— Realmente no entiendo como es que alguien como Gogo pueda haber huido de casa.


— ¡Mmmn! —ahoga un grito y varias lágrimas recorren sus mejillas. El rubio logra agarrarse de las cuerdas que lo tienen preso de las muñecas debido a que ha dejado caer su peso y para evitar lastimarse más, opta por sujetarse. Sus pies también están prisioneros, estar de pie no es una posición cómoda cuando hay otra persona que jala las cuerdas y te golpea como si nada, hay momentos en donde le duele bastante estar siquiera estar de puntas cuando el extremo de la cuerda de su captor llega al piso y le hace elevarse, lastimándolo más. Se siente humillado. Hace semanas (porque así lo ve él) que no prueba ningún tipo de baño y el hedor de su cuerpo le produce bastante asco. Su captor lo tiene desnudo de pies a cabeza, mostrando cada milímetro de su piel.

— Gogo, Gogo... —susurra Izuku sonriente para luego lamer aquellas pinzas de punta fina y puntiaguda.— ¿Por qué no gritas? Vamos, alguien puede venir a buscarte después de todo hay mucha gente a la que le importas. —le toma de los cachetes, apretándolo con fuerza. El rubio no puede evitar sollozar con más ganas. Las pinzas recorren su cuerpo, aún cerradas. Le entra un miedo profundo cuando las ve detenerse cerca de su ombligo. Realmente teme a morir. Teme a que le apuñale con ello.

Pero, sobretodo, teme a que no lo haga y se siga divirtiendo con él.

Quiere gritar, de verdad que quiere pero Izuku le ha tapado bastante bien la boca con cinta. Aún si quisiera morderla para después escupirla como lo hizo la primera vez, en esta ocasión no puede. Le ha dado vuelta tras vuelta pasando incluso por el cabello.

Echa la cabeza hacia a un lado, evitaba mirar a su captor. Después de todo, odiaba que fuera su profesor Midoriya, su profesor favorito. En realidad, él no había sido el que había hecho todo aquello sino su hermano Yamikumo pero temiendo que a él lo reprendiesen, decidió tomar la responsabilidad de todo aquello. De sólo pensar que su hermano pudo haber sufrido todo lo que aquel hombre le está haciendo le causa bastante temor.

— Mn... Mmm... —niega con la cabeza, llorando. Vuelve a echar la cabeza hacia en frente, dejando que varios de sus mechones rubios le cubran el rostro. Ve que las pinzas se abren al mismo tiempo que se alejan de su cuerpo. De nuevo le entra el terror de que le haga algo. Vuelve a levantar la cabeza, negando repetidas veces sin poder frenar su llanto.

— ¿Qué? ¿Tienes miedo? —ríe Izuku posicionando las pinzas en la nariz de Gogo, haciendo que este hiperventile. No puede desviar la mirada, incluso llegar a hacerse a un lado podría lastimarle si ejerce presión. Se queda quieto, tratando de controlarse.— ¿Cómo piensas que yo le haría daño a un estudiante mío? —aprieta poco a poco haciendolo cerrar los ojos debido al dolor.— Eres mi mejor alumno, jamás te haría daño... —se detiene y quita las pinzas para después acariciarle las mejillas. Gogo vuelve a centrar su mirada en Izuku bastante aterrado.— Tienes unos lindos ojos...

Gogo abre los ojos bastante perplejo. Ve de nuevo las pinzas alzarse frente a él y acercarse a su rostro con lentitud. Los cierra, tiene miedo. Quiere salir de ahí y estar con su madre. Quiere que sea Yamikumo quien le reconforte con abrazos. Quiere estar lejos de ahí y que sea un terrible sueño.

Pero las pinzas nunca llegan.

En cambio, la risa de Izuku es lo que lo descongoja. Abre poco a poco los ojos sin querer hacerlo. Le ve doblarse incluso de la risa, apretar su estómago con sus manos y jalarse del cabello. Incluso ha tirado las pinzas pero no ha causado ruido debido a que por alguna razón hay tierra. Es como si estuviera en lo más profundo, encerrado sin ningún tipo de escapatoria. Gogo se encoge de hombros como si aquello lo salvara de mucho. No sabe qué lo acongoja más; el hecho de ser torturado o que Izuku ría sin restricción.

No lo ha podido evitar, se ha orinado de nuevo debido al susto. Vuelve a llorar en silencio, tratando de no llamar la atención de su ex profesor. Las risas se van disipando y con ello regresa la calma de Izuku.

