo que ellos murieron protegiendo."

Me quedó en silencio por un momento, mis ojos arden con una mezcla de emociones. Finalmente, Alastor se da la vuelta y sale por la puerta que se cierra con un golpe sordo detrás de él.

Me quedo de pie, sintiendo la tensión aun palpando en el aire. Sabía que Alastor tenía razón en que si buscaba a Harry también estaría guiando al enemigo, pero también sabía que no hacer nada era cruel, había jurado cuidar a Harry y la realidad era cruel. Con un suspiro pesado, me siento de nuevo y miró su té frío, sintiendo el peso de mi decisión sobre mis hombros.

Mis manos tiemblan mientras las coloco sobre mi vientre ahora redondeado, intento respirar profundamente para calmarme. Sentía una presión familiar y temida en mi abdomen, una señal de que mi cuerpo estaba reaccionando al estrés de una manera que no podía permitirse. Mi embarazo aun era riesgoso, y la sombra de otra posible amenaza de aborto pendía sobre mi como una espada de Damocles.

En algunos segundos mi padre sale de la cocina con una expresión de alarma en su rostro. Había escuchado parte de la conversación y comprendía lo que yo estaba sintiendo. "Remus, hijo, ven aquí. Necesitas calmarte," dijo con voz suave pero firme, sus brazos me transmiten la calidez que tanto me hace falta.

Levanto la mirada, mis ojos brillan con lágrimas no derramadas. "Padre, no puedo dejar a Harry en ese lugar. No puedo soportar la idea de que esté con Petunia. Pero, Alastor tiene razón, él está más seguro allí, además no tengo nada que ofrecerle, apenas puedo con mi bebé, pero, es como si estuviera decidiendo a cuál de los dos salvar."

Mi padre pone una mano reconfortante en mi hombro, su expresión está llena de preocupación. "Lo sé, Remus, pero necesitas cuidar de ti mismo y de tu bebé. Ya habíamos hablado sobre eso. Vamos, vamos a tu habitación. Necesitas descansar."

Permito que mi padre guie el camino, mis pasos son lentos y medidos. Cada paso parecía pesar toneladas, mi mente estaba dividida entre mi propia salud y la de Harry. Cuando llegamos a mi habitación, padre me ayuda a sentarme en la cama, arreglando las almohadas para que estuviera cómodo. Cada semana mi vientre crecía más, aunque aún no poseía el peso saludable que mi mamá y Otsana habían dicho que debía tener.

"Respira hondo, Remus. Todo va a estar bien," me dice mi padre, se sienta a mi lado y tomando la mano que no estaba sobre mi vientre. "Estaré haciendo lo posible para poder sacar a Harry de las garras de esa mujer horrible, pero ahora lo más importante es que tú estés bien."

Intento hacer lo que mi padre decía, pero mis pensamientos seguían girando en torno a la situación desesperada del niño de Lily. "Padre, no puedo dejar de pensar en él. Lily y James no están aquí para protegerlo, y Petunia… ella siempre fue tan cruel con Lily. No puedo confiar en ella."

Mi padre asiente, entendiendo perfectamente mi angustia. "Lo sé, Remus. Lily nos presento a su hermana y jamás olvidare a una mujer con tan horrible de alma. Pero tienes que tener fe en que encontrare una solución, actuar precipitadamente no ayudará a nadie. Necesitamos un plan y de eso me encargare yo."

Cierro los ojos intentando contener las lágrimas. "Papá, tengo tanto miedo. Miedo por Harry, y miedo por mi bebé. No quiero pasar por otra… Estoy cansado de siempre sufrir, quiero ser feliz, poder amar sin temor a que me lo arrebaten, no voy a poder con otra decepción en mi vida."

Lyall me da un suave apretón con su mano. "Tienes que concentrarte en mantenerte tranquilo, por ti y por el bebé. Confía en que encontrare una manera de ayudar a Harry, de la misma manera en que lo hice contigo. No estás solo en esto, nunca más estarás solo, hijo."

Abro mis ojos, mirando a mi padre con una mezcla de desesperación y gratitud. "Gracias, papá. Intentaré calmarme, pero, poner toda mi confianza en alguien es tan difícil, ya tuve muchas decepciones al hacerlo."

Mi padre me sonríe con ternura, acariciando mi cabello. "Lo sé, mi Remus. Lo sé. Pero eres fuerte, más de lo que crees y con actos demostrare que soy merecedor de tu confianza, no te voy a defraudar, no de nuevo. Ahora descansa un poco. Voy a quedarme aquí contigo hasta que te duermas, no me iré de tu lado."

Asiento con la cabeza mientras me recuesto sobre las almohadas, mi padre permanece a mi lado, su presencia es tranquilizadora en medio del caos emocional. Poco a poco, mi respiración se fue calmando, y puedo sentir el ritmo constante de la magia de mi bebé como una medida de paz.

Mientras la lluvia seguía cayendo afuera, dentro de mi casa se instauraba una calma frágil. Sabía que la batalla por Harry aún no había terminado, pero en ese momento, me permito descansar y confiar en que, mi padre encontraría una solución.