Capítulo 14

Shisui dio una sonora palmada en la espalda de su hermano cuando Itachi le comunicó que Sakura y él iban a casarse. La pareja se había reunido con los dos hermanos en el salón pequeño para darles la buena noticia y el pequeño de ellos no había podido evitar alegrarse inmensamente por la suerte de su hermano mayor. Con una sonrisa en los labios, Shisui abrazó a Itachi y cuando se separó de él bromeó:

—Jamás pensé que encontrarías a alguien que pudiera soportarte.

El joven se ganó un puñetazo en el hombro por parte de Itachi, que lo miró con el ceño fruncido.

—A este paso seré yo quien no vea que te casas porque te mataré yo mismo.

Shisui se encogió de hombros con una sonrisa en los labios y después se dirigió a Sakura, a la cual sorprendió con un fuerte abrazo. La joven no supo qué hacer, pues pensaba que era una indecencia devolvérselo, pero tras unos segundos de indecisión, levantó los brazos para rodearlo.

Shisui rio al separarse de ella y, mirándola a los ojos, le dijo:

—Gracias por dedicar tu vida a partir de ahora a soportar al gruñón de mi hermano. —Logró apartarse a tiempo cuando Itachi intentó golpearlo—. Y es una pena que no nos hayamos conocido antes, si no tal vez sería yo el que estuviera en su puesto...

Sakura sonrió tímidamente y desvió la mirada, notando que comenzaba a sonrojarse por su cumplido. A pesar de haberlo tratado un par de veces, sabía que Shisui sería un gran amigo, pues era muy abierto, además de que parecía un gran conversador y una persona cercana.

Sin embargo, cuando este se separó de ella y apareció el rostro de Sasuke, Sakura comenzó a sentirse nerviosa. El silencio era lo único que podía escucharse y la joven apretó con fuerza la ropa contra su cuerpo cuando la mirada negra del guerrero se posó sobre ella. Inconscientemente, Sakura tembló. Sabía que Sasuke la había odiado desde el primer momento a pesar de que ella no le había hecho nada ni era culpable de los actos de su padre, y aunque había intentado mostrarse orgullosa frente a él en otras ocasiones, ahora se sentía pequeña, pues no quería que los hermanos discutieran por su culpa.

Sasuke dio un paso hacia su hermano y a diferencia de Shisui, más atrevido y alegre, este se limitó a estrechar la mano de Itachi y a apretar su hombro. El laird lo recibió con una sonrisa y un simple "gracias". Después, con la misma seriedad, Sasuke fue hacia Sakura. La joven se puso aún más nerviosa e inconscientemente dio un pequeño paso atrás que no pasó desapercibido para nadie, especialmente para el aludido, que levantó una mano pidiendo la de la joven. Dudando, Sakura le cedió su mano y el guerrero depositó en beso en ella.

—Mi más sincera enhorabuena, cuñada —le dijo con la voz grave—. Lamento todo lo ocurrido entre nosotros desde el principio y espero que a partir de ahora nuestra relación vaya a mejor.

Sakura miró sorprendida a Itachi sin saber qué responder. Este esbozó una sonrisa y la joven de nuevo miro a Sasuke, que la observaba con fijeza. Sakura asintió y le dedicó una tímida sonrisa, que hizo relajarse al guerrero, pues su expresión siempre seria cambió.

Después, Shisui dio una palmada y un paso al frente para preguntar:

—¿Y para cuándo será el enlace?

Sakura miró a Itachi, pues no habían acordado ninguna fecha, pero este sonrió y respondió a su hermano:

—Si a Sakura le parece bien, será dentro de dos semanas.

El corazón de la joven comenzó a latir con fuerza. ¡Eso era muy poco tiempo para preparar un vestido!

Sin embargo, cuando vio que el rostro del guerrero estaba relajado, se dijo que no debía preocuparse.

—No puedo esperar mucho para que estemos unidos —le explicó el guerrero.

—Sí, vamos, que estás deseando que la noche de bodas llegue pronto —replicó Shisui haciendo sonrojar a Sakura.

—A este paso vas a ser el único Uchiha no invitado a la boda —le advirtió Itachi.

—Entonces sería una boda muy aburrida, hermano —bromeó con una sonrisa.