— Uh, vamos Gogo... —susurra Izuku sosteniendo la cabeza del rubio con ambas manos. Incluso le parece que siente empatía hacia a él.— No es divertido hacerte llorar. —le besa la frente. A Gogo le produce bastante asco el hecho de que se le acerque tan siquiera un poco.— ¿Te parece bien una ducha? Se ve que la necesitas, estás hecho un asco.

Gogo asiente con la cabeza débilmente. Tal vez su profesor favorito había recapacitado. Tal vez lo dejaría ser libre para estar con los suyos. Realmente lo piensa así. Le baja de aquel artefacto aún con las manos y pies atados. Esta vez lo deja en el suelo como comúnmente está. Es difícil saber en qué lugar se encuentra debido a la poca iluminación y lo estrecho del espacio.

Ve a Izuku ir a un lugar de la habitación y regresar con un par de cubetas llenas de agua. Luego trae el jabón y la esponja. Gogo vuelve a sentir que las lágrimas le traicionan. De ninguna manera lo va a dejar salir.

— Venga, te voy a bañar, te frotaré la espalda. —sonríe Izuku con una tierna sonrisa. Gogo se posiciona en frente de él y se deja asear por su captor. Llora en silencio. Se siente humillado. Realmente desea parar todo y regresar el tiempo pero no es posible. La poca agua que cae sobre su cuerpo le espabila. Tiene que salir de ahí. Tiene que.

Pero si algo intenta en esos momentos podría ser sospechoso.

Cuando empieza a sentir su cuerpo más fresco, una lengua le recorre la nuca. Aquello lo pone en alerta. Sin cuidado, lo ponen contra el piso dejando su trasero al descubierto, cayendo encima de sus manos. El peso de Izuku sobre su cuerpo le imposibilita moverse y tratar de defenderse.

De nuevo las lágrimas le atacan.

Siente dos dedos introducirse en su orificio anal sin ningún tipo de dilatación. Aquello le hiere, siente escozor en ese lugar e intuye que está sangrando. Podría hacer algo desagradable para que frene. Podría...

— ¡Ugh! —Izuku de inmediato saca la mano de aquel lugar con parte de heces fecales en los dedos que introdujo con anterioridad en Gogo mas no se levanta ni hace amago de retirarse. El rubio se remueve logrando sacar sus manos. Ahora estas están delante de él. Empieza a forcejear con tal de safarse del amarre pero le parece imposible. Está bastante bien sujeto. De pronto, siente que Izuku le jala de los cabellos con su mano, bastante rudo.— ¡Mira lo que has hecho! —le extiende la mano aún cagada. Gogo desvía la mirada, no puede evitar sentir vergüenza pero de alguna manera había logrado evitar una posible violación.

Vuelve a forcejear esta vez con más fuerza. Debido a que Izuku se ha inclinado para tomarle de esa manera, ha hecho que parte de su peso deje de estar encima de él. Logra girar su cadera y patea con ambas piernas a Izuku, haciéndolo caer y soltarle.

Era su oportunidad. De inmediato busca con la mirada las pinzas que ha tirado Izuku con anterioridad y las coge bastante decidido. Empieza a morder las cuerdas con ayuda de las pinzas pero detiene su tarea cuando ve que Izuku va contra él a paso lento. Logra levantarse, encontrando estabilidad de quién sabe dónde.

Esta vez las usará de arma. Si su ex profesor no le hizo daño antes, él sí lo haría.

— Hey, calmado... —esboza una sonrisa Izuku mostrando ambas manos. Después de todo, aún tiene la ventaja. Gogo aún con toda la determinación y enojo que se pueda, sigue estando atado lo que le imposibilita moverse con rapidez.

Gogo con cuidado logra encajar las pinzas en la cinta, hiriéndose un poco el rostro. Empieza a cortar y con su mano libre da un tirón para quitarse aquel adhesivo de la cara. Le ha dolido, vaya que sí.

— ¡Suéltame! —exclama con la mirada fiera. Izuku no puede evitar pensar que su premio de consolación es bastante interesante. No puede evitar tener una erección.

Follarse a Gogo sería la gloria misma.

— ¿O qué? —Izuku se relame los labios. Se va quitando la camisa dejando su pecho desnudo bastante bien trabajado. Gogo nota varias cicatrices en el cuerpo de su profesor. Alguna vez tuvo sentimientos por él pero desde el viernes que había sepultado todo eso.— ¿Me vas a matar? —se acerca a paso lento. Gogo da pequeños pasitos debido a lo juntas que siguen sus piernas. De nuevo le está entrando el miedo.

