Capitulo 54


-¿Qué quieres saber exactamente?- Pregunto Mayura.

Ambas habían dejado atrás la arena de entrenamiento de las Saintias. Se habían movido hasta la cima de un montículo para hablar de manera privadas sin que nadie pueda escucharlas. Desde la altura que estaban, podían ver a lo lejos las 12 Casas del Zodiaco.

Aunque cualquiera hubiera pensado que hubiera sido difícil para una persona en silla de ruedas caminar por un sendero rocoso hasta la cima de una pequeña montaña cercana del Santuario, la silla de Mayura estaba creada con la mejores tecnologías dadas por la Fundación Graad. Sus ruedas eran todo terreno y tenía frenos para inmovilizar la silla y evitar que caiga, sin importar el ángulo. La única razón por la que no tenía un sistema y palanca para moverla sola es porque Mayura no le gustaba depender de la tecnología y prefería mover sola las ruedas, o que alguien la empujara.

Los ojos ocultos debajo de la mascara plateada con un brillo verdoso miraban atentos a la mujer pelirroja que había cuidado durante toda su vida y que había entrenado cuando el momento llegó.

-El saber porque nunca me dijiste que mi padre era un Demonio, o que sabían quien era mi padre para empezar- acuso Shoko. Su tono era de alguien molesto, pero no reprochable.

-Nunca preguntaste- la simple respuesta de Mayura descoloco a la Saintia de Águila. -Aunque me sorprende que ese estorbo tuviera el valor de decirte la verdad. O siquiera se diera cuenta que eras su hija-.

Mayura no se había hecho engaños. Cuando escucho que había ido al Inframundo donde esos Demonios Bíblicos vivían, la posibilidad de que Shoko supiera sobre su padre era alta, así que se había preparado para esta conversación durante el último mes.

-No te agrada mucho, ¿verdad?- Pregunto Shoko tras escuchar como lo llamaba.

-Por su culpa, Olivia paso por muchos problemas- dijo con desprecio. Si hubiera sido por ella, lo hubiera eliminado apenas piso la ciudad, pero su amiga, más curiosa por conocer a uno de los Demonios que se les había enseñado que existían, pero que no debían entrometerse con ellos para no causar conflictos innecesarios entre dos Panteones. -Ya era lo suficientemente malo que entrara en territorio de Athena sin permiso o avisar, pero que la dejara embarazada...-.

-¿Era tan malo que mi hermana naciera?- Pregunto Shoko, molesta por la insinuación escondida.

-En esa época, si- Mayura no tenía pelos en la lengua al decir las cosas. -Las Saintias son doncellas puras al servicio de Athena, sirviéndole como criadas, instructoras y damas de compañía. Para eso, deben ser mujeres vírgenes para compartir el voto de castidad de Athena. Esa era una ley de las Saintias que perduro desde la Era del Mito hasta la época de tu madre. Si una Saintia tenía relaciones con un hombre, era un signo de traición hacía Athena y era mandada a ejecutar junto con el hombre-.

Shoko sintió un escalofrío. Mayura tenía la habilidad de hacer que todo lo que dijera sonara terrible o escalofriante. En este caso fue ambas. Ella ya sabía de esas reglas antiguas y el castigo, pero escucharlo de Mayura la hacía sentir que los pelos de su cuerpo se erizaban.

-Fue solo porque Olivia era la líder de las Sainitas que fue una excepción. No se si te dije, pero normalmente, el puesto de líder de las Saintias es algo que ha pasado de madre a hija, aunque han habido casos que fueron la excepción, como un caso en el Siglo X-.

Shoko asintió, sabiendo ese detalle, pero no porque lo aprendiera del Santuario, sino que fue algo que se entero en la batalla final contra Eris, cuya sangre fue heredada de las antepasadas de Shoko hasta llegar a ella y su hermana.

-Divago- Mayura aparto los pensamientos innecesarios y volvió al tema. -No te dije nada de tu padre porque: A) no era necesario para los asuntos que debías ejercer. B) nunca preguntaste. y C) no me agradaba-.

Shoko estaba sin palabras. Por un momento, no vio a la Amazona estricta con todos, sino a una mujer cuya pareja de su mejor amiga no aprobaba. Nunca pensó verla así.

-...Supongo que tienes razón- suspiro. -¿Podrías guardar el secreto, por favor? Aun no quiero decírselo a las demás, no ahora al menos-.

-He guardado el secreto toda tu vida, estoy seguro que podré hacerlo- dijo Mayura con voz hueca. -Y si te preocupa que te rechacen por ser mitad Demonio, demuestra que lo único que ha crecido es tu cuerpo y sigues siendo la niña ruidosa de siempre-.

-¡Oye!-.

-Tus amigas no te juzgaran por tu sangre, no son superficiales y lo sabes. Tampoco Athena-.

Shoko lo sabía. Conocía a todas desde hace 9 años, casi una década. No dudaría en poner sus vidas en sus manos.

-Lo se... es más por mi-.

Mayura levanto una ceja, aunque Shoko no podía saberlo. No le tomo mucho a la Amazona de Pavo Real entender lo que pasaba. Shoko luchaba con la revelación de su linaje no-humano descubierto, algo que hizo entrar en dudas su propia identidad. Hasta que no aclarara sus dudas, prefería no decir nada a sus amigas.

