—Entonces ¡Has venido aquí buscando fuerza!
—¡Sí!
—¡Quieres el poder del aguijón!
—¡Si!
—¡Buscas las enseñanzas del maestro de aguijones Mato!
—¡Siiiiiiii!
—Gesoooooooooooooooo —El maestro dio un grito tal que el dojo de entrenamiento tembló y cayó polvo— ¡Ven pupilo mío! ¡Recibe este aguijón!
La polilla blanca extendió los brazos listo para recibir el arma prometida, Mato con toda solemnidad sacó un aguijón pequeño y se lo pasó al insecto, pero resultó ser demasiado pesado para él y murió... Bueno, en realidad no.
—Ayudaaaaaaa —Chilló la polilla medio ahogada por el peso.
—Oh no...
Le había dado el aguijón más pequeño que tenía pero incluso este resultó ser demasiado pesado para él. Rápidamente se dispuso a ayudar al bicho, levantó el aguijón con una mano con la misma facilidad que se levanta una cuchara y Bocadillo pudo finalmente respirar tranquilo. Mato lo miró apenado, y dijo.
—Lo siento... Creo que un aguijón no es el arma apropiada para ti, pero quizás puedas probar con alguna otra cosa, quizás encuentres un maestro arquero, o el maestro de las lanzas.
—No... Yo... Puedo hacerlo —Jadeó el insecto.
Por experiencia Mato sabía que los tontos debían darse cuenta de sus límites por sí mismos, así que le pasó de nuevo el aguijón, pero esta vez lo dejó en el suelo junto a él para no aplastarlo, que Bocadillo se las arreglara como pudiera para levantarlo, si es que podía.
Nuevamente la polilla hizo el intento de levantar el arma, y consiguió elevar un extremo, pero estaba lejos de poder blandirlo con facilidad, más bien era un peso muerto que tenía que cargar y que no le presentaba ninguna utilidad.
—¡Ah! ¡Aquí estás! —Chilló una voz femenina.
Scarlet entró al dojo y miró con molestia a su hermano adoptivo, ahí estaba otra vez haciendo el payaso tratando de lograr cosas imposibles para él.
—Ya deja de perder el tiempo y vámonos.
La hembra al igual que Mato agarró el aguijón sin esfuerzo y lo arrojó a un lado, acto seguido tomó a la pelusa blanca entre sus brazos y procedió a retirarse. Su fuerza dejó impresionado a Mato quien no dudó en gritar antes de que se fuerza.
—Niña ¿No te interesaría aprender el arte del aguijón?
—No gracias, ya tengo estas —Le mostró sus terribles garras y con eso se retiró.
Una vez fuera puso a Bocadillo en el piso, él estaba enfadado, de brazos cruzados y no se dignaba ni a hablarle ni a mirarlo. Scarlet suspiró con una curiosa mezcla de frustración y diversión.
—Vamos Bocadillo, tú sabes que no puedes hacer esas cosas, además ¿Para qué quieres aprender a blandir un aguijón? Ya tienes tu magia.
—Mi patética magia de ataque ¡No es justo! Tú eres mucho mejor que yo atacando con magia y eso que aprendiste mucho después que yo porque te enseñé, y tú no lo necesitabas, ya tenías tus garras para defenderte, en cambio ¿Qué tengo yo?
Y antes de que Scarlet pudiera replicar Bocadilló habló de nuevo mirando hacia la nada como si ahí hubiera alguien.
—No es gracioso niño. Ahhh... Nadie me entiende...
—Ah... Bocadillo ¿Estás hablando con un fantasma?
—¿Eh? Ah sí, se me olvida que tú no puedes verlos con tanta facilidad. Es... Un niño que recogí hace poco, no ha logrado cruzar hacia el otro lado.
—Oh, que pena ¿Tiene algo pendiente aquí?
—No, es solo que hay una... Especie de influencia maligna que lo espanta e impide que se vaya...
—Rey Pesadilla...
—Sí.
Ambos quedaron en silencio unos momentos, hasta que Scarlet reaccionó de la nada.
—¡Bocadillo! Venía a buscarte porque papá logró ver donde está el aguijón.
—¡Maravilloso! ¡Vamos!