Itachi le devolvió la sonrisa y le dio una palmada en el hombro. Y en ese momento, en el que creía que lo más importante ya estaba dicho, Sakura se adelantó y le dijo a Shisui:

—Ya sé que le hiciste una promesa a mi madre, y no quiero que la incumplas. Por eso he pensado, si os parece bien, enviarle una misiva a su nombre para explicarle todo lo que ha sucedido y que me voy a casar contigo. No quiero que haya más rencor entre los clanes, aunque sé que mi padre tardará en olvidar todo esto.

Itachi sonrió y se acercó a ella para poner una mano en su cintura y acercarla a él. Después asintió.

—Me parece que es una buena manera de que mi hermano cumpla su palabra. No podremos ir a

vuestras tierras personalmente, pues sé que habría problemas, pero una carta es la mejor opción. Aunque

¿no sería mejor enviarla a tu padre e informarle a él también? No creo que se olvide de ti fácilmente.

Sakura resopló y Itachi sintió cómo temblaba bajo su mano.

—Si mi padre se entera de que nos vamos a casar, hará lo imposible para separarnos y enviarme a algún lugar donde no puedas encontrarme jamás. Él no me quiere, Itachi. Además, la promesa la hizo Shisui a mi madre, así que será ella la única que sepa de nuestras intenciones.

—Será como desees —aceptó el guerrero.

La noticia de la boda corrió rápida por el castillo, sorprendiendo a todos y cada uno de los habitantes del mismo y del poblado. Nadie se habría esperado jamás que su laird quedara prendado de la belleza de la hija de su enemigo, Kisashi Haruno, pero a pesar de eso la gran mayoría de los Uchiha se alegraron del próximo enlace mientras que otros se mostraban más reticentes a aceptar la presencia de la joven en el castillo y en sus vidas diarias a partir de ese momento. Para sorpresa de Itachi, algunos de sus hombres se mostraron ligeramente apenados por la noticia, confirmándole lo que su hermano le había dejado caer cuando le dijo que alguno podría adelantársele si no se decidía pronto mientras que otros se burlaron de él, sonrojando a la futura novia:

—¡Muy bien, laird, vuestra cama estará caliente todas las noches!

Sakura murmuró algo antes de darse la vuelta y escapar hacia el interior del castillo, provocando las risas de los guerreros, que siguieron burlándose de su laird.

Sin embargo, a pesar de la felicidad reinante en todo el castillo, había una persona en el clan que no se tomó nada bien la noticia de que la feliz pareja había decidido sorprender a todos y casarse en tan solo dos semanas. Shisune, la cocinera, había llegado con la noticia a las cocinas, informando a las demás doncellas que había allí reunidas y todas dirigieron una mirada rápida a Anna, que apretó con tanta fuerza el cuchillo que sostenía entre sus manos que parecía estar a punto de salir con él para matar a la futura novia. Sin lugar a dudas, aquella era la peor y más inesperada noticia que podía hacer recibido jamás.

Las manos le temblaron durante unos segundos mientras su mente intentaba digerir la noticia, pero aquello era algo imposible de aceptar. Esa maldita furcia le había quitado el puesto en la cama y en el corazón de Itachi, y era algo que no podía permitir. Se maldijo a sí misma por haberle dado la idea a Itachi de ir a por ella pues cuando lo hizo, lo único que deseó era que la preocupación desapareciera del rostro de su laird. Además, pensó que si la habían internado en el convento era porque se trataba de una joven sin belleza alguna, pero había resultado ser todo lo contrario. Karin había apreciado su beldad natural desde el primer momento y desde entonces había sentido una maraña de celos que la hacían enloquecer, prometiéndose hacer lo que fuera para que esa maldita boda no sucediera jamás.

Simulando ante las demás una alegría que no sentía, sonrió y vio cómo las doncellas se convencieron de que había olvidado ya al laird. Pero no era así. Por dentro la recorría una rabia inmensa y deseó la muerte de Sakura. Mientras hacía la comida, rezó para sí una oración que había aprendido de su abuela cuando era niña y deseó y pidió a los seres más bajos que apartaran a Sakura de su camino para siempre. Repitió una y otra vez la oración hasta convencerse de que la ayudarían y aquella maldita joven sería tan solo un recuerdo en la mente y el corazón de Itachi, el cual estaba segura de que era solo para ella.