-...Entiendo. Hasta que tu cabeza este despejada, no diré nada- dijo Mayura, decidiendo que eso será lo único que haga por ella con este tema. Shoko era una adulta, y debía volar por si misma.

-Gracias, Mayura-.

En ese momento, Shoko se dio cuenta de algo más. No solo descubrió que tenía un padre y algunos hermanos, sino que también tenía una tía muy seria.


(En otra parte, en Grecia)

-¿Es aquí?- Pregunto Jeanne.

Cao Cao vino con todo su grupo, que la mayoría conformaban los líderes de la Facción de los Héroes. Todos habían seguido al Sensei hasta una cueva en lo más remoto de Grecia.

Su objetivo era ir al Inframundo Griego, llamado también como el Hades, por el nombre del Dios que lo gobierna. El problema es que no tenían un método para llegar. Un Círculo Mágico no serviría porque la autoridad de Hades niega cualquier forma de transporte mágica a sus dominios.

Según el Sensei, solo habían tres maneras de llegar al Inframundo vivo: o vestías una Sapuris, o recibías el permiso del gobernante del Inframundo, o uno de sus Dioses sirvientes te daba permiso para ir y venir, o despertabas el Octavo Sentido, el Arayashiki.

Del grupo, solo Cao Cao, Siegfried, Lancelot y Harbinger tenían despierto el Séptimo Sentido, pero ninguno estaba siquiera cerca del nivel de entendimiento sobre el Cosmos necesario para siquiera tener una oportunidad de despertar el Octavo Sentido.

Para despertar el Octavo Sentido se necesita más que solo tener despierto los siete anteriores, también se necesita un entendimiento sobre el Cosmos, sobre el universo mismo, sobre el entendimiento de uno como individuo y con todo eso, elevar el Cosmos al máximo y más allá para así poder despertar la octava consciencia.

No era un objetivo fácil de lograr. En toda la historia del Santuario, solo Shaka, Seiya, Shiryu, Hyoga, Shun, Ikki, Dokho y Kanon pudieron despertarlo por su cuenta gracias al entendimiento que llegaron del Cosmos en todas sus batallas y tiempo de vida. El único cercano a algo así era el Caballero de Cáncer.

-Aquí estamos- dijo el Sensei, parándose frente a la entrada de la cueva, con el resto detrás de él. Pasaba una suave brisa que sacudía levemente la capucha del Sensei que cubría su rostro. -Aquí es a donde podrán llegar al Inframundo-.

-¿Ya nos vas a explicar como haremos el viaje o esperamos algo?- Cuestiono Lancelot. Él era el único de todos que hablaba de manera tan descarada al Sensei. Tal vez era por su forma de ser o porque es quien más tiempo paso con él. Todos creían que era más lo primero.

El Sensei no respondió de inmediato. De la manga de su túnica, saco una pequeña roca. Parecía carbón, pero Georg, siendo el más inteligente y analista de todos, se dio cuenta que no era carbón. Todos vieron como el Sensei comenzó a hacer una raya en el suelo con la roca.

Mientras empezaba a rayar por las paredes de la cueva, explico lo que estaba haciendo. -Esta roca que tengo es un mineral especial que solo se encuentra en los territorios de Hades. La tome la última vez que estuve en el Inframundo, ya que esta roca fue uno de los materiales que Hades uso para hacer las Sapuris de su ejercito, así que tiene una conexión profunda con el Inframundo. Siempre pensé que la necesitaría en el futuro-.

-¿Y eso como nos ayudara?- Pregunto Harbinger de brazos cruzados.

-En la Era del Mito, cuando los Dioses convivían con los humanos, esta cueva fue una vez un acceso para ir al Inframundo. El mismo Heracles la uso para ir al Inframundo y llevarse a un Cerbero durante sus Doce Trabajos. Cuando los Dioses Griegos se separaron de la humanidad, Hades corto este y cualquier otro acceso al Inframundo. Esto sorprenderá a muchos, pero Hades es un experto en la teoría y práctica de los portales y espacios dimensionales. Nadie en el Olimpo sabe más del tema que él, excepto, tal vez, Hermes y el difunto Hypnos-.

Todos se sorprendieron de ese dato curioso. Nadie imagino que el Rey del Inframundo era más versado en conocimientos de lo que alguien creería.

-Lo que voy a hacer es reactivar esta entrada para que todos puedan ingresar al Inframundo vivos. Con este mineral, el apoyo de Georg y mi Cosmos, será suficiente para que crucen. El mantenerlo, será lo difícil, por lo que no tendrán mucho tiempo. Una o dos horas a lo mucho, tres, en el mejor de los casos. Además, esta el problema espacio-tiempo-.

-¿Problema espacio-tiempo?- Repitió Siegfried.

-Cuando Hades perdió, el Inframundo y los Elíseos casi colapsan totalmente. Si no hubiera sido por la intervención de Zeus, ambas dimensiones hubieran sido un caos que dañarían a la larga todas las dimensiones. En la actualidad, el Inframundo es sostenido por el alma de Hades y los Elíseos son mantenidos por el Cosmos de Zeus, pero el daño que dejo Athena fue permanente. Al abrir este acceso, alteraría el delicado equilibrio de la dimensión del Inframundo. En cuyo caso, todos podrían terminar separados en las diferentes prisiones del Inframundo. En el peor, se perderían en las dimensiones para siempre-.