Ambos caminaron las calles de Bocasucia, un pueblo tranquilo con una pequeña población creciente. Desde que llegaron les llamó mucho la atención la gran cantidad de casas vacías que había, la mayoría de los habitantes eran ancianos que buscaban un lugar tranquilo donde descansar y apenas un par de familias con hijos. Eso les hizo llevarse una mala impresión del lugar, habían escuchado que Hallownest era un reino próspero con una gran población, pero no habían encontrado nada de eso y aquello era nefasto para el circo, si bien habían ido allí por un asunto en concreto, también necesitaban ganar dinero para mantenerse. Afortunadamente los habitantes del lugar les explicaron que la mayor parte del reino y lo más impresionante se encontraba bajo tierra, así que tendrían que considerar ir allí a hacer publicidad, ya que la tienda por razones obvias estaba instalada en la superficie.
Ambos caminaban con rapidez a través de las calles, pero la murciélago enlentenció su avance cuando llegaron a cierta zona donde se escuchaba el sonido de un acordeón.
—¿Qué pasa Scarlet? —Preguntó Bocadillo curioso.
—Ese músico...
—Toca muy bien ¿Pretende reclutarlo?
—¿Eh? No, no lo había pensado aunque no sería mala idea, pero no es eso... Es que... Se me hace familiar, casi siento como si lo conociera de antes, es como una memoria distante, muy feliz y a la vez dolorosa... —Se llevó las manos al pecho— ¿Por qué me siento así?
—¿Quieres ir a hablar con él?
—No, no, ahora no... Por alguna razón no me siento lista, volvamos a la compañía, papá nos espera.
Bocadillo se quedó unos momentos más para contemplar al músico, también se le hacía familiar, o más bien sabía exactamente quien era, pero no veía sentido en decir la verdad, ni ella, ni él, ni nadie podía recordar nada, solo suspiró y voló tras su compañera.
Luego de algunos minutos llegaron a la compañía y se dirigieron directamente al compartimento del maestro, aún no instalaban la carpa, así que todos dormían en los vagones de momento.
—Bienvenidos sean ¿Qué tal el reconocimiento de terreno?
—Hola papi —saludó la murciélago— El pueblo parece grande pero está vacío, hay pocas familias viviendo allí, es más un lugar de vacaciones para los bichos que viven bajo tierra, tendremos que hacer un esfuerzo extra en publicidad, pero dicen que los bichos de allá tienen mucho dinero, así que valdrá la pena el esfuerzo.
—Me parece perfecto.
—¿Y qué tal te fue? ¿Lograste conectar con el artefacto?
—Se refiere a si logró usar su visión para encontrar lo que buscamos —Bocadillo otra vez hablaba con el fantasma que nadie más que él podía ver.
—¿Visión? ¿Tiene poderes? —Preguntó Coco interesado.
—Es magia.
—Pero tú también tienes magia ¿Por qué necesitabas que él buscara lo que sea que buscan?
—Pues... Mira, la magia se divide en distintas ramas, y es inevitable que las personas que la estudian sean mejores en algunas cosas que en otras, yo por ejemplo tengo talento para meterme en los sueños de las personas y leer sus mentes, puedo hacer otros tipos de magia pero no soy tan bueno en eso, Scarlet destaca en la magia de ataque, y la fortaleza del maestro es la premonición y el poder ubicar cosas y gente.
—¡Ah! Entonces yo tenía ese tipo de magia —Coco brincó entusiasmado— Si hasta pude ver cuando me iba a morir, fue genial.
—Eres perturbador...
—Bocadillo —Llamó Grimm. —¿Escuchaste lo que dije?
—Ah no, disculpe.
—Dije que logré ubicar el aguijón onírico, según mis visiones se encuentra en un imponente palacio blanco, en la planta superior, en el segundo dormitorio desde la ventana en el tercer pasillo. Yace oculto bajo una cama ubicado entre unas esposas y una caja con revistas para adultos.
—¿Qué?
—Bocadillo ¿Qué son las revistas para adultos? —Preguntó Coco.
—¡No necesitas saberlo!
—¿Qué cosa no necesito saber? —Preguntó Grimm.
—No hablaba con usted.
—Que maleducado, ignorando a tu superior —lo reprochó Coco.
—¿Y de quien es la culpa?
—¿Culpa de qué? —Preguntó Grimm.
—Maestro, estoy hablando con un fantasma, no me tome en serio.
—A veces en serio me gustaría ver todo aquello que tu presencias.
—Entonces... —Ahora Scarlet tomó la palabra.—Tenemos que ir al Palacio Blanco.
—¿Sabes donde está? —Preguntó Bocadillo.
—No, no lo sé pero si preguntamos...
—No hablaba contigo Scarlet, el fantasmita dice que sabe donde está el Palacio Blanco, incluso dice que lo conoce por dentro.