Pero no era hora de tener miedo.

Esta vez se queda completamente quieto. Cuando su ex profesor se acerque lo suficiente, lo degollaría. Sí. Le daría justo en la yugular. Abriría las pinzas sobre su cuello y las cerraría a diestra y siniestra sobre aquella vena en particular. Lo abriría y luego le ensartaría las pinzas por el cuerpo. Le haría sufrir de verdad.

Gracias a que su madre es enfermera, ubica bastante bien las venas importantes con sólo mirar la piel al descubierto. Y no despega su mirada del punto exacto.

Entonces Izuku se le abalanza. Gogo de inmediato aplica toda su fuerza para cortarle el cuello pero ha sido bastante rápido como pata esquivarlo. Ahora, con el codo y parte del antebrazo, le golpea las muñecas haciendo que él tire las pinzas. Las patea para que esté lo suficientemente lejos de ellos dos y le toma del cuello, asfixiándolo.

— ¿Creíste en verdad que podías vencerme? —Izuku ríe a carcajada limpia.— ¡Eres un idiota! Aún siendo mi mejor alumno... Qué inútil. —le suelta, Gogo cae de inmediato al piso tosiendo, tratando de recuperar el aire. Izuku se agacha y le toma de los cabellos. Lo azota contra el piso dejándolo aturdido. Se queda en el suelo viendo bastante borroro. El pitido en sus oídos no es algo realmente bueno.— Gogo... Gogo... —siente los labios de Izuku recorrerle el rostro. Sigue aturdido y bastante confundido.— Es una lástima pero debes de entender que ahora no soy tu profesor, ahora soy tu amo y tú eres mi juguete, siendo más especifico eres mí mascota.

Gogo levanta la mirada, aún mareado. De pronto, los dos dedos antes injustrados en el orificio anal de él, ingresan a su boca, provocándole ascos, quiere devolver lo nada que trae en el estómago. Mientras él forcejea para liberarse de aquello, Izuku vuelve a posicionarse encima de él. Saca sus dedos de la boca de Gogo. Ahora el rubio vomita por el asco producido.

Izuku se remueve encima de él, poniendo un brazo y bastante fuerza encima de sus hombros y con la otra, le tira el agua al trasero, limpiando las heces fecales que siguen ahí.

— Seré todo lo que quieras, Gogo-kun pero no me gusta la mierda, me da asco casi tanto como a ti. —ríe. Gracias al agua y al jabón se ha limpiado la mano y vuelve a ingresar los mismos dedos a su interior.

— ¡Aaaaah! —grita Gogo con rastros de vómito en el rostro. Izuku le echa agua, limpiando parte de aquello. La tierra luego tragaría todo aquello. Los dedos se remueven en su interior con insistencia, las uñas le arañan el interior provocandole heridas internas pequeñas. Le duele, le arde, le asquea.

Deja de resistirse. Era inútil.

Es inútil.

Deja caer la cabeza y llora en silencio. Los dedos salen de su interior. Sabe lo que viene. Sabe que lo que sigue va a ser de lo peor. Izuku se posiciona por completo encima de él. Le escucha jadear y siente el pene de su ex profesor entre su nalgas, restregandose, burlándose de lo que pronto le haría. Cierra los ojos llorando con más fuerza.

— No te pongas tímido. —escucha susurrar a Izuku para después sentir sus labios en su nuca. Quiere vomitar de nuevo.— Lo haré con amor, te voy a hacer el amor. —besa sus hombros para después recorrerlos con la lengua.— ¿O no quieres que te haga el amor? —Izuku pega su mejilla a la de Gogo, ve que hace un puchero. El rubio desvía la mirada bastante humillado.

— Ha... Hazme el amor... —susurra entre hipidos y lloriqueos.— Po-por favor... Hazme el amor... —se muerde el labio sintiendo asco de sí mismo. Si se ponía rebelde capaz y le hacía algo peor.

Tal vez debería cooperar.

Izuku sonríe enternecido. Se levanta y se sienta quedando al lado de él. Tiene los pantalones por debajo de los glúteos al igual que el bóxer dejando ver su bien dotado pene a la vista de Gogo. Le extiende la mano y acaricia sus cabellos de la misma manera como en el pasado hacía. De la misma manera como cuando lo elogiaba de hacer un buen trabajo. De la misma manera en que siempre soñó.

— Gogo, se me antoja un oral, ¿Podrías dármelo? —pregunta con una sonrisa pequeña. Acaricia su mejilla con ternura. Gogo asiente con la cabeza.

