Holis, tengo un nuevo trabajo pero espero poder organizar mí tiempo entre mis nuevas responsabilidades y esta historia, cuídense y...
Enjoy.
Capítulo 4:
Los Ángeles, Estados Unidos. Finca de los Haddock. 03:49 P. M.
Hiccup estaba acostado en su cama mirando fijamente el techo, su gato Toothless se había echado a dormir justo a su lado pero no le importaba, tenía problemas mayores en su cabeza como para preocuparse por los pelos que dejaría su mascota en el edredón. El chico de ninguna manera quería terminarle a Heather, tal vez su padre tenía razón en cuanto a lo que sentía por ella: él no la amaba, de hecho, nunca se había enamorado pero sí la apreciaba y no la quería lastimar. También estaba dolido por el secreto que habían guardado sus padres, el matrimonio no formaba algo tan importante en su vida y probablemente hubiera aceptado de buena gana casarse con la chica esa… ¿cuál era su nombre? Ni siquiera se lo preguntó a sus padres. Pero en fin, tal vez no le hubiera dado tanta importancia al asunto si sus padres al menos hubiesen tenido la sutileza de decirle que estaba comprometido años atrás. A sus doce años era un niño muy inteligente o al menos eso decían sus maestras, entonces: ¿era absolutamente necesario ocultarle semejante secreto por tantos años?
"¿Cómo pueden dormir en la noche?". Pensó horrorizado.
Poco a poco su enojo se fue disipando dando paso a la curiosidad, ¿sería guapa la hija de los Hofferson? Él no era superficial y la belleza física le interesaba poco, pero si ella resultaba ser linda no se enfadaría. Si llegaba a ser tan hermosa como la rubia a la que conoció en la playa tampoco se quejaría. Hiccup suspiró, quizás sí era un poco superficial al final de cuentas. Apartó a la desconocida de su cabeza, había pensado demasiado en ella durante el día y eso lo volvía loco. ¡Solo era una chica! Y además, estaba comprometido con otra total extraña, independientemente del interés que se había asentado en su cabeza, debía olvidarse de ella cuanto antes. Se pasó las manos por su cabeza mientras soltaba un gruñido de frustración, Toothless se despertó sobresaltado y al ver que solo era su dueño teniendo una crisis se volvió a acomodar entre el cómodo edredón dispuesto a retomar su sueño.
Hiccup se irguió en la cama y las sandalias plateadas de la chica dejadas en un rincón le devolvieron la mirada. ¿Cómo podría olvidarse de ella si tenía un recuerdo suyo palpable? Podía pensar que solo fue un sueño y que realmente no la había conocido pero tenía aquel calzado en su posesión. Se levantó de la cama y tomó una sandalia. La rubia tenía buen gusto y mucho dinero en el banco para habérselas costeado y no solo eso, sino también para dejárselas con tanta facilidad a cambio de un par de Converse. ¿Quién era ella? ¿Por qué fue tan idiota y no le preguntó su nombre? ¿Por qué solo la dejó ir? Y más importante, ¿por qué seguía dándole vueltas a ese asunto si no le convenía? ¿Por qué no lo podía dejar estar? ¡Demonio, él tenía novia!
El chico dejó la sandalia con su compañera y se obligó a pensar en su prometida de quien tampoco sabía nada y solo rezaba para que no fuera tonta, podía ser todo lo fea que quisiera pero odiaría que no fuera alguien inteligente, odiaría casarse con alguien que pensara que el Sol es un planeta cuando en la astronomía básica dejaban más que claro que el Sol era una estrella.
— Oye, Toothless... Creo que mis viejos perdieron la cordura —le mencionó Hiccup a su gato— Y creo que yo también
Toothless abrió un ojo y volvió a cerrarlo dándole a entender a su dueño que no le importaba el tema.
— Me voy a casar, Toothless. ¿No te alegra? —preguntó Hiccup y se echó al lado de su mascota
El gato se acurrucó al lado de Hiccup exigiendo mimos, el chico no supo cómo interpretar esa respuesta y lo dejó estar mientras se dedicaba a pasar una mano por el lomo del animal quien ya empezaba a ronronear.
