El siguiente songfic convertido en longfic, es una regalo de una actividad para SueDeschian del grupo SasuKarin Month 3 La actividad consistía en el Día rojo (14 de febrero) entregar como obsequio un songfic a algún participante que previamente había sugerido alguna canción para su obsequio. Aquellos que recibieran regalos ese día, debíamos entregar un regalo el Día blanco (14 de marz). No lo estoy entregando en fecha, por ocupaciones que no me permitieron terminarlo, pero lo subo ahora esperando que sea del agrado de Sue.

La canción que Sue a propuesto es Queen of Hearts de The Hillbilly Moon Explosion. Espero que el fic sea de su agrado, especialmente de Sue, porque el songfic que ella me hizo, lo he amado. Si quieren leerlo, está en Wattpad con el título My Nocturnal Serenade con el nick de la autora SueDeschian. Es hermoso aunque tampoco está terminado, pero es muy prometedor.

En cuanto a la imagen de portado, mis agradecimientos a ManaKarin, quien editó la imagen.

Para información del restro de mis fics, pueden buscarme por facebook como Karin Katherine Uchiha. Sin más, los dejo con esta historia.


You still come back to me
Enjoy my company
My love, the spirit and affection
You suspect it's a losing game

En el escenario, Karin cantaba en un tono coqueto y alegre en un vestido corto de cabaret con el cual a veces danzaba entre las mesas flirteando con los clientes enmascarados como si les cantara a ellos y rechazándolos cuando la letra de la canción Diamonds are a girl´s best friends lo indicaba o cuando los novatos intentaban propasarse.

Sus movimientos eran hipnotizantes y sonreía para todos, aunque muchos de los presentes le provocaban asco y repudio. Sin embargo, la sonrisa casi se le cae cuando vio entrar al dueño que le sonrió detrás del antifaz dorado que portaba, el único color que estaba prohibido para cualquier hombre allí.

Rápidamente compuso su expresión y ésta se sinceró cuando detrás de aquel hombre entró uno más que resaltó de entre otros que llegaban en grupo junto a Maadara. Ella no necesitaba ver tras la careta para identificarlo, lo reconocía fácilmente por su mirada, pero él se quitó el antifaz negro con motivos dorados que llevaba por unos breves instantes y le sonrió discretamente.

—...sino los diamantes son de una chica los mejores… Los mejores amigos —terminó entonando la última estrofa de la canción y el público aplaudió, pero ella sabía que, muy a su pesar, no lo hacían por su talento, oh no, porque ellos no iban a irla escuchar cantar, todos esos hombres iban al cabaret a ver a los "corazones" como las llamaban, contonearse en ropa pegada que enseñaba de más y a ella la elogiaban más sólo por… odiaba pensar en ello.

—Despidamos a La Reina de Corazones con un gran aplauso —se oyó la voz del presentador y los elogios se hicieron más exagerados, ahora no sólo para complacer a la Reina, sino también a su Rey.

Con una actitud altiva, Karin fue tras bambalinas y como si hubiese estado programado, un montón de jovencitas se le acercaron para quitarle la ropa y ponerle en tiempo récord un vestido de cóctel lujoso y un antifaz rojo.

La pelirroja miró en dirección hacia donde los hombres se habían sentado aun cuando no podía verlos desde el sitio donde estaba. Ahí había varios hombres cuyo estatus podía descubrirse conociendo las reglas del lugar. El de la máscara dorada era el líder, aquellos con antifaz negro con motivos dorados eran parte de su familia sanguínea y eran llamados como piezas de ajedrez según la confianza que el líder les tenía, los de máscaras azul marino subordinados de confianza llamados peones y cualquier otro color eran grados inferiores.

—El jefe se ve impaciente —comentó una de las chicas espiando a los recién llegados desde bambalinas.

Otro color prohibido era el rojo, porque ese color sólo era para ella. Había logrado que el líder de toda esa mafia se encaprichara con ella al punto de tenerlo en la palma de su mano… o al menos en banalidades, porque a pesar de todo, él siempre tenía la última palabra.

—No las tocará —aseguró Karin y ya lista, bajó del escenario para dirigirse a la mesa donde el grupo de hombres, en una mesa VIP, jugaban al póker, no sin antes hacer una mueca de fastidio que resultaba más natural que la sonrisa que pintó en su rostro cuando los hombres la vieron.