Si su objetivo era intimidarlos, vaya que lo logro. Incluso Cao Cao que era el más confiado y tranquilo de todos estaba nervioso. Ya era malo que pudieran terminar separados en territorio enemigo, pero perderse en las dimensiones era algo que nadie quería.

-¿Y como podemos evitar eso?- Pregunto Jeanne. La ex-sacerdotisa no quería algo como lo que describió la persona que le enseño sobre el Cosmos.

Tras terminar de marcar el techo de la cueva, algo que pudo hacer gracias a su gran altura que era mayor que la que cualquier humano podía alcanzar, el Sensei dejo la roca frente a la línea que hizo en el suelo y se giro hacía ellos.

-Deben elevar sus Cosmos lo más alto que puedan cuando crucen. No importa si no todos tienen despierto el Séptimo Sentido, lo que importa es que sus Cosmos los protejan para cruzar. Aun con eso, no es seguro que todos terminen en el mismo lugar-.

Todos asintieron ante lo dicho. Habían aprendido que el Cosmos podía ser usado como una capa protectora para proteger al individuo a exposiciones peligrosas como aire contaminado de químicos o soportar altas temperaturas. Lo último lo habían comprobado cuando, en decisión unánime, tiraron a Harbinger a un volcán y volvió casi ileso, solo con sus ropas quemadas.

Fue divertido hacerlo. Para que mentir. Por eso volvieron a tirarlo después de que subió.

-Y esto... ¿no alertara a la Diosa del Inframundo?- Cuestiono Leonardo.

-Así es. Por eso deberán apresurarse a completar la misión-.

-Muy bien- Cao Cao se dirigió a su grupo para dar las asignaciones. -Georg, Leonardo, ustedes se quedaran apoyar al Sensei con el portal lo más que puedan. El resto enfrentaremos a los Espectros. Según nuestros informes, solo el Espectro de Wyvern y Benhu son los que quedan, pero son los más poderosos, así que nos encargaremos de ellos primero y luego buscaremos lo que vinimos a hacer en Cocytos-.

-¿Por que nosotros debemos quedarnos?- Cuestiono molesto Leonardo. Su Sacred Gear era útil para enfrentar enemigos. No le gustaba que lo dejaran atrás.

Cao Cao miro al único niño de su grupo. -Aunque tu Sacred Gear es poderosa, nos enfrentaremos a dos enemigos que pueden destruir ejércitos sin despeinarse. A diferencia de los Demonios, los ataques de luz no afectan a los Espectros y no tienen debilidades marcadas como ellos. Prefiero mantenerte apoyando el único medio de ida y vuelta que llevarte y seas un estorbo para todos-.

Aunque no le gustaba, Leonardo entendió el razonamiento y asintió de mala gana.

-¿Y porque yo me quedo atrás? Sin mi, no tendrán forma de transportar un objeto de ese tamaño- cuestiono Georg. Aunque también le molestaba ser dejado atrás, podía ocultarlo mejor.

-Eres el mejor usuario mágico del grupo, y necesitaré de tu ayuda para mantener el portal lo más abierto posible- respondió el Sensei. -Y tus habilidades tampoco servirían de mucho contra los Espectros- agrego.

-Ya lo escuchaste- dijo Cao Cao. -Y si te preocupas por la manera en que transportaremos esa cosa, no te preocupes, ya lo tengo cubierto-.

Sin nada más que decir, Cao Cao, Siegfried, Lancelot, Jeanne, Heracles, Harbinger y Lithos se juntaron mientras vieron como un aura purpura clara cubría la figura del Sensei.

No estaban seguros de llamar "Cosmos" el poder del Sensei. Se sentía y veía como la Cosmoenergía, pero a la vez, era diferente. Como más... pura. Más divina. No era una sensación que estuvieran acostumbrados sentir.

Pero el ser que tenían frente suyo era un Dios, o un ser igual a ellos. En cualquier otro momento, Cao Cao hubiera rechazado recibir entrenamiento de alguien que no fuera humano, menos de un Dios; pero por ser él, es que acepto su ayuda.

Por que este era una Deidad que estaba del lado de los humanos.

Mientras más aumentaba su energía, el Sensei le hizo una seña a Georg, quien asintió y manifestó diferentes tipos de Círculos Mágicos que representaban diferentes tipos de magia del mundo. Oscura, Blanca, Nórdica, Demoniaca, Elfica y Celestial. Eran tipos de magias de diferentes culturas con diferentes naturalezas, y Georg las dominaba todas a su corta edad. Es lo que lo hacía tan peligroso.

-Entonces crearé monstruos que reúnan la energía para mantenerla y usarla- dijo Leonardo. De la tierra detrás suyo, surgieron un tipo de monstruos hechos del suelo del lugar.

El Sacred Gear de Leonardo es Anihilation Maker, una Longinus. Tiene el poder de crear monstruos a la semejanza y poderes que el portador desea, capaces de aniquilarlo todo. Tiene el potencial de destruir el mundo. Su poder y uso depende de su usuario, su imaginación era el limite.

Debido a su corta edad y experiencia, Leonardo aun no tiene totalmente dominado su Sacred Gear debido a que era físicamente débil, pero al ser un niño creativo no le faltaba imaginación. Una de las razones por las que Cao Cao lo ha mantenido oculto es porque no quiere que las Tres Facciones descubran que tienen más de un portador de Longinus. Sería aburrido revelar todas sus cartas tan pronto.