¿Qué más podría hacer?

Se arrastra hasta quedar delante de aquel trozo de carne y empieza a lamerlo sintiendo sus mejillas enrojecer por la vergüenza. Prontamente su rostro está rojo, se siente bastante humillado con sólo hacerle una felación. Izuku le acaricia los cabellos, sonriente. De vez en cuando libera jadeos y pequeños gruñidos. Engulle cel miembro erecto de su ex profesor, quedandose a la mitad por no poder abarcar todo.

— Si me muerdes... No te haré el amor. —Gogo siente su cuerpo vibrar y no por excitación. Aquella era una clara advertencia que lo violaría bastante fuerte. Si le hacía el amor haría que su superación fuese más rápida al contrario de una fuerte.— Gogo, ¿Sabes? Pronto tendrás un nuevo compañero. —el rubio alza la mirada, intrigado. En la primera persona que piensa es en su hermano. No. No podía permitir que ese hijo de puta le hiciera lo mismo que a él.— Uh... Lamela, así... —Izuku suspira.

Por ahora cooperaría.

— ¡Mn...! —aprieta los ojos. Siente el semen de Izuku escurrirse por sus labios. Quiere escupirselo en la cara.

— Cometelo. —habla Izuku sonriente acariciando su mejilla. Gogo obedece bebiendo por totalidad aquella semilla. Es salado, bastante salado. Izuku palmea la cabeza del rubio con una sonrisa tierna.— Buen chico, buen chico. ¿Quieres tu premio?

Gogo desvía la mirada, más humillado. Asiente con la cabeza. Nuevamente las lágrimas lamen sus mejillas como viles traicioneras. Izuku lo ayuda a levantarse y a sentarse dándole la espalda. Al menos estando así no tendría que ver su rostro, le asquearía tanto que terminaría vomitandolo. Le dobla, pasa los brazos y le abraza las piernas, atrayéndolo más a su pecho. Le eleva lo suficiente y siente el pene nuevamente erecto de Izuku rozarle su entrada.

— ¿Estás listo, Gogo? —le besa la mejilla y el cuello repetidas veces. Su tono meloso le hace sentir extraño. Cierra los ojos y asiente con la cabeza. Izuku le pega en los glúteos.— ¡Habla! Cuando tu amo te pregunte, debes de contestar.

— ¡Sí, sí! —exclama Gogo echando la cabeza hacia atrás, permitiendo a Izuku recorrer su lengua mucho mejor sobre su cuerpo.— Hazme el amor... Fóllame... Amo... Fó- ¡Aaaaah! —pega un grito tan alto como sus cuerdas bucales le permiten. El pene de Izuku ha ingresado de golpe en su interior. Siente un liquido salir de su interior. Es sangre, lo sabe bastante bien.

Las embestidas de Izuku empiezan al igual que los gimoteos de dolor por parte de Gogo también. Le siente en lo más profundo de su ser, jodiendole en el interior. El pecoso recorre con mordidas el cuerpo del rubio dejandole varias marcas en su blancuzca piel.

Gogo decide imaginar otra atmósfera.

Imagina el salón de clases. Su profesor favorito está ahí, sonriendole con toda la sinceridad del mundo. Le palmea la cabeza, elogiándolo por un magnifico trabajo. Están solos. Gogo le confiesa su amor, el cual, es correspondido. Su profesor favorito le besa con todo el cariño que cada noche añoraba en el silencio de su habitación. Le acaricia el cuerpo y pronto lo desviste, dejándolo completamente desnudo. Gogo se da la vuelta y le deja entrar haciéndolo el primer hombre en su vida. Su primera vez siendo con la persona que más ama en el mundo. Las embestidas lentas y suaves que le da su profesor favorito son realmente encantadoras que le hacen llegar al clímax.

— Lo... Lo amo profesor... —jadea Gogo llorando, imaginando que es su profesor de siempre quien le otorga su primera vez.— Lo amo tanto...

— Eres precioso, Gogo. —jadea Izuku para después morder con más fuerza la nuca del rubio, haciéndola sangrar. El joven Kashima no puede evitar gemir por el dolor producido.— También te amo, también te amo. —miente pero nota como el cuerpo de su ex alumno se relaja para después llegar al clímax contrayendo sus paredes anales, haciéndolo terminar en su interior.

— ¡Profesor Midoriya! —exclama echando la cabeza hacia atrás.

La fantasía termina.

Y regresa a la cruel realidad.