Después de hacer correr la voz a lo largo de todo el castillo y el poblado sobre su inminente boda, Sakura estaba realmente exhausta. El ánimo y la felicidad que sentía le habían dado fuerzas después de despertar tras varios días inconsciente, pero desde que había dejado a Itachi con sus hombres en el patio, no había podido aguantar más. Las piernas comenzaron a temblarle, la visión parecía que se le nublaba y un terrible cansancio empezó a hacer mella en su cuerpo. La verdad es que la herida apenas le dolía y cuando intentaba tocarse, no le molestaba, ya que había sido meramente superficial. Pero la pérdida de sangre había sido cuantiosa y necesitaba descansar, por lo que se dirigió al mismo dormitorio en el que había despertado, preguntándose qué podría haber sucedido en el otro que le habían cedido en un principio.

Cuando llegó allí, suspiró lánguidamente y se desnudó con rapidez para después ponerse el camisón blanco que había sobre la cama y se tumbó sin pensárselo ni un solo segundo más. Los ojos se le cerraban a medida que pasaban los segundos y antes de que pudiera darse cuenta, había caído rendida por el sueño.

No sabía cuánto tiempo había pasado hasta que notó que a un lado de la cama el colchón se hundía bajo el peso de alguien. Ese movimiento provocó que se despertara sobresaltada y mirara hacia atrás, pues estaba tumbada de lado, y una sonrisa se dibujó en su rostro al ver a Itachi sentado mirándola mientras que con una mano le acariciaba la cabeza.

Sakura se giró hacia él y sintió vergüenza al pensar que estaban solos en el dormitorio y ella estaba en camisón. Sus mejillas se tiñeron de rojo al darse cuenta de que quedaban tan solo dos semanas para que el guerrero durmiera a su lado e intimaran de la misma forma que había visto en los caballos.

—Tu belleza aumenta incluso cuando estás dormida.

Sakura esbozó una sonrisa cansada y se incorporó sobre la almohada.

—Perdón que me haya ausentado así, pero es que estaba demasiado exhausta.

—No importa. Mis hombres me han obligado a invitarlos a unas copas para celebrar nuestro compromiso. Lo que no imaginaba era que te encontraría aquí.

Sakura sonrió.

—¿Y a dónde iba a ir a dormir? Itachi la miró con sorna.

—A tu dormitorio. Pensé que hasta que no estuviéramos casados no querrías dormir en mi cama.

Sakura frunció el ceño, algo que hizo que Itachi lanzara una carcajada, y miró a su alrededor. Ese era el mismo dormitorio donde había despertado tras su paso por las mazmorras, pero pensó que era una habitación libre que le habían dejado, no el mismísimo dormitorio del laird.

—Yo... no sabía que era tu dormitorio —balbuceó con la vergüenza dibujada en el rostro—. De haberlo sabido, habría ido al mío.

Itachi se carcajeó más, aunque al ver la confusión en la cara de su futura esposa intentó contenerse.

—Cuando estabas herida pedí que te trajeran aquí para estar contigo. Además, mi colchón es mejor que el de invitados, así que pensé que estarías más cómoda.

Pero a pesar de la explicación, Sakura comenzó a negar y se llevó una mano a la cabeza.

—¡Por Dios santo! Si alguien me ve aquí pensará que soy una libertina.

La joven apartó las sábanas de golpe e intentó bajarse de la cama, pero la férrea mano de Itachi la detuvo. Sakura lo miró con las mejillas teñidas de rojo y preocupada por su honor.

—Si alguien te viera aquí, pensaría que nos tomamos nuestros votos matrimoniales antes de tiempo — le explicó—. Además, ordené que sacaran todo de tu dormitorio, así que no tienes otro lugar a donde ir.

—Pero... —balbuceó sin saber qué decir—. No podemos dormir juntos aún. Itachi sonrió y le señaló la cama con la cabeza.

—Venga, vuelve a tumbarte. No pasa nada. Además, dentro de dos semanas estaremos casados y dormirás en esta cama todas las noches.

