Una Muestra de Voluntad

Los soldados mantienen expresiones mezcladas de asombro y consideración por mi petición. Alsten es el primero en reaccionar, poniéndose firme y realizando un saludo militar.

—¡Como usted ordene, mi general!

Los demás le siguen, repitiendo las mismas palabras en un coro disciplinado.

La cantidad reducida de soldados se debe a que están disfrutando de unas merecidas vacaciones de una semana.

Además, no hay suficientes balas disponibles para las prácticas, y los modelos de rifles están a punto de cambiar, lo que hace innecesaria su presencia. Aquellos que no tienen familia han optado por quedarse y ocuparse de diversas tareas durante ese período.

Luan, en particular, parece sorprendida por algo, su mirada se dirige hacia Crusch con una mezcla de anhelo y una pizca de arrogancia. No estoy seguro de lo que está tramando.

Crusch se coloca frente a mí, su expresión es seria y yo mantengo la calma en respuesta.

—Felicidades, has superado el examen. Pronto se te otorgará tu rango —anuncio, abriendo la puerta a una conversación sobre el rango que le corresponderá a Crusch.

Sin embargo, ahora debemos ver qué planea hacer Luan.

Nos dirigimos al segundo campo de pruebas, ya que el primero quedó completamente inservible. El siguiente está un poco más cerca de donde se encontraban los cultistas, lo que podría hacerlo más desafiante.

Un equipo que ha perdido a su capitán y una joven que asegura llevarlos a la victoria.

—Podría resultar en una historia interesante —susurro, atrayendo la mirada inquisitiva de Emilia.

Una vez en el lugar, el escuadrón se prepara. Consta de cuatro hombres y una mujer. Luan toma el rifle y lo coloca sobre su hombro. Parece decidida, sin embargo, algo captura mi atención: las puntas de su cabello están teñidas de rojo, y parecen estar liberando maná constantemente.

Luan observa al resto del equipo con seriedad, comenzando a explicarles su estrategia. Parece que ya ha tenido conversaciones previas con ellos, ya que se percibe cierto nivel de familiaridad.

Me pregunto hasta qué punto habrá preparado todo en tan solo una semana. El hecho de que un equipo haya aceptado ser comandado por ella es sorprendente y lleno de expectativas.

Decido dar la orden:

—¡Escuadrón, al frente! —exclamo.

Todos se colocan en posición, con la mirada en alto y realizando un saludo militar.

—¡Avancen!

Nos encontramos en un bosque en medio de la tarde, donde los rayos dorados del sol se filtran entre las hojas que se entrelazan en lo alto, creando patrones luminosos.

Pero en lugar de la serenidad que uno podría esperar, los restos de árboles caídos y la materia en descomposición convierten el lugar en una imagen desagradable.

Quizás no es la ubicación ideal que habría elegido, pero las opciones para entrenamiento de élite son limitadas, y este terreno es lo que tenemos a nuestra disposición.

Tanto Emilia como Beatrice tapan sus narices debido al olor, y yo también me esfuerzo por mantener las apariencias.

El olor nauseabundo se impregna en el aire mientras mis ojos se posan en Luan, cuya miradas está fija en un solo punto.

Es la expresión de alguien que solo puede ver la victoria a la vista.

Una vez en el campo de entrenamiento, noto los rastros de sangre que manchan el terreno. Parece que las mabestias ya han tenido un festín con los cuerpos. Nos acomodamos detrás de los cristales de seguridad, y el escuadrón avanza hacia el frente.

El terreno es similar al anterior, pero esta vez hay restos de huesos y materia en descomposición, lo que hace que el lugar sea aún más repulsivo. Aunque no habría sido mi elección, parece ser la única opción para el entrenamiento de élite disponible.

Luan se coloca detrás de su escuadrón y observa con intensidad.