—Ha llegado mi Diosa de la buena fortuna —el hombre del antifaz dorado estiró un brazo para tomarla de la cintura y pegarla a él mostrándole su mano— ¿Qué dices?

—No, no estoy dispuesta, no estoy de humor —declaró Karin con molestia fingida y se alejó unos pasos de él.

—¿Fue culpa de los corazones? —preguntó el hombre refiriéndose a las bailarinas que habían ayudado a la pelirroja a cambiarse y que ahora hacían un espectáculo de estriptis en el escenario.

—Para nada, es sólo que el vestido que iba a usar hoy ya no me queda. Estoy hecha un globo y es por tu culpa.

—¿Mi culpa? —preguntó el hombre confundido y el resto de los hombres en la mesa soltaban algunas risillas sabiendo que ella tenía cierto poder sobre él.

—Si, tu culpa. Desde que no bailo como las demás, ya no hago tanto ejercicio —respondió ella como si realmente le doliera, pero si había algo bueno de haberse convertido en la favorita de ese hombre, era no tener que desnudarse por dinero enfrente de los pervertidos del salón.

—¡No quiero que ningún otro hombre te mire desnuda! —bufó el hombre claramente a punto de levantar la voz por celos e hizo sentar a Karin en su regazo— Si alguien...

—No tengo que aparecer en escena, sólo necesito los ensayos —interrumpió Karin cruzándose de brazos mientras desviaba la mirada, mientras tanto el hombre pareció relajarse un poco ignorando a sus compinches que trataban de reprimir una risa.

—Antes no te quejabas de eso.

—Porque salíamos de vacaciones, estábamos por todos lados haciendo "ejercicio" —contestó ella tratando de que su asco al recordar ello no se reflejara ni en su cara ni en su voz— Ahora te la pasas ocupado sin prestarme atención.

—Y si te dejara ir de vacaciones por tu cuenta ¿sería suficiente?

—¿De verdad? —preguntó Karin emocionada, aquella podría ser una gran oportunidad, pero enseguida se dio cuenta de su error, no debía parecer tan obvia y cambió su gesto a uno triste abrazando al hombre por el cuello— Pero ahora que lo pienso, no sería lo mismo si tu no vas —metió la mano en el saco del hombre para acariciar su abdomen— No tendría mi "máquina de ejercicios".

Ella deslizó su mano por el abdomen queriendo llegar debajo del cinturón mientras jugaba a que lo besaría sin hacerlo, pero un arreglo de voz llamó la atención de ambos.

—No estoy aquí para ver a mi tío follar con su esposa —habló el hombre que había mostrado su rostro a Karin cuando entró.

—Piensa en nosotros al menos, tío —suplicó otro hombre con un antifaz similar al del anterior pero unos centímetros más alto.

—Hablaremos de eso después —el hombre de máscara dorada volvió a mostrarle las cartas a Karin tras arreglarse la voz— Entonces ¿me ayudarás?

Karin miró pensativa la mano del hombre y luego tomó una ficha y la puso al centro.

—Apuesto quinientos y pido cuatro cartas —sonrió ante el desconcierto de los presentes.

—¿Estás segura? —preguntó el de máscara dorada mientras el resto hacía su jugada.

—Si no confías, entonces me voy —contestó Karin enojada y el hombre entendió de inmediato la actitud de la chica. Antes de que ella se fuera, volvió a tomarla de la cintura para sentarla de nuevo en sus piernas.

—Estaré ocupado todo el mes, sabes que si pudiera me quedaría contigo —declaró enojado por la actitud de la chica, pero al ver su rostro obstinado, terminó por soltar un suspiro pesado— ¿Por qué no te inscribes a un gimnasio? Cuando termine con el trabajo, iremos a donde tú quieras.

—Sabes que odio los gimnasios —Karin tomó las cartas que el tallador les entregó para no dejárselas ver al hombre— Todos esos hombres queriendo coquetear conmigo ¡Agh! —miró las cartas sin dejarlo a él ver nada— Tampoco quiero un gimnasio en casa. ¡Necesito salir!

—De acuerdo. ¿Por qué no te vas de vacaciones a un lugar donde puedas hacer senderismo? —Karin no se veía satisfecha, pero era porque en esta ocasión, había podido contenerse— Sales, haces ejercicio y cuando me desocupe vamos juntos a cualquier otro lado que elijas.

