No tiene idea de qué hacer, pero cuando menos se da cuenta está delante de la puerta de la habitación de Kirishima. Realmente no desea estar ahí, no quiere estar tocando para que le abra, no necesita que...

—Ah, Bakugō, no sabía que vendrías a verme, ¿necesitas algo? —Sí, que su maldita sonrisa brillante desaparezca. Suspira, se palmea el rostro mientras empuja el cuerpo del pelirrojo para poder ingresar a la habitación, acto que es bien recibido por el otro, quien sólo se limita a cerrar la puerta detrás suyo—. Tomaré eso como un sí, ¿es algo sobre la escuela? Porque no tengo ningún apunte de Aiza...

—¿Cómo se pide perdón? —interrumpe, dejando con la boca abierta a Kirishima quien se limita a avanzar hasta su cama y caer sentado dado que aquella pregunta le ha llegado como bomba.

—¿Te peleaste con alguien importante? —interroga de vuelta, aunque en realidad está más asombrado por quién sería aquel afortunado al que Bakugō desea disculparse sobre porqué desea hacerlo.

¿Quién es tan importante para Bakugō como para querer disculparse? Y eso, de cierta manera, lo hacía sentir incómodo. Alguien había llegado muy profundo de él como para querer disculparse. Un evento hasta casi impropio.

—No importa quién, solo... dime cómo hacerlo —murmura, evitando el contacto visual.

Y esa extraña timidez comienza a parecerle extraña. Arruga el entrecejo, queriendo comprender qué hay en la mente de Bakugō, aquella que divaga al querer obtener respuesta inmediata con tal de seguir con sus planes de enamoramiento.

Kirishima no puede evitar sonreír con suavidad, comprendiendo al final la dificultad para Bakugō. Debe de ser alguien muy importante para él—. Bueno, primero necesitas ser sincero. Decir por qué lo sientes y prometer que no volverás a hacer lo mismo. A veces, solo necesitas escuchar a la otra persona y entender su punto de vista. —Katsuki asiente lentamente, aunque en el fondo piensa que es una puta mierda dado que un perdón no arregla todo con Deku. Midoriya. Mierda. Termina dando otro golpe en su rostro, acto que Kirishima observa atento. Entiende que su consejo no ha sido el mejor—. ¿De quién se trata? Quizá si me hablas un poco acerca de por qué deseas disculparte puedo ayudarte con cómo decirlo.

Gira el rostro, esa era la otra cosa que no deseaba que hiciera. Las preguntas que rondan alrededor de la persona que anhela, aquel secreto que debe permanecer en un baúl en el fondo de su corazón—. Qué te importa. —Ahora avanza a la puerta, aunque pronto el pelirrojo se pasea hasta quedar delante de esta—. ¿Qué estás...?

—Explícame, Bakugō —dice Kirishima observándolo directamente a los ojos, acto que mantiene por su actitud recta—. Esa persona a la que deseas disculparte debe de ser muy importante para ti.

Desvía la mirada, mierda, hasta las mejillas las siente coloradas—. No es...

—Estás preguntándome, no puedo contestarte como es debido si no me dices de quién se trata o porqué deseas disculparte.

—Esto no se trata de ti, maldita sea.

—¡Si estás con esa actitud no podrás ser sincero con tus disculpas!

—¡Es...! —Gira el rostro, casi lo grita al estar molesto. Aprieta los labios al igual que los puños. Suspira. Kirishima es de fiar. Es lo más cercano a un amigo—. Es Deku —susurra, obteniendo la mirada confusa del pelirrojo quien abre la boca para preguntar, algo que interrumpe al proseguir—, me gusta, pero antes quiero disculparme con él por todo lo ocurrido. No sé... No sé cómo confesarme.

Una confesión que ha caído como bomba.