¡Saludos, queridos lectores!

Continuando con las historias que no había podido actualizar en la semana, les traigo esta, la cuál, espero siga siendo de su agrado.

Para no hacer larga la introducción, sólo me queda decir que el capítulo corresponde al Día 28: Subasta del calendario 1 del SasuKarin Month Junio 2024


Al entrar a la mansión, Karin notó el descontento en la cara de Ichiro cuando vio que Sasuke volvía a caminar junto a ella. Le complació muchísimo ver el cambio en su expresión y ahora más que nunca quería que el plan del azabache se hiciera. Sin embargo, aún le preocupaba la reacción de su acompañante ante el collar.

—Necesito ir al sanitario antes de que empiece la subasta —comentó la pelirroja de repente, pues sabía que no podría ir durante el evento o podría arruinar el plan, eso sin mencionar que si durante la subasta se ausentaba, Sasuke podría volver a irse como hacía poco— Acompáñame. Sería espeluznante que ese tipo me siga hasta allí.

Sasuke pensó que la pelirroja estaba exagerando, aún así la acompañó y se quedó afuera esperando a que saliera. No obstante, Ichiro se acercó a él al poco de que ella cerró la puerta tras de sí.

—Pensé que se había ido dejando sola a la señorita Uzumaki. Ya sabe, para no humillarse —se acercó Ichiro— Todos sabemos que no puede costearse ni el artículo más barato de la subasta.

—Eso es algo de lo que no tiene ninguna certeza —respondió Sasuke con su estoicidad característica, algo que hizo dudar al hombre frente a él.

—Si es el caso, entonces debo asumir que querrá conseguir el Corazón de Sangre para la señorita Uzumaki. ¿O acaso me equivoco? —Ichiro sonrió cuando Uchiha dio un respingo. Al fin lo había hecho reaccionar— Si tiene esa expresión y tiene el dinero para competir, ¿quiere decir que no está considerando a la señorita Uzumaki como una futura Uchiha?

—Eso es algo que no le incumbe.

—Creo que está más que claro mi interés en la señorita Uzumaki, así que sí que me incumbe, pues si no se toma en serio a tan bella dama, debería dejarla ir —respondió Ichiro— Le sugiero que si no planea pedirle matrimonio en el futuro, entonces deje de quitarle el tiempo a la señorita Uzumaki. Ella no es una mujer para jugar.

—No tengo por qué escucharlo —respondió Sasuke al no saber qué más decir. No porque no hubiese podido responderle bajo otras circunstancias, sino que el tema del collar le seguía jugando en contra.

—¿Sabe? Suponiendo que pueda conseguir el Corazón de Sangre, la señorita Uzumaki está al tanto del peso simbólico de la joya, así que supongo que cuando no se la dé, ella sabrá que usted no vale la pena.

—No…

—Yo le sugiero que no se meta en asuntos que no le incumben —Karin salió del baño. Había oído toda la plática y estaba enojada con la actitud del hombre— Que esté interesado en mí, no le da derecho a meter las narices en mi vida.

—Pero…

—¿Nos vamos, Sasuke? La subasta ya casi empieza y quiero ese anillo de diamante azul que vimos —Karin tomó del brazo a Sasuke y lo hizo alejarse. Es decir, ella estaba a punto de gritarle un montón de cosas que se había guardado desde antes a ese hombre y la única razón por la que no lo hizo, fue porque había visto que su acompañante estaba afectado.

Karin apresuró el paso para llevar a Sasuke a tomar asiento en el área general de dónde se llevaría a cabo la subasta. Algo que llamó mucho la atención de los invitados que de nuevo se pusieron a cuchichear.

Ninguno de los presentes esperaba que Uchiha fuera a presentarse a la subasta aún cuando el Corazón de Sangre fuera uno de los artículos del catálogo y se preguntaban si es que planeaba pujar por él.

—Si prefieres que nos vayamos…

—No. Vamos a quedarnos —Sasuke la interrumpió, pues aunque le afectaba el asunto del collar, ahora que tenía la mente fresca, estaba más enojado con la gente a su alrededor e Ichiro. No sólo porque obviamente se estaban metiendo con él con respecto al collar, sino que este último, estaba siendo un idiota con respecto Karin.

Sí, le enojaba eso, porque ese tipo sólo tenía amantes de una posición o fama mínima, como era el caso de Karin, y aún así se atrevió a darle un sermón sólo porque él no pudo decirle que sí, aunque sea para seguir con el alardeo, iba a darle el collar a la pelirroja.

Bueno, era de esperarse que Sasuke no pudiera decir que sí a esa pregunta, especialmente teniendo en cuenta que sabía que el collar no estaba a su alcance, el peso significativo de este y que él ni siquiera podía pensar en matrimonio con Karin ni con nadie más porque apenas estaba reconstruyendo su vida. Una pregunta como esa lo había tomado por sorpresa en un momento muy inestable, pero ahora, quería poner en marcha su plan para vengarse de ese mal rato.