En este caso, Leonardo creo a estos monstruos para que sirvieran como batería y pudieran mantener el portal que conectaba el mundo de los vivos con el Inframundo.

Pronto, todos vieron una capa de energía violácea formarse en el interior de la cueva, que pronto se convirtió en un portal del color mencionado de un tono más oscuro. Del portal, salió un viento que helo hasta a los huesos a todos, pero que supieron ocultar.

-¿Y como le haremos para volver? Si es cierto que iremos de inmediato a otra dimensión como el Inframundo, entonces no será fácil regresar- la pregunta de Lithos era muy buena.

-Yo los sacaré cuando llegue el momento, pero solo podré hacerlo si el portal del Inframundo aun este abierto- respondió el Sensei, y fijo su vista a Cao Cao. -Se bien que eres un amante de las batallas, pero no te dejes llevar por tu deseo de pelear y arrogancia. Nunca has enfrentado a enemigos así-.

-Eso lo hace más emocionante- dijo Cao Cao con una sonrisa, para luego soltar un pequeño suspiro. -Pero entiendo lo que dices. El trabajo siempre esta antes que el placer, soy consciente de eso-.

El Sensei miro a Lancelot. -También va para ti, Lancelot-.

-Lo entiendo, lo entiendo- dijo el peliplata. -Aunque...- su sonrisa se volvió retorcida. -Si mato a uno de los Espectros mientras se realiza la misión, no debería haber problema, ¿cierto?-.

El Sensei no dijo nada, sabiendo que discutir con el joven era en vano cuando se ponía así.

-Entonces no me queda más que decirles. ¡Enciendan sus Cosmos y demuestren que estos meses de entrenamiento no han sido en vano!-.

-¡Si!- Respondieron todos, elevando sus Cosmos lo más alto posible.

Todos fueron rodeados por auras de energía que los cubrían como capas, pero algunas destacaban más que otras. El aura cósmica de Harbinger, Jeanne y Heracles era blanca, pero la de Lancelot era verde, la de Siegfried azul oscuro, la de Lithos era celeste y la de Cao Cao, aunque también era blanca, brillaba más que la de sus primeros tres compañeros.

Todos corrieron hacía el portal y lo cruzaron. Al estar en lo que parecía ser el interior, todos sintieron una presión que casi los hace arrodillarse, pero aguantaron y decidieron avanzar corriendo, sin perder la concentración en elevar sus Cosmos.

Siguieron corriendo, manteniéndose siempre juntos, por lo que parecieron minutos. Cuando de repente sintieron un temblor y vieron rayos caer de la nada.

-¡¿Qué esta pasando?!- Exclamo Jeanne, un poco asustada.

-Debe ser el problema de las dimensiones que menciono- supuso Heracles.

-Entonces debemos seguir adelante. Más les vale no morir a ninguno- dijo Cao Cao.

-Que gran discurso de motivación, casi me haces llorar- dijo Harbinger sarcástico.

Siguieron corriendo, avanzando, pero la presión que había comenzó a ser más pesada, haciendo más lento su andar.

-Ya... no puedo... seguir...- jadeo Jeanne por aire, el aura de Cosmos que la cubría parpadeaba por el esfuerzo de la chica en mantenerse concentrada y correr con esta presión.

Aunque no lo demostró, Heracles estaba igual que la rubia y Lithos también, aunque en menor medida que los dos por su entrenamiento y experiencia en el Santuario. Los otros cuatro que no se vieron afectados por el mismo cansancio y presión se debía probablemente al Séptimo Sentido que tenían despertados.

Harbinger se detuvo y suspiro. -Que fastidio...- iba a acercarse para ayudarlas, pero Lancelot lo detuvo. -¿Qué haces?-.

-Déjalas. Si no pueden seguirnos el paso, es porque eran demasiado débiles para vivir. No vale la pena-.

-¡Pero son nuestros compañeros!- Protesto el pelilila.

-¿Oh? No sabía que tenías un gusto por los débiles-.

-¡Nada de eso! ¡No es como si me importaran o algo así! Solo no voy a dejarlos morir aquí y que me culpen después por eso-.

-¿Pueden dejar de pelear?- Reclamo cansado Siegfried de la disputas. -Y deja de actuar tsundere, Harbinger, eso no le queda a un chico-.

-¡No soy tsundere! ¡¿Quieres pelear?!-.

Cao Cao iba a detener la inútil disputa que les estaba costando tiempo, cuando de repente, el espacio a su alrededor tembló con más fuerza, haciendo que algunos se tropezaran y solo Cao Cao, Harbinger y Lancelot quedaran en pie.

-¡¿Qué esta pasando?!- Exclamo con pánico Siegfried.

-¡Creo que caeremos fuerte!- Dijo Cao Cao.

Un segundo después, una intensa luz los cegó a todos.


Desde la entrada de su templo en Cocytos, Radamantys sintió la presencia de varios Cosmos surgir de la nada. Debido a la forma en que entraron y que habían mantenido elevados sus Cosmos muy alto, es que pudo sentirlos, y de seguro, la señora Persefone y los otros dos también lo hicieron.

Sintió la presencia de Suikyo y Triptolemos pasar su templo hasta llegar con él a su lado.

-Supongo que los sintieron...-.

-Si, son Cosmos, 7 en total. Cuatro son poderosos, pero tres deben estar al nivel de un Santo de Plata- dijo Suikyo. -Pero de todos, solo puedo sentir que uno es de un Caballero. No tengo ni idea de quienes son-.