—¡Waaaaa! Genial, entonces se nos hará mucho más fácil encontrar lo que buscamos.
...
Edwyn despertó sumamente adolorido y con mucha hambre, hacía tiempo que no se sentía así de mal. Se estiró perezosamente e hizo memoria de lo que había pasado, recordó que Rosa lo había llevado al exterior a cazar, por supuesto aprovechó un descuido de la niña para escapar bajo tierra, pero por alguna razón no pudo alejarse, de alguna forma se sentía... ¿Culpable? no sabía como explicarlo pero quería de alguna manera darle las gracias.
Se entretuvo un rato en sus pensamientos cuando una perturbación en la superficie lo hizo asomar la cabeza, fue entonces que vio a Rosa siendo atacada por el fungiguerrero. No lo pensó dos veces y acudió en su ayuda. Por supuesto alguien como él no era rival para un fungiguerrero, por algo terminó inconsciente.
Pero ahora por lo que veía volvía a la protección de la habitación de Orquídea, estaba descansando sobre una alflombrilla, cubierto con una manta y delante de él había un festin.
—Patatita despertaste —dijo Orquídea en tono cariñoso.
—¿Qué pasó? ¿Y esto? —Señaló la comida.
—Es tu recompensa. Te lo has ganado, me cuidaste anoche durante mi fiebre y además salvaste a Rosa, eres un pequeño héroe. —Le acarició la cabeza con cariño y Edwyn se quedó mirándola impresionado— ¿Qué ocurre?
—Esto... No me lo esperaba... Yo... Um... No importa —Se dispuso a comer.
Cada bocado era dulce y amargo a la vez, por un lado la comida estaba sabrosa, se notaba el cariño al prepararla, Orquídea era una mantis maravillosa, sin quererlo se estaba encariñando con ella y eso dolía, era como la madre que siempre quiso tener, pero debía abandonarla, su familia verdadera lo esperaba, toda su vida, sus expectativas, sus sueños estaban en corazón de Hallownest. En Páramos fúngicos solo estaba destinado a ser un ser de baja categoría, sin derechos y con el constante temor a ser devorado.
Amaba a esta mantis, pero odiaba su sociedad y sus sistema, ahora tenía el genuino deseo de ayudarla a cambiar las cosas, quería volver a verla alguna vez, a ella y a Rosa... Y quizás un poco a Clavel, era algo antipático pero no le caía mal del todo. Incluso pasó por su cabeza la idea de tomar el exámen para adquirir el derecho a pisar páramos fúngicos ¿Tendría alguna posibilidad de derrotar a una mantis débil? Al menos así podría visitarlos de vez en cuando.
Trató de recordar algunas novelas que había leído, en particular aquellas en las que el protagonista era un bicho débil que derrotaba a titanes y dioses solo con su ingenio. Se jactaba de su inteligencia superior que era capaz de solucionar cualquier dilema, este era el momento de hacer uso de ella, demostrar todo su valor como genio creativo... Pero quizás necesitara algo de ayuda para lograr. Finalmente el orgulloso gusano se rebajaría a pedir ayuda de un ser menos inteligente que él...
Este último pensamiento lo hizo reír, despreciaba a las mantis pero quizás él no era tan diferente de ellas después de todo, quizás nadie lo era, en mayor o menor medida todos subestiman a alguien.
—¿De qué te ríes Patatita?
—No es nada, solo... Me preguntaba si alguien como yo podría derrotar a una mantis ¿Qué puntos débiles tienen?
—¿Y eso? —Orquídea estaba francamente sorprendida.
—Sé que no soy fuerte, o el más rápido, pero con las habilidades que tengo debería poder hacer algo, si Rosa siempre clama que soy su rival que siempre la derrota y yo...
—Creo que te juntas demasiado con esa niña ¿También quieres empezar con su costumbre de tomar retos?
—Solo quiero dejar de ser considerado una presa y obtener la aprobación para caminar libremente por Páramos Fúngicos.
—¿Te refieres a la prueba para adquirir la autorización?
—Sí.
—Esa prueba solo te da permiso para recorrer los territorios donde crecen los hongos comestibles que se comercian con el exterior, jamás se te permitirá acercarte a la villa, aquí seguirás siendo un extranjero y más aún, un patético gusano.
—No importa, yo de verdad quiero hacer esto...
Orquídea sintió horror ante esa idea ¿De verdad ese pequeño gusano pretendía vencer a una mantis? ¡Lo harían picadillo! Y probablemente luego lo asarían en la parrilla o algo así, no podía permitirlo, debía protegerlo.
