Capítulo 1
Está decidido
Había pasado un poco más de una semana desde que la misión para capturar al Caballero Negro llegó a su fin y, a pesar de que la herida del ojo de André ya había cerrado, el doctor le pidió a Oscar que su asistente no trabaje por lo menos en los próximos quince días.
Si bien el nieto de Marion ya estaba mejor a pesar de que el daño a su vista era irreversible, había una remota posibilidad de que su herida pudiese abrirse de nuevo y, para evitar riesgos innecesarios, el doctor recomendó que André no se exponga a las largas jornadas a las que tanto él como ella estaban acostumbrados.
Por aquellos días, Oscar François de Jarjayes, Comandante de la Guardia Real, estaba dedicando casi todas sus tardes libres a cuidar de André y a devolver los objetos que como parte de la misión de captura del Caballero Negro habían sido tomados de las casas de algunos nobles. Casa por casa, Oscar fue explicándoles a los aristócratas afectados que estos robos ficticios habían sido parte de una estrategia para poder capturar al bandido más famoso de Francia. No obstante, también les explicó que desafortunadamente no se había logrado la captura.
Ellos se sintieron muy felices por recuperar sus cosas, pero, principalmente, se sintieron emocionados por cruzar algunas palabras con Oscar, y es que ella no sólo pertenecía a una de las familias más importantes de Francia, sino que también era una de las personas más populares del palacio, y apenas les dirigía la mirada a aquellos presumidos aristócratas a los que sólo les interesaba mantener su posición dentro de la corte francesa.
Ya era Martes, y la hija de Regnier se encontraba en el patio del Palacio de Versalles. A su lado, estaba el conde Victor Clement de Gerodelle, quien - junto a ella - vigilaba las prácticas de los guardias reales.
Desde la mañana, el segundo al mando de la Guardia Real había notado a su comandante preocupada, intranquila y ausente, y le intrigaba saber que era lo que le sucedía. Sin embargo, no se atrevía a sacarla de su ensimismamiento.
- "No teníamos la necesidad de involucrarnos en eso... Yo soy la responsable de que André haya salido lastimado..." - pensaba Oscar muy abatida, ante la atenta mirada de Gerodelle.
¿Pero por qué falló André ante el Caballero Negro?... Esta era una pregunta que la hija de Regnier se había repetido muchas veces desde que su amigo y compañero salió herido.
André era excelente con la espada, casi tanto como ella, y si bien el Caballero Negro era uno de los oponentes más difíciles a los que se había enfrentado, Oscar no entendía en qué momento de descuido su compañero pudo haber bajado la guardia para permitir que lo hirieran, tal como lo hizo Bernard. Solo una explicación venía a su mente, y esta era pensar que André no había querido lastimar a su oponente, y que su subconsciente le había jugado en contra.
Esta era una explicación bastante lógica, ya que durante los días en los que ambos frecuentaban las fiestas que se suscitaban en Versalles con el objetivo de capturar al Caballero Negro, él le había insinuado en varias ocasiones que no quería capturarlo.
"Oscar, la policía ya se está encargando de esto..."
"Oscar, ¿en verdad es necesario capturarlo?... Tengo entendido que reparte lo robado entre los pobres..." - le decía. Sin embargo, ella estaba obsesionada con la idea de encontrar al llamado héroe de los pobres. Quería descubrir de quien se trataba.
Por su parte, a pesar de verla bastante abatida, Víctor Clement aún no se atrevía a preguntarle a Oscar que era lo que le pasaba. No obstante, estaba casi convencido de que aquel extraño comportamiento de su comandante tenía que ver con la anormal ausencia de André. Y dado que no soportaba más seguir con esa incertidumbre, el conde trató de capturar la atención de la heredera de los Jarjayes iniciando una casual conversación, y ver si así lograba obtener alguna información acerca de la causa de su evidente preocupación.
- Comandante, escuché rumores de su intento por capturar al Caballero Negro. - le dijo Gerodelle.
- Sí, pero todo fue un fracaso... No logramos capturarlo. - respondió Oscar. - Aunque para ser honesta, hubiera preferido no iniciar esa búsqueda... - le confesó.
- ¿Por qué lo dice comandante? - le preguntó Gerodelle, intrigado, ya que no era normal que Óscar se arrepienta de sus decisiones.
Entonces, tras una breve pausa, ella se dirigió nuevamente a él.
- Porque a causa de esa misión, André resultó herido irreversiblemente. - le dijo.
- ¿Qué le pasó? - preguntó Gerodelle.
- El Caballero Negro lo hirió con su espada... y por desgracia perdió para siempre la visión de su ojo izquierdo. - respondió ella, con una evidente tristeza.
Entonces Gerodelle la miró sorprendido. No se esperaba que algo así de grave le hubiese ocurrido a André, pero, por otra parte, confirmaba sus sospechas: era por él que Oscar se sentía tan preocupada.
De pronto, ella le hizo una repentina petición.
- Gerodelle, necesito pedirte un favor. - le dijo Oscar, despertando la curiosidad de Victor Clement. - Solicitaré unos días de vacaciones, y quisiera que te quedes a cargo de la Guardia Real durante mi ausencia. - agregó.