-No importa. Lo único que importa es que de alguna manera entraron al Inframundo. Son invasores que deben ser detenidos- dijo Triptolemos.

-Por primera vez, estoy de acuerdo- dijo Radamantys, comenzando a caminar. -Siento que los dos Cosmos más cercanos están en la Séptima Prisión, así que iré a recibirlos-.

-Espera- Suikyo le puso una mano en el hombro de la armadura al británico, y este la aparto con un movimiento de su ala, lanzándole una mirada furiosa que ignoro. -No podemos ir a lanzarnos contra los enemigos. Solo somos tres Espectros. Si vamos a luchar contra ellos, necesitamos un plan-.

-Yo tengo un plan: ataca- y sin más demora, de un brinco impulsado por su Cosmos, Radamantys se fue hacía adelante, levantando un rastro de polvo y hielo.

-Idiota...- murmuro el ex-Caballero de Plata de la Copa, irritado por la actitud imprudente de Wyvern.

Triptolemos tenía la mirada fija en el horizonte. -Parece que se dividieron en grupos de tres. El grupo más grande esta constituido de tres personas, dos son débiles, pero esta uno del nivel de un Dorado al parecer. Están en el segundo valle de la Sexta Prisión- explico. -Los otros dos restantes están en la Tercera Prisión- miro al peliazul. -Yo me quedaré a proteger a la señora Persefone, tu ve a encargarte de los que están en la Quinta Prisión. Sus Cosmos están bajando-.

Como dice el semi-dios, los Cosmos de los 7 desaparecieron. Debieron bajar sus Cosmos al notar que ya habían llegado y como debieron notar que estaban separados, decidieron ocultar sus Cosmos hasta reunirse con los demás.

Suikyo se puso el casco de su Sapuris y fue en la dirección que dijo Triptolemos. No sabía quienes eran estos sujetos y como llegaron al Inframundo, pero los detendría y, dependiendo de quienes eran y lo que quería, los dejaría vivir.


-Es como dijo el Sensei: el portal colapso y termino separándonos- dijo Cao Cao. Él y Jeanne llegaron juntos a... donde sea que estuvieran.

El chino y la santa vieron a su alrededor, notando un total de diez grandes fosas en el suelo. Cao Cao casi cae en una de ellas si no hubiera usado una de las habilidades de su lanza que era estirarse para que la punta tocara el suelo y de ese apoyo, usar su lanza para dirigir su caída a un lugar más seguro.

Jeanne lo encontró gracias a que vio su lanza estirarse, así que no tardaron en reunirse.

-¿Dónde estamos exactamente?- Se pregunto la rubia.

-Viendo las fosas y según la descripción del Sensei… diría que estamos en la Séptima Prisión- dedujo el chino. -Es una suerte, estamos casi llegando a Cocytos. Una vez que estemos en Cocytos, debemos ubicar el lugar donde esta enterrado esa cosa y sacarla-.

Pero antes que pudieran seguir, los dos sintieron un poderoso y violento Cosmos acercarse. Los dos brincaron de donde estaban, evitando así a la figura que aterrizo en donde habían estado, evitando ser aplastados.

Jeanne saco su florete y Cao Cao invoco su lanza. Ambos observaron la armadura del sujeto y sus grandes alas. Sobre todo, podían sentir el furioso Cosmos que desprendía.

-¿Humanos? Ni siquiera son Caballeros- dijo Radamantys al verlos. -No se como llegaron hasta aquí, pero será el último error que cometan-.

-Grandes palabras para alguien que perdió dos veces seguidas ante los Caballeros de Athena- dijo Cao Cao, haciendo que el ceño de Radamantys se hiciera más profundo por el enojo. -No me molesta la gente habladora, pero solo si esta justificada- giro su lanza un poco antes de estar en posición de combate. -Soy Cao Cao, descendiente del estratega Cao Cao de la historia del Romance los Tres Reinos. ¿Eres Wyvern o Benhu?-.

-Soy Radamantys de Wyvern, el que te enviara a la tumba, mocoso- se presento el británico.

-Estoy ansioso por comprobarlo-.

Y en un segundo, Cao Cao desapareció de la vista del ojo humano, solo para reaparecer delante de Radamantys, golpeando con su lanza una estocada a la cabeza del Espectro.

Pero abrió los ojos al ver como su enemigo detuvo la punta de su lanza con su dedo.

-Hm...- Radamantys miro con interés la lanza unos segundos. -Esta sin duda no es un arma hecha por humanos. ¿Es una de esas Sacred Gear que los Demonios mencionaron varias veces? No importa. El que tengas que depender de un artefacto dado por un Dios ya muerto es para débiles-.

Con un golpe khen, Radamantys lanzo a Cao Cao al aire. El chino tuvo un segundo para recuperarse y hacer volteretas en el aire para aterrizar correctamente frente al borde de una de las fosas.

Cao Cao escupió sangre. Aunque su Cosmos lo protegió, el golpe de Radamantys había roto varias costillas y dañado organos que le provocaron un sangrado interno.

-¡Cao Cao!- Grito preocupada Jeanne. Solo una vez había visto a Cao Cao sangrar, y fue en su corto combate contra el Dragón Emperador Blanco.