Esas palabras, en lugar de tranquilizarla, la pusieron más nerviosa aún y el rubor de sus mejillas aumentó.

—Dios mío, si la madre Chiyo supiera de esto, pondría el grito en el cielo.

—Entonces debemos dar gracias porque no está aquí.

Sakura intentó esbozar una sonrisa, pero estaba tan nerviosa que solo le salió una graciosa mueca. Haciendo caso a la petición de Itachi y a la de su propio cuerpo, Sakura se dejó caer de nuevo en el colchón y sujetó con fuerza las sábanas contra su cuerpo. Además, se hizo a un lado para intentar que los cuerpos de ambos no se tocaran mientras dormían, provocando una sonrisa en Itachi, que se levantó de la cama para quitarse el cinto y dejarlo sobre una silla bajo la atenta mirada de Sakura.

Intentando esconder la sonrisa que le provocaba la reacción que pudiera tener su futura esposa ante lo que pensaba hacer, Itachi caminó lentamente hasta los pies de la cama y comprobó que Sakura miraba cada uno de sus movimientos como si estuviera petrificada. Y entonces, llevó sus manos lentamente a los botones de la camisa para comenzar a desabrocharlos lentamente, disfrutando de cada una de las expresiones que cruzaban por el rostro de la joven, a la cual vio tragar saliva visiblemente.

Una sonrisa se dibujó en su rostro, deleitándose con los sentimientos que su cuerpo provocaba en Sakura, cuya mirada estaba puesta en sus manos. Cuando desabrochó el último botón de la camisa, la apartó y se la quitó, dejándola caer a sus pies.

Sakura dejó escapar un suspiro involuntario cuando frente a ella pudo ver el pecho de Itachi en todo su esplendor. Jamás había visto a un hombre sin camisa, ni siquiera a sus hermanos, por lo que cuando el torso del guerrero se levantó frente a ella, necesitó de toda su fuerza de voluntad para apartar la mirada.

—Esto no es decente —susurró más para sí que para Itachi mientras apretaba con más fuerza las sábanas contra su pecho.

El guerrero sonrió al ver su reacción y eso lo animó a seguir con el juego. Jamás había hecho algo así, pero tenía la extraña necesidad de que Sakura lo viera de nuevo desnudo. Y cuando su cinturón cayó al suelo y la vio dar un respingo mientras cerraba los ojos, dejó escapar una suave risa.

—Cuando nos casemos, me verás desnudo todos los días, al igual que yo te veré también desnuda. Sakura levantó el rostro totalmente rojo por la vergüenza y lo miró sorprendida.

—¿Yo... desnuda?

Itachi asintió al tiempo que dejaba caer su kilt al suelo y mostraba su cuerpo totalmente desnudo ante ella. Los ojos de Sakura bajaron directamente del rostro del guerrero hasta su bajo vientre. Su boca se abrió por la sorpresa al descubrir aquello que diferenciaba a hombres y mujeres y al ver cómo crecía a medida que pasaban los segundos y su mirada seguía posada sobre él, dijo:

—Dios santo...

Sakura sabía que no debía mirarlo tan fijamente, pero no podía resistirse. Itachi poseía un cuerpo digno de un dios romano. La joven estaba segura de que con tan solo un brazo podría matar a un enemigo, pues sus músculos eran tan sobresalientes y colosales que poco tenían que ver con los de los hombres de su padre, más escuálidos.

Sakura se detuvo a observar cada zona del cuerpo de su futuro marido, pues este disfrutaba viendo su mirada, ofreciéndose a ella. Y la joven aceptó la oferta. Todo en él llamó su atención, pero aquella parte tan sobresaliente de su entrepierna hizo que sus mejillas se tornaran del color de la grana.

—Estoy segura de que esto es un pecado.

Itachi sonrió y subió a la cama, acercándose lentamente a Sakura y provocándola adrede. Las miradas de ambos chocaron y la joven creyó que iba a derretirse en cuestión de minutos. Una gota de sudor le recorrió la espalda, pues tenía tanto calor en su cuerpo que llegó a pensar que volvía a tener fiebre. Pero sabía que esa fiebre se la había provocado la visión desnuda de Itachi, que estaba a pocos centímetros de ella.