El aire se carga de tensión mientras las mabestias emergen de las sombras, atraídas por un instinto que las guía sin necesidad de carnada. Más de diez Wolgarm, con sus bocas salivantes y ojos hambrientos, aparecen delante de nosotros, fijando su mirada en el grupo.

La situación en el campo de batalla se tensa, y en un movimiento inesperado, Luan desenvaina su kukri, demostrando una determinación que contrasta con su apariencia juvenil y aparentemente falta de entrenamiento.

¿Va a atacar sin más?

¿Sin preparación?

La confusión se refleja en las miradas de todos nosotros, pero antes de que podamos reaccionar, Luan corta rápidamente la palma de su mano, dejando que la sangre comience a caer de su herida.

—¡Cadete Luan! —exclama Alsten, visiblemente sorprendido por la audaz acción...

El aroma fresco de la sangre actúa como un imán, atraerá a las mabestias hacia su objetivo.

O eso creí.

El maná contenido en su sangre provoca una reacción aterradora en las bestias, que retroceden momentáneamente, como si fueran hienas enfrentándose a una presa peligrosa...

—No es tan simple, supongo. Es una estrategia inteligente, de hecho —murmura Beatrice, entendiendo lo que está sucediendo.

En un acto desconcertante, Luan embadurna su sangre sobre su propio cuerpo y luego hace lo mismo con los soldados cercanos.

Apenas son gotas de sangre, pero los soldados parecen no estar sorprendidos.

Mis ojos se abren de sorpresa mientras finalmente comprendo lo que está ocurriendo.

Ella se hirió mientras corría hacia Irlam en su huida del culto; su sangre contiene grandes cantidades de maná y puede eliminar el miasma, lo que la mantuvo a salvo de los ataques de los Wolgarm.

Pero entonces, ¿cómo supo que podía usar su sangre de esa manera?

¿Lo intuyó mientras corría?

¿O ya conocía el potencial oculto en su sangre desde antes?

Una sonrisa involuntaria escapa de mis labios, maravillado por la astucia de su estrategia. En este momento, su acción no se trata simplemente de luchar a pesar de su herida, sino que hay algo más profundo en juego.

Va más allá de las convenciones normales y se convierte en una estrategia hábil y audaz que ha cobrado vida en su mente.

Aunque normalmente perdería puntos por estar herida en un examen, lo que Luan ha hecho trasciende esas reglas. Su plan es inteligente y valiente, y está dando resultados notables.

—¡Disparen! —ordena Luan, y el retumbar de los disparos atraviesa el aire del bosque.

A medida que la batalla se desarrolla, la temperatura parece aumentar, lo que indica la intensidad del maná contenido en la sangre de Luan.

¡Bang!

Las mabestias se lanzan hacia adelante, pero cuando están a unos tres metros de Luan, su avance se detiene en seco, como si hubieran chocado con una barrera invisible. La atmósfera se carga de tensión y las bestias, una vez feroces y hambrientas, quedan paralizadas frente a la presencia aterradora de Luan.

—Impresionante... —musita Crusch a mi lado, su voz llena de asombro.

—¿Sabes algo al respecto? —pregunto, buscando respuestas en sus ojos expertos.

—Nunca había oído hablar de una sangre con un maná tan poderoso, es sorprendente que provenga de un humano.

Parece que Crusch tiene algún conocimiento sobre este fenómeno, aunque no está claro hasta qué punto. Supongo que será mejor hablar de ello en detalle en la mansión más tarde.

Mientras Luan se envuelve la herida con las vendas proporcionadas, sus ojos se dirigen hacia los soldados que están recargando sus armas. Las mabestias se multiplican en número, y ahora parecen superar las veinte en total.

A pesar de sus intentos de avanzar, las mabestias se detienen una y otra vez a unos tres metros de distancia de Luan debido al efecto del maná.

Es un espectáculo impresionante ver cómo estas criaturas, una vez llenas de ferocidad, quedan paralizadas, como si sintieran un miedo primitivo y profundo.