Venganza… de nuevo esa palabra, pero siendo justos, en esta ocasión no sólo se trataba de venganza, sino de un beneficio para alguien que, pese a todo lo que le hizo, lo estaba apoyando y al mismo tiempo retribuiría sólo un poco de lo que él le hizo a la empresa y sus empleados.

Karin notó la seguridad con la que él le había dicho aquello, por lo que no se atrevió a insistirle, sin embargo, de algo estaba segura: si veía que Sasuke hacía aunque fuere un respingo al ver el collar, lo sacaría de ahí antes de que se arruinara el plan o se pusiera peor emocionalmente.

No tuvieron que esperar mucho tiempo. Cinco minutos cuanto mucho, para que la subasta empezara.

El plan de Sasuke era sencillo, especialmente para él y Karin, quienes se habían estado paseando por todo el lugar fingiendo pasarla como una pareja más en la fiesta, pero prestando suma atención sobre el interés de la gente en ciertos objetos. Una vez ubicados aquellos más deseados, ambos formaron una lista de artículos, tres para ser precisos.

La idea, era hacerle saber a Ichiro, que esos artículos eran deseados por Karin y que Sasuke pujaría por ellos para regalárselos. De esa forma, el tipo caería en la trampa de competir contra él, aumentando el valor de los artículos para que Ichiro gastara sumas exorbitantes.

De hacerlo, el padre de este no estaría contento, pues su hijo tenía la mala fama de gastar sin miramientos, muchas veces para atraer chicas y cuando el señor Sou se diera cuenta de ello, lo mantendría lejos de los negocios familiares una temporada como castigo.

¿Cómo harían que el jefe de los Sou se enterara del malgasto? No era difícil conseguirlo, pues cuando Ichiro pensaba con lo que tenía entre las piernas en lugar de con el cerebro, actuaba impulsivamente, así que, aunque supiera de antemano que la lista de objetos, compradores y el precio a pagar, sería publicada por una revista para vanagloriar a los ricos que pujaban por caridad, lo olvidaría mientras estuviera compitiendo contra Sasuke.

Por supuesto, también corrían el riesgo de que él no pujara por algún motivo en particular, quizá por algún haz de razón, pero por ello, el par se había limitado a escoger sólo tres objetos. La idea, era esperar que al elegir los objetos más deseados, nadie los dejara ganarlo. Ellos tampoco iban a pelear demasiado y al mismo tiempo, si por algún motivo terminaban por ganar la puja, podrían rechazarla en privado.

Esto último no los iba a dejar muy bien ante las miradas de otros, pero si lograban quitar a Ichiro del camino, podrían recuperarse de esa mala fama, sin mencionar que cuando un ganador retiraba la puja, se la ofrecían al segundo, lo que ayudaría a incrementar la deuda que pretendían cargarle a Ichiro.

Sí, su plan era arriesgado para ambos, pero lo cierto, es que Sasuke siempre había sido muy arriesgado en la vida, por eso había alcanzado grandes cosas, y al mismo tiempo había sido lo que lo dejó en la situación en la que vivía y Karin, por su parte, aunque siempre había sido más cautelosa, también era muy astuta y sabía leer muy bien a los hombres simples como Ichiro, por eso, había sabido estafar a muchos hombres durante la universidad.

—Damas y caballeros, sean bienvenidos a la subasta de caridad organizada por la familia Minamoto, donde la familia Sou, ha sido tan amable de ser anfitriona del evento —hablaba la subastadora vestida elegantemente y en un tono de voz dulce, pero muy enérgico— Esta noche, tenemos artículos muy valiosos que estoy segura que ya llamaron la atención de muchos de ustedes y, por supuesto, también tenemos un catálogo muy interesante de joyas que no dejará indiferentes a los coleccionistas —hizo una seña al edecán para que acercara el primer objeto, aunque aún permanecía cubierto— Por supuesto, quiero recordarles que los fondos serán destinados a la creación de nuevas escuelas de nivel básico en las áreas de bajos recursos del país, así que por favor, sean generosos.

—¿Y realmente construyen esas escuelas? —Karin le preguntó a Sasuke en susurros.

—Depende de quién organice el evento.

—Nuestro primer artículo, es esta vajilla de porcelana del periodo Edo valuada en cien millones de ryō —anunciaba la subastadora mientras el edecán, destapaba la pieza— Es una pieza exquisitamente decorada con un paisaje primaveral de brillantes colores y que perteneció al daimyō de Yama —la chica sonreía y usaba un tono animado— ¿Qué les parece si empezamos con cien millones cincuenta mil ryō?

Poco a poco los artículos fueron pasando y al principio, todos en la sala miraban, algunos con discreción y otros sin pudor, si Sasuke se animaba a pujar. Sin embargo, conforme el tiempo pasaba y los artículos se iban subastando, la gente perdió el interés pensando que sólo estaba allí para contemplar.