-Como se esperaba de uno de los Jueces del Inframundo... con ese golpe casi me matas- Cao Cao saco una Lágrima de Fénix y la lanzo al punto donde fue golpeado. La Lágrima curo la zona, así como los huesos y órganos dañados. -Es como dijo él... no puedo jugar contigo. Debo pelear enserio o moriré-.

-¡Balance Breaker!-.

Ambos hombres escucharon gritar a Jeanne, para posterior ver a un dragón hecho de acero de varias espadas sagradas formarse detrás de la rubia. El dragón era enorme.

-Stake Victum Dragón. Es mi sub-especie de Balance Breaker- dijo Jeanne. Su dragón de espadas miro amenazante a Radamantys, quien vio aburrido eso.

-¿Qué estas haciendo, Jeanne?- Pregunto Cao Cao. No le gustaba que otros se entrometieran en sus batallas y Jeanne lo sabía.

-Aunque respeto tus deseos de luchar, Cao Cao, recuerda lo que dijo el Sensei: no estamos aquí para luchar, sino para cumplir nuestro objetivo-.

Que ella lo reprenda de ese modo era vergonzoso, pero tenía razón. Cao Cao se había dejado llevar por la emoción de enfrentar por primera vez a un usuario de Cosmos, no volvería a cometer ese error.

-Solo por esta vez, dejaré que pelees conmigo. Terminemos con esto pronto para hacer nuestro trabajo- levanto su lanza, cuya punta brillo.

Radamantys solo sonrió arrogantemente. Estos niños se estaban dando muchos aires. Con gusto los bajará de sus nubes antes de matarlos.


Harbinger había aterrizado en el segundo valle de la Sexta Prisión, junto con Lithos y Heracles. No tenían ni idea de donde estaban o a donde debían ir, pero tras sentir luego de unos minutos de pensar el Cosmos de Cao Cao y Jeanne, luchando contra un Cosmos grande y violento, supieron su curso de acción.

Pero apenas dieron unos pasos, sintieron la presencia de otro Cosmos oscuro acercarse a ellos, pero no era violento ni tan malvado como el otro que sentían.

Suikyo aterrizo limpiamente en el suelo. Las alas de Garuda demostraron que si podían usarse para volar. Nunca antes lo había hecho, pero no negará que es una sensación que le gusto.

-Ustedes...- observo al trio, sus ojos posándose en Harbinger al sentir que él tenía el Cosmos más grande de los tres. -No se como llegaron al Inframundo, pero volverán de inmediato al Mundo Humano-.

-¿Y si no queremos?- Pregunto Harbinger con altanería.

-No es una opción. No deben estar aquí. Si se resisten, simplemente los obligaré-.

El tono de Suikyo no dejaba duda de sus intenciones ni alguna protesta que pudiera convencerlo de lo contrario.

-Pues es una lástima, amigo, porque ahora que te conozco, no me siento con muchas ganas de irme tan pronto- contesto Harbinger, tronándose los nudillos. -Puedo sentir un gran poder en tu interior. Debes ser uno de esos Jueces del Inframundo, ¿no? Es un halago que vinieras en persona. Quiero escuchar el sonido de tus huesos romperse-.

Con solo escucharlo una vez, Suikyo se dio cuenta que el hombre de un ojo era un amante de las batallas y de acabar con sus enemigos. Se había encontrado a tipos así en su corto tiempo como Santo y en el tiempo cuando fingió ser leal a Hades. No se puede razonar con tipos así.

-Supongo que tienen una opinión similar a la de su amigo- se dirigió a los otros dos individuos, solo para recién notar a Lithos. -Tu...- la miro de arriba y abajo. -Eres una Amazona-.

-Que observador. Y tienes razón al decir que comparto la opinión de Harbinger. No vivirás un día más, maldito perro de Hades- dijo Lithos, viendo a uno de los mayores enemigos del Santuario. Por su orgullo como Amazona, no podía huir. Tenía que derrotar a este bastardo.

Suikyo levanto una ceja por el tono agresivo a su persona; pero recordando que la última gran Guerra Santa fue hace casi una década y esta chica debía tener entre 20-23 años, tal vez un amigo o maestro suyo murió durante el conflicto, y de ahí el odio. No podía culparla, pero el odio no es el arma de un Caballero de Athena.

Además, que estaba la gran duda, ¿por que una Amazona estaba formando grupo con personas que podían usar el Cosmos, pero que claramente, no eran Caballeros?

No tuvo tiempo de preguntarse más cuando escucho el grito de guerra de Harbinger.

-¡Aquí vamos!- Elevando su Cosmos, Harbinger salto y con su puño preparado, cayo y dio un golpe cargado de Cosmos al Espectro.

Pero Suikyo detuvo el puñetazo con la palma de su mano sin esfuerzo. Ni siquiera debiá usar su Cosmos para detenerlos, la protección de la Sapuris era más que suficiente.

-¡¿Qué?!- Harbinger abrió los ojos de sorpresa al ver que su puño fue detenido.

-¿Me atacas sin portar una armadura? Eso es de insensatos- Con un pequeño estallido de Cosmos, empujo con fuerza a Harbinger contra el suelo, arrastrándolo por la fuerza de impacto, dejando una línea en el suelo hecha por su cuerpo por la fricción de la tierra siendo arrancada.

-¡Balance Breaker!- Heracles no perdió tiempo y libero el poder de su Sacred Gear. En sus manos.