La sorpresa y la intriga llenan las expresiones de todos los presentes.

¡Bang!

El eco de los disparos continúa, pero gradualmente un frío intenso se apodera del ambiente. La sangre parece haber agotado su efecto, cristalizándose en la herida de Luan.

Sin embargo, el sonido del viento es interrumpido por un retumbar profundo que sacude el suelo y reverbera en el aire. Un rugido ensordecedor se une al coro, anunciando la llegada del líder de los Wolgarm.

¡ROAAAAR!

De entre los restos de árboles caídos surge un jefe Wolgarm, normalmente de cuatro a cinco metros de altura, pero ahora se alza en una figura colosal de nueve metros. Todos los presentes fijan su atención en esta imponente criatura, y la gravedad de la situación pesa sobre nosotros.

—¡General, debemos detener la prueba! —exclama Alsten con urgencia.

La lógica dictaría que detenga la prueba, pero la expresión en el rostro de Luan es la de alguien dispuesto a darlo todo, con una voluntad inquebrantable. Su mirada irradiante refleja valentía y eso infunde coraje en todos nosotros.

—¡YO PUEDO! —grita Luan con una determinación que parece llenar todo el claro del bosque— ¡Traeré la victoria, sin importar el costo!

La determinación de Luan es palpable, su postura es firme y su voz resuelta.

Ella ha perdido mucho, al igual que muchos de nosotros aquí presentes. Ahora es su momento de demostrar que puede resistir, que puede superar cualquier adversidad.

Los misterios que la rodean no importan en este instante; puedo sentir su fuerza, su voluntad ardiente.

Miro a Emilia y Beatrice, quienes parecen estar listas para intervenir en cualquier momento. Un coraje impulsado por la incertidumbre y la confianza en Luan me llena.

—La prueba continúa. —Sonrío, aunque el sudor frío corre por mi frente.

Mi decisión genera miradas de indignación entre los soldados, pero las ignoro. Si la mabestia ataca, si amenaza con hacer daño, estamos aquí para protegernos.

Este monstruo no es rival para Emilia, Beatrice o Crusch. Estamos preparados para enfrentarlo y asegurarnos de que nadie salga herido.

Luan corta de nuevo su palma, dejando que la sangre gotee en el suelo. La mabestia líder crea explosiones en los lugares donde los soldados están parados, forzándolos a dividirse para sobrevivir.

Este momento es crítico, una elección errada podría cambiar el rumbo de la batalla.

Tres soldados se refugian a la izquierda, detrás de un tronco, mientras Luan y otro soldado se quedan a la derecha. La estrategia de coordinación es notable: la retaguardia se mantiene firme mientras los de adelante protegen.

—¡Ataquen a las normales! —grita Luan, mientras parece estar llevando a cabo un plan más grande.

El cuerpo de Luan no puede generar sangre infinitamente, y hacerse heridas así le causará problemas a la larga. Parece estar preparando algo, pero no logro ver con claridad lo que es.

Los soldados disparan a las mabestias normales, mientras que detienen al jefe de estas disparando hacia su cabeza.

El cráneo de los Wolgarm líderes puede resistir balas, por lo que es crucial conocer su anatomía si se busca matarlos con un disparo. Esa es la clave para derrotarlos.

Los Wolgarm caen al suelo uno a uno, el grupo hace pausas para recargar en desincronización, permitiendo que algunos sigan disparando mientras otros se recargan.

La coordinación es excelente, todos parecen saber bien sus roles, y cuando todos necesitan recargar, se defienden con las bayonetas para ganar tiempo.

La mabestia líder finalmente se cansa de su acercamiento sigiloso y se abalanza hacia adelante con ferocidad. Los arboles a su alrededor se quiebra, víctimas de su imponente altura.

No se como pudo mutar una bestia de tal tamaño, probablemente sea por los cuerpos de los cultistas.