— Gracias por el apoyo, Toothless —murmuró rodando los ojos
El joven aún tenía curiosidad por saber cómo era su prometida y todavía más por saber su nombre. Era curioso por naturaleza pero también le gustaba tener el control de las cosas y aquella situación llena de incertidumbre estaba agotándolo.
Alcanzó su teléfono que estaba en la mesita de noche, no quería preguntarles a sus padres por ella, se suponía que estaba enojado y además, no quería ponerse a discutir de nuevo.
"Si no está en Google, no existe". Pensó mientras desbloqueaba su teléfono
Tenía muchas notificaciones y mensajes de sus amigos de la universidad que ignoró, abrió el navegador y busco en Google por la empresa de los Hofferson. La página cargó rápido y se puso a investigar.
La Compañía Hofferson es una empresa estadounidense fundada por Mr. Hans y Mrs. Erin Hofferson. Es mundialmente conocida por producir la famosa marca de autos Millenium que se vende de forma internacional. Es una de las empresas de automoviles más seguras y de excelente calidad en toda Norteamérica.
Hiccup repasó varias páginas de Internet y algunas notas sociales. Aparecían muchas fotos de los padres de su prometida pero de ella no hacían menciones. No la involucraban activamente en el negocio y al parecer protegían su identidad. El chico entendía perfectamente esta medida, sus padres también pagaban una fortuna por mantener su identidad escondida para mayor privacidad y así poder protegerlo. Cuando eras el heredero de una inmensa fortuna tendías a ser el blanco de secuestradores y posibles enemigos. A Hiccup le agradaba no ser expuesto en la Internet y gracias a sus padres pudo crecer con aparente normalidad, fue a escuelas carísimas pero también pudo caminar por las calles de la ciudad como un chico normal, conocer a gente fuera de su habitual clase social y todo esto porque nadie sabía sobre el fructífero negocio de los Haddock y su creciente fortuna.
Se rindió a su incansable búsqueda por la web. Sin un nombre en específico pocos resultados podía obtener y más cuando sus padres estaban protegiendo su identidad como lo hacían con él, no podía conseguir datos sobre su prometida en Internet así que decidió que le preguntaría a su madre, la curiosidad podía más con él así que se fue directamente a buscar a la mujer.
— Tregua —pidió él mientras se abría camino entre los viñedos, su madre se giró y parpadeó varias veces sin comprender
— ¿Qué?
— Suspensión de hostilidades, mamá —explicó Hiccup parándose frente a ella— Estoy en guerra con ustedes pero necesito información así que, ¿tregua?
— ¿Guerra? —inquirió Valka confundida y luego suspiró dejando a un lado su Tablet donde al parecer estaba llevando la contabilidad— ¿Sabes algo? Olvídalo. Acepto la tregua
— Genial, porque quería saber cómo se llamaba la hija de los Hofferson —dijo él
— Oh... Eso —Valka sonrió complacida— Su nombre es Astrid
— Astrid... —susurró Hiccup sopesando el nombre de su prometida— ¿Qué me puedes decir de ella?
— Muchas cosas, me alegro de que empieces a interesarte por tu futura esposa —comentó Valka con los ojos brillantes
— No te confundas, madre. No me interesa de la manera que piensas, solo quiero conocer a mi enemigo
— ¡Por amor a Dios, Hiccup! —exclamó la mujer mirando al cielo con dramatismo— ¡Esa hermosa niña no es ningún enemigo tuyo!
— ¿Hermosa?
— Sí, Astrid es encantadoramente hermosa e inteligente, y la verdad es que creo que pueden encajar perfectamente —repuso ella
— Solo lo dices para tratar de animarme —espetó Hiccup con neutralidad pero en el fondo quiso saber si realmente Astrid era todo eso que su madre decía
— Hiccup, estoy segura de que la amarías. Sé que se están juntando por el compromiso pero bajo otras circunstancias, apuesto que caerías rendido a sus pies. Es totalmente tu tipo
— No sabes cómo es mí tipo —replicó él
— Sí que lo sé, soy tu madre —contestó Valka orgullosa— Y cuando la conozcas, me darás la razón
Los Ángeles, Estados Unidos. Casa de los Hofferson. 04:01 P. M.