El Sacred Gear de Heracles es Variant Detonation. Tiene la capacidad de hacer que sus objetivos exploten cada vez que hace contacto con sus ataques físicos. Su Balance Breaker es Detonación - Mighty Comet, el cual tiene la habilidad de iluminar el aura alrededor del portador y de permitirle crear numerosos misiles en su cuerpo. Esa habilidad es bastante clara ya que los guantes de sus manos eran cohetes y tenía hombreras y rodilleras con púas.

Elevando su Cosmos, Heracles disparo uno de sus cohetes que estaban potenciados con su Cosmos. Habían descubierto que al lanzar un cohete combinado con Cosmos, aumentaba su poder, al punto de destruir la mitad de una montaña y de destruir la mayoría de los mejores hechizos defensivos de Georg.

Un ataque así sin duda haría daño.

-Débil-.

Heracles abrió los ojos al ver como el Espectro, no solo detuvo su cohete con una mano, sino que el cohete comenzó a congelarse desde la punta donde era agarrado por su enemigo, hasta estar cubierto por hielo.

Aunque su ataque no conecto, le dio la oportunidad a Lithos de acercarse. Ella no perdió el tiempo y ataco con una de sus técnicas.

-¡Plasma Relámpago!- Aunque era una técnica propia de los Caballeros de Leo, Aioria le había enseñado esa técnica como principal ataque ofensivo.

La técnica se libero como cientos de rayos celestes que se dirigieron a Suikyo. El amigo de la infancia de Dokho y Shion repelió los rayos con un movimiento de su brazo.

-¡¿Cómo?!- Exclamo Lithos incrédula. Esperaba que él lanzara una técnica para contrarrestar la suya o intentara esquivarlo. No eso.

-Con ese ataque, comprobé quien fue tu maestro. Fue demasiado indulgente, o tonto, para enseñarte una técnica que claramente no has dominado- la expresión de Suikyo era de decepción y aburrimiento.

-¿Cómo dices?- Pregunto Lithos con rabia al escucharlo insultar a Aioria.

Suikyo puso los ojos en blanco. La expresión le recordó a Lithos a un maestro que estaba cansado de explicarle a un alumno algo sencillo en clases.

-El Plasma Relámpago es una técnica que lanza un millón de golpes a la velocidad de la luz. Su fuerte es la velocidad. Tu técnica es una versión débil y barata del verdadero Plasma Relámpago-.

Suikyo no hablaba para insultar. Había enfrentado a Kaiser de Leo en su subida durante las Doce Casas. Para ese punto estaba demasiado agotado, por lo que Kaiser lo golpeo con el Plasma Relámpago antes de lanzarlo como un juguete para su mascota león. El Caballero de Leo del Siglo XVIII ni siquiera se esforzó en acabarlo. Lo que hizo esta niña es una imitación débil, y hasta insultante.

-¡Oye! ¡No me ignores, imbécil!- Grito Harbinger, levantándose con su Cosmos ardiendo. -¡Toma esto!- Harbinger lanzo bolas de Cosmos que Suikyo repelió con facilidad.

La verdad, Harbinger era de quien más cuidado tenía Suikyo. Su Cosmos ahora era bajo, pero tenía el Séptimo Sentido despertado. Podía sentir que si él se esforzaba, se volvería el más peligroso y tendría que esforzarse. Pero el problema del chico era que, aunque tenía un buen entrenamiento, no parece que tuviera mucha experiencia en combates, no contra otros usuarios del Cosmos.

Así que para evitar que se volviera peligroso, decidió terminar la pelea pronto. No los mataría, pero tampoco les hará una caricia.

Encendiendo su Cosmos, que lo cubrió del aura violácea característica de los Espectros, Suikyo decidió probar una técnica que, por los recuerdos de la estrella maligna, sabía que podía realizar, pero nunca uso porque no era su estilo.

Extendió los brazos hacía adelante y los cruzo, el izquierdo encima del derecho, con las palmas bien extendidas.

-¡Ilusión Galáctica!-.


En el escondite de la Brigada del Khaos, en la sección de la Facción de los Viejos Maou (o Verdaderos Maou, como se hacía llamar) Rokudo Beelzebub estaba bebiendo un tarro de cerveza mientras miraba unas fotos esparcida en la mesa de su cuarto.

La fotos que estaba viendo era de los integrantes del Clan Gremory. También tenía informes y videos de su participación en los Rating Game, todo gracias a su pequeño espía entre los jóvenes Demonios.

Mientras miraba fijamente la foto de Rias Gremory, su mente vago más allá de la foto y paredes de su cuarto, perdiéndose en lo profundo de sus recuerdos.

Hace 500 años, se desato la Guerra Civil entre la Facción de los Maou y los Anti-Maou. Una guerra que los primeros terminaron perdiendo y los sobrevivientes fueron obligados a esconderse en las sombras por siglos para no ser cazados por sus enemigos.

Durante el transcurso de la guerra, Rokudo fue uno de los generales más importantes de la Facción de los Maou, no por su liderazgo, que para decirlo amablemente, era pobre, sino por su poder.

A diferencia de su medio hermano y otros descendientes de los primero Maou, Rokudo no se conformo con el poder que tenía su talento. Él había querido ser más fuerte desde que aprendió a pelear, enfrentar a enemigos poderosos para demostrar su supremacía. Tener más poder. Se podría decir que la avaricia por el poder era el pecado que lo representaba. Así que entreno durante años para ser fuerte, para tener poder. Entreno y estudio diferentes artes mágicas que pudieran ayudarlo.