—Emilia —advierto, sabiendo que debe estar preparada para crear una muralla de hielo si es necesario.

Emilia asiente, pero yo sigo mirando con firmeza. Aunque inicialmente traté de manipular la prueba para evitar que Luan peleara, esta situación me está haciendo cambiar de opinión.

Luan ha demostrado más coraje y destreza de lo que esperaba.

Tiene un plan en mente, y quiero verlo desplegarse.

—¡Prepárense! —grita Luan, irradiando valentía y llenando a todos con su determinación.

La mabestia líder avanza a toda velocidad, sus pasos resonando como truenos. En un abrir y cerrar de ojos, está sobre nosotros. Grito a Emilia para que cree su muralla de hielo protectora, pero mi mirada queda atrapada en Luan.

Ella se lanza hacia la mabestia, en un movimiento que parece desafiar la lógica y la prudencia. Antes de que pueda reaccionar, veo que los otros soldados también se lanzan hacia el monstruo.

Parece que todos están involucrados en un plan coordinado.

Luan sostiene en su mano una tela que emite un maná tan intenso que puedo sentirlo desde aquí. Corre directamente hacia la bestia, atrayendo su atención, y mientras lo hace, lanza el trapo ensangrentado que tenía en su mano hacía la nariz de la bestia.

La venda que se había colocado en la mano no está, por lo que la sangre fluye rápidamente.

La mabestia abre sus fauces para engullir a Luan, pero ella da un salto y se arrastra por el suelo, escapando momentáneamente de una muerte segura. Emilia corre hacia adelante, pero la detengo con mi mano.

—¡Debemos detener esto! —exclama Emilia, con una mirada preocupada.

Miro hacia adelante y veo que la venda rodea la nariz de la bestia.

—¡Ahora! —grita Luan.

¡Bang! ¡Bang!

Los soldados comienzan a disparar mientras la mabestia empieza a actuar de manera extraña. Sin moverse del lugar, intenta patear y hacer algo, pero parece completamente desorientada.

Sus movimientos son erráticos, como si estuviera cegada, y termina por lanzar un hechizo de tierra en sí misma.

¡Boom!

Una explosión de tierra destruye una de las patas de la bestia, y esta cae al suelo sin poder hacer nada. En ese momento, Luan corre hacia la mabestia con la intención de acabar con ella.

Pero noto algo extraño en el suelo, justo frente a Luan. El suelo tiembla y mi corazón se detiene por un instante.

—¡Luan! —grito usando Murak para correr hacia ella, pero es demasiado tarde.

¡Boom!

El suelo se rompe bajo sus pies y la enorme criatura ruge con fuerza. Su rugido ensordecedor llena el aire y la tierra se sacude violentamente. Luan es atrapada en el caos, incapaz de escapar del peligro que ahora enfrenta.

La explosión atraviesa todo el campo, los escombros vuelan y el estruendo ensordece. La mabestia gigante yace en el suelo, y una nube de polvo se levanta, ocultando lo que ocurre allí.

—¡Marco! —Emilia me mira con ojos llenos de furia, pero mi atención sigue en Luan.

Si cometí un error al permitir esta prueba, asumiré las consecuencias. Mientras el punto de guardado no se reinicie, estaré bien.

Puedo apagar las luces en un instante.

Los soldados nos observan, Alsten y Crusch aprietan los labios, expresando su arrepentimiento por no haber intervenido. Yo sigo mirando al frente, intentando darle mi confianza a ella.

Una nube de polvo se cierne donde la mabestia yace, pero algo atraviesa esa cortina de suciedad.

—¡Muere! —un grito lleno de poder sale de esa nube de polvo, la bayoneta corta todo el polvo y de este sale una chica de cabello blanco.

Las puntas de su cabello parecen arder en un tono rojo intenso, y sus ojos brillan con un carmesí ardiente. Luan se abalanza hacia el cuello de la mabestia derrotada, una expresión de determinación en su rostro.