La idea de ir a un sitio a hacer senderismo no le agradaba demasiado, un lugar así no le daba muchas líneas de escape, pero si la iba a dejar ir sola, ya sería una ventaja y podría ingeniárselas para huir.

Siguiendo con su papel, ella volvió a echar un vistazo a las cartas nuevas y la que el hombre aún tenía en su mano, luego miró la mesa de apuestas y empujó todas las fichas del hombre al centro.

—Apuesto todo —anunció Karin haciendo dudar a los demás jugadores. Era difícil conseguir una buena mano tras haber pedido tantas cartas, pero enseguida pensaron que ella blofeaba.

Aquél que discretamente había estado mirando con poco agrado la escena que la chica protagonizó, fue el primero en retirarse, después el hermano de éste, que también llevaba un antifaz negro con motivos dorados, y otros cuatro más los siguieron al confiar en la decisión de ellos, quedando en el juego un total de cuatro jugadores… sin contar que Karin ayudaba.

—¿Y? —preguntó el enmascarado dorado no muy contento con la movida de su pareja, pues pensaba que quizá intentaba castigarlo, pero ella no contestó porque los jugadores empezaron a bajar sus manos en la confrontación final.

—Full —anunció un hombre de máscara azul marino mostrando su mano.

—Trío —anunció un segundo con el mismo color de máscara con frustración.

—Color —sonrió un tercer hombre de máscara negra y motivos dorados y miró a Karin retándola a tener una mejor mano.

—Rosa… —el de dorado quiso insistir por una respuesta, pero su exigencia fue interrumpida cuando la aludida se levantó de sus piernas, tomó la carta en su mano para unirla a las que ella sostenía y las mostró en la mesa boca arriba con una sonrisa altiva.

—Flor imperial de corazones —anunció orgullosa ante la sorpresa de los presentes, después miró al de máscara dorada que también estaba impresionado, pero sonreía— Me voy al Monte Takao de vacaciones.

Ella sonreía, esperaba poder encontrar su libertad de modo que incluso ignoró un comentario de uno de los jugadores que susurraba que ella había hecho trampa, pero el líder tenía algo más en mente.

—Me preocupa tu seguridad, no quiero que vayas sola —habló el de la máscara dorada— Que uno de mis sobrinos te acompañe.

—¿Y quién me acompañará? —preguntó Karin curiosa escondiendo su desagrado. Caminó rápido y con elegancia como los gatos hasta el chico más alto y se sentó en sus piernas abrazándolo por el cuello mirando al líder— Quiero a Caballo, es el más guapo.

Karin lo abrazó y el aludido desvió la mirada arreglándose la voz. Éste era Itachi, con su título dentro de toda la mafia.

—No —declaró tajantemente el de dorado.

Ella se levantó de allí para acercarse a otro de los chicos, lo abrazó por atrás por el cuello y pegó su mejilla al de él. Éste se veía realmente molesto y aunque esperaba alejarse, no se atrevió a ser rudo con ella frente a su tío.

—¿Entonces Alfil? Él sabe divertirse —sonrió Karin refiriéndose a Obito, el mayor de los sobrinos.

—No —respondió el hombre menos cortante, pero tampoco estaba satisfecho— Irás con Torre.

—¿Torre? ¡Oh no, cualquiera menos él! —exclamó la pelirroja soltando a Obito cruzándose de brazos y haciendo pucheros sin mirar a Sasuke, el aludido— Él siempre dice que no a cualquier cosa que sea divertida.

—Tampoco quiero ser su niñera, yo quiero ir a la misión —objetó el chico de la misma edad que Karin.

—Si no va Torre contigo, no hay vacaciones —advirtió el hombre a la pelirroja para luego mirar a su sobrino— Vas o te envío a hacer cobros por el resto del año.

—¡Dijiste que iría por mi cuenta! —exclamó Karin.

—Irás con Torre —endureció el gesto, así como el tono de voz y la pelirroja se dio cuenta que no debía presionar.

—Iré a dejar instrucciones a las chicas —anunció Karin con mala cara— Me voy mañana.

El de antifaz dorada asintió sin decir nada más y volvió la vista a los presentes en la mesa para continuar con los negocios que habían pospuesto por la intervención de la pelirroja. Sin embargo, cuando la chica se perdió entre bastidores, el hombre dio una señal a su sobrino para que fuera tras de ella e iniciara su asignación como "guardaespaldas", pues, aunque ese había su pretexto, en realidad el hombre aún no confiaba del todo en la chica.