De su facción, solo Grayfia y su hermano podían igualarlo. De sus enemigos, solo Sirzechs, Ajuka, Serafall y Falbium podían enfrentarse a él.

Pero todo termino en la última batalla de la guerra. En esa batalla, él enfrento a Sirzechs Gremory, en el combate que lo hizo sentirse más vivo que nunca. En una pelea que quiso ganar a cualquier costo, en una batalla en que uso todo su conocimiento y entrenamiento.

Pero nada de eso fue suficiente contra el monstruo que era el Super Demonio conocido Sirzechs Gremory. Al final, termino derrotado con heridas que hubieran matado a cualquiera.

En ese momento, si hubiera muerto, hubiera estado satisfecho.

Se enfrento a un poderoso enemigo donde lo dio todo, en donde su enemigo tuvo que esforzarse para vencerlo. Una muerte en batalla era la forma en que todo guerrero quería morir.

Pero en cambio, Sirzechs le perdono la vida.

No lo remato, porque en ese momento, la batalla principal ya había terminado. El lado de la Facción Anti-Satán gano. Para Sirzechs, ya no era necesario el derramamiento de sangre entre Demonios.

Esa muestra de piedad y misericordia fue la mayor humillación en la vida de Rokudo.

A pesar de haber sentido la mayor furia en su vida, no se atrevió atacar a Sirzechs en ese momento. Estaba derrotado y sin energías, así que aprovecho el descuido de su enemigo para escapar con un Círculo Mágico.

Desde entonces, ha pasado los últimos siglos entrenando, fortaleciéndose, mejorando, todo con el objetivo de vengarse de Sirzechs por esta humillación.

Pero no se vengaría en una batalla. Una de las tantas ventajas de no tener el mismo orgullo que Shalba, era que tenía una mejor percepción de las cosas, una mente más fría a la hora de ver en perspectiva. Sirzechs se había hecho más fuerte desde su batalla y Rokudo sabía que no podría ganarle nunca.

Así que si no puede derrotar al cuerpo, atacara al corazón.

Una opción viable era atacar a su hijo, Millicas, pero el niño estaba siempre vigilado por los sirvientes y su propia madre, así que era imposible acercársele. Y desde el ataque de los Berserkers de Ares, la seguridad en la mansión Gremory es tres veces mayor. El niño no era una opción.

Así que ira por la segunda opción: la hermana.

Rias Gremory era un talento en ascenso. Para los estándares de las Tres Facciones, ella ya era una Demonio muy poderosa, con un talento que ha sabido desarrollar. Gracias a los espías de la Brigada del Khaos, estaba enterado que los Caballeros de Athena estuvieron involucrados en el entrenamiento del Clan Gremory, así que no se les puede subestimar a pesar de que son niños.

Rokudo tenía suficiente confianza para poder encargarse de todos ellos. Bueno, casi todos.

El Dragón Emperador Rojo podría representar un desafío. Uno que estaba gustoso por aceptar, pero tener que enfrentar al Dragón Emperador Rojo con el resto del Clan Gremory era una apuesta muy arriesgada en la que podría terminar mal para él.

Si quería eliminar a la hermana de Sirzechs y su nobleza, debía encargarse del Sekiryuutei primero. O al menos que no le estorbara en la pelea.

Que bueno que encontró como hacerlo. Tenía que agradecerle al clan Leviathan por esto.

Su vista se poso en el espejo colgado frente a su escritorio. En el reflejo, podía ver la silueta de quien lo ayudará. Era una chica de un cabello hermoso color purpura, ojos naranja, rostro bonito y piel blanca con pechos de gran tamaño al marcase en su ropa.

Ella viste con lo que parece ser un traje de noble con aberturas, exponiendo su escote y una falda corta.

Pero la belleza de la joven es opacada al mirar su rostro, sobre todo sus ojos... unos ojos vacíos que parecían no tener vida. Como si la joven no tuviera alma o control de si.

-Que mal que Katera no este, le hubiera gustado conocer a otra descendiente de la Leviathan original, aunque fuera una mitad Demonio- pensó Rokudo, aguantando las ganas de reírse. -Lo siento, Shalba. Se que tienes tu propio horario, pero actuaré primero-.

Se moría tanto por actuar que no podía esperar. Mañana mismo atacaría al Clan Gremory. Sin duda no se lo esperaran.


N/A: Aquí esta el capítulo. Lamento si no tuvo tanta acción. El siguiente abarcara a lo que vinieron a buscar la Facción de los Héroes en Cocytos.

Y dejen sus apuestas, ¿cuanto durara Cao Cao y Jeanne contra un Radamantys que ha entrenado?

También apareció de nuevo Rokudo. Quienes no lo recuerdan, es un OC que cree para que enfrente al Clan Gremory y cree algo de discordia entre ellos, más con Issei y Rias. ¿A que me refiero con eso? Se revelará cuando ocurra la batalla, que será dentro de poco.

Y apareció un personaje que debería aparecer mucho más adelante en la novela, pero que su autor decidió meter antes.

Lamento si parece que no hay mucha acción, pero prefiero una narrativa bien explicada y llevada antes de meterme a la acción. Además, es difícil hacer escenas de pelea entre personajes de DxD y SS sin que los primeros sean humillados por los segundos.

Sin nada más que decir me despido. Visiten y comenten el resto de mis historias por favor. CHAO.