—No Patatita, no puedes hacer eso.
—Pero quiero intentarlo, estoy seguro de que podría...
—No, imposible, y no quiero escuchar ninguna palabra más sobre esto.
—Pero...
—Escucha a tu ma... Maestra, yo sé lo que es mejor para tí, no vale la pena que arriesgues tu vida intentando algo imposible, así que damos por terminado el tema.
No esperó a que Edwyn replicara algo más, se puso de pie y se fue. Mientras tanto el niño se quedó allí angustiado y preocupado, él quería irse, quería ir con su familia, pero tampoco quería dejar a esta mantis, no quería condenarse a no verla nunca más en su vida ¿Qué podía hacer? Ahora su mente superior de nada le servía para aliviar su corazón dividido.
...
Luego de la aventura de viajar con Rosa al exterior, Edwyn tenía el plan de escapar de una vez por todas, total, gracias a la niña ya sabía como hacerlo, esa era la resolución que había tomado, estaba absoluta y completamente decidido... Desde entonces había pasado una semana completa.
Siempre había algún imprevisto o excusa que le impedía llevar a cabo su plan, a veces despertaba sin recordar bien algo de algún libro y pasaba el día repasando, otras veces era Rosa quien lo interceptaba en su intento de escape y lo "raptaba" para llevarlo tener combates a muerte con ella (en términos prácticos lo llevaba a jugar), o también Orquídea decidía sacarlo a hacer ejercicio, incluso alguna vez en un intento de escape nocturno fue sorprendido por Clavel con quien se quedó conversando hasta muy altas horas.
Qué mala suerte la suya el no poder escapar... O eso es lo que quería creer, se negaba a reconocerlo pero eran solo excusas, en realidad no quería irse, no quería volver a la soledad del páramo donde quizás cuánto tiempo pasaría perdido antes de encontrar la salida, ahí en la tribu mantis quizás no era tan respetado y tenía una sensación constante de peligro, pero también tenía ventajas, la comida era mejor que cualquier cosa que podría preparar por sí mismo, tenía gente con quien hablar, algunos libros para leer, niños de su edad que estaban dispuestos a jugar con él y sobre todo... Tenía a Orquídea, lo más cercano que había tenido a una madre alguna vez.
Se sorprendió de ver lo fácil que era tratar con ella y el cómo escuchaba todo lo que tuviera que decir, prondo se vio contándole algunos detalles sobre su vida, su trato con su padre, la relación con sus hermanos y lo maravilloso que era su tío Big.
Nunca se molestó en mencionar el nombre de nadie ni el hecho de que era un príncipe, luego de su nefasto primer encuentro con los niños mantis dio por hecho que era inútil e innecesario, vaya sorpresa se hubiera llevado si lo hubiera hecho.
Orquídea sintió una cierta indignación por el deplorable trabajo que hacía Hollow como padre, no entendía como alguien podía ser tan inepto ¿Es que acaso ese bicho no tenía sentido común? En verdad era una lástima que la madre hubiera muerto, quizás ella hubiera sido capaz de poner órden en esa familia y encaminar bien a esos niños. El enojo de la mantis hizo reír al pequeño, por fin sentía que alguien lo entendía y le daba la razón.
Siempre quiso convencerse de que estaba bien sin una mamá, al fin y al cabo tenía a la tía Hornet que de alguna manera suplía eso con sus consejos sobre la vida, los cuales normalmente eran mucho más aterrizados y lógicos que cualquier cosa que pudieran decirle sus tíos o su padre, pero tras convivir con esta mantis comenzaba a comprender lo que era realmente tener una mamá. La tía Hornet lo quería mucho, pero no era lo mismo y su prioridad eran sus propios hijos, algo muy natural por lo demás, no pasaba tanto tiempo con él y tampoco estaba a su lado para ayudarlo con cada problema que tuviera. En cambio con Orquídea era distinto, aún bajo el título de mascota, se preocupaba genuinamente por él y estaba pendiente de sus necesidades, incluso lo estaba ayudando en sus técnicas de supervivencia.
Orquídea tenía ese talento especial para ver a alguien pelear una vez y de inmediato detectar sus debilidades y la mejor forma de corregirlas, así fue como le explicó la manera más eficiente de usas sus garras aprovechando su filo natural, lo ayudó a desarrollar una técnica para excavar más rápido y le enseñó todas las ventajas que podía sacarle a sus alitas. Todo para asegurarse de que en un ambiente salvaje sobreviviera a todo, pero por supuesto nunca estuvo en sus planes enseñarle a pelear, por más que se lo pidió Orquídea se negó.