Karin llamó a la madame —la original Reina de corazones y que ahora apodaban como Jackie— que anteriormente mandaba en el lugar antes de ella convertirse en la favorita de Maadara, el dueño del lugar y líder de la mafia de la familia Uchiha.

—¿Y esa cara? —preguntó con burla la mujer de unos cincuenta años que esperaba ansiosa el momento en que la pelirroja cayera de la gracia del Uchiha— Te dije que no durarías.

—Estaré de vacaciones por un mes mientras espero a que el jefe termine su trabajo —Karin sonrió satisfecha al ver cómo se le caía la sonrisa a la mujer. De entre las amantes de Maadara a ninguna se le había permitido salir de su territorio y por tanto de su vigilancia— Volverás a quedar a cargo del lugar como antes, pero vengo a hacerte una advertencia.

—Mira mocosa, no me importa que… —enmudeció al ver a Sasuke llegar, apretó los puños y dio media vuelta.

—Aún no termino de hablar contigo —habló Karin y sin necesidad de tocar a la mujer, ésta dio media vuelta conteniendo su enojo— Más vale que trates a cada una de las chicas como si estuviera presente —advirtió con mirada dura— Si llego a enterarme de la contrario…

—No tienes el poder para deshacerte de mí, de lo contrario ya lo habías hecho. El jefe confía más en mí que en ti, tú sólo eres su muñeca.

—¿Quieres apostar? —retó la chica mirándose las uñas y al no recibir respuesta de la mujer, Karin continúo— Estás advertida. Ahora, ve a arreglarte la cara, pareces momia —se burló— Espantas a los clientes.

La mujer apretó los puños enterrándose las uñas en la piel y se fue antes de que la poca razón se le nublara e hiciera algo de lo que podría arrepentirse.

—No deberías presionar tanto —habló Sasuke acercando sus pasos a la chica— Ella tiene razón sobre mi tío. En cualquier momento podría cansarse —acercó su rostro al cuello de la chica y lo besó— O podría descubrir esto.

—Dijiste que te alejarías —protestó Karin poniendo distancia con el chico ocultando el hecho de que aquel beso la hizo temblar de miedo y de excitación— Tu lo decidiste.

—Necesitamos hablar —insistió el joven queriéndose acerca a la pelirroja, pero ella volvió a retroceder chocando con la pared. Aun así él, detuvo sus pasos cuando la vio retroceder.

—No tenemos nada de qué hablar y lo sabes —aseguró ella mostrando enfado, aunque por dentro estaba temerosa— Ni siquiera tendríamos que estar teniendo esta conversación.

—Lo sé —musitó Sasuke y acercó sus pasos hacia ella. Cuando Karin quiso irse, él estiró el brazo poniendo la mano en la pared para cortarle la salida y cuando ella lo volteó a ver, decidió que era el momento de decirle la verdad— Te ex…

—Necesito que… —Sasuke y Karin miraron a Jackie caminaba poco contenta hacia ellos y enmudeció al ver la escena.

—¿Qué necesitas? —preguntó la pelirroja haciendo a un lado con agresividad el brazo del muchacho y se cruzó de brazos mirando retadoramente a la mujer. Mientras tanto, el chico retrocedió un par de pasos y miró con seriedad la escena sin decir nada.

—Cuando le cuente a…

—Hazlo por favor, pero primero dime a lo que venías.

—No vas a salirte con la tuya —la mujer amplió su sonrisa y a toda prisa se fue en busca del líder.

Jackie se apresuró a Maadara con alegría, pues esperaba recuperar su poder una vez que torturaran y asesinaran a la chica que había robado su puesto. Si había algo que ese hombre no toleraba de nadie, ni siquiera de su familia, era la traición.

—¡Señor! ¡Tiene que oírme! —llegó en voz alta para que el resto de la mesa la oyeran.

—No estoy de humor para tonterías —el del antifaz dorado hizo una seña para indicarle que se largara, pero la mujer insistió.

—Es sobre su Reina —dijo sin ocultar su sonrisa de satisfacción— ¡No es nada leal!

—¿De qué hablas? —preguntó Maadra furioso y los hombres en su mesa se vieron curiosos.