Ella se abalanza contra el cuello de la mabestia, la cual gruñe con fuerza descontrolada en el suelo. Luan ha demostrado, en este momento, más de lo que jamás hubiera imaginado.

Su habilidad para planificar y ejecutar estrategias, su coraje y su voluntad inquebrantable, me dejan atónito. La miro fijamente, admirando su fuerza recién descubierta.

—Eso es... —Alsten y Emilia miran sorprendidos.

No hay otra manera de expresarlo.

—La fuerza del querer.

La voluntad indomable de superar todas las dificultades.

Luan hunde su bayoneta en la mandíbula de la mabestia, y un grito de poder escapa de sus labios. En un momento crucial, dispara su rifle.

¡Bang!

El sonido del disparo cortando el aire resuena en el ambiente. El proyectil atraviesa la base de la mandíbula y continúa su camino hasta el cerebro del monstruo. La mabestia deja de gruñir, queda inmóvil.

Crusch y Emilia intercambian una mirada de asombro y respeto. Los soldados también están sorprendidos, observando el resultado de la audaz estrategia de Luan.

Luan retira la bayoneta con destreza, su mirada fija en el rifle. Las bestias, al percibir la muerte de su líder, retroceden, llevando consigo el amargo sabor de la derrota en el aire.

Los soldados se acercan cautelosos a Luan, formando un círculo a su alrededor, sus rostros reflejando una mezcla de alegría y emoción contenida. La prueba ha sido superada, y con ello llega el merecido reconocimiento y las oportunidades de ascenso que aguardan a algunos de ellos.

—Soy Luan —sus palabras llegan hasta mí con una fuerza que parece desafiar al mismo viento, y sus ojos carmesí se clavan en los míos como dos llamas intensas que amenazan con consumir cualquier duda que pueda tener.

Su determinación y fuerza me golpean, haciéndome tragar las palabras de escepticismo que estaban a punto de salir de mi boca.

—¡Hemos completado la prueba! —su voz resuena con confianza y una chispa de triunfo, y en ese momento, esa sonrisa que se forma en sus labios es la primera que tengo el privilegio de presenciar.

Una sonrisa que parece iluminar su rostro y derretir las sombras que la rodean.

—¡WOO! —los soldados irrumpen en vítores, rodeándola con júbilo y cargándola en hombros mientras corean su nombre una y otra vez: ¡Luan! ¡Luan!

El escuadrón entero palpita con la felicidad de haber cruzado este umbral, sabiendo que ahora sus esfuerzos serán reconocidos, y que aquellos que se han distinguido tienen la posibilidad de alcanzar los puestos de honor, incluso el codiciado título de capitán.

—Impresionante —la voz de Crusch suena con admiración genuina mientras observa el cuerpo inerte de la bestia que yace en el suelo—. Su estrategia de combate fue exquisitamente planificada, a pesar de que la mabestia no era lo esperado; según lo que me dijiste.

Sus palabras resonando en el aire como un elogio que envuelve a Luan en un aura de logro.

Las miradas de todos convergen en Luan, y en ese momento, no solo vemos a una guerrera valiente, sino también a un enigma envuelto en misterio. El tono blanco de su cabello ha recuperado su normalidad, y en esa instantánea, puedo contemplarla con claridad, sin barreras.

Luan ha exhibido su fuerza con elegancia, su valentía con audacia y su habilidad con maestría, superando cualquier expectativa previa.

Esta experiencia ha revelado su potencial de una manera que supera los límites de mi imaginación.

Mientras los rayos del sol tiñen el bosque con su cálido resplandor, todos nosotros quedamos impregnados con la historia de esta batalla, una que se grabará en lo más profundo de nuestra memoria, recordándonos que incluso en la oscuridad más densa, la luz del coraje puede abrirse paso.