La joven lanzó un suspiro cuando las piernas del guerrero la aprisionaron sobre las sábanas e Sakura pudo notar en su vientre la enorme magnitud de su miembro, que parecía latir de deseo.

—Estamos prometidos, Sakura —le dijo con la voz ronca—. No es pecado.

La joven desvió la mirada de nuevo hacia sus ojos cuando le habló, pero fue incapaz de responder algo, pues sentía su mente embotada por la maraña de sentimientos que corrían por su interior a una velocidad alarmante. Abrió la boca para decir algo, pero sintió su garganta seca e incapaz de hablar, por lo que volvió a cerrarla, provocando una sonrisa en Itachi.

—Eres tan exquisita que no sé si voy a poder aguantar hasta la boda para hacerte mía.

El guerrero acercó el rostro y la besó suavemente, aprisionándola contra la almohada. Desde ahí pudo sentir el intenso calor que recorría el cuerpo de Sakura y el deseo que ardía dentro de ella, por lo que Itachi no pudo resistirse a profundizar el beso. Sus manos aprisionaron las de la joven y acarició sus muñecas lentamente durante unos segundos antes de llevarlas a su pecho.

—¿Te gustaría tocarme? —le preguntó contra sus labios.

Sakura se encontraba en un estado tan febril que solo se limitó a asentir, pues así lo deseaba su mente, su cuerpo y su corazón. Con timidez e inexperiencia acarició el musculoso e inmenso pecho del guerrero, que suspiró bajo su tacto al tiempo que penetró la boca de la joven con su lengua.

Sakura gimió e inconscientemente apretó los dedos contra la carne de Itachi, que sonrió mentalmente. El joven se obligó a posar las manos sobre la almohada mientras la besaba y disfrutaba de las caricias de Sakura, pues sabía que si la acariciaba de la misma manera, no podría parar hasta hacerla suya.

Itachi llevó sus labios hacia las mejillas de la joven y dejó un reguero de besos hasta el cuello, donde se detuvo a devorar cada centímetro de su piel mientras Sakura se retorcía bajo sus besos.

—¿De verdad no es una indecencia sentir esto? —le preguntó en apenas un hilo de voz. Itachi sonrió y levantó la cabeza para mirarla.

—¿Qué hay de malo en que dos personas se amen?

—Nada —respondió con simpleza.

—Entonces podemos continuar...

Con una sonrisa, Itachi llevó las manos de Sakura desde su pecho hasta su vientre. Lentamente, le hizo recorrer su cuerpo, disfrutando de la mirada de sorpresa y nerviosismo que dibujó la joven en sus ojos. Esta lo miró como si volviera a hacer la misma pregunta, pero a una sonrisa del guerrero, Sakura desvió de nuevo la mirada hacia las manos de ambos, que estaban a punto de llegar a esa zona que había visto crecer poco a poco a medida que pasaban los segundos.

Sakura lanzó una exclamación de sorpresa al mismo tiempo que Itachi gemía cuando las manos de la joven tomaron su miembro con delicadeza. En ese momento, el guerrero la soltó y dejó que a pesar de su inexperiencia lo acariciara como ella quisiera, como su cuerpo le pidiera. Sakura lo miró, asombrada por la calidez y grandeza de su miembro, y a pesar de que quería hablar, solo dejó escapar el aire de sus pulmones, pues tenía la garganta seca y las palabras atacadas en ella.

Estaba realmente acalorada y mareada. Pues además de disfrutar del cuerpo del guerrero, Sakura sentía entre sus propias piernas algo extraño que era incapaz de describir. Parecía como si gran parte de ese calor que había dentro de ella se hubiera concentrado en esa zona tan íntima de su cuerpo y a pesar de

que Itachi hacía que sus piernas estuvieran cerradas, deseaba poder abrirlas para intentar que el calor escapara de su cuerpo.

A pesar de que no sabía cómo acariciarlo, Sakura recorrió su miembro de arriba abajo lentamente sintiendo cómo el cuerpo de Itachi se tensaba. La joven lo miró y vio que su rostro estaba contraído, por lo que paró de repente y lo soltó.

—¿Te he hecho daño?

El guerrero gimió y negó con la cabeza.

—Al contrario, me gusta demasiado. Continúa...