—Los gusanos no están hechos para pelear, concéntrate en sacarle provecho a aquellas cosas en las que eres bueno naturalmente.
Eso no era lo que él quería, deseaba poder dar la prueba para que lo autorizaran a estar en Páramos Fúngicos, quería poder visitarla y pasar un rato a su lado, la idea de no verla nunca más le picaba el corazón, a veces lloraba por las noches pensando en esto. De alguna manera en esa tribu de salvajes brutos e incivilizados, había encontrado algo de felicidad.
...
Bocadillo y Scarlet tenían muchos años de experiencia trabajando en el circo, su sentido artístico estaba muy desarrollado, cultivado desde la más tierna infancia, pero no solo su elegancia había sido entrenada, sus cuerpos eran finos y atléticos, además de fuertes y ágiles, respondían con presteza a cada orden dada realizando las piruetas más bellas, los saltos más altos y las acrobacias más impresionantes.
Sí, eran artistas de circo consumados, pero sus habilidades no solo servían para entretener, también eran muy útiles para evadir sistemas de seguridad y escabullirse por lugares estrechos, entrar en casa y robar, claro, esto no era algo que hicieran a menudo, eran artistas honrados que se ganaban la vida con su espectáculo, pero dada la naturaleza de la misión que tenían, en esta ocasión era algo inevitable.
Y aquí estaban, frente a un sistema de seguridad de alta complejidad, el más sofisticado que habían visto hasta ahora, tenía sierras, lanzas, púas y toda clase de trampas mortales, un paso en falto y el inflitrado abandonaría este mundo.
—Wow... Se nota que aquí les gustan las cosas ostentosas —comentó Bocadillo cuando estuvo frente al pasillo del dolor.
—Sí... Ostentosas pero muy inseguras, mira esta cosa, está llena de huecos por donde pasar —criticó Scarlet.— Pasar esto será fácil.
—¿En serio les parece fácil? —Exclamó Coco sorprendido, aunque solo Bocadillo podía oírlo.
—Pfff... Por supuesto, Scarlet y yo hemos pasado por lugares peores, de hecho creo que esto sería más seguro si agregaran más guardias en lugar de depender de estas estúpidas sierras.
Coco miró a Bocadillo y Scarlet y luego al pasillo del dolor para luego volver a mirar a los intrusos.
—¡Tienes que estar bromeando!
—Jujuju, solo mira y aprende.
Tanto la murciélago como la polilla se lanzaron de cabeza al camino de sierras, esquivando con tanta delicadeza y habilidad que lo hacían parecer fácil, es cierto que el tener alas podía facilitar un poco la tarea de atravesar ese pasillo, pero aún así el movimiento de las armas seguía siendo extremadamente veloz y complejo, cualquier bicho volador común hubiera muerto a la mitad, pero ellos no y luego de algunos minutos llegaron al otro lado sanos y salvos.
—¡Waaaaaaaa! ¡Eso fue increíble! ¡Otra vez! ¡Otra vez!
—No tenemos tiempo para eso —contestó la polilla ordenándose su pelo que se había erizado.
—Bocadillo, dile a tu amigo fantasma que nos guíe ahora.
A una señal del pequeño blanco el fantasmita voló a través de las sierras tratando de imitar a los mayores en sus técnicas de evasión, fue golpeado por las sierras una docena de veces pero como ya estaba muerto no importaba mucho. El pequeño los guió a través de una escalera hasta el tercer piso, por supuesto tuvieron que esquivar varios guardias y uno que otro bicho que por una u otra razón estaba despierto a esa hora, hasta que llegaron al tercer pasillo que había señalado la profecía de Grimm.
—Bien, hay que seguir derecho por este pasillo, por el final está el cuarto que yo compartía con Edwyn, luego el cuarto de Aster y Jazmín, luego el cuarto de papá y al final junto a la ventana el cuarto del tío Big, él rey.
—El cuarto donde tenemos que ir es el segundo desde la ventana —recordó Bocadillo—. Espera... ¿Entonces debemos colarnos al cuarto de tu padre? ¿Y eras el sobrino del rey?
—¿El dueño del cuarto es el papá de nuestro fantasmitas? Vaya coincidencias —comentó Scarlet.
—Sí, muchas coincidencias ¡Era el sobrino del rey! ¿Puedes creerlo?
—Sí... Pero hay otra cosa que me preocupa más.