Cuando finalmente apareció el primer artículo que la pareja había seleccionado para alardear, Sasuke se apresuró a levantar su paleta con el número veintitrés.

—Tenemos treinta millones de ryō del caballero con el número veintitrés. ¿Alguien dijo cuarenta? —preguntó la subastadora sin perder el ánimo, porque aunque ella también tenía conocimiento de quién era esa persona, se mantuvo en su papel.

Decir que toda la sala quedó sorprendida, era decir poco y aunque la chica que dirigía la subasta había mantenido su ánimo, lo cierto es que el tiempo estaba pasando y tardó un poco en hacer el conteo que daba la cuenta regresiva al cierre de la oferta.

Otro riesgo que ambos ya habían contemplado en esa apuesta, era que nadie les pelearía ningún artículo, pues aunque habían seleccionado los objetos que parecían más apreciados, tampoco descartaban la posibilidad, de que esa gente se abstuviera a la puja con tal de comprobar si era verdad que Sasuke podía solventar tales deudas, algo que, aparentemente estaba ocurriendo en ese momento, o bien, quizá sólo era la impresión de verlo arriesgarse.

—¡Ya casi es nuestro! —Karin exclamó levantando la voz cuando la chica dio el segundo llamado y al mismo tiempo se lanzó a abrazar a Sasuke fingiendo emoción.

—Treinta millones a las…

—Cincuenta —se oyó la voz de Ichiro que levantaba su paleta con el número uno desde uno de los asientos privilegiados del lugar.

El plan de Karin de verse cautivada por la acción del azabache había surtido efecto en el último momento, pues si bien Ichiro podría simplemente dejar que Sasuke se llevara la puja y quedar mal con la pelirroja después, lo cierto es que otro de sus tantos defectos, era la competitividad.

A su parecer, la virilidad de un hombre estaba principalmente en su poder de adquisición y por tanto, le resultaba más satisfactorio demostrar que él podía más que el que su adversario no pudiera competir. Por supuesto, esto era algo que la pelirroja ya había observado desde que había tenido que hacer tratos con él cuando Hebi Inc. había comenzado y ella estaba usando eso a su favor.

—Déjale esta, para que el resto salga de su pasmo y podamos tener más oportunidades con los otros artículos —Karin se le acercó a Sasuke murmurándole al oído, no sólo para darle ese mensaje privado, sino para que a vista de todos, especialmente de Ichiro, se viera coqueta.

—Setenta —Sasuke levantó su paleta y la pelirroja lo miró con incredulidad.

—Basta, Sasuke, apenas libramos la primera —ella tiró de su brazo y le decía entre dientes mientras fingía una sonrisa.

—Noventa millones —Ichiro se apresuró a decir en cuanto vio a la pelirroja tomarlo del brazo.

—Ciento cincuenta —Sasuke levantó la paleta nuevamente y a Karin por poco se le escapaba un grito de pánico.

—Déjalo ya —pidió ella susurrándole de nuevo al oído.

—Ciento sesenta —el hombre de cabello naranja levantó su paleta en cuanto vio a la pelirroja volverle a susurrar.

—Ciento noventa —insistió Uchiha y rodeó a Karin por la cintura con su brazo libre para tratar de tranquilizarla. Si ella mostraba su pánico, el plan se iría abajo.

—Ciento noventa millones a la una —anunció la subastadora haciendo una pausa prudente antes de seguir el conteo— Ciento noventa millones a la dos…

—Sasuke, no conseguimos engañarlo —Karin ocultaba su cara en el pecho del varón.

—Ciento noventa millones a las…

—Doscientos millones —se oyó una voz del otro lado de la sala de donde Ichiro había estado pujando.

Obviamente, todos los presentes habían estado mirando el ir y venir de Ichiro y Sasuke, por lo que su vista se posó rápidamente en el caballero que se había atrevido a intervenir en esa riña.

—¡Doscientos millones para el caballero de la paleta con el número nueve! —exclamó la subastadora— ¿Alguien ofrece doscientos diez por esta hermosa colección de vasos de cristal cortado del siglo IX?


¿Sasuke y Karin conseguirán que Ichiro gaste lo suficiente para que su plan se complete? ¿Lograrán seguir pujando sin quedarse sin ninguna deuda, o sólo tuvieron suerte de que alguien más pujara en el último momento? ¿Karin podrá confiar en Sasuke después de esta acción? ¿Debe esperar algo peor cuando aparezca el collar de su familia? ¿Qué otras preguntas les han nacido al leer el capítulo?

Me encantará leer sus teorías y preguntas en los comentarios n.n

Esta noche estaré actualizando todo lo de la semana, así que sean pacientes para poder subir todo n.n

Sin más por el momento, me despido por ahora n.n

¡Hasta la próxima actualización!