Las manos de Itachi se posaron contra el cabecero de la cama y se aferró a él con fuerza mientras bajaba la cabeza para besarla pasionalmente. Las manos de la joven volvieron a acariciarlo de la misma forma y cuando se sintió más segura de sí misma, aumentó poco a poco la rapidez de las caricias, haciendo gemir más fuerte a Itachi.

El joven jamás había sentido placer junto a una mujer como en ese instante con Sakura. No sabía si era su desconocimiento, el deseo que sentía hacia ella o tal vez la locura que crecía en su interior, pero a pesar de tener mucho control sobre su cuerpo, sabía que estaba a punto de llegar al clímax, pues el placer que le producía que Sakura lo acariciara de esa manera hacía que estuviera a punto de explotar.

Y cuando las manos de la joven aumentaron el ritmo de sus caricias, Itachi gimió con fuerza y se derramó sobre ella. Sakura lo miró sorprendida y sin entender qué había sucedido, pero cuando las manos del guerrero apartaron las suyas de su cuerpo y las llevaron sobre la cabeza de la joven, comprendió que Itachi ya no deseaba más caricias.

—¿Te ha gustado? —le preguntó. Itachi sonrió y asintió.

—Ahora es mi turno —le dijo mirándola fijamente a los ojos.

Llevó una mano hacia el camisón de Sakura y lo subió lentamente, acariciando la piel de la joven, que se estremeció bajo sus caricias. El fuego que sentía parecía aumentar poco a poco en su interior y sus mejillas enrojecieron al tiempo que la tela del camisón se apartaba y dejaba ver sus muslos.

—No sientas vergüenza, Sakura —le pidió con voz ronca—. Conmigo no...

Sakura asintió, incapaz de hablar, pues en ese momento era puro sentimiento. De sus labios escapó un suspiro cuando la mano de Itachi acarició su muslo y los labios del guerrero bajaron hasta su cuello. Su espalda se arqueó de placer, en una súplica silenciosa. Al instante, la otra mano de Itachi fue directo hacia el cordón que había en la delantera del camisón y lo desató, apartando la tela para dejar escapar uno de sus pechos, al que sus labios se dirigieron al instante para succionarlo.

—Dios mío... —gimió Sakura arqueando de nuevo el cuerpo.

Inconscientemente, llegó una de sus manos a la cabeza de Itachi y la apretó contra él. Aferró su pelo con fuerza y abrió las piernas una vez estas estuvieron libres.

—Así, ábrete para mí... —susurró el guerrero contra su pecho—. Ríndete.

Sakura obedeció, incapaz de pensar por sí misma en ese momento. Y cuando los dedos de Itachi tocaron su intimidad, la joven abrió los ojos desmesuradamente al tiempo que lanzó una exclamación de sorpresa. Itachi capturó sus labios y la acarició lentamente, arrancando gemidos a Sakura que no hacían más que deleitarlo. La joven arqueó su cuerpo y pegó su pecho al del guerrero, que sonrió levemente mientras la besaba y aumentó las caricias entre sus piernas. Comprobó que Sakura estaba realmente húmeda para él y, si hubiera querido, sabía que estaba preparada para recibir su miembro, pero debía esperar hasta la boda.

Itachi presionaba el pequeño botón de Sakura cada vez con más fuerza hasta que la joven se derritió en sus manos y gimió fuerte al alcanzar el clímax. Y solo entonces apartó la mano de la joven y se separó de ella para observarla.

Sakura respiraba fuerte y mantenía los ojos cerrados, incapaz de abrirlos, pues sentía tal vergüenza que deseaba esconderse entre las sábanas para no salir.

—Mírame —le pidió Itachi.

Tras unos segundos, Sakura obedeció y posó sus avergonzados ojos sobre él. Lo vio sonreír antes de acariciarle el rostro.

—¿Has disfrutado?

—Tanto que estoy segura de que sí es pecado. Itachi lanzó una risotada y se tumbó junto a ella.

—Pues después de nuestra boda pecaremos juntos todos los días.

Itachi le acarició la cabeza e Sakura comenzó a sentir que el sueño volvía a relajarla y, dejándose llevar por

las suaves caricias de Itachi, se quedó completamente dormida.