La inesperada petición de Oscar tomó por sorpresa a Gerodelle; no era usual que ella se ausente de sus obligaciones de una manera tan abrupta. No obstante, a él no le quedaban dudas de que lo que ella realmente quería era pasar tiempo con André mientras éste se restablecía.
El conde era un hombre educado, muy propio en su actuar y sentía un gran respeto y admiración por ella. Sin embargo, esa decisión de su comandante de ausentarse para estar con su asistente le había ocasionado cierto fastidio... "¿Por qué le da tanta importancia a un plebeyo?" - pensaba Gerodelle, aunque muy en su interior sabía que no era eso lo que realmente le molestaba, ya que él mismo tenía una muy buena relación con su asistente.
- "¿Acaso estoy celoso?..." - se preguntó a sí mismo, con una sonrisa resignada, y tras ello, intentando fingir naturalidad, se dirigió a Óscar para responder a la petición que ella le había hecho. - Por supuesto comandante, cuente con ello. - fue todo lo que atinó a decir.
Victor Clement sabía que André y Oscar tenían una relación especial; él sabía que, para ella, André no era cualquier sirviente. La confianza que se tenían, el entenderse con tan sólo una mirada, el anticiparse el uno al otro; no había duda de que ambos tenían una gran conexión.
Alguna vez Gerodelle le había preguntado al General Jarjayes sobre André, específicamente, le preguntó qué tiempo llevaba él con su familia, y el general le respondió que el nieto de Marion había estado con ellos desde muy pequeño, y que más que como a un sirviente, Oscar lo veía como a un hermano.
- "Como a un hermano...¡ja!" - pensó Victor irónicamente, y es que, para él, los sentimientos de André hacia Oscar eran evidentes. Sin embargo, y muy a su pesar, también resultaba bastante obvio para el conde que la heredera de los Jarjayes tenía el mismo tipo de sentimientos hacia André, aunque ni ella misma fuera consciente de ello.
Y mientras Gerodelle reflexionaba sobre esto, Oscar pensaba que un viaje de vacaciones a su villa de Normandía podría ser una excelente idea para que André termine de recuperarse. Después de todo, a ambos siempre les había gustado vacacionar cerca del mar, y pensó que - quizás ahí - su mejor amigo podría olvidar todo lo sucedido, y por unos días ser feliz sin pensar en nada más que en recuperarse del todo.
Luego de tomar la decisión y obtener el apoyo de su segundo al mando, la heredera de los Jarjayes comenzó a sentirse más tranquila. Durante el resto del día arregló todo lo necesario para que no se perciba su ausencia en Versalles y, por supuesto, también habló con la reina para comunicarle el adelanto de sus vacaciones. Todo salió mejor de lo que esperaba, ya que - por fortuna - no encontró ningún obstáculo que se interponga en sus planes, y ya no veía la hora de llegar a su casa para anunciarle a su mejor amigo las novedades.
...
Unas horas más tarde, André y su abuela cenaban en la cocina de la mansión cuando, repentinamente, Oscar entró con una energía distinta a la de los días previos.
- Lady Oscar... Ya está de regreso. - le dijo su nana.
- Sí, nana. - respondió ella, sonriendo como hacía mucho no lo hacía. - Por favor, cuando termines de cenar, prepara todo lo necesario para que André y yo podamos salir de viaje: Iremos a la Villa de Normandía por unos días. - le anunció.
- ¿Qué? - replicó André, sorprendido por la noticia.
- ¿A la Villa de Normandía? - exclamó la nana. - Pero Lady Oscar, ¿y su trabajo?
- No te preocupes por eso nana, ya todo está arreglado. - le respondió ella. - Y por cierto, ya hablé con el doctor Lassone y me dijo que no hay ningún problema con que André me acompañe. Dejé varias cosas pendientes en la villa que necesito arreglar y debo salir para allá de inmediato. - agregó Oscar.
Y mientras la escuchaba, André lucía muy intrigado; él sabía que no había nada que arreglar en la Villa de Normandía, porque las personas a cargo de esa propiedad siempre tenían todo en orden.
De pronto, una alegría muy grande se apoderó de su corazón, y es que se dio cuenta de que Óscar había planeado ese viaje por él. Sí, tenía que haber sido así; no había otra razón para salir de Versalles de manera tan repentina.
- "Lo hace por mí..." - se dijo a sí mismo con alegría. Y mientras pensaba en eso, los ojos de la mujer que amaba brillaron como siempre lo hacían cada vez que a ella se le metía una idea en la cabeza, y es que Oscar estaba decidida a lograr que su más querido amigo olvide aquellos últimos días que le habían cambiado la vida, o por lo menos que intente hacerlo.
- Nos vamos mañana temprano, André. - le dijo ella muy determinada, mientras salía de la cocina para dirigirse a su habitación.
- Perfecto. - respondió él. Y su abuela cayó rendida sobre una de las sillas, como cada vez que su querida niña la sorprendía con alguna novedosa idea de última hora.
...
Fin del capítulo