Astrid estaba sentada en la pequeña fuente que se erguía de forma majestuosa en el centro del invernadero. Estaban rodeados de una exuberante vegetación y ella por un momento pudo imaginar que se encontraba en la selva.
Su padre había terminado de contarle toda la historia y ella a pesar de los minutos que habían pasado aún no se lo podía creer, tenía la mirada perdida y miles de pensamientos cruzaban por su mente. Estaba enojada con sus padres por haberle escondido un secreto tan grande por tanto tiempo y quería drenar esa furia golpeando un saco de boxeo. Hans Hofferson la había acompañado en su silencio pero a medida que los segundos pasaban Astrid se ponía más roja y respiraba con fuerza. Su hija era una bomba de tiempo a punto de estallar.
— ¿Qué sigue ahora? Soy adoptada, ¿tal vez? —gruñó Astrid destilando frialdad en cada palabra
— ¡Astrid, no actúes así! —le reprendió Hans
— ¿Cómo quieres que actúe? —contraatacó con dureza señalándolo— ¡Estoy comprometida desde que nací y tú nunca me dijiste nada!
— Astrid... Nosotros solo queremos lo mejor para la Compañía... —Empezó a decir su padre y ella lo cortó
— ¡Oh, sí! ¡La Compañía! ¡Eso es lo único que les interesa, no mis sentimientos ni lo que pienso! —exclamó Astrid dolida y haciendo acopio de sus fuerzas para no llorar
— Astrid, tu madre y yo te amamos; queríamos asegurar tu futuro... —contó Hans y Astrid profirió una risa amarga
— Claro... Asegurar mi futuro y el de la Compañía ¿Crees que soy estúpida? Sé que esto no lo hacen por amor, ustedes no quieren verme feliz. Primero me obligan a abandonar mis sueños y ahora me imponen un marido
— Será un muy buen marido y con él no te faltará nada
— ¡A mí no me falta nada, padre! Somos increíblemente multimillonarios, tengo más que asegurado mi futuro
— Tienes razón, cariño. Pero con tu prometido no vas a sufrir, él es bueno y de confianza. Jamás te haría daño, ¡solo queremos protegerte!
— Están sobreprotegiéndome, es diferente. ¿No crees que casarme con el hijo de tus amigos es algo drástico? ¿Solo por cuidar a tu empresa y a mí en el intento?
— Astrid, realmente no es tan malo
— Oh, claro que para ti no lo es. Tú no tienes que casarte con un extraño a quien no conoces de nada —escupió
— A largo plazo nos lo agradecerás —aseguró Hans y ella negó con fuerza
— Te equivocas, a largo plazo solo los odiaré —sentenció la rubia
Astrid abandonó el invernadero con paso firme y con un mal humor de los mil demonios. Erin la interceptó cuando entró a la casa pero la rubia estaba tan enfadada y dolida que no quiso escucharla. Entró a su habitación y se quitó el pijama que aún llevaba encima, se vistió con un atuendo deportivo color negro y se ató el cabello en una coleta tirante. Recogió su bolso y bajó a la cocina con prisa para meter una botella de agua.
— Astrid, cariño. ¿A dónde vas?
— A golpear un maldito saco de boxeo, a quemar toda esta furia que llevo dentro, madre —replicó
Erin abrió la boca para decir algo pero Astrid ya se había retirado de la cocina. Salió con rapidez de la casa y se fue en su auto al club donde su familia era socia, allí había un gimnasio y pensaba pasarse toda la tarde drenando las emociones que tenía a flor de piel. La chica apagó su teléfono al llegar y se metió de lleno al ejercicio, su mente desconectó parcialmente de sus problemas y solo se permitió sentir furia cuando se puso a golpear el saco de arena con dureza.
Si les está gustando la historia, no olviden de dejar reviews, los estaré respondiendo todos. Muack.