—¿Qué cosa? —La polilla se puso nerviosa.
—Le vamos a robar a alguien muy importante... Si nos descubren... Pues... Podría decirse que nos meteremos en problemas con todo el reino... Y papá... Y el circo... Y pues...
Ambos tragaron espeso.
—No quiero repetir lo que tuvimos que pasar con la reina hormiga —gimoteó Bocadillo.
—Pues si sobrevivimos a eso nos las arreglaremos con esto.
—Waaaa ustedes tienen vidas muy emocionanates —dijo Coco brincando de emoción, Bocadillo solo rodó los ojos y lo ignoró.
El pasillo estaba vacío a esa hora, así que ambos se dirigieron hacia el final lenta y silenciosamente, aunque Colo no se quedó callado y empezó a contarles un montón de cosas que a Bocadillo no le interesaban sobre su vida personal.
—Lo más emocionante que había en mi vida era ir a la escuela, y era estresante, al menos lenguaje, en matemáticas era muy bueno, a Jazmín le iba bastante bien en todo y a Aster le iba pésimo en todo, papá a veces lo regañaba y le decía que le pidiera ayuda a Edwyn porque era muy bueno explicando cosas, papá siempre alababa lo inteligente que era Edwyn y se lamentaba de no poder entenderlo, creo que eso hacía enojar a Aster, al final que nunca le pedía ayuda a Edwyn y se enojaba por nada, o por todo... O no sé, era complicado, a veces me daban ganas de hacer algo y luego recordaba que me iba a morir pronto y me preguntaba si valía la pena hacerlo... Es decir, no quería que dependieran mucho de mí y... ¿Eh?
Coco se detuvo frente a una puerta, la tercera desde la ventana, era la habitación de Aster y Jazmin, se quedó mirando unos momentos, percibía algo desagradable y angustiante saliendo del cuarto de sus hermanos, como fantasma ahora era más sensible a las energías y tenía claro que algo malo estaba pasando allí.
No lo pensó dos veces y caminó hasta Bocadillo para solicitar su ayuda.
—¿Qué te pasa?
—Mis hermanos tiene un problema, por favor abre la puerta, quiero verlos.
—No puedo ¿Quieres que nos descubran? No tenemos tiempo para eso, vinimos aquí por algo y eso es lo único que importa.
—¡Pero ellos me necesitan!
—¡No! ¡Y yá deja de molestar!
—¡Te molestaré hasta que abras la puerta! ¡Aaaaaggggh!
Escarlet se detuvo cuando notó un alboroto a sus espaldas y vio a Bocadillo peleando con el aire, luego notó que la polilla se tapaba sus conductos auditivos y se agachaba tomando el aspecto de una bola de pelos, sintió que se le salía el corazón del pecho por la ternura, pero ahora no tenía tiempo para eso.
—Bocadillo ¿Qué pasas? —susurró la murciélago.
—EL fantasma me está molestando, quiere que abra la puerta de ese cuarto.
—Ah... Dale en el gusto o lo que sea, pero que no moleste... Mejor quédate tú con él yo iré a buscar el aguijón onírico, tú sólo espérame hasta que de la señal.
El fantasma brincó feliz y le dio las gracias a la señorita, aunque claro ella no podía verlo ni oírlo, pero al menos causó buena impresión en Bocadillo que lo juzgó como un chico muy educado. Luego de eso abrió la puerta y en cuanto lo hizo brincó hacia a trás y su pelo se erizó.
El dormitorio estaba lleno de esencia de pesadilla, podía ver auqellas figuras rojas flotando por todo el lugar, su primer impulso fue alejarse de ahí pero notó como el fantasma a pesar de estar asustado entró al lugar sin dudar, así que se sintió obligado a seguirlo.
Una vez dentro vio a dos niños durmiendo, una niña mestiza y un chico mantis pura sangre, ambos se veían angustiados y se revolvían en la cama, no cabía duda de que estaban siendo acosados por horribles pesadillas, lloraban dormidos y junto a ellos Coco lloraba también.
—Señor Bocadillo ¿Puede hacer algo? No quiero verlos así.
A decir verdad Bocadillo tenía debilidad por los niños, le gustaban mucho y soñaba con tener muchos algún día y por supuesto a él tampoco le gustaba verlos sufrir, aún si Coco no se lo hubiera pedido los habría ayudado igual.
Fue primero hacia Aster que era el que parecía tener una mayor concentración de esencia de pesadilla encima, le puso una mano encima y de inmediato entró en su sueño junto a Coco.
